Título: O crees en las casualidades o crees en Dios Tipo: Cuento corto Resumen: Narracion de una historia basada en hechos reales. Advertencias: Ninguna Género: No. de palabras: <<<Iba caminando por la orilla de un hermoso río, el espectacular sonido del agua rosando sobre las piedras, el brillo del sol reflejado en el agua iluminaba todo hasta donde la vista no llegaba. Árboles frondosos -yo seguía caminando- Arboles grandes y pequeños por donde se colaba la luz del cálido sol. En mi caminata observé a una mujer, estaba vestida con un hermoso pijama blanco, cabello castaño, piel blanca, hombros rojizos quemados por el sol. Ella me miró pero no pude ver su rostro; los reflejos del sol en el agua no me dejaban admirar su cara. Pasé a unos pocos metros de su lado, mirándome fijamente; pero sin poder observar su cara, dijo unas palabras que no pude escuchar por el sonido del agua con las rocas pero que parecía entender perfectamente. No dije palabra alguna, solo seguís caminando por la orilla del rio>>> Sonó la alarma de mi reloj y desperté, me senté en la cama a estirarme un poco. Miré la hora, eran las 5y45am. Debía ir al encuentro con el conocimiento. Salí de mi casa a la misma hora de siempre y como siempre un poco retrasado, pensando desde ya la excusa para justificar mi retraso. Estuve esperando la camioneta. Este sueño que tuve me estuvo rondando por la cabeza, trataba de recordarlo pero solo lograba ver pequeños flash del sueño. Pronto llego el tan esperado transporte, subí, los puestos estaban ocupados, parecía no caber mas nadie, observé el último puesto y estaba vacío. Al trasladarme por el pasillo de la camioneta, vi una cara familiar, era un amigo de la infancia, me senté a su lado pues era el único puesto que quedaba. Estuvimos hablando mientras llegábamos a nuestro destino. Dijo: - Epa David!! - Que mas mi pana? <Intente recordar su nombre pero fue en vano> Todo bien? - Aquí vale, camino al trabajo. Y tu como has estado? tiempo sin verte, tenía más de 3 años que no te veía por ahí. - Si vale, estudiando hermano, tu sabes como es. Y he estado bien gracias a Dios. - Me alegro mucho de verdad. Tu hermano y tu familia como están? - Mi hermano bien, estudiando, y bueno para no ponernos a llorar aquí, voy a decirte que todos bien. Ambos reímos sarcásticamente en aquel momento. A Veces pienso que el mejor acompañante de la rutina es el buen humor. No hubo más palabras hasta que llegamos a nuestro destino. Todos bajamos de la camioneta, ya abajo me dijo: - Bueno hasta aquí nos trajo el rio mi compa. - Así parece, cuídate por ahí hermano. - Oye, dame tu número para estar en contacto y ponernos al día. - Sí, claro que sí. Anota. Le di mi numero, pronto el siguió su camino y yo el mío. El día transcurrió de manera normal, sin ninguna novedad. En clase, las mismas caras de siempre, todos escuchando las enseñanzas del profesor de turno, algunos más interesados que otros como siempre, las conversaciones de siempre, me parecía que los días siempre eran igual al anterior. Al fin termino la jornada, las mismas caras de siempre, las despedidas de siempre, todo era tan rutinario que a veces podía saber lo que sucedería. De camino a casa, caminando de la mano con la soledad, seguía pensando en este extraño sueño que había tenido, tratando de recordar la cara de aquella mujer y las palabras que había dicho, pero mis intentos eran fallidos, supongo que era uno de esos sueños donde sabes que has soñado algo pero no recuerdas exactamente que fue. Entre pensamientos y recuerdos, recordé aquel hermoso rio, el sonido del agua pasando sobre las rocas, el brillo del sol reflejado en el agua, casi me parecía estar ahí, estaba soñando despierto sin querer despertar, todo me parecía tan hermoso que de haber podido, sin duda alguna, me quedaría viviendo a la orilla de aquel rio, de pronto volví a la realidad porque había tropezado sin querer con una señora, la