Kanagawa Odawara

Kohaku Ishikawa
Herbolaria

Tanto Yuzuki como yo conseguimos esquivar los primeros ataques, cosa que agradecí tras advertir la fuerza que aquellos filos habían llevado impresa. No era ninguna broma, habían venido aquí a matarnos sin medias tintas. Sé que ya era evidente desde el principio pero la idea aún así me agarrotó brevemente los músculos. De la forma que fuera, conseguí dañar a mi oponente. Llevaba el cabello corto y su voz se abrió paso dentro del establecimiento. Fruncí el ceño debajo de la máscara. ¿Qué hombre en su sano juicio desearía que un niño presencie esto?

El mismo dispuesto a matarlos, claro.

—Cállate —espeté en tono bajo y determinante, pues no pretendía distraerme pero tampoco obviar sus provocaciones.

Y volví a arremeter, prácticamente encima de mi propia voz.

 

Yuzuki Minami
Herbolaria

Ambos esquivamos los ataques que nos cayeron encima, no pude determinar el alivio que me provocó en el momento, porque primero no quería que mis hermanas ni Yoro tuvieran que ver eso, segundo porque sabía que la preocupación por los otros me distraía. Además, había venido aquí a llevarme a la familia de Jiin y era lo que iba a hacer.

No estaban para diplomacias debía insistir, estaban dispuestos a matarnos para acabar con el resto, pero la cosa era bastante recíproca a decir verdad. Si teníamos que matarlos, se hacía aunque nos pesara darle semejantes espectáculo a mis dos hermanas que a pesar de tener casi la misma edad que Rengo no habían sido entrenadas luchar de la misma manera. No estaba en ellas, por eso yo me había ofrecido a tomar el lugar que habría sido de mi padre junto a los Minamoto, para evitarles justo esto.

Tener que empuñar un arma con la que ni habían practicado.

Escuché a una decir mi nombre y pensé que entre verme matar o verme morir antes de seguir el mismo destino, prefería significativamente la primera. El grito del enmascarado me hizo comprimir los gestos, la voz de Kohaku me tomó fuera de base, no habló alto, pero no esperaba que lo hiciera del todo y de alguna forma me sirvió de impulso a pesar de que habían bloqueado mi primer ataque.

Sí, definitivamente le vendría bien callarse.

 

Kohaku Ishikawa
Herbolaria

La fuerza que le imprimí a mi ataque no sirvió de nada, el enmascarado logró esquivarlo sin problema y me pregunté si acaso no habría sido esa precisamente su intención al decir lo que dijo: distraerme, cuanto menos, aunque bien podía resultar en manipulación. ¿Había hecho justo lo que esperaba de mí? Fuera de la forma que fuera, perder la cabeza jamás había sido mi estilo y evidentemente no me funcionaba.

Tenía que pensar con claridad.

Yuzuki recibió una herida contundente en el hombro y no tuve mayor suerte en mi propio combate. Retrocedí, llevándome una mano al pecho, y respiré a consciencia. Repasé los alrededores, repasé las opciones y regresé a la seriedad inicial. La voz de Kotono captó mi atención y cacé el pequeño frasquito al vuelo, removiéndole la tapa de corcho con el índice antes de bañar el filo de mi katana con el líquido. No lo pensé ni dos segundos, vaya.

Batracotoxina. No era ningún experto en venenos pero sí sabía tratarla, además de que ya había visto sus efectos en Matsuda. Si nuestras espadas alcanzaban la carne ajena, a menos que consiguieran una cura pronto, así salieran vivos tendrían los días contados.

Y entonces se me ocurrió una idea. Confluyó desde varias direcciones, se deslizó entre el viento y casi pude oírla siendo susurrada en voces ajenas, voces... que creía haber escuchado alguna vez. En el cielo, en la tierra y los árboles.

—Que uno quede con vida —le dije más bien a Yuzuki, justo antes de atacar—. Nos será de utilidad.

Algo atropellado pero era un buen momento para poner a prueba las habilidades que Rengo me había enseñado.

