Pétalos de Rosa

Re: Pétalos de Rosa

Hola nenas, disculpen la demora como siempre xD, ando enfermita y me tarde varios días haciendo esta conti cuando normalmente la hago en día, pero ya me estoy mejorando, disculpen si no esta muy buena, mi mente engripada no daba para mas... nos vemos pronto ja-ne

~19~

~Más allá del orgullo~
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Una noche en extremo fascinante se había abierto paso tras los matices del alcohol, el aroma a licor había inundado exquisitamente aquella habitación donde la Rosa se había quedado profundamente dormida en el revoltijo de sus sábanas, un chico de sueño extremadamente ligero se había despertado por los constantes golpeteos que su torpe Rosa había hecho en la habitación al entrar, sin embargo pese a la situación había optado por hacerse el dormido, una vez que pasó el tiempo prudencial para que la chica estuviera profundamente dormida el joven se levantó de su cama acomodándose los anteojos serenamente.
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Cubriendo su cuerpo con una pequeña bermuda el chico de cabellos castaños e imponente figura camino hasta la cama de Ray y la observó totalmente vestida y mal acomodada a un borde de su cama… era más que evidente por el aroma en el ambiente que la chica había bebido mucho.

-Que fácil resultas Ray… -el chico sonrió malévolamente.

Guiado por sus pensamientos pervertidos, aquellos en absoluto conocido por sus compañeros Tezuka quitó lentamente los zapatos de su rosa y la despojó del vestido dejándole en su delicada ropa interior color blanca, le daba a la joven cierto aire de inocencia que Kunimitsu sabía perfectamente que no poseía, la acaricio suavemente y se percató de que la joven tenía el sueño pesado, a duras penas balbuceaba y reía entre sueños.
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Tezuka sonrió divertido… “Una marca quizás”… pensó el joven mientras le quitaba la rosa interior, sus labios la besaron suavemente y con desden en los muslos, la cintura y finalmente en el cuello, en un ligero succionar se aseguró de dejarle una marca roja bien pronunciada a la chica… todo en pro de sus futuros planes… posteriormente la arropó con cuidado y regresó a su cama, él sabía que la mañana siguiente sería bastante divertida.
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En otra habitación una joven a duras penas había logrado conciliar el sueño, giraba constantemente en su cama en muestra de la pesadilla que se encontraba viviendo, aquellas imágenes eran más que conocidas… no eran ilusiones ni un truco inventado de su subconsciente, era el ayer que tanto le atormentaba… sin saber porque Kiana había regresado a su tormentoso pasado.
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Una pequeña de escasos seis años, preciosa cual muñeca pero manchada por la mugre de su miseria trabajaba día con día con sus rotas manitas para ayudar a su madre a salir adelante… la pequeña procuraba con sus arduas labores vivir una vida llena de orgullo, la pobreza no era un problema mientras que la manejara honestamente. Su madre también trabajaba aunque lo hacía por las noches, la pequeña en su inocencia no comprendía que era “Una dama de compañía” sin embargo sabía que aquella era la labor de su adorada madre… Pese a tener que entregar su cuerpo una y una vez para sobrevivir haría lo que fuera por no dejar morir de hambre a su pequeña…
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Una nube de deudas se hizo presente tras la crueldad de aquellos hombres que acosaban a la mujer y a su pequeña… las hipotecas… las facturas… los préstamos… todo se había salido de control, sin importar cuanto trabajara no había solución aparente para sus problemas, aquella madre desesperada dio con una solución, sin embargo sabía que el precio emocional sería demasiado alto… al ver a su pequeña Kiana enferma y cansada por las arduas labores decidió que sería la única alternativa.
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Aquella mañana entre tos y alta fiebre, la pequeña de rubios cabellos había cumplido a duras penas su actividad del día, alegremente entre sus manitos sucias llevaba una bolsa de pan, podrían comer como era debido aquella noche… las puertas desgastadas de su casa en ruinas se abrió violentamente tras el golpe de la pequeña emocionada quien comenzó a gritar el nombre de su mamá… no hubo respuesta alguna… la pequeña la buscó en la habitación y la pequeña cocina y no encontró nada hasta que entró al baño y un cuadro horripilante la invadió.
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Su adorada madre yacía tirada en el suelo, sumamente pálida, semi inconciente, descansando sobre un charco de sangre… se había cortado las muñecas en un intento de suicidio… la pequeña soltó el pan en el suelo y caminó con los ojos llorosos hacia su madre, aquella aún estaba viva.

