Microrrelato Otra cita más

Otra cita más.​

Acaricio su cabello. Tomó una gran bocanada de aire. Estaba nerviosa, se podía notar a una gran distancia. Meneó como un sisne sus piernas y, apoyó los codos en la mesa; puso sus manos en la boca y acaricio la parte de encima de sus labios, justo debajo de la nariz. Le ardía. La depilación con cera para el bigote no siempre era la mejor opción, sobretodo si, era en un salón de belleza nuevo.

Se sintió encerrada. Estaba en una simple mesa esperando un café y un croassand. Lo había pedido hace cinco minutos, pero, ya estaba nerviosa. ¿Hace cuanto que no salia con Fred? No estaba segura. La última cita con Fred no había salido bien y, esta no tenía por que hacerlo.


Fred. El tipo perfecto o eso se creía el. Dinero tenía bastante y era ciertamente atractivo. Usaba siempre la última moda, aunque para eso, tuviera que vender a su madre. Eso era algo que le desagradaba a Delya y, para demostrar su desgusto, usaba ropa no muy nueva, tampoco muy atractiva. Era una blusa morada con motas y, unos vaqueros. Nada que sacará a nadie de sus casillas.

Ya se lo imaginaba, viniendo con un reloj de oro y, con un traje de la última colección. Seguramente de colores azules, Fred era extravagante.


Un chasquido de dedos la saco de sus pensamientos sobre el chico. Era la mesera. La cafetería era una muy fina, seguramente Fred no quería que la cuenta fuera barata, para lucirse.

Un café y un croasand. Quería esperarlo pero tenía hambre ¿Erá eso de mala educación? No, si Fred puede llegar tarde, ella puede comer antes. Saboreó cada migaja del pan, tenía queso por dentro. Se tomó hasta la última gota de café de la taza. Lo disfrutó. Acarició su estómago mientras reía. “Jódete Fred” pensó. Pero lo necesitaba. La cuenta no se pagaría sola.


Sudaba frío. Una hora había pasadó. Fred no llegaba y los otros tres croasand que pidió no se pagarían por arte de magia.


Entonces lo supo, Fred la había plantado. La había plantado en una de las cafeterías más caras de la ciudad. Pensó en mil insultos para decirle en la cara. Pensó en mil maneras de golpearlo. Pensó en su estupidez, en la de ella, en la estupidez de Delya. Pasaría a la historia, como una de sus historia de año nuevo. “Las fantásticas historias de Fred”

“Mal nacido” Susurró entre dientes. Ahora tendría que pedir la cuenta. Nunca más saldría con nadie. Lo bloquearía del facebook y no lo llamaría más. A ver qué se siente que te dejen en la nada.


Se paró con decisión. Quería pedir la cuenta. Pero las palabras le pesaban en la garganta. Lo hizó sin pensar, era un truco que había aprendido. Contar hasta tres y hacer las cosas sin pensar. Lo tenía que usar más veces de lo que ella hubiera querido.

Un mesero se le acerco y le pasó un papel rosado. Las cuentas eran rosadas “absurdos a morir” pensó y tomo la cuenta.


“ CUENTA PAGADA.

Hola, Delya. Lamento no estar ahí, pero me pareció más bonito vernos en la casa.”


“Estúpido”. Se rió y fue a su casa. Su esposo la esperaba.