1.  
    pomy

    pomy Usuario popular

    Libra
    Miembro desde:
    20 Octubre 2007
    Mensajes:
    626
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Oráculo.
    Total de capítulos:
    4
     
    Palabras:
    1205
    Oráculo.

    Prólogo.



    Había tenido una vida relativamente tranquila, ordinaria. Sabía las noticias que en la televisión de la casa se escuchaban, y poco entendíamos mucho de ellas cualquiera de nosotros.

    La política realmente nunca fue un gran tema, más allá de la información que se debiera saber por estudios básicos. Nos interesaban más los debates sobre la religión, o sobre las recetas de comida que se iban conociendo con las innovaciones inmigracionales.

    La idea de tanta gente fuera de nuestra cultura nos causaba cierta mezcla de sentimientos, pues eran completamente opuestos a nosotros. En realidad, eran personas simples, que vestían colores apagados y largas túnicas. No puedo imaginar lo que harían dentro de sus casas cuando, recién llegados todos, queríamos estudiarlos en la calle. Caminaban en grupos, y miraban de reojo, como atentos a que nosotros los atacásemos.

    Me pregunto aun hoy qué clase de naturaleza esas criaturas tendrían para reaccionar de esa manera, siendo nosotros tan claramente buenos. Nuestros cabellos peinados en complejas volteretas, y nuestras ropas dignas de la luz que el sol nos diera, reluciendo la palidez en nuestra piel y sonriendo ante los comentarios que alguno decidiera dar. Replanteándomelo, más de una vez retracté el principio en el que afirmo haber sido común, pues en realidad entre nuestra comunidad, era yo tan común como ninguna otra. Tenía todas las bellas características magnificadas, y creo aún conservarlas. Mis cabellos largos y brillantes, sedosos y bailarines ante la brisa del día y la noche. Mis labios carnosos y palpitantes, mis manos suaves y delicadas, ágiles para cualquier maniobra que de precisión necesitase. Además, aunque en detalles pequeños, en un lugar donde tan bien nos conocíamos, no paraba la gente de destacar mi altura, un poco sobre la de las otras chicas.

    Claro, mi figura no era tan atrevida e insinuante, pero creo que mi porte y desdén por el tema siempre me había dado un ‘nosequé’ que atraía a más de uno.

    Tal vez por esto, o alguna otra cosa, un muchacho de aquellos que nosotros parodiábamos desde el principio se me acercó una tarde. Caminaba sola, aunque cerca se encontraban los amigos de mi padre, trabajando. El niño poseía enrulados cabellos negros, demasiado largos aunque repetidos en todos los demás que caminaban conociendo nuestro hogar. Sus ojos negros, profundos y algo melancólicos no pudieron evitar que yo me interesara en sostenerle la mirada. Recuerdo verlo sonreír extrañamente, antes de que me saludara con una mano.

    -mis saludos –dije yo al instante, pues aunque nos hubiéramos burlado de ellos por sus extrañas costumbres, no tenía derecho yo a tratarlo de manera poco educada -¿puedo ayudarlo?

    -hola –repuso él luego de un instante, parado de perfil a mi y mirando al frente con una magnificencia extraordinariamente mística. Esperé a que continuara diciendo algo, aunque dejé de darle importancia al perderme inspeccionándolo -¿conocer algún lugar donde…?-repuso y se quedó mirando el suelo.

    No creo ser una persona muy expresiva, nunca lo fui, y en ese momento tampoco lo era. Más sé que en ese momento mi mandíbula estaba demasiado floja como para haber conservado mi expresión inmutable. Me había tomado por sorpresa el sonido ronco y confuso que de sus labios habían salido, y aunque había encontrado belleza exótica en el muchacho, ahora sentía una presión que me obligaba a rechazarlo.