mire, una señora mayor, cabellos blancos, rostro anciano y entristecido, encorvada por el peso de las decepciones, pedí disculpas y seguí mi camino. Transcurrió el día rápidamente, haciendo lo mismo de siempre, sin ninguna novedad. Miré mi reloj y eran las 10pm. Debía dormir porque ya era un poco tarde. Y como siempre decía todos los días, dije: -Mañana despertare temprano. Era el automático, creo que mi madre se sabía esas palabras de memoria de tantas veces que lo había dicho. Pronto ya estaba en mi cama, mirando el techo con ojos y cuerpo cansado, nuevamente vino a mi mente aquel sueño, el rio, el sonido, las rocas, el brillo, los arboles, aquella mujer, su pelo, su pijama, su cara que no pude ver, y aquellas palabras. <<<Iba caminando por la orilla de un hermoso rio, escuchaba el sonido del agua, mi cara iluminada por el brillo del sol reflejado en el agua. Arboles grandes y pequeños. Podía sentir el calor del sol con cada paso que daba. Observé aquella mujer, con su hermoso pijama blanco, su cabello castaño, su piel blanca, sus hombros rojizos quemados por el sol. Otra vez ella me miró pero no pude ver su rostro. Seguí caminando, pasé a unos pocos metros de su lado, mirándome fijamente; pero sin poder ver su cara, me dijo unas palabras que a penas alcance a escuchar, pero esta vez estaba seguro de haberlas escuchado. Seguí caminando a la orilla del rio>>> Como siempre, sonó la alarma de mi reloj, me senté en la orilla de la cama a estirarme un poco, miré mi reloj y eran las 5y45am. Otro día igual que el anterior, ya estoy acostumbrado a esa rutina. Como siempre salí con un poco de retraso de mi casa a esperar la camioneta, recordé que esa noche había tenido el mismo sueño, pensé en ocasiones que me estaba volviendo loco soñando estas cosas sin sentido aparente, pero que me encantaba en el fondo, sentía una paz interior, serenidad, tranquilidad mientras caminaba la orilla de ese río. Esta vez recordaba todo como si lo hubiese vivido en carne propia, esta vez fue tan real que por instantes podía escuchar el río, la bulla callada de los arboles, el agua, la mujer. Recordé que esta vez pude escuchar lo que me dijo en el sueño, pero que yo no podía recordar en ese momento, nuevamente pensé que quizá era uno de esos sueños donde sabes que soñaste pero que no recuerdas. Pronto llegó la camioneta, subí, me senté y espere mi destino, siempre pensando en aquel inquietante sueño. Al llegar, pagué al conductor, bajé y caminé hacia mi próxima parada, pensando que iba a tarde a clases. Me llamo la atención una persona que se encontraba sentada en los bancos de una pequeña plaza tenía algo en sus manos y lo miraba con rencor y tristeza, mientras me acercaba -debía pasar por allí- me di cuenta que era mi viejo amigo de la infancia, y para mi sorpresa se encontraba llorando, me acerqué y le dije exaltado: - Que te pasó hermano? Te robaron? Con voz temblorosa me dijo: - No es justo, no sé porque me tiene que pasar esto a mí. - Pero le avísaste a algún policía? - La policía no puede remediar esto. - Bueno tienes razón, al final ellos son igual o peores que los malandros. Tienes que calmarte mi pana, lo importante es que estas bien, lo material se recupera. Me miró con sus ojos de tristeza directamente a los ojos y me dijo: - Mi madre murió, David. Yo quedé totalmente en shock, no salió de mi palabra alguna, no sabía que decir, me tomó por sorpresa todo esto. Cuantas veces vamos por la calle y nos encontramos un escenario así? supongo que pocas o ninguna vez. Yo soy de esas personas que piensa que dar un pésame es recordarle a esa persona a la cual se lo damos, todo el dolor que significa perder a un ser tan especial y más si se trata de la madre, por lo tanto nunca o casi nunca lo doy y esta vez no fue la excepción. Estuvimos hablando, el tenia un papel un su mano, lo tomaba como un tesoro, pensé que quizá era dinero, sin preguntar, me dio el papel. Pude darme cuenta que era un sobre, mi idea de que era dinero no cambiaba y pregunté que era. Mi amigo de la infancia me dijo que era lo único que le quedaba de su madre. -pensé, si, esto es dinero, pero... para que me lo dio? El me dijo que lo abriera, era una carta de su madre, decía: - Hola hijo, espero que al leer esto te encuentres muy bien. Este será para mí el día más triste de mi vida Tener que separarme de ti será el motivo de mi nostalgia… Pero tengo que decirte adiós, no tengo el valor para mirarte a la cara y decirlo, pues estos últimos años no hemos tenido mucho contacto. Este será el día más doloroso para mí porque... con él te llevaras la mitad de mi corazón y de mi vida... Será el día más largo de mi existencia, puesto que en los meses restantes.... Mi mente se dedicará a recordarte, recordar los pocos momentos que estuvimos juntos, los buenos recuerdos, y sobre todo a pronunciar tu nombre repetidamente. Pediré a fuertes voces tu presencia... tu mirada... sé que lloraré por indefinidos momentos... Y le diré a los roces de mi almohada lo mucho que te extraño y cuanto te amo... Eres un hijo ejemplar, me siento afortunada y orgullosa de lo que eres hoy Hijo, aquí viene la parte más dolorosa, pero lo haré con mucho coraje Estos últimos años me vi afectada por una enfermedad, he sufrido mucho pero prefiero No hablar de ello, poco a poco fue acabando conmigo, nunca te informe de nada Porque fui cobarde, no quería que te preocupases por nada, sin darme cuenta El tiempo fue pasando y la enfermedad empeorando junto conmigo, casi no puedo escribir hijo. Al momento que recibas esta carta estaré en las manos del señor, observando con dolor Lo que he causado con mi cobardía, pero estaré siempre a tu lado hijo, en tu corazón, Guiándote por los buenos caminos y acompañándote en los malos. Hijo, solo quiero que sepas que te amo como a nadie en este mundo, Vive como nunca has vivido pero cuídate siempre... te amo. No te preocupes por nada "Aquí estoy bien". <Fin de la carta> Al final de la carta había una foto de una señora, era su madre. Al momento de leer estas palabras dos lágrimas sorpresas brotaron de mis ojos, inmediatamente recordé el sueño que tuve, justo en el momento donde pasaba por al lado de esta hermosa mujer, justo el momento donde mencionaba aquellas palabras que no podía recordar y escuché: "Aquí estoy bien". Miré la foto nuevamente y mirando fijamente, recordé que justo el día anterior había tropezado con esa señora, había tropezado con la mamá de mi amigo de la infancia. Quede muy asombrado, perplejo, no lo podía creer, había estado soñando con la madre de mi amigo. Lo miré y le dije: -Tranquilo hermano, allá está bien. A veces nos alejamos de nuestros parientes más cercanos, ocupados en nuestros propios intereses y nos olvidamos que ellos son importantes en nuestra vida y que de alguna manera u otra ellos forman parte de nuestros intereses. Al final de todo esto, nunca volví a soñar con la señora, mi amistad con mi amigo de la infancia se fortaleció, estuve ahí apoyándolo a superar esto. Hoy en día él está bien, trabajando y estudiando, tiene una familia hermosa y quiere mucho a su hijo. Por muy duro que suene, se dio cuenta que alejarse de la familia no es bueno y no quiere que su hijo pase por lo que el pasó. La carta que yo leí había sido escrita unos 3o4 meses antes de él haberla recibido, su madre ya sabía su destino. Tropecé con ella un día antes de su muerte. Como había sido encomendado, el recibió la carta al momento de ella estar con Dios. No sé si mi sueño fue un mensaje para él pero yo aprendí muchas cosas en esos días. Ese día le conté sobre mis sueños, que había tropezado un día antes con su mamá, por supuesto, el no me creyó y en esa conversación el me dijo: - No te creo. No juegues con esas cosas David. - No debes creerme a mí. "O Crees En Las Casualidades O Crees En Dios" ***FIN*** David José Infante