Oh, take me back to the start.

Tema en 'Relatos' iniciado por Eternatus, 23 Diciembre 2016.

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    Eternatus

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    Escritor
    Título:
    Oh, take me back to the start.
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1079
    Este es mi regalo del Intercambio Navideño de Mafialandia para @Ana inukk . A efectos prácticos lo publico aquí en Fanficslandia, pero el link estará en el topic en MFL de igual modo. Feliz navidad, Ana, espero que lo disfrutes.

    (Nobody said it was easy.
    Oh it's such a shame for us to part
    )

    Ciertamente la oscuridad de la noche estaba jugando a su favor. Las estrellas se veían brillantes e infinitas, el cielo un espectáculo de luz y color como jamás lo había visto. El mar estaba en calma y el calor tropical la hacía sentir como en un limbo, como si estuviera flotando muy lejos del lugar. Era un escenario idílico, etéreo, y Morgana se encontraba disfrutándolo con todo su ser. Nunca en su aparentemente corta vida había presenciado, vivido, algo así. Si lo pensaba, la idea de derrochar el poco dinero que le quedaba en un crucero no había sido tan mala. La experiencia había demostrado ser divertida y, por sobre todo, le había permitido despejarse de todas sus presiones y malos pensamientos.

    Allí, perdida en el medio del vasto océano, pocas cosas importaban. Tan solo estaba ella y el horizonte, miles y miles de kilómetros separándola de su hogar. Nunca se había sentido más libre que en ese momento; respirar nunca había sido tan fácil, sus hombros se sentían como si el incríble peso que cargaba diariamente hubiera desaparecido.

    Una leve y triste sonrisa se dibujó en sus labios, amenazando con romper su tranquilidad. Los momentos de calma siempre estaban cargados de silencio, y era precisamente en ese silencio en el que solía ahogarse. Aquel día era distinto. Su mente estaba despejada y la desesperación no anegaba su corazón. Después de un año podía decir que había mejorado, se había acostumbrado de tal forma a la tristeza que esta ya no le afectaba como solía hacerlo. Con la lentitud de alguien que tiene todo el tiempo del mundo la mujer de cabellos dorados llevó una delicada mano a su vientre plano, acariciándolo como si no tuviera un propósito.

    (Aunque si era honesta, aquella no era la verdad. Nunca lo sería.)

    —Me hubiera gustado que pudieras presenciar esto. Estoy segura que lo habrías disfrutado tanto como yo… —Habló con voz queda, dirigiéndose aparentemente a nadie. Su mano presionó un poco más en su vientre antes de abandonar el contacto por completo, pasando a apoyarla contra la barandilla de metal que la separaba de una mortal caída. Con una sonrisa incluso más triste que la anterior, Morgana continuó hablando. —Tu padre, por supuesto, sería el que más feliz estaría de estar aquí. Siempre fue su sueño. Me pregunto si lo habrá logrado. Contemplar una noche de verano en el trópico… Nunca dejaba de hablar del tema.

    (Es una lástima que no puedas verlo, Olivia. Es una lástima que no vayas a verlo nunca.)

    Con un suspiro quedo, la madre-que-no-es-madre se apoyó por completo en la barandilla, pensando en cómo había pasado un año entero desde que había conocido y perdido al amor de su vida. En cómo habia pasado un año entero desde que el amor de su vida hubiera perdido la oportunidad siquiera de abrir los ojos.

    De nacer.

    Lágrimas acudieron a los ojos esmeralda de Morgana, la tristeza que llevaba tiempo conteniendo empapando sus mejillas.

    Allí, perdida en el vasto océano Pacífico pocas cosas importaban, ¿verdad? Importaban tan poco que Morgana se permitió llorar con todo su ser, la tristeza más pura y la desesperación más visceral dándole fuerza a sus lágrimas. Hacía un año que no se permitía pensar en el tema. Hacía un año que ocupaba cada segundo de su tiempo para no escuchar el silencio; para no ahogarse en él. Hacía un año que había perdido a su preciosa hija, al amor de su vida, en una sala brillante de hospital.

    Come up to meet you,
    Tell you I'm sorry,
    You don't know how lovely you are.


    Olivia. Su joven y no nata hija. El dios que fuere sabía lo que haría por cambiar ese día. Sabía que lo daría todo, absolutamente todo, por ver sus ojos, por sostenerla en brazos. Por no perderse en la oscuridad.

    Dicen que no siempre son culpables aquellos que mueren y oh, cuánta razón había en esas palabras, cuánta insufrible y desgarradora razón.

    Y tal vez, perdida en sus pensamientos, la joven Morgana no notara los quedos pasos acercándose, enmascarados por el leve zumbido de los motores del barco. Tal vez no notara la fragancia indudablemente masculina a sus espaldas; tal vez fingiera no recordar a quien pertenecía. Tal vez, solo tal vez, Morgana hubiera apartado los brazos que la rodearon en su llanto, fuertes y familiares, brazos que había abandonado un año atrás.

    Pero aquello era la realidad y no existían los quizás, piensa ella mientras se derrumba en los brazos de su marido. (¿Todavía era su marido? Nunca habían hablado del divorcio y ciertamente ambos anillos brillaban en sus dedos, intocables, eternos.)

    Tell me you love me,
    Come back and haunt me.


    Y tal y como no existen los quizás, no hay duda en lo que él hace después, no hay pausa ni contemplación. Victor la besa y la sostiene, llora porque el amor de su vida está muerto y no hay vuelta atrás. Llora y grita, la abraza, porque jamás va a ver a su pequeña hija sonreir. Y así ambos permanecen por incontables minutos, desahogándose, bien sabiendo que ya era el momento, despidiéndose por última vez de Olivia, el amor de sus vidas.

    Ninguno de los dos se percata de que a sus gritos los acompañan muchos más, de júbilo y alegría, de celebración. Caen las doce del 31 de diciembre y ninguno lo nota realmente, demasiado perdidos en su agonía. Ninguno nota que ya han pasado 365 días exactos desde que Olivia perdió su corta vida. Muerta en una mesa de hospital mientras el resto del mundo celebraba el año por llegar.

    Y entre los dueños de esos gritos de júbilo ninguno nota a la pareja que, sumida en llanto y haciendo eco a su celebración, se desliza más allá de la barandilla, al aire caliente del trópico, a las frías aguas del pacífico. Ninguno nota a los dos pasajeros faltantes y mucho menos ninguno se percata de que deberían haber sido tres.

    Deberían haber sido tres.

    (Nobody said it was easy
    No one ever said it would be so hard
    I'm going back to the start
    )
     
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