Nuevos Amores que complican la vida [Sessho&Kago&Nara]

Bueno, hola chicas, despues de muuucho tiempo he vuelto :D Siento mucho haber dejado abandonadas mis historias, el colegio no me dejaba mucho tiempo y como que no tenia tanto interes. Pero eso ya no pasara y ahora si las terminare.
Ojala que lean el capitulo, que les guste. Espero ansiosa sus comentarios, recomendaciones, criticas, retos, etc. :D
Nos vemos!

Capítulo 12

– Rin sigue pensando en Sesshomaru. –piensa tristemente un chico de catorce años. El niño tiene ojos color chocolate, un cabello del mismo color y varias pecas sobre sus mejillas. La mirada del muchacho es bondadosa pero al mismo tiempo siempre se la veía tímida. El joven suspira, lo que altera a su acompañante.

– ¿Ocurre algo Kohaku? –pregunta algo preocupada una bonita niña de doce años, con ojos de color marrón y largo cabello negro. Su mirada siempre se ve confiada pero no egocéntrica, se la ve divertida y amable y su sonrisa es siempre radiante.

– No, ¿Por qué preguntas? –Kohaku se ve confundido, no había notado que había suspirado.

– Pues porque acabas de suspirar. –Rin le explica, sacude la cabeza y le sonríe a su mejor amigo–. No importa.

Kohaku se encoje de hombros y se queda divagando en sus pensamientos, no sabe qué debe hacer, el ya no quiere ser solo el amigo de Rin pero ella se encuentra obsesionada con Sesshomaru, un hombre con el que se llevan siete años, demasiado para él. Sin embargo, Kohaku no está seguro de si Rin está obsesionada o enamorada, espera que, sea lo que sea, ella se dé cuenta de que está mal y que él la ama de verdad. Pero Kohaku tampoco está seguro de lo que quiere, aún es demasiado joven, no distingue claramente que es el amor pero cree conocerlo.

Rin observa a su amigo, Kohaku está enfrascado en sus pensamientos, ella sabe que cuando eso pasa es mejor no interrumpirlo por lo que saca su mp3 y comienza a escuchar música. Mueve la cabeza al ritmo de la música y cada canción de amor le hace recordar al hombre de su vida, Sesshomaru. Ella está segura de lo que quiere y con quien lo quiere, solo tiene que conseguirlo, algo que con ternura, paciencia y amor lograra, o eso espera ella.

– Rin, Rin, ¡Rin! –la llama Kohaku.

– ¿Qué pasa? –pregunta mientras se saca sus auriculares rápidamente y mira para todos lados, un gesto instintivo.

– ¡Vamos a llegar tarde! –el muchacho se ve alarmado, mientras que Rin solo está tranquila.

– ¡Pues entonces corramos! –dicho eso salió a correr riéndose por dejar a Kohaku atrás. Kohaku sonríe y sale tras su amiga a la que pronto alcanza.

Ambos se sonríen con complicidad, por un segundo no llegaron tarde. Se despiden rápidamente con sonrisas sinceras y luego cada uno marcha a su curso.

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Kagome

– Qué bien se siente ganarle. –murmuro para mí misma.

Le sonrío a cada persona, como me gustó dejar a Naraku con la palabra en la boca. Me siento superior, hasta se me pasó el cansancio.

No, no es cierto. Cuando pasó la euforia, regresó el cansancio y mucho peor. No ayudaba mucho tener historia en la primera hora; aunque me gustase historia, ese día la sentí más aburrida que nunca, fue insoportable. Un poco mas y me dormía, literalmente. Cosa que me causo unos cuantos problemas. Los maestros no nos permiten dormir en clase, no importa que tan agitado haya sido nuestro día anterior, algo que me parece injusto, ellos también estarían exhaustos si hubiesen tenido el mismo día que yo.

La cosa es que no les importaron mis explicaciones, ellos solamente me mandaron a la dirección para que tuviera una plática “amistosa” con el director, quien debe estar pensando que me gustó ir a verlo; yo solo espero que no se me convirtiera en una costumbre.

En ese hermoso y encantador lugar el director me dio un discurso exclusivamente para mi, ¡viva! Estoy de lo más feliz, no todos los días recibo un discurso por parte del director solo para mí. Jajá.

Me castigo por supuesto. Nunca en mi vida había sido castigada, hasta hoy. El director me obligó quedarme después de clase para hacer no sé qué cosa. Malhumorada, me marcho sin replicar, pensé que me mandarían más tarea no que me harían quedar después de clase pero no servía de nada quejarse.

Volví a clase después de lavarme la cara. El discurso del director había durado bastante, el resto de hora de historia. Lo malo era que solo consiguió que yo tenga más sueño y, claro, un castigo. En el baño me crucé a Kouga, quien no me dirigió la palabra, a pesar de que estoy segura de que me vio. Me preocupo, parece que se enojo conmigo pero, ni siquiera puedo hablar con él porque la próxima hora ya comienza.

Me resigno y camino hacia el aula, el día no parece muy prometedor que digamos, con un castigo y una posible pelea. Por esa razón no estoy muy animada; además, no tengo con quien hablar, Sango y Miroku faltaron al colegio, al parecer Kikyo e Inuyasha también y Ayame se la pasa hablando con Kouga en secreto, quien no me habló en ningún momento. ¿¡Cómo no iba a dormirme!? Si no tengo con quien hablar y el sueño me nubla la mente por lo que no puedo prestar atención. Me siento completamente sola, y no me gusta para nada ese sentimiento, pero no puedo hacer nada así que permito a mi mente vagar. No hay nada más que hacer.

Así fue todo el día, un completo aburrimiento. Llegó la ultima hora, la salida, para todos menos para mí ya que tengo que cumplir el castigo.
Tengo que ir a mi usual salón para limpiar un poco y para hacer tarea extra. ¡Hurra! ¡Que divertido! ¿Qué chica no prefiere estar encerrada en su colegio toda la tarde en vez de estar en su casa haciendo cualquier otra cosa? Pues supongo que es un poco tonta la pregunta, yo no tengo opción aunque preferiría mil veces dormir unas horas en mi cama a estar allí. Ni siquiera dormir, hacer cualquier otra cosa sería mejor.

Eso pensaba hasta que me enteré de que no estaría sola. Eso me molesta, ni siquiera podría estar tranquila en mi propio castigo. Seguro que me acompañará algún estúpido que se metió en quien sabe qué clase de problemas.

