Ol'Pickaxe

Jo te sigue, en silencio, porque bueno realmente no es que tenga prisa por ir al Inframundo o a casa.

Cuando te detienes frente a la puerta a antes de abrirla frunce apenas el ceño y entra después de ti.

En los anaqueles que observas hay pues... Cosas de construcción. Clavos, tornillos, lentes de protección, guantes.
Cosas más específicas deben estar en los anaqueles del interior, tras el mostrador.

El zorro que atendió a Brooklyn hace unos días asoma la cabeza, mientras termina de acomodar cosas allí. Luego se sacude las patas y se acerca.

—Bienvenidos al Ol'Pickaxe —dice con tono amable.

La loba tiene los brazos cruzados sobre el pecho y bufa con evidente desagrado.

—Buenas tardes para ti también, Johanne —dice él en respuesta al bufido.

—Mason.

Esa es toda su reacción antes de apoyar el peso de su cuerpo en el mostrador, de espaldas.

David ríe para sí y regresa su atención a ti.

—¿Qué te ofrezco?

 

William Baxter

Musité entre extrañado e incómodo por la interacción de ambos, David Mason, es cierto que he escuchado cosas no muy positivas de él, de hecho, desde el inicio nunca me agradó tanto, pero bueno. Es lo que hay. Así que Johanne, cierto, hasta apenas caigo en cuenta que no sabía su nombre.

—Buenas tardes David, espero no molestar nada. La verdad es que vine viendo los anaqueles puesto que estaba buscando una llave inglesa. ¿Cuanto cuesta? Mi hogar le empieza a hacer falta uno y el que tenemos ya esta muy atrofiada—. Dije con calma, la verdad es que no tenía en nada mejor en qué gastar mi dinero, pero como con todos, no quería preguntar lo que en verdad quería preguntar hasta que se haga una pequeña interacción.

 

Jo presta atención a tus palabras, perfectamente consciente de que tus intenciones son otras en realidad, pero guarda silencio. Al menos el silencio que su desagrado le permite, casi podría jurarse que de su garganta brota un apagado gruñido, dirigido a Mason.

El muchacho la ignora.

—¿Llave inglesa? —dice mientras vuelve a los estantes detrás del mostrador—. Tenemos algunas de $13, hay unas más caras pero bueno, si me preguntas a mí, las de $13 siguen haciendo el trabajo.

Vuelve la mirada hacia ti de nuevo, en espera de que le digas si la llevas o no.

 

William Baxter

En realidad no le presté atención a Johanna, pues estaba centrado en David. Desafortunadamente al carecer de temas o información de antemano no podía sacar mucho más que una breve plática mientras compraba algo. Después de todo, si nunca iba a usar la llave en algo en concreto, que era la intención, como arma era una buena opción, pesada, pero masciza.

Luego vi como se dirigió a unos estantes para decirme de paso el precio, vaya. 13 dólares era mucho. Pero al menos el empleo con Billy daba lo suyo.
—Esta bien, me lo llevo—. Dije mientras iba sacando la billetera.

—¿Qué te dice la vida David? No sé si hallas tenido aunque sea ventas decentes en estos días. Ya sabes, por el tema del Harfest, o lo de Kira... A propósito. ¿Participaras en el Harfest o toca día de empleo?—. Pregunté con calma mientras le entregaba el dinero.

 

Al escuchar tu respuesta toma la llave, pasa a la caja y hace el cobro correspondiente. Mete el objeto en una bolsa plástica y te lo extiende, junto a la factura.

—¿Eh? Bueno, pues con eso de cerrar temprano hemos estado no hemos vendido mucho, aunque bueno, no es que vendiéramos mucho antes. Al menos las reparaciones siempre dejan algo. —Cruza los brazos sobre el pecho—. Ah, tenemos la obra de teatro anual de Harfest, por si quisieras venir a verla.

—¿No van a dejar de hacer esa mala obra nunca, Maze?

Al zorro reacciona a Jo entonces, soltando una risa nasal. Las facciones de su rostro no se endurecen, a pesar de que no le viene en gracia que lo llame de esa forma.

—¿Cómo es que una pulga como tú recuerda ese apodo, Jo? Dejaron de usarlo cuando cumplí quince.

—Johanne —corrige, tosca—. En el Inframundo todo se sabe. Como que sigues yendo a las fiestas de los seniors a abordar chicas, porque piensas con las bolas.

—¿Qué pasa, cielo? —pregunta con voz suave—. ¿Temes que vaya a la próxima fiesta en el bosque y le suelte los perros a tus amiguitas?

La loba se lleva una pata al dorso de la nariz y bufa con pesadez, finalmente levanta el dedo corazón hacia el zorro.

Avanza hacia la puerta, con las pesadas botas sonando al dar un nuevo paso, y se detiene antes de dejar la ferretería.

—Te veo fuera, Will —dice para luego salir, dando un portazo que por poco revienta el cristal de la puerta.

David regresa su atención a ti y habla en su tono normal, neutral.

—Espero sepas disculparnos. Jo siempre ha sido... hostil conmigo, a pesar de que nunca intenté nada raro.

No con ella al menos.

 

William Baxter

No me dió ni tiempo de responder para cuando algo curioso pasó. En primera me sacó un poco de mis cabales la parte sobre una tal fiesta de seniors... Sobre abordar chicas e ir al bosque...

De no tener ni jodida idea de lo que sucede aquí... Habría pensado cuálquier otra cosa.
De no ser que con todo esto, el bosque, y lo que me dijo Billy da muy mala espina sobre de acosar a las mujeres.

Luego escuché las disculpas de David.
—Oh, no te preocupes. Es cierto que es muy difícil lidiar con ella... Aunque bueno, no hay problema... ¿Así que obra de teatro? Me gustan—reí.

—Pero bueno... También quería preguntarte otra cosa... ¿Tu conoces a un tal Ivan Santello? Te pregunto porque tengo entendido que fue precisamente un Santello quién fundó este local—. Pregunté con calma... Si ya David me daba una muy mala vibra... Con lo que le dijo a Johanna más que la discusión en sí y su actitud normal. Me puso en un severo estado de desconfianza el cual obviamente no expresé. Pero bueno, debo calmarme. Puede y empiece a imaginar cosas estúpidas por precipitado.

 

Asiente con la cabeza.

—Bea dijo que no la haría más, pero bueno, a la gente le sigue gustando y es bueno para el negocio, supongo, aunque no es un evento con paga ni nada.

Te escucha con atención, aunque de tanto en tanto dirige una mirada hacia afuera, hacia Jo y se da cuenta cuando Margarita se acerca a ella, de hecho.

—¿Ivan Santello? Creo que es el nombre del padre de Bea —dice. Luego suelta una risa—. No, hombre, esto no lo fundaron los Santello, fue un tipo del que ahora no recuerdo el nombre porque bueno, no me importa demasiado. Tampoco sé en qué momento esto llegó a manos de los Santello de todas formas. Como sea, ¿por qué preguntas algo tan específico?

 

William Baxter

—Oh, eso no me preocupa, solamente estaba curioso. Seguro iré a ver qué tal... Aunque admito que no sé de qué disfrazarme... O si me voy a disfrazar.—rei divertido, mientras veía que miraba a la nada, por lo que giré mi cabeza y vi a Jo, no evitando rezongar para mí mismo para cuando identifique a Margarita...

Luego volví mi vista hacia Maze.
—Oh, pensé que lo fundaron los Santello. Bueno, como sea. No pasa nada, preguntaba porque hallé esto el otro día botado por ahí y, sé que actualmente no sirve de nada devolverlo pero me dió curiosidad—. Dije mientras de mis bolsillos saqué la billetera de Ivan Santello, entregándoselo para que le echara un vistazo.
>>Recordé que los dueños son ellos y pues bueno, por eso vine también. De hecho... ¿Esa tal Bea no estaba aquí antes? Recuerdo que mi padre llegaba a mencionarla hace mucho tiempo.

 

El zorro toma la billetera que le tiendes y arruga la nariz. Sabe de dónde viene.

—¿No te enseñaron a no mentir? Heredaste tu olfato los ancestros de la salvaje Jo y los que comparte conmigo, en algún punto de esta rara línea evolutiva. Deberías saber que a esto —dice risueño, mientras se toca su propio hocico—. No puede mentirle nadie.

Parece que David realmente tiene, quizás, un par más de neuronas funcionales de las que aparenta.

Saca los billetes apelmazados, pero los regresa a su lugar. Poco le importan unos billetes que huelen como el culo de Satanás.

—¿Bea? —pregunta volviendo al asunto principal—. Empezó a trabajar aquí cuando se graduó de secundaria, porque su padre... Bueno, al señor Santello se le fue un poco la olla. La madre de Bea murió en el año de su graduación, por cáncer, como la madre de Johanne.

Te regresa la billetera.

>>Ella tuvo que tomar el negocio, aunque el nombre de su padre seguía en todo. Fue hasta unos... Cinco años después que él le cedió el control, no sé cómo, y bueno luego hubo un tiempo en que el negocio fue bien y logró contratar algunos empleados más. Logró que la admitieran en la universidad, así que viene poco, pero sigue al mando. —Se detiene un momento y vuelve a mirar por la ventana—. Supongo que si quieres saber más puedes preguntarle a Jo, creo que a veces se encuentran en el cementerio cuando Bea va a ver a su madre cuando vuelve al pueblo.

