Oye, ¿Sabes?...

Es un regalo del intercambio de la FK que hice para Haru AD, hace medio siglo que no escribo, por lo cual seguro es un fail, pero espero que al menos ella lo disfrute xD, disculpen los errores de ortografía, los guiones y demás... intento mantenerme como un ser imperfecto (?).

Oye, ¿Sabes…?

Ella era pura alegría, una hermosa luz que a veces resultaba tan brillante que le lastimaba, tan, tan profundamente que no podía casi frenar sus propios sentimientos, pero ambos eran apenas unos niños, y para peor, rivales. Nunca esperaría encontrar el amor tan joven pero algo en su interior –que había salido desde la oscuridad más profunda de su ser cuando la conoció- que era más potente que la propia magia se lo decía a gritos: Sakura, aquella niña tan carismática sería el amor de su vida.
Por eso cada vez que discutía con ella, cada vez que veía que con su sinceridad y frialdad la lastimaba, él moría por dentro, más cuando aun pese a todo Sakura era tan gentil con él. No existía maldad en ella, pero tampoco era lo suficientemente inteligente para alejarse de él.
¿Acaso ella era igual de tonta que él? Ella quizá también sentía lo mismo por él, pero siempre que esa esperanza le daba las suficientes fuerzas para decirle “Te amo”, Sakura mostraba el supuesto amor que sentía por Yukito. Alguna vez el había sentido cierta atracción por el peligris pero había comprendido rápidamente quien era la reina de su corazón.

Mientras fueron creciendo, y Sakura se volvía más madura pero más irresistible a la vez, supo que ella era alguien que daba amor a todo el mundo, pero ¿No podía darse cuenta de cuan cruel era eso? Sentirse amado pero no saber si quiera si era real… Una vez se habían confesado de más chicos, cuando todo sobre las cartas ya era un lejano problema, pero hoy en día se daba cuenta que quizá aquellas palabras para Sakura no eran más que las de un amigo, y ella había respondido igual, le había dicho cuanto lo amaba, pero solo significaba que era una amistad.
Saber eso, ser tan consciente le estaba quitando la razón, y cada día que la veía más y más la amaba pero en igual medida su resentimiento crecía. Pero Sakura jamás se daba cuenta de ello.


-Syaoran-kun, hoy iremos con Tomoyo y los demás a una fiesta –le dijo la muchacha con los orbes verdes destellando alegría, ¡ah! Que bonitos de le resultaban-, ¿Quieres venir con nosotras? No necesitas quedarte con nosotras todo el tiempo, pero…


Sakura seguía hablando sobre la fiesta y él, ignorando el resto de la charla, no pudo evitar sentirse feliz hasta que recordó que ella solamente estaba siendo amable, no había ninguna razón especial para que le invitara, sus ojos verdes brillaban intensamente únicamente por que él lo veía así, la Sakura en su mente era la que lo amaba, pero la real, él estaba muy lejos de capturar su corazón.
Todos esos pensamientos estuvieron haciendo ruido en su alma hasta entrada la noche, cuando tendría que ir a la fiesta que Sakura le dijo, desde que había hablado con ella hasta ese momento estuvo completamente absorbido en sus pensamientos, casi ni recordaba cuando fue que escogió esos jeans negros y la camisa roja, dejándola semi descubierto su pecho, pero todo eso no importaba, Syaoran no sabía si quiera por que iba.
De haberlo querido hubiera podido salir con miles de chicas, pues era un muchacho que atraía a las mujeres, siempre fue apuesto y la actitud de acritud, junto a esa dulzura despistada que decían que poseía, siempre había sido un gran imán para el amor. Pero no, en quien él solo podía pensar era ella; esa suave y delgada figura de piel lechosa y ojos de esmeralda, alguien de apariencia tan soberbia que cada contoneo de sus caderas atraían la atención de todos los hombres del lugar, alguien de un cabello tan sedoso que el viento solo soplaba en aquellos días seguramente para desparramar aquel hechizante perfume natural que la distinguía.
Cuando llego la fiesta la vio rodeada de amigos, riendo a carcajadas muy divertida, y no fue hasta un buen rato que ella desde la lejanía le saludo muy alegre y le invitó que se acercara al grupo pero él solo le devolvió el saludo con una sonrisa y miro el fondo del vaso del trago que acababa de tomar.
Así pasaron un par de horas hasta que una figura se acercó a él, ni siquiera tuvo que voltear a ver quien era, no se trataba de Sakura. Como le fastidiaba que aquellas niñas no se dieran cuenta de que no quería a nadie cerca. ¿Acaso el estar alejado de la muchedumbre y el aura evidente de soledad que desprendía junto el cuarto vaso que tomaba no daba la nota? En cuanto la ilusa se dio cuenta que él si quiera le devolvía la mirada se fue muy ofendida.


