Nunca me he sacado un 35

Tema en 'Relatos' iniciado por Ruki V, 25 Febrero 2015.

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    Ruki V

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    Nunca me he sacado un 35
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    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Drama
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    1
     
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    Ah, la última clase del tercer día de la semana.

    Presiento que al final del día pensaré que mañana es viernes, pero sólo será jueves. Y antes que eso, aún es miércoles. Aún estamos a mediodía del miércoles.

    La última clase del día a mitad de semana es química. No soy ninguna amante de la química, aunque no sé si la odio. Sé que odio cómo trabaja la profesora de química este semestre.

    Los maestros no deberían tener permitido asustar a los alumnos con sus calificaciones: Me parece casi tan cruel como lo era cuando podían golpear a los alumnos en cierta época.

    La profesora de química es así; le encanta pasar a mis compañeros de clase que ella considera nunca le prestan atención y pasarlos al frente a resolver ejercicios para que antes siquiera de que empiecen les diga que están mal y haga sentir estúpidos incluso a los que sólo estamos observando la humillación.
    Honestamente, la profesora me da cierto pavor, miedo, o lo que quieran. Es extraña e impredecible: Desde que llegue como nueva alumna, llamé su atención, y pensé que podría esperar buenas cosas de mi bien por ser nueva o por lo que pudiese decirle otro maestro sobre mi como alumna.

    Soy una buena alumna: Pongo atención en clase, trabajo en clase, hago tarea en casa (el 95% de las veces) y estudio cuanto mi cuerpo me permite para mis exámenes. Entre los trece y quince años era de las favoritas de mis profesores hasta por participativa.

    Hoy en día han crecido mis miedos paralelos de reducir mi promedio y hacer resaltar mi promedio. Y es que me gusta mantener calificaciones altas cuando las puedo mantener altas, pero no me gusta exigirme de más ni hacerme notar mucho como nerd.
    Pero no es el principal problema con la materia (unidad de aprendizaje) de química. El problema es que, de una manera u otra, la profesora me pone de nervios.

    El día de ayer tuve precisamente el examen de química. Un día antes, estudié todo lo que pude; repasé todos los conceptos que tenía claramente anotados; resolví un montón de problemas para no olvidar ninguna fórmula; reescribí apuntes y leí todo una y otra vez en voz alta. El martes, con el examen en mis manos, estaba totalmente segura de aprobar, y de sacar más de 80, aunque tarde me di cuenta de que había dejado cosas sin contestar (algo sobre lo que la profesora que nos cuidaba durante el examen, la que nos impartía química en efecto, no me dijo nada). Aún así, estaba bastante segura de mí ayer.

    Y, ah, la última clase de hoy es química. Y los resultados están en las manos de la profesora. Y no tardan mucho en salir de sus labios en orden alfabético.
    Oh, vaya; en esta ocasión no sé si es mejor o peor ser la penúltima de la lista de alumnos del salón.

    "Tal persona, 68", empezó a decir la profesora (un decir).
    "Tal persona, 57...
    Tal persona, 64...
    Tal persona, 41...
    Tal persona... Felicidades, 75", y un suspiro de exasperación se me escapa; de pensar que están felicitando a un 75, y que falta media lista para llegar a mi nombre, y que los números siguen y siguen.
    "Tal persona, 42...
    Tal persona, 35", aquí y con el 75 hubo varios gritos ahogados de sorpresa buena y mala, y suspiros que variaban de tono, o silencio, de los dueños del resultado.
    "Tal persona, 63...
    Villarroel, 73
    y tal persona 43."

    Casi me caigo de mi pupitre.

    Mantuve la calma.

    "Todo bien. Pasé."

    La profesora empezó a decir algo sobre no tomar importancia a los pocos puntos que nos permitió tener de nuestros trabajos; que a fin de cuentas no habíamos aprendido nada de ello y que el resultado del examen lo reflejaba; que tal vez mejor debía mandarnos directamente a presentar una tercera oportunidad, reprobarnos ya.

    Lloré.

    Irrumpí en llanto, estallé en lágrimas.
    Aunque aprobé ese examen; estaba frustrada por todas las cosas que decía la profesora y porque sabía que pude haber hecho un poco mejor. Que yo recuerde, desde hace tres años que no sacaba una calificación tan baja. Aunque aprobé ese examen.

    No me enteré, pero todos debieron haberme visto como un bicho raro.
    Y es que si alguien que obtiene 38 como resultado no llora, una persona de 16 años que al menos aprobó no debería.

    La profesora sacó a todos mis compañeros de salón antes de tiempo y se quedó a hablar conmigo.
    Me dijo que no me estresara; que a mi no iba a descontarme los pocos puntos de mis trabajos; que revisaría mi examen ella misma si yo lo deseaba; que no me preocupara porque ella me conocía y sabía lo buena alumna que era. Y una ves que "me calmé", me dejó ir.

    Aún acordarme, por cualquier motivo, me siguen dando unas terribles ganas de llorar.

    Desearía no tener más presiones de las necesarias.
    Desearía poder aliviarme sólo por aprobar.
    Desearía que simplemente permanecer en la "escuela de prestigio" fuera suficiente presión.
    Desearía... dejar de estudiar... no lo sé.

    Tal vez debería irme a seguir llorando y no publicar mis tonterías.

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    NOTA DE LA AUTORA: Tenía que sacar esto de mi sistema. Simplemente lamento con toda mi alma que se hayan detenido a leer esto.
     
    Última edición: 28 Mayo 2015

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