-Madre… madre… te pondrás bien –exclamó la pequeña en un mar de lagrimas.
-No Kiana, tu mama se irá a un lugar mejor… -dijo la dulce madre en una flamante sonrisa.
-Pero mama no quiero quedarme sola –agregó la niña de seis años mientras se aferraba a su madre.
-No te preocupes, tu eres fuerte y orgullosa, saldrás adelante, cuando yo muera tendrás algo de dinero por el seguro que tu padre firmó a mi nombre hace años… fue lo único que nos dio antes de partir así que tómalo… -la mujer había comenzado a toser repetidas veces.
-Pero… pero…
-Kiana sabes que mamá te ama… nunca lo olvides…

Kiana sintió como la respiración de su madre se detuvo y su corazón dejaba de latir, la pequeña lloró inconsolable durante horas y horas… fue al día siguiente cuando una vecina dio con el cadáver de aquella madre mientras que la pequeña Kiana yacía a su lado totalmente deprimida y desvivida.
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Después del pobre funeral la pequeña logró cobrar con la ayuda de su vecina el dinero del seguro por la vida de su madre… con él había podido pagar todas las deudas y también había podido zafarse de la hipoteca, por lo menos había logrado la estabilidad que su madre tanto había deseado. Con los días sus trabajos se fueron incrementando y sin darse cuenta había comenzado a enterrar las tristezas mientras pasaban los años.
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Cumplidas sus 17 primaveras Kiana había logrado un desarrollo más que exquisito, su rubia y ondulada cabellera llegaba más allá de su cintura, sus ojos brillantes eran exquisitamente llamativos, su piel blanca era realmente tentadora y su actitud trabajadora la convertían en un ejemplo de orgullo… sin embargo pese a las orgullosas sonrisas aún cargaba en el pecho el dolor de la muerte de su madre.
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Aquél día algo realmente sorprendente había ocurrido… un hombre mayor, canoso y bien vestido se había presentado ante la joven de forma inesperada.

-¿Quién es usted? –cuestionó la chica al ver al señor que la visitaba.
-Kiana… Estás realmente hermosa –comentó el hombre con un brillo en la mirada.
-No respondió mi pregunta –agregó la joven con actitud altiva y desafiante.
-Soy Ken Enoki… -respondió él bajando la mirada.
-Tú eres… mi padre…


La joven no podía creer aquello, sus ojos se llenaron de lágrimas, sin embargo la joven en un esfuerzo sobrehumano logró que no rodaran por su rostro… aquel hombre que años atrás había embarazado a su madre y la había dejado, finalmente había tenido el coraje de regresar… Kiana lo dejó entrar a su casa y le ofreció una taza de te, por alguna razón no podía evitar sentir resentimiento.

-¿A que has venido? –cuestionó la joven.
-A llevarte conmigo… ya es hora de que tengas una mejor vida –dijo él con una sonrisa.
-No necesito tu ayuda… ya no.
-Se que te abandoné, pero te di mi apellido nunca renegué de ti.
-Lo sé, pero dejaste a mi madre y ella… -el dolor ahogó sus propias palabras.
-Se suicidó lo sé… para cobrar el seguro que yo le deje –completó el hombre aparentemente adolorido.
-Veo que estas bien enterado.
-Me enteré hace poco, de lo contrario hubiera venido mucho antes, se que no puedo ganarme tu perdón tan pronto pero déjame ser parte de tu familia.
-Lo pensaré…

Una sonrisa se apoderó del rostro de aquel hombre, por alguna razón Kiana desconfiaba de él, sin embargo era la única familia que le quedaba, no podía renegar de eso tan fácilmente, con los días las visitas de Ken Enoki eran mucho mas frecuentes, traía comidas y fotografías, contaba historias y a veces trataba de darle dinero, sin embargo el orgullo de la joven no le permitía aceptarle tal cosa… el hombre al parecer vivía en una casa bastante hermosa y grande y sin duda quería que su hija se mudara con él, tres meses pasaron hasta que ella finalmente acepto.
*
Vendiendo su humilde casa, dejando atrás el tormentoso recuerdo de la muerte de su madre, con dos pequeñas maletas se acomodó en su nueva habitación, era realmente acogedora, su padre se presentó para ver si todo estaba en orden y le extendió unos papeles que debía firmar…


-¿Te gusta? –preguntó el con una gran sonrisa.
-Todo está hermoso padre… -era la primera vez que lo llamaba así, el hombre sonrió aún más.
-Bien, necesito que firmes esto, pronto cumplirás 18 años y serás apta para manejar mis negocios –el hombre de igual manera le extendió una pluma, aquel papel tenía muchos términos complicados.
-No creo poder ayudarte en esas cosas. –Dijo ella incomprensiva del contenido del papel.
-Tú no te preocupes, ese papel es solo rutina.