    -¿te encuentras bien? –dije bajando la voz y corriendo la mirada al suelo. Quería irme, sé que quise correr y ocultarme detrás de alguno de los amigos de mi padre, y quedarme allí hasta que el mundo brillase nuevamente. Porque sí, ése chico brillaba, pero parecía tener un aura de color muchísimo más oscuro que el mío y temía porque este desconocido me revelara cosas que yo no pudiera manipular. Más no debía olvidar los modales, como jamás, aún hoy, no los olvido. Por eso, me acerqué un poco a él, lo suficiente para poder levantar la vista y sostenérsela. Noté un sonrojo.

    -…aún me cuesta controlar este idioma-repuso y levantó la mirada al cielo.

    Era mucho más alto que yo, recuerdo haberme sentido algo molesta por esa diferencia. Tardé en asimilar lo que había sucedido, y una sonrisita se escapó de mis labios. Encontré mis manos tapándolos, pues no era correcto reírme de él, muchísimo menos en su rostro. Cuando recordé las otras burlas hacia ellos, pensé en lo conveniente que me era este relato para cuando retornara a casa.

    -¿necesitas algo? –volví a preguntar luego de dar un paso atrás, tratando de sonar lo más amable posible.

    -sí… -contestó luego de unos segundos, mirándome ahora como jamás olvidaría una madre que un hijo le mirase –necesito que dejen a mis hermanos en paz.

    Desde aquel encuentro, lejano, no volví a escuchar más su voz. Lo volví a ver, pues no vivía lejos de mi hogar, pero jamás volvió a mirarme siquiera.

    Ahora no puedo dejar de mirar a mí alrededor, y ver sus rasgos, y esas miradas… tan iguales… por todos lados. Pero son todos tan opacos, siento una opresión en mi cuello. Ahora creo que comienzo a entender lo que ellos sintieron. Ahora, que mi hogar ya no es lo que fue, ahora que todo había desaparecido… ahora que yo era su prisionera.
     
  2.  
    BelAhome

    BelAhome Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    7 Abril 2008
    Mensajes:
    272
    Pluma de
    Escritor
    Re: Oráculo.

    Apenas comprendí el prólogo, bueno en realidad no entendí nada.
    Me dejas intrigada, quiero saber quienes son, de que trata la historia y que sucedió para que nada sea como antes y ahora haya una prisionera.
    ¿Quines eran?
    Me dejas con mil preguntas.

    Escribes muy bien aunque usas mucho las metáforas, a mi parecer en exceso. Por otro lado, en algunas partes siento que las frases no encuadran.

    Siento que el "como jamás" está demás.

    Es mi opinión.

    Estaré esperando el próximo capítulo.
     
  3.  
    pomy

    pomy Usuario popular

    Libra
    Miembro desde:
    20 Octubre 2007
    Mensajes:
    626
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Oráculo.
    Total de capítulos:
    4
     
    Palabras:
    1967
    Re: Oráculo.

    Muchas gracias por sus devoluciones. en cuanto a a manera de escribir, es apropósito que esté llena de metáforas, BelAhome, pero no te preocupes, a lo largo de la historia las iré haciendo más simples o no las usaré. ZAIKA Y Cinyoh, muchas gracias por leer =3

    Capitulo 1 “Inicio de las revelaciones y dudas”


    Aquella tarde había vuelto a mi casa caminando, como regularmente hacía. Esquivaba el sol, pues nosotros que tan blancos somos, sufrimos muchas enfermedades de estar debajo de sus rayos por un tiempo.

    Mi madre preguntó si me encontraba bien, pues un rubor aún recorría mi rostro. La esquivé como solía hacerlo, y fui a mi cuarto, sintiendo a cada paso mayor ansiedad por descifrar sus palabras. ¿A qué se refería con que no molestaran a sus hermanos? ¿Quiénes eran ellos? ¿Quiénes los molestaban? Me recosté planteándome a la vez las posibles soluciones, lanzando miradas vacías hacia todos lados.

    Su figura, su esplendor, sus ropas, él era un icono de aquellos nuevos. Habían venido porque sin hogar estaban, y ahora me exigía de alguna manera que no los molestásemos. Nosotros, que éramos quienes techo les habíamos permitido. ¿Cómo habríamos de tratarlos mal? Pues, yo sé que ninguno los había ofendido. Cada vez que ellos pasaban en sus grandes huestes, nosotros respetuosamente nos apartábamos y dábamos la espalda, cerrábamos nuestras bocas y oídos, dándoles las libertades de todo inquilino, dándoles la gracia de poder caminar tranquilos.

    Más, ellos eran quienes habían tomado a mal a nuestras costumbres, pues eran ellos quienes veían con malos ojos nuestro respeto. Pero ellos eran los llegados, los que deberían adaptarse a nosotros. Al menos así lo pensé en la noche, cuando cerré mis ojos.

    Al día siguiente, en el colegio, comprendí que tal vez pudiera adivinar el significado de sus palabras cuando lo vi caminando delante de mí y de mis hermanos con cuatros niños más bajos, y una en brazos. Estos estaban en mi colegio, y algunos serían mis compañeros.

    Inuyasha y Kagura eran los menores antes de la bebé, Naraku era el mediano, y él (el chico misterioso) el mayor. No supe su nombre hasta mucho después, pero a sus hermanos me los presentaron ese mismo día, cuando en el salón los sentaron al frente de la clase de Ms. Albert.

    Aunque habíamos tratado de descubrir el porqué de cada una de sus acciones, no habíamos logrado entenderlos, y habíamos resignado los intentos. Los profesores se enojaban con ellos seguido, pues aunque los tres tenían edades diferentes, se sentaban juntos en el mismo curso. En algún momento recuerdo que la dirección nos advirtió ‘no se metan con ellos’ y así lo hicimos. Siquiera les hablábamos, pues en el fondo, yo no quería faltar al pedido del misterioso y tenebroso hermano. Así pasó el tiempo, hasta que los desentendidos y resoplidos se convirtieron en peleas. Yo también crecí un poco, aunque no demasiado. En realidad, no había pasado mucho tiempo desde que habían comenzado a llegar, y ahora en los salones se encontraban fácil. Vestían aún esas raras prendas, y llevaban los cabellos largos. Las mujeres, como Kagura, hablaban en su lengua y no se dirigían a nadie que no fuera de su palo. Los hombres hablaban nuestro idioma, aunque solo para dirigirse específicamente a alguien. Una tarde, hablando entre ellos en su idioma, fue que todo comenzó.

    -oye, niñato –había llamado Frank, un compañero, a Inuyasha -¡Hey! –repitió al ver que el chico no se volteaba –demonios, deja de hablar en esa lengua que llamarás al demonio.

    -vete con él si lo deseas –respondió Naraku, quien en seguida se volvió sobre su hoja.

    -Nadie te llamó a este duelo, estúpido. Metete en tus ejercicios si lo deseas, y déjame en paz –respondió elevando el puño por sobre la altura de su rostro, mirando seguramente de soslayo el cabello oscuro de Inuyasha.

    Quiero aclarar que personalmente, yo no sentí ningún respeto por Frank en ese momento. Es cierto que era popular, y con el tiempo, uno de los que más había llegado a odiar a estos nuevos inquilinos. Más, sin embargo, nada le daba derecho a tratarlos así. Inuyasha solía dar una impresión de alguien fuerte, hablaba con tono alto y furtivo. Naraku era quien menos hablaba, pero por alguna razón no me sorprendió que contestara. Su tono de voz era grave y opaco, y sus palabras siseaban en nuestro idioma.

    -repito, por si el señor no escuchó. Te estoy llamando, ¿escuchas? –Frank caminó hasta detrás de su silla –respóndeme –exigió, apoyando su blanca mano sobre el pelo de Inuyasha. Este se quedó estático, con una postura recta y casi dura.

    En ese momento recordé las palabras de su hermano, aquellas que hacía meses me molestaban. Alcancé la fila en que Frank estaba, y posé mi mano sobre su hombro, confiada en la protección que mi imagen social daría.

