Noche en la Ciudad.

Tema en 'Relatos' iniciado por Namida, 29 Diciembre 2015.

  1.  
    Namida

    Namida Entusiasta

    Escorpión
    Miembro desde:
    10 Septiembre 2011
    Mensajes:
    176
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Noche en la Ciudad.
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1517
    Fuera hace tanto frío que entro al primer local que encuentro. Las luces de neón iluminan el escenario y la barra, pero yo me dirijo directamente a una esquina apartada, de esas con un sofá de cuero y una gran mesa donde se suelen reunir grupos de adolescentes alocados y estúpidos. No hay absolutamente nadie, salvo un viejo que sostiene un vaso con un líquido rojo y de vez en cuando suelta miradas lascivas, como si pensara que no puedo verle desde la penumbra.

    No sé qué mierda estoy haciendo aquí ni cómo he acabado en este sitio, no sé ni a dónde me dirijo, solo sé que soy capaz de no volver. Ni siquiera pido nada, solo un vaso de agua. Es tan patético. La camarera de la corta melena roja se vuelve a dirigir a la barra, y entonces pienso cuánto tiempo habrá estado aguantando a aquella larva que está sentada en un taburete, pidiendo la siguiente ronda. Yo simplemente me limito a observar. Ya sabes, mamá siempre me dijo que no perdiera de vista mi copa.

    Joder, ni siquiera es sitio para mí. Me molesta el viejo que me está mirando, las risas del nuevo grupo de jóvenes que acaba de entrar y el sonido de esa estúpida música de ambiente que por suerte se corta. Entra una chica acompañada de dos tipos; los tres cargan con instrumentos y se dirigen al escenario. Las notas no tardan en volver a sonar, desafinadas, y yo apenas juego a marcar el ritmo con los pies. Entra más gente en el local y empiezo a pensar si ese es el momento idóneo para irme, pero mis piernas solo se mueven con cada nota y mi cuerpo ha quedado clavado en el sofá.

    Al principio la cantante no me parece la gran cosa, incluso su voz se me hace común. Pero me gusta su pelo largo y alborotado, y me pregunto cómo puede quedarle tan bien. Incluso esa maldita mirada cansada la hace ver seductora, o sus manos finas sosteniendo la guitarra. ¿Tal vez es por sus ojos verdes? A las chicas de ojos claros les suele quedar bien cualquier cutrez, o al menos eso pienso yo. La maldita me tiene hechizada con su voz dulce y cálida, con sus letras simples que parecen narrar lo patético de mi vida.

    Entretanto el paisaje ha cambiado tanto… ni siquiera sé en qué momento ha pasado. Ahora no está solo la chica delgada sirviendo en la barra, también la acompaña un chico con uno de esos horrendos peinados pseudorrapados que ahora se han puesto de moda. Él charla con todo el que sirve, siempre con una sonrisa, pero ella solo le sonríe a él; incluso está tan embobada que no se entera cuando un cliente la llama. Parece que soy la única que se da cuenta, y me da mucha pena. Me gustaría ir allí y abrirle los ojos a ese estúpido de sonrisa torcida y decirle lo que hay, pero creo que realmente no me importa. Creo que solo busco una excusa para que el tiempo pase más rápido, y que me muero de envidia porque yo no tengo a quien amar. Yo no suspiro ni me quedo embobada, ni tampoco pierdo el tiempo pensando en gilipollas que sudan de lo que puedan sentir los demás mientras ellos se divierten jugando con otras personas.

    La planta de los pies empieza a dolerme a pesar de que no he bailado. La música me invita a levantarme del maldito sofá de cuero al que me he quedado pegada, pero yo soy incapaz de salir del rincón a restregarme con desconocidos. Joder, ¿te puedes creer que al final la maldita canción que está sonando empieza a gustarme? Si ni siquiera sé ni qué género es. He pensado que rock, o pop, tal vez indie, ¿o underground? Yo qué sé. Y qué más da. Yo solo veo a la maldita cantante con su voz melódica y su maravillosa melena, ahí, plantada en mitad del escenario. Parece como si se hubiera fumado algo o qué se yo, pero al mismo tiempo lo contrarresta todo con su mirada rebelde. Parece una jodida muñeca con una chaqueta de cuero. Por favor, si ni siquiera puedo odiarla. Parece sacada de los 90, y la ves ahí, perfecta, con su voz impoluta en mitad del desastre. Suena la guitarra eléctrica, el teclado y su melodía reinando aún por encima del caos. Y lo peor es que se te queda mirando con esos ojos claros ausentes, como si realmente no te estuviera contando en una canción las muchas ganas que tiene de subirse a su coche y largarse de su casa y de la jodida ciudad. Parece una broma; parece que se estuviera riendo en mi propia cara. Ojalá yo tuviera ese maldito coche.

