Numb

¿Alguna vez has intentado cambiar? Pero cambiar de verdad, todo lo malo que se puede encontrar dentro de ti.

Por alguna razón la noche se me hacía más oscura que de costumbre, como si la luna no iluminase lo suficiente, como si las estrellas no emitiesen luz alguna; incluso como si los faroles estuviesen dibujados de un tenue color amarillo que no brillaba en lo absoluto. Era ver mi actual sentimiento relejado en lo que me rodeaba, era ver un panorama que me infligía temor más que cualquier otro sentimiento, sensación.

Jamás me había sentido tan confundido como ahora, tan solo, tan vacio. Y era algo más alla al hecho de estar sentado en un banco de algún parque al que por primera estaba visitando, al que había llegado sin darme cuenta alguna, totalmente desierto, hasta el mismo viento se encontraba en extraña ausencia. Todo lo que me rodeaba no me ayudaba a calmarme, solo aumentaba la sensación de decepción hacia mí mismo, las ganas de tenerme en frente y darme una paliza que me despertarse, que me hiciese reaccionar distinto, mejor.

No sabía porque era incapaz de tomar alguna decisión correcta en mí vida, que era lo que me llevaba a la decisión equivocada; aquella que solo me traía un trago amargo invadido de consecuencias y culpabilidad. Tan lleno de errores me encontraba, ellos me ahogaban, ó yo les permitía hacerlo, la verdad es que no sabía, no importaba ya.

Ya había perdido la cuenta de todas aquellas veces en las cuales intenté cambiar, hacer algo mejor, ser mejor. No sé si se debía a mi inconstancia ó a mi incapacidad por seguir el camino bueno, pero tan solo nunca lograba hacer un cambio relevante, tan solo terminaba olvidando hasta el hecho de que intentaba cambiar, como si todo se hubiese tratado de un simple y vago pensamiento que desechar.

Hoy por hoy, siendo una persona opuesta a la que quería llegar a ser, me arrepiento de cada decisión que he tomado, en ocasiones hasta de aquellas que no fueron tan malas, queriendo cambiar mi pasado a toda costa. ¿Era eso un error? Digo, está esta frase “no te aferres al pasado, vela mejor por tu futuro”, que no me ayuda en nada, pero está, puede ser verdad.

Apreté fuertemente mis manos contra mis piernas, un gesto de dolor se formo en mi rostro, no sabía de dónde provenía el dolor, solo estaba allí, haciendo presencia. Lágrimas bañaron mi rostro, cantidades ingentes de lágrimas, demasiadas lágrimas, imposible.

Un charco inmenso, un lago inmenso y no podía contener las lágrimas, rogué porque parase, porque me dejase en paz, pero nada atendía a mi llamado. Nadé entre ese lago de lagrimas que yo mismo había formado, sin poder dejar de llorar ni por un momento, sin poder dejar de lamentarme. Luego las fuerzas me fallaron, me hundí, las lágrimas no se podían diferenciar ya pero sabía que continuaba llorando con lamento, con fuerzas.

De pronto un vacío se apoderó de mí, un vacío que más que soledad me dio calma, paz, ¿felicidad? Era como no tener nada, no saber nada, no sentir nada, no degustar nada, no ver nada, no escuchar nada. ¿Estaba muerto? ¿Dormido? No me importaba, sentía la paz que no había sentido nunca.

Desperté. La luz blanca de mi habitación me cegó por un momento ¿ó eran las lágrimas? Me senté y mire todo, volví a llorar, ¿Dónde estaba el vacio? ¿La paz? Todo había sido un sueño.