Pero me calmo bastante al notar quien es, supongo que cuando lo veo entrar en el aula tan sexy, simplemente me quedo boca abierta; ¡Esa actitud de chico malo me mata! A los cinco minutos me recompongo y pongo mi expresión más seria posible, luego finjo sorpresa al verlo y al final le sonreí tímidamente.

Naraku también ha sido castigado, algo bueno ya que puedo pelearle, digo, hablarle. No hay otra razón para que yo quisiera estar sola con él, a pesar de que sea tan atractivo. Bueno, lo admito, no me molesta eso de estar con Naraku.

Él se asombró al verme, sus labios se curvaron en una sonrisa y entro al aula. Nos quedamos mirando fijamente a los ojos, estamos solos; el profesor salió a buscar más trapos y elementos de limpieza. Es Naraku el que rompe el silencio.

– Hola otra vez Kagome.

– Hola Naraku. –mi voz suena algo hostil con él.

– ¿Qué haces aquí?

– ¿Estoy castigada? –le dije lo obvio irónicamente y él me observa de pies a cabeza, como evaluándome si me creía o no.

– No sabía que te castigaban, pensé que eras una buena alumna. –inquirió sarcástico, disfrutando verme en esta situación.

– Pues las cosas cambian. –replico y vuelvo a concentrarme en mi gran tarea, borrar todo lo que estaba escrito en el banco.

Naraku no dice nada, solo sigue observándome atentamente, algo que me incomoda bastante.

– ¿Qué hiciste? –pregunta de repente, o mejor dicho, exige saber.

– ¿Hacer qué cosa?

– ¿Por qué te castigaron? –repite impaciente.

– Mmm. –lo miré detenidamente, no se si contarle algo tan vergonzoso como aquello. Al final decido contarle que pasó, mascullándolo rápidamente, esperando que no me oyese pero que no molestase más–. Me quede dormida.

– ¿Qué cosa?

No funciona mi súper plan.

– Me quede dormida. –lo dije más alto aunque más rápido por lo que no se entendió nada.

– Habla más claro, Kagome, no se te entiende. –ordeno con una voz que no permitía replica.

Lo miro directamente a los ojos por unos momentos, como si estuviéramos peleándonos con la mirada. Ninguno baja la vista, finalmente yo suspiro, se que le terminaré confesándoselo tarde o temprano.

Bajo la vista, repentinamente interesada en mis manos y le respondo más claramente.

– Me quede dormida. –escucho una risa sofocada y levanto la mirada furiosa, lo que hace que se ría más–. ¿Y tú?

– ¿Yo que? –pregunta a la defensiva.

– ¿Por qué estás aquí?

– Eso no te importa. –siempre la misma actitud, y yo que lo trato bien.

– Si lo pregunto es por algo, además yo te dije lo mío, ahora te toca a ti. –insisto, ahora quiero saber que pasó y porque no me lo contaba.

– No quieres saber.

– Si quiero.

De pronto noto que Naraku esta caminando hacia mí, cada vez más cerca y me pongo nerviosa, algo que se ve reflejado en el banco que borro por que lo hago con demasiada fuerza.

– ¿Por qué? –murmura sensualmente y yo me estremezco y no es por el frio.

– Porque tengo curiosidad. –respondo rápidamente intentando que no notara lo que me causa en mi su acercamiento.

– ¿Solo eso? –pregunta mientras se sienta frente a mi y me obliga a mirarlo, sonriéndome de una forma maliciosa

– Sí. –mi voz no suena segura, si eso causa Naraku con solo estar frente a mi, no quiero imaginarme que pasaría si intentase besarme. O en como yo reaccionaría.

Naraku sonríe como si leyera mis pensamientos y comienza a inclinarse hacia mí, lentamente.

Ayame

Es todo muy difícil, amar es difícil. No entiendo porque Kouga no me mira como algo más que una amiga, no soy fea ni mala persona; pero no, claro, el solo tiene ojos para su Kagome, el amor de su vida. La única mujer que existe para él.

Ojala alguien sintiera eso por mí, me gustaría sentirme amada y especial. La envidio a pesar de que es mi amiga y de que sé que ama a Inuyasha.

Aunque… según lo que me dijo Kouga, al parecer, Kagome ya no está enamorada de Inuyasha, o eso es lo que él quiere pensar.

Nunca se está completamente seguro de si es cierto lo que Kouga dice de Kagome porque está enamorado de ella, aunque para mí, él está obsesionado. Él sabe que nunca la va a tener, porque, como dice aquel dicho, uno quiere lo que no puede tener.

Pero eso no me pasa a mí, no, lo mío es puro amor ¿no es así? Lo que siento por Kouga, ¿es amor o una obsesión? Pensar en eso me hizo confundir, ¿de verdad lo amo? Yo creo que sí. No, no creo, estoy segura de que estoy enamorada de él, y por muchas razones, él es lindo, protector, caballeroso, buena persona, es perfecto. Kouga es perfecto para mí, solo para mí. Solo que el parece no querer verlo.

La cuestión es que no me voy a rendir, él va a ser mío, desde la primera vez que lo vi lo decidí sin intención, y pensar que no me gustaba…



Camino hacia la casa de mi abuelo como de costumbre; prácticamente vivo allí. Mi abuelo necesita cierta ayuda con la limpieza, su casa es inmensa y no puede limpiarla solo, por lo que todos los días voy a ayudarlo. Queda cerca del colegio por lo que pasó mucho tiempo allí.

No me molesta estar en la casa de mi abuelo, él es una persona muy inteligente con la que me encanta hablar, siempre entiende todo. Si fuera por mí ya estaríamos viviendo allí pero mis padres no quieren, no sé porque razón.

Camino tarareando una linda melodía que se pegó en algún momento, son las cuatro de la tarde y el día esta hermoso. Voy sola, no hay problema ya que como es media tarde hay muchos negocios abiertos y mucha gente afuera. No es un barrio peligroso, y ayuda el hecho de conocer a todos allí.

La casa de mi abuelo queda a unas cuantas cuadras de mi casa, bastantes en realidad. De allí quedan solo cinco cuadras para el colegio al que asistiré, el Shikon No Tama.

Estoy de vacaciones, yo voy a ser nueva en el instituto pero ya lo conozco de memoria. Tengo muchas ganas de comenzar las clases en ese colegio. Espero hacer muchos amigos, no me agradan los de mi anterior escuela y aunque esta queda lejos, la prefiero mil veces.

Llego a la casa de mi abuelo y me abre Kaede, la ama de llaves quien es como una abuela para mí. Gracias a ella conocí el Shikon No Tama, ella es la tía abuela de Kagome, mi amiga, quien tiene ocho años igual que yo. Kagome es mi única conocida en ese instituto y también mi amiga. Me cae muy bien ella, es muy divertida y simpática.

– ¡Ayame! –me mira alegre, me abraza y luego me reprocha–. ¿Otra vez viniste sola?

– ¡Es que tenía que venir rápido Kaede! –me defiendo, siempre es la misma rutina.

– Hay mi niña. –negó con la cabeza resignada y luego ordena–. Pasa, –me quedo quieta en el umbral por lo que sigue insistiendo–, pasa que hace frío.

Pongo un pie adentro de la casa y contemplo el vestíbulo, es tan hermoso. No lo admiro detalladamente porque me lo sé de memoria, de tantas veces que voy allí.

Mi abuelo está en la sala de estar, al parecer, acompañado. No pensaba entrar, no quería interrumpir ninguna reunión importante, pero Kaede insistió en que el abuelo necesita hablar conmigo.

Entro a la habitación y veo a mi abuelo junto con un chico de mi edad quien me mira y de repente me siento azorada. No puedo decir que no es lindo; morocho, de cabello negro, alto y unos hermosos ojos celestes. Involuntariamente me sonrojo y aparto la vista; de reojo veo que el chico sonríe altanero y creído por mi acción, lo que hizo que no me agradase el joven.

– Ayame, mi querida nieta, te presento al joven Kouga. –dice mi abuelo señalando al chico; me sorprendo ¿ese es el muchacho del que siempre habla el abuelo?

– Mucho gusto. –saluda cortésmente Kouga mientras estira una mano hacia mí con una sonrisa.

– Hola. –mi voz sonó seca, no me daba una buena impresión ese chico.


Suspiro, no me queda de otra, tengo que seguirle el juego. Después de todo, yo haría todo por él y el favor que él me pedía no iba a ser la excepción.

Inuyasha

– ¿Qué hago? –pienso una y otra vez en frente de la puerta de la casa de Kikyo, Miroku y Kagome–. Es muy difícil pedir perdón.

– Si no hubieras actuado así no tendrías por qué pedir perdón. –me reprocho a mí mismo, suspiro y pienso–. Ya está, ya estoy acá, solo tengo que terminar lo que empecé.

Toco la puerta un par de veces, luego espero unos minutos. Nadie atiende y me empiezo a poner nervioso e incómodo, ¿y si no hay nadie? ¿Qué puedo hacer? Sigo esperando y moviéndome, inquieto. Vuelvo a tocar, esta vez más fuerte, y a los segundos me atendió Kikyo.

– Hola. –saludo nervioso.

– ¿Qué haces aquí? –me increpa fríamente Kikyo.

– Vengo a pedir perdón. –replico a la defensiva.

– Aquí nadie quiere tu perdón.

– Eso no me interesa. –masculle mirando el suelo; aunque no lo admitiese, me dolió que Kikyo me hablase de esa manera, se que me equivoqué, pero, ¿es para tanto? ¿merezco que la persona que más amo me trate de esa manera?–. Deja que sea Miroku quien decida si acepta o no mis disculpas.

Kikyo me dirige una mirada glacial pero luego ella se va a buscar a Miroku, quien minutos después aparece, con el ojo morado por mi golpe. Me siento muy mal, por mi temperamento mi mejor amigo tiene así el ojo. No se si Miroku me podrá perdonar, eso me pone mal.

– ¿Qué haces aquí Inuyasha? –me pregunta de mala manera Sango, antes de que Miroku pudiese decir alguna palabra–. ¿Vienes a pegarle otra vez a Miroku sin razón?

– No, Sango. –digo cansadamente y luego le hablo a Miroku–. Vine a pedirte perdón, si quieres te explico que pasó para que yo reaccionase así.

– Está bien Inuyasha, explícate. –dice comprensivamente mi mejor amigo.

– Bueno, ¿hablo aquí enfrente de todos?

– Como prefieras. –dice calmadamente, dándome a elegir.

– Me gustaría hablar a solas contigo primero. –digo cuidadosamente, no quiero que ninguna de las esas dos mujeres intervengan en nuestra conversación porque podrían empeorar las cosas y yo solo quiero arreglarme con Miroku, a toda costa.

– Bueno, entonces vamos a mi cuarto.

– Pero Miroku… -empieza Kikyo.

– ¡Miroku! –protesta Sango al mismo tiempo.

– Quédense aquí, no pasara nada. –ordena mi amigo.

– No le voy a pegar otra vez, lo prometo. –digo, aunque sin razón ya que no me creen, eso no las tranquiliza pero igualmente agrego–. Después voy a hablar con ustedes dos para explicar todo lo sucedido, especialmente contigo Kikyo.

Kikyo se queda callada mientras que Sango acepta a regañadientes que hable a solas con Miroku.

– Entonces dime Inuyasha, ¿Qué fue lo que te paso? –pregunta directamente Miroku cuando llegamos a su cuarto.

– Kikyo se había enojado conmigo…

– ¿Kikyo te pidió que me pegues o algo así?

– No, claro que no, déjame terminar de hablar. –digo malhumorado y luego continup–. Estaba enojada porque había escuchado decir que yo amaba a Kagome en realidad.

– ¿La amas? –pregunta mi amigo saliéndose de tema, seguramente aprovechando la ocasión; en otra circunstancia no le hubiese respondido.

– No como algo más que una amiga o hermana. –conteste con la verdad–. En fin, luego de rogar que me dijera quien le había dicho eso y de decirle que era mentira me dijo que lo escucho de ustedes, de ti y de Sango.

– ¡Ah! Inuyasha, en serio, te juro que nosotros nunca le dijimos a Kikyo…

– Eso ya lo sé Miroku, no te preocupes. –lo tranquilizo y le explico–. Lo que pasa es que tenía mucha bronca porque podía haber perdido a Kikyo por esa charla que tuviste con Sango, pensé que quizás lo hiciste a propósito y me enfurecí. Actué sin pensar y lo lamento mucho.

– Está bien Inuyasha, te entiendo. –¡que rápido que comprende las cosas Miroku! Por eso es mi mejor amigo–. Estás enamorado, quizás yo hubiese reaccionado igual.

– Gracias Miroku, lo lamento en serio. –mascullo en voz baja, no me gusta pedir perdón.

– ¿Qué cosa Inuyasha? –dice con una sonrisa, él quiere que lo repita, sabe que no me gusta pedir disculpas y lo disfruta.

– Dije: gracias Miroku y perdón –digo rápidamente, medio enojado, y agrego con ironía–. ¿es lo suficientemente fuerte para ti o elevo el tono? Ahora que te volviste sordo quizás tenga que hablar más fuerte o repetirte las cosas siempre.

– No estoy sordo pero no me caería mal que hablaras más lento de vez en cuando. –sonríe y nos abrazamos, por lo menos a mi mejor amigo no lo perdí, Kikyo es otro tema que espero termine igual.

El siguiente capitulo ya lo tengo escrito asique no tardare mucho en subirlo, no se preocupen :)

Gracias por leer mi historia, las quiero.

 

Capítulo 13

Kagome

Naraku está inclinado sobre el banco, acercándose lentamente a mí con una ladina sonrisa torcida.

– No… -susurro cerrando los ojos cuando Naraku esta a punto de rozarme mis labios con los suyos.

Cuando abro los ojos noto que su sonrisa estaba más marcada. Naraku sigue acercándose a mí, muy lentamente, tanto que me gustaría tomar su rostro con mis manos para apurar el beso. Se detiene durante unos segundos cuando solo estamos a un centímetro de distancia, frente a frente. Inesperadamente él cambia la dirección y susurra en mi oído:

– Te gustaría que te bese ¿no es cierto? –luego suelta una carcajada y se aleja de mí. Me tomó como a una tonta. Y lo peor es que le salió bien

– ¡Naraku! –chillo furiosa; no me voy a quedar con la palabra en la boca, no quiero perder contra Naraku.

– Señorita Higurashi no grite por favor. –pide el profesor mientras entra ojeando una revista–. Vuelva a trabajar.

– Bueno. –mascullo muy molesta, Naraku me ganó.

Naraku me lanza una mirada con suficiencia mientras se reclina en la silla, pone los pies sobre el banco y se comienza a escuchar música. El profesor no le dice nada en absoluto, pero cuando yo paró un segundo de trabajar él me reta y me ordena que continuase. Mi mal humor va en aumento, igual que mi enojo con Naraku.

– Bueno, ya se pueden retirar. –nos despide el profesor a las cinco de la tarde.

Recojo mis cosas y me marcho lo más rápido posible pero Naraku ya salió. Lo encuentro apoyado en una de las columnas exteriores del colegio, escuchando música y mirando a la nada. Como esperándome. Me está provocando, el muy imbécil.

Una sensación de furia me invade. Quiero ir y decirle todo lo que pienso de él, pero no lo hago. Me di cuenta, algo tarde, que de nada pelear con él porque siempre me gana, es la verdad aunque no me guste. Por eso decido hacerme la “superada” y lo ignoro lo mejor que puedo. Paso por su lado y no le digo nada, ni siquiera lo miro. Parece enojado por lo que sonrío y camino con la cabeza levantada.


– ¿Sigues molesta porque no te bese, Kagome? –me habla Naraku sin moverse del lugar. Cuando menciona “no te bese” me congelo en el lugar, cada vez más enojada sin poder controlarme.

– ¿Molesta? Yo no estoy molesta. –mascullo sin mirarlo, intentando no ponerme más furiosa todavía.

– Parece que sí. –por su voz me di cuenta que está sonriendo, el muy idiota disfruta molestándome.

– Pues no. –digo cortante y vuelvo a caminar, esperando tranquilidad.

– Eso ni tú te lo crees. –su sonrisa torcida permanece y lo peor es que me parecía atractiva.

– Tú eres… -empiezo a insultarlo odiándolo. Respiro varias veces y logro calmarme.

– ¿Yo soy qué? –comienza a caminar hacia mí, provocándome pero sin acercarse demasiado, como para ponerme nerviosa.

– Nada, no vale la pena pelear contigo. –digo fríamente imitando a Kikyo, una imitación un poco mala, pero bueno, es lo mejor que me sale.

– Si eso dices… –para un segundo, como pensando si decir algo o no, parece decidirse por un si y me pregunta– ¿Te acompaño?

– ¿Quieres acompañarme? –frunzo el cejo, no lo entendiendo. En un segundo pelea conmigo y al otro parece amable–. ¿Por qué?

– No tengo porque darte una razón. –Naraku se acercó más a mí y exigió una respuesta susurrándome al oído y haciéndome estremecer por sentir su aliento tan cerca mío pero no lo suficiente como me gustaría que estuviese–. ¿quieres que te acompañe o no?

– Bueno… pues supongo que sí. –aunque tengo la impresión de que esto va a terminar mal, acepto porque la curiosidad me gana. Bueno, eso es lo que me digo…


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– ¿Para qué me enamore de Inuyasha? –se pregunta mientras suspira una hermosa joven de ojos negros, cabello lacio y oscuro y piel blanca como la nieve.

– ¿En qué piensas? –le pregunta su compañera, una simpática muchacha de cabello y ojos castaños.

– En Inuyasha. –dice la primera con una mirada triste hacia la nada.

– ¡Kikyo! –exclama de repente la segunda con ira mientras la reprende–. ¡Deja de pensar en ese estúpido!

– Sango, no es tan fácil. –murmura fríamente Kikyo sin mirarla–. ¿Es fácil para ti no pensar en Miroku?

– Bueno… no pero… –intenta, en vano, contradecir a Kikyo.

– Es exactamente lo mismo. –Kikyo suspira y enfoca sus ojos negros en los de Sango–. Amo a Inuyasha igual que tú amas a Miroku.

– Claro que no.

– Sango es así. –dice Kikyo tranquilamente pero con un aire de tristeza–. Siempre lo voy a amar a pesar de lo que hace.

– ¿Por qué piensas que lo hizo? –pregunta curiosa Sango, Kikyo no responde por lo que Sango aclara–. Ya sabes, pegarle de esa manera a Miroku.

– Ahí vienen, ¿Por qué no le preguntas a tu novio? –Kikyo se levanta apenas ve a Inuyasha y a Miroku e intenta irse, cosa que Inuyasha impide.

– ¿Kikyo podemos hablar? –suplica el joven de ojos como el sol. Kikyo lo fulmina con la mirada pero no dice nada y sigue mirando a la nada–. Por favor.

Kikyo se queda mirando fijamente los ojos de Inuyasha, intentando encontrar una duda o algo que ayude a que no tenga que escucharlo, luego pasa su intensa mirada por la de Sango y la de Miroku para buscar opiniones. Luego de meditarlo decide que si lo ama de verdad le debe dar una oportunidad.

Naraku

Esta niña es demasiado inocente. Al poco tiempo de conocerla, ya me di cuenta que Kagome comienza a confiar en los desconocidos demasiado rápido. Eso es algo tierno, muy estúpido, pero tierno de alguna manera. Esta joven derrama dulzura e inocencia, ambas son cualidades que considero inútiles pero en ella resultan atractivas, de alguna forma. No lo puedo creer, Kagome me agrada de una forma... especial.

Es extraño que ambos soñáramos juntos. Eso debe significar algo. No es que quiera creer que estamos predestinados a estar juntos o alguna bobada de esas, pero quizás algo extraño ocurre entre nosotros, algo de lo que pueda tomar ventaja. Aunque, pensándolo bien, ¿Qué utilidad puede tener esta muchacha? No posee ni una pizca de astucia o maldad, es demasiado buena, lo que para mí significa inservible.

Sin embargo, despierta mi curiosidad como nadie logró hacerlo nunca. Por eso quiero pasar tiempo con ella… no hay ninguna otra razón.
Eso ni yo me lo creo. Tengo que dejar de manipular a la gente, ya llegué al punto en el que intento engañarme a mi mismo. Pero ya no funciona, es evidente que me gusta esta chica. No sirve de nada mentirse a uno mismo, si uno hace eso no es posible evitar el problema. Ahora que detecté este “sentimiento” puedo extirparlo de mi cuerpo antes de que sea peor. Por que yo voy a evitar enamorarme, no volveré a caer en la trampa de esa emoción que parece una enfermedad, más bien. No importa lo hermosa, buena, simpática, dulce o amable que sea Kagome, yo voy a dejar de pensar en ella, de querer besarla y acompañarla.
Si esto es verdad, ¿Por qué diablos me ofrecí a acompañarla a su casa? Realmente no lo sé, ya no me entiendo.
Al menos sigo teniendo un poco de control sobre mi mismo, hoy pude besarla y no lo hice, es algo ¿no? Eso espero, no quiero caer tan bajo como para enamorarme de una muchacha al segundo día de haberla visto. No importa que sea la chica de mis sueños, literalmente.

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Kagura

– Como lo odio... –mascullo por lo bajo, ni siquiera me atrevo a decirlo en voz alta, aunque estoy en la “seguridad” de mi casa.

La verdad es que mi casa es todo menos seguro. No en el sentido de que entran ladrones o cosas por ese estilo sino que, si fuera por mi, estaría muy lejos. Pero no soy libre, solo soy una esclava de mi padre, Onigumo, un peón en su juego.

No entiendo porque me quiere casar con Sesshomaru. Yo estoy locamente enamorada de él y todo eso pero sé que no lo hace para cumplir mis deseos. No tiene sentido, mi familia tiene mucho más dinero que los Taisho, ellos apenas y nos llegan a los talones. Obviamente no lo hace por dinero, pero no encuentro otra razón, y sé que la hay, mi padre no deja nada al azar y todo lo hace por un motivo.

Lo detesto con todo mi corazón. Odio ser manipulada, quiero ser libre de hacer lo que quiera sin tener que seguir órdenes de nadie. Siempre debo obedecer a Onigumo o a Naraku, aunque, pensándolo bien, ellos son como uno solo. Son iguales: calculadores, fríos, crueles y malvados. La sangre es fuerte.

Por suerte, yo me parezco más a mi madre en carácter. Sin embargo, creo que no es suerte, teniendo en cuenta su situación… pero bueno, cualquier cosa antes que ser una Onigumo mujer.

Suspiro profundamente y me pregunto cuando cambiará mi suerte. Casi preferiría ser fea y pobre pero libre antes que ser lo que me tocó.

Lo peor de todo es que me hacen quedar muy mal con Sesshomaru. Yo quiero casarme con él, en un futuro, pero gracias a los planes de mi padre probablemente eso nunca ocurra. Sesshomaru me odia, como yo odio a mi familia.

Es extraño que Sesshomaru no quiera casarse conmigo. Digo, soy muy hermosa, tengo mucho dinero, soy simpática e inteligente. Cualquier hombre me rogaría que me case con él, cualquiera menos Sesshomaru. Por eso me gusta, por que él es distinto a todos los demás y no me desea por mi dinero.

Con una sonrisa, me tiro en mi enorme cama rosa de dos plazas pensando en lo perfecta que será mi vida con Sesshomaru. Me estoy quedando dormida cuando alguien entra en la habitación sin tocar haciendo mucho ruido, algo muy desubicado que me molesta mucho.

Sin embargo, me calmo considerablemente cuando veo que es Sesshomaru. Luego me doy cuenta de que no tiene sentido pero, ¿qué puedo hacer? Quizás hasta cambió de opinión y ahora me quiere. La esperanza no se pierde ¿no?

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Kagome


– Dios, ¿por qué acepté volver con Naraku? –me pregunto mentalmente apenas comenzamos a caminar.

Naraku es un idiota pero me puede. No sé si es por los sueños o por alguna otra cosa rara pero la verdad es que me gusta Naraku. Y no es un gusto chiquito, que pasa desapercibido, no, Naraku me encanta.

Ya llevamos diez minutos caminando juntos y ninguno habla. Ni siquiera nos tocamos, estamos bastante distanciados, lo que en parte es bueno porque no quiero volver a caer en su trampa del casi-beso y volver a quedar como una estúpida.

No aguanto más el silencio, tengo que hablar de algo con él, de cualquier cosa.

– ¿Vives muy lejos del colegio?

– No.

– Ahh. –volvemos a quedar en silencio, lo que me molesta así que decido volver a intentarlo–. ¿tienes hermanos?

– Solo una que no sirve para nada.

– ¿Ah si? ¿Cómo se llama?

– Kagura.

– ¿Cuántos años tiene? –no me rendiré, Naraku no me volverá a ganar.

– Dieciocho.

– ¿ya terminó la secundaria?

– Esta en eso.

Me pongo frente a él y coloco mi mano en su pecho, parándolo para que me escuche claramente. Estoy furiosa pero me sonrojo por lo atlética que es su abdomen. Solo espero que crea que es por el enojo.

– Basta. ¿Puedes aportar algo a la conversación?

– ¿Y que si no quiero? –vuelve su sexy sonrisa torcida. Se está burlando de mi.

– En ese caso prefiero irme sola.

Me alejo de Naraku de forma apresurada, cansada de él. Por unos segundos pensé que no me iba a seguir y que podría tener un poco de paz. Sin embargo, luego escucho unos pasos rápidos que me siguen y noto una mano en mi hombro. Me doy vuelta y veo a Naraku sonriendo. Parece que mi enojo lo hace feliz. Que imbécil.

– Está bien, tienes razón, hablemos. –le sonrío ilusionada y abro la boca para hablar pero me corta velozmente–. Pero no aquí, ¿qué te parece si vamos a mi casa? Queda a solo unas cuadras de aquí y allí podremos hablar tranquilos de lo que tu quieras.

Lo pienso unos segundos, ¿de verdad quiero pasar más tiempo con él? La respuesta es que sí, Naraku me intriga y gusta demasiado. Es tan raro, él y mis sentimientos. Creo que yo misma, incluso soy extraña.

– ¿Qué más da? –contesto y Naraku me sonríe.

Ya no creo que vaya a pasar algo entre nosotros, todo se volvió muy extraño. Además, quiero conocer su casa, debe ser hermosa, no puedo rechazar su invitación. Ni tampoco quiero hacerlo.

– Vamos.

Sigue caminando y me deja atrás por lo que tengo que correr para alcanzarlo. Cuando estoy a su altura, tomo su mano. Mi excusa es que lo hago para no volver a quedarme atrás. La verdad es que me gusta sentir su tacto, es extraño, como tranquilizante y estimulante a la vez. En algún momento entre ayer y hoy me convertí en toda una contradicción.

Naraku se sorprende pero no parece molesto. Es mas, sonríe y seguimos el camino en silencio. Naraku volvió a ganar, me calló.

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En una enorme habitación de princesa, una hermosa muchacha de ojos rojos observa atónita a un hombre de cabello plateado y rostro inexpresivo.

Kagura está ilusionada, piensa que su amor, Sesshomaru, finalmente ha aceptado las órdenes de Onigumo y se casará con ella. Nada más lejos de la verdad y ella misma en el fondo lo sabe.

Sesshomaru está furioso aunque su cara no lo demuestre. Se enteró que su gran enemigo Onigumo había mandado unas cartas a toda la clase alta de Tokio anunciando su supuesto compromiso con su malcriada hija. El mayor de los Taisho se sentía indignado y muy enojado, Onigumo le había tomado el pelo. Sesshomaru aun no entendía que pretendía el Sr. Sasaki con aquello pero, por una vez, se dejo llevar por sus emociones y acabó en la casa de sus adversarios en búsqueda de respuestas. Y venganza.

– Sesshomaru. –Kagura pronuncia dicho nombre de una forma insinuante, lo que lo enfurece aun más.

– ¿Qué significa esto?

Sesshomaru le tira una carta arrugada a la cama donde está recostada la muchacha. Kagura agarra el papel con recelo y lo lee. Frunce el ceño, desconcertada y mira con ojos de cachorro a Sesshomaru.

– No tengo ni la más mínima idea de que es esto. –dice la verdad, pero su forma de ser (y su familia) hace que no le crea, lo que satura a Sesshomaru.

– ¿Niegas haber participado en el envío de estas cartas?

– Si. No sabía que las hubieses mandado.

Esa fue la gota que rebalsó el vaso.

– Yo no las mande. –dice despectivamente de una forma amenazante–. Yo nunca me casaré contigo, metete esa idea en tu cabeza y acéptalo de una maldita vez.

– Pero Sesshomaru… –Kagura se encuentra en un estado de shock, no entiende nada.

– Deja las estupideces, no quiero saber nada de ti. Tu y tu padre me tienen harto, ya no los voy a soportar, no me interesa que sea el socio de mi padre.

Kagura se acerca a Sesshomaru e intenta tocarle la mejilla. Ella no tuvo nada que ver con esas cartas y no quiere seguir escuchando lo que su “prometido” le hecha en cara.

– No te acerques, solo sabes seguir las ordenes de Onigumo, la persona mas despreciable del mundo. No sirves para nada.

– Sesshomaru. –llora Kagura con los ojos húmedos–. Por favor…

– No quiero saber nada de ti o de tu familia.

– ¡Yo no tuve nada que ver! –Kagura estalla en sollozos pero Sesshomaru no se ablanda, es más, se vuelve más inhumano–. Yo te amo Sesshomaru, por favor, no me trates así.

– Eres despreciable, al igual que toda tu familia.

Dicho esto, el joven de ojos dorados da media vuelta y se marcha de la habitación de Kagura dejándola llorando. Sabe que fue muy duro con la chica pero no quiere soportarlos más. Los Sasaki solo dificultan su vida, son escorias que necesitan ser exterminadas.

Eso es justo lo que piensa cuando ve entrar a Naraku, el hijo de Onigumo, con
Kagome, la hermosa muchacha que había ayudado el día anterior.


BellaLuna: ¡BellaLuna! Acá subo el capítulo, no quiero que sigas con la depresión... Espero que te guste el capítulo, en este no hay pelea pero ya va a llegar :D Muchisimas gracias por tu comentario y los ánimos que siempre me das, sos un amor !
Fully blood: Muchas gracias por tu comentario Fully :) Es verdad, son muchas chicas para Sesshomaru pero es que me sentía mal si la dejaba a Rin fuera de la historia xD Igualmente es amor platónico, siete años es mucha diferencia de edad x3 En el próximo capítulo va a haber rivalidad entre Naraku y Sesshomaru, no te preocupes :] Gracias por tu comentario y por tus ánimos, espero tu comentario!
Iza-chan: Tienes razón Iza, tengo un problema con los tiempos verbales... Ahora voy a hacerlo siempre en presente, creo que es más fácil y no tiene tantos acentos xD Si, Inuyasha ya no va a tener protagonismo, releyendo la historia parece de relleno u.u pero no lo podía dejar fuera, me sentía mal sino x3 Bueno, Sesshomaru apareció en este capítulo, al menos, el tema es que se me complica juntarlos porque Sesshomaru ya terminó el colegio ¬¬ pero ya me las voy a ingeniar :D En el próximo capítulo, además de una pelea, va a haber algo de SesshxKag. Gracias por tu comentario amiga!!

 

¡Hola queridos lectores! Acá les dejo el próximo capítulo, dedicado a todos ustedes como regalo de Navidad (?), a Demian por sus super comentarios y a mi hermanito Mateo que cumple un año ^-^
En fin, muchísimas gracias por sus comentarios y espero que les guste este capítulo, algo corto, pero es lo que hay ._.


Capítulo 14


Kagome.

– Por Dios, que suerte la mía. –mascullo de mal humor rodando los ojos.

Es increíble, acepto ir a la casa de Naraku (solo por curiosidad…) y ¿qué me encuentro? A Sesshomaru, ese chico tan sexy y frío con el que tenía pensado hablar al llegar a mi casa. No puede ser que todos se conozcan, ¿qué pueden tener en común estos dos? Encima la cara de Sesshomaru es la de un asesino, parece que va a haber problemas. Ni un día de mi vida puede ser tranquilo.

– Sesshomaru, ¿qué haces aquí? –Naraku se ve molesto, quizás quería estar solo conmigo, o, lo más probable, simplemente odia a Sesshomaru demasiado–. ¿Acaso ya has aceptado casarte con Kagura?

¿Kagura? ¿Qué tiene que ver esa chica aquí?

La cara de Sesshomaru esta exactamente igual a como la recordaba: con una hermosura glacial. Sin embargo, sus ojos ambarinos se tornan… rojos, o eso parece.

– ¿Eres imbécil o que? –es extraño que insulte con la misma voz carente de sentimientos, es como si no tuviese sentido.

– No, ¿por qué lo dices? –Naraku no se ve molesto, parece más curioso que otra cosa por escuchar pelearlo.

– Sabes muy bien que desprecio profundamente a toda tu familia y que no quiero tener relación con ustedes.

– ¿Entonces qué haces aquí? –Naraku maneja increíblemente bien todo, parece no dejarse llevar por la discusión.

– Vine a aclarar ciertas cosas con tu hermana. –dice impasible para luego mirarme por primera vez–. ¿Tu qué haces aquí? ¿No deberías hacer reposo?

– Eh, no, es que ya me siento bien… –realmente me siento nerviosa, sus ojos son demasiado penetrantes y, además, no me gusta que me vea con Naraku por razones obvias.

– Lo que tu digas, solo espero que no me hayas hecho gastar plata en el médico para que luego te la pases caminando sin pensar en tu pie. –me sonrojo porque tiene razón pero no digo nada.

– ¿ustedes se conocen? –inquirió Naraku extrañado y con desagrado de repente.

– ¿Te molesta?

– No, por supuesto que no.

– Claro. –Sesshomaru esboza una media sonrisa orgullosa mientras rebaja con la mirada a Naraku, este lo imita y se ve enojado.

– Eh, bueno, yo me voy. –digo cortando el silencio, ansiosa por irme de esa extraña situación.

Naraku me mira primero sin entender mientras que a Sesshomaru parece no importarle.

– Haz lo que quieras. –Naraku da media vuelta y se va, dejándome incómoda y sorprendida en la entrada de su casa.

– Adiós. –Sesshomaru baja las escaleras de la entrada y yo me quedo parada allí, sin saber que hacer.

– ¡Espera Sesshomaru!

Salgo de la casa rápidamente y lo agarro del brazo antes de que se suba a un automóvil. ¿Para qué? la cara con la que me observó solo puede describirse como asesina y me hizo retroceder un poco por miedo. Evidentemente no le gusta que las chicas casi desconocidas lo toquen, pero, que yo sepa, mis manos no queman.

– ¿Qué quieres? –siempre el mismo tono de voz gélido, no sé como lo hace.

– Em… ¿yo? Nada. –retuerzo mis manos nerviosamente sin saber que decir.

– No me hagas perder tiempo, adiós. –abre la puerta de su auto (uno lindo negro que desconozco la marca, eso pasa por no prestar atención a los hermanos) y me da la espalda.

– ¡No, aguarda! –me dedica otra mirada homicida, respiro profundamente y continúo–. ¿Puedo volver contigo?

Me gustaría aprender a callarme de vez en cuando, o al menos pensar antes de hablar, así me evitaría escenas vergonzosas como esta. Sesshomaru me mira por unos segundos, pensando en mi desesperado ofrecimiento por estar un rato más con él. Cuando ya me resigno a un rechazo Sesshomaru da media vuelta y abre la puerta del asiento del copiloto, dejándome atónita.

– Vamos, entra, no tengo mucho tiempo.

Muy contenta, doy la vuelta, entro al auto y le regalo una sonrisa radiante, una que no es correspondida pero eso ya no me molesta, aparentemente él es así. Quizás por eso me atrae, él es distinto a todos.

– Gracias.

No responde mientras arranca el auto, siempre con la mirada al frente, prácticamente ignorándome, lo cual dejo pasar, me está llevando a mi casa, al menos.

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Kouga

Dios, esto de ignorar a Kagome no esta funcionando… al contrario parece que ni le importa. Encima tengo que pasar tiempo con Ayame, no tengo nada en contra de ella, es una chica muy hermosa y simpática, es solo que me cansa que este encima mío todo el santo día.

Lo sé, cualquier chico en mi lugar estaría encantado de recibir atenciones por parte de una chica tan linda como ella pero, con el tiempo, te termina hartando. Nunca podría pasar nada serio entre nosotros, solo la veo como a una amiga.

Kagome es la única para mí, haría todo por ella, hasta pasar días enteros soportando los interminables monólogos de Ayame sobre cosas sin sentido. Bueno, lo admito, no la escucho, solo asiento pero parece que no me pierdo de nada.

Suspiro y sigo caminando hacia mi casa. Quizás en la tranquilidad de mi hogar se me ocurra un buen plan para conseguir su amor. ¿Por qué todo es tan difícil? Desearía que la solución cayese del cielo…

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Inuyasha

Bueno, al menos Kikyo me está dando una oportunidad de explicarme, realmente no la quiero perder, digo, ¡es el amor de mi vida!

– Habla Inuyasha, no tengo todo el día. –su actitud fría vuelve y me entristece ser la causa.

– Mira, Kikyo lo siento. –me siento en su cama a su lado y le agarro una mano, intentando ablandarla–. Sé que estas muy enojada y decepcionada conmigo pero quiero explicarte porque actué así ayer.

– Adelante. –Kikyo se aleja de mí pero al menos me escucha.

– Tú más que nadie sabes perfectamente que soy un poco impulsivo.

– ¿Un poco? –me regala una media sonrisa y se la devuelvo contento solo para causar que esta se borre.

– Bueno, demasiado. –suspiro y me estiro contra la pared–. Es solo que no pude contenerme, verlo entrar tan tranquilo luego de causar semejante pelea…

– Pero tú sabes bien que no fue su culpa. –me reprende y yo me pierdo en sus ojos negros.

– Si, bueno, en el momento lo olvidé. Lo siento.

– Está bien Inuyasha no hay problema. –su cara se ve resignada y eso me asusta–. Así eres tú, no puedo cambiarte.

– ¿Qué quieres decir? –me acerco más a ella y busco sus ojos, los cuales huyen de mi continuamente.

– Creo que no podré soportarlo más. –deja de mirar sus blancas y delicadas manos para posar su triste mirar en mi–. Creo que debemos terminar.

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Miroku

– ¿Cómo te sientes, amor? –me pregunta una Sango muy preocupada, no entiende que ya me encuentro bien.

– Sango, ya te lo dije veinte veces, ¡estoy bien!

– Bueno, no me grites así. –frunce el ceño y me da la espalda, ofendida.

Suspiro, son insoportables las mujeres, no se puede decir nada sin que se enojen. A veces me pregunto para que existen pero luego las miro y me doy cuenta: simplemente son hermosas. Bueno, la mayoría para mí, claro.

– Perdóname, se que lo haces solo porque estas preocupada. –le agarro la cintura y le doy un beso en el cuello.

Suelta con risita, se da vuelta y me besa. Me dejo llevar, tanto que mi “mano maldita” acaricia ciertas partes del cuerpo de mi novia que, según ella, no debería tocar. Lo sé pero es inevitable.

– ¡Miroku! –grita mientras me pega una cachetada, que realmente duele, y se aleja de mi enojada.

– Sanguito, no te enojes. –le suplico y ella me fulmina con la mirada–. Sabes, estoy convaleciente, no deberías pegarme o enojarte conmigo.

– Caradura. –masculla luego de bufar.

Sale de mi habitación sin decirme nada más y comprendo mi error. Sango se enojó, lo cual no es raro, y mañana tendré que rogarle perdón mil veces por tocarla. Yo no entiendo, somos novios, creo que tengo derecho pero bueno, ella es así supongo.

Suspiro y me tiro a en mi cama pensando en el complicado día de mañana.

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Naraku


– ¿De donde se conocen esos dos? No tiene sentido. –pienso mientras subo a mi habitación.

Estúpido de Sesshomaru, siempre tiene que arruinar todo, no sirve para nada el muy imbécil. Se merece tener que casarse con la inútil de mi hermana, quizás así los Taisho aprendan a no meterse con los Sasaki. Siempre metiéndose en nuestro camino, intentando arruinar nuestros planes… entiendo por que Onigumo les hace esto, es pura y simple venganza contra Inu No e Irasue.

¿Por qué tuvo que aparecer justo ahora ese idiota? Estaba todo tan bien, estoy seguro de que la hubiera pasado bien con Kagome, esa muchacha es algo insoportable pero es muy hermosa y me atrae. Además es divertido hacerla enojar.

Bueno, supongo que tendré que esperar para poder volver a verla y pasar tiempo con ella. No es un problema, estoy seguro que ella sola vendrá a buscarme, se muere por mí la pobre, aunque claro que eso es inevitable y perfectamente compresible. Yo no la extraño, por supuesto que no… ¿qué extrañaría de ella? Nada, por supuesto.

Tengo cosas que hacer, mejor ocupo mi mente en ese pequeño negocio mío y dejo de pensar en ella por lo menos por un momento. A veces no me entiendo ni a mi mismo, no puedo creer lo que pienso.


Kagome

– Ponte el cinturón. –eso fue lo único que me dijo desde que entré al auto.

Es increíble lo incómodo que puede estar alguien en silencio. Así pasan minutos y yo comienzo a desesperarme, realmente me gusta y quiero conocerlo más.

– Lindo auto –comento intentando sacar conversación– ¿qué modelo es?

– Un Audi A5 del 2009. –sonríe orgulloso de su auto, la verdad que es una belleza, parece una nave espacial y es muy cómodo.

– Debió de costarte mucho.

– Si, no fue fácil conseguirlo pero mi padre tiene muchos amigos.

– Claro. –la verdad que yo no entiendo de autos pero este Audi es, desde ahora, mi favorito. Me pregunto cuanto habrá costado aunque no estoy tan confianzuda como para preguntárselo.

Nos quedamos en silencio mientras sigue manejando, lo cual hace muy bien. No me pide direcciones, parece que tiene una muy buena memoria ya que recuerda donde queda mi casa.

– ¿Tienes hermanos? –me imagino un mini Sesshomaru, completamente adorable y sonrío.

– No.

– Ahh, ¿no te aburres solo?

– No. –repite monótonamente.

– Yo tengo dos hermanos, uno más grande y otro más chico que está de viaje. –suspiro, de verdad que extraño a Souta.

Sesshomaru no dice nada, hoy parece que nadie tiene ganas de hablar. Suspiro y me apoyo contra la ventana mirando las calles y casas.

– Ya llegamos. –asiento y dudo en abrir la puerta. A pesar de lo aburrido que fue el viaje, quiero pasar más tiempo con Sesshomaru.

– ¿Quieres pasar? –le sonrío sonrojada y me mira sin expresión–. Solo por un rato, claro, no queremos que pierdas mucho tiempo, ¿no?

– Bueno. –me sorprende mucho, pensé se iba a negar pero me alegra que no lo haga.

Estaciona el auto y bajamos, caminando a mi casa, Sesshomaru serio y yo con una gran sonrisa.

Fin capítulo 14.

¡Gracias por leer! Espero sus comentarios (cero presión...)
¡Saludos! Los quiero (L)


PD: Acá en Argentina la escuela secundaria (o polimodal) se termina a los 17 o 18 años según el cumpleaños, luego podes ir a la universidad, etc. era solo una aclaración :)