 

Yuzuki Minami
Herbolaria

Esta vez no pude esquivar el ataque, el arma alcanzó mi hombro y al abrir la piel me envió un relámpago tras otro desde la carne abierta hasta la cabeza y más de un parchón se me atravesó en la visión. El tipo de cabello largo dijo que no iba a durar demasiado y se me ocurrió que quizás tenía razón, pero que como mínimo me lo iba a arrastrar conmigo, fue un pensamiento salido de quién sabe dónde, pero claramente no quería que mis hermanas tuvieran que ver semejante cosa.

Para la gracia lo cierto es que ya comenzaba a hacerme de una colección de cicatrices que daban gusto, entre la herida del costado que nos había hecho desviarnos a Fujimi y la que iba a dejar esto. No vi a Kotono darles a Yoro a mis hermanas, pero de haberlo hecho se lo hubiese agradecido casi más que el frasco que recibí, cuando escuché lo que contenía se me escapó una sonrisa que pecó de oscura, sobre todo teniendo en cuenta que la herida del hombro me estaba haciendo perder color ya, con los rayos de dolor que me enviaba.

Abrí el frasco de un movimiento brusco para volcar el contenido en el lugar que correspondía, porque después de todo esa katana había sido creada con esa precisa función.

La voz de Kohaku volvió a alcanzarme desde un costado, lo que dijo estuvo por sacarme una risa ronca de la cabeza aturdida, pero en su lugar recuperé la posición y traté de patear el dolor lo suficiente para poder permanecer centrada. Mira que una cosa de estas se le ocurriera a este muchacho justamente era una sorpresa, pero no sería yo quien lo cuestionara por supuesto.

—Bien —respondí no sé ni cómo, pero lo hice.

Después de todo, siempre podía recurrir al veneno de Murai si las cosas se desviaban, ¿o no?

 

Kohaku Ishikawa
Herbolaria

La situación no pintaba nada bien. Los enmascarados estaban demostrando un enorme talento, tal así que seguían esquivando nuestros ataques como si fuéramos simples niños blandiendo espadas de madera. Tensé la mandíbula al recibir un ligero corte en el brazo, incapaz de quitarme a tiempo, pero lo que captó mi atención fue el filo que destelló a mi costado. Volteé el rostro en el preciso instante que Yuzuki recibía aquel ataque y el corazón se me congeló en el pecho, cada músculo en mi cuerpo agarrotado. Siquiera atendí al ardor de mis heridas, no cuando sus ropas estaban humedeciéndose con sangre a un ritmo preocupante.

Kotono pretendió unirse a la batalla y, dioses, el temblor de sus manos al recoger el tanto me envió una frustración horrible directo al corazón. Pensé en los niños, en las hermanas de Yuzuki teniendo que verla al borde de la muerte, pensé que eran imágenes que iban a acompañarlas la vida entera y sólo deseé fuerza. La fuerza necesaria para proteger a todas estas personas.

Era lo único que me quedaba.

La situación tomó un giro inesperado cuando una nueva voz captó mi atención. Me giré hacia el exterior de la herbolaria, lo hice con movimientos rígidos y el corazón se me volvió a sacudir en el pecho, como un fragmento de hielo amenazando con romperse. Lo reconocí así no portara su máscara, y sobre su rostro agotado y ensangrentado pude ver la sonrisa amable, la preocupación de ir a incendiar el bosque y su alegría serena, esa que le provocó poder servirle té a todos en Kamakura.

Será un honor sacrificarme por la gente de Kamakura.
​

¿De eso se trataba? ¿De sacrificios y redención? ¿De vivir al filo de la espada, quitar la sangre de la ropa cada día y dormir como si no estuviéramos hundidos en un infierno? ¿Este era el mundo que debíamos reparar con Rengo, la misión que Ebisu nos había encomendado?

¿Era siquiera posible?

No encontraba palabras, no creía que las hubiera. Pasé saliva, me tragué las lágrimas y volví a atacar.

 

Yuzuki Minami
Herbolaria

Ya desde el principio estaba claro que no lidiábamos con guerreros cualquiera, que esta era gente entrenada y que de verdad iban a pasarnos por encima sin dudarlo un maldito instante, porque esa era la misión que tenían. Los esquives nos estaban arruinando, confiaba en que Kohaku podía terminar con su oponente, pero no podía decirse lo mismo de mí; mi defensa daba pena como siempre, así esta vez los ataques llevaran fuerza, y a ese paso no me quedaba demasiado.

