Nova, aventuras en la nueva tierra pokémon

Tema en 'Fanfics Abandonados Pokémon' iniciado por MrJake, 12 Julio 2012.

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    MrJake

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    Nova, aventuras en la nueva tierra pokémon
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    86
     
    Palabras:
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    CAPÍTULO 52: ¡Concurso de Nueva Trigal! (Última Parte) (Melly)

    —¿¡Me hablas en serio!? —exclamó Kyle, enarcando sus cejas. Melly le sonreía despreocupada.

    —Estoy completamente segura de lo que hago —echó su cabeza a un lado, sonriendo—. Confío plenamente en mi pokémon —agarró con fuerza la pokéball del mencionado pokémon.

    —Pero, ¡te machacará! —dijo, señalando a la pantalla, Kyle. En pantalla se veía la auténtica paliza que el Mandibuzz de Jeray le daba al Azumarril del tercer superviviente del concurso.

    Melly miró la pantalla desafiante. Era obvio que iba a descalificar a ese coordinador, y así solo quedarían ellos, Melly contra Jeray, la final del concurso.

    Kyle le decía que su elección de pokémon era una locura, puesto que perdería fácilmente contra hermano. Pero Melly no pensaba lo mismo.

    El polifacético miró sus bellos ojos. Se sentía apenado, se sentía algo triste. Y es que pronto sus caminos se separarían, ya no viajarían juntos más tiempo. Él tendría que quedarse en su casa para cuidar de sus tres Tyrogues, y la joven seguiría su camino.

    La miró y abrió la boca. Quiso decirle que no quería separarse de ella, que con ella iría al fin del mundo. Quiso pedirle que se quedase con él a entrenar a los pequeños Tyrogues, que dejase su viaje para estar con él, al menos un tiempo, al menos hasta que pudiesen seguir el viaje.

    —Que ganas tengo de luchar contra Jeray —dijo Melly justo antes de que su compañero hablase, interrumpiéndole—. Quiero ganar esa cinta, mi segunda cinta, y llegar al Gran Festival. Ganarlo, ser la mejor coordinadora —miró a Kyle, sonriente—. Es mi sueño.

    Kyle la miró comprensivo. Sentía felicidad de verla tan alegre, pero a la vez sentía una gran pena. Hizo un gran esfuerzo por contener una lágrima, y le devolvió la sonrisa a aquella chica que tan grande hueco se había ganado en el corazón del muchacho, y en tiempo record.

    —Vóila —llegó Jeray, triunfante. Su combate había acabado satisfactoriamente, y ya solo él y Melly quedaban en pie. La final estaba a la vuelta de la esquina.

    —Gran combate —sonrió, como siempre, la agradable coordinadora—. ¿Preparado para la final?

    Jeray rió. Era una joven excepcional, siempre alegre, sonriente, calmada, su presencia daba tranquilidad, tenerla al lado era como tener una medicina de la felicidad. Sentía el pelirrojo un contradictorio sentimiento, un sentimiento de miedo y felicidad al mismo tiempo. Miedo, porque temía enamorarse y que le sucediese otra vez lo que una vez le pasó. Felicidad, porque el hecho de tenerla al lado le daba fuerzas y alegría, y eso que solo llevaba días conociéndola.

    —¡El combate final está a punto de empezar! —anunció la presentadora por megafonía—¡Ya solo dos coordinadores resisten: Melly, con 25 puntos y Jeray, que resiste con 21! En breve, la final del concurso de Nueva Trigal.



    Los coordinadores se miraron cara a cara, desafiantes. Era el último combate, lucharían por la cinta. Jeray, el as de los aires, contra Melly.

    La presentadora dio la orden de comenzar y ambos sacaron a su pokémon con un grito de “¡Adelante!”. Un imponente Infernape variocolor salió del bando del chico, y un pequeño Snivy del bando de la chica.

    Todos los presentes se sobresaltaron ante la elección de la chica, que aparentemente estaba perdida con su pequeño pokémon planta.

    Desde el público, Kyle seguía pensando que Snivy era la peor elección frente a cualquiera de los pokémon de Jeray. Pero, aún a pesar de que todo el público y el propio Jeray la creían perdida, Melly no se echó atrás; es más, adoptó una actitud desafiante, y comenzó la batalla:

    —¡Vamos, Snivy! —ordenó, presta—. ¡Usa drenadoras!

    El pequeño inicial arrojó varias semillas que Infernape pudo evitar con un simple paso. Pero, para su sorpresa, Snivy continuó arrojando drenadoras continuamente, y el pokémon de Jeray las continuaba evitando.

    El absurdo baile continuó por un tiempo, hasta que Jeray dijo:

    —Creo que ya hemos jugado bastante. ¡Rueda fuego!

    —¡Salta, Sny!

    Snivy saltó y evitó el llameante ataque de Infernape. En lugar de contratacar con su favorable posición aérea, como todos esperaban que hiciese, simplemente se agarró del techo con su látigo cepa y continuó lanzando semillas de drenadoras insistentemente.

    —¿¡De qué va esto!? —exclamó Jeray, algo irritado por la insistencia de su oponente. Enfadado, ordenó a su pokémon usar puño fuego contra el Snivy aéreo. El puño bañado en llamas de Infernape, tras dar éste un salto, casi dio en Snivy, que lo evitó balanceándose en su látigo cepa. Viendo que esto no funcionaba, Jeray optó por usar otra estrategia, mientras que Snivy seguía con su incesante lluvia de semillas—. ¡Está bien, golpea el látigo que lo sostiene!

    Tras otro gran salto, Infernape usó su puño fuego contra el látigo cepa, pero justo antes de que esto pasase, Snivy se soltó y se dejó caer, usando mientras caía día soleado. Una fuerte luz brilló en el estadio.

    Ahora, la situación era al revés que antes. Ahora Infernape estaba en el aire sobre su rival, el lugar perfecto para un potente ataque.

    —¡¡Perfecto, envite ígneo!! —gritó Jeray sonriendo. Infernape se arrojó como una flecha fugaz contra Snivy, que ni siquiera hizo el esfuerzo de moverse. La gran fuerza y velocidad del ataque hicieron que se crease un agujero en el suelo, arrastrando el pokémon de fuego al pequeño inicial hacia él. Infernape salió del agujero que había creado, triunfante. Los puntos de Melly quedaron en 7 ante el impactante ataque.

    Jeray pensaba que lo tenía todo ganado, pero la actitud de Melly era ciertamente desconcertante; había usado drenadoras inútilmente, no había atacado, y no había ordenado a Snivy esquivar el ataque, dejándolo quedar bajo tierra en un agujero. Y, sin embargo, sonreía, sonreía picarescamente.

    —Un gran combate, Jeray —piropeó Melly— Pero ya… he ganado yo. ¡¡Síntesis!!

    El suelo comenzó a brillar. Snivy estaba sintetizando a conciencia, desde el agujero, toda la tierra del estadio. Y, repentinamente, miles de raíces crecieron desmesuradamente de todas partes, enredando a Infernape por brazos, piernas y todo el cuerpo. El pokémon de fuego estaba inmóvil y se estremecía mientras perdía energía a un ritmo exageradamente rápido. En apenas diez segundos, los puntos de Jeray quedaron en cero.

    El coordinador estaba pálido. Su pokémon estaba debilitado, rodeado de cientos de enredaderas que cubrían todo el estadio, como en una selva.

    —¡Corte!

    Snivy salió del agujero y, usando corte, podó las enredaderas, y el pokémon de Jeray cayó al suelo con los ojos en espiral, dejando claro que el pokémon estaba totalmente debilitado.

    Nadie dijo una palabra, todos quedaron con la boca abierta ante la repentina victoria. Desde el público, Kyle no cabía en su asombro.

    —E-En fin —dijo la presentadora algo incrédula—. ¡La ganadora del concurso es Melly!

    Melly abrazó a Snivy y teniéndolo en brazos, saludaron al público, que las vitoreaba.





    Melly lucía su flamante cinta entre sus manos. Había sido una durísima experiencia, pero al fin se había coronado ganadora del concurso de Nueva Trigal.

    Unos intrigados hermanos se acercaron a la victoriosa campeona.

    —¡Enhorabuena Melly! —dijo Kyle.

    —Un combate excepcional —alabó Jeray—. Pero aún me pregunto como hiciste todo eso.

    —Bueno, fue fácil —explicó—. Simplemente hice que Snivy plagase el campo de semillas usando drenadoras. Nunca planeé que las drenadoras diesen en Infernape, porque el objetivo era llenar el suelo de ellas. Luego, usé día soleado para que las semillas empezasen a crecer. Provoqué una situación ideal para que atacases desde arriba y con la fuerza de Infernape creases un agujero. Si Snivy resistía el ataque, desde bajo tierra, bastaba con usar síntesis para acelerar exageradamente el crecimiento de las drenadoras, que brotarían todas a la vez y bueno, ya sabes el resultado —sonrió.

    Jeray comenzó a reír algo paranoico.

    —Simplemente brillante —dijo Kyle.

    Melly colocó la cinta con delicadeza en su estuche, junto a la de Porcelana.

    —¿A dónde vas ahora? —preguntó Jeray.

    Melly se rascó la barbilla, reflexiva.

    —A Nova Sur. Allí espera el cuarto concurso y… allí está mi familia.

    —Yo también me dirijo allí —afirmó Jeray—. Me gustaría acompañarte —dijo, y no pudo evitar sonrojarse levemente. Kyle se sintió un poco molesto, e intervino:

    —Yo me quedaré en mi casa, nos coge de camino. Tengo que entrenar a los pokémon que allí me esperan.

    —Oh… —suspiró Melly, que había olvidado que sus caminos se separarían pronto.

    Una voz se oyó a lo lejos, una voz suave que se acercaba.

    —¡Magnífico, realmente magnífico! —piropeó la chica de nombre Nadia—. Nunca se me hubiese ocurrido una estrategia como esa Melly. ¡Has mejorado muchísimo!

    —No es para tanto —dijo ella, avergonzada. Cambiando de tema, preguntó—. ¿A dónde irás ahora?

    —Quiero participar en el concurso de Nueva Porcelana. Se celebra por tercera vez en dos semanas, y quiero llegar cuanto antes. Supongo que tú irás a Nova Sur, ¿cierto?

    —Así es.

    —Pues entonces nos veremos en otra ocasión —se despidió Nadia, mientras andaba en dirección a la salida del concurso— ¡Adiós, Melly, adiós chicos!

    —¡Hasta pronto, Nadia! —miró a sus dos compañeros—. Bueno, ¿nos vamos? —siempre con una sonrisa, la alegría de Melly era algo que se contagiaba con facilidad.

    Y así, Melly consiguió su segunda cinta de concurso de las tres que debía de conseguir para entrar al Gran Festival. Su sueño cada vez estaba más cerca; no obstante, aún le quedaba lejos, y había duros rivales por el camino. Rivales, y la mayoría de ellos también amigos.
     
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    CAPÍTULO 53: Mew y el prado espejismo (Jake)

    Caminaba sosegado Jake por la espesura del bosque Verde. Era aquel, sin duda, un lugar mágico, un lugar que le hacía sentir un pálpito en su corazón. Vio un árbol, un árbol a lo lejos, y no pudo evitar recordar:

    ***FLASHBACK***

    El niño corría alterado por el bosque, admirando su belleza, chapoteando en los charcos que surgieron de la lluvia del día anterior. Se notaba la felicidad pueril que emanaba de sus poros, y su madre paseaba lentamente a su lado, sonriendo.

    —Jake, te vas a hacer daño —dijo sonriendo la mujer.

    El niño, de tan solo cinco años, corrió hasta su madre y agarró su pierna. Miró hacia arriba, buscando cruzar su mirada con la de su madre.

    —Mami, mami, ¡este lugar es genial! —su rostro mostraba su satisfacción—. Me siento como en una nube mami, ¿tú no te sientes así?

    Su madre se encogió de hombros.

    —No, no noto nada especial. Es cierto que este es un lugar muy bonito, pero, hijo —se rió mientras agarraba a su hijo y lo levantaba con cierta dificultad—, ¡tampoco es para emocionarse tanto! —su maternal sonrisa era como una luz, una luz que deslumbraba.

    ***FIN DEL FLASHBACK***

    —Mamá… —susurró Jake, viendo su reflejo en el lago frente al que se encontraba.

    Desde siempre, ese bosque fue un lugar especial para él. Y a día de hoy, lo seguía siendo.

    Ese reflejo, ese hombre que veía en el lago, era un hombre maduro y sosegado, un alma tranquila, curtida en mil batallas, entrenada para soportar el dolor, con un fuerte sentido de la justicia y de la amistad. Pero aun así, su alma tenía un hueco vacío: le faltaba su familia.

    Notó entonces un fuerte escalofrío.

    —¿Uhm? —por alguna extraña razón, sentía como algo se aproximaba.

    —¡Mew! —gimió un pokémon que le sorprendió desde atrás, haciendo que Jake se sobresaltase. Zoroark se rió por el respingo de su compañero.

    —¿Q-Qué quieres? —dijo extrañado Jake, mientras el rosado pokémon acercaba su cara a la de Jake, inclinando su cara a un lado y a otro, continuamente.

    El pokémon danzó en el aire graciosamente, mientras reía y emitía un curioso ruido. Con su manita, tiró del dedo índice de Jake, como queriendo que lo siguiese. Comenzó a avanzar mientras flotaba.

    —¿A dónde quieres llevarnos? —preguntó Jake mientras seguía al pokémon, acompañado siempre de Zoroark.

    Mew no contestó, sólo siguió su camino, avanzando mientras hacía piruetas y sonreía.

    Tras un rato de andaduras por el mágico bosque, Jake llegó a un prado, un bellísimo prado que parecía sacado de un libro. Un césped perfectamente cortado y de un verde brillante que realmente llenaba los sentidos de alegría. Había un pequeño lago, un pequeño lago adornado con una cascada que caía desde lo alto de la pequeña colina.

    Una pura belleza situada en el mismo corazón del mágico bosque.

    —Esto es… precioso —suspiró Jake. Zoroark quedó igualmente ensimismado con aquel paisaje.

    Mew parecía feliz de haber traído allí a Jake. De repente, alzó sus orejillas y abrió sus ojos. Salió disparado, como buscando a alguien.

    No tardó en aparecer de nuevo, acompañado de una mujer alta y con ojos verdes. Su pelo azabache era corto, peinado a estilo moderno, con un flequillo recto que le cubría su frente.

    —¡Oh! —exclamó la muchacha, que se sorprendió de ver allí a Jake. Dirigiéndose a Mew, dijo: —. ¿Y este hombre, Mew? ¿Es amigo tuyo?

    Mew asintió. La muchacha se acercó a Jake y extendió su mano a modo de saludo.

    —Mucho gusto, soy Lara. Los amigos de Mew son mis amigos.

    Jake se sintió algo extrañado por aquella pintoresca situación. Aceptó el saludo de Lara y, algo avergonzado, dijo:

    —El placer es mío. Mi nombre es Jake, pero, eh, lamento decir que no conocía a Mew de nada hasta hace solo un momento.

    La chica se extrañó. Ella miró a Mew y preguntó:

    —¿No decías que era amigo tuyo, Mew?

    Mew se sintió confuso.

    —Ya veo —la chica sonrió—. Seguramente ha debido confundir tu energía con la de alguien que conocía. Mew no distingue a la gente por su apariencia física, sino por su energía, su aura. Es raro que confunda la energía de dos personas, normalmente una persona suele tener su propia aura, independiente del resto —percatándose de que estaba divagando, sonrió y concluyó—, pero bueno, supongo que todos nos equivocamos.

    Jake sonrió.

    —Este prado es una belleza —comentó Jake—. Aunque es raro que no se conozca un sitio así en pleno bosque. Cuando era pequeño, solía venir aquí con mi madre, pero nunca he visto este pequeño paraíso.

    —Es natural que no lo vieses nunca, este prado no existe como tal —confirmó Lara mientras miraba a su alrededor—. Esto no es más que un espejismo, una ilusión creada por Mew —suspiró—. Una representación de nuestro lugar ideal. ¿Verdad, pequeñín? —abrazó a Mew y le hizo cosquillas, éste se rió infantilmente.

    Jake se asombró de enterarse de aquello. Ese pequeño rincón del paraíso era una ilusión, pero no por ello dejaba de ser hermoso.

    —¿Eres la entrenadora de Mew? —quiso saber el hombre, mientras que Zoroark había adoptado la forma de Mew y jugaba con él en el aire.

    Lara sonrió.

    —No, sólo es mi amigo. A Mew le encanta viajar, y se pasa la vida vagando por Nova, viendo nuevos lugares y recorriendo bosques, ciudades, lagos, océanos… luego, vuelve aquí y crea este prado espejismo, poniendo en él las cosas más bellas que ve durante sus viajes. Luego me llama, y él me cuenta sus aventuras, nos reímos, somos dos grandes amigos.

    Meditó un momento.

    —Es mi único amigo, después de todo —acabó diciendo ella—. Cuando era pequeña, mi familia murió por una terrible enfermedad. Desde entonces, vivo sola, sin nadie —miró a Mew, que jugaba con Zoroark en el aire—. Doy gracias al cielo por haberle conocido.

    Jake sonrió. Aquellas palabras mostraban un sentimiento de dolor contenido. Esa chica era igual que él; luchaba y luchaba por ser feliz, y lo era, tenía a Mew, alguien que la quería; pero aun así, con todo, su alma estaba incompleta.

    —¿Cómo es que eres capaz de comunicarte tan bien con Mew? ¿Telepatía? —quiso saber Jake.

    La mujer negó con la cabeza.

    —Es el Viridian Mind —sonrió.

    Viridian Mind, pensó Jake. Un don sin igual que permite hacer cosas mucho más allá que leer la mente de un pokémon; permite curarlos, conocer sus sentimientos, y quien sabe que maravillas más.

    —Oh, ya veo —Jake le devolvió la sonrisa. Por algún motivo, se sentía feliz hablando con esa chica. Habían sentido la empatía, habían conectado. El alma de uno llenaba el vacío del alma del otro.

    Mew bajó al suelo, y se acercó a Lara. Ella sonrió tristemente, y acarició a Mew, tras asentir. El pequeño pokémon rosa saludó desde lejos y partió, sobrevolando el bosque. Poco a poco, el prado comenzó a desaparecer, y la realidad volvió a surgir. Estaban en el bosque, rodeados de árboles.

    —Bueno, otra vez parte, para ver cosas maravillosas —comentó Lara mientras sonreía, viendo marchar a su amigo. Después posó sus pistachos ojos en Jake—. Ha sido un placer conocerte.

    Y comenzó a andar. Pero una idea surgió por la mente de Jake. Esa chica merecía sonreír todos los días, sentirse igual de feliz que cuando estaba Mew junto a ella. La agarró del brazo, para sorpresa de la chica, y dijo:

    —¿Vives por aquí cerca?

    —Sí, en Pueblo Ámbar —ella estaba algo sorprendida, a la par que avergonzada.

    Jake se sentía a su vez como un adolescente que pedía salir a una chica que le gustaba. Pero aun así, tenía que decirlo:

    —¿Podría verte mañana? Aquí, en el bosque, a la misma hora que hoy. Junto a la laguna. Te tendré una sorpresa preparada.

    Ella se sonrojó bastante, y asintió tímidamente. Tras eso, ella continuó su camino, y se marchó.

    Jake quedó sonriendo, algo sonrojado también. Mientras miraba al frente, embobado, Zoroark, ya en su auténtica forma, lo zarandeó.

    —¿Eh, qué, qué pasa? —se dio cuenta de lo que la mirada picarona de su pokémon quería decir—. ¡Eh, eh, no confundas las cosas! Simplemente me siento identificado con ella. Y… se merece sonreír —agarró una pokéball y miró a Zoroark, pensando en esa sonrisa que tendría ella al día siguiente, cuando viese la sorpresa que pasaba por su mente
     
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    Tengo dos cositas que decir antes de empezar el capítulo, seh.

    UNO: sabemos que las historias de Jake, Byron y Melly suceden más o menos simultáneamente, es decir, en la misma línea temporal. Pues por esta razón, Jake no aparecerá otra vez hasta dentro de mucho (o poco, según me dé xD). ¿Por qué? Pues por motivos que harán que esté ocupado, y, eh… bueno, ¡ya lo veréis xD!

    DOS: en el capítulo 55 se revelará algo MUY MUY MUY MUY IMPORTANTE, aviso. Pero MUY importante, ya que a raíz de lo que se revelará surgen cientos de secretos más. Prometo que os quedaréis diciendo: “¿Pero esto que eeeees?” xD (Hoy me siento motivado, ¿se nota?)

    En fin, aclarado, ¡capi 54!



    CAPÍTULO 54: Regina y Meloetta, Cantantes y Bailarinas (Byron)

    —¡Me he dormido! —gritó Byron de repente, al ver la hora, tras despertarse en una habitación del centro pokémon de Pueblo Ámbar. Agarró con fuerza a Gallade, que dormía a su lado, y lo zarandeó—. ¡Gallade! ¿¡Has visto que hora es!? ¡Y pretendíamos llegar por la mañana a Pueblo Lunar! No llegaremos ni en broma a Pueblo Talento para proteger a las chicas.

    Gallade, aún medio dormido, estaba como en trance.

    —¡Vamos, zombi! —dijo Byron mientras se vestía rápidamente—. Tendremos que ir en Aerodactyl, ¡yo que quería pasarme por Pueblo Lunar…!

    Gallade, con los ojos entreabiertos, se cayó de espaldas, dormido. Su dueño lo agarró el brazo y lo arrastró mientras corría escaleras del centro pokémon abajo.

    Rápidamente, al salir, sacó la ball de Aerodactyl y la arrojó.

    —¡Aero! —le dijo a su pokémon, una vez fuera—. ¡Nos tienes que llevar ipso facto a Pueblo Talento!

    Aerodactyl asintió.

    Mientras, Gallade seguía medio dormido. Su entrenador, con una gota de anime, lo cargó y lo montó en el pájaro prehistórico. Después se montó él.

    —¡Vamos! —gritó Byron, mientras Aerodactyl batía sus alas para iniciar el vuelo.

    Se sentía tan bien en el aire que se quedó totalmente embobado con el paisaje aéreo. Era curioso; Byron sólo se había montado en Aerodactyl en casos puntuales, como aquella vez en que se enfrentó a Zeus. Estaba tan perplejo en la batalla, que no disfrutó del vuelo. Y ahora, que podía relajarse mientras llegaba a Pueblo Talento, apreció por primera vez la belleza de estar sobre las nubes, viendo el enano paisaje, las personas como pequeños Durants… todo un placer, una belleza.

    Se relajó tanto, que no se percató de que ya estaba sobre pueblo Talento. Tuvo que ser el mismo Aerodactyl quien frenó en el lugar indicado, dejando ahí a su entrenador.

    Aerodactyl se posó y Byron bajó. Quedó mirando a Gallade, que estaba con los ojos abiertos, pero inmóvil, petrificado. Byron lo zarandeó.

    —Gallade, ¡vamos!

    Y de repente su cuerpo flojeo y cayó del pájaro, dormido. Aero y Byron cayeron al estilo anime.



    Pueblo Talento. Recibe su nombre por la enorme concentración de artistas de todo tipo que allí se encuentra. Desde actores hasta pintores, pasando por cantantes y bailarines.

    En el pueblo, Byron tenía dos cosas que hacer; la primera y la por ahora importante era acudir a la actuación de Regina y Meloetta para evitar el por Byron supuesto ataque de los Neutrón.

    Con bastante prisa, buscó por todo el pueblo el lugar donde se llevaba a cabo el espectáculo. Cuando por fin lo encontró, aquel gran teatro, pagó su entrada y la de Gallade (que al ir fuera de la ball ocupaba un asiento más como cualquier humano) y presto se sentó.

    El espectáculo no había comenzado aún. Byron buscaba con la mirada a algún conocido soldado o comandante de los Neutrón. Buscó con su vista, miró asiento por asiento, pero no encontró a ningún “malvado”. Por un momento pensó que quizás se precipitó mucho, y que realmente no iba a haber ningún ataque ni nada por el estilo, que Regina y Meloetta no corrían peligro. Aunque no tuvo mucho tiempo para pensarlo, ya que su mirada se chocó de bruces contra la de un chico que estaba sentado justo a su derecha, al lado contrario del que estaba Gallade.

    —Sully, ¡otra vez tú!

    El despistado chico con gafas lo miró y se sorprendió bastante.

    —¡Byron! ¡Qué casualidad! —dijo—. Me sigues, ¿a qué sí?

    —Claro, no tengo nada mejor que hacer —dijo irónico el rubio.

    En ese momento, un presentador salió a escena.

    —Señoras y señores, hoy, en el teatro de talentos de nuestro querido pueblo, tendremos varias actuaciones de jóvenes promesas —comenzó diciendo. Su tono de voz se tornó algo sombrío cuando dijo—. Pero antes debemos informarles de las últimas noticias. Terribles sucesos están ocurriendo en nuestra Nova, y es que unos maleantes han comenzado a robar a los pokémon legendarios —varias personas del público se sorprendieron—. La cueva chispeante ya no chispea, y es que Raikou no está en su interior. La temperatura del Gran Desierto de Nova Norte ha decrecido considerablemente, y es que se rumoreaba que Groudon estaba bajo sus tierras… al menos estaba antes. Como esos, muchos casos de aparentes desapariciones de legendarios, que están relacionados directamente, según ha llegado a nuestros oídos, con unos terribles maleantes:

    Byron zarandeó a Gallade.

    —Gallade, ¡van a desenmascarar a los Neutrón!

    Sully miró a su amigo extrañado.

    —…se hacen llamar —dijo el presentador. Byron sonrió al ver que esos malvados serían por fin públicos, y eso se traduce en una captura de los mismos más rápida— equipo Team Rocket Pro.

    —¿¡Qué!? —exclamó Byron, a un volumen tan alto que todos voltearon a mirarlo. Algo avergonzado, se calló.

    —“¿Team Rocket Pro? Esos son los tres mindundis de la otra vez, en Tecnópolis. ¡Oh, vamos, esos no son los que roban pokémon legendarios!” —pensaba indignado el rubio entrenador.

    —En cualquier caso —prosiguió el presentador—, el gobierno ya está tomando cartas en el asunto y la búsqueda se está llevando a cabo volvió a ese tono despreocupado: —. ¡Que comience, pues, el espectáculo!

    Entonces, por un momento Byron se olvidó del tema, y disfrutó del espectáculo. Mimos, malabaristas, todo tipo de artistas salían a escena. Acróbatas, era una selección de lo más variada. Cada uno con su especial talento, lograban que el público estuviese expectante. Y Byron no era una excepción.

    —¡Guao, By, ¿has visto eso?! —exclamaba continuamente Sullivan.

    Por fin, llegó el momento.

    —A continuación, la actuación de Regina y Meloetta, ¡cantantes y bailarinas! —anunció el presentador— Todas unas promesas que con enorme talento, que se dedican a recorrer Nova para enseñarle su talento al mundo. ¡Regina y Meloetta, con todos ustedes!

    Los ojos verdes de la joven que salió a escena tenían un gran tamaño, sólo comparable con el de su compañera, una pequeña pokémon con gran melena y ojos azules.

    La morena avanzó lentamente, acompañada de Meloetta. Regina se acercó al micrófono, y fue entonces cuando su voz angelical se oyó. Aquella bella canción no era más que una introducción. Pero la voz de esa chica, de Regina, era algo divino, y Meloetta, quien emitía sonidos hermosos que simulaban a la perfección todo tipo de instrumentos musicales, acompañaba a la perfección la voz de Regina.

    No era más que una introducción a su actuación, tan solo una cancioncilla normal y corriente… pero Byron, por algún motivo, notó en la mirada de esa chica que para ella la canción era más que una simple letra.

    —“Quiero que sepas
    que bien estarás
    quisiera poder
    quedarme a tu lado
    me gustaría tanto
    verte feliz

    Y disfrutar bajo el sol
    tu compañía sin condición
    yo volveré
    ya lo veras
    por ti vendré

    No sé que hacer
    cuando será
    pero yo debo aquí regresar
    siento que si puedo formar
    parte de él”.




    El público quedó encandilado ante su voz. Byron quedó mudo, esa garganta era un milagro. Su corazón latió con más fuerza tras oírla cantar. Ella, cuando acabó, simplemente agradeció al público los aplausos que le lanzaron.

    Byron sonreía mientras aplaudía. Entonces la miró: tan guapa, tan delicada, pero a la vez tan imponente. Era una chica especial, sin duda. Y eso que no la conocía.

    Fue justo en ese momento cuando se percató de que, tras ella, había una sombra que crecía más y más. Y, de repente, un gran pokémon cayó sobre Meloetta y la agarró.

    —¡Meloetta! —gritó Regina, al ver al pequeño pokémon entre la pinza de aquel Gliscor.

    —Lo sabía —suspiró Byron entre el público, levantándose del asiento—, ¡Gallade, tenemos que ayudar!

    Sully, extrañado al ver a su amigo salir corriendo hacia el escenario, dijo:

    —Eh… ¡Espérame, Byron!

    Un leve pánico cundió en la sala. Tuvo que ser el presentador quien dijo:

    —¿Qué está pasando aquí?

    Al fondo, en las gradas, una mujer vestida de negro con una gran R roja en su camisa se levantó y gritó, con la mano alzada.

    —¡Gliscor, ven aquí!

    El gran pokémon sobrevoló al público, que se levantó y corrió alterado, apelotonándose en el escenario. Byron la miró de lejos, apretando los dientes.

    —Mi nombre es Blau —mintió Deméter, agarrando al desfallecido pokémon cantarín y agarrándose ella misma a su Gliscor—. ¡Soy una comandante del Team Rocket Pro! Y me llevaré a este Meloetta.

