Pétalos de Rosa

Re: *Pétalos de Rosa*

Muajajajajajaja he aqui el pasado de Lilium... disfruten niñas ;)


"Manos manchadas en sangre"

~11~
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A lo largo y ancho del mundo entero las cientos de comunidades que han conformado la sociedad desde el inicio de los tiempos han encontrado formas pacificas de solucionar sus conflictos, de manera que entre las naciones puedan mantener en todo momento un balance pacifico y armonioso, es así actualmente, la idea de la guerra parecen meran fantasías o cuentos imposibles, sin embargo fuera de el propio conocimiento de estas personas libres existen tantas otras aisladas totalmente de ese concepto de paz que el resto del mundo comparte, unas tierras secas y abandonadas en donde constantemente las batallas y muertes se hacen presente.
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Es así en las Arabias, donde suelos sin vida y un calor sofocante predominan todo el tiempo, donde a los niños pequeños les quitan los juguetes para darles armas de fuego, una lucha constante por sobrevivir en donde las batallas son tan comunes como el respirar, esos hombres y mujeres oprimidos por las guerrillas, los soldados y los rebeldes ignoraban totalmente el sabor de una buena cena, la dicha de bailar o cantar en alguna fiesta y los mas nobles sentimientos humanos, lo único que les había rodeado hasta entonces era una oscura muerte…
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Los Árabes, musulmanes o hebreos tan conectados con sus raíces religiosas, tan solo creían en dar su vida por sus tierras sagradas, la intervención extranjera no era más que una blasfemia ante sus ojos y de allí el origen de todas sus desgracias.
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Aún así las mujeres como tal vivían ocultas de todo aquello, oprimidas en cuevas y aldeas escondidas alejadas de la mano de dios, evitando que cualquier hombre ajeno a sus tierras posara sus ojos sobre ellas, la mujer árabe vivía como esclava atendiendo a los soldados de su pueblo, sufriendo humillaciones constantes y teniendo que compartir con tantas otras un mismo marido… sus sentimientos estaban simplemente doblegados, aún algunas de ellas aún deseaba seguir soñando.

-Hace un día fresco… ¿No lo crees Lilium? –Decía entusiasmada aquella joven de negros cabellos-.
-No digas tonterías Aráis, no hay días frescos en estas tierras malditas –contesto la joven Lilium indiferentemente-.
-Debes tratar de ser más positiva hermana –Comentó aquella con una sonrisa-.
-Y tu debes salir de tu mundo de fantasía –reprochó la menor un tanto enojada-.
-Esta bien, debo regresar a casa mi marido me espera ansiosamente.
-No digas idioteces tu marido tiene otras 5 mujeres con el… -Lilium se sentía realmente humillada al ver a su hermana en aquel harem-.
-Se que algún día me querrá solo a mi –exclamó la mayor con toda seguridad-.

Como si nada la joven Aráis se marcho dejando sola a su hermana menor, aquella actitud tan soñadora sin duda era algo que molestada sobremanera a Lilium, finalmente ella estaba plenamente consiente de la crueldad del mundo que les rodeaba, un futuro mejor sería sencillamente imposible.
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Así el tiempo iba pasando, escondidos todo el tiempo y temerosos de ser encontrados, solo las mujeres y los niños más pequeños podía evadir las guerras, con los años tan solo les quedaba perder la esperanza y esperar la muerte…
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Pese a las ilusiones de algunos y el temor de otros un día realmente oscuro llego a sus vidas, las tropas militares finalmente habían extendido sus campos de guerra hasta sus tierras por lo que pronto se vieron en medio de aquella fatídica batalla… sin embargo el primer ataque tomo a todos por sorpresa…
*
Lilium se encontraba como siempre conversando con su hermana mayor en los limites de su refugio, un tanto apartados del resto, Aráis ya alegre como siempre sonreía plenamente en tanto que Lilium simplemente sentía en su interior que algo no estaba nada bien, la tierra a sus pies temblaba sin cuartel, el aire se sentía frío, sin duda un muy mal presentimiento… un primer grito se hizo presente seguido de balas… las chicas temerosas observaron como los soldados comenzaban a invadirles… eran terroristas, Árabes iguales que ellas pero inmisericordes sin corazón que arrasaban todo a su paso, en poco tiempo las explosiones comenzaban a destruir los hogares prefabricados, los niños lloraban mientras eran cruelmente asesinados… Lilium tan solo deseaba escapar.

