Nuestro matrimonio... ¡es un secreto! [Neji/Tenten]

Hola a todos xD sé que tengo muchos fanfics de los cuales ocuparme pero... D:! es que me surgen ideas y no puedo dejarlas pasar de largo *w* así que pues les traigo OTRO fanfic NejiTen, '--¬'
espero que les guste :'D

Autor: hyuggaTenTen.
Título: Nuestro matrimonio... ¡es un secreto!
Fandom: Naruto.
Pareja: Neji/Tenten.
Tipo: Long-fic.
Clasificación: M (16+)
Género: Romance/lime/drama
Advertencias: Este sólo es el prólogo, pero en los capítulos -no en todos- habrá situaciones no explícitas, pero al fin al cabo de tema adulto.

Nuestro matrimonio... ¡Es un secreto!​

Prólogo

Hola a todos. Mi nombre es Ama Tenten, bueno, en realidad ese era mi nombre hasta que cumplí quince años; y no es que esté muerta ni nada por el estilo, es simplemente que mi apellido cambió, ¿por qué? Bueno... me da algo de penita decirlo pero... me casé. Sé que lo que están pensando ¿¡Cómo pudo casarse tan joven!? Ya varias personas me lo dijeron, pero no me importa, yo soy feliz.

Hoy en día tengo veintisiete años, terminé mi carrera y por fin tengo la familia que siempre quise formar. Pero para conseguirlo, tuve que pasar por ¡muchísimas dificultades y problemas! Enserio... Incluso hubo momentos en que quise tirar todo por la borda. Esta es mi historia, una que hasta ahora, creo que no ha llegado a su final.

Toda esta loca historia comenzó a mis catorce años. En ese entonces estaba cruzando el segundo año de secundaria; era una niña bastante alegre y jovial, me gustaba mucho practicar cualquier deporte e incluso las artes marciales.

Puedo recordarlo a la perfección. A mitad de curso nuestra profesora de ciencias renunció, aunque nunca supe porqué; en fin, no pasó mucho para que un nuevo profesor ingresara. Se presentó como Hyuuga Neji; él era bastante atractivo y joven, tenía veinte años, y sé que suena imposible que alguien de esa edad esté desenvolviéndose como profesor; pues bien, Neji era la excepción, ya que desde pequeño demostró tener un coeficiente intelectual superior, por lo que lo consideraron un genio y lo saltaron muchos grados escolares; supongo que eso explica el porqué terminó su carrera tan joven.

En fin, Neji se convirtió en nuestro nuevo docente. La mayoría de las chicas, si no es que todas, babeaban por él, y sí, admito que a mí también me atrajo su físico automáticamente, pero todas mis expectativas e intereses por él se rompieron casi automáticamente después de conocerlo, ya que su fría y apática actitud me cayó de la patada.

Fue algo curioso. Todas las alumnas trataban a Neji como a un ser ‘divino’, y él las trataba a todas de una manera totalmente indiferente, simplemente abarcando su rol de profesor. Por mi parte, yo fui la única en toda la escuela que lo aborrecía, y claro que nunca le di un trato especial, es más, me atrevo a decir que fue el maestro que más mal traté de todos los que me daban clase en secundaria; y claro que eso no pasó desapercibido por él, por lo que su actitud hacia mí, también comenzó a ser dura y más fría de lo normal.

Sin duda alguna era odio y apatía mutua. Nunca nos llegamos a decir nada, pero varias veces sentí cómo me fulminaba con la mirada, por lo que yo le respondía de la misma manera. Nos clavábamos el cuchillo por la espalda, pero no teníamos otra opción, ya que ambos nos debíamos “respeto” al estar unidos como ‘alumno y profesor”.

Esta actitud nuestra duró lo que restaba el periodo escolar, pero... las cosas pronto nos dieron un giro de ciento ochenta grados.

Durante el viaje escolar de fin de año; por diversas cosas de la vida y giros del destino, Neji y yo, después de haber caído al océano desde un acantilado –por mi culpa– quedamos atrapados en una caverna olvidada a las orillas del mar. Tuvimos que pasar toda una noche juntos, y lo peor del caso, es que dormimos casi abrazados, ya que debíamos mantenernos calientes, o sino corríamos el riesgo de enfermar de hipotermia.

Creo que ese suceso fue el detonador entre nosotros. Ya que tuvimos mucho tiempo para conversar; me di cuenta que él no era del todo el sujeto apático, engreído y arrogante que yo creía, sí era una persona seria y algo fría con quienes no conocía, pero aún así... no sé, algo en mí nació ese día; su mirada lunar mantenía una barrera la cual yo me empeñé en destruir, y aunque en ese momento yo no lo supe, él también desarrolló sentimientos hacia mí.