Recibí el nuevo corte, me mandó la vista a negro y retrocedí boqueando por aire como un pez fuera del agua. Me pesaba la cabeza, el cuerpo entero, y sabía desde hace rato que mis heridas eran mortales ya, pero si me detenía mis hermanas, Kotono y Yoro quedaban desprotegidos, algo que no podía permitirme bajo ninguna circunstancia. Aún así pensé en mi madre, allá en Minami con las sobrevivientes, pensé en Takano, en la katana y el listón amarillo, en Rengo en Kamakura que me había enviado con las gemelas, en Jiin partiendo con Kato y en Takeda, al que ahora veía como un hermano.

Eran mi familia, lo habían sido siempre, y no quería morir ahí sin haber podido despedirme de ellos de verdad. No quería pensar en que Kohaku tendría que llevarse lo que quedara de mi haori y mi katana para entregárselas, un arma sin nombre aún, hermana del colmillo de Murai. No quería nada de eso, ¿pero acaso tenía opción?

Entre la visión llena de parches oscuros sentí que las lágrimas corrieron por mis mejillas, eran estúpidamente cálidas, y la voz de Kotono me alcanzó como desde el otro lado del mar. Fue más un eco, pero me hizo reunir las fuerzas para poder seguir intentando empuñar la katana.

Te daré tiempo para curar tus heridas.​

—No. —La negación me salió como una exhalación, directo del pecho—. Llévatelos, llévatelos a todos.

La voz que sumó me sonaba familiar, pero en el estado en que me encontraba no pude asociarla a nadie en ese preciso momento, ni siquiera cuando lo vi entrar arrastrándose, usando su espada como punto de apoyo para levantarse. Estaba en el mismo estado deplorable que yo, un ataque le significaría la muerte, ¿qué caso tenía? Sus palabras, sin embargo, me sacudieron y me di cuenta que no podía rechazar este acto, que no podía arrojar mi vida por la borda por una persona dispuesta por sacrificarse por alguien de Kamakura.

Retrocedí, estuve a nada de irme de boca al suelo, pero pude apartarme lo suficiente e hice todo lo más rápido que me lo permitieron las manos temblorosas. Me di cuenta que estaba horriblemente pálida justamente por eso, las palmas parecían amoratadas ya; tomé aire con fuerza, ahora no se trataba de atender heridas y ponerlas a cicatrizar, era detener el flujo de sangre para poder seguir.

Mi propio tacto me hacía querer retorcerme en el suelo, era espantoso, pero seguía estando entrenada para atender no solo a otros, sino a mí misma y aunque acabara gritando de dolor el cuerpo me funcionaba casi sin permiso. Terminé con las manos empapadas de sangre como era costumbre ya, solo que esta vez era la mía, pero con eso debía bastar, tenía que ser suficiente para acabar con esto.

 

Kohaku Ishikawa
Herbolaria

Por fortuna, el daño que había conseguido realizar sobre mi oponente era considerable, incluso si no me venía en gracia precisamente la idea de considerarlo afortunado. Desde que me había unido a los Minamoto agradecía el impulso extraño, ligeramente irracional que me azotaba la sangre al pelear, ya que de otro modo era muy probable que me resultara imposible. ¿Siempre había cargado con él? ¿Fue una semilla que comenzó a germinar desde la tragedia de mi villa? ¿Siquiera tenía sentido que un dichoso niño de luz sintiera cosas así?

Quién sabe.

Le eché un vistazo breve tanto a Yuzuki como a la situación en general, si hacía falta le compraría más tiempo y probablemente lo supiera, de modo que mantuve mi atención puesta en los enmascarados. Take había conseguido esquivar su ataque y eso me provocó un gran alivio. Ojalá se mantuviera así.

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No estoy muy segura si tenía que esperar a que lances dados o no, pero memocioné perdón (???

 

Yuzuki Minami
Herbolaria

En medio del aturdimiento que me provocaba el dolor escuché las palabras de los enmascarados, de uno de ellos, y fruncí el ceño porque me había costado un poco más unir los puntos de lo que hubiese querido admitir nunca. Eran estos los demonios, ¿e iban detrás de la familia de Jiin? ¿Detrás del niño? Habían servido a Kamakura, pero aquí estaban y supuse que Kato tenía razón al pretender eliminarlos.