    El reloj de mi móvil ya ha marcado las doce, es hora de largarme de allí. Pero no sé a qué lugar iré después. Fuera está lloviendo, puedo verlo desde la ventana. Mierda, otra vez llega la tristeza a mí. Echo una última mirada, pero ya apenas logro ver nada entre la multitud y estos malditos ojos húmedos. Solo la puerta principal, que se abre, y un chico que entra solo y que solo se acerca a mí. Al principio cuando entró se detuvo a mirar a su alrededor, casi como buscara algo. En esos segundos solo me dio tiempo a apreciar su cabeza sobre la de las demás y la larga cabellera dorada que nacía de ella. Se acerca a mí con pasos lentos como los de un felino, pero largos. Maldita sea, que yo no quiero a chicos guapos que se fijen en mí, ni a idiotas con tupé ni a melenas que se crean rudos por llevar una chupa de cuero. Ni tampoco al viejo de la esquina, que me dedica una última mirada triste y al fin se larga como debería haber hecho hace una hora. Y encima el rubio este de ojos azules se me aplasta al lado, como si yo le hubiera dado permiso, y me saluda con esa maldita sonrisa y voz sincera. Que yo no quiero a nadie que se apiade de mí, que no quiero tu compasión ni héroes que me saquen del pozo en el que yo sola me he metido. Pero no puedo evitar echarle un ojo a la camarera, que intenta ocultarse tímidamente tras el poste al que está pegada besando a su falso amor. Y me parece fatídicamente hermoso. Hasta he de reconocer que el conjunto de la melódica voz de la cantante rebelde forma la obra perfecta con el sonido caótico de las guitarras. Y me aterra. Porque el chico que tengo al lado me mira fijamente y me saca a bailar. Yo nunca he bailado. Mis párpados pesan tanto que se cierran. Solo siento sus manos grandes sosteniendo las mías y la música danzando en mi cabeza, que se desliza de un lado a otro lentamente, siguiendo el ritmo que se desliza sutilmente desde mis pies hasta la cadera. Cuando los abro mi cuerpo se mueve violentamente de un lado para otro en mitad de todo ese desastre y de todos esos cuerpos inquietos que giran entorno a mí. A mí y a él.

    No sé qué me está pasando. Ya no sé ni de dónde vengo ni a dónde voy. A dónde voy… «¿vamos fuera?», y mis labios responden solos. Me siento como en un sueño, o una pesadilla. La lluvia cae sobre mi rostro pero soy incapaz de despertar. Tampoco sus boca seduciendo a la mía logra romper el hechizo. Todo es culpa de ella y de su voz… estúpidas fantasías.

    Camino pegada a él; él me sostiene para que no me caiga, y yo estoy apunto de romper a llorar otra vez. Joder, al final tuvieron que echarme algo en la bebida. Dime, mamá, si yo siempre he sido una chica buena, ¿cómo he llegado hasta aquí? Pero supongo que mentiría si dijera que ahora deseo estar arropada en mi cama. Creo que me he vuelto adicta a la voz de la hechizante cantante y a los besos del idiota que tengo a mi lado. Las notas aún siguen sonando en alguna parte de mí. Puedo oírlas…

    Llegamos a la autopista y nos detenemos bajo la luz amarilla y parpadeante. Su lengua es ácida y sus palabras queman porque son amargas. Me seduce su verdad cruel, y cuando intenta hacerme reír con mentiras. Sus ojos celestes… ¿lo ves? Los ojos claros combinan con todo. Son fríos, no sienten alguna pena por mí. Él siempre acaba por hurgar tan dentro de mí que al final saca lo peor, y cuando se da cuenta de que soy una bailarina que no sabe bailar y que se tambalea hacia el precipicio, me dice: “¿podemos tirarnos juntos?”

    No sé qué mierda estoy haciendo aquí ni cómo he acabado en este sitio, no sé ni a dónde me dirijo, solo sé que soy capaz de no volver. Y eh, mira, ¿ves eso? Es el coche que nos sacará de la ciudad.
     
    Última edición: 29 Diciembre 2015
    • Me gusta Me gusta x 1
  2.  
    Lionflute

    Lionflute Usuario popular Comentarista empedernido

    Aries
    Miembro desde:
    4 Marzo 2006
    Mensajes:
    682
    Pluma de
    Escritor
    Me parece un buen cuento, pero hay cosas que no me gustan del todo. Es evidente que tienes la capacidad de relatar y describir, pero creo que pudo ahondarse mucho más en las situaciones, en las sensaciones de ella, en relacionar lo que le llama la atención con su pasado o presente, puesto que es algo que le daría más realismo y profundidad al personaje, que nunca habla de su vida más allá de una mención a la madre. Tampoco logra una conexión con la cantante, pero esto ya es una opinión personal. Me gusta la idea de la conexión sin palabras, esa que siempre está en duda porque nunca se vuelve explícita.

    No siempre tomamos las mejores decisiones, no siempre estamos en nuestros cabales y hacemos cosas sin pensar, quizás por huir de lo inevitable. Me hubiera gustado conocerla más antes de que partiera.
     
    • De acuerdo De acuerdo x 1
  3.  
    Namida

    Namida Entusiasta

    Escorpión
    Miembro desde:
    10 Septiembre 2011
    Mensajes:
    176
    Pluma de
    Escritora
    Coincido en la falta de descripción de los sentimientos y emociones de la chica, pero es que lo que yo habitualmente escribo es justamente eso. No planteo un lugar, situación o a veces ni siquiera personajes de una forma literal, así que mi idea cuando empecé a escribir esto era hacer justo lo contrario a lo que acostumbro a hacer. Solo he actuado como una espectadora y me he limitado a ir narrando lo que veo de forma espontánea, sin artificios.
    Por otro lado, lo que sí he tenido claro desde el principio es que no quería indagar en el personaje. No quiero explicar de dónde viene ni por qué está allí, porque venga de donde venga lo único que quiere es no pensar en eso que ha pasado, por lo que trata de mantener ocupada su mente en cosas sin importancia quejándose de otras ajenas a ella.

    Gracias por el comentario.
     

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso