Hetalia Axis Powers [One-shot] Día de los inocentes.- 2ptalia!

Día de los inocentes.- 2ptalia!​

España se escondió detrás de un arbusto; No quería salir así como estaba vestido.
No quería que Italia del Sur lo viera así vestido.

Romano caminaba por el parque, a ver si tomaba un poco de sol para mejorar el color de su piel. Todo iba fantástico para él. Excepto porque no lograba localizar a cierto español por ningún lado.

Aún así, el italiano parecía tener una especia de radar para detectar españoles. Observó hacia todos lados, y se percató de un movimiento detrás de los arbustos. Fue rápidamente hacia allí, y al asomarse, se encontró con España queriendo escapar.

— ¡No huyas! —gritó, olvidándose por un segundo de su ropa, y se metió en ese revoltijo de ramas y hojas. Se aventó hacia el ibérico, tirándolo al suelo y aplastándolo—Bien, España, no es la primera vez que te lo digo, no puedes escapar de mi fabulosa…—iba a decir "persona", pero calló abruptamente al ver como el otro estaba vestido. Se sonrojó muchísimo.

—Ah… sí, era por esto que no quería que me encontraras—bufó el español, rodando los ojos. Ya estaba hecho, no había nada que pudiera hacer para evitar que el italiano lo viera—Aunque puedes salir de encima mío.

Romano asintió rápidamente con la cabeza, incorporándose de forma muy torpe, impropia de su usual elegancia.
Jamás se hubiera esperado encontrarse a España vestido con orejas de conejos, algunos accesorios y un simple delantal.

.
.
.​

Francia no se atrevía a salir a campo abierto. Pero si no lo hacía, la maldita persona que lo había convocado allí, publicaría sus fotos vergonzosas. Y prefería salir con sólo esa maldita rosa cubriendo sus regiones vitales, además de un par de orejas de gato.

En el parque no había ningún ser humano, pero supuso que tal vez sí habría alguna nación.
Y, como tenía tanta "suerte", resultó que era justamente Inglaterra el que apareció por allí.

—France! —gritó, emocionado, acomodándose el traje de enfermera. Incluso se encontraba usando tacones. Francia tenía un tic en el ojo ante eso— ¡Te ves muy lindo! Pero deberías depilarte…

—No—se negó rotundamente el galo.

—Oh, vamos, es una ocasión especial. Estamos en April Fool's Day.

—Esto es todo culpa de alguien más. Yo jamás me vestiría así para este día. Si es que a esto se le puede llamar vestirse.

—Bueno, esos son detalles, love.

— ¿Sabes qué tengo que hacer para que me devuelvan mi foto vergonzosa?

—Pues, no sé. Yo también quiero que me devuelvan esa foto. Aunque creo que ninguno tiene idea de qué foto es exactamente. ¡Tengo varias, y no sé cuál de todas me quitaron! —lloriqueó.

—Creo que es algo que sólo tú puedes hacer—murmuró Francia, mostrándole una carta que decía "Quiero verlos a todos en sus versiones pequeñas".

—Aww, qué hermoso. Así no tendrías más barba… ¡Podría darte besos sin problemas! —chilló de emoción.

— ¡No, joder, no vas a…!—Inglaterra sacó su varita, y le lanzó un hechizo a Francia, lo que lo transformó inmediatamente en un pequeño niño.

.
.
.​

El grito de Francia resonó por todos lados. No muy lejos de ahí, Tailandia se encontraba lanzando improperios por no encontrar la comida de su elefante.

.
.
.​

Inglaterra quería abrazar a Francia, pero éste se escurría rápidamente. Además, al tener el cuerpo más menudo que el del inglés, tenía ese trabajo aún más fácil.

— ¿Quién hace tanto ruido? —los interrumpió Estados Unidos, llegando con una vestimenta muy parecida a la de España, pero con orejas de oso en vez de conejo—Ah, son ustedes. Mejor dejo morir a Francia—el aludido lo fulminó con la mirada.

— ¡Eres muy pequeño para vestirte así, honey! —lo regañó Inglaterra.

—Al menos me veo sexy. No como tú. Te ves perturbador—respondió el americano.

—Los dos se ven perturbadores—intervino el francés.

—Me llegó una carta junto a este atuendo—continuó el estadounidense—Decía que si no lo vestía en este parque, difundirían una foto vergonzosa.

—Pero, honey—comenzó el británico—Tú nunca hiciste nada que pudiera dejarte en vergüenza… ¿verdad?

—Eh… sí, claro—mintió el pelirrojo—También le llegó una carta igual a Canadá, pero por lo que entendí, no planea hacer nada.

“—Que no me jodan—habían sido las palabras del canadiense.”

—Siento la presencia de alguien más—murmuró Inglaterra. Luego abrió los ojos, y sonrió, feliz— ¡China, sé que estás escondido encima de ese árbol! ¡Ven con nosotros!

Un bufido se escuchó de dicho lugar. El chino estaba vestido con ropas orientales tradicionales, un par de delicados adornos en el cabello… cosa que contrastaba demasiado con su cara de desprecio y las ojeras inmensas.

—A mí también me llegó la carta—suspiró China— ¿A quién se le ocurre hacer algo así?

—No sé, pero luces como un travesti—se carcajeó Estados Unidos.

—Esa es la gracia, gordito. Dejarnos en vergüenza—le explicó el chino, como hablándole a un niño de cinco años.

—Al menos no soy el único—dijo una nueva voz. Todos se voltearon para observar a Rusia, asomándose por el suelo.

—Joder, comunista, no pensé que ibas a caer tan bajo como para tener que moverte por las alcantarillas…—se burló el estadounidense.

—O tal vez su vestimenta es demasiado vergonzosa como para intentar salir de ahí—sugirió Francia, sacando un cigarrillo. Era una imagen algo extraña, dado que tenía el cuerpo de un niño. Pero sus necesidades seguían siendo las mismas. Inglaterra, preocupado, le apartó el cigarrillo de un manotazo.

—No fumarás mientras tengas esa altura—dijo con tono severo Reino Unido.

.
.
.​

—Capitano... —murmuró Italia, preocupado. Sostenía en sus manos una fotografía.

— ¿Qué sucede? —preguntó Alemania.

—Creo que encontré una foto vergonzosa mía—dijo.

—Quiero verla.

— ¿¡Desde cuándo eres chismoso!?

—Desde que me entero de que tengo algo para avergonzarte. Vamos, será sólo un vistazo…

—Jamás—siseó.

.
.
.​

— ¡Esto es un insulto hacia mi persona! —gritó Austria, enfadado. Lanzó la foto por los aires, y

se fue a encerrarse a la habitación del piano, a descargar su ira.
Hungría que se encontraba escondida, fue de puntillas hasta la foto. Al verla, tuvo que aguantar la carcajada, porque de lo contrario, alertaría al austríaco de su presencia.
Sonrió maliciosamente. Ya había encontrado una forma de atormentar a aquella nación insoportable.

.
.
.​

Finlandia observó su foto con cara de póker. Tenía el ceño fruncido.

—Vamos. Tu cara no está tan mal—dijo Suecia, asomándose por detrás de él. El finés tapó la foto, pero ya era tarde: el otro nórdico ya la había visto.

.
.
.​

—Apuesto a que esta foto es tu jodida culpa—lo acusó Grecia. Turquía se puso nervioso. ¡No era su culpa! ¡Aunque pareciera el principal sospechoso, él no tenía nada que ver con aquella foto vergonzosa! Por más que el griego luciera increíblemente tierno en ella…
Chipre bostezó. Era una situación muy aburrida.

.
.
.​

— ¡Esto es muy gracioso! —se carcajeó Polonia, increíblemente divertido a causa de la fotografía que observaba.

Lituania pasó por allí, y se dio cuenta que esa fotografía era su fotografía vergonzosa.

— ¡Devuélveme eso! —chilló el lituano.

— ¿Bromeas? Es épico. No puedo creer que estuvieras haciendo eso…

— ¡Cállate!

.
.
.​

—La foto está bien tomada… pero no me gusta como salí—Taiwán torció la nariz, pero luego intentó relajarse. No merecía la pena estresarse por nimiedades como ésa.

.
.
.​

Prusia observó a su hermano menor. Éste sostenía una extraña vestimenta entre sus manos.

— ¿Qué es eso? —preguntó el albino.

—Creo que me lo tengo que poner.

—Pero… ¡está mal vestirse como mujer!

—No me queda otra opción.

—West…

—Alguien debe tomar el riesgo.

— ¡No lo hagas! ¡No puedo dejar solo en esto…! Yo…

— ¿Tú qué?

—Lo haré contigo.

—… ¿Es broma, verdad?

.
.
.​

Estados Unidos, Francia e Inglaterra comenzaron a pelear. Rusia aprovechó el revuelo para escapar… pero su vistoso vestido amarillo fue visto por China, quien se largó a reír a todo pulmón.

—Francia, algo me dice que tú tienes las fotos…—dijo Estados Unidos.

— ¿Desconfías de mí? —Se indignó el francés— ¡Es Inglaterra quién quiere violarnos a todos!

—La violación es mala—dijo el inglés—Sólo quiero dar amor. Y no a todos, sólo a ti.

— ¿Entonces quién tiene la culpa? —preguntó el americano.

—Quién sabe. La persona que tramó esto debe estar disfrutándolo enormemente…—murmuró el galo—Oye, devuélveme a mi forma normal.

—No quiero—se negó Reino Unido, terco.

.
.
.​

—Qué imbéciles. No se dan cuenta de que el de las fotos fui yo. Para avergonzarlos—rió malvadamente Japón—Suelta las fotos.

— ¿Eh? —preguntó un joven fotógrafo ayudante suyo.

—Que las sueltes.

.
.
.​

Las fotos vergonzosas de las naciones volaron por doquier. En ellas aparecían Inglaterra durmiendo completamente desarreglado y sin maquillaje, China con un oso panda de peluche, Estados Unidos perdiendo una pelea, Rusia escondiendo una revista sospechosa bajo su abrigo…

.
.
.​

Mientras tanto, Prusia logró atrapar una de esas fotos. Suspiró. Mejor concentrarse en las fotos de los demás, que en el hecho de que su hermano y él estaban vestidos con ropa increíblemente ridícula.

—…Sexy—musitó Italia, aguantando la hemorragia nasal al ver a Alemania.