-¡Hermana debemos irnos de aquí! –exclamaba ella aterrorizada-.
-Mi esposo… -susurraba Aráis impactada-.
-No pienses en ese idiota, el tiene a sus otras mujeres-.
-No puedo dejar a mi marido –exclamo la mayor llena de determinación-.

Ella realmente le amaba, corrió entre el humo y la tierra que se levantaba con las explosiones, Lilium le siguió tratando de detenerla, pero aquello era imposible, todos estaban muertos a su paso, la menor tomó un arma del suelo, sabía que la necesitaría para defenderse, finalmente llegaron a la que era morada de Aráis… los soldados no habían llegado allí sin embargo el lugar estaba abandonado, una lagrima corrió por el rostro de la joven…

-Me han abandonado… él me ha abandonado –dijo entre lágrimas la mayor-.
-Te dije que ese hombre no te quiere, tiene muchas otras solo se interesa en el mismo –gritaba Lilium jalando a su hermana-.

Aráis estaba completamente inmóvil, su esperanza se había esfumado con cada explosión que se sentía en el ambiente Lilium trataba de sacarla del lugar pero todo era inútil, Aráis se había perdido en su propio sufrimiento, finalmente los soldados habían llegado, una gradada lanzaron indiscriminadamente, Lilium asustada se arrojó al suelo, la explosión se extendió al instante… el polvo formó una cortina espesa que hizo que los militares se marcharan… ella estaba a salvo pese a unas leves quemaduras…
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Se puso de pie desesperada buscando a su hermana, los quejidos de la misma le enseñaron su paradero… estaba allí tendida en el suelo, con un charco de sangre debajo de ella, su cuerpo estaba incompleto, ahora sin el brazo y sin la pierna izquierda la mayor lloraba del desespero, gritaba por la angustia tan grande que le consumía… Lilium no pudo verla sumergida en aquella locura…

-Te libraré del dolor hermana –dijo Lilium mientras cargaba el arma que tenía en sus manos-.

Con una fría mirada y un alma seca apuntó a la cabeza de la mayor y disparo… una muerte instantánea que la ayudaría a no sufrir más… todo había terminado, los soldados arrasaron con la aldea, Lilium fue la única que pudo escapar… desde ese momento lo único que tenía delante era un inmenso desierto y la seguridad de una muerte próxima…
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Llena de hambre, sed y cansancio su cuerpo sucumbió en las implacables arenas… el sol le quemaba la piel al rojo vivo… no viviría mucho mas tiempo, la imagen sonriente de su hermana invadió sus pensamientos hasta que finalmente se desmayó.
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Suavidad… por un momento sintió como su cuerpo recuperaba sus sentidos lentamente, y sin duda estaba sobre algo muy cómodo… nunca antes había sentido algo así… quizás era una nube pensó, después de todo sin duda debía estar muerta, pero una voz altiva la sacó de golpe de sus pensamientos.

-Afín despiertas-.

La joven Lilium abrió sus ojos de golpe… estaba sobre una cama blanca, sus heridas estaban vendadas y sus ropajes habían cambiado, ahora tenía un kimono, ropajes Japoneses sin duda, su rostro estaba descubierto por lo que se sintió un tanto invadida y avergonzada después de todo el que le hablaba se trataba de un chico extranjero.