    -cálmate, no lo trates así. No tienes derecho… -dije francamente, mirándo la nuca del chico.

    -y a ti ¿Quién te llamó? –me contestó, sorprendiéndome y arrojándome hasta un banco detrás de mí. Para cuando pude ponerme de pie, la mitad del salón, hasta el salón me rodeaba.

    -oye… no te han hecho nada para que los trates así –dije enfadada pues nadie hacía más que mirar. Frank caminó hacia mí y tomó con fuerza una de mis muñecas, apretándola.

    -métete en tus propios problemas, Kagome.

    -..Suéltame-ordené, mirando de reojo cómo los demás varones se posicionaban en torno a ambos muchachos, aún sentados y volteados. Supuse que estaban esperando que alguno reaccionara, y adiviné la trampa. –si no me sueltas, tus padres sabrán de esto, Frank, y créeme que no la pasarás bien. Déjalos en paz y siéntate –me defendí, tratando de herirlo donde le doliera.

    -no me interesa lo que ellos digan, diré que tu trataste de defender a esta escoria y entonces me darán la razón.

    -¿razón de qué? –sentí que mi rostro de desfiguraba lentamente ante la curiosidad.

    -¿no escuchaste las noticias? Estos monstruos que están aquí harán lo que hicieron en sus tierras, si quieres que nos destruyan, pues estás en contra del pueblo.

    -¿qué clase de estupideces dices..? –mi voz sonó aguda, y desesperada. Pensé que era una clase de pesadilla, quise creerlo. Miré a mis lados, pero los rostros reprobatorios y silenciosos de los demás me cayeron como balde helado – ¿de donde sacaron eso?

    -está en las noticias desde hace unos días, Kagome –escuché que me dijo mi compañera de banco. Su voz sonaba baja y apagada, pero a la vez convincente –nos han descrito sus características, y nos han contado sus planes. ¿Acaso los de la ‘patrulla’ no pasaron ya por tu casa?

    -No-tiré de mi mano, pero el agarre fue más fuerte. El profesor se aproximó y sentí que Frank cavilaba, pero luego comprendió que todos lo apoyaban en esto, como si el resultado de esto jugara con la convicción de las nuevas pautas en contra de esos muchachos. ¿Acaso todos creían en estas patrañas? Algunos seguro que sí, pero la mayoría solo quería creerlo. –Ellos no nos hicieron nada malo –dije con ojos suplicantes al maestro.

    -pero lo harán. Siéntese, Higurashi.

    -profesor, yo…

    -siéntese-ordenó con la frente en alto. Una lágrima recorrió mi rostro, yo también era un inmigrante desde Japón, pero era la primera vez en mi vida que me sentía tan impotente.

    Me sentaron a la fuerza, y ese día no volví a mirar hacia esos chicos. Miré todo el tiempo hacia la ventana, hacia el afuera. Escuché los golpes y las caídas, las risas de algunos de ellos, y la desesperación en las respiraciones de muchos. Memoricé los jardines, la belleza de las flores y las nubes… hasta que tocó el timbre y pude correr. Al día siguiente, todos ellos habían faltado al colegio, y yo también, pues todo había comenzado.

    El humo de los incendios y las alarmas de los bomberos y la policía me habían mantenido encerrada desde que había vuelto a casa, y aunque mi familia estaba consolada pues nada malo nos había pasado, no dejaba de replantearme qué posición tomar. ¿Quién era el culpable de todo esto? ¿Quién atacaba a nuestro pueblo así? ¿Sería verdad que esos inmigrantes eran malvados? Tal vez solo se estuvieran vengando por lo mal que los habíamos tratado.
     
  4.  
    Reina Momo

    Reina Momo Entusiasta

    Virgo
    Miembro desde:
    28 Junio 2006
    Mensajes:
    166
    Pluma de
    Escritora
    Re: Oráculo.

    Me gusta tu historia. Es interesante todo este tema de los inmigrantes y el maltrato. Ademas escribis muy bien.

    SEguila =)
    un beso
     
  5.  
    pomy

    pomy Usuario popular

    Libra
    Miembro desde:
    20 Octubre 2007
    Mensajes:
    626
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Oráculo.
    Total de capítulos:
    4
     
    Palabras:
    2144
    Re: Oráculo.

    Gracias por pasar, a ambas. Aqui dejo el capítulo 2


    Capítulo 2 “Surgimiento de su idolatría”

    Los días habían pasado, así como las visitas de la ‘Patrulla’ se había vuelto más insistentes. Escribía cada caso interesante sobre el cual charlaban mis padres, tratando de recolectar la mayor información sobre los atacantes, pareciéndome un tema interesante. Sin embargo, mi familia parecía esquivar el tema como si los estruendos y alarmas de la calle no existiesen en sus vidas.

    Supongo que desde un principio, su ignorancia y desinterés habían provocado que yo siquiera supiera sobre las discriminadoras miradas de los vecinos hacia los inmigrantes. Realmente nunca pude saberlo, pues mis padres ya no hablaban con nosotros.

    Una mañana, cuando desperté repentinamente a causa de un sonido fuerte e insistente, me dirigí al cuarto de mi hermano. Era pequeño y lloraba.

    -Sota, ¿estás bien? –lo encontré extendido debajo de su cama, con ambas manos cubriéndole la cabeza apoyada en la alfombra.

    -hermana –musitó entre lágrimas –tengo miedo hermana…

    Fue un momento extraño. Sentí el sonido leve de algunos pasos detrás de mí, y observé con atención, como si de una escena suspendida en el tiempo tratase. Note el movimiento pausado de mi madre, pasando por el pasillo sin siquiera inmutarse por la escena. Vi su mirada, la analicé… y sufrí, pues era vacía y desinteresada.

    De repente, el tiempo se volvió veloz, los sonidos más fuertes, y cuando volví a pestañear, tenía a mi hermano entre brazos, yo estaba en el suelo, y éramos los únicos en la casa. Había percibido el sonido de la puerta.

    -hermana –me dijo en un histérico sonido –hermana… tengo mucho frío.

    -si… vamos a comer algo, abajo la casa se moverá menos –lo tapé con una frazada y lo llevé. Mi padre estaba trabajando, según la hora.

    Cuando cocinaba, no espantaba esa idea que rondaba mi mente… mi padre era el único que tenía permitido salir, pues los hombres trabajadores eran los únicos que estaban a salvo en las calles. Más, cuando miré a mi madre, estaba vestida con sus mejores ropas, con un bolso en su mano, y sus ojos… todo su rostro cubierto con maquillaje, como si de una máscara tratase.

    Sí, afuera era un escenario confuso, y ella parecía ser una actriz más.

    Observé en silencio a mi hermano comer, hasta que un extraño impulso me dirigió al estudio. Estaba sola con mi hermano a punto de dormirse. Y parecía que esto me había otorgado una libertad impertinente que mantenía mi mente en blanco, solo pensando en una sola cosa.

    Escuchar por mi misma las palabras de las noticias.

    Fue allí cuando escuché su voz, una voz familiar, electrizante y poderosa.

    “…estos días, haremos cambios. El poder existe, y no puede destruirse. Ah sido el causante de grandes males, y ah destruido muchas sociedades a través de la historia…”

    Me sorprendí cuando escuchando esto, me encontré a mí misma sentada en la silla de mi padre, prácticamente abrazada a la radio, dándole la razón mental a cada palabra.

    “…no podemos ignorar el poder, no podemos desear destruirlo, y esta sociedad no es cual para escapar de su propio designio. Pero sí podemos tomar el poder…”

    Claro que podían. La voz era segura, no titubeaba. Era hermosa, grave, fuerte… parecía sobrarle voz y sentimiento a cada vibrante sílaba que retumbaba mi delgado cuerpo, abrazado a los parlantes. Caí en un torpe movimiento, y sentí el tirón del cable ahogando mis piernas. Pero no me moví, la voz seguía vibrando y moviéndose en leves ronroneos debajo de mi cuerpo. La radio estaba debajo mío.