Todas las vacaciones de verano me la pasé debatiendo contra mí misma acerca de mis sentimientos hacia él; y cuando regresé a la escuela a cursar el último año de secundaria y lo vi... No me quedó de otra más que admitir que me había enamorado de mi profesor. Eso me hizo caer en depresión, es decir, ¡yo era su alumna! Y para colmo seis años menor que él; me resigné a creer que tenía cero posibilidades y enterré mis sentimientos en lo más profundo de mi corazón.

Todo fue en vano, conforme iba pasando el tiempo Neji se empezó a acercar un poco más a mí, aunque con mucha discreción, nunca nadie hubiera podido sospechar algo. Pero todo eso ocasionó reacciones en mi; nuevamente el amor que con mucho trabajo escondí salió a flote, y un día, sin poder aguantarme más, esperé a que todos los alumnos salieran al receso, y una vez que estuve a solas con él en el salón... Le planté un beso.

Al principio sentí cómo Neji se estremeció, pero a los pocos segundos correspondió. Fue en ese momento cuando me di cuenta que mis sentimientos eran mutuos, aunque como me lo esperaba de Neji, al ser tan cabeza dura, después del beso negó todo y se distanció de mí por un tiempo.

Fueron tiempos de mucha tristeza para mí, todos los días me la pasaba deprimida. Le conté a mi madre lo sucedido, ella era muy comprensiva y sabía que no diría nada. Ella me dijo que debía entenderlo un poco; pues ¿qué pensarían sus superiores si se enterasen que lleva una relación sentimental con una de sus alumnas? Mi madre tenía razón, y mucha, por lo que decidí escribir una carta a Neji, disculpándome por mi inmadurez, diciéndole que por fin lo había podido entender, y que estaría esperándolo hasta que él estuviera listo.

Sinceramente yo no esperaba recibir nada con aquella carta, pero... las cosas salieron muchísimo mejor a lo que pude haber pensado. Esa misma tarde Neji llegó a mi casa, recuerdo que mi corazón me empezó a latir como nunca, es más, yo creía que se me iba a salir. Lo invité a cenar, y a la hora de hacerlo, él se presentó ante mis padres, y les pidió permiso para casarse conmigo.

¿Creen que fue precipitado? Tal vez, pero sabíamos muy bien que el amor que teníamos era muy difícil de mantener, tanto por nuestra edad, y tanto como el rol que cada uno elaborábamos en nuestra vida cotidiana. Por eso Neji pensó que si nos casábamos, el peso que cargaríamos sería menos, ya que la sociedad no puede decir nada si la pareja está casada, sin importar que uno siga estudiando y que el otro trabaje.

Naturalmente mi padre se opuso de inmediato, pero con la ayuda de mi madre, y largas horas de plática terminó accediendo, aunque puso una condición: “No puedes tocar a Tenten hasta que ella cumpla la mayoría de edad”, nos pareció justo, así que aceptamos; total, yo no tenía pensado perder mi virginidad hasta ser mayor.

Cumplí quince años, llegó el fin del año escolar, y ese mismo verano nos casamos.

Todo parecía estar normal. Me tuve que salir de esa escuela puesto que no tenían preparatoria, y eso era lo mejor, así Neji ya no sería mi profesor. Pero al parecer la vida dijo que las cosas entre nosotros no podían ser tan sencillas, así que nos jugó una trampa.

Despidieron a Neji de la escuela secundaria, ya que se enteraron de nuestro casamiento, aunque nunca supimos cómo. Pero el punto es que el chisme se expandió por todo la escuela, así que los directivos consideraron a Neji un “mal ejemplo para todos” y sin más remedio lo botaron.

Bueno, no había nada que hacer, él estaba dispuesto a conseguir otro trabajo, pero de un momento las cosas dieron un ¡cambiazo! A Neji le ofrecieron un nuevo empleo, ¿se pueden imaginar dónde? Sí, exactamente, fue contratado en la misma preparatoria a la que yo ingresé. ¡Vaya la redundancia! Volvimos a hacer maestro y alumno, y definitivamente ¡nadie! Podía enterarse de nuestra relación.

Fue desde ahí que mi vida cambió. Nueva escuela, nuevo esposo y nuevos problemas, pues ¿qué pasaría si de repente me aparece algún pretendiente? O ¿si una maestra comienza a insinuársele a Neji? No lo sé, miles de cosas pasaron, pero algo estaba muy claro, la confianza sería lo único que podría salvar nuestro amor, porque definitivamente ¡celos! No podíamos mostrar, ya que... Nuestro matrimonio... ¡es un secreto!

 

Hola lectores :3 aquí les traigo el primer capítulo de mi fanfic. Quiero dar gracias a todos los que leyeron y comentaron el prólogo :'D por ustedes les traigo el capítulo.

Nota: Aquí aparecen dos personajes no muy conocidos en la serie.