    Todos estaban escandalizados, pero Byron sabía que todo aquello era mentira. Corrió tras ella, que empezó a flotar montada en Gliscor, con Meloetta entre las manos.

    Gliscor destrozó el techo con un ataque y se dispuso a salir volando. Cuando estaba por los aires, se dio cuenta Deméter de que algo andaba mal.

    Como un rayo, un pokémon volador pasó muy cerca de ellos, casi golpeándole.

    —¡Maldito crío! —exclamó Deméter al ver a Byron sobre Aerodactyl, encarándola.

    —¡Suelta a ese pokémon!

    Ella sonrió.

    —Debes de ser ese Byron. ¡Muy bien! Tú lo has querido. ¡Gliscor!

    Gliscor cargó su guillotina y arremetió contra Aerodactyl, dándole de lleno. El pobre pokémon rocoso comenzó a caer, seguido de su entrenador, que lo regresó.

    —Ya está —Deméter miró hacia abajo, y no vio a nadie cayendo. Su Gliscor la avisó de que algo iba mal.

    Byron estaba agarrado a la cola del escorpión alado. Aguantaba en el aire con entereza, mientras trataba de sacar una ball. Deméter, al verlo allí, comenzó a pisar su mano con fuerza.

    —¡Aaah! —gemía de dolor Byron.

    —¡Suéltate, estúpido! ¡¡Suéltate!! —gritó ella.

    En ese momento, Meloetta abrió suavemente los ojos. Al verse en aquella situación, comenzó a emitir un extraño canto, y una energía la rodeó.

    —¿Eh? —se preguntó Deméter, al ver que el pokémon que tenía entre sus brazos brillaba.

    Meloetta cambió de forma; se tornó más esbelta, sus ojos enrojecieron y su peinado quedó recogido. Una apariencia mucho más guerrera fue lo que adquirió. Con gran soltura, se liberó de las garras de Deméter y golpeó a Gliscor. Byron y ella comenzaron a caer.



    En el suelo, en el teatro, Gallade esperaba al momento exacto.

    —¡Byron está cayendo! —exclamó Sully, buscando una pokéball—. ¡Drifblim, detén la caída! —el globo salió, y, con gran suavidad, retuvo a los que caían.



    En el aire:

    —¡Mierda, mierda, mierda! —se quejaba la que se hacía pasar por Blau—. ¡Abajo otra vez, Gliscor, en picado!





    Gallade sonrió al ver que la comandante volvía a descender. Cargó su ataque y arrojó una onda de energía en lo que era un psico-corte. El ataque dio de lleno en Glicor, quien, con su dueña, salieron volando.

    El público quedó callado un momento. Byron, algo dolorido, cogió a Meloetta y se la entregó a su preocupada dueña, que la abrazó y dijo con su preciosa voz:

    —Gracias, señor.

    Byron se sonrojó, y su sonrojo fue aún mayor cuando todos los presentes, que lo rodeaban, comenzaron, poco a poco, a sumarse un intenso aplauso.
     
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    Lelouch

    Lelouch Rey del colmillo

    Aries
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    Wow, genial el episodio, lastima que ya no saldra Jake pero bueno el tiene "asuntos" que resolver. Pobre team Rocket Pro, si de porsi ya eran inutiles ahora cuando se enteren que los quieren arrestar, la parte que más me gusto fue cuando Démeter grito: mierda, mierda, mierda, eso me mato jajaja, también se nota que Byron se enamoró.

    En cuanto a lo técnico no vi nada importante, ningún error reconocible, la narración y los dialogos se me hacen perfectos, no se puede pedir más, saludos.
     
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    MrJake

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    Aquí va un capítulo muy especial. Espero que lo disfruten y... se sorprendan ;)

    CAPÍTULO 55: Antepasado (Byron)

    La morena chica quedó a solas con su salvador tras el incidente del teatro. Byron estaba completamente sonrojado; aquella situación no era algo que le ocurriese todos los días. De hecho, ni siquiera esa sensación que sentía al verla le sucedía siempre.

    —Entonces —preguntó ella, con su siempre tierna voz—, ¿esos tipos quieren robar a Meloetta?

    Byron asintió, ruborizado. Se preguntaba a sí mismo porque sentía tanta vergüenza de estar a solas con ella.

    —Sí, eh, así es —dijo, titubeante—.Bueno, ellos roban los pokémon legendarios, y, eh, pues…

    Ella se rió levemente.

    —No voy a morderte —dijo con una sonrisa—, tranquilízate.

    Byron asintió repetidamente.

    —Yo quería proponerte algo, pero me da apuro —continuó Regina—. ¿Podría… viajar contigo? —el rojo de la cara de Byron se intensificó—. Quiero aprender de ti, aprender a luchar como lo haces tú. Para que, si esos maleantes vuelven a por Meloetta, yo misma pueda defenderme.

    Byron volvió a asentir repetidamente. Regina sonreía enérgicamente.

    —¿Nos vamos? —propuso.



    Y así, Regina, y su acompañante Meloetta, bailarinas y cantantes, acompañaron a Byron con objeto de aprender a luchar. Caminaban en dirección a su próximo destino, rumbo al sur, cuando Byron se paró bruscamente, lo que hizo que el que lo seguía de cerca se chocase contra él, cayendo ambos en direcciones opuestas.

    —Ouch —dijo Byron mientras se levantaba lentamente, quitándose el polvo de sus jeans —. ¡¡Sullivan!! —dijo irritado, golpeando en la cabeza suavemente a su amigo—. ¡¿Qué diantres hacías detrás como un asaltante?!

    Sully sonrió y se rascó la nuca.

    —Ey, quería acompañarte. Vas en la misma dirección que yo —dijo.

    —¿Y no puedes llamarme desde lejos?

    Él se encogió de hombros. Se quedó mirando un rato a Regina, hasta que Byron dijo:

    —Oh, ella es Regina. Regina, Sully. Sully, Regina.

    —Mucho gusto —dijo ella, dándole dos besos al otro, que simplemente asintió.

    Byron quedó entonces pensativo, mirando al horizonte, como reflexionando algo profundamente. Regina y Sully lo miraron atentos, esperando a que dijese algo grande. Por fin, dijo:

    —¿Y yo por qué me había parado de repente?

    Los otros dos cayeron al estilo anime.

    —¡Oh, claro! —dijo Byron. Cogió su mochila y rebuscó en ella. Al final, logró sacar un objeto bastante grande, que casi llenaba el espacio de lo que era toda su mochila—. El condensador de recuerdos. Tenía que ir a ver al científico amigo de Stephan, sí —y comenzó a andar de nuevo pueblo adentro, bajo la mirada extrañada de los otros dos, que lo siguieron.

    Por algún motivo que Sully y Regina desconocían, Byron liberó a Mudkip, que rápidamente agarró de un salto su gorra y se la colocó en su aleta principal, como acostumbraba a hacer.

    —Mudkip, me da la sensación de que hoy vamos a saber algo importante de ti, muchacho. Si vienes del pasado, quizá con este condensador de recuerdos consiga saber algo de ti.

    ¿Venir del pasado? ¿Qué hablaba Byron? Eso se preguntaban los compañeros de Byron, que sin más, entró en una especie de laboratorio que se encontraba excluido de la ciudad.

    —¿Hola? —preguntó al entrar en el edificio. Un fuerte ruido se escuchaba al fondo. Byron quedó embobado, al igual que sus acompañantes, al ver una enorme máquina al fondo. Un hombre con bata blanca golpeaba algo con un martillo. Se volteó a mirar al recién llegado, y su boca pequeña se transformó en una gigante media luna de felicidad al ver el objeto de sus manos. Corrió presto y se lo arrebató a Byron de las manos. Con mirada excéntrica, dijo:

    —¡Eres tú el mensajero! ¡La máquina, la máquina está lista!

    Comenzó a saltar y a emitir grititos, mientras correteaba otra vez hacia la máquina.

    —¡Venid, pero venid, hombre! —exigió el pequeño hombrecillo excéntrico, que los invitó a entrar con gesto de mano.

    El científico, que estaba agachado junto a los pies de la enorme máquina que ocupaba todo el tapiz, se giró bruscamente y se señaló el pecho.

    —¡Rob! ¡Yo soy Rob! ¡¿Vosotros?!

    El hombre tenía dos enormes gafas, pelo alborotado y dientes salientes. Ciertamente ponía los pelos de punta, era algo escalofriante. Hechas las presentaciones, Rob agarró a Mudkip y lo miró.

    —¿Este es el pokémon que hace ataques inusuales?

    Byron asintió.

    —Bien, bien, ¡la máquina está lista! —cambió de tema desconcertantemente, soltando en el suelo a Mudkip.

    La máquina comprendía innumerables botones, una especie de cama y una especie de casco grande.

    —Alguno va a probarla, ¿no? ¿¡no!?

    Byron, algo temeroso de ponerse en manos de ese lunático, dijo después de todo:

    —Yo.

    —Bien. ¡Túmbate, túmbate! —dijo, correteando hacia la cama y señalándola absurdamente, para luego volver y teclear muchos botones, ya colocado el condensador en su sitio. La máquina empezó a hacer un ruido potentísimo.

    —¿Estás seguro de que esto es seguro? —le preguntó Regina a Sully.

    —No tengo ni la menor idea de qué esto. Ni siquiera sé para que sirve —murmuró él.

    Gallade miraba algo asustado, temiendo por la seguridad de su entrenador, que se tumbó en la “cama”. Al pulsar un botón, la cama comenzó a incorporarse, y quedó casi vertical. El casco que colgaba de una especie de garra metálica cayó sobre la cabeza de Byron.

    —Vale, vale, ¡¡qué nervios!! —decía muy rápido Rob—. ¡Veamos si funciona! —correteo al otro lado de Byron, y tecleó más botones, y tiró de más palancas—. Cierra los ojos y piensa lo menos posible, ¡no pienses, ¡¡no pienses!!!

    Byron respiró hondo y cerró lentamente los ojos.

    Los amigos y pokémons de Byron cruzaron los dedos, y el científico alzó una palanca. El ruido de la máquina se hizo más intenso. Byron comenzó tener pequeñas convulsiones.

    —¡Byron! —dijo Sully, que se dispuso a ayudar a su amigo.

    El doctor chistó.

    —Normal, todo normal. Ahora, silencio por favor… Byron debe concentrarse, recordar.



    Dentro de su cabeza, Byron tenía un cúmulo de recuerdos. Comenzó a ver toda su vida marcha atrás, a una velocidad exagerada. De repente, comenzó a ver recuerdos que no recordaba (por extraño que parezca), recuerdos que él no había vivido. Se vio frente a su madre, que tenía una barriga bastante crecida.

    —Flint, ¡creo que he roto aguas!

    Entonces Byron cayó en la cuenta de que estaba viendo recuerdos que pertenecían a su padre.

    —¡¿Ya viene el segundo?! —exclamó Flint—. ¡Vamos, cariño! ¡Byron está de camino!

    Los recuerdos volvieron a acelerarse, y esta ve vio toda la vida de su padre pasar ante sus ojos.



    —¿Qué está pasando? —quiso saber Regina.

    —Está viendo los recuerdos de su antepasado tres. Su bisabuelo. Vamos a velocidad cinco.

    —¿Qué demonios hablas? —se extrañó Sullivan.

    El científico asintió con la cabeza.

    —Hemos pasado al cuarto —subió más la palanca—. Sí, subamos a velocidad seis.

    Pasó un rato así; Byron veía a una velocidad absoluta recuerdos que pertenecían a sus antepasados, bisabuelos, tatarabuelos… mientras tanto, Rob comenzó a bajar la velocidad.

    —Bien, sí, Byron recuerda su antepasado más pasado, su antepasado del Choque.

    —¿Del Choque? —dijeron los otros dos al unísono.

    —Sí, sí, su antepasado de hace entre unos 700 a 1000 años, no es exacto, más o menos cuando sucedió el Choque. Está viendo sus recuerdos.





    Byron por fin veía los recuerdos con más lentitud. Ahora veía a un chico acompañado de varios pokémon que caminaban junto a él. El chico tenía pelo negro, y parecía estar disfrutando de alguna especie de paisaje.

    El recuerdo pasó entonces a otro. Estaba ahora viendo al mismo chico de cabellos negros, que esta vez hablaba con un hombre con bata blanca y pelo cano. Logró discernir el ruido; el chico dijo “profesor Oak”.

    Pasó entonces a otro recuerdo. El chico parecía estar con un huevo azul en sus brazos. A su lado, una Swampert. ¿Era…?

    De repente, otro recuerdo. Esta vez parecía estar encarando a alguien, alguien que tenía ese mismo huevo en sus brazos. El otro reía malévolamente.



    —Dejemos que disfrute de los recuerdos con tranquilidad —dijo Rob, que bajó al mínimo la palanca.





    Entonces Byron sintió que se introducía completamente en la piel de aquel chico. Parecía sentir los recuerdos como suyos, y los vivía con total claridad.

    Parecía estar rememorando una conversación. Le hacía gracia el simple hecho de pensar en ella. Comenzó a oírla, a visualizarla; podía ver como el muchacho de cabellera azabache golpeaba en la puerta de aquel laboratorio…

    —¡¿Tienes idea de qué hora es?! —preguntó una voz adormilada desde adentro.



    —Pues, en unos minutos serán las 7:00 am —contestó el muchacho.



    —¡¿De verdad?! —contestó la voz desde adentro— ¡Me he quedado dormido! espérame un momento —el muchacho no tuvo más remedio que esperar.



    —Sí que es un profesor extraño —se dijo a sí mismo—, bueno, al menos no me ha preguntado si...



    —Oye, por cierto... —le interrumpieron desde adentro— ¿eres un chico o una chica?



    —¿Qué clase de pregunta es esa profesor? —preguntó enojado el muchacho.

    Rió, y siguió recordando. Esta vez, algo le hacía sentir pena. Sentía tristeza, que al tiempo se combinaba con una rara sensación de emoción. Recordó, y vio al chico observando un río serenamente. Estaba hablando con sus pokémon, con su gran número de pokémon. Recordó las palabras que dijo:

    —Que tal… —dijo el chico— un último entrenamiento de despedida.



    Todos se pusieron de acuerdo, y se levantaron para empezar su juego.



    —Bien, ¿Qué les parece si empezamos con… quién resiste más Hiperrayos?



    Y también aquella vez fue capaz de recordarla, cara a cara con un líder de gimnasio. Un escalofrío y una sensación de arrogancia le bañó el cuerpo al recordarlo. El chico de pelo negro estaba frente a aquel “ninja”.

    —Así que tú eres el entrenador que ha podido derrotar a todos los líderes de Kanto con los que se ha enfrentado, sin perder ni una sola vez, y humillándolos terriblemente.



    —Vas a hacer que me sonroje —contestó el chico sarcásticamente.



    —Pues a mí no me importa lo que le hayas hecho a los demás —y sacó una pokeball—, a mí no me vencerá un muchacho tan insolente como tú.



    —Todos los entrenadores me han dicho eso antes —le respondió con su mirada maliciosa empuñando una pokéball—, y supongo que todos los líderes que me encuentre me lo van a decir.

    Y aquella frase, aquella frase era algo que no podía quitarse de la cabeza, algo que ese chico había dicho tantas veces que ya formaba parte de sus recuerdos:

    Soy Rainbow, el entrenador definitivo.

    Rainbow, así se llamaba ese chico de pelo negro. Revivió combates, muchos combates, vio cientos de pokémon, cientos de enfrentamientos. Y comprobó como los pokémon del “entrenador definitivo” lograban hacer ataques impropios de su tipo, lograban resisitir con entereza ataques extremadamente potentes y hacían todo tipo de virguerías que no eran comunes en pokémons normales. Pudo ver el huevo de Swampert, quien fue pokémon del chico, y pudo ver en los recuerdos como Celebi, el guardián de los bosques, agarraba el huevo con delicadeza y daba un salto en el tiempo, posiblemente hacia un futuro lejano…



    De repente, Byron abrió los ojos. Estaba alterado, su cabeza, saturada. Demasiada información en poco tiempo. Rob apagó la máquina y miró a Byron.

    —¿Y bien? —preguntó.

    Byron se incorporó y quedó sentado en la cama, la cual había recuperado su posición normal. Susurró algunas palabras:

    —Rainbow… el entrenador definitivo —entonces miró a Rob y dijo—: ¿esas personas son antepasados míos…?

    Rob asintió.

    —Claro —sonrió Byron—. Por eso sentía la energía del bosque. Él… tenía el Viridian Mind. De alguna manera he sentido lo que mi antepasado.

    —¿Entonces, la máquina ha funcionado? —Byron asintió con lentitud—. ¡Genial, es genial!

    —¡Mudkip! —dijo Byron dirigiéndose a su pokémon. Lo abrazó—. Ahora comprendo tu poder. Ahora sé por qué eres capaz de usar esos movimientos. Eres hijo de un pokémon definitivo.

    Mudkip asintió, sonriente, aunque realmente no comprendía lo que quería decir.

    Enérgicamente, Byron se levantó de un salto y se dispuso a salir, a la voz de :

    —¡Gracias, señor Rob! Espero que logre grandes cosas con su máquina.

    El doctor chiflado asintió orgulloso.

    Los otros dos le miraron extrañados y dijeron:

    —¿Qué tal, Byron?

    Byron sonrió, los miró arrogantemente, y dijo, con tono de superioridad.

    —Llamadme Byron, el entrenador definitivo.

    Ellos se miraron extrañados. Incomprensiblemente, Byron comenzó a reír.

    —¡Sólo bromeaba! —dijo entre risas. Luego comenzó a correr mientras decía—. ¡Vamos, no hay tiempo que perder!

    Los tres corrieron, aunque dos de ellos estaban un poco extrañados.

    Desde aquel día, Byron supo que llegaría lejos. Sabía que, aunque muy diminuta, había una pequeña parte del entrenador más fuerte de todos en su interior. Y, aunque él era diferente totalmente, y quizá no tan definitivo como él, haría honor a su antepasado. Desde aquel día, Byron sintió que algo dormido despertó dentro de él.





    Un capítulo que llevaba mucho tiempo queriendo escribir. Se lo dedico a Paralelo, y le doy las gracias por colaborar conmigo en este proyecto de unión que aún tiene mucho que decir.
     
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    Paralelo

    Paralelo Viajero dimensional

    Virgo
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    Wow, quedó mucho mejor de lo que pensé, en serio, ya había estado cavilando cómo ibas a escribirlo, pero a ti te quedó mejor. Mi parte favorita fue cuando miró los recuerdos de Rainbow y se encontró con el profesor Oak al principio, excelente la manera de seleccionar los recuerdos, yo no lo habría hecho mejor.
    Y gracias a ti, por tener esta magnífica idea, seguiré esforzándome en mi fic y algún día seremos conocidos como los fanfickers definitivos de pokémon (jajaja, bueno, no exageremos).
    Sigue escribiendo así, hasta otro universo paralelo...
     
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  7.  
    Little Princess

    Little Princess Entusiasta

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    Sólo me salen TRES palabras: ¡¡GU-A-U!! ^^ Buena asociación, buen proyecto.
    No puedo decir nada. ¿Bryon es familiar de Roinbei? Nunca lo hubiese pensado.
    No he visto faltas. No he visto faltas de ortografía. No he visto nada excepto el texto.
    Aún sigo anonadada.
    Sigue asi!! ;) ^^
     
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    MrJake

    MrJake Game Master

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    CAPÍTULO 56: CUATRO BEBÉS Y UN HUEVO (MELLY)

    La chica, acompañada de sus amigos los hermanos, había bordeado Ciudad Trigal y ahora miraba al mar que había al oeste de la misma. Hacia arriba, al norte, cruzando ese mar, se encontraba Villa Mármol (Ciudad Olivo), el hogar de los hermanos. Allí debían dejar a Kyle, quien se separaría del grupo desde ese momento.

    Decididos a acompañarle, los otros dos trataron de buscar una ruta alternativa para llegar a Mármol, ya que las dos existentes eran pérdidas de tiempo. Así que se montaron en sus aves y partieron, alzando el vuelo.

    Melly disfrutaba de la vista aérea sobre la Mandibuzz de Jeray. Éste volaba sobre su Braviary, mientras que Kyle lo hacía sobre Swanna.

    —Ver el mar desde aquí arriba es algo mágico —comentó Melly, que nunca había volado.

    —Los pokémon pájaro son geniales —comentó Jeray mientras acariciaba a Braviary, montado sobre su lomo.

    —Tú y tus pajaritos —comentó sarcástico Kyle, buscando encontrarle las cosquillas a su hermano. En contra a como solía hacer, Jeray lo ignoró y continuó hablando con Melly.

    —No te he contado cual es mi sueño, ¿verdad?

    Melly negó, mirándolo interesada. Jeray simplemente miraba al frente, concentrado en el vuelo, pero a la vez soñando despierto.

    —No sé si has escuchado hablar del Campeonato de Vuelo de Costa Colorada. Es un campeonato en el que varios entrenadores compiten en pruebas de maniobrabilidad de vuelo, carreras aéreas, exhibiciones aéreas y un combate aéreo para finalizar. Me encantaría ganar ese concurso.

    Melly rió, y tras mirar a Kyle, rompió en una carcajada. Desconcertado, Jeray preguntó:

    —¿Qué es tan gracioso?

    —Tú y tu hermano sois iguales —sonrió.

    Kyle rió también.

    —No confundas cosas, Melly —dijo, guiñando un ojo—. Yo quiero ganar el Torneo de Luchadores pokémon. No es moco de pavo.

    —Lo mío tampoco —protestó Jeray—. El Campeonato de Vuelo se celebra una vez al año, y es un título muy importante para los entrenadores de pokémon voladores.

    Melly decidió intervenir.

    —Cada uno lucháis por ser los mejores en vuestra especialidad. Cada uno queréis vencer en campeonatos importantes. ¿Qué más da que sea de pájaros o de luchadores? ¿Acaso importa? Yo lo que sí veo claramente es que, aunque lucháis por un objetivo similar, realmente pretendéis todo lo contrario.

    Ellos dos se miraron, extrañados. A los pocos segundos, Melly dijo, sonriente:

    —Estamos llegando.



    Villa Mármol era un pequeño pueblecito que recibía su nombre por el abundante uso del material que en cuestión en todas partes. Realmente era un rincón muy particular y bello del mundo de Nova.

    —Así que este es vuestro pueblo —supuso Melly, mirando a su alrededor—. Es un lugar precioso.

    Ellos sonreían, mientras caminaban en dirección a una casa bastante ostentosa que destacaba frente a las demás.

    —Vamos, nuestra casa es esa —dijo Kyle.

    La chica caminaba embobada, sin creerse que aquella gran casa fuese la de Kyle y Jeray.



    Entraron y una mujer vestida de doncella los recibió.

    —Buenas tardes, Gladys —sonrió Kyle.

    —Oh, ¡señora, los señoritos han llegado! —exclamó emocionada la doncella.

    Una mujer bella de ojos verdes y pelo rojizo, de no más de 50 años, salió a recibirles y les dio un beso en cada mejilla, emocionada de tenerlos allí.

    —¡Oh, mis niños! —dijo besuqueando a Jeray.

    —¡Mamá, ya vale! —se quejó el otro, algo colorado, mientras que Melly reía en voz baja.

    —Mucho gusto señora, soy Melly —dijo ella con la exquisita educación que solía demostrar.

    La mujer quedó mirándola un rato, y, tras pensarlo un poco, definitivamente dijo:

    —Eres la pequeña de Azuliza, ¿verdad? —Melly quedó sorprendida—. ¡Yo soy amiga de tu madre! Oh, que grande estás, Amelia.

    Al oír aquella palabra, Melly se ruborizó exageradamente. Los otros dos la miraron atentos, y dijeron en tono burlesco y sorpresivo a la vez:

    —¿¡Te llamas Amelia!?

    Melly, con una gota de anime en su cabeza, dijo:

    —Prefiero que me llamen Melly.

    Entraron en la casa tras una pequeña charla con la madre de los hermanos. El gran jardín era precioso, con un camino, como no, de mármol, en el que varios pokémon correteaban entre flores, decorando además el jardín con una bella fuente en el centro y varias flores y matorrales. Era un verdadero remanso de paz pokémon, lo que muchos considerarían la guardería pokémon perfecta.

    Kyle se apresuró a acercarse a tres pokémons casi idénticos: tres Tyrogues, pequeños pokémon morados que luchaban entre sí, valerosamente.

    —¿Pero qué tenemos aquí? ¡Si estáis entrenando, pequeños bribones! —exclamó sonriendo Kyle. Los tres pokémon corrieron a abrazar a su dueño, que los cargó en brazos.

    Mientras, un pequeño pájaro revoloteaba alegre girando en círculos sobre la cabeza de Jeray. Éste sonrió, y poco a poco el pájaro descendió hasta colocarse suavemente sobre la cabeza pelirroja de Jeray. Su entrenador lo miró de reojo.

    —Hola, Swablu. ¿Te lo has pasado bien?

    Melly no podía evitar sentirse feliz al ver aquella especie de vínculo padre e hijo que tenían los hermanos con sus pequeños pokémon. Pero su sensación de felicidad acabó al escuchar aquella palabra:

    —Amelia… —se dispuso a decir la madre de Kyle y Jeray, pero Melly la interrumpió.

    —Melly, si no le importa —trató de decirlo con educación, pero no pudo ocultar lo mucho que le molestaba que la llamasen por su auténtico nombre.

    —De acuerdo, Melly, ¿te interesa este huevo? Es una cría de mi pokémon, y pensé que tú querrías cuidarlo. Cuando crezca, será un fuerte pokémon volador.

    Melly sonrió, aceptando en sus brazos el huevo de la señora. Era un huevo blanco con varios cuadrados de colores tales como naranjas, rojo y azul.

    No pudo evitar volver a pensar en la según ella distinta meta de los hermanos, más aún al escuchar a la madre decir aquello.

    —Señora, ¿le importa que le pregunte que tipo de pokémon le gusta a usted entrenar?

    Ella sonrió amablemente.

    —Pues no suelo entrenar pokémon, pero tengo varias compañeras, todas unas elegantes pokémon voladoras. Los pájaros son muy elegantes, ¿no crees? —inclinó la cabeza a un lado.

    —Claro —Melly devolvió la sonrisa.

    Estaba claro; Kyle buscaba seguir el ejemplo de su hermano, una persona que ha llegado lejos, con sus decisiones claras y con el objetivo de ser el mejor, entrenando para ello a pokémon del tipo lucha. Por su parte, Jeray ansía ser como su madre, una mujer serena, que disfruta de la elegancia de los pokémon pájaro. Su deseo sin duda es disfrutar de una vida pacífica y tranquila.

    Aunque los dos se consideraban polifacéticos, está claro que Jeray prefiere los concursos, frente a su hermano Kyle, que busca obtener las medallas de gimnasio. Sin duda, si uno participa en la disciplina del otro, lo hacen por pura competencia. Y es que en eso se basaba su relación, en la competencia. Sin ella, después de todo, no serían quienes son.



    Pasaron en la casa todo el día, y Melly decidió, tras el ofrecimiento de la amable señora de la casa, quedarse a dormir allí. Plácidamente, durmieron esa noche allí, sin recordar ni Melly ni Kyle que al día siguiente sus caminos se separarían.

    Y es que desde ese punto, Melly viajaría a solas con Jeray, y eso era algo que hacía que Kyle sintiese inexplicables celos. Porque los sentimientos de Kyle eran fuertes, e imposibles de disimular. Él, en poco tiempo, había sido encandilado por aquella chica, felicidad y energía en estado puro. Y temía que Jeray sintiese lo mismo.

    Pero era la ley, ¿no? Ningún hermano supera al mayor… así había sido hasta entonces. ¿Se aplicaría la regla en Melly?



    Al principio Melly no consiguió dormir del todo bien, y es que, mientras soñaba, empezó a encontrarse mal, y abrazó a Manaphy, que dormía junto a ella, con más fuerza, mientras su sueño se hacía extremadamente real:



    No… pa…—era una voz de hombre, la misma que oyó en el concurso, aquella vez que se mareó. Esta vez, sólo escuchaba la voz, pero parecía sentir la respiración del hombre, parecía tenerlo justo al lado. Nuevamente, las palabras eran entrecortadas, sin llegar a distinguirse del todo bien.

    ¿Qui… luchas? ¿…tás …uro? ¡Muy b…! ¡Tú l… has… qu…..!

    Decía de forma intermitente aquel sujeto

    ¿Po… del …elo? ¿A qu… te re…..res?

    Desconcertante, aquello era desconcertante. Pero, ¿por qué? ¿Por qué parecía escuchar la voz de otro hombre? ¿Por qué no distinguía sus palabras con claridad?

    Cuenta la le… qu… la luz es … ….. pode….. de todos los e…… . Tal vez con es… de…. Pod… …el….lo se re….riese al …co…is. . Ar…….is, ¿qué pu… e si….nificar?



    A la mañana siguiente, la tensión se palpaba en el ambiente. Era inevitable la despedida, ya no había marcha atrás. Jeray y Melly fueron acompañados al mar por Kyle. De nuevo emprenderían el vuelo, esta vez hacia el sur, a Polvoblando (Orquídea), donde el Real Nova 3 los llevaría a Nova Sur. Allí, la despedida se produjo.

    —Adiós, Melly —dijo Kyle tratando de mostrar algo de indiferencia.

    —Te echaré de menos. Espero verte pronto, ¿vale?

    Dejó caer una lágrima, y Kyle no pudo soportarlo, dejando derramar otra. Fue entonces cuando se fundieron en un intenso abrazo.

    —Cuídate, Melly. Cuídate mucho, ¿de acuerdo?

    Ella asintió, aún abrazada por Kyle.