-¿Siempre rechazas de esa manera a todas? –dijo una voz muy dulce, musical al lado suyo. Y esta vez si levanto la vista y vio a una divertida Sakura, si, podía ver que ella ya estaba algo alegre con un par de tragos encima pero el estilo que le caracterizaba nunca podría esfumarse.


-No es que las rechace, ni siquiera les doy la oportunidad –suspiro y por primera vez en toda la velada miro a alguien directo a los ojos, aunque tenía una media sonrisa colgando de sus labios- Supongo que debería ser más firme y claro, ser cruel con ellas para que definitivamente ni se me acerquen…
La muchacha se rió con ganas y se arrimo más cerca de él rozando hombro con hombro.


-Creo que ya es suficiente la crueldad, si no les das siquiera una respuesta negativa –Sakura acercó su rostro al de él, estaba tan cerca que Syaoran podía oler el olor del alcohol, aunque también olía dulce- ¿No duele más no tener una respuesta concreta?

¡Ay!, Sakura, Sakura… Pensó Syaoran, ella hablaba de crueldad cuando era quizá la hipócrita más grande de los dos, pero ¿Qué podría decirle? La amaba sin más, al menos hoy, al menos ahora. Y la charla siguió amenamente, fluida como un pequeño río que los condujo tranquilamente a un sitio apartado de la fiesta, donde nadie podría molestarlos.
Era un momento extraño, no sabía si era la bebida o el momento era real, pero el vértigo en su estomago le daba le estaba haciendo sentir una montaña rusa de emociones entre que, las que percibía, Sakura parecía tener un interés romántico. Podía sentir la química entre ellos dos, el calor que ambos cuerpos emanaban. Ella era una llama y el era una polilla que no le importaría morirse en el fuego de su pasión, y sin pensarlo la tomo del rostro –sin delicadeza, tenía que ser así- mirando a lo más profundo de aquellas lagunas verdes agitadas. La beso sin decoro, con hambre, con furia, lastimándola pero él era más fuerte, ella cabía perfectamente entre sus brazos.
Ella quiso gritar pero su boca era presa de la pasión y el resentimiento, aunque de haber gritado nadie habría de escuchar algo, Sakura se encontraba tan petrificada tan borracha que no tenía ni voz para quejarse, sus quejidos bajos y lastimosos le gustaban, lástima que no podía hacerla gritar más. Quizá debería parar, la estaba sujetando tan fuerte del cuello, pero ella no emitía ningún lamento. Aquella llama parecía que se consumía pues el cuerpo suyo ya no se sentía ardiente, era tibio.
La beso una vez más sintiendo el sabor de la bebida en sus labios y miro con amor la profundidad de esa laguna ya sosegada.


-Oye, ¿Sabes? –Le acarició el rostro reposando su boca sobre aquella tiesa y suave piel- Siempre te he amado…



Se sintió frustrado nuevamente, Sakura seguía siendo cruel. ¿También ahora ignoraría su amor? Recostó su cabeza sobre su regazo, se sentiría cansada, y con los gritos que escuchaba le sería imposible dormir.