    “…somos quienes hemos visto a esas sociedades caer, quienes hemos reconocido cada uno de sus errores… uno tras otros, ellos cayeron. Y ahora, hermanos, levantémonos nosotros, que somos los rechazados…”

    Rechazados, que bella palabra. La conocía, era la que me caracterizaba cuando pensaba en mí.

    “…tomemos ese poder, transformémoslo y apliquémoslo nosotros, que conocemos cada error… y podemos evitarlo.”

    Excelente, sublime. Recuerdo entonces cómo me levanté… una música potente había rugido ahora en los parlantes y mis oídos vibraban al compás de mis pasos. Recorrí toda la biblioteca hasta alcanzar el escritorio, y como si la euforia de sus palabras me hubiesen hechizado, sentí que tenía que saber quién era aquel que había hablado y quienes lo seguían. Tenía que saberlo… porque no podía dejar de esperar a unirme a ellos.

    Encontré notorios recortes de periódicos y pasé horas leyéndolos. Hacía días que mi colegio había sido convertido en escombros, y hacía semanas ya que no salía de mi hogar, por lo que creo que en ese momento, la gloria de tener entre mis manos algo nuevo para leer me hacía volar de la emoción. Así fue que supe que eran aquellos inmigrantes los que habían atacado y tomado uno tras otros los lugares importantes de las ciudades. Muchas noticias contrariaban con ellos, pero a medida que las fechas crecían, sus aclamaciones de libertad poblaban cada publicación.

    Terminé odiando esta sociedad, la que los había rechazado y logrado que yo me aislara.



    Luego de este arranque, seguí mi vida como si fuera normal vivir encerrada en mi cuarto. Mi madre volvía cada día alguna hora antes de mi padre, y salía minutos después que él. No cocinaba para nosotros, ni nos hablaba. Siquiera la veíamos de no ser que yo iba seguido al cuarto pegado al de ella, para tranquilizar el temor del pequeño Sota. En todo este tiempo, estudié cada noticia nueva que logré tomar del escritorio de mi padre y que pude acatar en la radio. Comencé a creer cada sabia palabra, y a idolatrar aquella voz que me acompañaba en esos momentos de tanta necesidad… soñé que aquellos libertadores entraban por la noche a mi casa, devastaban lo que tan mal me hacía… y me salvaban y llevaban con ellos a su reino de perfección.

    Lo creí, y por eso salí esa noche de mi casa.

    -interesante relato –respondió la anciana que había escuchado las palabras de la chica –ahora… ¿quieres té?

    -hum –Kagome miró a la anciana con algo de confusión, y luego suspiró bastante frustrada –anciana Kaede, ¿ah escuchado al menos lo que le conté? –dijo dirigiendo su mirada al suelo.

    -claro… -respondió luego de alcanzarle una taza –pero, en realidad no era yo quien debía escucharte. No soy al menos la interesada…

    -ah.. ¿No? –preguntó un poco dolida, después de todo, se había esmerado en ser clara.

    -no, era mi señor quien quería escucharla. Y ya lo ah hecho –dijo mirando a un costado. Kagome entonces observó la habitación en donde la habían encerrado, era oscura pero a la luz del fuego de la tetera, notó que estaba repleta de cortinas o telas opacas y bellamente trabajadas. Detrás de una, una luz lejana traspasaba la tela y demostraba el contorno de una alta figura masculina. Esta comenzó a hacerse más pequeña, moviéndose como un bello gato, lenta y engañosamente. –y parece que ya obtuvo lo que buscaba.

    Un sentimiento de frío y temor la recorrió. Por alguna razón, aunque se había enojado por la desconfianza que le habían demostrado al encerrarla, la calmaba estar allí.

    -y ahora ¿qué harán conmigo?