    —Y tú asegúrate de que esos tres pillastres de pokémon llegan a ser pokémons muy fuertes.

    Kyle sonrió.

    Tal vez lo hizo porque era lo que sentía, tal vez fue algo instintivo. Tal vez, simplemente, se dejó llevar. No comprendía ni él mismo por qué lo hizo, pero en aquel momento así pasó; cuando se separaron del abrazo, Kyle miró a los ojos a Melly, y, sin apenas dejar tiempo a la respiración, la besó, haciendo que ésta quedase con los ojos abiertos como platos, sumándole a este asombro el asombro de Manaphy, Jeray, y el pequeño Swablu que se encontraba sobre su cabeza.

    Poco a poco, se separaron. Kyle, inconsciente aún de lo que había hecho, sonrió y, dirigiéndose a su hermano, dijo, aún con una lágrima en el pómulo.

    —Tú, ornitólogo. Hasta que la vuelva a ver… cuídala.

    Y comenzó a andar hacia su casa, ante la mirada perpleja y el rostro aún sonrojado de la chica de nombre Amelia… Melly, para sus amigos.
     
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    Personalmente, este capítulo me parece muy bonito. Espero que os guste tanto como a mí:



    CAPÍTULO 57: Caos en el Real Nova 3, otra vez (Melly)

    —¡Guao! —exclamó Jeray al ver que su acompañante compraba dos tickets para el lujoso barco “Real Nova 3” en el puerto de ciudad Polvoblanco (Orquídea) —. Veo que no tienes precisamente problemas económicos. Viajar en ese barco es carísimo.

    Ella le ofreció uno de los tickets a Jeray y dijo, alegre para variar:

    —No es tan caro, la verdad. Pensaba que costaría más… algo ha debido de pasar para que el precio baje tanto.

    Jeray se encogió de hombros, y juntos se encaminaron a embarcar cuanto antes en ese barco.

    Ciertamente era lujoso, pero nunca ninguno de los dos coordinadores hubiese imaginado que habría tan pocos pasajeros. Sin duda, el barco se había ganado mala fama por algo.

    Entraron en su lujoso camarote, un camarote de dos camas, y Melly se dejó caer en una de ellas, mientras el otro liberaba a sus pokémons.

    Su Infernape variocolor se acomodó, tumbándose en una esquina. Braviary parecía estar coqueteando con Mandibuzz. Ledian se posó en la cabeza de Golem, el cual se hizo una bola y comenzó a rodar suavemente, como en un juego. Por último, su Swablu, el pequeño, que seguía en la cabeza pelirroja de Jeray.

    Melly sonrió al ver el sin duda buen ambiente que había en su equipo. Decidió que lo mejor era liberar a sus pokémon también, para que jugasen con los demás en ese gran camarote.

    Liberó uno a uno a sus pokémon, mientras abrazaba a su nuevo huevo.

    Manaphy saltó y jugueteó con Snivy, y los dos comenzaron a gastar pequeñas bromas a Infernape, que comprendió que querían jugar. Fue entonces Hippopotas el que comenzó a perseguir al rodante Golem, enérgicamente. Por su parte, Mothim interrumpió a la pareja de pájaros, que pronto decidieron revolotear el lugar. Era Magmar quien se quedó algo aislado del resto; y es que el pokémon de fuego se sentía algo mal con su nueva forma. Sí, sin duda era mucho más poderoso, y seguramente era él el más fuerte de los pokémon de Melly, pero aun así, ¿de qué le servía a un pokémon que participa en concursos ser fuerte? Es la elegancia, la belleza, el estilo lo que realmente son cualidades de un pokémon. Y ahora, ahora Magmar se veía en los espejos y se consideraba feo, feo y carente de elegancia, no como antes, cuando era un adorable Magby.

    Sin casi darse cuenta, los dos entrenadores se durmieron, ambos mientras meditaban en lo sucedido a la despida de Kyle, sin ser conscientes de lo que pasaba dentro del gran armario que tenían en su camarote.

    —Hermana, recuérdame que hacemos aquí metidos —se quejaba un niño escondido en el armario, mientras veía entre las rejillas del armario como los pokémon jugaban.

    —Tenemos una misión, ¿lo recuerdas, hermano? —dijo la melliza, que analizaba la situación que había fuera—. Atrapar a ese Manaphy, ¡prácticamente por eso nos contrató Apolo!

    —Que sí, hermana, que sí, pero dime, ¿cuándo demonios vamos a salir? —Ares ya empezaba a enervarse.

    —En cuanto los pokémon también se duerman. No tardarán, tranquilo. Mira, los pajaritos ya se han dormido, y esa bola y sus amigos también.

    Y era cierto; Mothim, Braviary y Mandibuzz estaban posados en el suelo, dormidos plácidamente. Cerca de ellos, Golem descansaba aún con su aspecto de bola, mientras a sus pies dormía Hippopotas, y sobre él lo hacía Ledian.

    Únicamente estaban en pie Magmar, apartado del resto, distraído en sus pensamientos, y el trío formado por Infernape, Snivy y Manaphy, que poco a poco iba sumándose al sueño…

    —Creo que es nuestra oportunidad —dijo al ver a Infernape tumbado, acogiendo con sus brazos a Snivy y a Manaphy—. Solo está despierto ese Magmar, que parece estar distraído. Vayamos con sigilo y salgamos de aquí cuanto antes con ese Manaphy —sugirió Atenea.

    Su hermano comenzó a reir en voz baja.

    —¿Qué te hace gracia? —preguntó ella, apunto de salir del escondite.

    —Vas a salir del armario, hermana —él reía como un niño, como lo que era, después de todo, mientras su Minum ladronzuelo le acompañaba en risas subido al hombro del pequeño.

    La hermana le golpeó en la cabeza mientras salía, y su Plusle reía mientras tanto por el fuerte golpe.

    —Podrías se menos brusca, hermana —dijo Ares mientras salía, tras ella.

    Ambos se dirigieron con sigilo hacia donde estaba Manaphy, y la hermana lo cogió con cuidado, separándolo de la mano de Infernape. Mientras, Ares vigilaba que el meditativo Magmar no se percatase de nada.

    —¿Todo listo? —preguntó Ares.

    —Perfecto —contestó Atenea, con el dormido Manaphy entre sus manos.

    Los dos abrieron con cuidado la puerta del camarote, y la cerraron… llevándose a Manaphy.



    Mientras, Magmar seguía con su debate interno. Se sentía feo, se sentía inferior a los demás. No hacía más que rememorar en su cabeza como empezó todo, como empezaron sus andanzas como pokémon de Melly. Como él y su amiga Snivy decidieron ir con ella y Manaphy.



    ***FLASHBACK***

    Era un dúo ciertamente peculiar, dos pokémon que no se suelen ver juntos. Y es que Snivy y Magby se conocían desde pequeñitos, y es que los dos tuvieron suerte de encontrarse. Ambos carecían de familia, y tuvieron suerte de encontrarse; ya no estarían solos más tiempo, ahora, se tenían el uno al otro. Y los dos, como hermanos, viajaron por Nova en busca de aventuras.

    Ciudad Nieveclara (Fucsia) no era un lugar muy agradable para ellos dos. A ninguno le gustaba particularmente el frío; por eso, al pasar por aquel lugar en el que por alguna razón siempre nevaba, se acurrucaron en una pared de una pequeña casa, buscando calentarse con las débiles ascuas que arrojaba Magby.

    Qué suerte tuvieron cuando se encontraron con aquella chica que caminaba abrazando a un Manaphy. Esa chica parecía querer mucho a su pokémon, y sin duda él estaba feliz.

    —Oh, ¡mira, Manaphy! Pobrecitos, esos dos están pasando frío —exclamó ella, que se acercó tiernamente a ellos—. Hola, amiguitos. ¿Qué hacen dos pequeñines como vosotros en un lugar tan frío?

    La miraron. Su mirada era profunda, ella era sin duda alguien especial. La bondad se reflejaba en su mirada. Ella era una buena persona, no hacía falta ni dudarlo.

    Snivy la miró apenada. Sin duda, sentía algo de celos de ese Manaphy. A su lado, se veía tan feliz, tan protegido…

    Por eso Magby no lo dudó.

    —¿Qué? —dijo con los ojos abiertos Melly—. ¿Un combate? ¿Queréis… venir conmigo?

    Snivy miró a su compañero extrañada. Él solo sonrió, y entonces comprendió que los dos pensaban igual. Con esa chica, serían sin duda felices. Ella era la entrenadora que estaban buscando. Snivy se levantó y encaró a Melly.

    Ella, solo sonreía.

    —¿Dos contra uno? —miró a Manaphy—. Menuda forma de empezar nuestra aventura, ¿eh, Mana?

    ***FIN DEL FLASHBACK***



    Magmar no pudo evitar sonreír. Desde entonces, hacía relativamente poco, ellos dos se unieron a Manaphy y a Melly. Miró a Melly, dormida en la cama, tan plácidamente. Y entonces volteó a mirar a Snivy. Allí, entre el brazo de Infernape. Pero, ¿y Manaphy?

    ¿Dónde estaba? Alterado, Magmar olvidó de repente todas sus preocupaciones y acudió a despertar a Snivy, apresurado.

    —¡Sny! —gritó Magmar, queriendo despertar a su amiga. La pokémon planta se despertó, y, soñolienta, miró a Magmar—. ¡¿Y Manaphy?!

    Ella miró al otro lado de Infernape y se alteró al comprobar que no había nadie allí.

    —E-Estaba aquí hace un segundo —murmuró ella, algo desconcertada.

    Magmar, temiéndose lo peor, despertó a Infernape.

    —Infernape, ¿sabes donde está Manaphy? —él estaba muy nervioso, e Infernape levantó un solo ojo, aún medio dormido.



    Mientras, en los pasillos, dos mellizos caminaban andando sin complicaciones entre la gente que transitaba el lugar. Con Plusle y Minum sobre cada uno y Manaphy entre los brazos de la chica, dormido, caminaban sin despertar ninguna sospecha. Su objetivo: salir a cubierta, donde podrían alzar el vuelo sobre sus pokémon voladores.



    —¡Dividámonos! —exclamó Magmar ya en el pasillo, actuando como el líder de todos esos pokémon—. Mothim, Braviary, Mandibuzz, Ledian y Swablu, vosotros sobrevolad la zona y buscad por todas partes —los voladores obedecieron y se dispersaron—. Infernape ve con Golem y con Hippopotas en esa dirección. Y yo y Snivy buscaremos por aquí.

    —¿No crees que llamaremos mucho la atención? —observó Snivy.

    —No importa. Lo importante es dar con Manaphy. Puede que alguien lo secuestrase, y eso sería terrible.

    Snivy asintió, y se separaron, saliendo a correr bajo la mirada estupefacta de los pasajeros transeúntes.

    No tardó en correrse el rumor de que unos pokémons andaban sueltos por el barco.



    —Mierda, ya nos persiguen esos pokémons —se quejó Ares, al oír a dos pasajeros comentar cómo unos pokémon andaban sueltos a sus anchas, sospechando que eran los pokémon de Melly.

    —Tenemos que salir rápido de aquí —presionaba Atenea, con un dormido Manaphy entre sus brazos.

    Entonces aceleraron el ritmo, andaban sin despertar mucho la atención de los pocos pasajeros que caminaban por el lugar. Se cruzaron entonces con una chica de vestimenta rosada que no pudo evitar mirar fijamente a Manaphy mientras se cruzaba con los mellizos.

    —Ey, ¿ese es el Manaphy de Melly? —quiso saber ella una vez sus caminos se habían cruzado, pero los hermanos ni se voltearon, sino que siguieron andando sin siquiera voltearse.

    Ella quedó mirando fija a la pareja mientras se alejaba, cuando un aleteo a sus espaldas la alteró.

    —¡Mothim! —exclamó al ver a la polilla sobre su cabeza—. ¿Anda Melly por aquí? Acabo de cruzarme con sus amigos, no los conocía— dijo Nadia, sonriente. Al oír aquello Mothim quedó pálido— Iban con Manaphy entre sus brazos, ¿no los conoces?

    Entonces, Mothim volvió a alzar el vuelo y partió rápidamente detrás de Ares y Atenea. Nadia solo lo siguió sin terminar de comprender.

    Al doblar la esquina, podía verse al fondo del pasillo la salida a cubierta. Y, a medio camino, se encontraban corriendo los gemelos, perseguidos por Mothim y Nadia.

    Parecía inútil perseguirles; aunque Mothim iba más rápido que ellos, la ventaja que les llevaba era considerable. Y, si salían a cubierta, sería el fin…



    —¡Corre hermana! —exclamó Ares, sacando una ball, viendo la salida a sus pies—. Un poco más…

    Ella asintió, sacando otra ball.

    —¡Pidgeotto, Fearow! —gritaron al unísono, mientras liberaban a sus pokémon voladores y salían a cubierta, montándose en ellos.



    —¿¡No me digas que han robado a Manaphy!? —Nadia se mordió el labio, mientras corría, jadeante, saliendo también por cubierta. Mothim se veía realmente preocupado.

    Al salir, varios pasajeros andaban por allí, todos, eso sí, pendientes de los hermanos, que se veían perderse en la distancia.

    —No puede ser… —suspiró Nadia. Se habían llevado a Mana.

    Pero entonces, se oyó un brusco ruido que representaba la ruptura de un cristal. Como dos torpedos, dos aves bastante grandes salieron volando a gran velocidad de uno de los pequeños ventanales del barco. Dos aves con pokémons a sus espaldas.



    —¡¡No os llevaréis a Manaphy!! —gritó Magmar, a lomos de Braviary.

    Snivy, tras él, se agarraba con fuerza a su compañero mientras miraba al horizonte, viéndose huyendo a los mellizos.

    —Vamos, tenemos que alcanzarlos —animaba Infernape, mientras Mandibuzz cargaba con él usando toda su resistencia para aguantar su peso.



    Mientras tanto, Nadia miraba la escena con la boca entreabierta, escuchándose gritos en el interior del barco provenientes de los pasajeros que vieron como la ventana se rompía, y los pasajeros de cubierta miraban la escena alucinando.

    Golem, Ledian, Swablu e Hippopotas salieron por la puerta a cubierta, uniéndose a Mothim y a Nadia en la admiración de la escena aérea.

    Aunque ahora los perseguían, los mellizos tenían mucha más ventaja que ellos.



    —Necesitamos propulsión —dijo Snivy.

    —Propulsión… —suspiró Magmar—. ¡Hace Falta propulsión!

    Entonces, un brillo lo rodeó, deslumbrando éste en el cielo. Magmar estaba evolucionando. Aún sin completarse su evolución, se vio como las manos, ahora cañones, de Magmar, ahora Magmotar, apuntaban hacia atrás.

    Poco a poco el brillo se evaporó y Magmotar dijo, mostrando su nueva ronca voz:

    —Snivy, agárrate.

    Y de sus brazos emergieron potentes lanzallamas que actuaron a modo de propulsor, aumentando sobremanera la velocidad de Braviary.

    Desde abajo, parecía una estrella fugaz.



    —¡Yujú! —gritó Ares— Lo hicimos, hermanita, ¡esos pokémons no nos alcanzarán.

    —Je, je, los hemos dejado a… —se giró un momento y antes de terminar su frase el “Braviary a propulsión” impactó brutalmente contra ellos, cayendo inevitablemente al mar.

    Manaphy se soltó de la mano de Atenea, quien caía junto a su hermano al mar inevitablemente, habiendo antes devuelto a sus balls a los pokémon.

    Pero entonces, Mandibuzz con Infernape a sus espaldas, pasaron por debajo de Manaphy antes de que éste cayera, agarrando Infernape al aún dormido pokémon.



    —Jo, hermana, ¡menudo golpe! —gritó Ares mientras caían—. Pero bueno, ¡podría ser peor!

    —¿¡Sería peor, por ejemplo, que debajo de nosotros hubiese dos Sharpedos con sus bocas bien abiertas!? —exclamó ella, al ver a los dos pokémon hambrientos en el mar.

    —Oh, oh —se lamentó Ares—. Hermanita, ha sido un placer —dijo Ares, abrazando a Minum, que caía con él.

    —Nos vemos en el cielo, hermano —ella abrazó a Plusle.

    Ambos cerraron los ojos, tratando de sufrir menos con su inminente muerte. Pero pasaron unos segundos, y nada pasaba. Abrieron los ojos, extrañados, y se encontraron flotando en el aire, a poca distancia de los Sharpedos.

    Snivy los sujetaba fuertemente con látigo cepa.



    —Serán llevados a la Sede del Gobierno y allí serán juzgados —decía el capitán del barco, ya con los dos irritantes mocosos atados frente a él, y sus ratas eléctricas a sus pies de la misma guisa—. Y si así lo requiere la ley, irán a la prisión del Hierro. Por intento de secuestro, alteración del orden público e infiltración en mi barco —pareció murmurar algo entre dientes, algo como “tras el numerito de hoy, a ver quien es el guapo que sube a mi barco. Que mala fama, dios…”. Luego suspiró y dijo—. Estaría bien que desembarcasen en la Sede e hiciesen de testigos contra ellos.

    Nadia sonrió al capitán.

    —Yo me ofrezco como testigo, naturalmente. A ver que nos cuentan los críos.



    Melly abrió los ojos lentamente. Tenía el huevo entre sus brazos, notaba como hacía ruiditos, ¡ya le faltaba poco! Miró a su alrededor y vio el plácido ambiente de la sala.

    Jeray dormido. Infernape, también, con Manaphy y Snivy haciendo lo propio. Golem, como una piedra, con Ledian durmiendo en sus espaldas e Hippopotas acostado cerca. Mothim, Braviary y Mandibuzz, se posaban en el suelo, con ojos cerrados. Y Magmar… ¡no! ¡Era un Magmotar! Él, él descansaba con una gran sonrisa.

    —¿Qué ha pasado aquí? —dijo Melly, notando que los pokémon estaban en realidad despiertos. De repente, uno a uno abrieron los ojos y se abalanzaron a sus respectivos dueños.

    —¡Aaaah! —gritó Jeray, al notar que Infernape se le lanzaba encima, y sus pájaros aleteaban cerca de él.

    Melly sonreía mientras abrazaba a sus pokémon.

    —Magmar, ¿cómo has…?

    El pokémon se encogió de hombros, su dueña solo lo abrazaba.

    —Eh… ¡No! —gritaba Jeray al ver a Golem sonriente, desde lejos, haciendo alarde de querer saltar sobre su entrenador—. ¡Golem, no! —empezó a correr. Melly reía mientras veía a su amigo temblar de miedo—. ¡Nooooo! —el pokémon saltó, y todos los demás reían.



    ¿Qué más da la belleza? La elegancia no se tiene en el físico, la elegancia no es algo tangible. La elegancia es, simplemente, algo que se encuentra en el corazón de todos los seres. Y es que nadie es más elegante o mejor persona (o pokémon) por su belleza; bueno, realmente sí, pero la belleza de la que hablamos… está en el interior, en el fondo de los corazones.

    Y esa belleza, se alimenta con el amor de otros. Eso es lo que aprendió Magmotar ese día.
     
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    CAPÍTULO 58: Espíritus (Byron)

    El trío llegó al fin a Nueva Azafrán. La gran ciudad, transitada continuamente por todo tipo de personas, era enorme para Byron y Sully, acostumbrados a vivir en un pequeño pueblo como lo era Villa Cuarzo.

    Byron caminó hacia delante, tranquilo, atravesando la ciudad sin prisas, disfrutando del ambiente que se respiraba en ella. Y entonces, dobló una esquina.

    —Oye, juraría que es por aquí —comentó Regina. Byron se volteó y dijo.

    —Ya lo sé, solo quiero ir a un sitio.

    Los otros dos lo siguieron, aunque no sabían exactamente hacia donde se dirigían.

    Byron caminó durante algún rato más, y al fin se detuvo frente a una casa.

    —¿Y esta casa es…? —pidió una explicación indirectamente Sully.

    Byron no contestó, sólo sacó un manojo de llaves y agarró una, la cual introdujo en la cerradura y giró lentamente… luego, empujó la puerta, y al fin entraron en el lugar.

    —¿De quién es esta casa? —quiso saber Sully.

    —Esta era la casa de mi padre cuando él era joven —contestó al fin Byron.

    Byron avanzó tranquilamente por el lugar y pudo observar una foto de Flint, cuando éste era joven. La agarró y sonrió.

    —¿Ese es tu padre? —preguntó sonriente Regina.

    —Sí —afirmó Byron, sujetando la foto mientras la miraba de cerca.

    —Seguro que te trata muy bien.

    Byron cayó. Regina no tenía la culpa, después de todo ella no sabía que su familia murió en un accidente, pero ese comentario le hizo recordar cómo jugaban juntos su padre y él. No pudo evitar derramar una lágrima, lágrima que Regina no vio.

    —¿Tienes hermanos? —siguió la chica preguntando inocentemente.

    —Regina, no… —quiso advertirle Sully, pero antes habló Byron.

    —No pasa nada Sully, al fin y al cabo, ella no sabe nada —miró a Regina—. Mi padre, mi madre, y mi hermano murieron en un accidente. De coche. Desde entonces no me he vuelto a montar en ninguno.

    Regina se llevó las manos a la boca, sorprendida.

    —Yo… lo siento, Byron, no-no lo sabía.

    —Está bien, tranquila —dijo él, secándose una lágrima—. Eso fue hace poco menos de 10 años.

    —¿Quién es este, Byron? No me suena —dijo Sully, que señaló a una foto, tratando de evadir el tema.

    —Oh, no lo conocía mucho, es mi tío, el hermano de papá —Byron sonrió—. La verdad, no sé que fue de él. Papá nunca me lo contó.

    Sully asintió.

    Entonces el de pelos rubios se encaminó hacia las escaleras que conducían a la planta de arriba de la casa, y la subió lentamente, seguido por los otros dos.

    Allá arriba había un cuarto, una habitación, algo llena de polvo pero bien conservada. Las paredes azules y grises y una decoración juvenil llenaban el lugar. Sobre la cama, una piedra de tonalidad oscura, negra y rugosa. La agarró, y sopló el polvo que había sobre ella. Parecía irradiar una energía oscura.

    —Una piedra noche —comentó Sully.

    —¿Qué hará aquí? —se preguntó Byron—. Tal vez fuese de mi padre.

    Regina sonrió, y agarrando a Byron del brazo, dijo:

    —Deberías llevártela. Quizá en ella esté el espíritu de tu padre, y la piedra estaba aquí esperándote.

    —¿El espíritu…?

    Regina asintió.

    —Cuando una persona muere, su alma va a parar al más allá, al reino donde descansan en paz, ¿no? —explicó Regina—. Pero, si la persona muere de forma injusta, su alma se queda vagando por la zona, en forma de fantasma… pues bien, hay otra excepción. Si esas personas que mueren de forma injusta tenían un alma muy fuerte, ese alma se aferra al mundo de los vivos y se introducen en recipientes sin alma propia… como lo son los objetos mismos —sonrió—. Estoy segura de que tu padre tenía un alma fuerte, y seguro que está en algún lugar… puede que en esta piedra, By.

    Byrron sonrió mientras miraba la piedra, y acto seguido la guardó en su mochila. Miró con esa blanca sonrisa a sus amigos y dijo:

    —¿Seguimos nuestro camino?

    Ambos asintieron.

    —Pero antes —interrumpió la marcha Regina—, a mí también me gustaría ir a un sitio aquí en Nueva Azafrán, ¿puede ser?



    El camino de los tres siguió por Azafrán un rato más. Siguiendo esta vez a Regina, el grupo avanzó por sus transitadas calles, hasta que se detuvieron frente a un gran escenario: el concurso de Nueva Azafrán.

    —¿Quieres participar? —preguntó extrañado el de las gafas.

    —No, claro que no; quiero saludar a un “conocido” que debe andar por aquí.

    Los chicos se encogieron de hombros, mientras la chica, con Meloetta entre sus brazos, caminaba tranquila hacia el interior.

    Al entrar, la presentadora, que rondaba por el hall, se exaltó bastante.

    —¡Señorita Regina, que honor! —dijo, bajo la mirada estupefacta de sus acompañantes.

    —Marilyn, que cosas tienes —agradeció ella—, déjate de honores y formalismos. ¿Y el “niño de oro”?

    Marilyn, la presentadora, señaló a un pasillo.

    —Está por allí, ensayando.

    —De acuerdo —y Regina comenzó a caminar al lugar indicado—. ¡Vamos, seguidme! —indicó con una sonrisa a Byron y Sully, que nuevamente se miraron extrañados.

    El pasillo por el que transitaron era el pasillo donde estaban las “salas de entrenamiento”, esos lugares donde los coordinadores ensayaban su número antes de comenzar las exhibiciones.

    Sobrentendieron rápido que “el niño de oro” era coordinador y tenía una relación directa con Regina, pero, ¿por qué ese recibimiento y ese trato de “señorita” hacia la bailarina?

    Y todo se entendió cuando ella entró a la sala de entrenamiento en la que estaba el chico mencionado.

    —Regina, ¿cómo tú por aquí? —sonrió él, al verla entrar—. ¿Qué pasó con tus bailes?

    Ella notó la ironía rápidamente.

    —Igual que tú con los espectáculos pokémon, hermanito.

    A Sully se le trabó la lengua.

    —Ay, madre —dijo él—. ¿¡Eres hermana del gran Eric!?

    Byron no se enteraba de nada, miró a un lado y a otro sin comprender.

    —¿Quién es él? —le preguntó en voz baja a Sullivan.

    —¿¡Bromeas!? —exclamó Sully—. Todos conocen a Eric, ¡el Rey de los Coordinadores, ganador varias veces consecutivas del Gran Festival!

    Pero Byron jamás había oído hablar de él.

    Eric, con un Sceptyle a su lado, sonrió.

    —Tampoco es para tanto —dijo—. Después de todo, soy una persona como vosotros, no soy nada fuera del otro mundo.

    —No, sólo eres el “chico de oro”, el ¡oh, Eric, oh, que guapo, Eric, oh! —bromeó su hermana. Él rió.

    —No tengo la culpa de que mi actuación guste a las chicas, hermanita.

    —¿Y qué hace aquí el Gran Eric? —preguntó con cierta vergüenza Sully.

    —Me llamaron para hacer una exhibición de muestra. ¿Queréis entrar como público? Os conseguiré unas entradas, si queréis —rascó el pelo a su hermana con el puño—. Los amigos de esta mocosa son mis amigos.

    Sully asintió, emocionado. Y Byron también, aunque era más la curiosidad de ver un combate de concurso, algo que no había visto nunca, que ver actuar al propio Eric lo que le motivaba a entrar como público en ese concurso.



    Y así, el trío entró en el las gradas, y se sentó pacientemente para ver la exhibición que de seguro era prometedora, la exhibición de Eric, el Rey de los Coordinadores.



    Curiosidad: En Nova no existe la evolución por intercambio; aquellos pokémon que normalmente necesitan de ser intercambiados para evolucionar lo harán comúnmente (por nivel) en Nova, y, si originalmente necesitasen de algún objeto, por lo general no les hará falta en Nova (un ejemplo de esto es el Magmar de Melly, que evolucionó sin necesitar ningún magmatizador y sin ser intercambiado)
     
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    CAPÍTULO 59: El implacable Gobierno (Melly)

    Y, ¿quién le iba a decir a ella que sucedió todo eso mientras dormía? Melly jamás se hubiese esperado que durante aquella “siestecita” en el barco pasasen tantas cosas… ¡robaron a Manaphy, y casi se lo llevan para siempre! Pero sus pokémon y los de Jeray colaboraron para rescatarlo de las garras de esos dos niñatos. Y en el proceso, se encontraron a Nadia y Magmar evolucionó…

    Ahora, estaba frente a aquel jurado. Habían tenido que desembarcar en la Sede del Gobierno, donde reside el órgano legislativo más poderoso de Nova, aquel que concentraba los tres poderes, jurídico, legislativo y ejecutivo, aquel en el que un grupo de cincuenta hombres elegidos por el pueblo establecían leyes y juzgaban a los que no las cumplían.

    Y estaba claro que Ares y Atenea no las habían cumplido.

    —Se abre la sesión contra los mellizos acusados de intentar robar un pokémon —comenzó la jueza, una mujer detrás de cuyas gafas se reflejaba una mirada acusadora que realmente amedrentaba. Melly, desde el estrado de los testigos, aún no sabía muy bien que es lo que hacía allí, en aquel lugar tan… “oficial”.

    Una gran sala llena de sillas y con varios estrados, con una única puerta bastante grande y custodiada por dos Bisharps que permanecían erguidos como estatuas.

    —Bien —comenzó a hablar un hombre que parecía ser el fiscal. Con una corbata bien apretada y un traje azul marino, comenzó a hablar lentamente—. ¿Sois menores de edad?

    —Sí —contestó Atenea, con cabeza gacha, desde el estrado de acusados.

    —Bueno, las penas no serán las mismas si así es. ¿Nombres?

    —Ares y Atenea —contestó el primero.

    —Hablo de vuestros nombres auténticos, no de esos nombres en clave.

    Los hermanos se miraron, y tras un rato así, ella decidió contestar:

    —Nos llamamos Daniel y Daniela.

    —Interesante combinación de nombres.

    Un hombre con traje negro, corbata a juego y camisa verde oscura, con un pelo negro como el azabache, habló:

    —Señor Gale —dijo—, mis clientes no están aquí para perder el tiempo con sus comentarios —era el abogado de oficio asignado a los dos delincuentes. Su oponente fiscal sonrió.

    —Claro que no están aquí para eso, señor Smith, y es que si están aquí es por haber, delante de todos los pasajeros del Real Nova 3 que se encontraban en cubierta, intentado robar al Manaphy de esta chica —acusó con dureza Gale.