La pimera Sari (imagen aquí) Ella es una Kunoichi de la aldea de la arena, sale a finales de la primera temporada y durante el rescate de Gaara en Shippuden.

La segunda es Shiho (imagen aquí) Ella forma parte del escuadrón que resuelve códigos. Sale en los capitulos después de la muerte de Jiraya, donde quieren descifrar el código que deja antes de morir en una nota.

Advertencia: Recuerdo que este fic tiene contenido adulto no explícito. En este capítulo hay un lime ligero. Queda a decisión del lector leerlo o no.

Capítulo 1. Primer día de clases, primeros problemas

Abrí mis ojos. Con mucho cuidado me levanté para no hacer ruido. Me di una ducha rápida y me puse mi uniforme, consistente de una falda azul hasta la rodilla, playera blanca con corbata roja, suéter rojo, calcetas y mis zapatos negros –aunque éstos últimos no me los puse, pues dentro de la casa sólo usamos pantuflas–. Peiné mi cabello como usualmente lo hago, y después de eso descendí para hacer el desayuno.

—Bien... Haré mi mejor esfuerzo —murmullé animada mientras me ajustaba mi mandil.

Las vacaciones de verano concluyeron y con ello comenzó el siguiente curso escolar. Estaba algo nerviosa, pues era mi primer día de clase, y por lo que me enteré, Neji sería mi profesor de matemáticas.

Las clases empezaban a las siete con diez de la mañana. Decidí levantarme a las cinco y así tener el suficiente tiempo para preparar el desayuno y el almuerzo de ambos.

—Creo que está listo —me dije con felicidad mientras tapaba los obento.

—Buenos días —escuché un saludo.

Mi corazón se aceleró un poco y un leve carmesí se pintó en mis mejillas. Sabía muy bien que Neji y yo estábamos casados pero... No lo sé, aún me ponía nerviosa con su presencia; realmente no habíamos intimidado mucho.

—Buenos días Neji —respondí de la forma más natural del mundo.

Le serví su desayuno, agradecimos por la comida y empezamos a degustar. Neji como de costumbre, no mostraba ninguna emoción, se mantenía serio, callado y tranquilo, ni siquiera me dirigía una simple mirada. Yo por mi parte hacía todo lo contrario, mi cuerpo estaba tenso, como si no pudiera digerir que él fuera mi esposo, y cada cinco segundos le dirigía una mirada fugaz.

—Terminé —anunció mientras se levantaba—. Tengo que irme ya, debo llegar un poco más temprano para registrarme.

Y sin decir otra palabra subió a lavarse los dientes. Me sentía... ¿cómo decirlo? No triste, pero en mi corazón había un vacío, yo esperaba un poco más de cariño entre nosotros, por lo menos una mirada, una caricia, algo... Pero no, Neji no había cambiado casi nada desde que lo conocí, siempre se mostraba probo y circunspecto y muy cerrado con sus sentimientos. Pero bueno... No había nada que hacer, él era así y seguramente tomaría tiempo para que cambiara, además, no podía quejarme, pues él me escogió a mi como su esposa, ¡a mi! De entre tantas chicas lindas me prefirió a mí, y eso era lo que me hacía levantar fuerzas.

—Me voy —me anunció mientras se sentaba en el escalón principal a ponerse sus zapatos.

—Que te vaya bien —contesté con una dulce sonrisa y entregándole su obento.

—Gracias —respondió recibiéndomelo.

Se dio la media vuelta y abrió la puerta, listo para irse. No sé que me pasó en ese momento, pero me sentí algo triste, bajé mi mirada, junté mis manos y permanecí callada... Al parecer se dio cuenta, por lo que se viró y me clavó sus perlados orbes.

Al instante me estremecí y profundicé en su mirada. Nuevamente él no tenía ninguna expresión en especial, simplemente me miraba.

—Hmph —pronunció su monosílabo y esbozó una muy débil sonrisa—. Da lo mejor de ti en la escuela.

Mi cara se iluminó como la de un niño en navidad y asentí con felicidad. Es curioso cómo esa simple oración me pudo levantar tanto el ánimo.

Neji se marchó; eran las seis y cuarto de la mañana, así que aún me quedaban veinte minutos para terminar de arreglarme e irme a la escuela.

Me apresuré a lavarme los dientes y a alistar mi mochila. Guardé mi almuerzo y para matar el tiempo me puse a lavar los trastes que acabábamos de ensuciar.

—Ya es hora.

El tiempo se me agotó. Me puse mis zapatos y rápidamente salí de la casa.

La escuela no me quedaba tan lejos, unas cinco calles, por lo que opté por irme caminando, además aún no tenía coche ni licencia para manejarlo, y tomar el camión me haría perder más tiempo.

Era un día formidable; el sol comenzaba a despertar y casi no había nubes, lo que pintaba que sería una muy buena tarde; el canto de los pájaros resonaba por todos lados y el aire fresco resoplaba un poco.

—Es aquí —sonreí al encontrarme frente a mi nuevo edificio escolar.

Llegué a tiempo, faltaban diez minutos para que las clases empezaran. Me apresuré a entrar, toda la gente se veía muy fresca, todos listos para empezar un nuevo año.

Encontré mi salón, entré y busqué con la mirada un lugar que me agradara para sentarme; cuando lo hice posicioné mis cosas y me senté.

En aquella escuela no había secundaria, por lo que todos los alumnos de primer año de preparatoria eran nuevos, y por tanto nadie se conocía, o bueno, casi nadie.

—Hola —escuché un saludo.

Me giré y me encontré con una castaña de larga cabellera marrón y ojos del mismo color.

—Hola.

—¿Cómo te llamas?

—Hyuu... Eh, quiero decir Ama Tenten —respondí con una ricilla nerviosa—. ¿Y tú?

—Suna Sari —respondió con una sonrisa—. Parece que no conoces a nadie.

—¿Tú sí?

—En realidad sólo a mi hermana, si quieres te la presento.

Al instante llamó a una chica parecida a ella. Poseía cabellera castaña corta y ojos oscuros.

—Matsuri, ella es Tenten.

—Mucho gusto Tenten, si quieres podemos almorzar juntas.

Me sorprendí un poco, aquellas chicas eran muy amenas y alegres, pero me parecieron buenas personas, por lo que accedí.

—Qué raro... —comentó Matsuri—. Hace media hora las clases tendrían que haber comenzado.

—Es cierto —apoyó su hermana.

—Eso es porque nos toca con el profesor Hatake Kakashi —comentó una voz desconocida.

Miramos a la dueña de dichas palabras. Ella era muy linda, su largo cabello blondo lo traía recogido en una cola alta, poseía ojos azulados y mantenía una peculiar sonrisa de orgullo.

—¿Conoces a los profesores? —pregunté.

La chica empezó a reír misteriosa y fingidamente.

—No en persona, pero me gusta estar informada de todo, por lo que me di a la tarea de investigar con alumnos de clase superior.

—Ya veo —respondimos las tres al unísono.

—Claro, porque la cerda es una chismosa.

Por segunda vez escuchamos una voz desconocida. Esta vez se trataba de una muchacha de cabellera rosada y ojos jade, parecía que conocía a la otra chica.

—¡No te conviene hablar frentona! Porque tú eres la primera que anda viendo haber que chisme nuevo hay.

—¡Pero por lo menos no los ando divulgando como tú!

Aquellas chicas entablaron una discusión muy rara, mientras Matsuri, Sari y yo nos mirábamos extrañadas.

—D... disculpen —hablé, pero ellas seguían peleando—. ¡Disculpen!

Ante mi grito pararon en seco.

—¿Cuáles son sus nombres?

—¡Es verdad! Perdona, no me presenté, me llamo Yamanaka Ino.

—Y yo soy Haruno Sakura, es un gusto.

Comenzamos a platicar amenamente. Me sentí muy feliz, aquellas chicas eran bastante divertidas, pero mi momento de tranquilidad se irrumpió cuando sentí una mirada en mí y escuché una voz conocida.

—¡T... tú!

Al instante me giré para encontrarme con ella, quien se acercó rápidamente hacia mí.

—Eres... Tenten-san la espo...

—¡Ah! —grité al tiempo de taparle la boca—. Ho... hola Hinata-san, q... qué increíble coincidencia que estemos en... en la misma escuela.

Sentí cómo el resto de las chicas me miraban confundidas; yo mantenía una ricilla boba y nerviosa sin liberar a Hinata.

—Discúlpenos un momento, hay algo que ella y yo tenemos que hablar —anuncié para después salir corriendo.

Salimos al pasillo y ahí liberé a la joven, quien ya se estaba asfixiando.

—P... perdón Hinata-san.

Solamente la había visto un par de veces en mi vida. El día en que anunciamos nuestro compromiso y cuando fue nuestra boda.

—¿Estás bien? —pregunté angustiada.

—S... sí —respondió mientras recuperaba el aire.

—Disculpa que te haya hecho eso... no quería hacerte daño, es sólo que casi me delatas.

—Perdón... Pero no entiendo, ¿te da vergüenza que sepan que estás casada con Neji nii-san?

Reí un poco —No, no es eso, lo que pasa es que Neji fue contratado aquí, y resulta que es nuestro profesor de matemáticas.

Noté cómo se ruborizó y comenzó a pedirme disculpas con desesperación, yo le dije no pasaba nada.

—Es por eso que nuestro matrimonio debe ser un total secreto. Si alguien se llega a enterar, lo más probable es que lo despidan.

—Entiendo... No diré nada Tenten-san, puedes estar tranquila —me dijo con una dulce sonrisa.

—Gracias, y sabes, no es necesario que le agregues el “san” a mi nombre.

—¿Eh?... Ah... lo mismo digo.

Entramos al salón de clases y casi de inmediato entró nuestro profesor, así que todos tomaros asiento.

—Disculpen la tardanza alumnos, es que me perdí por el camino de la vida.

—Sí, según otros alumnos, esa es una de sus típicas escusas —murmuró Ino por lo bajo.

Lo poco que quedaba de la clase prosiguió con naturalidad. Básicamente sólo tuvimos veinte minutos, por lo que el tiempo pasó volando.

—Bueno eso es todo, tengan un muy buen inicio de año.

Y diciendo eso el profesor Kakashi se retiró, por lo que todos empezamos a platicar.

—Y bien Ino, tú que eres la “experta” en los profesores de aquí, ¿cómo es el siguiente que nos toca? —preguntó Sakura.

—Pues... no lo sé, al parecer es nuevo, así que nadie sabe —respondió.

Sentí una enorme corazonada y eso hizo que me estremeciera.

—siéntense ya.

Mis sospechas se confirmaron al reconocer su voz. Sin duda alguna era él; me sentía sumamente nerviosa, ni siquiera era capaz de verle a los ojos.

—Qué guapo —exclamó Ino por lo bajo y Sakura la secundó.

Tomé asiento y extrañamente noté un aura extraña en todas las chicas. Sus ojos se perdían en la figura del maestro.

—Me presento, soy Hyuuga Neji y les impartiré la materia de matemáticas.

Me armé de valor y alcé mi mirada. Tal vez fue porque estamos conectados, pero en cuanto levanté mi cabeza los ojos de Neji se clavaron en los míos. Quizá fueron sólo tres segundos, pero a mi me pareció un tiempo mucho más largo; los perfectos orbes platinados de él me derretían.

—Hmph —desvió la mirada—. Uno por uno irán diciendo su nombre para que pueda identificarlos.

—¿Le bastará con oírlos sólo una vez para aprendérselos? —preguntó Matsuri alzando la mano.

“Pues pareciera algo imposible, pero Neji es capaz de lograr eso y más” —pensé.

Las presentaciones comenzaron, y cuando fue el turno de Hinata, Neji demostró sorpresa; él era muy bueno disimulando sus sentimientos, pero esta vez no pudo ocultar el asombro en su rostro.

Ambos se quedaron viendo fijamente. Hinata parecía algo nerviosa ante las miradas punzantes de todos.

—Oigan... ¿no creen que sus ojos son muy parecidos? —se escuchó un comentario proveniente de un rubio de ojos azules.

—Además se apellidan igual —agregó con pesadez un chico de cabello negro atado hacia arriba.

Neji pareció reaccionar, tosió un poco y habló.

—Después de la clase hablaremos.

Inmediatamente los murmullos se hicieron presentes, pero fueron silenciados por la mirada fulminante de mi esposo.

Las manecillas del reloj se movieron con la lentitud de siempre hasta que apuntaron las nueve en punto; el final de la clase llegó.

—Es la hora del descanso —anunció Matsuri—. Vamos a comer.

—Yo... ahorita las alcanzo —comentó mi cuñada.

—Es verdad Hinata, ¿tú y el profesor tienen algo que ver?

—Eh... pues, somos primos.

—¿¡Enserio!? —gritaron Sakura e Ino saliendo de quién sabe donde.

Ella se intimidó un poco ante las miradas extravagantes de aquellas dos, por lo que simplemente asintió y se marchó.

Fuimos a la cafetería a que Ino y Sakura compraran su comida, pues no llevaban preparado nada. Había mucha fila, fácil les llevaría la mitad del descanso para que fueran atendidas, pero gracias a las habilidades “persuasivas” de Ino con los chicos lograron pasarse hasta delante en la fila.

—¡Eso fue fácil! —exclamó la blonda con satisfacción.

—Sí, pero eso es aprovecharse —comenté.

—Mira Tenten, en la vida uno tiene que usar todas las habilidades que tenga.

Matsuri y Sari simplemente soltaron una leve risa.

*P.O.V Neji.

Esperé en el salón de clases a que ella regresara, y no tardó mucho en hacerlo.

—Hola Neji nii-san —me saludó tímidamente.

—Hmph —crucé mis brazos—. Se supone que irías a un internado prodigioso en Inglaterra.

Noté cómo ella se estremeció, bajó un poco su vista y empezó a jugar con sus dedos; un mal hábito que tenía desde pequeña.

—S... sí, pero yo no quería ir, así que le pedí a mi padre que me dejara quedar... Pero no tenía idea que tú eras profesor de aquí ni mucho menos que Tenten-san asistiría a esta preparatoria.

Solté un suspiro, pues no había nada que se pudiera hacer, y a decir verdad no me molestaba en absoluto su presencia, pero cuando la vi sentí temor de que se le pudiera escapar algo.

—Creo que está demás pedirte que guardes en secreto mi matrimonio con Tenten.

—Lo sé... Ella ya me lo pidió.

—En ese caso puedes irte ya.

—Sí Neji nii-san.

—Una cosa más —musité y ella se detuvo—. En la escuela no me llames nii-san, aquí soy tu profesor, no tu primo.

—Entiendo Neji nii... quiero decir, Neji-sensei.

Me hizo una reverencia y salió corriendo. Hinata era la persona con la que más había convivido, cuando ella nació yo tenía siete años y su padre me encargó que cuidara mucho de ella. Recuerdo que en un principio era muy alegre y le gustaba jugar mucho... Pero desde la muerte de su madre se volvió una niña bastante tímida y reservada.

Salí a los pasillos y me dirigí al salón de maestros. Estaba vacío, por lo que opté comer ahí el almuerzo que Tenten me preparó.

Abrí la caja del obento y casi al instante se me escapó una débil sonrisa. Sin duda alguna ella me conocía a la perfección. El almuerzo estaba perfectamente balanceado con alimentos ricos en vitaminas, proteínas y minerales, y lo mejor era que constaba de pura comida de mi preferencia.

—Hmph —agarré los palillos y empecé a degustar.

Me sentía tranquilo, y más porque estaba solo, los lugares silenciosos me gustaban; pero mi tranquilidad se irrumpió cuando escuché el ruido de la puerta.

—Ah... perdone, no sabía que estaba aquí.

Me giré y vislumbré a una mujer de unos veinticinco años, cabello cenizo atado en una coleta baja y portaba unos anteojos de espiral.

—No hay problema.

—Usted debe ser Hyuuga Neji, el nuevo profesor ¿verdad?

Simplemente asentí.

—Es un gusto, yo me llamo Shiho, soy la profesora de ciencias.

Eso era fácil de saber, pues llevaba una bata sobre su ropa.

—¿Le molesta si almuerzo con usted?

Paré de comer en seco, pero terminé por acceder, después de todo no iba a hacer nada malo.

*Fin P.O.V Neji.

El descanso terminó más rápido de lo que pensé, así que volvimos a las clases.

El día pasó con total naturalidad y normalidad, nada fuera de lo común, estaba bastante bien, el sol hacía su labor calentando el ambiente y se combinaba con los vientos para no sofocarnos.

—Oigan —habló Sakura—. Sé que es el primer día de clases, pero ¿qué les parece si nos hacemos una promesa?

Todas paramos en seco y la miramos interrogativamente.

—¿Qué tipo de promesa? —preguntó Sari.
—Escuché que al final de cada año se hace un baile escolar, entonces pensé que deberíamos hacernos la promesa de conseguir novio para el baile.

—¡Qué buena idea frentona! —secundó su amiga—, no por nada tienes esa muralla arriba de las cejas.

Sentí un nudo en la garganta y por unos segundos me trabé. Matsuri y Sari también apoyaron la idea, mientras que Hinata se encogió de hombros y me miró de reojo.

—¿Qué les pasa? —preguntó la Suna de cabellos más largo.

—Eh... Es que... No sé si todavía quiero tener novio —respondí nerviosamente y con una risilla.

—Yo... tampoco lo sé —murmuró Hinata.

—¡Ay, no sean así! —exclamó Ino—. El chiste es que todas consigamos un novio para el baile.

—Sí Tenten —afirmó Sakura—, además eres una niña muy bonita, estoy segura que podrás conseguirte con facilidad un novio.

Todos mis vellos se erizaron cuando escuché que alguien carraspeó la garganta a nuestras espaldas. Temerosa me giré para encontrarme con la persona que ya me esperaba.

Él nos repasó a todas con su usual mirada depredadora, me sentía nerviosa, pues no se le veía muy alegre que digamos.

—¿Quién podrá conseguir novio con facilidad? —nos preguntó fríamente.

Nadie contestó. Todas se quedaron calladas ante la impotente figura de mi marido, realmente daba algo de escalofríos.

—Hmph —cerró sus ojos—. Les sugiero que antes de pensar en novios se pongan a estudiar.

Me miró fijamente un par de segundos y después continuó con su camino.

—Ay —soltó Sari un suspiro—. Él es muy guapo pero su actitud da miedo.

—¡Eso es lo que lo hace más atractivo! —exclamó Ino con una sospechosa sonrisa.

—Cerda... No estarás pensando en ir tras él, ¿o sí? Recuerda lo que pasó la última vez que trataste de ligarte a un maestro.

Sentí como si una piedra me cayera encima. Las cosas no iban tan bien.

—Lo sé —suspiró—. La verdad si se me antoja, pero se ve que él no es del tipo de maestros que salen con alguna de sus estudiantes.

Una segunda piedra me cayó mentalmente, después de todo él anduvo conmigo pese a que yo era una de sus alumnas.

—Oye Ino, ¿qué fue lo que te pasó la última vez que trataste de echarte a un maestro? —preguntó Matsuri con picardía.

La blonda se sonrojó un poco al recordar y Sakura simplemente se rió un poco.

—Pues... es algo vergonzoso —dijo apenada—. Digamos que tuve más que éxito.

—¿¡Qué!? —preguntaron las hermanas Suna al unísono.

—¡Pero sigo siendo virgen! —admitió.

—De puro milagro —agregó Sakura por lo bajo.

La conversación estaba tomando un rumbo diferente y eso me incomodaba bastante, por lo que decidí despedirme de ellas e irme a la casa, pues ya era la hora de la salida.

Me dirigía a la entrada cuando me percaté que había olvidado mi suéter en el salón, por lo que me regresé corriendo.

—Ya se me hizo tarde... Tengo que apresurarme para hacer la comida antes que Neji llegue.

Aumenté mi velocidad, pero al pasar por el salón de maestros mis talones frenaron automáticamente.

La puerta estaba entreabierta, así que me fue fácil espiar sin que se dieran cuenta.

—G... gracias Neji-san —musitó una extraña mujer con gafas de espiral.

—No hay problema.

—De verdad quiero agradecerle, ¿qué le parece si lo invito a comer?

Mis ojos se abrieron como plato y estuve a punto de entrar corriendo a la sala, pero por suerte me logré contener.

—No gracias, me esperan en casa.

—Es una lástima, pero entonces permítame traerle mañana el almuerzo.

Él se quedó callado. La situación era bastante incómoda para mí, pues ellos dos estaban solos en el salón y la distancia que los separaba era menos de un metro.

—Hmph —soltó un leve suspiro—. Está bien.

—¿Enserio? —preguntó aquella mujer con un evidente sonrojo—. ¿Le gustan los camarones fritos?

Sentí que iba a derramar la bilis. ¿¡Cómo pudo aceptar que esa desconocida le hiciera el almuerzo!? Definitivamente no se lo iba pasar por alto.

Decidí no quedarme más; fui por mi suéter y me marché enojada a la casa.

De mala gana preparé una rápida comida, pues pese a mi enojo no podía faltar a mis labores como esposa, y una vez que terminé me puse a hacer mi tarea.

No pasó mucho tiempo para que escuchara el auto de Neji. Lo encerró en la cochera y a los pocos segundos entró a la casa.

—Hola —me saludó sin ninguna expresión en particular.

—Hola —contesté indignadamente, y claro que lo notó.

—¿Qué te pasa? Te vez molesta.

Se quitó el saco y se sentó en la mesa.

—No lo estoy —respondí al tiempo de cerrar mi libro y dirigirme a la cocina para servirle su comida.

—Pues tu cara y tu voz no dicen lo mismo.

Fruncí el seño, aunque no me vio pues yo estaba de espaldas. Serví los platos y sin decir nada me senté a comer.

Los dos comimos en silencio; él ya no me insistió y yo no tenía interés en decirle absolutamente nada, por lo que cada quién se puso a hacer sus cosas.

Ambos nos sentamos en la mesa. Él se puso a revisar papeles y yo a terminar mi tarea.

Me sentía irritada, quería arreglar las cosas, pero mi orgullo me impedía ser yo quien diera el primer paso y sabía que él no lo haría, por lo que se me ocurrió algo.

Saqué un libro de texto y empecé a leer en voz alta.

—Una joven se encontraba sentada en el parque. Ella estaba sumamente furiosa por culpa de su esposo.

Noté una leve reacción por parte de él, sabía que ya había captado su interés, por lo que proseguí “leyendo”.

—Se sentía muy enojada, pues cuando fue a buscarlo a su trabajo, se encontró con que estaba hablando muy tranquilamente con su secretaria. Ella estaba toda sonrojada y le insistía en que la acompañara a cenar, pero él se negó pues sabía que tenía una “esposa” en casa —enfaticé en la antepenúltima palabra—. Pero esa secretaria era bastante persistente, por lo que le pidió que al menos la dejara llevarle el almuerzo del día siguiente, y el muy desconsiderado aceptó sabiendo que su esposa le preparaba el almuerzo de todos los días. Eso realmente le dolió y también...

—Basta Tenten —me interrumpió dando un suave golpe en la mesa.

—Hmph —imité su monosílabo y cerré mi libro.

—Entiendo a donde quieres llegar.

—¿Y bien? —pregunté alzando una ceja.

—Estás exagerando.

¿¡Cómo se atrevía a decirme eso!? Está bien, admitía que un almuerzo no es la gran cosa, pero ¿qué pasaba con mis sentimientos? Realmente no me lo podía digerir.

—No es justo que me digas eso Neji. Eres un hombre casado y no tenías porqué aceptar su petición. ¿Cómo piensas que me siento? Porque seguramente no me lo pensabas decir ¿verdad? Yo como tonta te prepararía tu almuerzo y tú lo dejarías por ahí para comerte el de esa mujer.

Callé de súbito cuando tronó los dientes y arrugó un papel que traía en la mano. Se veía realmente molesto, pero yo no iba a ceder ni mostrar inferioridad ante él.

—Primero que nada Tenten, no debiste espiarme.

Quise decir algo, pero su mirada fulminante me obligó a guardar silencio.

—Segundo, no deberías sacar tus propias conclusiones... No soy esa clase de hombres y tú deberías saberlo mejor que nadie. No pensaba excluirte de este tema. Acepté la petición de la maestra Shiho porque ella es de esas personas que no se sienten bien consigo mismas si no agradecen de alguna manera un favor.

Me sentí como estúpida; todo mi enojo se empezó a evaporar y un sentimiento de tristeza me invadió.

—Tercero... No puedes quejarte de nada, porque fuiste tú la que andaba discutiendo con sus amigas de “novios”.

Nuevamente el enojo me regresó.

—Escuché a la perfección su “promesa” de conseguir novio para el baile.

—¡Ay por favor Neji! —exclamé—. ¿A caso escuchaste que yo aceptara?... Me dices que no te ande espiando pero tú muy bien que vas a escuchar mis conversaciones con mis amigas.

—No lo hice apropósito, yo iba pasando.

—Pues yo tampoco lo hice al propósito. Me olvidé mi suéter en el salón y cuando me regresé, pasé por el salón de maestros y no pude evitar ver aquella escena.

Ambos nos quedamos callados con el ceño fruncido. Nos veíamos retadoramente... Un silencio se apoderó del área; estuvimos así poco más de cinco minutos; luego mi rostro y músculos se relajaron al igual que Neji.

—Basta —musitó con un respiro—. Debería darnos vergüenza que nos estemos haciendo escenitas de celos.

Él tenía razón. Fue el colmo, pero el enojo y la rabia consumen a uno en el momento y es imposible razonar.

—Perdón Neji... no volverá a suceder, pero... prométeme que no me esconderás nada.

—No creo que haga falta, pero si eso te hace feliz de acuerdo... te lo prometo.

Una sonrisa se escapó y un brillo de deseo se reflejó en mis ojos.

—Y no te preocupes por mí, que ni loca formaré parte de esa promesa... Nunca tendría un novio si ya tengo por esposo al hombre que más amo.

Neji dibujó una media sonrisa. Ambos nos pusimos en pie y lentamente nos acercamos...

—Te amo... —susurré.

Él no me respondió, pues no era de ese tipo de personas, simplemente me apresó entre sus brazos y me besó con toda su alma.

El beso nos causó excitación. Mordí su labio inferior y él comenzó a acariciar mi cintura. Nos tiramos al sillón de la sala; sus labios seguían jugando salvajemente con los míos y nuestras manos se empezaron a mover con más agilidad por todas partes de nuestros cuerpos.

—N... Neji —susurré con el deseo escurriéndome por todos lados.

Su boca abandonó la mía para poder besar mi cuello. Yo gemí de placer y desaté la liga que sujetaba la punta de sus cabellos. Poco a poco nos fuimos despojando de nuestras ropas hasta quedar en paños menores. Había perdido totalmente el control.

Sentí que mis poros se abrieron; no tardaría en sudar, pues el gozo que me causaba Neji era indescriptible. Todo mi ser ansiaba con desesperación saciar la lujuria que nos consumía.

—No... —susurró al tiempo de alejarse de mí.

—¿Qué te sucede? —pregunté.

Se sentó todo jadeante y se pasó la mano por el cabello.

—Si seguimos... Ya no podré detenerme.

No supe qué decir, pues entendía lo que me quería decir.

—He prometido a tu padre no hacerte el amor hasta que cumplas la mayoría de edad.

Me daba algo de pena que dijera las cosas tan directamente, pero bueno, eso era lo de menos.

—Lo sé.

Esbocé una débil sonrisa y lo besé una vez más.

Me fui a dar una ducha helada para lograr que mi cuerpo volviera a la normalidad. Me sentía sumamente feliz por haber podido pasar aquél momento con Neji, y ahora más que nunca deseaba cumplir la mayoría de edad.