    -ah… -suspiró la anciana –no lo sé. Puede que decidan matarte como a los demás, los amos no son muy complacientes con sus enemigos. –respondió con su característico desdén.

    -pero… -respondió titubeante, justamente la muerte no era lo que buscaba allí.

    Guardó silencio, conmovida y pensando en lo errónea que estaba. Había pensado que ese reino perfecto la libraría, pero… ¿le creerían que ella estaba a favor?

















    Espero sus devoluciones. muchas gracias por leer. Pomy







     
  6.  
    pomy

    pomy Usuario popular

    Libra
    Miembro desde:
    20 Octubre 2007
    Mensajes:
    626
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Oráculo.
    Total de capítulos:
    4
     
    Palabras:
    1840
    Re: Oráculo.

    como me inspiré, escribí tambien el siguiente capítulo. se los dejo, aclarando y abriendo nuevas dudas. espero les guste ^^


    Capitulo 3 “La Prisionera y su nuevo amigo”

    -¿Sabes por qué estás aquí?

    Kagome abrió dolorosamente sus ojos. La luz que de pronto habían encendido delante de su dormida mirada la había cegado por completo, y tenía atadas las manos, impidiéndole protegerse.

    -no –respondió cuando comenzó a soportar el malestar repentino.

    -¿segura? –la voz se mostraba insistente, y era grave, pero por alguna razón no sonaba molesta, más que nada juguetona.

    - –aseguró luego de suspirar y forcejear con las cuerdas.

    -¿sabes quien soy? –agregó luego de soltarle las manos de un tirón a la bella chica.

    -no –contestó, sentándose torpemente para restregarse los ojos. Sus piernas seguían atadas, y le dolía todo el cuerpo –lo lamento… -dijo luego de unos minutos de silencio. Seguía sin levantar la mirada, ahora ya no por la luz, más sino por temor a quién estuviera allí. Luego de pasar la noche pensándolo, estaba avergonzada de lo que había contado. Cualquiera se escandalizaría de escuchar a una joven como ella hablar con tanta libertad de sus padres, y contar sus intimidades…

    -¿porqué te disculpas, exactamente? –preguntó la voz, que sonaba a su espalda.

    -pues… por contestarte así –sintió un rubor que se apoderaba de su rostro. Memorizó varias veces el suelo hasta recuperar valentía y proseguir-usted me ah preguntado y yo eh respondido mal, lo lamento. Es que recién me despertaba…

    La figura sumergida en la oscuridad de la sombra comenzó a reír. Sonaba jovial, y a kagome le pareció una risa agradable. No atrevió siquiera a plantearse de qué se reía, pero no se sintió tan mal después de todo. Apoyó sus manos a ambos lados de su cuerpo, poniéndose más cómoda en el piso.

    -bien, eso está bien –afirmó la voz detrás de ella cuando dejo de reír. Sonaba alegre –al menos si dejas los monosílabos podremos hablar mejor.

    -si –contestó ella al instante. –hay… lo lamento, yo…

    -tendrás que dejar de disculparte –agregó, y kagome sintió un fuerte empujón cuando el extraño se sentó detrás de ella, apoyando su espalda sobre la de ella.

    -si… eh, esta bien. ¿Quiere preguntarme algo?

    -me encantaría saber qué haces acá.

    Kagome suspiró, tendría que repetir toda la historia. Y la decepcionó que, quien hablara con ella, no fuera el del día anterior, ese que la había estremecido.

    -no te preocupes, si no quieres contar todo lo de ayer. Kaede me lo contó –kagome levantó la cabeza de golpe, mirando la pared sorprendida. Al final, la anciana sí la había escuchado, y sí había sido enviada para ello. –me refiero a… ¿qué haces acá? ¿Por qué te trajeron aquí?

    -pues… bueno, es mi culpa realmente. Salí de mi casa sin permiso alguno, en medio de la noche. Sé que estuve mal… cuando me encontraron, me ataron de manos y piernas y me amordazaron. Lo próximo que supe es que estaba en una celda rodeada de los inmigrantes y…

    -¿inmigrantes? –la voz demostró algo de desprecio en su pregunta.