    El otro también se puso a sonreír de forma pícara.

    —Me gustaría que comenzasen los testimonios, por favor —presionó la jueza.

    —Claro —continuó el fiscal—. Llamo a declarar a Amelia Waterflower, la dueña del Manaphy que se intentó robar.

    Con cierta vergüenza, ella subió al estrado, algo malhumorada también de que dijesen su nombre completo, cosa que no soportaba.

    —¿Es usted la dueña del Manaphy?

    —Sí.

    —¿También menor de edad, cierto? ¿Hija de la líder de gimnasio Azuliza Waterflower? —seguía interrogando Gale.

    Ella asintió.

    —Lo cual puede aumentar la sentencia —miró amenazante a su rival el abogado, que simplemente apartó la mirada—. Bueno, díganos. ¿Qué hacía usted mientras trataban de robar a su Manaphy?

    —Dormía en mi camarote. Él —señaló al pelirrojo—, Jeray, estaba también conmigo allí.

    —O sea, que entraron en su camarote privado —el fiscal sonreía, todo estaba puramente ganado.

    —Protesto —interrumpió el abogado defensor—. No está demostrado que ellos entrasen en el camarote; pudo salir él mismo Manaphy de éste. No se añadan más acusaciones a los acusados de las que tienen.

    El otro asintió con resignación y continuó hablando.

    —Cuando despertó, ¿dónde estaba Manaphy?

    —Manaphy ya estaba en su sitio, durmiendo. Acababa de regresar, lo acababan de liberar.

    El fiscal asintió. Dos o tres preguntas sin importancia, y el juicio pudo continuar, esta vez con Nadia como testigo. Tras la presentación, las preguntas siguieron.

    —¿Vio usted como los sospechosos robaban a Manaphy?

    —Así es —asintió ella mientras le sonreía a Melly—. Uno de los pokémon que detuvieron a esos dos me encontró y salí a cubierta acompañada de él. Fuera, vi con certeza cómo ellos dos huían en sus pokémon voladores, con Manaphy entre sus manos. Además, previamente me los crucé y ya llevaban al dormido pokémon consigo.

    —Ajá —asintió el abogado de repente—. ¿Podría saberse por qué no los detuvo cuando se los cruzó?

    —Protesto —interrumpió el fiscal—. Señor abogado, mi testigo no tiene por qué responder a eso. Aparte de que es irrelevante, puesto que ella no tenía por qué saber que esos dos estaban robando al pokémon; pudo pensar que eran amigos de Waterflower.

    —Entonces, ¿cómo es que no les preguntó por ella?

    —Si se me permite hablar —dijo con talante Nadia—, diré que sí les pregunté si Melly estaba por allí, pero ellos me ignoraron y continuaron su huida.

    Tras dejar sin palabras al abogado, los acusados subieron por fin al estrado, acompañados de sus dos ratas eléctricas, los cuatro temiendo su sentencia.

    —Entonces, Daniel y Daniela, acusados, ¿cierto? —preguntó por mera formalidad el fiscal.

    Ellos asintieron.

    —¿Pertenecéis a alguna especie de asociación criminal? En definitiva, ¿por qué quisisteis robar a Manaphy, por beneficio propio o por trabajo? —prosiguió. Justo cuando el chico iba a hablar, comentó: —. Sabed que si declaráis que lo hicisteis por propio beneficio la sentencia puede ser la más extrema.

    —Protesto —volvió a interrumpir el abogado, Smith—. Mis clientes no van a responder a esa pregunta, ya que hacerlo los incriminaría como culpables. La defensa ruega a la acusación que no hagan preguntas que los sospechosos no puedan responder por puro perjuicio indirecto. Si se hace una acusación, que ésta sea directa.

    —De acuerdo. Cambiaré la pregunta, tan solo será: ¿trabajáis para una asociación criminal? Y cambiaré mi sugerencia a: si sois culpables, alegar que no pertenecéis a ninguna asociación será mucho más perjudicial para vosotros. ¿Está la acusación conforme?

    Sonriendo, el otro agachó la cabeza para evitar mostrar su obvia sensación de estar perdiendo.

    —Ruego que no se desvíe la atención del caso —recriminó la jueza—. Pueden responder, acusados.

    De nuevo los niños se miraron.

    —Pertenecemos al Team Rocket Pro.

    Melly, desde su estrado, alzó bruscamente la cabeza y se sobresaltó profundamente ante aquella mentira.

    —¿Tratasteis de robar a Manaphy, sí, o no?

    —Protesto —volvió a interrumpir el abogado—. Mis clientes tampoco responderán a eso.

    Entonces, en la sala entró una mujer de pelo marrón que avanzó lentamente. La jueza, mirándola, dijo:

    —Estamos en pleno juicio, señorita.

    —Lo sé, y me gustaría declarar. Tengo algo que decir —ella sonrió malévolamente.

    —¿Deméter? —se preguntó apretando los dientes Melly.

    —De acuerdo —consintió la jueza. Ella subió al estrado, en sustitución de los sospechosos, y comenzó su testimonio.

    —Verán, mi nombre es Claire. Yo viajaba en el barco, y puedo demostrarlo —sacó un tícket del barco, efectivamente, firmado por ella—. Y v i con claridad como estos dos niños cogieron a un Manaphy que se había desmayado en mitad del pasillo. De hecho, le pregunté a estos dos si el Manaphy estaba bien, y ellos aludieron que buscarían al dueño para dárselo. El pobre pokémon parecía tener algo de fiebre, y vagaba solo por el Real Nova 3. Así que ellos fueron a buscar a su dueña, y con seguridad alguien los confundió con ladrones y salieron corriendo temerosos; después de todo, son niños.

    —¡Eso es mentira! —exclamó Melly.

    —¡Silencio, por favor! —reprochó la jueza con un golpe de mazo.

    —Su Señoría, puedo afirmar —inquirió Nadia— que nadie los acusó de nada; ellos solo empezaron a correr cuando se cruzaron conmigo y les pregunté por Melly.

    Entonces intervino Gale.

    —¿Puede demostrar eso, señorita Claire?

    —¿Puede usted demostrar lo contrario? —confrontó Smith.

    —Creo que ya he oído suficiente. Está claro que no hay ninguna prueba concluyente, y los testimonios se contradicen —expuso la jueza—. Necesitaré un tiempo para deliberar. ¿Qué solicitan defensa y acusación?

    —Solicito para mis clientes la absolución —dijo el abogado.

    —Solicito la retención en la Cárcel del Hierro de los sospechosos, en la zona del correccional de menores, por supuesto. La acusación solicita un mínimo de dos años de retención, por intento de secuestro, alteración del orden y allanamiento del camarote.

    —De acuerdo. Descanso de media hora, después comunicaré mi veredicto.

    Y con un golpe de maza, todos se levantaron.



    En la sala de espera, los testigos se reunieron para debatir sobre el tema. Una de ellos permanecía alejada del resto, con su mirada enfocada en la pared que tenía en frente de sí.

    —Esos dos mocosos se merecen estar un tiempecito en el correccional. Ojalá que sean escarmentados —dijo Melly, algo ofuscada.

    —Son unos niños ciertamente malos —afirmó Jeray—. Me pregunto de dónde habrán sacado esa maldad y esa perspicacia.

    —A saber —siguió Nadia—. Oye, ¿y esa? —susurró en voz baja, refiriéndose a la mujer de pelo castaño que se apoyaba en una pared, sonriendo se manera algo maniática.

    —Ella es Deméter —dijo Melly muy seria—. Una del equipo Neutrón. Como esos chiquillos, que aunque digan que son del Team Rocket Pro, eso es mentira. ¡Ellos quieren robar a los legendarios! Y esa no es más que una mentirosa que quiere defender a sus compinches.

    Quedaron callados un rato hasta que un hombre de corbata y traje se les acercó. Era el fiscal Gale.

    —¿Qué tal todo? Tranquilos, esos mocosos pagarán. Aunque son unos niños, no creo que la jueza sea muy severa. Si he pedido dos años, es para que la jueza valore una sanción relativamente elevada. Pero no creo que exceda del medio año. Por cierto, mi nombre es Davis Gale —dijo con una sonrisa bajo su pelo oscuro y sus ojos avellana, cuyo color marrón claro contrastaba con la oscuridad de su cabello.

    —Gracias por todo, señor Gale —sonrió Melly—. No es la primera vez que intentan quitarme a Manaphy. Pero, oiga, ¡esa mujer que se hace llamar Claire, ella es una de los suyos! ¡La jueza no debe creerla!

    Él sonrió.

    —Confía en mí, te estoy diciendo que la jueza nos va a dar la razón. Era obvio que ella mentía, pero aun así no se puede probar que tenga relación con ellos. Habrá que conformarse con penar a esos renacuajos.

    Se quedó un rato mirando a sus interlocutores, y se fijó en el Manaphy y el Swablu que se posaban sobre las cabezas de Melly y Jeray respectivamente.

    —¿Sois entrenadores? —preguntó Davis.

    —No exactamente —explicó Melly—. Yo y Nadia somos coordinadoras, y él, Jeray, es coordinador y entrenador.

    —Ajá —afirmó él. Entonces se vio la nostalgia en sus ojos—. Que recuerdos me traéis. Una vez yo también salí de aventuras acompañado de un pokémon. Yo nunca creí que fuese a ser entrenador, la verdad. Tener pokémon no era algo que me motivase, no era algo que me hiciese especial ilusión. Pero sin embargo, decidí salir de aventuras, puesto que había alguien importante para mí que había partido y debía ir tras él. Fui con otra persona importante —sonrió—. Ahora, cada uno tenemos un destino completamente distinto, ¡mírame! Fiscal del Gobierno, ¿quién me lo hubiese dicho?

    Melly lo miraba con rostro algo apenado; se veía que echaba mucho de menos esa época de su vida.

    —Tú me recuerdas mucho a él —terminó, antes de que se diese la vuelta—. Vamos, el veredicto será anunciado pronto, ¿listos para ganar?



    Entonces, todos retomaron sus puestos en el jurado y la jueza se aclaró la voz. Con un golpe de su maza, dijo:

    —Como no quiero perder más tiempo con este caso —dijo tal vez con demasiada franqueza—, daré mi veredicto —la tensión se palpaba en el ambiente, y los mellizos se agarraron con fuerza la mano—. He decidido a la vista de los testimonios que los acusados son culpables. Se les condenará a cuatro meses en el correccional de menores, a no ser que sus padres asuman la culpa y la responsabilidad de sus hijos.

    —No tenemos padres —afirmó cabizbaja Atenea.

    —En ese caso —dijo indiferente la jueza—, la sentencia queda intacta. Se levanta la sesión.

    Otro golpe del mazo.



    —Gran trabajo —piropeó el abogado Smith, que se acercó al fiscal, ya acabados los trámites del final del juicio y habiéndose marchado todos los implicados.

    —Sabías desde el principio que ganaría, Fred —sonrió maliciosamente Davis.

    —Tú, para que variar, ¿no? No has cambiado nada desde que eras un criajo. ¿Te acuerdas de las palizas que te daba? No durabas ni dos minutos contra mis pokémon.

    —Pero eso fue hace diez años; ahora es al revés, ahora soy yo quien da las palizas en el estrado —guiñó un ojo—, ¿no, Fred?

    El de pelos oscuros como la noche y ojos de igual índole se rió con fuerza, y después pasó a decir con nostalgia:

    —¿Les echas de menos? A Madeleine y eso.

    —Claro. Hace tiempo que no la veo a ella, la verdad. Pero seguro que le va estupendamente —sonrió con algo de pena—. Pero bueno, repito que de eso hace diez años.

    El otro sonrió también.

    —Quién lo diría. ¡Dónde hemos acabado!

    —Y que lo digas, Freddy, y que lo digas.
     
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    MrJake

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    Nova, aventuras en la nueva tierra pokémon
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    Para todas las edades
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    Aventura
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    86
     
    Palabras:
    1672
    ¡Jake vuelve, vuelve por Navidad (?)!



    CAPÍTULO 60: Volver a empezar (Jake)

    El hombre sacó a su pokémon. Ese rudo pokémon metálico, con cuatro forzudos brazos, que levitaba en el aire, teniendo en su rostro una gran X plateada que se le cruzaba, dejando a dos lados sus ojos rojizos; era Metagross. Su entrenador lo miró y sonrió.

    —Bueno, Metagross, ¡necesito tu ayuda!

    El pokémon que siempre acompañaba al hombre se apoyaba en un árbol, mirando atentamente los movimientos de su entrenador. ¿Qué pretendía?, se preguntaba Zoroark.



    Pasó el tiempo, y pasó el día. Y fue al día siguiente, a la misma hora, cuando el muchacho esperaba sonriente, acompañado de los dos pokémon, Zoroark y Metagross, este último habiendo estado preparándose para el momento todo el día anterior. Al fin, una chica de flequillo recto y pelo oscuro se acercó al lugar, tal y como el día previo habían acordado. El hombre sonrió al verla.

    —Hola —dijo él.

    Ella sonrió casi forzadamente.

    —Hola. ¿Qué es lo qué…?

    Y sus palabras se trabaron cuando, de repente, Metagross usó sus poderes psíquicos para crear un hermoso paraje, un espejismo, tal y como solía hacerlo Mew. El lugar se transformó en una extensa pradera de hierba clara, con hermosas flores aquí y allá, una gran cascada que hacía rebotar los rayos del sol en circulares arcoíris, cayendo el agua en un hermoso lago cristalino; varias rocas haciendo de diminutas montañas que decoraban con un toque de sobriedad el completo paisaje. Aquello…

    —Es… hermoso —dijo ella, aún boquiabierta.

    Él se acercó lentamente.

    —Bueno, Mew creaba espejismos utilizando sus recuerdos de paisajes que había visto, ¿no? Pues… yo también he viajado, y he visto muchas cosas. Y quería compartirlas contigo.

    —Esto es la Llanura Paradise, ¿verdad?

    Jake ladeó la cabeza.

    —La mayor parte sí. ¿Estuviste allí?

    La chica de nombre Lara agachó la cabeza.

    —Sí. Hace ya mucho. Pero la verdad, prefiero no hablar de eso —de nuevo, una sonrisa forzada.

    Jake miró en sus ojos, tratando de buscar una explicación para la tristeza de aquella chica. La analizó. Si conocía la Llanura Paradise, probablemente había tenido pokémons; nadie en su sano juicio se habría metido en el lugar con mayor fauna de Nova sin pokémon. Pero, si tuvo, ¿como es que ahora no tiene? Debió pasar algo terrible para que acabase así. Era joven; no tendría mucho más de veinte años. ¿Cómo alguien tan joven, y hermosa, no tiene motivaciones, no tiene motivo de alegría? Jake sabía bien lo que era el dolor. Él ya había sufrido mucho, y aun así, la sonrisa seguía en su cara. No iba a derrumbarse.

    Y ella, ella merecía sonreír también. Tal vez no tenía a nadie que le provocase esa sonrisa. Quizá, en el fondo, estaba esperando que apareciese alguien como Jake, dispuesto a alegrarla.



    Mientras tanto, en la base principal de los Neutrón…

    Aquel hombre de vestimenta blanquiazul y sombrero blanco meditaba en su altar azul en la sala de reuniones. Poseidón sufría un gran debate interno, ¿por qué estaba allí, en ese equipo? ¿Realmente lucha por algo bueno? ¿Realmente luchaba Rewta por algo bueno? Quizás… ¿quizás era cierto que pensaba traicionarlo? Su propia hija… de ser así, ¿por qué luchar? ¿Por qué hacer el mal, si no existe una motivación lo bastante fuerte, lo bastante convincente?

    Poseidón alzó su cabeza bruscamente, todo le daba vueltas. Comenzó a andar, mientras reflexionaba tranquilamente…



    Volviendo al bosque Verde:

    ´Pasaron varios días, días en los que, siempre a la misma hora, Jake acudía al bosque, y con la ayuda de Metagross, recreaba ese pequeño pedazo de paraíso. Poco a poco, Lara comenzaba a sonreír. Durante aquellos días, Jake y Lara se hicieron amigos. Él le contó sus aventuras, todos los viajes que había realizado, todos los pokémon que había entrenado…

    —Debes de ser un entrenador fortísimo.

    —Eso dicen —Jake sonrió. Entonces agarró un pedazo de cristal que llevaba en el bolsillo. Era un trozo de cristal con una curiosa forma, como si fuese un gajo de una naranja. Se nota que pertenecía a otro trozo más grande, probablemente a una esfera—. ¿Sabes? Desde que empecé mi aventura, este trozo ha sido mi amuleto. No me preguntes qué es… pero para mi padre era muy importante, era especial. Un buen día, él me lo dio, y me dijo que lo llevase siempre, que me protegería. Y hasta ahora, no me ha ido mal —sonrió.

    Lara miró anonadada el trozo de cristal.

    —¿Puedo…?

    —Claro —Jake le entregó el fragmento, el cual analizó sin despegar su mirada de él, algo que desconcertó un poco a Jake—. ¿No notas como una fuerte energía? A mí siempre me ha dado esa sensación.

    Ella agachó su mirada, ocultando sus ojos bajo su flequillo. Seguía con el fragmento entre sus manos, sin contestar. Su sonrisa había desaparecido.

    —¿Lara…?

    —Es —murmuró—… es este, no hay duda. Está aquí —abrazó el trozo, y dejó caer varias lágrimas.

    —¿El qué? ¿Qué sucede? —Jake no entendía nada.

    Ella alzó la mirada, y bajo sus ojos empañados lucía una gran sonrisa.

    —Nada, Jake. Tan solo, gracias —y le entregó el pedazo.

    Jake no entendía nada, pero esa sonrisa ya era suficiente para alegrarle.

    —De acuerdo —dijo—, solo hazme un favor.

    —¿Sí?

    —No vuelvas a llorar, ¿vale? —y él pasó su dedo suavemente por el ojo de Lara, secando sus lágrimas. Ambos quedaron mirándose en silencio, en aquel pequeño paraíso. Era un momento de los dos, era un momento que no querían que terminase… un momento que por desgracia, duró poco.



    Días antes, en la base de los Neutrón…

    Zeus miraba a través de los grandes cristales el vacío que había bajo tierra. Un hombre se acercó a su lado, uniéndose a la vista del lugar.

    —Te llamabas Mark, ¿cierto? —preguntó el hombre.

    Zeus miró a Poseidón, y después volvió la vista al vacío.

    —Sí, así me llaman. Tú nunca me dijiste tu nombre.

    —Kevin, me llamo Kevin.

    —Pues encantado.

    Poseidón empezó a reír de manera algo rara.

    —Vengo a despedirme, Mark. He tomado una determinación.

    —¿Despedirte? —se sorprendió Zeus.

    —Así es. Me voy, me largo. No quiero saber más de este equipo.

    —No puedes hacer eso. Sabes demasiado, ¡no te dejarían libre mucho tiempo!

    Él sonrió.

    —No te preocupes, sé un lugar al que ir donde no me encontrarán —extendió su mano—. Mark, te deseo suerte, de verdad. Ojalá todo salga como quieres, pero ten en cuenta algo. Nunca hagas lo que no quieras hacer.

    Zeus correspondió al apretón de mano.

    —No hago esto por mí. Tampoco lo hago por mi hermano, no es por complacerlo… es, simplemente, que se lo debo. Ya le hice mucho daño, y ahora debo saldar la deuda.

    —Como sea; te deseo suerte.

    Ambos sonrieron.

    —Lo mismo digo. Y corre, no te será fácil huir de aquí.

    —Nos veremos algún día, Mark.



    Volviendo al bosque.

    El momento fue interrumpido por un hombre de sombrero blanco.

    —¡Poseidón! —exclamó Jake, empuñando una pokéball y levantándose bruscamente.

    —Tranquilo, no vengo en calidad de comandante. He dejado el equipo.

    —¿¡Qué!? —se extrañó Jake.

    —Desde mi derrota contra ti, he estado dándole vueltas a lo que estaba haciendo. Fuiste tú quien me hizo darme cuenta —volteó la cabeza—. Tengo que irme pronto; no tardarán en buscarme por todas partes, no pueden dejar que alguien que sabe tanto esté por ahí a sus anchas. Pero antes —sacó una ball—, me gustaría tener un combate contra ti. Sin ningún mal propósito. Solo quiero volver a sentir esa energía tuya, esa determinación. ¿Me concedes el honor?

    Jake miró a Lara. Ésta no sabía muy bien qué sucedía, pero aun así animó a Jake a hacerlo.

    Empuñando su pokéball, Jake sonrió a Poseidón. Lentamente, la lanzó al aire, dejando salir de ella a un enorme e imponente Garchomp.

    —Cuando quieras.
     
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    MrJake

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    ¡Buenas, después de meses y meses! No voy a volver, aún no; pero este fic debo terminarlo, cueste lo que cueste, y lo haré tarde o temprano. Por eso intentaré escribir cuando me sea posible y, ya en verano, intentaré reincorporarme definitivamente.
    ¡Bueno! No quiero empezar a escribir otra vez como si nada, porque los que leyeseis el fic seguramente no recordaréis nada. Es muy difícil hacerlo, porque en esta historia hay muchísimos personajes e historias secundarias; pero intentaré hacer un resumen recordatorio.

    PERSONAJES PRINCIPALES
    Byron: Uno de los protagonistas de la historia. Es un entrenador pokémon que hasta ahora ha coleccionado cuatro medallas de gimnasio. Su acompañante es Gallade, y además tiene: Fraxure variocolor, Aerodactyl, Lampent, Mudkip, y Tangela.
    Era hijo de un entrenador y una bella mujer, y tenía un hermano; los tres murieron, y ahora no tiene a ninguna familia.
    Tras ver los recuerdos de sus antepasados más remotos por medio de una máquina, descubrió que era pariente de un tal Rainbow, el autoproclamado "entrenador definitivo"; y su Mudkip, que nació de un huevo, proviene de alguna manera del pasado, siendo hijo del Swampert de este entrenador.
    Es muy amigo de Sully, y recientemente se ha hecho compañero de Regina. Su máximo rival es Fangy, o Chronos, uno de los titanes del equipo Neutrón. También ha desarrollado cierta rivalidad con Zeus, comandante de este equipo.
    Coincidió con Melly en una cueva, y sintió una extraña sensación al estar con ella.

    Jake: Un hombre enigmático. Es un excelente entrenador, pero rara vez usa un pokémon que no sea a su fiel compañero Zoroark. Se le ha visto usar fugazmente a un Garchomp, un Lucario, un Metagross, un Snorlax, y además se sabe que tiene a un pokémon volador que usa mucho para desplazarse, pero que su extrema velocidad hace que cueste visualizarlo. Además, capturó a un Deoxys extraviado con capacidad para cambiar de forma a voluntad, al cual nunca ha usado por estar descontrolado.
    Amigo de Celebi, quien le salvó de morir en un accidente de tráfico donde perdió a su familia, vivió algunos años en el Limbo, paraíso donde el tiempo no fluye y la muerte no existe, con ella y Zorua, pero acabó volviendo a su mundo y curtiéndose como entrenador.
    Siente un gran afán pro la justicia y está investigando y frustrando los planes del equipo Neutrón. Él ha sido quien descubrió la relación de este equipo con el viejo y corrupto alto mando, y gracias a él, Poseidón abandonó y renunció al equipo.
    Ha descubierto, también, un diario de un extraño personaje en el que se revelan los secretos de la leyenda de la luz del héroe.
    Hera, una de los tres titanes del equipo Neutrón, le engañó y desde entonces se la tiene jurada.

    Melly: La más joven de los protagonistas, es una coordinadora talentosa, y la dueña de Manaphy. Posee un Mothim, un huevo aún sin nacer, Hippopotas, Snivy, y Magmortar. Ahora, ha participado en tres concursos de los que ha ganado dos.
    Viajó durante un tiempo con Kyle, más tarde y hasta ahora con su hermano Jeray. Nadia también viaja ahora con ella.
    Es hija de Azuliza, líder de gimnasio, y su apellido Waterflower, revelado hace poco, da lugar a pensar quien puede ser su antepasado.
    De pequeña, cayó en un coma profundo. Nadie creyó que iba a despertar; aún así, lo hizo, y pareció cambiar de personalidad completamente.
    Aún no sabe que uno de sus rivales, Mask, es en realidad un comandante del equipo Neutrón: Hades.
    Siente admiración hacia el rey de los coordinadores, Eric.
    Se encuentra en un extraño triangulo amoroso entre Jeray y Kyle.

    PERSONAJES SECUNDARIOS
    DE LA HISTORIA DE BYRON
    Sully: Amigo de la infancia y rival de Byron.
    Regina: Dueña de Meloetta, recientemente incorporada al grupo de Byron. Es una bailarina hermana del gran rey de los coordinadores Eric.
    Finn: El padre de Byron, antaño fue un gran entrenador.
    DE LA HISTORIA DE MELLY
    Nadia: La primera coordinadora que conoció Melly, semiespecializada en el tipo normal.
    Kyle: un muchacho carismático y "polifacético". Semiespecializado en pokémon de lucha, sigue los pasos de su hermano, uno de los del imbatible alto mando.Si participa en concursos, es para ganarle a su hermano Jeray, con quien tiene una severa rivalidad.
    Jeray: hermano pequeño de Kyle y "polifacético como él. Semiespecializado en el tipo volador, sigue los pasos de su madre, ornitóloga y ex coordinadora. Si se enfrenta a los gimnasios, es para rivalizar con su hermano Kyle.
    Eric: Sublime coordinador, último ganador del Gran Festival.
    DE LA HISTORIA DE JAKE
    Laia: enigmática mujer, cuya única motivación pasa por reunirse con su amigo Mew y ver los paisajes que éste ha visto en sus viajes. Hasta que conoció a Jake, parecía no tener motivos claros por los que vivir.
    OTROS:
    Chamder: El ex campeón. Es un nostálgico hombre que recorre el mundo sin nada más que hacer que disfrutar de la belleza de Nova. Fue traicionado por su alto mando, y desde entonces se retiró de la vida de campeón.

    ANTAGONISTAS
    EQUIPO NEUTRÓN:
    -COMANDANTES:
    ZEUS: El comandante aéreo. Rival sobre todo de Byron. Parece tener un pasado que no quiere contar. Es el hermano de Rhunted.
    POSEIDÓN: El comandante marino. Recientemente se ha retirado del equipo. Era el máximo rival de Jake, y padre de Rewta.
    DEMÉTER: Comandante terrestre. Mujer sin escrúpulos, enemiga número uno de Melly.Es hija de Dans.
    HADES: Hombre que porta una máscara de escasos escrúpulos y malvadas intenciones. Se ha autoproclamado "el jefe de los comandantes". Parece ser amigo de Krad.
    -TITANES:
    CHRONOS: El Titán encargado de la dirección de los comandantes. No tiene ningún remordimiento y no duda en matar a pokémon por pura diversión.
    HERA: La Titán encargada de la sección científica. Se ha revelado que tiene una relación con Zeus. Es muy inteligente y una experta manipuladora.
    APOLO: El Titán que dirije los planes del equipo, es visto por todos los súdbitos como el jefe supremo del equipo. Su identidad no ha sido revelada aún.
    -OTROS:
    ARES Y ATENEA: Molestos niños contratados para robar a varios legendarios escurridizos. Son muy perspicaces para su edad. Fueron encerrados por Melly y compañía.
    LA DIVISIÓN BLANCA: Sección de soldados Neutrón de élite que no está sometida al mandato de ningún comandante, sino al de los Titanes de forma directa.

    EL VIEJO ALTO MANDO: Hace diez años conspiraron en algún malvado plan que acabó en fracaso
    gracias a Chamder y a otras personas que le ayudaron. Hoy, están encarcelados, pero sus planes parecen no haber acabado.
    Son: Rewta, Thunted, Dans y Krad.
    Tienen relación con el equipo Neutrón, pero sus intereses parecen ser distintos.
    EL JEFE DEL VIEJO ALTO MANDO: Hombre del que nada se sabe salvo que hace años dirigió al alto mando a espaldas del campeón. Nunca se confirmó su paradero ni se vio su cara.
    Por alguna razón, no fue capturado hace diez años junto a los demás.
    TEAM ROCKET PRO: Trío que no ha dado grandes problemas hasta ahora, compuesto por Rot, Grün y Blau. Supuestamente, siguen las órdenes de una "jefa". No parecen ser muy peligrosos.

    HECHOS Y CONCEPTOS IMPORTANTES:
    -El choque: Suceso que ocurrió hace miles de años, por el que los legendarios se enfrentaron y Arceus, para evitar el colapso, unió los fragmentos de los continentes, creando Nova.
    En el diario que encontró Jake se revela que se mintió sobre este hecho: sucedió después de lo establecido, y los causantes no fueron en realidad los pokémon... o eso parece.
    -La Ofrenda: El objetivo de los Neutrón. No se sabe en qué consiste, pero parece tener relación con los legendarios, a los cuales están robando.
    -La Luz del Héroe: Arceus, al ver que la Tierra corría peligro, introdujo su luz divina en un elegido humano. Ese chico tendría el poder de salvar el mundo cuando este corriese peligro.
    No importa el qué; mientras el héroe con la Luz esté presente, el mundo se salvará."La Luz mostrará el camino", dice la leyenda.
    -La teoría de la Luz Menguada: Teoría que escribió alguien en el diario que encontró Jake. Según esta, tras largas generaciones, la luz se ha transmitido de generación en generación hasta nuestros días. Dividida en muchas secciones, los ahora portadores de la luz tienen muy poca de ésta, insuficiente para cumplir la profecía. Según el autor, ahora harían falta cuatro luces para evitar un colapso; y según el propio autor, él mismo se encargó de "apagar" una de esas luces.
     