¿Y la madre de Takano?

¿Era como este par?​

A la vez, un protector de Kamakura y su gente acababa de salvar mi vida, al que no podía ignorar ni aunque quisiera. Mi resentimiento de hecho había sido siempre hacia Kato, no hacía la ciudad en la que había nacido ni sus personas, los guerreros que había en ellas y la lealtad que al final del día todos profesábamos hacia una tierra en decadencia, no necesariamente hacia su señor.

Sabía que tanto el repentino salvador como Kohaku me comprarían más tiempo si era necesario, eso no lo dudaba, confiaba en las personas a mi alrededor y por ese mismo motivo había accedido a atender mis heridas con tal de poder hacer algo ya no solo por mis hermanas y la familia de Jiin, sino por quienes luchaban a mi lado. Era inútil para todos si moría, naturalmente.

Por un lado ambos esquivaron, por el otro Kohaku logró alcanzar a su oponente y fue allí dónde tomé una decisión antes de que el muchacho volviese a atacar. Debíamos acabar a uno antes de pretender siquiera enfocar la atención en el otro, por mucho que me pesara, aún a sabiendas de que podía costar una vida... pero en caso contrario era posible que las costara todas.

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Le hago support a Kohaku con mis poderosos dados de 1 (?

PD: ola le habíamos aventado el veneno a las katanas de hecho, hace un par de posts

tampoco sé si teníamos que tirar dados ya pero aber quién nos detiene ups

 

Kohaku Ishikawa
Herbolaria

Luego de dos ataques que pude propinarle con éxito, el enmascarado no tuvo más opción que retroceder y apoyarse en su katana, a punto de desplomarse en el suelo. La firmeza en mi interior flaqueó apenas, no lo suficiente para sacudir mi voluntad, sin embargo. Fue como una llamarada agitada brevemente por una corriente espontánea de aire, un instante de silencio en el cual lo observé allí, exhausto, adolorido, y me pregunté por qué tenían que ocurrir estas cosas. Por qué era necesario tanto, tanto derramamiento de sangre.

No tenía el más mínimo sentido.

Yuzuki se había unido a nosotros, seguía débil pero le habíamos conseguido el tiempo suficiente para, al menos, evitar que sus heridas empeorasen. Take, por su parte, había desarmado a su rival y pensé, vaya, que de repente la fortuna se había volteado a nuestro favor. Irónico, ¿verdad? O quizás esperable. Vaya uno a saber.

—Está demasiado débil para atacar —le dije a mis compañeros, apuntando el filo de mi katana hacia el enemigo que seguía en pie—. Así que no supone una amenaza.

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Sólo para que quede claro, le voy al nivel 5 pium pium tatatatatata

 

Yuzuki Minami
Herbolaria

Lo sabía, que sin la llegada de ese tercero esto habría terminado de forma muy diferente y quizás les había correspondido a mis hermanas llevar malas noticias, al mismo Kohaku, pero no había sido el caso y solo podía darle gracias a los dioses y a la lealtad que corría todavía por la sangre de algunos hijos de Kamakura. Tenía más que claro algo que Takano había tenido que aprender sobre la marcha, que era mejor cargar la cicatrices que caer.

El enemigo no era una broma, ya comenzaba a ser hasta molesto además de peligroso, pero por suerte Kohaku acabó con el otro y pudo enfocar su atención en el restante y nuestro tercero llegado de la nada tenía también su arma.

Las flores del otoño siempre daban pelea.

—Somos tres —dije a pesar de que mi respiración daba pena. Me aferré a la katana con algo más de fuerza antes de alzarla en dirección al que había quedado desarmado—, si tienes ganas de insistir no suena muy prudente, ¿o sí?

 

Kohaku Ishikawa
Herbolaria

Mi ataque tuvo bastante éxito frente a aquel oponente, aunque mi acercamiento le permitió regresarme la cortesía. Su katana alcanzó mi pecho y tensé la mandíbula, retrocediendo lo suficiente para llevarme la mano brevemente a la zona herida. Take aprovechó el tiempo para conseguir que los niños huyeran y, Dioses, no era capaz de poner en palabras lo mucho que eso me había aliviado. Repasé el espacio con la vista, respirando a consciencia para mitigar el dolor, y miré a Yuzuki de soslayo.