 

David se da cuenta de que vas a entrar antes de que abras la puerta, obviamente, todo el frente es cristal.

Te sonríe con suavidad cuando entras.

—Bienvenida al Ol'Pickaxe. —De nuevo su voz ha recuperado cierto tono dulzón—. Oh, no. También hacemos reparaciones... fontanería, calderas averiadas, bueno, casi de todo mientras no sea construcción como tal. Tenemos un chico que se encarga de eso, ahora creo que anda en casa de algunos clientes de hecho.

 

Wiliam Baxter

Me encogí de hombros, restándole importancia ante su primer comentario sobre no mentir, aunque me sorprendía mucho su perspicacia, admito que lo subestimé.

Y además que para el tiempo que pasó con la billetera y haberlo limpiado con cuidado de poco sirvió. Pero me sorprendí por el dato de la madre de Johanne.
—Así que ambas fallecieron por lo mismo, vaya—. Expresé con calma pero ciertamente triste, con más razón le pesaba eso a ella.

Así que un padre loco, como si hicieran falta los locos en Possum Springs.
Luego me sorprendí por el dato del cementerio y Bea. Por lo que asentí.
—De acuerdo, esta bien. Lo tomaré en cuenta, al menos ya tengo con qué hablar con la pequeña.—reí pues estaba claro que tampoco era tan pequeña.
>>En fin, gracias David. Cuídate—. Dije con calma, iba a preguntarle sobre el tal club que mencionó, pero con Margarita presente no convenía... a buena hora se te ocurre aparecer.

Así que revisé la llave mientras retrocedía un par de pasos, que realmente era para que no se viesen las marcas torpes de Gregg y al terminar, me giré y vi a Margarita.
—Nos vemos, Margaret—. Dije con calma y cierto resentimiento, mientras abría las puertas del local y las cerraba para volver con Jo.

 

—¿El otro chico? —pregunta mientras apoya el peso en el mostrador—. Posiblemente cerca de la hora de cierre.

Te observa tomar el objeto y suelta una risa sin gracia.

—No entras a una ferretería a tomar las cosas como si fuese una tienda de ropa. Si esa mierda se te resbala de las manos y nos rompes la cerámica del suelo, no vamos a pagarla nosotros.

 

La mirada del zorro se afila ligeramente en cuanto nota la indiferencia repentina en tus gestos y resopla, aunque más que molestia, parecía indicar que se está divirtiendo a costa de tu actitud.

—Cerca de las cinco y treinta —responde y enarca una ceja—. Pues sí, andar solo no es la mejor de las ideas últimamente, al menos no cuando empieza a oscurecer. Bueno, señorita, si se te puede ir la hora para eso son los celulares en estos tiempos, ¿o no? Para revisar la hora.

Despega su cuerpo del mostrador y vuelve a sonreírte con suavidad.

>>En fin, vuelve cuando quieras.

 

Brooklyn Lester

Por desgracia, por mucho que estuve buscando algo en el microfiche... la suerte no me sonrió eres día. Nada que pudiese ayudarnos con nuestra "investigación" y nada nuevo sobre la mina, así que acabé por desistir.

Había tardado menos de lo esperado, también, así que cuando salí de la biblioteca... tenía aún algo de tiempo para hacer algo más antes de reunirme con Will en el Miller's.

Aunque con paso algo dudoso, me acerqué de nuevo hacia la ferretería e, intentando relajarme, entré poco a poco en el lugar.

—¿Buenos días?

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Oh well, vamos a morir (?)

 

—Buenos días, bienvenida al... —El zorro de pelaje rojizo detiene el saludo de rutina cuando se da cuenta de que eres tú. Te dedica una amplia sonrisa y, prácticamente de inmediato, cambia a su tono dulzón—. Bienvenida, señorita Lester~ ¿Qué te ofrecemos?

Justo cuando habían estado hablando de los reyes de Roma, ¿no? Vaya. Parece que William Baxter anda haciendo su tarea.

Apoya los brazos en el mostrador, esperando una respuesta.

 

Brooklyn Lester

Aquel cambio de tono me sorprendió, a decir verdad. Por supuesto, no me había pasado del todo desapercibido la clase de persona era Mason... alguien solo interesado en chicas, un rompecorazones quizás. Toda su actitud cambiaba cuando se trataba de una chica.

Había conocido a chicos así en la facultad, aunque nunca había tenido que lidiar con ellos.

Me acerqué con cierta cautela hasta el mostrador, apoyando las patas sobre el mismo mientras miraba alrededor con curiosidad.

—¿Podéis ofrecerme pintura? Siento que un día me voy a despertar sin techo —dije, con una ligera risilla, antes de volver a enfocar mi vista en él.