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    MrJake

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    Voy a comenzar mi reincorporación con un capítulo especial. Unos avisos antes de nada:

    1- Este capítulo no tiene en sí significancia en la historia principal; es uno más, los hechos que van a suceder y la persona especial que va a aparecer, aunque parezca tener mucha importancia, no la tendrá en absoluto.

    2- Este capítulo lo escribo para hacer una referencia al fic colectivo que años atrás escribí en CemZoo y del que partió esta idea de Nova (dije en su momento que pretendí hacer un remake, pero al final me salió algo totalmente distinto). Por tanto el personaje que aparecerá será propio de ese fic.

    3- Dejo claro algo: SÍ, hay referencias e inspiración en Digimon, pero SOLO en este capítulo, puesto que la historia original de la que os hablo tenía pinceladas de Digimon.

    Pues, nada más. Espero que os guste el capítulo especial que os traigo ahora, el número 61.



    CAPÍTULO 61: ¿Elegido del fuego? ¿¡Emblemas!? ¿¡Verdadera Evolución!? (Byron)

    La exhibición de Eric había concluido, y ya nada entretenía al trío en la ciudad. Así que, directos hacia su próximo gimnasio, Byron, Sully y Regina caminaban por la ruta comentando alegremente la magistral actuación del Rey de los Coordinadores.

    —Nunca había visto nada así —se sorprendía Byron.

    —¿No? —preguntó sonriente Regina—. ¿No habías visto ningún concurso?

    —Eh, que yo recuerde, no.

    —Pues son preciosos. A mi hermano se le dan muy bien; ¿viste eso que hizo Sceptyle? Fue alucinante… y, cuando Medicham hizo esas piruetas en el aire…

    Entonces, un fuerte estruendo interrumpió la conversación.

    —¿Qué ha sido eso? —exclamó Sully

    —¡Allí! —gritó Byron señalando a un gran agujero negro que se creaba no muy lejos de allí, en el aire, sobre los árboles.

    De repente, algo cayó del agujero. ¡Parecían una persona y pokémons!

    —¿Qué dem…? —dijo Byron, incrédulo—. ¡Vamos, hay que ayudar a… a eso!

    Fueron corriendo al lugar correspondiente y allí vieron tirado en el suelo e inconsciente a un chico de pelo de punta, ropajes rojos y un extraño colgante. Sus ojos daban vueltas como espirales.

    —¿Estás bien? —preguntó Regina, que se acercó al chico.

    De repente, éste abrió los ojos y, como un relámpago, se levantó.

    —¡Eh, eh, ¡¡EH!!! ¿¡Y los otros!? —comenzó a gritar—. ¿Chimchar? ¿Torchic? ¡¡ALEX!! ¿¡Dónde estáis!?

    —Em, perdona —dijo Byron, algo sorprendido por la energía del chaval.

    —¿Quién eres tú? —dijo el chico acercándose a él—. ¿Y esas pintas que llevas…? ¿¡Eres del equipo Galaxia!? —exclamó, mientras saltaba atrás y mostraba una pokéball.

    —¡Eh, no, no! No soy de ningún equipo… ¿Galaxia? En cualquier caso, ¿de dónde sales?

    Volvió a acercarse a él lentamente, con mirada sospechosa. Los compañeros de Byron miraban atónitos la actitud del enérgico chico.

    —¿Y tú? ¿De dónde sales tú, eh? ¡Yo estaba luchando con…! —hizo un cómico gesto fingiendo una pelea— ¡Y luego, ra-ta-ta-TA! —se puso a dar puñetazos al aire—. Y, ¡ZAS! Le derrotamos, pero, entonces, apareció un agujero y, ¡glup! —se quedó quieto y mirando a los otros—. Y aquí estoy.

    Antes de que pudiesen decir nada, un par de pokémon se acercaron a el muchacho. Eran un Chimchar y un Pichu.

    —¡Chim-char! —gritó el primero lanzándose a sus brazos.

    —¡Chimchar, ya estás aquí! ¡Y Pichu! Pero, ¿y Álex?

    —Char, Chim, Char… —explicó el pokémon.

    —Ya veo, no les viste desde que pateamos el trasero a Arceus…

    Esa última palabra sorprendió a los tres inquilinos.

    —¡Eh, eh, eh! —dijo Sully, alterado—, ¿tú has tomado algo en mal estado? ¡Estás hablando con un pokémon! ¡¿Y qué es eso de vencer a Arceus?! ¿A nuestro Creador?

    —Sí —sonrió él—. ¡Es que soy el Elegido del Fuego, Zairu! —comenzó a andar alrededor de los otros haciéndose el interesante—. Visto lo visto, parece que estoy en otra… época o algo así. Supongo que el resultado de la batalla generó un agujero ultradimensioespacial o algo así que me trajo a este lugar de frikis.

    —“¿Friki? ¿Te has mirado al espejo?” —decía mentalmente Byron.

    —Y claro, ¡me he llevado varios shocks seguidos! Mi padre era de los malos, ¡pero nooo, él era bueno, pero estaba controlado por un demonio, o yo que sé! No me importa mucho, después de todo. Nunca he tenido padre, así que a mí, plim. Aunque, ¿cómo estará…? ¿Habrá vuelto a la normalidad?

    —“Este tío es más raro que un pokémon variocolor” —meditaba Sullivan.

    —¡¡Un momento!! Si ese tío es mi padre, como decía… ¡Ese Snake es mi hermano! ¡No puede ser! Madre mía, madre mía, ¡esto es surrealista!

    —Oye, ¿podrías tranquilizarte y explicarnos más… detalladamente todo eso que dices?

    Zairu miró a la chica, y entonces su gesto y su actitud cambiaron radicalmente al decir:

    —¡Cuidado! ¡Detrás de ti! —un Vespiqueen se acercaba sigilosamente dispuesta a atacar a la joven. Antes de que pudiese reaccionar, Chimchar saltó.

    El extraño colgante de Zairu comenzó a brillar con un intenso fulgor amarillo. Una especie de símbolo apareció en éste, y de él surgió un rayo que chocó con Chimchar, haciéndole evolucionar en Monferno.

    —¡Gua…! —no tuvo tiempo de decir Byron, cuando Monferno ya estaba luchando ferozmente contra ese Vespiqueen.

    —¡Vamos, Monferno! ¡Dale duro!

    El Monferno seguía luchando, y la pelea avanzaba favorablemente para Zairu; pero entonces, aparecieron un par de Drapions de la nada y varios Beedril amenazantes, que rodearon a Monferno.

    —¡Déjame que te ayude! —dijo Byron, que miró a Gallade y, antes de que le ordenase nada, Zairu le interrumpió.

    —¡No! Deja que Monferno se encargue.

    —Pero…

    —Soy el elegido del fuego. ¡Puedo desencadenar la verdadera evolución de los pokémon!

    El fulgor amarillo del colgante de Zairu se hizo más intenso, y entonces apareció dibujado en el aire, frente a él, un símbolo de color amarillo que se asemejaba a una “S” invertida.

    Un rayo del mismo color cayó sobre Monferno, apartando éste a los acosadores pokémon. Cuando la luz cesó, Monferno era un Infernape.

    —¿Cómo ha podido evolucionar tan rápido? ¡Y dos veces! —dudaba Sully—. ¿Es esto alguna ilusión?

    Zairu solo sonreía mientras el colgante parecía cobrar vida, muy agitado en el cuello de Zairu, expulsando una luz aún intensa.

    —¡Vamos, Infernape! ¡¡Giro Fuego!!

    Un bestial huracán de fuego devastó a los enemigos, que cayeron sorprendentemente heridos.

    Zairu comenzó a avanzar hacia sus tumbados oponentes. Miró a su alrededor y dijo en voz alta:

    —¿¡Dónde estáis!?

    Entonces, entre los árboles, se oyó un ruido, e instantáneamente Infernape arrojó un lanzallamas que hizo salir de su escondrijo a varios reclutas de la División Blanca.

    —¡El Equipo Neutrón! —exclamó Byron.

    —¿Por qué nos habéis atacado? —preguntó Zairu, viéndolos arrastrándose por el suelo.

    —¡Perdón! ¡Perdón! —suplicó uno—. ¡No volverá a suceder!

    —¡Más os vale! ¡Ahora, largo! No quiero veros más.

    Y salieron corriendo despavoridos.

    Zairu miró sonriente a Infernape. Entonces, el colgante del chico comenzó a perder su brillo, y poco a poco, Infernape retrocedió hasta ser de nuevo Chimchar.

    —¿¡Pero qué!? —exclamó Sully, atónito.

    —“Este chico… —reflexionaba Byron—. ¿Quién es? Su poder es enorme… y parece poder manejar a la voluntad la evolución de sus pokémon. Es más, ese Infernape era más fuerte de lo normal. ¿Es ese colgante que lleva en el cuello lo que hace que evolucionen así?”

    —Bueno —Zairu miró al cielo, y vió que el agujero se estaba cerrando poco a poco—. ¡Me parece que tendré que volver! No he entendido nada de lo que ha pasado aquí, pero me lo he pasado bien, después de todo, ¿no, Chimchar?

    —“Está claro. Este chico es especial —siguió pensando Byron—. Puede que sea verdad lo que dijo antes de Arceus… tal vez este chico vino de otra época en la que vencieron a Arceus y a algún malvado que quiso aprovecharse de él, y por eso está aquí, por la enorme energía gastada en el combate. Puede que eso abriera la brecha temporal. Yo mismo he visto como un entrenador del pasado… hablaba con Arceus”

    *FLASHBACK*

    —Soy Rainbow, el entrenador definitivo —sonreía el joven de gorra negra, con cierta arrogancia en su mirada.

    *FIN DEL FLASHBACK*

    —“No, pero este chico es… distinto. ¿Quién sabe? A lo mejor ese agujero conecta no con otra época, sino con otra dimensión”.

    —¡Pichuuuu! —gritó alterado el Pichu que vino con el chico.

    —¿Qué pasa, Pichu? —preguntó Zairu, acercándose a él.

    —¡Zairu! —se escuchaba una voz.

    —¡Es Alex! —miró al agujero—. Me está llamando.

    —¡Pichu, Pichu! —sonrió el pokémon al oír la voz de Álex.

    Entonces, su colgante apuntó hacia el cielo, y una línea de luz unió éste y el agujero. Zairu comenzó a flotar, sujetando en los brazos a Pichu y a Chimchar.

    —¡Bueno! —dijo mientras flotaba lentamente, ante la estupefacción de los demás—. Ha sido breve, pero encantado de conoceros. ¡Oh! No os habéis presentado.

    —Me… Me llamo Byron —decía él mientras miraba con la boca abierta como ascendía, arrastrado por su collar.

    —Y-Yo Sully —dijo el joven con gafas, que temblaba del miedo ante todo aquello.

    —Eh, Regina —ella no daba crédito, ¡estaba flotando!

    En el aire, Zairu sonrió, y, saludando con la mano, dijo, antes de perderse en el fondo del agujero.

    —¡Yo soy Zairu! ¡Ha sido un gusto conoceros! ¡Cuidaros!

    Y, poco a poco, el agujero se cerró.



    —Zairu… Zairu… abre los ojos —decía un chico con un Pichu en su cabeza.

    Zairu abrió los ojos lentamente, y bostezó enérgicamente.

    —¿Ya he vuelto?

    —Sí, has vuelto en sí —dijo él, riéndose—. Te desmayaste.

    —¡Eh, yo nunca me desmayaría! ¡Soy fuerte como un roble!

    —Claro, claro —dijo él, riendo.

    Entonces Zairu miró al cielo, y dijo:

    —Ha sido… ¿un sueño?









    Y eso es todo. Sé que nadie habrá leído el otro fic, así que esto le sonará a chino. De todos modos, tenía que hacerlo, y aunque sé que no es uno de los mejores capítulos, ese fic que me motivó para hacer éste y al que dejé sin acabar hace años merecía (por muy mal que escribiese yo en esa época, jajaja) un homenaje así, y, de algún modo, un final.

    ¡Hasta la próxima! Gracias por leer.
     
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    *Nota: Hubo un fallo en el resumen; el padre de Byron se llamaba Flint, no Finn.

    **Recordatorio: En cursiva aparecerán los recuerdos, y entre comillas los pensamientos.

    CAPÍTULO 62 — La confianza, esa es la clave (ByronVSBroco)

    La espléndida Ciudad Marabierto (Carmín). Un núcleo urbano que se abre en toda su expansión hacia el mar. Desde allí, centenares de barcos parten día a día, centenares de viajes empiezan, acaban…

    Y allí, una gran piedra sobresalía entre todos los edificios. ¿Una… piedra? Sí, estaba claro; era una piedra.

    —¿Habéis visto eso, chicos? —dijo admirado Sullyvan—¿¡Qué hace una piedra tan grande ahí en medio!?

    Aquella roca, puntiaguda, despertó recuerdos en Byron, que sonrió mientras recordaba.

    ¡Vamos, Tajo Cruzado!

    Machamp golpeó con sus manos en cruz aquella imponente piedra, que era unas tres veces él. Sorprendentemente, ante las miradas incrédulas de dos niños, el pokémon cortó a la mitad la piedra, que, por acto de la gravedad, comenzó a caer sobre él.

    ¡Ahora, puño dinámico! ordenó el entrenador.

    Los niños, boquiabiertos, vieron cómo, de un puñetazo, la roca que se abalanzaba sobre Machamp se troceaba en pequeños fragmentos, sin que ni uno solo rozase al pokémon.

    ¿Qué os ha parecido?

    Los niños aplaudieron, y el mayor corrió hacia su padre.

    —¡Papá, papá! ¡Ha sido alucinante! ¡Yo quiero tener un pokémon tan fuerte como Machamp!

    El padre sonrió.

    —Algún día serás un gran entrenador, …—iba a decir el nombre del niño, pero su otro hijo le interrumpió.

    —¡Yo también papá! ¡Quiero ser el mejor entrenador del mundo, como lo eres tú!

    —Vaya, me halagas, Byron. No soy tan bueno.

    Y los tres comenzaron a reír.

    Byron recordaba con ternura aquellos momentos. Su padre seguía siendo un ejemplo para él, y, aún muerto, él sabía que seguiría ayudándole, allá donde esté.

    Y entonces, por alguna extraña razón, un recuerdo vino a su mente.

    Me llamo Melly.

    —¿Eh? —dijo Byron, parándose en seco en su andanza y sorprendiendo a sus compañeros.

    —¿Qué pasa, Byron? —preguntó Regina, extrañada.

    —Eh, oh, nada… —se rascaba la cabeza—. “¿Por qué de repente… he recordado a esa chica?”

    —Vamos, tenemos que encontrar el gimnasio —dijo Sully—. ¿O es que no quieres retar al líder?

    —¡Claro que sí! ¡Vamos!

    Y los tres comenzaron a correr.



    —¡Mirad! —exclamó Regina, al ver, desde otro ángulo, la gran roca—. ¡Esa roca tiene un agujero que parece una puerta!

    Byron se detuvo, y miró a la piedra. Era cierto, ¡tenía una gran puerta!

    —¿Será el gimnasio? —dudó Sully.

    —Probablemente —y Byron comenzó a caminar, seguido de Gallade, y detrás de ellos sus dos compañeros, ella con Meloetta flotando a su lado.

    Ciertamente, aquel lugar era el gimnasio. Un peculiar gimnasio basado en una gran roca, exterior e interiormente. Sus puertas, abiertas al público, dejarían pasar a un Snorlax.

    Dentro, un hombre y varios pokémon parecían atareados en una especie de obra.

    —A ver, Kabutops, pica aquí —el pokémon obedeció, usando sus cuchillas para picar la pared—. ¡Y vamos, Cradily, Carracosta, a machacar! —con sus duras cabezas, los pokémon comenzaron a golpear la pared. Estaban muy ensimismados.

    —¿Eh, hola? —preguntó Byron—. Soy Byron… vengo a retar al líder.

    El hombre, sin camiseta, se dio la vuelta. Era muy moreno de piel, y llevaba un casco de obrero.

    —¿Retanteeeee? ¿Ahora? ¡Con la de ideas que tenía para la reforma! —dijo, algo decepcionado

    —¿Tú eres el líder?

    —Sí, soy Broco. Experto en pokémon de tipo roca y líder del gimnasio Marabierto.

    Byron se decepcionó un poco.

    —¿Tipo Roca? Bah, no le pega a esta ciudad. “Marabierto”, pues yo que sé, pega más un tipo agua, o uno tierra, por el tema de la playa. ¿Roca? Mejor en “Ciudad Altamontaña” o en “Pueblo Granacantilado” o en “Aldea Piedrasduras”. Algo así.

    Todos lo miraban con una gota de sudor en la frente.

    Miró a su alrededor incómodo.

    —¿Gallade, tú que piensas?

    Gallade se rascó la cabeza, con una gota estilo anime en su cara.

    —Bah, no tenéis buen gusto —se quejó Byron, y todos los presentes cayeron al suelo al estilo anime.

    —Está bien —dijo Broco mientras se levantaba—. ¡Chicos —sacó varias balls— a las pokéballs! ¡Vais a tener un descansito!

    Tras regresar a todos sus pokémon, Byron dijo:

    —Oye, una cosa… ¿no iré a enfrentarme a todos esos, no? ¡Son muchos!

    El líder suspiró.

    —Siempre a explicar lo mismo, una y otra vez. En fin… es mi trabajo —se lamentó. Luego aclaró la garganta y dijo— No; tú elijes uno de los fósiles de las paredes, el que quieras. Y, según el que elijas, tal pokémon elegiré yo. Será un uno contra uno.

    —Mm, bien —Byron miró a las amplias paredes de su alrededor. Había mucho donde elegir. No terminaba de decidirse.

    —¿Estará analizando detalladamente qué pokémon corresponde a qué fósil? —dudó Regina, susurrando.

    —No lo sé, pero es posible. Byron es muy previsor en estas cosas… —contestó Sully.

    —… ¡a la casa de mi abuela, pin, pon, fuera! —exclamó Byron, apuntando a un fósil elegido al azar, haciendo que sus amigos cayesen de espaldas—. ¡Éste!

    —Mmm, está bien —dijo desganado Broco—. ¡Has elegido el fósil garra, y eso quiere decir que… Armaldo, sal!

    El gran Armaldo hizo acto de presencia. Como una gran e imponente torre, se alzó en el campo de batalla, con la cabeza bien alta y las garras afiladas.

    Gallade hizo alarde de avanzar, pero Byron le frenó.



    —No; hoy no te toca a ti, Gallade —sacó una ball, y sonrió.

    —Oh, oh… —Sully estaba pálido— no irá a sacar a…

    —¡Sal, Mudkip!

    —¡Muuuuuuuud! —gritó el pokémon, sonriente y vivaz, que comenzó a saltar de un lado a otro.

    Broco lo miraba brincar sin entender nada.

    —¡Pero por favor, que monada! —decía Regina, encandilada con el pokémon pez lodo.

    —No te dejes engañar por las apariencias… ese bicho es peor que cien Golems juntos. Me compadezco de Armaldo —suspiró Sully.

    —Bah, no me vas a durar ni un minuto. ¡Armaldo, Garra Brutal!

    Armaldo se abalanzó con su garra sobre Mudkip, pero cuando fue a atacarlo desapareció instantáneamente, para sorpresa de Broco. Apareció otra vez, repentinamente, sobre la cabeza de Armaldo.

    —¿Eh? ¿Se ha teletransportado? —se extrañó Broco.

    —Je, je —reía Byron—. ¡Acua jet!

    Mudkip empezó a rodearse, aún sobre la cabeza de Armaldo, de un manto de agua, que poco a poco cubrió al pokémon insecto rocoso. Y, como un torpedo, Mudkip se lanzó hacia delante arrastrando a Armaldo, con una fuerza sobrenatural. Se dedicó a empotrar contra las paredes a Armaldo, que apenas podía soltarse de Mudkip.

    —Grrr —gruñía el líder—. ¡Agárralo con fuerza, Armaldo!

    Con una garra, el gran pokémon sujetó al pequeño, haciendo que dejase de moverse.

    —¡Mudkip, cuidado!

    Mudkip no parecía no poder moverse, pero eso parecía divertirle. Miró fijamente al pokémon que le agarraba, que amenazaba con su otra garra.

    Y, entonces, Mudkip liberó un rayo mientras reía a carcajadas, un potente ataque rayo que electrificó a Armaldo.

    —¿¡Un rayo!? ¡¿Qué dem…?! —decía Regina sin dar crédito.

    —¿Un Mudkip usando rayo?

    Armaldo, sorprendido por el ataque, cayó redondo de espaldas, mientras el pequeño Mudkip saltaba sobre él.

    —¿Ya? —decía Sully, sin creer la velocidad a la que Byron había ganado.

    —Derrotado… por un rayo —decía Broco en voz baja—, otra vez.

    Y recordó.

    —Bien, acaba con él —ordenó Broco.

    La afilada garra que tenía libre Armaldo apuntó amenazante a Aipom. Un certero golpe que acabaría con él en menos de segundos. Aipom se revolvía entre la mano de su rival.

    —¡¡Aipom, no!! —gritó Aarón.

    Entonces, Aipom cerró los ojos y su cuerpo comenzó a emitir chispas. De repente, un ataque rayo surgió del “rey de los movimientos”, un rayo que se extendió por todo el cuerpo de Armaldo, que se retorció hasta caer de espaldas, dejando libre a Aipom.

    —¿Qu…? —dijo Broco, con la boca abierta. El potente rayo había debilitado a Armaldo. Miró a su oponente, que abrazaba a Aipom graciosamente.

    Broco sonrió. Hacía diez largos años que no se sorprendía tanto con un entrenador. Fue aquel chico, Aarón, el que una vez le demostró que la fuerza y la experiencia no lo es todo. Que incluso un novato puede ganar a un veterano; lo único que necesita es confianza, en sí mismo y en sus pokémon.

    Avanzó y le dio la mano a Byron.

    —Enhorabuena, chico. Te has ganado la medalla —hurgó en su bolsillo, y sacó la susodicha medalla—. Ha sido breve, pero has demostrado tu fuerza. Aunque aún no me explico cómo puede ese Mudkip hacer todo eso.

    —Ni siquiera yo me lo explico —reía Byron mientras sujetaba su quinta medalla con alegría.

    El líder de gimnasio miró los ojos del aspirante, y en ellos creyó ver esa energía, ese aura que desprendía aquel chico de hace diez años.

    —Perdona, pero…

    —¿Sí? —dijo Byron, arqueando a un lado su cabeza.

    —Mmm… es solo que me recuerdas muchísimo a un chico… a un chico que me enseñó mucho una vez, con tan solo un combate.

    Byron se rascó la cabeza.

    —En fin… —suspiró Broco—. Ha sido una derrota un poco humillante para un líder, pero… aún así me ha gustado.

    —¡Eh! No ha sido humillante —le animó Byron—. Es que Mudkip es un poco bruto… pero aún así, ¡Armaldo ha conseguido frenarle! Nunca se había visto Mudkip acorralado. Créeme, eso es ya un logro.

    —No sé… a veces pienso que no soy un buen líder de gimnasio, ¿sabes?

    —Mmm… dime una cosa, ¿por qué tanta reforma? —preguntó el joven rubio.

    El líder se sobresaltó.

    —¿Es porque no te llena la vida de líder? ¿Puede que te refugies en esas reformas para sobrellevar la vida de líder?

    Se sobresaltó aún más.

    —Supongo que has dado en el clavo, chaval —dijo él, algo desanimado—. Al principio no me gustaba la vida de líder. Me tomé una temporada libre, y más tarde creí estar preparado para regresar a mi puesto. Pero los días se me hacen eternos. No me siento cómodo aquí, limitándome a retar a los aspirantes. A veces me gustaría dejar el gimnasio, y partir por ahí con mis pokémon. Ver mundo. Pero no puedo dejar este sitio solo.

    —Pues… si es lo que quieres deberías hacerlo —dijo Byron—. ¡Qué, no me mires así! Quiero decir, busca un sustituto. Seguro que muchos entrenadores competentes estarían encantados de ocupar el puesto. Y tú… si tu sueño es viajar, viaja. Deberías perseguir tus sueños, lograr tus metas. Si esta vida no es tu vida, ¡huye de ella! No hay nada malo en ello, no siempre es de cobardes huir.

    Aquellas palabras hicieron mella en Broco. De la misma manera que lo hicieron otras palabras, hacía casi diez años.

    Broco, ¿te gusta ser líder de gimnasio? Me da la sensación de que te sientes poco realizado como entrenador ¿Sabes? Creo que vales mucho como líder, y realmente podrías disfrutar tu trabajo. Pero, oye, si no te gusta, ¿por qué seguir? Podrías empezar una aventura con tus pokémon. Lo único que te falta es tomarte las cosas con otra actitud. Ser líder no implica vivir estancado y llevar una vida sin emociones. Innova, vive cada combate, y, ¿por qué no? ¡Tómate tus días de descanso y viaja por ahí, tú eres tu propio jefe después de todo!

    —Tienes razón —dijo Broco—. Tú también tienes razón.

    —¿También?

    Broco sonrió. Miró a sus pokéballs, y liberó a todo un arsenal de pokémon prehistóricos.

    —Chicos —dijo Broco—. ¿Qué os parecerían… unas vacaciones indefinidas?

    Sus pokémon comenzaron a saltar de emoción ante la idea.



    Y así, Byron consiguió su quinta medalla. Mudkip había hecho gala otra vez de su increíble fuerza; y, también otra vez, Broco había abierto los ojos. Ese combate puede que fuese un combate corto, pero despertó en Broco recuerdos y palabras que hicieron que se replantease definitivamente su vida. Gracias a Byron, ese líder podrá ser feliz haciendo lo que quiere, y no lo que las circunstancias le han impuesto.

    Pero a Byron, mientras se alejaba de aquella ciudad, solo le inquietaba un detalle.

    ¿Por qué había recordado tan repentinamente a esa chica, a esa Melly? ¿Por qué no puede evitar recordarla cada vez que pensaba en su difunto padre…?
     
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    Jopeta apenas voy capítulo 16 y sacas nuevo capítulo, bueno es muy bueno por lo que he leído, seguiré leyendo aunque me tarde luego -w- al finalizar daré una buena review
     
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    A escasos días de las Pruebas de Acceso a la Universidad, aprovecho las noches para descargar los nervios escribiendo xD Así que os bombardearé a capítulos ^^U

    Hoy un capítulo desconcertante que espero que os haga pensar mucho…

    CAPÍTULO 63 — ¿Qué es real…? (Melly)

    Abrió los ojos lentamente. No sabía muy bien donde estaba, pero se sentía feliz. Se respiraba un aire puro, un ambiente hogareño. Una mujer jugaba con un niño frente a sí, y otro niño parecía decirle algo a ella. Pero no podía escucharle.

    Un niño de unos diez años, puede que un poco más, era el que hablaba con ella. El otro, era más pequeño, unos cuatro años menor, o quizá tres.

    No los conocía, pero se sentía bien de estar allí con ellos. Es más, en cierto modo, parecía que los conociese de toda la vida. A los tres.

    El niño que jugaba con la mujer era más rubio que el otro. Sonreía y saltaba alegre. Entonces, la mujer la miró y dijo en tono cariñoso algo que tampoco oyó ella. Parecía estar indicándole que tenían que irse pronto.

    El niño comenzó a llorar suavemente. Era el más pequeño el que lloraba. Algo decía entre sollozos, ¿por qué Melly no escuchaba nada de lo que sucedía? No entendía lo que le pasaba a aquel niño. ¿No quería ir? Eso parecía, por la forma en que movía los labios.

    La mujer la miró fijamente. “¿Qué hacemos si no quiere venir?”, logró leer en sus labios. Ella miró entonces al niño, y, comprensiva, dijo algo que hizo que su llanto acabase.



    Sin ella quererlo, comenzó a andar. Al levantarse de la silla notó que veía el mundo desde una perspectiva mucho más alta, como si hubiese crecido varios centímetros.

    Comenzó a caminar, sin ordenarle ella a los músculos un movimiento o una dirección clara. ¿A dónde iban?

    Salieron todos juntos de la casa, e inmediatamente llamaron a la puerta vecina. La mujer de dentro abrió y sonrió al vernos.

    La supuesta madre de los niños le pidió algo. Ella asintió alegremente y miró al niño rubio, que la abrazó. Se quedaba con ella, eso entendió Melly. El niño no quería venir, y se quedó con la vecina.

    Pero, ¿por qué solo podía observar? No era capaz de andar, ni de hablar, no escuchaba, no podía moverse a voluntad... tan solo observaba, como si viese una película en primera persona.

    ¿Pero dónde estaba, y por qué sucedía eso?



    Los tres, ya separados del niño rubio, montaron en un coche. ¡Ella estaba en el asiento del piloto! Pero no tenía ni idea de conducir, ¿qué haría…?

    La mujer se sentó en el asiento del copiloto y atrás el niño mayor tomó su asiento. Todo estaba dispuesto para partir a quien sabe donde, pero, ¿cómo iba a conducir?

    De nuevo, su cuerpo actúo sin ella quererlo. Giró las llaves, pisó el pedal, y el coche arrancó. Aunque tenía miedo, no era capaz de expresarlo. Tan solo observaba.

    El coche se puso en marcha; parecía que supiese conducir desde siempre.

    Avanzaron por un camino arenoso, con árboles a los alrededores. Era una ruta, una ruta de Nova que ella creía no haber visto nunca, pero que por alguna razón, estar allí le provocaba un nudo en la garganta.

    Fue entonces cuando lo notó. Por fin pudo oír, pero solo oyó un sonido, el sonido de un reloj. Lejano, pero a la vez cerca, el tic tac se sucedía lentamente. ¿Venía de debajo del coche…?

    De repente el tic tac acabó. Y todo fue como a cámara lenta. Una pequeña explosión destrozó una de las ruedas del coche. El coche descarriló, pero ella ¡no podía hacer nada! Aún así, su cuerpo actuaba solo, tratando de girar el volante en dirección contraria.

    La velocidad aumentaba, el coche descarrilaba, era incontrolabe. Sentía miedo, y sus acompañantes, también. El coche iba inminentemente de cabeza contra un árbol. En un alarde de evitar el choque, sus brazos dieron un volantazo; pero, aunque evitó la planta, el coche se perdió en el bosque, cayendo acantilado abajo.

    El coche rodaba y rodaba sin control ninguno, dando vueltas de campana sucesivas. Ella no sentía dolor. Solo miedo, y preocupación. La mujer que la acompañaba, así como el niño, se agachaban tratando de evitar hacerse daño, en vano.

    Finalmente, el coche llegó al suelo, cayó brutalmente. Pudo oír otro único sonido. Era el sonido de otra explosión, la explosión que provocó el coche al caer. Y, después, el sonido de las llamas.

    Ella había salido disparada con la caída. Sorprendentemente, no sentía dolor. Su cabeza se alzó ella sola del suelo y miró como pudo al coche a lo lejos. A sus pies, la mujer era devorada por las llamas.

    Pero algo le inquietaba, no a ella, sino a su cuerpo, que parecía ser otra entidad independiente. Buscó con la mirada, con las fuerzas que le quedaban, al niño.

    Había caído no muy lejos de ella. Su cuerpo estaba magullado, y se estaba muriendo.

    Arrastrándose por el suelo, se acercó lentamente a él. Y, de pronto, se encontró con unos pies. Alguien le miraba desde arriba. Pudo oír una sádica risa. Miró a la persona que estaba de pie frente a ella. Era un hombre de rostro borroso, indistinguible. En mano, una barra de hierro. Unas últimas palabras, distorsionadas, fue lo que logró oír.

    —No voy a dejar que seas el único de los tres que viva.

    Alzó la mano, y la barra se abalanzó sobre ella.



    —¡Aaaaaaaaaaah! —gritó Melly, incorporándose en la cama. Estaba sudando, su corazón palpitaba muy rápido.

    A su lado estaba Manaphy, dormido; estaba recostada en la cama de aquel centro pokémon en donde pararon a descansar. Ya lo recordaba, Jeray estaba en otra habitación, y Nadia en otra.

    Suspiró aliviada. “Tan solo fue una pesadilla, gracias al cielo”, se dijo. Volvió a tumbarse, mirando al techo.

    Cuando miró su reloj, se percató de que aún era muy tarde. ¡Su concurso número cuatro estaba cerca, y tenía que descansar! Así que se dispuso a dormir.

    Se giró a la izquierda, dispuesta a dormir de costado. Cerró los ojos.

    Notó una respiración. Pensó que era Manaphy. Esa respiración, que le daba en la cara, se agitaba cada vez más. Sin abrir los ojos, dijo:

    —Manaphy, ¿qué pasa?

    Abrió lentamente los ojos y se encontró, frente a sí, cara a cara, la cara magullada de un hombre, con los ojos en blanco e inexpresivo.

    —¡Ahhh! —volvió a gritar, incorporándose bruscamente. Ya no había nada, solo Manaphy, que se despertó al oírla gritar.

    —¿Mana? —dijo el soñoliento pokémon.

    —No… no es nada, Manaphy —contestó Melly, con la mano en el pecho, aún asustada.

    Supuso que fue su imaginación. Tal vez había cenado demasiado… en cualquier caso, pudo conciliar el sueño, pensando que ya estaban cerca de su nuevo concurso. ¡Ya podrían tener la oportunidad de ganar la tercera cinta, y así clasificarse para el Gran Festival!

    Pensar eso la relajaba… y la hacía olvidarse del rostro de aquel hombre al que no había visto nunca, pero que aun así creía conocer… y también aquel sueño. Un sueño que le pareció tan real… de hecho, aun convencida de que aquello fue obra de su subconsciente, no podía evitar preocuparse por aquel niño que decidió quedarse con la vecina… aquel niño que se quedó solo.





    No muy largo, y no muy típico, lo sé. Pero un capítulo muy importante para la trama. Así que espero que les haya gustado. Una vez más, gracias por leerme.

     
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    MrJake

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    Nova, aventuras en la nueva tierra pokémon
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    Aventura
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    86
     
    Palabras:
    4339
    Nota: no estoy seguro de si le he cambiado el nombre a la “amiga” de Jake xD No recuerdo si era Lara o Laia, en cualquier caso, hagamos que es el segundo, la “rebautizo” xD

    En fin, me gusta muchísimo este capítulo. Un poco largo, pero lleno de nuevas dudas (sí, más xD), nuevos e interesantes personajes, y ¡combates!

    No tan misterioso como el anterior, de Melly; pero sí tiene parte de misterio. ¡Disfrútenlo como lo hice yo al escribirlo!



    CAPÍTULO 64 — No son herramientas (Jake VS Poseidón) (Jake/Eq Neutrón)

    El joven sostenía una copa de vino en su mano, que movía rítmicamente en círculos pequeños. Recostado en su sillón, no le perturbó en absoluto la entrada de aquel hombre con máscara y macabros aires en su despacho.

    —¿Sucede algo? —dijo, relajado y tranquilo, al verlo entrar.

    El otro no soportaba la tiranía de aquel chaval, que irónicamente tenía la mitad de años que él, y aun así, era su jefe. Él mismo se hacía llamar “Apolo”. El líder extraoficial del equipo Neutrón, aunque “oficialmente” hubiese tres Titanes.

    —Lo que predijo —contestó el de la máscara—. Poseidón nos ha abandonado.

    —Era de esperar —rió él—. Hiciste lo que te pedí, espero.

    —Sí, le puse un localizador. Tenemos su ubicación; se encuentra en el Bosque Verde.

    —Bien, bien, no le molestemos por ahora —dio un sorbo al vino—. Hades, que te iba a decir… ¡ah, sí! ¿Tienes al sustituto ese que tanto prometía?

    El muy ladino de su jefe, Apolo, había previsto todos los movimientos de Poseidón. Conocía muy bien sus intenciones, que pensaba abandonar el equipo. Incluso pidió, antes de estar nada confirmado, a un sustituto para ocupar su puesto.

    —Sí, una prometedora muchacha ha insistido mucho en unírsenos.

    —¿Ah, sí? ¿Y es atractiva, esa muchacha? —dijo picaresco Apolo.

    —Bueno, no creo que le guste especialmente. Pasa… —dijo, invitando a entrar a una mujer que esperaba detrás de la puerta.

    Apolo quedó mirándola detenidamente, con cierto asco. Ella solo miraba seria al infinito.

    Una mujer de pelo cobrizo, considerable altura y complexión delgada. En lugar de tener dos brazos y dos piernas, solo contaba con un brazo, el izquierdo, y la pierna derecha. En el lugar de sus extremidades faltantes, llevaba implantes robóticos de un metal plateado y reluciente.

    Su cara, en la mitad izquierda, era incluso atractiva; unos rasgados y profundos ojos azules con reflejos verdes, unos labios perfilados y una tez suave y clara; lástima que su otra mitad, la derecha, estaba completamente desfigurada, con un desagradable aunque pequeño agujero en el pómulo, y la cavidad del ojo hueca, carente de párpado ésta.

    —Es… —comentó Apolo— es ciertamente repulsiva.

    Ella no gesticuló. Tan solo dijo.

    —Me halaga con eso, señor Apolo.

    Comenzó a reír.

    —Me gusta esta chica, Hades. Buen trabajo. Pero, por favor… ¡que se tape esa cara! Me da muy mala impresión ver ese desagradable hueco sin ojo.

    Ella cogió algo que llevaba guardado y lo contempló. Era una mitad de una máscara, similar a la que Hades llevaba cubriéndole la cara completa. Se la colocó de manera que tapase la mitad desfigurada.

    —Oh, mucho mejor —dijo Apolo—. ¿Y bien? ¿Qué sabes hacer?

    Hades intervino.

    —Su especialidad es el fuego. Muéstraselo.

    Ella cogió lentamente una pokéball, y la miró fijamente. Recordó entonces…



    —¡Vamos! ¿¡Eso es todo!? ¿Todo lo que puedes hacer es eso?

    La mujer veía con tristeza como su pokémon sufría constantes y brutales arremetidas por aquella jauría de Mightyenas.

    —¡No! —gritó, sacando su ball—. Dejadle en paz, ¡vuelve, Vulpix!

    —¡¡Ni se te ocurra!! —gritó el hombre que la observaba desde lo alto, golpeando su mano con un largo látigo—. ¡Usa a tu pokémon! ¡Usa el fuego! ¡¡Destruyelos!!

    —Pero… odio el fuego —dijo ella, mirando al suelo apenada, y tocándose con su mano la mitad desfigurada de su cara—. ¡Y Vulpix está sufriendo, padre! —recriminó.

    —¡No debes llorar por un pokémon! ¿Qué clase de valores te he enseñado? ¡¡Ese Vulpix es una herramienta!! ¡Y las herramientas debes saber manejarlas! ¡Úsalo, usa el fuego, vamos!

    La mujer derramó varias lágrimas por su único ojo. Mirando con miedo a su pokémon, que sufría, le ordenó:

    —¡L-Llamarada!

    Y un manto de fuego rodeó a Vulpix, apartando a los Mightyenas, que huyeron despavoridos. El pequeño bosquejo ardía, y ella se agachó temerosa de las llamas.

    Mientras tanto, el hombre, riendo desde las alturas en un acantilado, reía macabramente.

    —Bien hecho.



    —¡Ninetales! —gritó, sacando al pokémon de su interior. Con su mera presencia, Ninetales provocó que el cielo nublado que se vislumbraba a través de los grandes ventanales de la sala se convirtiese en un sol abrasador—. Usa lanzallamas.

    El pokémon arrojó por su boca llamas que rodearon a Apolo y a su sillón.

    —¿¡Qué haces, inconsciente!? —gritó Apolo, algo asustado.

    A Hades le divertía ver asustado a su cínico jefe.

    —Absórbelas —ordenó la mujer, y las llamas, mágicamente, regresaron a la boca de Ninetales.

    Hubo un extraño silencio. Apolo se recuperó del shock y miró a la candidata boquiabierto.

    —Puedo controlar el fuego a voluntad con la ayuda de mis herramientas.

    Apolo volvió a reír.

    —Me gusta. Te llamarás —dijo, pensativo, el Titán—… Vesta.



    En el Bosque Verde…

    —Está bien, comencemos entonces —dijo sonriente Poseidón mirando a aquel gran Garchomp que había sacado Jake—. ¡Carracosta, adelante!

    El pokémon fósil salió de la ball firme y decidido.

    Jake sonrió.

    —Está bien, ¡Carga Dragón! —le ordenó a Garchomp, que con tremenda velocidad arremetió contra Carracosta.

    —¡Protección! —ordenó a tiempo Poseidón, parando a duras penas la arremetida de Garchomp. Sonrió—. Se nota que lucho contra alguien con muchísimo nivel.

    —Por supuesto —sin parar ni un segundo, Jake dijo—. ¡Ahora, Golpe Roca!

    Un fuerte puñetazo golpeó a Carracosta, resquebrajándose un poco su caparazón rocoso.

    —Grr, bien, no pierdes el tiempo. ¡Hidrobomba!

    Para la sorpresa de Poseidón, el ataque no le hizo ni el más mínimo efecto a su oponente, que permanecía de pie, resistiendo el chorro de agua.

    —Excavar.

    Garchomp se introdujo dentro de tierra, y la tensión se palpó en el ambiente. La joven Laia, que observaba la batalla sentada en una roca, tragó saliva, expectante de cuando podría salir Garchomp.

    Poseidón rió.

    —Estás perdido. ¡Terremoto!

    Y la tierra vibró al saltar Carracosta.

    Jake también rió.

    —¿En serio crees que no iba a suponer algo así?

    —¿Eh? —contestó Poseidón, sin entender a su rival.

    Jake sonrió.

    —Cuida la retaguardia, Poseidón.

    Poseidón se giró poco a poco, para ver como Garchomp estaba detrás suya, todo el tiempo estuvo ahí, guardando silencio. Entonces, se abalanzó contra Carracosta con un potentísimo Giga Impacto que lo tumbó al momento.

    Poseidón quedó admirado mientras regresaba a su pokémon.

    —No solo es fuerte, sino rápido, hábil y sigiloso. Tienes un don para entrenar pokémon —alabó.

    —Gracias —dijo Jake mientras regresaba a su triunfante Garchomp—. 1-0, ¿Vamos al mejor de tres?

    Poseidón sonrió.

    —¡Ve, Samurott!

    Samurott hizo acto de presencia con gran elegancia y un porte imponente.

    Jake miró tras de sí y le pidió a Metagross con la mirada que saliese a escena. El pokémon, sin parar de recrear la ilusión del bello paisaje, levitó hasta situarse donde le correspondía.

    —Bien, ¡empecemos con Megacuerno! —ordenó el excomandante.

    —Je, mal empezáis —se burló Jake. Metagross, en lugar de esquivar el ataque, lo frenó con dos de sus brazos, sujetando a Samurott por el cuerno-concha que tenía en la cabeza. Como si de un muñeco de trapo se tratara, lo levantó y lo arrojó al cielo. El pokémon fue disparado hacia arriba como si de una pelota se tratara.

    —¡Samurott, no! —exclamó Poseidón.

    —¡Vamos, andanada de Puño Meteoro! —ordenó sin perder tiempo Jake. Su Metagross, sin perder su semblante frío, se teletransportó hasta donde había llegado el arrojado Samurot y comenzó a golpear con sucesivos puños meteoro a gran velocidad.

    —¡Tengo que pensar algo! —dijo Poseidón, mordiéndose el labio.

    —Ahora, Metagross, ¡aplástalo!

    Metagross se colocó encima de Samurott y dejó de levitar, haciendo con su pesado cuerpo que cayese el pokémon agua a gran velocidad.

    —¡Ya sé! —dijo Poseidón—. ¡Usa hidrobomba contra el suelo, ahora!

    Samurott obedeció y consiguió frenar gracias al impulso del agua justo antes de impactar. Poco a poco, el agua fue haciendo que volviese a subir, aún con Metagross encima. El pokémon de metal se bajó de su montura al ver que era inútil intentar aplastarlo. Así, Samurott ascendió a gran velocidad de nuevo hacia el cielo.

    Todos miraban al cielo, donde Samurott se había perdido. De repente, se vio como el pokémon caía en picado usando un Megacuerno, justo sobre Metagross.

    —¡Megapuño!

    El pokémon metal alzó su puño para golpear… justo cuando Samurott impactó y se levantó una gran nube de polvo. De repente, toda la ilusión del bello paisaje donde se encontraban que mantenía el pokémon psíquico se desvaneció.

    —Metagross… —dijo Jake, al verlo debilitado, y lo regresó a su ball.

    —Samurott, lo has hecho muy bien —dijo Poseidón, regresando a su al mismo tiempo debilitado Samurott.

    —Un empate, esta vez —dijo Jake—. 2-1. Si gano esta, ¡te habré vencido! ¡Zoroark, te toca!

    El ilusionista avanzó decidido y se colocó en postura de combate

    —Muy bien —dijo con determinación Poseidón, agarrando su pokéball.





    En la base Neutrón.

    Los reclutas de la patrulla acuática habían sido reunidos por orden expresa de Cronos. Todos esperaban con impaciencia en la gran sala de discursos. Corrían rumores de que su jefe les había abandonado. Los más negativos temían un despido, otros rumoreaban sobre un sustituto. Pero nadie sabía con certeza lo que pasaba hasta que no apareció por fin Cronos, acompañado de una mujer de cabello color cobre.

    Pidió, o más bien, exigió silencio, y comenzó a hablar.

    —Como ya sabréis, puesto que los rumores corren como la luz, vuestro jefe Poseidón nos ha traicionado. Pero no debéis preocuparos. Tenemos una sustituta potencial: llamadla Vesta.

    La mujer avanzó varios pasos, ocultando parte de su rostro tras una semimáscara. Seria, desentonaba con el rostro macabramente alegre de la máscara cortada en dos.

    —Soy vuestra jefa ahora. Y se os va a acabar la relajación. Preparaos, porque vais a sudar la gota gorda —advirtió, en un tono serio y malévolo—. Para empezar, ésta ya no será nunca más la patrulla marítima. Ahora seréis la patrulla volcánica. Y se acabaron los pokémon acuáticos o de hielo; ¡fuego! Proveeros de pokémon de fuego y tirad a la basura o haced lo que os plazca con esos pececillos que tenéis por herramientas.

    —Pero… —dijo un atrevido recluta— yo no quiero de separarme de mis Pokémon…

    —¿Osas tomarle cariño a una herramienta? ¿A un ser vacío de alma? ¿A un, como bien se les llama aquí, Elemento?

    —Pero, es un ser vivo.

    —¡¡Los Elementos son herramientas!! No deben ser seres vivos para vosotros. ¿Sois conscientes del poder que albergan? —decía, siempre en tono serio y semblante tranquilo—. Si les dejásemos actuar como seres vivos independientes, podrían llegar a manejarnos ellos a nosotros. Tenemos que mantenerlos a raya, y no dejar que actúen como seres. Ni vivos, ni muertos. A partir de ahora, serán objetos para vosotros.

    El recluta sacó su ball.

    —Pero… mi Mantyke no es ningún objeto.

    Ella rió macabramente y comenzó a caminar en dirección a aquel recluta. Le arrebató de sus manos la pokéball y liberó al pokémon. Mantyke flotaba alegre, por el aire.

    Ella lo agarró con violencia.

    —Mira y aprende —dijo ella—. ¿Un ser vivo haría esto? ¡¡Ninetales!! —un Ninetales apareció de la nada y saltó por encima de todos los reclutas de la sala, rasgando al pequeño Mantyke, que sangraba con una profunda herida en su estómago, muriéndose.

    —¡¡Mantyke, no!! —gritaba el recluta entre lágrimas.

    Vesta dejó caer al pokémon ya inerte, y su dueño se agachó junto a él tratando, en vano, que le contestase.

    —Un ser vivo… —dijo finalmente Vesta— no mataría a otro porque se lo ordene alguien. Este Ninetales no es un ser vivo. Es mi herramienta, y hará lo que le ordene sin remordimientos o culpabilidad.

    La escena dejó a todos atónitos, mientras Vesta volvía, junto a un Cronos que se divertía con el “espectáculo”, hacia dentro de la base.



    En el Bosque.

    —Milotic, sal —ordenó Poseidón. Un flamante pokémon con forma de serpiente marina, hermoso, salió al campo de batalla. Zoroark lo encaró con entereza.

    —Vamos, Zoroark —dijo firmemente Jake —, que comience la ilusión.

    Zoroark saltó y cayó en picado contra Milotic, convirtiéndose en Metagross justo cuando iba a impactar, y con su peso haciéndole daño a la caída.

    —¡Milotic, usa Hidrobomba!

    El potente chorro de agua golpeó a la ilusión y la desvaneció. Zoroark cayó al suelo.

    —Bien, ¡tajo umbrío, versión Garchomp!

    Se convirtió el disfrazorro en su compañero dragón y golpeó con sus aletas cortantes, rodeado de tinieblas. Milotic apenas pudo anticiparse a sus movimientos, y recibió el golpe de lleno.

    —Ahora, ¡Pulso Umbrío!

    Varias esferas oscuras salieron disparadas de Zoroark, que ahora adquiría la forma de Lucario.

    —¡Perfecto! —se alegró Poseidón—. ¡¡Manto espejo!!

    —¡Oh, mierda!

    Las esferas oscuras frenaron antes de impactar y, con más fuerza y velocidad, se volvieron contra Zoroark, que recuperó su forma y cayó al suelo malherido. Se levantó, y cuando se disponía a contraatacar…

    —¡Milotic, rayo hielo hacia sus pies!

    Con un gélido rayo, Milotic congeló sus pies y le imposibilitó así moverse.

    —¡Zoroark! —se quejaba Jake.

    —¡Ja, ja! —rió Poseidón.

    —¡Oh, no, vamos a perder! —se lamentaba Jake.

    —Je, perfecto. ¡Milotic, usa restricción, ahora!

    Milotic se lanzó contra su inmóvil enemigo, y lo enroscó con su cuerpo, apretando con fuerza.

    —¿Cuánto aguantará Zoroark? ¡Es cuestión de tiempo! —decía triunfante Poseidón.

    Jake comenzó a reír a carcajadas.

    —Pero, ¿te has creído eso que he dicho antes de que íbamos a perder? —decía irónico, para la sorpresa de Poseidón—. ¡Estás peleando con el maestro de las ilusiones! ¡Puede transformarse en lo que le plazca que haya tocado! Y entre las cosas que ha tocado… se encuentra su compañero, ¡Snorlax! ¡¡Ahora, Zoroark!!

    Zoroark fue adquiriendo la enorme figura de Snorlax, y Milotic salió disparado debido al brusco cambio; su cuerpo no podía rodear a esa enorme ilusión.

    —¡Acaba con esto, Zoro! —dijo Jake, apretando el puño—. ¡¡Onda certera!!

    El enorme “Snorlax” cargó una onda certera proporcional a su tamaño, que arrojó a un cansado Milotic que no pudo esquivar el ataque.

    El pokémon acuático cayó debilitado inmediatamente.

    —¡Sí! —dijo Jake satisfecho—. ¡3-1! He ganado.

    Poseidón cambió poco a poco su cara de insatisfacción por una sonrisa, y regresó a la ball a su pokémon.

    —Genial, simplemente fascinante Jake. Claro, que no esperaba menos de alguien como tú. De hecho, ya me siento orgulloso de haber derrotado, aunque fuese en empate, a uno solo de tus pokémon.



    En la base.

    Todos los presentes habían abandonado el lugar. Solo quedaban en la sala el joven recluta y su muerto amigo Mantyke.

    El chico lloraba frente a aquel pokémon que se había convertido en su amigo, y ahora estaba muerto.

    Las lágrimas caían en el desgarrado cuerpo de su compañero.

    Entonces, un ruido. Un sonido de pasos se escuchaba. Miró hacia atrás, y vio a dos pokémon de fuego que se acercaban a él.

    —¡Nine! —dijo Ninetales, el mismo que le arrebató la vida a su amigo. Mirando con lástima el cadáver, tuvo que desviar la mirada por vergüenza cuando el recluta dijo:

    —¡Fuera! Aléjate de aquí, asesino… —y lloró sobre su amigo, como protegiéndolo.

    —Nine, nine —le dijo en tono triste Ninetales al Flareon que le acompañaba. Éste asintió. Poco a poco, el Flareon se acercó al cuerpo de Mantyke.

    —¡No, no, no! —decía el chico, abrazando a su pokémon inerte—. ¡Fuera, dejadme en paz!

    Flareon, sin embargo, hizo caso omiso, y se colocó delante del pokémon. Cerró los ojos, su piel se erizó, y un aura le rodeó el cuerpo.

    —Es… ¿un ataque deseo? —dijo el recluta, cuyo muerto compañero comenzó a irradiar luz. Lentamente, los cortes profundos que tenía en su pequeño y delicado estómago se cerraron.

    El pokémon, aún con ojos cerrados, tosió.

    —¡¡¡Mantyke!!! —exclamó con alegría el recluta, y su amigo abrió los ojos—. ¡Estás vivo! ¡Oh, Mantyke! —lloraba de alegría, mientras Flareon se alejaba, junto a Ninetales. El recluta los miró—. ¡Ninetales!

    El pokémon miró hacia atrás sin volverse. No hicieron falta palabras. Simplemente, él sonrió, y el pokémon, a pesar de todo orgulloso, siguió caminando como si nada.

    El recluta regresó a su pokéball a su querido amigo y decidió tenerlo en secreto. Nadie le separaría de él.

    Y ese Ninetales, el que le quitó la vida a Mantyke, pero luego quiso devolvérsela… comprendió que no era ninguna “herramienta sin sentimientos”. Al contrario; era un pokémon puramente honesto y leal. Capaz de obedecer las órdenes más ruines de su entrenadora, puesto que la adora y debe serle fiel; pero incapaz de cometer una injusticia, y demostrando bondad para reparar los daños que había causado.

    No; Ninetales, y todos los pokémon, eran seres con sentimientos, iguales o más profundos y sinceros que los humanos. No eran herramientas, como esa Vesta decía.

    Eran seres maravillosos.

    Amigos.



    En el bosque.

    —¿Te vas? —preguntó Jake, junto a Laia, a Poseidón.

    —Sí… si los Neutrón me encuentran, no duraré ni dos telediarios. ¡Oh, es verdad! —hurgó en su ropa, y logró detectar el localizador que le había colocado—. Muy típico del equipo. Tecnología punta del laboratorio de Hera

    Se dispuso a romperlo, pero Jake le paró.

    —¡No! Dámelo. Yo me lo pondré —sugirió—. Pensarán que yo soy tú, y así ellos mismos vendrán a mí.

    —Como quieras —le dijo, dándole el aparatito.

    —Una última cosa —interrumpió, cuando Poseidón se disponía a irse—. Si ya no eres del equipo, podrás decirme algo… ¿qué pretenden? ¿Qué es la Ofrenda?

    Poseidón permaneció unos segundos callado. Finalmente, dijo lentamente.

    —Realmente, no lo sé con certeza. Pretenden… despertar algo. No tengo ni idea de qué es ese algo, pero si lo consiguen, Nova será como un tablero de juego para ellos. Harán lo que les plazca. Y la Ofrenda… para despertar a ese algo, necesitan romper un sello. Y ese sello solo se rompe con el poder de todos los pokémon ancestrales, o como les llama todo el mundo, legendarios.

    Jake suspiró.

    —Algo así era lo que me imaginaba. Pero, tengo tantas preguntas… —dijo—. ¿Quién es realmente Hera? Creo haberla visto en algún sitio antes de conocerla como “Nancy”… ¿Y los otros Titanes, quiénes son, de dónde salen? Y, ¿qué hay de los del alto mando? ¿Qué planean ellos, es plan diferente al plan de los Neutrón? ¿Cómo piensan conseguirlo, estando encarcelados? ¿Y su líder? ¿Quién es y donde está?

    Poseidón rió.

    —A la mayoría de esas preguntas no sé contestarte, amigo.

    —Pues contesta a las que sepas.

    —Bueno… un hombre tiene que tener secretos. No voy a ponértelo todo en bandeja, chico. Me lincharían aún más mis “jefes” si me pillasen. Pero te diré… que encontrarás algunas respuestas si vas al sur. Al pequeño pueblecito situado cerca de las ruinas de Paleta.

    Jake se estremeció.

    —¿A-Allí? ¿Qué hay allí?

    —Descúbrelo… por ti mismo —sacó un Pelipper, y se agarró a una de sus patas, saliendo a volar—. Volveremos vernos… y la próxima vez te ganaré, pipiolo. Recuérdalo.

    Voló, y se perdió en la inmensidad del cielo…

    Laia se aferró al brazo de Jake.

    —¿Qué harás? Irás a ese pueblo, ¿no? A Villa Cuarzo…

    —Sí… —miró al suelo—. Partiré ahora mismo —dijo fríamente.

    Cuando se disponía a marcharse, ella agarró más fuertemente su brazo.

    —Jake… ¿quién eres? No me lo has dicho. Solo sé tu nombre… pero nada más.

    —Podría decir lo mismo de ti.

    Ella agachó la cabeza.

    —Oh, perdona —dijo él con algo de culpabilidad por su respuesta—. Digamos que… “un hombre tiene que tener secretos” —guiñó un ojo.

    Jake se dispuso a marcharse. Cuando él y Zoroark caminaban alejándose del lugar, Laia gritó:

    —¿Volveré a verte?

    —¿Tenías alguna duda sobre ello? —dijo él, sonriente, decidido y convincente. Como siempre era él.

    Una radiante luz en la vida de Laia.



     
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    CAPÍTULO 65 — Ladronzuelo (Melly)

    Despertó por fin, tras pasar una nefasta noche en la que no pudo dejar de pensar en aquel “sueño” del accidente de tráfico que había tenido.

    ¿Quiénes eran esas personas que estaban con ella? ¿Por qué sentía tanta pena cuando despertó, y pensó en esa gente muerta? ¡No era más que un sueño!, se autoconvenció. Pero, por alguna razón, algo en su corazón le decía que conocía a esas personas. Y en su mente, el rostro de ese niño que se quedó solo… con la vecina.

    En cualquier caso, se marchó de aquel Centro Pokémon con sus dos compañeros Jeray y Nadia.

    El próximo concurso estaba cerca. Se encontraban en Pueblo Tomillo (Ciudad Corazón), y tan solo quedaba un pequeño camino para llegar a Nueva Rocavelo. Allí se celebraría el cuarto concurso, el penúltimo de los cinco.

    —¡Estamos ya cerca! —se alegró Kyle mientras caminaban—. Este puede ser el último concurso de los tres… —dijo, mientras sacaba sus dos cintas—. El que gane podrá ir al Gran Festival.

    Nadia sonrió y mostró las dos que ella tenía.

    Melly, por su parte, permanecía callada y cabizbaja.

    —¿Qué te pasa? —preguntó Nadia.

    —Oh, nada —contestó ella, negando con la cabeza. Ese sentimiento de pena seguía reconcomiéndole, no podía quitarse de la cabeza a ese niño de su sueño.

    Nadia miró extrañada a Jeray, que se encogió de hombros. Se recolocó su gorro rosa, diciendo:

    —¡Qué calor!

    —¡Tienes razón! —comentó el polifacético pelirrojo—. Parece que Groudon haya salido de paseo.

    Y ambos coordinadores reían. Melly no lo hacía, pues ni le apetecía, ni le resultaba gracioso, a ella que había visto como el equipo Neutrón secuestraba a Groudon.

    —En cualquier caso, hace demasiado sol —Jeray miró al cielo; era cierto, hacía un sol demasiado intenso, como forzado. Como si un pokémon lo hubiese convocado con Día Soleado.



    Entre los arbustos, una mujer con una media máscara en su cara e implantes robóticos en una pierna y un brazo observaba al trío en silencio, junto a su Ninetales…



    Caminaban los tres, sin prestar mucha más atención a la anomalía del clima. Y, como si de un rayo se tratase, una sensación atravesó la mente de Melly. Miró como llamada por algo a los arbustos de los bordes del camino. Parándose en seco, le pareció que una energía le llamaba.

    —¿Eh? —se extrañó Nadia del comportamiento de Melly—. Melly, ¿estás…?

    Melly comenzó a acercarse con lentitud a los arbustos. Con cada paso, su corazón latía con más fuerza.



    Al otro lado de los arbustos, a la mujer de pelo cobrizo comenzó a palpitarle el corazón aún más el ver que la chica del Manaphy se acercaba.

    —¿Eh…? —decía, sin comprender por qué sentía esa sensación al notarla cerca—. No… no… ¡Que se aleje…! —susurró mientras andaba hacia atrás. Ninetales la miraba extrañada —. ¡Abortad misión! ¡Atraparemos a 003 en otro momento! —le ordenó, a través de su extraño móvil, a los reclutas que estaban escondidos por todo el recinto.

    Y salió a correr, como una niña pequeña que se asusta de un monstruo.



    Poco a poco, Melly comenzó a relajarse. Volvió a pararse en seco.

    —¿Qué era… esa sensación?

    Jeray, preocupado, le puso una mano en el hombro. Dijo en tono tranquilo:

    —Melly, ¿qué te ocurre? ¿Has dormido bien? ¿Estás cansada?

    Aún en un extraño estado de shock, ella hizo lo que pudo por aparentar normalidad y dijo con una forzada sonrisa:

    —¡Tranquilos! Estoy buen, ¡sigamos, el concurso nos espera!

    Y su marcha reanudó, mientras Manaphy, en la cabeza de su entrenadora, sabía perfectamente que ésta estaba actuando de manera muy extraña por algo… probablemente, por algo relacionado con lo de la pasada noche, cuando gritó en medio de un sueño, alterada.



    Cada vez se acercaba más el destino de nuestros amigos. Swablu, sobrevolando sus cabezas, comenzó a gritar con fuerza cuando divisó al fondo la Ciudad.

    —¡Estamos llegando! —se alegró Nadia.

    —Voy a sacar mis prismáticos, a ver si está muy lejos Rocavelo —dijo Jeray mientras hurgaba en la bolsa. Pasado un rato sin encontrar nada, se la descolgó completamente y se sentó en el suelo. Empezó a vaciarla, y, preocupado, dijo: —. ¡No están! ¡Mis prismáticos no están!

    —¡Oh, no! ¡Mi cartera tampoco! —dijo Nadia palpándose los bolsillos.

    Melly los miró extrañada.

    —Tranquilizaos y pensad, ¿quizá los habéis olvidado en el Centro poké…? —ella estaba mirando en su mochila, cuando, entonces, se dio cuenta de que—. ¡¡Mi cinta!! ¡Mi cinta de Nueva Trigal no está!

    El huevo de Melly hizo entonces un crujido que pasó desapercibido por todos, dada la situación.

    Todos comenzaron a mirarse, completamente desorientados.

    —No es posible que se nos haya olvidado o caído a los tres a la vez —se figuró Melly.

    —Pero, ¿qué ha podido pasar, entonces? —dijo Jeray.

    —Un ladrón… —propuso Nadia, mirando a su alrededor.

    —Pero, ¿cómo va un ladrón a robarnos a los tres sin que nadie se dé cuenta?

    —Debe ser muy bueno… ¿qué otra explicación hay? —Nadia agarró su ball y liberó al pokémon—. ¡Musharna, sal y ayúdanos! ¡Dinos dónde está ese pokémon!

    El pokémon salió de la ball y comenzó a usar sus poderes psíquicos para percibir pensamientos. No tardó en percibir una presencia cerca de ellos.

    —¿En ese árbol? —quiso saber Nadia.

    Todos miraron al árbol, y algo pareció moverse en su copa.

    —¡Swablu, acércate a ver quién anda por ahí! —el pequeño pokémon voló hasta acercarse al árbol. Asomó su cabeza entre las hojas, y no tardó en salir disparado de un golpe.

    —¡Swablu! —gritó su entrenador, que cogió al vuelo a su pokémon, cayendo éste debilitado del árbol.

    —¡Está ahí, ese ladrón! —miró a Manaphy la chica rubia—. ¡Usa rayo hielo hacia allá!

    Pero antes de que lo hiciese, un pokémon pequeño saltó a gran velocidad hacia otro árbol.

    Manaphy congeló en vano la planta.

    —Grr… —se mordía los labios Nadia—. Te vas a enterar —sacó una ball—. ¡Zangoose, a por él!

    El ágil Zangoose trepó al árbol y hundió su garra entre sus hojas. De nuevo, como una sombra, el pokémon huyó saltando a un árbol adyacente.

    Así el juego continuó un buen rato. Hasta que el ladronzuelo logró atinarle un empujón a Zangoose, que cayó del árbol, debilitándose con la caída.

    Irritados, Nadia y Jeray fueron sacando uno a uno a todos sus pokémon, que persiguieron al escurridizo pokémon oculto.

    De varios ataques eléctricos, el pokémon aniquiló a los “pajaritos” de Jeray, y al Wartortle de Nadia. Todo sin salir del árbol.

    Golem golpeó con fuerza los árboles en un frenesí de desenrollar, que casi hace que se derrumbe medio bosque. Pero el astuto pokémon seguía esquivando los ataques sin dejarse ver, siempre entre los árboles.

    Nadia y Jeray estaban extasiados.

    —¡Acaba con él, Golem! —gritaba irritadísimo el pelirrojo.

    —¡Lopunny, encuéntralo y dale su merecido! —decía alterada Nadia.

    Melly y Manaphy contemplaban el escándalo que estaban formando sus amigos con cierta vergüenza ajena.

    De nuevo, un crack en el huevo que nadie escuchó. Dos pequeñas manos se asomaron por las aperturas que se habían producido en éste.

    Las manos empezaron a girar rítmicamente como si fueran un metrónomo. De hecho, era precisamente ese ataque.

    De repente, del huevo brotó una rapidísima esfera sombría que dio de lleno en el oculto pokémon.

    —¿Eh? —exclamaron todos.

    Las manitas seguían girando, y el pokémon ladronzuelo, que cayó del árbol pero intentó esconderse en un arbusto, quedó levitando por el efecto de un psíquico.

    Así quedó al descubierto.

    —¿Quién ha hecho eso? —es lo que todos preguntaron al aire; pero pronto olvidaron la pregunta al ver a su objetivo flotando indefenso, tratando de huir en vano. Era un pequeño pokémon amarillo con orejas puntiagudas, una de éstas fragmentada en tres picos. Sus mofletes rosados irradiaban electricidad. De su hombro, una bolsita cargada de extraños objetos.

    Nadia se acercó enfadada y agarró con vehemencia la bolsa.

    —Pociones, monedas, hebillas de cinturón… y nuestras cosas —dijo mientras devolvía cada objeto a su dueño—. Eres muy escurridizo, Pichu. ¿Qué pasa contigo, que robas para divertirte?

    El pokémon hizo una grotesca burla, aún suspendido en el aire.

    —Hola, Pichu —dijo simpáticamente Melly.

    El pokémon se quedó extrañado al ver a Melly.

    A Melly le pasó lo mismo. De nuevo, la misma sensación de antes. El corazón le palpitaba con fuerza.

    —Pi… ¿¡Pichu, pi!? —exclamó alegre. Parecía reconocer a Melly.

    —Pichu… —suspiró ella. Por alguna razón se sentía feliz. El psíquico ya no afectaba a la rata eléctrica.

    En lugar de escaparse, se acercó y olisqueó a Melly. Parecía que se sentía feliz con ella, como si la hubiese estado buscando.

    Lo raro fue que Melly sintió una sensación parecida.

    —Vete, Pichu, te perdonamos —dijo Melly, que se veía incapaz de castigar a ese ladronzuelo, ante la mirada de asombro de los dos compañeros de la chica.

    —¡Pi, pi! —negó el pokémon con la cabeza, algo apenado. No quería irse. ¿Qué quería? Su rostro picaresco y amenazador, y sus mejillas chispeantes hacían pensar que…

    —¿Quieres combatir? —se preguntó Melly.

    Pichu asintió.

    Y en ese preciso momento, un mareo, como aquellos que ya tuvo anteriormente. Y de nuevo, imágenes, imágenes y palabras entrecortadas.

    Eran… ¿dos niños? Sí. Los mismos de su sueño. Junto a ellos un hombre que le parecía extrañamente familiar, acompañado de un elenco de pokémon, entre otros, un Houndoom o un Slowking. También, sobre la cabeza del hombre, un pokémon pequeño con una característica que lo distinguía del resto de su especie, su oreja; era Pichu.

    —Bien… ¡va… a atrap… a ese Kroo…! ¡Vamos, ami…!

    Las palabras eran entrecortadas, no era capaz de distinguirlas todas. Pichu dio un salto, y los niños se sorprendieron.

    —¡Pa..! —dijo uno de ellos—. ¡¿Cómo vas a …car a un Pi… contra ese ….rok?! ¡Si es de tipo t…! ¡Y Pichu eléctr…, y encima muy peque…! ¡Te va a g…!

    El hombre negó con la cabeza.

    —No subes… a Strahl.

    El Pichu cerró los ojos con arrogancia y se estiró de la oreja con tres picos, rebotando esta de manera curiosa.



    De repente, todo volvió a ser como antes. Melly se vio frente al Pichu, con una ball en la mano.

    —Strahl… —dijo—. ¿Strahl? ¿Te llamas Strahl?

    El Pichu sonrió. Comenzó a dar saltos de alegría, parecía que ese era el mote que una vez tuvo.

    Melly no pudo evitar alegrarse, aun sin un motivo lógico para ello.

    —¡Bien, Strahl, a pelear! ¡Sal, Magmortar!

    —Qué bestia es Melly —susurró Nadia—. Saca a su pokémon más poderoso contra el pobre Pichu…

    Pero Pichu no se intimidó. Sino que, con arrogancia, tiró de su oreja de los picos y ésta hizo un gracioso vaivén al soltarla el pokémon.

    Era, pensó Melly, la pose de batalla del pokémon. Sin duda, el Pichu de su visión era el mismo que ahora estaba frente a ella.

    —¡Bien, Lanzallamas!

    Magmortar lanzó su fuerte llama, y Strahl dio un alto salto para evadirlo. Luego, arrojó un Bola voltio contra su rival, dando de lleno.

    Cuando Magmortar quiso darse cuenta, el Pichu no estaba.

    —¿Eh? —dijo Melly, buscándolo con la mirada sin éxito. Había aprovechado el deslumbramiento de su ataque eléctrico para escabullirse, pero, ¿dónde?

    Entonces, saliendo justo debajo de la tierra a los pies del pokémon de fuego, salió Strahl rodeado de rayos, lanzando por los aires a Mag.

    —Dios —dijo Jeray asombrado—. Sabe combatir; no parece salvaje. Parece que ya haya sido entrenado.

    Melly aprovechó la situación como pudo: ya que su Magmortar estaba en el aire e iba a caer, ¡caería bien!

    —¡Golpe calor sobre Pichu!

    Y cayó con todas sus fuerzas, no pudiéndolo el pokémon ratita evitarlo.

    Cuando Magmortar se levantó, no había nadie.

    —¿Otro excavar…? ¡Juraría que había impactado el ataque! —gruñó Melly.

    Efectivamente, había impactado en el Pichu que había bajo Magmortar. Pero ese Pichu, ¡no era el verdadero!

    De repente, varios Pichu saltaron de un árbol, otros tantos de otro, otros de otro… eran multitud de copias que se abalanzaban contra Magmortar.

    —¡Ha usado doble equipo antes, bajo tierra! —exclamó Nadia.

    —¿¡Tantas copias es capaz de crear a la vez!? —se sorprendió Jeray.

    Melly se sintió acorralada. Decenas de Pichus saltaban sobre Magmortar. Se abalanzaban contra él, inmovilizándolo y cubriéndolo, como un enjambre.

    Cuando su cuerpo entero estaba cubierto, un ataque rayo fue suficiente para generar un fortísimo ataque eléctrico que hirió a Magmortar.

    Acabado el ataque, Strahl, satisfecho, retiró a sus réplicas y miró al de seguro debilitado Magmortar. Sorprendentemente, aquel oponente suyo sobre el que habían saltado todas sus copias era otra copia más, que se deshizo poco a poco: ¡era un sustituto!

    Pichu notó algo en su cabeza. Se dio la vuelta, poco a poco…

    —Bu —dijo cómicamente Melly. Magmortar lo estaba encañonando, y con un rayo solar mandó contra un árbol a la molesta ratilla.

    —¡Ahora! —exclamó ella, aprovechando su oportunidad, ahora que estaba Strahl agotado—¡Ve, pokéball!

    Golpeó en Pichu la ball, y éste no opuso resistencia a ser capturado. La ball ni siquiera giró; tan solo, parpadeó, y Melly ya tenía así un nuevo amigo.

    Agarró la ball y la miró nostálgica.



    Todo había vuelto a la normalidad, los objetos robados fueron devueltos, y Melly tenía un nuevo, ¿o tal vez viejo?, amigo, que muy familiar le resultaba.

    Pero nadie, ninguno de los allí presentes, se percató de que un pequeño pokémon contemplaba el mundo desde dentro de la mínimamente agujereada cáscara del huevo de Melly…



    Curiosidad: “Strahl” significa “Rayo” en alemán.
     
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    Vuelvo, tras un tiempo sin publicar.

    Informo de que a partir de ahora escribiré casi siempre al principio de los capítulos un recuerdo, escena o escrito de importancia. Puede que no diga a quien le suceda (es decir, que no daré nombres, aún, jejeje (?)), pero contaré el hecho. En fin, que como siempre digo, lo entenderéis con la “práctica”.

    Estos “fragmentos especiales” los pondré entre corchetes, al comienzo del capi.

    CAPÍTULO 66 – De compras (Byron)

    [Recuerdo aquel día, aún hoy, que tanto tiempo hace. Nunca lo olvidaré. Nunca olvidaré mis pensamientos, la tormenta de pensamientos que se acumulaban en mi cabeza…

    Tal vez haya sido el destino que a mí me tocase todo esto. ¿Será el destino? ¿Me lo merezco acaso?

    Lo único que sé es que ahora estoy solo, confuso, y en unas tierras que no conozco, unas tierras que con seguridad no son mi querida Hoenn.

    ¿Cómo he llegado aquí? Aún sigo sin comprender. Todo fue tan rápido… aquel torbellino negro fue con seguridad el causante de que ahora me encuentre aquí, en estas tierras. Tierras desconocidas.

    ¿Me habrá transportado a varias millas de Hoenn? ¿Estaré en otro continente? Algo en el ambiente me inquieta, todo el bosque que transito me resulta extraño.

    Mis piernas no aguantan más, me caigo al suelo. Mis brazos están cansados de soportar su carga, pero debo llevarlos, ¡no puedo dejar solos a los dos bebés! Ellos han tenido el mismo destino que yo, han perdido a sus padres, y han acabado aquí… conmigo. Al menos, no están solos. Al menos me tienen a mí. Y no los pienso soltar. Llevaré la cesta de la pequeña allá donde haga falta llevarla, cargaré en mis hombros al mayor hasta que despierte.

    Ellos no merecieron aquel trágico suceso. Ni yo tampoco. Nadie.

    ¿Habrá sobrevivido mucha gente a aquella catástrofe? ¿Cómo es que no se oye nada, como es que la terrible guerra que se ha desatado no afecta a este lugar? ¿Tan lejos me ha traído ese remolino…?

    ¡Al fin! Veo una cabaña a lo lejos, al pie de la montaña. Llego por los pelos, luchando por no desplomarme del cansancio. Debo resistir, por los dos pequeños.

    La cabaña está vacía y abierta, abandonada a su suerte. Tal vez sea un lugar bueno para asentarme, al menos por ahora.

    Descansé durante horas, y por fin tengo los ojos abiertos. El mayor me llama “papá”, continuamente. La pequeña, incapaz de hablar aún, me mira con entusiasmo. Debo buscar alimento para ellos. ¿Habrá alguna civilización cerca? Sigo sin saber dónde me encuentro.

    Ella… ella lleva un colgante donde pone su nombre. Un nombre bonito, un nombre peculiar. No hay duda. Regina.

    ¿Y el mayor? ¿Tal vez tenga un año? Puede que menos. ¿Cuál será su nombre? En cualquier caso… creo que tengo un nombre perfecto para él, su rostro me lo grita cuando me llama “papá” sin yo, a mis diecinueve años, ser padre de nadie: Eric.]



    Ya Byron, Gallade, Sully y Regina habían llegado al flamante Pueblo Diseño; la primera parada en Nova Este (Hoenn).

    Si bien Pueblo Talento es la meca del espectáculo, Pueblo Diseño lo era de la moda.

    Era inevitable que todo el que pasase por el pueblo se quedase embobado con el imponente y hermoso edificio que era el Centro Comercial Diseño, el más grande de Nova. Pero Byron, lejos de permanecer indiferente ante aquel lugar, tenía otros planes.

    –Oye, el edificio es alucinante y tal, pero me gustaría seguir cuanto antes, tenemos tiempo antes de que anochezca para llegar al próximo pueblo y así estar más cerca del gim… –fue bruscamente interrumpido por Regina y su Meloetta, que se abalanzaron sobre él.

    –¡¡Por favor, por favor, por favor, vamos a echar una ojeada, solo una!! –exclamó con los ojos brillantes Regina.

    –Pero…

    –Por favor –la mirada irresistible de Regina solo aceptaba una respuesta:

    –Está bien –dijo Byron–, una vuelta rápida, te compras unos trapitos, y vuelta al viaje, ¿vale?

    Ella asintió, y como una niña en una feria, entró ensimismada al enorme lugar, ojeando los escaparates de cada tienda.

    –Bueno, te esperamos aquí, ¿te parece? –dijo Byron, sentándose en un banco que había en el hall del centro.

    –¡Vale! –exclamó Regina, adentrándose entre la multitud.



    Sully tomó asiento junto a Byron, dejando a este entre Gallade y él.

    –Podríamos mirar alguna tiendecilla, ¿no? –dijo algo inseguro–. Al menos, cómprate otra gorra –bromeó.

    –¿Qué problema hay con mi gorra? –dijo Byron, quitándosela y mirándola preocupado.

    –Tío, ¡la tienes desde los doce, por lo menos.

    –¡Hala, exagerado! –exclamó, poniéndose otra vez la gorra– ¿Y esas gafas tuyas, eh? ¡Desde que naciste, las tienes!

    –¿Y me dices exagerado a mí? –exclamó el aludido.

    Los dos rieron.

    –No, en serio. Demos un garbeo, ¿no te parece? Regina hasta la noche no vuelve –dijo Sully sarcástico, aunque en el fondo iba en serio.

    Byron suspiró, se levantó, y dijo.

    –Bueno, pero mi gorra no la cambio por nada.

    Y se fueron a ojear las tiendas.



    Mientras…

    –¡Mira! –Regina sostenía con sus dos manos una falda blanca–. ¡Es monísima!

    Meloetta sonrió al tiempo que asentía.

    –¿Cuánto cuesta…? –miró la etiqueta–. ¡Vaya, es muy barata! ¡Me la llevo!

    Se pusieron a la cola, que era bastante larga, teniendo en cuenta la cantidad de gente que había allí. Cuando por fin llegó su turno, Regina empalideció.

    –Mierda, ¡mi dinero! Le dejé mi bolso a Sully…

    Meloetta cambió a su forma Danza, irritada. No le agradaba haber perdido tanto tiempo en la cola para nada.

    –Perdón –dijo Regina acariciándose la cabeza, mientras se apartaban de la cola–. Volvamos con Byron y Sully, necesito mi cartera –colocó la falda con cuidado en su sitio; esa era la última que quedaba–. ¡Tú no te muevas de aquí, eh! –le dijo a la prenda como una niña pequeña.

    Y salieron a correr hasta el banco donde dejaron a los chicos. Cuál fue su sorpresa al encontrarse el banco vacío. La gente se cruzaba violentamente, y Regina estaba desorientada.

    –Meloetta, ¿era este el banco, no? –dijo Regina preocupada. Meloetta no respondía–. ¿Melo? –miró a su alrededor, y su pokémon no estaba.

    Asustada, dio la vuelta, retrocediendo en sus pasos torpemente entre la multitud. ¿Se habría quedado atrás Meloetta?



    Mientras tanto, el pequeño pokémon, en su forma danza, deambulaba ágilmente por el lugar, irritada y decidida, la actitud normal que tenía en esa forma. Ni siquiera notó que Regina no estaba con ella, ensimismada en su irritación.

    Entonces, notó una mano tocándola. Al girarse, de frente un hombre, que la saludó alegre, bajo sus gafas de sol y su gorro.

    –Hola, Meloetta, ¿tú por aquí? ¿Y Regina? –preguntó el hombre.

    Meloetta sonrió al reconocerle, cambiando a su forma común.

    –¡Melo! –exclamó al darse cuenta de que Regina no estaba.

    –¿Te has perdido? –dijo el hombre, que evidentemente trataba de pasar desapercibido con la ayuda de esas gafas y sombrero–. Ven conmigo, la buscaremos.



    –¡¡Meloetta!! –exclamaba la chica muy preocupada entre toda la gente–. ¡Perdone! –le preguntó a un hombre, que pasó de largo. Hizo lo mismo con varias personas, nadie le prestaba atención.

    Se sentía acorralada. Y Sully y Byron no estaban allí para ayudarla.



    Pasaron varios minutos, tal vez un cuarto de hora. Meloetta no aparecía.

    Regina decidió que lo más inteligente era sentarse a esperar en el banco en que habían quedado; posiblemente, su amiga iría allá tarde o temprano.

    Pero entonces pensó: ¡¿y si esos del equipo Neutrón rondaban por allí y la habían atrapaddo?!

    Nerviosa, se levantó para volver a intentar buscarla, y se chocó de bruces con alguien vestido con un gorro y gafas. El sujeto parecía estar preocupado, también.

    –¡Regina! –exclamó él–. Menos mal que te encuentro, ¡es terrible!

    –¿Eres Eric? –dijo ella.

    –Shh, baja la voz… –dijo mirando a los lados–. Si la gente me reconoce se armaría mucho revuelo. ¡Pero bueno, eso no importa! ¡¡Meloetta dio conmigo y te estábamos buscando, pero unos sujetos me golpearon y se la llevaron!!

    –¡No! –exclamó–. ¿Dónde fueron?

    –Yo me dirigía a la salida, pensé que iban allá.

    Sin dudarlo, los hermanos se dirigieron afuera.

    Efectivamente, fuera del centro comercial, un grupo de hombres se divisaba a lo lejos.

    –¡Son ellos! –dijo Eric, saliendo a correr tras ellos.

    En cuanto el grupo los vio venir, sacaron a diversos pokémon voladores y emprendieron el vuelo. Podía verse como Meloetta iba encerrada en una jaula que portaba un Pidgeotto.

    –¡Meloetta, no! –dijo, sacando una ball.

    Eric la imitó.

    –Sal, ¡Smeargle! –el pokémon de Regina salió.

    –¡Salamence! –exclamó Eric.

    –¡Vuelo! –exclamaron los dos a la vez, mientras se veía cada vez más lejos a los bandidos.

    Smeargle comenzó a flotar, mientras Regina se agarraba a su cola.

    Cuando iban a comenzar a perseguirles, una voz conocida se escuchó.

    –¡Regina! –era Byron, que salía junto a Sully del edificio.

    –Lo siento, Byron, Sully –dijo con lágrimas en los ojos–. Voy tras Meloetta.

    Eric miró con algo de desprecio a los dos amigos.

    –¿¡Dónde estabais cuando Regina os necesitaba, eh!?

    Byron paró en seco y agachó la cabeza. Sully quedó también petrificado.

    –Yo… fue solo un momento.

    Regina no contestó, ni si quiera dijo adiós. Simplemente, miró al frente y su Smeargle la llevó volando.

    –Tranquilos –dijo con cierto sarcasmo Eric–. No hace falta que la protejáis –Salamence comenzó a aletear fuerte–. Ya lo haré yo.

    Y la siguió, perdiéndose todos en el aire.



    –Galla… –dijo Gallade poniendo la mano en el hombro de Byron.

    –Byron, yo… lo siento –se disculpó Sully–. La culpa fue mía. Deberíamos haber seguido esperando. Lo siento de verdad.

    –No es culpa tuya, Sully –dijo, mientras siguió andando, rumbo a la próxima ruta.

    Gallade se quedó un momento quieto, sin saber qué hacer.

    –Vamos, Gallade. El día de compras ha acabado. Hay un objetivo que alcanzar.

    Sully dio un paso y Byron le frenó con su voz.

    –Me gustaría ir solo. No quiero que me acompañes ahora mismo.

    Volvió a detenerse, sintiéndose el de las gafas plenamente culpable de la cadena de infortunios. El de la gorra no paró de andar. Gallade, aunque mirando a Sully con pena, no podía evitar sentir la frustración y rabia que su entrenador sentía. Lo miró irritado, y desvió rápidamente su mirada; no quería enfadarse con Sully. Así que salió a correr para alcanzar a su compañero, que ya andaba lejos.

    Sully quedó solo, sin saber qué hacer, a las puertas de aquel centro comercial.



    Y así fue como cada uno prosiguió su camino. ¿La culpa? La culpa no fue de nadie más que del equipo Neutrón. Pero tal vez Byron tuviese razón; lo mejor era seguir cada uno su camino. Solos.







    Agradecería muchísimo un comentario, de cualquier tipo; siempre sienta bien recibir un comentario, y a mí eso es lo que me motiva a seguir escribiendo. Díganme que les parece la historia, díganme sus sospechas, lo que ven que pueda mejorar… pero díganme algo.

    Eso sí, ante todo gracias por leer.
     
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    Nova, aventuras en la nueva tierra pokémon
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    86
     
    Palabras:
    6137
    CAPÍTULO 67 – ¡Concurso de Nueva Rocavelo! (Parte 1) (Melly)

    [Ineptos, imbéciles, escoria… eso son todas las vulgares personas que habitan la condenada tierra de Nova. ¡Maldigo esta mierda de continente, maldigo su gente, sus tierras, todo…! Maldigo el Choque, o más bien, la mentira que quieren hacernos creer esos ineptos del Gobierno. ¿¡Desde cuándo ha existido ese gobierno!? ¿Quiénes se creen que son estos estúpidos humanos del futuro para decidir cómo reinar y cómo organizar y estructurar las que un día fueron las sagradas tierras de los pokémon? Esos humanos, esos, están humanizando el mundo. Han destrozado el mundo tal y como yo lo conocía, antes de llegar aquí. ¡Cuán feliz era, en mi Hoenn, en mi tribu, en mi bosque! Era paz, mimetización con la naturaleza. Ahora nada es natural. Los pokémon, si bien en Hoenn ya eran usados por la civilización mayor como juguetes por muchos, ahora lo son aún más. Se empeñan los humanos actuales en proclamarse propietarios de la tierra, dueños de la naturaleza. Establecen propiedades privadas, ¡hasta lo único hermoso de estas tierras, la Gran Llanura Paradise, es propiedad del Gobierno! Si les place, podrían derribar todo el ecosistema y ampliar sus urbanizaciones humanas, algo que tarde o temprano harán.

    ¡Los humanos y su ambición! Tengo la desdicha de pertenecer a la raza más estúpida que pueda existir, y he apreciado que con el tiempo la estupidez humana va en crecimiento. La estupidez y la ambición y ansias de poder. Ya no quedan en este mundo gente como nuestra tribu, como nuestro poblado. No existen remansos de paz y mimetización con los pokémon.

    ¡Ellos, la raza humana, de la que me siento avergonzado de ser un individuo, destrozaron con su ambición mi mundo, mi Hoenn! Por si fuera poco, ¡culparon a los pokémon, usándolos como escudos, cuando más bien tendrían que adorarlos como entes superiores que son!

    Merece un escarmiento. Un duro escarmiento. La raza humana y su continente, su “Nova”, esta absurda mezcla del bello mundo que antes yo pisaba, merece desaparecer. ¡Todos los pokémon, esos seres que sí son dignos de ser admirados, irán a mi Hoenn, a mi tiempo, a salvo! Y yo también volveré. Volveré, no sin antes… ¡¡destruir de una vez por todas esta tierra que me está volviendo loco, esta tierra que me ha transformado en lo que soy!!

    Y para ello… necesito la ayuda de un pokémon perfecto. Y sé cómo conseguirla. No importan los métodos que tenga que usar. Aunque tenga que hacer daño a los pokémon… lo haré. Ya no me importa nada, ¡solo quiero destruir todo!

    Soy Sombra. Y yo haré historia, ¡seré quien firme el final de Nova! Y nada ni nadie, ningún “héroe” ni ninguna “luz” van a impedírmelo.



    Declaraciones de Sombra, documento 4]



    –¡Por fin! –dijo Melly, alzando la mirada ante la enorme ciudad que se extendía ante ella. Manaphy, sobre su hombro, sonrió, y Jeray y Nadia se miraron emocionados.