    -lo lamento –mordió sus labios, era tan torpe –es que no sé cómo llamarles.

    -pues, supongo que te refieres a nosotros, llámanos ustedes.

    -¿ustedes? –Tomó el silencio como respuesta y siguió respondiendo –ustedes… me tomaron prisionera, creo. Y me trajeron aquí, abrí mis ojos y la anciana Kaede estaba desatándome.

    -ah excelente… entonces, no sabes dónde estás. ¿Me equivoco?

    -pues, no, no te equivocas.

    -estás en mi casa.

    -¿enserio? –preguntó ante tal afirmación, como si no le creyera. Extraña casa tenía, y ella pensando que era una prisión… no estaba segura de si creerle o no.

    -pues sí, aunque este cuarto es para gente como vos. Siéntete alegre por eso, no a todos le concedemos un lugar como este.

    -no creo que deba sentirme feliz por eso… pero…

    -¿porqué saliste de tu casa en medio de la noche? –interrumpió la voz, quien aparentemente estaba ocupado con su cabello. Kagome notó cómo un mechón de largo y plateado cabello cayó a lo largo su propio hombro.

    -en realidad lo hice porque quería encontrarme con ustedes. Pero no esperaba que me recibieran así…

    Se sentía algo sorprendida por la confianza con la que había respondido, pero el chico sentado a su espalda sonrió al notarlo.

    -bien, no seríamos unos buenos “ustedes” si confiáramos en la primer loca que corriera en medio de la calle minutos antes de que una bomba estallase a su costado derecho, ¿o si? ¿No seríamos decepcionantes? –agregó con ironía

    -¿bomba?

    -sí, aquellos que te sacaron de allí te salvaron. Pero… bueno, no sabían quien eras –rió por el último comentario –yo sí se quien eres, y aún no creo que seas quien sos.

    -¿a que te refieres?

    -a que vienes de una familia que es prácticamente nuestro enemigo, no puedo aún creer que vos…

    -¿desconfías de mí? –se sintió ofendida, y volteó de golpe sobre sí, tratando de mirarle la cara al atrevido. Al instante recuperó la postura, y recordó que hacía allí. –lo lamento, perdóname, lo siento… no quise reaccionar así.

    El chico había saltado casi medio metro al sentir ese movimiento tan repentino, y miraba la espalda de la chica con atención. Pestañeó varias veces y se cruzó de brazos antes de entender lo que había sucedido. Se sentó en donde estaba, mirándole la nuca a la niña.

    -no lo decía para enojarte… no es que yo desconfíe de vos…

    -no suenas muy convincente –dijo en un murmullo.

    -ah… -carraspeó la voz –me insultas ahora, llamándome mentiroso.

    -¿llegaste a escucharme?

    -sí, y no te disculpes –dijo veloz –no importa. No miento, y ¿sabes qué?

    Hizo silencio.

    -¿qué? –preguntó ansiosa.

    -te creo también a vos. Bienvenida, mi nombre es Inuyasha.

    -¿inuyasha?... –preguntó incrédula, cuando de repente los pasos del chico mostraron a un albino ex–compañero de clase.



    Espero sus devoluciones, sinceramente son muy importantes para mí. Besoo y suerte ...Pomy
     
  7.  
    LucyDei

    LucyDei Usuario popular

    Leo
    Miembro desde:
    5 Octubre 2006
    Mensajes:
    563
    Pluma de
    Escritora
    Re: Oráculo.

    Vas muy bien Pomy a mi me gustan mucho tus fics,
    me gusta la forma en la que escribes y la
    forma de tu narración y redacción.

    Lo unico que marcare es que hay algunos pequeños errocitos
    olvidaste que los nombres propios siempre empiezan con mayuscula ;)
    bueno... un error a cualquiera le pasa ¿no?

    Suerte, seguire de cerca tu fic, se me hace muy interesante la trama que está llevando la historia.
     

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso