Danganronpa Nuestro Secreto [Rantaro & Tenko]

Un pequeño fic que se me ocurrió hace un tiempo. Situado esencialmente en el Capitulo 1 de V3, luego del evento especial de Kaede y Rantaro (no spoilers).

¡Espero les guste!

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Nuestro Secreto
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Rantaro Amami se consideraba a si mismo inteligente. No excesivamente brillante, sin duda, pero ciertamente ingenioso. Aún así, no estaba seguro de cual sería la mejor forma de reaccionar ante la situación en la que se encontraba.

—¿Tenko? ¿Hay algo en lo que pueda ayudarte? —preguntó el chico de talento desconocido con amabilidad.

—¡Cállate, degenerado! —exclamó la maestra de aikido inmediatamente—. ¡¿No ves que estoy en crisis?! ¡Pedir un favor a un degenerado va en contra de todo lo que está bien en este mundo!

El muchacho suspiró. Habían pasado ya alrededor de diez minutos desde que Tenko había golpeado la puerta de su dormitorio. Sorprendido, él abrió la puerta y la recibió en el umbral, preguntando en qué podía ayudarla. Y desde entonces, Tenko había permanecido callada, a punto de decir algo más de una vez... pero luego manteniendo silencio, como si un debate furioso entre callar y hablar estuviese teniendo lugar en su interior.

Pero ya el constante silencio comenzaba a volverse incómodo para Rantaro, de modo que el chico suspiró y se volvió hacia el interior de su habitación.

—Si no necesitas nada, tengo algunas cosas que hacer, así que...

—¡No, no, espera! —gritó la chica. Tras verlo detenerse, Tenko suspiró, tomó una fuerte bocanada de aire, y soltó una única frase en un tono de voz muchísimo más bajo que lo que jamás la había escuchado—. Necesito tu ayuda.

—Claro, sólo dime en qué puedo servirte —replicó él. Se imaginaba que ella necesitaba algo; le era imposible imaginar qué, pero nunca había tenido intención de negarse.

—Primero debes prometer que será un secreto —ordenó Tenko—. Si alguien se entera que solicité la ayuda de un hombre, mi honor se verá severamente manchado.

—No creo que nadie piense eso —dijo Rantaro, dejando escapar una leve risa—. Pero si eso ayuda a mantener tu honor, no veo cómo puedo negarme. Lo prometo; será nuestro secreto.

—Je, me gusta ver a un degenerado que comprende su posición —aseguró la joven. Luego volvió a tomar aire, como para darse fuerzas, y prosiguió a revelar lo que necesitaba—. Muy bien, es momento de decirlo entonces. Y si me entero que le cuentas esto a alguien, no debo ni siquiera explicarte lo que te sucederá, ¿de acuerdo?

—Ya lo dije, lo prometo. No quisiera provocar la ira de una maestra de aikido, ¿verdad?

—Estás en lo correcto —asintió Tenko—. Verás, yo... estaba hablando con Kaede durante el almuerzo, y noté algo distinto. Sus uñas... estaban... ¡estaban bellísimas! Me fascinó su hermoso color, y la forma en que se complementaba con su piel. Simplemente deslumbrantes... le pedí que hiciera lo mismo con las mías, pero para mi sorpresa fue alguien más quien hizo ese bonito diseño...

—Culpable —admitió Rantaro, levantando una mano y sonriendo—. ¿Solamente es eso? ¿Quieres que decore tus uñas, Tenko?

—¡Más te vale que no te estés burlando de mi, degenerado!

—No, no; me refería a que si es sólo eso lo que necesitas, es bastante simple, y algo que ciertamente haré con gusto —aceptó el joven amnésico—. Hacía esto siempre para mis hermanas; no es algo muy complicado para mi.

—Oh... —musitó la artista marcial con un dejo de vergüenza—. Bueno, entonces... ¡no hay momento como el presente! ¡Vamos!

—Bien. Te invitaría a hacerlas aquí en mi habitación, pero...

—¡Ni en tus sueños, degenerado!

—Eso imaginé —suspiró el muchacho—. ¿Qué tal si vamos al Salón de Juegos en el sótano? Allí fue donde hice las uñas de Kaede.

—Sí, me parece un lugar adecuado, ¡acepto! —exclamó Tenko, dando media vuelta y comenzando a marchar hacia allí. Sin embargo, se detuvo antes de que dejaran el área de los dormitorios—. Eres sorprendentemente amable, para ser un hombre degenerado. ¿Estás seguro de que no eres en verdad una chica?

—Creo que no, lo siento —rió Rantaro, siguiéndola en dirección al exterior.

Tenko era ciertamente impulsiva y un poco violenta... pero él estaba seguro de que era honesta. Así que decidió que la ayudaría y guardaría este secreto entre ellos...

Aunque probablemente no duraría mucho cuando el resto de sus compañeros notase el llamativo diseño que iba a terminar haciendo en las uñas de la maestra de aikido.