    Nueva Rocavelo era una ciudad construida en terreno accidentado y montañoso. No por ello dejaba de ser una ciudad que se veía viva, llena de gente, que transitaba sus calles, subía y bajaba sus cuestas.

    El objetivo del trío de coordinadores era claro: el concurso, que empezaría en varias horas. Como siempre, Melly llegaba justo a tiempo para inscribirse.

    Pero el hecho de participar en el concurso no era el único motivo por el que Melly y Jeray querían llegar a éste. Además de eso, sabían que allí se encontrarían con un conocido que vendría a por todas sin duda alguna.

    Aunque encontrarse de nuevo con Kyle era algo que tanto Melly como Jeray deseaban, temían no saber cómo mirarle, después de la escena del beso a la primera en la despedida de aquel puerto.

    Por un lado, el hermano menor sabía que se sentiría incómodo por ese motivo. Además, de seguro su hermano le dedicaría alguna de sus burlas. Pero aun así, deseaba verle, solo por el hecho de ver hasta dónde había llegado el entrenamiento de sus Tyrogues.

    –¿Entramos ya? –dijo Nadia nerviosa, a las puertas del edificio del concurso.

    Los otros dos, mirando al cielo, asintieron.



    Dentro, toda la gente, como era costumbre en los momentos previos a los concursos, se apelotonaba en fila para inscribirse.

    Nuestros tres amigos hicieron lo propio, y los tres miraron a su alrededor, buscando conocidos.

    Pero ninguno, ni el chico de la gorra azulada, polifacético y gustoso por los pokémon lucha, ni el hombre siniestro de máscara en la cara y oscuro estilo de combate se podían ver entre la gente.



    Pero mientras tanto, se acercaba al edificio un chico al que acompañaban cuatro fuertes pokémon.

    –Ya hemos llegado –dijo mirando el edificio desafiante–. Llego la hora de volver a vernos, Jeray… Melly –no pudo evitar sonrojarse al pensar en lo que pasó.

    Miró a sus lados. Infernape estaba tan dispuesto como siempre, con fuerza y energía. Sus otros tres pokémon, el resultado del entrenamiento de los bebés trillizos Tyrogue, deseaban mostrar su pulida técnica en el combate.

    Pero eso no era todo. Ese día, en ese concurso, Kyle pensaba sorprender a todos. Mostrar un equipo completamente nuevo. Cogió sus dos Malla balls y sonrió.

    –Cinco nuevos compañeros… y tú, Infernape –le dijo a su compañero–. Vamos a demostrar lo que valemos.

    Y se encaminó decidido hacia el interior del edificio.



    Fue justo cuando el chico de la gorra azul entraba que Melly y compañía se habían dirigido a las salas privadas de entrenamiento, ya inscritos en el concurso.

    Kyle, pacientemente, se colocó en la cola, mirando a ver si encontraba a quienes buscaba. Y, distraído, chocó contra la persona que tenía delante en la cola, cuando ésta no se movía.

    –¡Oh, perdone! –dijo. Era una mujer de gran altura, de rostro serio y unos exóticos ojos rosados.

    –No pasa nada–dijo.

    A su lado, una bella Gardevoir. A sus pies, un Espeon cariñoso le acariciaba los pies. Sobre su hombro, una flamante y hermosa Beautifly descansaba tranquila, acumulando fuerzas para lo que esperaba.

    –Vaya, preciosos pokémon –halagó Kyle. Ella apenas sonrió, ni si quiera se giró cuando contestó.

    –Gracias. Comprende que no puedo opinar lo mismo de unos pokémon tan rudos como los tuyos. Eso sí, parecen muy fuertes.

    Kyle hasta se ofendió un poco, pero en el fondo tenía razón; “monos”, precisamente, no eran sus pokémon.

    –Eh, supongo que gracias –dijo rascándose la nuca.

    La fila avanzó un poco.

    –Oye –dijo Kyle, no pudiendo evitar entablar conversación, pues su carácter casi le obligaba a mostrarse simpático con la gente; con todos menos con su hermano–, ¿es tu primer concurso?

    Ella rió suavemente, aún sin dar media vuelta.

    –¿En serio lo crees? –la fila avanzó otro poco–. No, no es mi primer concurso. Tengo algunas cintas.

    –¿Cuántas? –quiso saber Kyle.

    –Cuatro –dijo ella, mostrándole su estuche con cuatro flamantes cintas de concurso. El chico quedó estupefacto.

    –¡Pero… entonces solo te queda por ganar este concurso! –la fila avanzó, ya solo una persona separaba a la mujer del mostrador.

    –Ajá –dijo indiferente. Le tocó su turno–. Buenas –dialogó con el recepcionista–. Quiero inscribir a estos pokémon… Espeon, sí. Gardevoir. Beautifly y Dustox. Y también Umbreon y Bronzong.

    Ya Kyle se lo imaginaba, pero esa lista disipó las pocas dudas que le quedaban; aquella chica era adepta del tipo psíquico, lo que le motivó aún más; ¡era otra rival para él! Otra rival a batir, ya tenía a un experto en “pajaritos” y a una experta en psíquicos para demostrar la supremacía de su amado tipo lucha.

    –¿Su nombre? –preguntó el recepcionista.

    –Samantha –afirmó. Sin mirar atrás y sin despedirse, se dirigió, cuando el recepcionista le dio paso, a las salas de entrenamiento.

    Y mientras lo hacía, Kyle la miraba intrigado.

    –Perdone, es su turno –dijo el recepcionista.

    –Oh, disculpe… –y Kyle se inscribió en el concurso.



    Ya era la hora de comenzar. Todos esperaban ansiosos su turno para actuar, con la previa explicación de la presentadora: como en los concursos comunes (Porcelana, Azafrán y el propio de Rocavelo), primero habría una ronda de exhibición para seleccionar a los 16 mejores, que pasarían a la primera ronda. En tal ronda, combatirían en un tres contra tres los coordinadores, quedando 8. Esos ocho harán parejas aleatorias para combatir en combates dobles en la segunda ronda. Como resultado quedarán dos parejas y por tanto cuatro coordinadores. Una semifinal de combates de uno contra uno y quedarán solo dos, que con un combate igual al de semifinales decidirán quién sería el ganador de la cinta.

    La chica de nombre Melly miraba sus dos cintas con esmero. Si ganaba este concurso, tendría garantizada la entrada al Gran Festival; a su sueño.

    Manaphy estaba muy emocionada, igual que su entrenadora. Sentada ésta sobre un banco, mientras acariciaba con una mano su huevo, el cual aún ignoraba que hacía tiempo se había abierto, con una ligera grieta, observaba y analizaba a sus múltiples competidores en la sala de espera. Todos parecían tan fuertes…

    Uno de ellos era un chico de semblante decidido y cabello en punta, muy negro. Con unas gafas de sol en el pelo y un Absol junto a él, se mostraba seguro y fuerte.

    También destacaba entre los presentes una chica muy pequeña, ¿diez años, quizá? Tenía, rodeándola, un arsenal de Eevees, todos felices y monos. Ella los acariciaba muy tranquila, sin nervios, sin nada.

    Y, cómo no, Nadia aguardaba su turno apoyada contra la pared, con su Zangoose imitándola, Delcatty curioseando el lugar y Galvantula a sus pies.

    Cerca de ella, Jeray se mostraba decidido. Braviary y Mandibuzz coqueteaban en el suelo, mientras su Infernape variocolor calentaba con algunos ejercicios.

    Entonces, el megáfono dio paso al siguiente coordinador.

    –Es el turno de Kyle –se dijo por megafonía, y los tres conocidos del muchacho miraron a su alrededor, buscándole. No estaba; supusieron que aguardarían en otra sala de espera.

    Nadia, Jeray, y Melly miraban la pantalla, deseando ver si Kyle había mejorado o no.



    En la otra sala de espera…

    –Es el turno de Kyle –dijo la megafonía.

    –¡Al fin! –exclamó el aludido–. Bueno, me voy.

    Samantha parecía estar muy concentrada, mirando al infinito.

    –¿No me deseas suerte? –dijo en tono picaresco.

    –¿La necesitas? –contestó la enigmática mujer.

    Kyle sonrió, mientras comenzaba a andar a la pista con sus cuatro pokémon.

    –Supongo que no –dijo antes de entrar al escenario.



    El chico entró a escena. Todo el público estaba expectante. Algunos que ya habían visto a Kyle y su peculiar estilo de combate deseaban que empezase, al ver tantos pokémon nuevos, para ver qué sabía hacer ahora.

    Miró a Infernape, que dio un paso atrás, y posteriormente dijo:

    –¡Top, Chan, Lee! –exclamó con el dedo señalando al frente, y los tres nuevos pokémon, un Hitmontop, un Hitmonlee y un Hitmonchan, salieron al campo, andando los tres tranquilamente.

    Kyle los miró orgullosos. Ellos tres se colocaron, como habían ensayado, en el centro del campo, dándose la espalda el uno a los otros, cada uno mirando a un ángulo.

    Los jueces miraban intrigados.

    Entonces, dándose las manos, Hitmontop se lanzó de cabeza al suelo, quedando de pie con su pequeño cuerno y arrastrando a los otros dos con él, quedando éstos suspendidos en el aire , apoyándose en las patas de Hitmontop mientras se agarraban las manos formando un triángulo.

    El público miraba en silencio y los jueces se sorprendieron de la resistencia del Hitmontop, que aguantaba con fiereza el peso de sus compañeros. Entonces Kyle alzó la vista y dijo:

    –¡Vamos! ¡Giro Arena, Top!

    Y como un trompo, Hitmontop comenzó a usar Giro Rápido, girando sobre sí mismo muy rápidamente sin soltar a sus compañeros; al mismo tiempo, generó una tormenta de arena que se acumuló como un torbellino en el centro de la pista.

    Kyle sonrió.

    –¡Lee, Patada Salto! ¡Chan, Ultrapuño!

    Y, aún sin aparecer entre la arena, surgieron dos figuras enormes hechas con la misma, con el aspecto de Hitmonchan y Hitmonlee, que realizaron los ataques al aire para luego evaporarse.

    El público estaba con la boca abierta.

    –¡Stop arena! –exclamó Kyle, y el giro cesó, cayendo la arena al suelo, formando un pequeño montículo en el centro de la pista, donde, extrañamente, no había nadie.



    –¿Y los pokémon…? –se preguntó Melly desde la sala de espera.

    Jeray miraba callado.





    De repente, desde cada extremo de la pista, salieron desde debajo del campo otras figuras de arena con la forma de Hitmonlee y Hitmonchan, éstas de tamaño real. Las figuras se lanzaron en el aire la una contra la otra, dispuestas a atacarse mutuamente. Al impactar, la arena cayó al suelo, dejando ver entre ella a Hitmontop.

    Nadie entendía cómo sucedió aquello.

    –¿¡Qué…!? –exclamó Melly.

    –Es un maldito truco –dijo Jeray –. No es real, es una ilusión… como un truco de magia.

    Melly no le comprendió.



    –¡Ahora –seguía Kyle, su Hitmontop estaba ahora sólo en el escenario, preparado para actuar– roca afilada a máxima potencia!

    Hitmontop colocó sus manos en el suelo. En cada esquina del escenario surgieron entonces dos pilares de rocas que se alzaron hasta lo alto. En su cumbre, Hitmonchan y Hitmonlee, cada uno en un extremo. Y entonces, bajo los propios pies de Hitmontop surgió otra columna de rocas que lo elevó a él.

    Ya en las alturas, con un chasqueo de dedos de Kyle, los tres pokémon desaparecieron como si tal cosa.

    –¡¡Oh!! –exclamó impresionado un juez.



    –Pe-pero… –Nadia no daba crédito.

    Jeray solo reía.

    –Muy bien, Kyle. Eres un buen mago.



    De debajo de la tierra, emergieron los tres, Lee en la izquierda, Top al centro y Chan en la izquierda. Los tres agarraron las columnas de roca, arrancándolas del suelo como si fuesen simples roquitas. Top lanzó la suya hacia arriba con maestría, y los otros dos lanzaron su columna al mismo tiempo contra su compañero, que, girando boca abajo, las fragmentó en cuanto las tocó. Luego, rápidamente, Chan y Lee saltaron hacia el centro, triturando con sus ataques la roca que había lanzado Top al aire.

    Al caer al suelo, quedaron como al principio, los tres dándose la espalda y muy serios, pero esta vez rodeados de fragmentos de rocas.

    Hubo un momento de silencio, hasta que poco a poco se sucedieron los aplausos del público.



    –Ha sido… raro –dijo Melly–, pero impresionante. No tengo ni idea de cómo lo han hecho.

    –Es muy fácil –explicó Jeray–. Los únicos “Top, Chan y Lee” que habéis visto son los que han salido al principio y al final. Todos los demás eran copias.

    –¿Copias? –se extrañó Nadia.

    –Claro. Es algo que Kyle hace mucho. Hace que sus pokémon usen doble equipo mientras los originales se esconden. Cuando usaron ese torbellino de arena, Top usó excavar. Permanecieron bajo tierra todo el tiempo. ¿Esas figuras de arena tan grandes del principio? Copias. ¿Las figuras de arena que se chocaron? Copias. ¿El hitmontop que surgió de la nada? Copia también. Por eso desaparecieron los tres como si nada sobre las columnas de roca, porque eran copias. Luego, simplemente, salieron de debajo de la tierra y esos sí que eran los de verdad.

    –Oh… –dijo Nadia incrédula.



    –En total… –dijo la presentadora con el recuento de puntos– ¡90 puntos para Kyle!

    El aludido sonrió y saludó al público alegre.



    Jeray rió algo bruscamente al decir la puntuación.

    –90 puntos por un truquito de magia…



    –¿Qué te ha parecido, eh? –le dijo a Samantha el triunfante polifacético cuando regresó a la sala de espera.

    La mujer sonrió.

    –Muy bien. Ha sido un truco de magia bastante bueno.

    –¿Truco? –sonrió él, tratando de mostrarse indiferente–. ¿Qué truco?

    –El que has usado. Desde luego, tienes una gran maestría con el uso del doble equipo –Kyle se sorprendió al ver que había sido descubierto su “truco”.

    El megáfono se dejó escuchar entonces para dar paso a Samantha.

    –Bueno, me toca a mí –dijo ella indiferente.

    –Suerte, aunque no la necesites –guiñó un ojo Kyle, y Samantha sonrió mientras agitaba la cabeza.



    La mujer entró en la pista. La acompañaba únicamente su Gardevoir, y llevaba en cada mano una pokéball. Caminó hasta el escenario con tranquilidad. Sus ojos de ese extraño color rosado mostraban indiferencia. Era una chica sin duda muy segura de sí misma.

    Alzó sus dos balls y las dejó caer con delicadeza. Un flamante Umbreon y un elegante Espeon salieron a escena. Gardevoir caminó al frente hasta situarse junto a ellos.

    –Vamos, chicos –dijo Samantha cuando se dio la señal para que comenzase–. Umbreon, bola sombra al aire, Gardevoir, rayo sobre la bola sombra, y Espeon, manténla quieta con psíquico.

    La esfera sombría fue frenada, quedando suspensa en el aire, y el rayo de Gardevoir la cortó en fragmentos, creándose una extraña bruma de fragmentos oscuros y destellos generados por el rayo. El siniestro se introdujo en la atmósfera, y entre la bruma, Umbreon pareció desaparecer.

    –No solo tú sabes hacer desaparecer a los pokémon como en un truco de magia –murmuró Samantha–.¡Gardevoir, usa destello! ¡Espeon, corre hacia Umbreon!

    Entonces, Espeon corrió hacia la bruma, justo cuando Gardevoir usó un destello que cegó un instante al público.

    Cuando cesó la luz, el destello había desintegrado la bruma, pero ni Espeon ni
    Umbreon se encontraban allí. Gardevoir, ahora sola, caminó con tranquilidad al centro de la pista mientras cargaba una gran onda certera entre sus manos.


    Una vez preparado el ataque, arrojó hojas mágicas al cielo, junto con el mencionado onda certera.

    –¡Ya! –exclamó Samantha.

    Entonces, desde lo alto, cayeron en picado Umbreon y Espeon, el uno frente al otro, girando en una especie de torbellino. Dejaban tras de sí una estela negra y rosa, respectivamente. Cada vez giraban más deprisa, hasta que se mezclaron con la estela, y los colores se confundieron, creando un extraño fucsia con tono morado. Parecía una enorme flecha celestial de color rosado, cayendo directa hacia el ataque de Gardevoir, y en consecuencia hacia el mismo Gardevoir.

    Justo cuando la “flecha” tocó el onda certera y hoja mágica de Gardevoir, los fragmentos arcoíris del segundo ataque y los destellos rojizos del segundo se expandieron por el campo. La flecha siguió cayendo, y, milésimas de segundo antes de impactar contra Gardevoir, Samantha dijo:

    –Psíquico.

    Y Gardevoir pareció parar el tiempo: la flecha se frenó, y los fragmentos quedaron suspendidos en el aire.

    Aquel era un psíquico muy potente, que exigía toda la concentración de Gardevoir.

    El público estaba encandilado por la belleza de aquella flecha enorme de luz fucsia rodeada de bellos destellos arcoíris y esferas rojizas. El escenario irradiaba un aura extraña y a la vez hermosa.

    Entonces, Gardevoir se apartó sin cesar su psíquico. Bajó la mano y al segundo alzó la otra, generando un área de Espacio Raro. La flecha siguió moviéndose, pero infinitamente más lento. Lo suficientemente lento como para que Umbreon y Espeon se separasen nuevamente, cayendo al escenario suavemente. Entonces, Gardevoir anuló el espacio raro y la flecha, fragmentándose en muchas flechas más pequeñas dada la separación de Umbreon y Espeon, impactó contra el suelo, creando varios agujeros en el suelo.

    Los tres pokémon hicieron una reverencia y, como por arte de magia, surgieron rayos arcoíris de lo que era un psicorrayo que inexplicablemente emanó de la tierra.

    Esto último dejó patidifusos a todos, que no se imaginaban de dónde salían los psicorrayos.



    Así concluyó la exhibición de Samantha. Una exhibición que se mereció la friolera de 94 puntos.



    La mujer entonces regresó a la sala de espera, ante la mirada incrédula de todos los coordinadores. El propio Kyle no sabía cómo lo había hecho.

    –Hoy va la cosa de trucos, ¿no? –le dijo irónico.

    –Puede. ¿Crees que he hecho un truco? –preguntó Samantha

    –Dos –afirmó Kyle–. El primero lo he descubierto, no era tan difícil. Espeon y Umbreon desaparecieron, ¿cómo? Fácil, aprovecharon la bruma para subir a la parte de arriba del escenario, usando el psíquico de Espeon para mantenerse a flote. Pero, ¿de dónde salieron esos psicorrayos? No logro entenderlo… ¿cuándo los usaste? O mejor dicho, ¿los usaste?

    Samantha sonrió picarescamente.

    –Un buen mago nunca revela sus secretos –dijo sarcástica.

    –Oh, ¡vamos! –exclamó indignado Kyle. Ella se rió.

    La realidad es que Samantha no había hecho ningún truco propiamente dicho. Su Gardevoir usó el psicorrayo sin esconderse, traspasándolo por debajo de tierra, de manera que cuando ésta se agujerease, saldría disparada. Tan solo aprovechó el momento en que Umbreon entraba en la bruma, cuando nadie tenía puestas las miradas en Gardevoir, sino en Umbreon y Espeon, para ejecutar el ataque sin que nadie se percatase.



    En su sala de espera, Melly se sentía frustrada.

    –Han puesto el listón demasiado alto –dijo con resignación–. Mi actuación va a ser una birria, comparada con las suyas.

    –No digas eso –la animó la del gorro rosa–. Verás como lo haces bien.

    Ella agachó la mirada con inseguridad. Empezaba a pensar que lo que había ensayado era algo demasiado simple para tan alto nivel que mostraba el concurso.



    Poco a poco, se sucedieron las exhibiciones. Jeray mostró una buena actuación aérea con Swablu, Braviary y Mandibuzz que le reportó 84 puntos. Nadia, por su parte, sacó a Delcatty, Zangoose y Galvantula, y su exhibición se mereció 81 puntos. La chica de los Eevee usó a tres de éstos, y con ellos obtuvo nada menos que 79 puntos. Y el joven del Absol sacó a éste, a un Leavanny y a un Delibird que lograron clasificarse terceros por el momento con sus 88 puntos. También a Melly le llamó la atención un joven de más o menos su edad (unos 15 años), que usó horripilantes pokémon veneno: Arbok, Muk y Weezing. A pesar de la rudeza y el aspecto atemorizante y poco estético de sus pokémon, el chico triunfó sobre el escenario, con una puntuación de 81.

    Finalmente, por fin, el megáfono dijo su nombre: Melly.

    Nerviosa e insegura, la chica salió al campo. Sacó sus dos balls, de las que salieron Snivy y Strahl, su nueva incorporación.

    –Muy bien –dijo colocando el huevo junto a sus pies. Luego miró a Manaphy y dijo–. Ahora te toca salir a ti, Mana…

    Pero antes de que Manaphy pudiese saltar de su hombro como su tercer pokémon, el huevo comenzó a rodar, y todo el público, incluida Melly.

    El huevo paró de repente, y por dos agujeros que hasta ahora Melly no había notado, salieron dos diminutas manitas. No solo eso, sino que, en la parte inferior, el pokémon de dentro abrió otros dos orificios por los que sacó dos piernecitas. Pataleó un poco, y de un salto se incorporó. Era un auténtico huevo con patas. Literalmente.

    Melly no daba crédito. Todos los espectadores miraban boquiabiertos. La mayoría consideraron eso parte de la actuación.

    Entonces, el huevo comenzó a rajarse más o menos por la mitad, y, con las manitas, el pokémon hizo fuerza para desprenderse de la parte superior. Cuando lo hizo, el Togepi de dentro sacudió su pelito y se frotó los ojos, tras un largo bostezo.

    El público suspiró encandilado con la ternura del pokémon… ternura que acabaría en cuanto empezase a agitar sus manos.

    –No, pero –trató de decir Melly, que no daba crédito–, yo no quiero usar a…

    Entonces ya era tarde; Togepi usó metrónomo, sonriente, y Snivy y Strahl comenzaron a flotar por el efecto de algún ataque psíquico.

    Melly se sentía impotente.

    –Dios, que desastre… –suspiró, agachando su cabeza.

    Entonces, Togepi arrojó por los aires a los otros dos pokémon, que salieron disparados hacia el techo. A continuación volvió a agitar sus manos y cargó otro ataque; esta vez, un poderoso ataque eléctrico: se rodeó de electricidad y, como una bola de alto voltaje, ascendió directo a chocarse con sus compañeros en lo que era un placaje eléctrico.

    Melly levantó la cabeza.

    –¡Oh, cuidado! –dijo–. ¡Placaje eléctrico tú también, Strahl!

    El Pichu obedeció, y al caer, las dos esferas de electricidad colisionaron varias veces, liberando múltiples destellos y chispas al hacerlo.

    Snivy, por su parte, seguía cayendo.

    –¡Snivy, agárrate a algo con látigo cepa! –improvisó Melly.

    Sin haber nada cercano a lo que agarrarse, Snivy no tuvo más remedio que agarrar las bolas de voltios, una con cada látigo cepa.

    Togepi y Strahl, al verse agarrados, se separaron. Quedó entonces Snivy colgando como en un columpio, sujeto éste por dos esferas de electricidad.

    –Bueno… –dijo Melly, que comenzó a sonreír– nadie dijo que improvisar no estuviese permitido. ¡Colúmpiate, Snivy!

    Snivy, como en un juego, comenzó a balancearse hacia delante y hacia atrás, hasta el punto en que comenzó a dar vueltas de campana.

    Y de repente, Snivy comenzó a iluminarse, a desprender una luz intensa.

    –¡¿Pero… ahora qué?! –exclamó Melly.

    Aquello se veía extraño… pero a la vez llamativo. Tres esferas de luz flotaban en el aire, una de ellas girando rápidamente. Y, cuando la que giraba dejó de hacerlo, se soltó, y las tres cayeron lentamente…

    En el suelo ya, las dos eléctricas dejaron ver a Strahl y a Togepi, mientras que la luminosa, al apagarse, no mostró a Snivy, sino…

    –¡Servine! ¡Eres un Servine! –dijo Melly alegre al contemplar la nueva forma de su pokémon.

    El público y el jurado estaban encandilados. Pensaban todos que todo lo que había sucedido había sido meditado y planeado.

    –¡Vale! –dijo Melly, sin haber pensado antes qué iba a decir. La improvisación estaba, en cierto modo, funcionando, así que, ¿por qué no seguir así? –. Eh, ¡metrónomo, Togepi!

    De nuevo el vaivén de las manos, ¿qué saldría? Ni ella misma lo sabía.

    Togepi alzó sus manos al cielo y comenzó a expulsar múltiples burbujas que se mezclaron hasta formar una enorme.

    –Vale… –Melly tenía que pensar rápidamente–. ¡Strahl, entra en la burbuja con cuidado de no romperla!

    De un salto, Pichu se metió dentro de la pompa.

    –Sí, ¡mola! –exclamó Melly–. Que siga la fiesta –murmuró–. ¡Metrónomo, Togepi! Usa el ataque contra Strahl y tú, Servine arroja la pompa al aire.

    Obedeciendo el de tipo planta, el factor azar volvió a depender de Togepi, que esta vez usó un psicorrayo.

    –¡Sí! –exclamó Melly, que ya ordenaba por hacer algo, pero le gustaba la situación, en cierta manera–. ¡Strahl, doble equipo, vamos!

    Pero no dio tiempo a ver como Strahl se multiplicaba, pues en ese momento el psicorrayo impactó contra la burbuja.

    Como resultado, ésta volvió a fragmentarse en muchas burbujas más pequeñas de múltiples colores que flotaron por el aire… ¡cada una con un Pichu dentro!

    Algunos del público silbaron admirados.

    –Je –rió ligeramente Melly, que no perdía de vista donde estaba el auténtico Strahl–. ¡Vale, Servine, sin miedo, hoja afilada hacia la izquierda!

    Servine obedeció, y reventó varias pompas con el ataque. El público se asustó, pensando que Strahl corría peligro.

    –¡Ahora a la derecha!

    Aquello se asemejaba a los lanzamientos de cuchillos, en que un experto arrojaba hacia una tabla cuchillos, estando en esa tabla su ayudante. Un fallo podía ser fatal para el ayudante.

    Pero Melly estaba segura de saber dónde estaba su pokémon. Lo miró desde abajo, y los dos parecieron entenderse con la mirada.

    El espectáculo siguió hasta que, a los ojos del público, no quedaba ninguna burbuja. La gente miraba preocupada qué había sido del Pichu.

    Melly sonrió. Entonces extendió las manos y mostró que entre ellas estaba el verdadero Strahl, dentro de su burbuja, sonriente.

    El Pichu pegó un salto, y flotando suavemente, llegó hasta el pelo puntiagudo de Togepi, pinchándose la burbuja y cayendo Strahl con elegancia al suelo.

    Los tres pokémon en línea hicieron una reverencia.

    Reinó el silencio. Hasta que uno de los espectadores comenzó a dar palmadas, y más y más personas se le sumaron, produciéndose un gran aplauso que sonrojó a Melly.



    En las salas de espera, Kyle no podía evitar reírse.

    –Si es que tiene suerte –comentó–. Lo ha improvisado todo, y le ha salido bien.

    –Desde luego –dijo Samantha–, mucho mérito no tuvo la chica. Fue más bien cosa del azar.

    –Tal vez. Pero eso no quita que Melly sea muy buena coordinadora.

    Samantha alzó la mitad izquierda de su boca, arrogante.



    –Lo que más me fascinó de la actuación –valoraba un juez– ha sido la coordinación milimétrica… ¡lo planeaste todo para que Togepi, que en realidad ya había nacido, saliese del huevo a la hora de empezar el concurso! ¡Tenías pensado el momento exacto en el que Snivy evolucionaría! ¡Y lo mejor de todo, tu Togepi sabe controlar qué movimiento saldrá con Metrónomo! Brillante.

    –Yo, en realidad… –intentó confesar Melly con la cabeza gacha, pero fue interrumpida por otra jueza.

    –A mí no me ha quedado claro si estaba todo preparado o fue improvisación. En cualquier caso, a mí me ha gustado. Y si ha sido suerte, improvisación, ¿qué más da? Es más, se demuestra que el coordinador sabe anteponerse a las circunstancias que le vengan. Enhorabuena.

    Esas palabras aliviaron a Melly, que en cierto modo se sentía deshonesta por hacer creer que todo estaba preparado.



    La puntuación que la chica del Manaphy recibió fue de 46 por parte del público y 43 por parte del jurado popular. Un total de 89, puntos con los que consiguió arrebatarle la tercera puntuación más alta al chico del Absol.



    –¡Muy bien! –exclamó la presentadora–. Este es el fin de las clasificatorias. ¡Los dieciséis que han conseguido la puntuación más alta pasarán a la primera ronda! Y estos clasificados son… ¡Samantha, con 94 puntos! ¡Kyle, con 90! ¡Melly, con 89! ¡Robert, con 88! ¡Jeray, con 84! ¡Nadia y Leonard con 81! ¡Con 79, Kari!

    Y, como esos, otros ocho nombres. La puntuación más alta, pues, fue la de Samantha, quedando la más baja que entró en 72.

    –El nivel está alto… –comentó Jeray.

    –Sí, desde luego –dijo preocupada Nadia–. Solo espero que no nos toque luchar entre nosotros en la primera ronda. Ni tampoco con la chica esta del Gardevoir…

    –Pronto sabremos contra quien nos toca enfrentarnos –dijo Melly, que observó atenta, tragando saliva, los emparejamientos aleatorios.

     
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