Kiana finalmente cedió a las palabras de su padre y firmó el papel con toda confianza, a cambio recibió un abrazo, su cumpleaños 18 se acercaba y el padre se esperaba en prepararle una hermosa fiesta, Kiana estaba más que emocionada, nunca antes le habían hecho tal agasajo… un bello vestido, un gran pastel, adornos, flores y muchos presentes invadieron la noche, todos los invitados eran señores y señoras de dinero, entre ellos solo un joven estaba presente, tan altivo y frío y a la vez tan atractivo, sin duda resaltaba de entre todos los presentes para la joven, en un sutil acercamiento logró que él la invitara a bailar.

-¿Te la pasas bien cumpleañera? –cuestionó el joven de grises cabellos con una sensual sonrisa.
-Si claro… pero llámame Kiana –agregó ella sumamente sonrojada.
-En ese caso puedes llamarme Keigo Atobe –musitó el chico en un susurro.
-Así será…
-Esta noche mi querida Kiana cuídate mucho.

El chico se apartó de la cumpleañera y tomando una copa de champaña camino hacía uno de los ventanales y se quedó observando el horizonte… con una mirada tan profunda y triste… sin duda pensaba en alguien amado y lejano, Kiana lo comprendió al instante, el corazón del joven había sido tomado. En ese momento su padre la sacó de sus cavilaciones.

-Kiana, te tengo una sorpresa, ven conmigo –dijo él mientras la conducía de una mano.
-Si padre… -la joven despegó su mirada de Keigo y siguió a su padre.

Juntos subieron las escaleras y se posaron frente a la puerta de una habitación, misma que siempre había estado cerrada, aquel día en especial estaba entre abierta, despertando la curiosidad de la joven, Ken guió a su hija al interior y dentro un hombre de evidente posición social esperaba.

-Oh es realmente hermosa –dijo el hombre mientras la miraba perversamente.
-Si lo es –dijo Ken con un orgullo retorcido.
-Perfecto, acepto tu trato… cancelaré tus deudas por una noche con esta joven –acotó el hombre sin rodeos.
-¿Cómo dice? Eso es imposible –exclamó Kiana indignada.
-No lo es hija… debes cumplir tu cometido y ayudar a tu padre con sus deudas, tengo muchos clientes que me perdonarán si les doy tu cuerpo –agregó el viejo empujando a su hija a los brazos de aquel desagradable hombre.
-¡Pero padre…! –Las lágrimas comenzaron a inundar su rostro.
-No te costara nada, después de todo tu madre era una prostituta y sin duda lo llevas en las venas –Agregó Ken Enoki en un tono cortante y despreciable.

La joven había entrado en shock, aquello no era posible… Ken estuvo a punto de salir ignorando los gritos de su hija, cuando de repente la puerta se abrió de un golpe brusco… Atobe Keigo había entrado de una patada y los presentes se habían quedado atónitos con su presencia.

-¿Qué hace aquí señorito Atobe? –cuestionó Ken sumamente preocupado.
-¡Keigo ayúdame! –gritó la joven angustiada zafándose de los brazos del viejo y corriendo hacia él.
-No te preocupes te sacaré de aquí.
-No creo que sea posible… esa niña firmó mis papeles y aceptó bajo contrato trabajar incondicionalmente a mi disposición –acotó el viejo sumamente enojado.
-¿Este contrato? –cuestionó Keigo mientras sacaba de su bolsillo el papel original que contenía las firmas.
-No puede ser… -Ken estaba realmente atónito…


Keigo sacó de su otro bolsillo un encendedor y con su caliente flama convirtió el papel en cenizas… Kiana lloraba pasando el susto, el viejo se retorcía en su propia derrota.

-Me retiro Ken Enoki y me llevo a su hija, ya es mayor de edad, ya no le pertenece –agregó el joven triunfante, Kiana no puso resistencia.
-Maldito niño… -murmuro el viejo viendo sus planes por el piso.
-Por cierto, pronto vendré a cobrar mis propias deudas –concluyó el Atobe mientras se marchaba.

El viejo sintió como lo poco de su mundo se caía a pedazos, finalmente sus deudas con el Atobe Group eran poco más que insalvables, la miseria sin duda estaba a la vuelta de la esquina, el joven Keigo sacó a Kiana de aquel mundo de pretensiones sin sentido, la montó en su limosina y emprendieron camino.