—Ve con los niños. —No fue una orden, yo no tenía pasta para esas cosas, si acaso llegó a ser un pedido en voz baja—. Estás muy herida, Yuzuki, toma la decisión prudente.

Take nos había dicho a los dos que nos fuéramos, pero yo aún me sentía capaz de dar pelea y precisamente por eso no lo dejaría solo. Ni en sueños.

Regresé la vista al frente, a nuestro oponente, y reajusté el agarre en mi katana antes de volver a atacar.

 

Yuzuki Minami
Herbolaria

El movimiento fue rápido, el demonio restante tomó el arma de su compañero y respondió al ataque de Kohaku alcanzándole el pecho. La sola imagen bastó para despertarme la cabeza aturdida por mis propias heridas, aunque fuese para echarme una llamarada encima del cuerpo a la que no supe darle especial dirección, como siempre.

Kotono pudo retirarse por fin con Yoro y mis hermanas, de forma que ya no tenía la atención dividida entre ellos y el demonio restante. Aún así lo sabía, estaba débil, todo el cuerpo me pesaba y un solo corte más iba a dejarme fuera de juego, a pesar de todo afiancé el agarre en el arma a pesar de que se nos había dicho a todos que nos retiráramos.

Ya estaba visto que no era muy buena recibiendo órdenes.

Con todo la voz de Kohaku volvió a colarse entre el desastre, una bocanada de aire que abrió la pared de fuego en dos, fueron las palabras que eligió supuse porque me zarandearon como en el archivo y bajé el arma despacio. Acababa de estar pensando que no podía hacer que mis hermanas llevaran malas noticias, que no podía con la idea de que alguien le llevase a Takano el colmillo sin nombre.

No me quedaba más que hacer lo prudente.

No para los otros nada más, sino para mí.​

Trastabillé de todas formas, fue más que evidente, más allá de mi pulso tembloroso retrocedí un paso y me quedé congelada un instante, incapaz de desprenderme del todo de mí misma para hacer lo que debía. Mis ojos encontraron la silueta de Kohaku así no estuviese mirándome, pensé en la herida de su pecho, pensé en Rengo en Kamakura y la cabeza solo me dio para decir una cosa.

—Regresa a casa, por favor.

Fue una súplica, con el dolor que me corría por el cuerpo no pude modular el tono de mi propia voz ni las cinco palabras que dije en realidad, tampoco tenía demasiado tiempo. No guardé la katana cuando por fin me retiré por el mismo camino que Kotono y los demás, me obligué a no mirar atrás siquiera, porque si lo hacía acabaría regresando y no podía. No podía hacerle eso a la gente que esperaba por mí en alguna parte.

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alto drama me salió un 31 de diciembre a las 5 de la tarde oye (?

 

Kohaku Ishikawa
Herbolaria (interior)

El alivio que me cayó encima apenas noté que Yuzuki sí me haría caso fue ridículo, el mismo que sentí al saber que los niños ya se encontraban a salvo. Aguardé a que la chica lograra retirarse sin contratiempos, con mi atención puesta encima del enmascarado, de modo que sus palabras me alcanzaron desde otra dirección y sentí que eran una corriente de aire diferente. ¿Casa? ¿Que regresara a casa?

No lo entendía realmente, no cuando ya no creía tener una, pero por fin noté que había empezado a revolverme con toda esta gente que entre ellos se sentían como una familia, que eran una familia.

Asentí ligeramente, ya que no quería distraerme del enemigo, y esta vez fue la voz de Take la que me alcanzó. Volví a asentir.

—No quiero más sangre —murmuré, y la voz me flaqueó apenas—, no más de la... necesaria. Por eso sí voy a pelear.

Nuestros ataques, sin embargo, fueron débiles y el corazón se me atoró en la garganta apenas el rival embistió contra Take. Fue por su vida, sí, pero también por la mía. Si el hombre caía allí, ¿qué me quedaba a mí contra semejante oponente? Por fortuna Take consiguió esquivarlo y aproveché la brecha para volver a atacar.