-¿Cómo llegué aquí? –Cuestionó ocultando su rostro en las sábanas-.
-Te encontré en medio del desierto mientras exploraba el lugar y te salvé –dijo el joven Japonés con una gran sonrisa-.
-Ya veo… -La joven se mostró triste en aquel momento-.
-¿Querías morir? –Preguntó el chico de cabellos grises oscuros mientras se sentaba junto a la joven-.
-Quizás…
-No te cubras el rostro… eres muy hermosa –El chico le quitó las sábanas de las manos-.
-Es parte de mi cultura el que ningún hombre vea mi rostro –respondió ella alejándose-.
-Lamento decirte que yo te cambié las ropas… eso quiere decir que vi todo tu cuerpo desnudo –susurró el chico picaramente-.
-¡No puede ser! –exclamó ella sonrojada-.
-¿Eso que quiere decir en tu cultura?-.
-Que…. Mi cuerpo te pertenece, solo mi dueño puede ver mi cuerpo desnudo-.
-Ya veo… que interesante, entonces me perteneces… ¿Tu nombre? –El chico actuaba como si estuviera acostumbrado a ser dueño del mundo entero-.
-Lilium –dijo ella mirándole con recelo-.
-Yo soy Atobe Keigo… mucho gusto –contestó mirándole el rostro a la joven detenidamente-.

La noche calló y el cielo se mostraba curiosamente estrellado, Lilium tenía la mirada perdida en sus recuerdos tristes… se encontraba sola y eso lo sabía perfectamente, sin embargo aquel joven por algún motivo había estado rondando cerca de ella en todo momento… quizás vigilándola, quizás protegiéndola, ella no lograba entender el motivo verdadero.

-¿Qué haces en este país? –cuestionó la joven curiosamente-.
-La embajada de Japón que estaba en este lugar fue destruida por los terroristas… vine a buscar los cadáveres de los embajadores –el rostro del joven se tornó serio-.
-¿Por qué motivo? –La joven no entendía como alguien podía arriesgarse de aquella manera-.
-Uno de ellos era un buen amigo-.

Sin duda aquella palabra era desconocida para la joven, no creía que hubiera gente en el mundo capaz de arriesgar su vida solo por un amigo fallecido… cosas como aquellas eran parte de la esperanza que ella tanto había detestado hasta aquel entonces… los días seguían pasando y finalmente Keigo había logrado dar con los cuerpos por lo que su regreso a Japón era inevitable.

-Listo, terminé todo en este lugar –dijo el joven con una expresión de cansancio-.
-¿Regresarás a Japón? –preguntó Lilium un tanto inquieta-.
-Claro que si… me esperan muchas cosas-.
-Ya veo…

La joven un tanto molesta se marchó de la habitación y se alejó del campamento lo más que pudo, sin darse cuenta se había acostumbrado a él, y pese a que le pertenecía según su cultura él no había osado ponerle una sola mano encima, ni abusar de ella de manera alguna.
*
Esa noche el aire se sentía frío nuevamente, el sueño temblaba con fortaleza, Lilium lo sabía, ellos estaban cerca, sin duda los terroristas habían encontrado el escondite de Atobe, ella estaba algo lejos para avisarle pero confiaba en que el sabría protegerse adecuadamente… ella por su parte no quiso volver… le pasaría lo mismo que a su hermana, sin duda sería abandonada por su dueño, por lo que prefirió quedarse de pié en aquel lugar… lejos del campamento esperando que alguien se diera cuenta de su presencia y la matara sin misericordia…
*
Una explosión se hizo presente, al campamento de Atobe voló en pedazos, un fuerte dolor oprimía el corazón de Lilium, estaba realmente preocupada pero temía enormemente regresar y ver que él la había abandonado… de un momento a otro se dio cuenta de que una camioneta se dirigía hacia ella, sin duda eran los soldados que venían a quitarle la vida… ella cerró sus ojos temerosa pero aquella voz la sacó nuevamente de su trance…

-¡Oye esto es peligroso sube rápido! –gritó Atobe a sabiendas que los terroristas le perseguían-.
-Keigo…-.

Lilium subió a la camioneta de la mano de Atobe y todos juntos lograron escapar del lugar, en poco tiempo yacían subidos a un helicóptero con camino a Japón, la joven veía desde el cielo como el fuego se expendía por sus tierras sin embargo en aquel momento por algún motivo no podía sentirse triste…

-¡Tonta! –exclamó Keigo repentinamente-.
-Oye…
-¿Por qué te alejaste tanto… me asuste cuando esos tipos llegaron y tu no aparecías, casi me matan por andarte buscando-.
-¿Por qué? –El rostro de la joven estaba lleno de lágrimas-.
-No iba a dejarte sola… no me hubiera podido marchar sin ti –Keigo le secaba las lágrimas amablemente-.

Aquellas palabras nunca antes las había escuchado… el no era como el esposo de su hermana, el sentía verdadera amistad, verdadero amor… y ella por algún motivo se sentía contagiada de aquel sentimiento… finalmente llegaron a Japón y ella sintió como si un cielo diferente y limpio se extendiera sobre ella… esa noche…

-¿Qué haces aquí? ¿Acaso no te gusta tu nuevo departamento? –cuestionó Atobe con una sonrisa-.
-Si, me gusta mucho –murmuró ella sonrojada-.
-¿Y entonces?-.

Lilium se acercó a el lentamente y soltando su Kimono lo dejó caer al suelo suavemente, dejando a la vista su hermoso cuerpo desnudo, Keigo no pudo evitar sonrojarse…

-Yo te pertenezco, aún así tu no has hecho nada por tenerme, solo quiero que sepas que esta bien si deseas tomarme… -comentó la joven acercándose a él-.
-¿Ese es tu agradecimiento? –Preguntó el chico arrodillándose frente a ella-.
-Si…

Atobe tocó suavemente con sus manos el cuerpo de Lilium, sus piernas, sus cadenas, su cintura, fue subiendo lentamente hasta alcanzar su rostro… su sonrisa era encantadora, se sacó la chaqueta y sin decir más se la colocó a la joven…

-¿Qué sucede? –cuestionó ella sorprendida-.
-Tu no le perteneces a nadie, tu eres solo tuya, el día que quieras entregarte a alguien espero que sea por tu propia voluntad –El joven no dejaba de sonreír-.
-Pero… yo te… -Atobe la silenció con un beso en los labios-.
-Lo siento… yo amo con todo mi ser a otra persona –dijo finalmente al separarse de ella-.

Lilium sonrió levemente, estaba triste pero al mismo tiempo se sentía liberada, finalmente podía saborear lo que era la verdadera libertad, sin más se puso de vuelta el kimono que tanto le gustaba y se dirigió a la puerta, al abrir esta se topó de frente con una hermosa joven… Los ojos de la misma rebosaban en lágrimas, había estado tan preocupada, ella se lanzó a los brazos de Atobe con desespero, había temido tanto por su vida y el sin duda se alegraba de verla.

-Ya estoy de vuelta May… -dijo el abrazándola con fuerza-.
-Bienvenido a casa Keigo –susurró ella ahogada en llanto-.

Lilium lo había comprendido perfectamente, ella se marchó de aquel lugar y desde entonces había sido una de las Rosas más hermosas… una que había manchado sus manos en sangre y que sabía que pese al tiempo tardaría mucho en perdonarse todos los pecados que le agobiaban.


*Habitación 111*

Un joven gatuno ya había conocido a su Rosa, sin embargo en aquel momento no parecía estar muy feliz con ella, yacía en el suelo llorando, su mejilla estaba muy roja, ella lo había abofeteado… Lilium yacía de pié frente a el con una mirada muy fría y con la mano levantada como un amo que golpea a su perro… Eiji sin duda estaba triste

-Nunca más vuelvas a abrazarme –dijo ella enfadada-.
-Lo… lamento –susurró el chico asustado-.
-Como odio a los niños tontos como tu-.
-Pero… yo… -Kikumaru no sabía que decir-.
-Me recuerdas tanto a ella… tan alegre y entusiasta -Lilium se perdió por instante en sus recuerdos-.
-¿A ella? –El chico estaba muy confundido-.
-Por eso te odio aún más….

Un chico temeroso y mal herido yacía tendido en el suelo sometido a la ira de un pasado oscuro e irreverente, ella no sabía que tan solo el podría salvar su corazón destrozado y pasaría mucho tiempo antes de que finalmente la joven aceptara su propia salvación…

~Continuara~

MayOtk


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