-¿Cómo puedo agradecerte? –cuestionó la chica saliendo finalmente de su ensimismamiento.
-¿Qué te parece trabajar para mi? –cuestionó el chico mientras veía en el horizonte el edificio de las Rosas.
-No me digas que es otro trabajo asqueroso…
-Para nada, es un trabajo que te llenará de orgullo –el chico sonrió.
-En este caso esta bien por mí…

Frente al enorme edificio de las Rosas Kiana dio un paso al frente diciendo adiós a todo su pasado sumamente dispuesta a enfrentar el futuro con el orgullo que le caracterizaba, fue en aquel momento cuando logró salir de su sueño, despertando de golpe en aquella habitación vacía, sudada y agitada logró normalizar su respiración…
*
Kiana sintió una terrible necesidad de ponerse de pié, por suerte el efecto del alcohol ya había pasado, se colocó una bata de noche y abrió la puerta de la habitación para salir a tomar aire fresco… frente a su entrada estaba Yuushi de pié, con los ojos fijos en ella y con los brazos cruzados.

-¿Me llamabas? –preguntó Yuushi con un serio semblante.
-Claro que no… ¿Qué haces aquí afuera? –cuestionó ella intrigada.
-Sentí que te hacía falta.
-No digas idioteces, además tienes llaves pudiste entrar.
-No era necesario, siempre que estas mal sales por aire fresco… -el chico la conocía a la perfección.
-Ya veo… si me conoces tan bien sabes que no quiero verte Oshitari –dijo ella dándole la espalda.
-Lo sé, pero soy terco y quiero tu perdón –acotó él siguiéndola.
-No puedo perdonarte ya que me trataste como un objeto… igual que mi padre –las lágrimas rodaron por su rostro, él lo sabía, la había herido mortalmente.
-Lo sé pero soy demasiado orgulloso para darme por vencido, te amo demasiado para perder tu amor –el joven comenzó a caminar de regreso a su habitación.
-Y yo soy demasiado orgullosa para regresar contigo y estoy demasiado dolida para perdonarte –la joven se alejó igualmente.

Entre ambos se creaba una brecha nacida del orgullo que a ambos caracterizaba, un abismo infranqueable se había construido, un abismo que tarde o temprano los consumiría, la pareja orgullosa debía renunciar a muchas cosas para volver a estar juntos…
*
Para aquel entonces una Rosa blanca yacía desnuda enrollada entre sus sábanas de seda, la festiva noche le había brindado una noche de pasión como muchas otras, o quizás mucho mejor que las anteriores… el joven que la acompañaba constantemente se esforzaba por que ella lo viera, por que lo tratara como un hombre, sin embargo la joven con sus aires de superioridad no dejaba de observarlo hacia abajo como el pequeño niño dulce que siempre había sido.

-Gracias por la noche –dijo la joven secamente mientras se paraba de la cama y se servía una copa de vino.
-Imagino que quieres que me marche –acotó el dulce chico con la mirada llena de melancolía.
-Así es… -La joven dio un sorbo.
-Aya yo… -El chico de claros cabellos tenía la garganta aprisionada en frustración.
-Choutarou-Chan es mejor que no digas nada.
-¡¿Puedes dejar de decirme chan?! –exigió el joven ligeramente exaltado.
-¿Eso quieres? –cuestionó la chica observándolo de forma desafiante, el comprendió su tono grosero y prefirió calmarse.
-Déjalo así… -dijo el joven por lo bajo mientras se vestía y se marchaba…

La joven lo vio partir mientras tomaba otro sorbo, ciertamente el joven Ootori le fascinaba, era un niño refrescante y dulce que soplaba como brisa alegre en su frío corazón, sin embargo ella sabía que aquello no era suficiente para mantener una relación, después de todo Choutarou-Chan no era más que un niño indefenso e ingenuo que jamás podría protegerla… eso era lo que ella pensaba… necesitaba un hombre de verdad… no sabía que tan injusta podía llegar a ser gracias a su terquedad.
*
Choutarou regreso a su habitación con el cuerpo satisfecho pero con el alma carcomida, ¿Cuánto más aguantaría ser su juguete? No lo sabía con certeza pero sin duda no le quedaba mucho tiempo de paciencia, por alguna razón la bondad en su interior se agotaba y Aya sería la primera en enfrentarlo…
*
Otros pasados estaban a la vuelta de la esquina, en sus mundos pretenciosos y de cristal en donde las tristezas no parecían posibles… ellas también sufrían… él también había sufrido, sin darse cuenta Keigo, Nyumi y Aya tenían un pasado común típico de las riquezas que siempre les habían acompañado.

~Continuará~

~May Atobe~

Owo... no se pierdan el proximo episodio en donde veremos el pasado de tres chicos ricos, Nyumi, Aya y Keigo *-* y conoceremos un poco más de los misterios de Gris ;) despertares, consecuencias y mucho más entre los pétalos y espinas de las Rosas... ​