No me olvides (gaamatsu)

¡Hola!

Muchas gracias por tantos comentarios, la verdad no pensé que les fuese a gustar tanto este fic, jaja, de verdad me hacen muy feliz ^^

Aquí les dejo la conti, y en un rato más la de mi otro fic GaaMatsu ^^

¡Espero que les guste!

PD: Este capítulo está dividido en dos partes, esta es la parte uno.

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Capitulo 2: Recuérdame

¿Cómo fue que estuvo tanto tiempo negándoselo a sí misma?

Era él, aquel muchacho pelirrojo que se encontró en la calle, ese que era ahora su nuevo vecino y también su compañero de clases, era su querido amigo de la infancia; era Gaara.

Ahora lo recordaba, a pesar de no haberles visto más de dos veces, reconoció finalmente que Gaara tenía dos hermanos mayores, uno era un chico castaño y la otra una joven rubia, eran Temari y Kankuro.

Se sentía tan triste, tan dolida de que Gaara no la recordara, de que la hubiese tratado de esa forma tan fría e indiferente, tan agresiva y soberbia. Él ya no era el mismo, eso estaba claro. ¿Pero que había sucedido?

La primera clase se terminó cuando el timbre comenzó a sonar, por lo que Matsuri rápidamente se puso de pie, aunque sus amigas se dieron cuenta de que algo le pasaba. Ella estaba dispuesta a ir a hablarle, a preguntarle cualquier cosa, tenía que saber por que él ya no la recordaba, por que se había olvidado de todo.

Sin embargo no pudo acercarse, porque un montón de chicas le rodearon apenas el profesor salió del aula, todas ellas decían lo guapo que era, que se habían enamorado de él y, hasta decían que era aún más atractivo que Sasuke, quien sólo bufó al oír aquel comentario.

—G-Gaara-kun… –alcanzó a susurrar Matsuri antes de ser jalada por Sakura y por Hinata, pues Sari se había quedado con el montón de chicas que le hacían preguntas a Gaara –según él fastidiosas preguntas-.

—Entonces Gaara-kun ¿De que escuela vienes? –interrogó una chica, mientras que el pelirrojo permanecía sentado e inmutable, hasta que se percató de su vecina, la cual lo miraba con tristeza mientras era jalada afuera del salón. ¿Qué pasaría con ella? ¿Por qué lo miraba de esa forma tan desconcertante?

—Gaara-kun ¿Tienes novia? –preguntó otra chica, pero Gaara sólo la ignoró, poniéndose de pie y saliendo del salón con las manos en los bolsillos de su pantalón. Todas ellas soltaron un gritillo de emoción, pues que él se quedara callado lo hacía mucho más interesante.

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—¿Qué sucede Matsuri-chan? –le preguntó Hinata con preocupación, ya que su amiga seguía sumida en sus pensamientos, como si hubiese descubierto algo realmente terrible, se veía tan triste —. ¿Matsuri-chan?

—N-no, no es nada Hina-chan –respondió la castaña fingiendo una sonrisa, pero la verdad era que no podía quitar de su cabeza el momento justo en que Gaara se paró frente al salón y dijo su nombre completo, ignorando por entero su presencia en ese lugar ¿Acaso había cambiado tanto como para no ser reconocida por él? —. Creí que no me olvidarías… mentiroso… mentiroso… –pensaba sintiendo deseos de llorar, aunque en realidad no sabía por que.

Sakura sólo la miraba en silencio, estaba claro que algo le había pasado y que no quería decir que era, pero de alguna forma ella lo tenía que averiguar, porque no iba a dejar que su amiga estuviera así, a ella le gustaba ver a Matsuri y a Hinata sonrientes, disfrutando de lo que les rodeaba.

—Yo… voy al baño amigas, ya regreso –avisó la castaña antes de irse corriendo, pasando al lado de Sari que se dirigía hacia ellas. La ojigris la miró, notándola verdaderamente inquieta.

—¿Qué le pasa a Matsuri? –interrogó, pero ninguna de sus amigas supo contestarle.

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Matsuri corría por el pasillo tratando de no llorar, era una persona demasiado sensible y que su mejor amigo la hubiese tratado como a una extraña le dolía terriblemente, se sentía como una punzada muy fuerte en el corazón.

Sin querer chocó contra el pecho de una persona, golpeándose la frente.

—Perdón –se disculpó apenada. Levantó la mirada y pudo ver aquellos hermosos ojos aguamarina, esos que cuando eran unos niños siempre brillaban de felicidad, pero ahora eran tristes y apagados —. G-Gaara-kun…

—Oh, pero si eres tú, me sorprendí al ver que seríamos compañeros –le dijo Gaara sin cambiar su expresión gélida, como si estuviese hablando con cualquier persona, aunque no sabía por qué razón con ella le daban ganas de hablar más de lo normal —. Oye ¿Qué te pasa? ¿Estás llorando? –preguntó preocupado al ver las lágrimas en los ojos de la castaña.

Ella bajó la mirada, secándose rápidamente todas las lágrimas, para luego negar con la cabeza.

—No, seguro que sólo me entró una basura –respondió sonriendo. Ella sonreía de una forma tan hermosa, Gaara jamás vio a alguien sonreírle de esa manera, todos siempre le habían temido por su forma de ser, nadie se atrevía si quiera a dirigirle la palabra, pero ella le estaba sonriendo así como si nada. Además, era muy bonita.

—Bueno, como sea –el pelirrojo se disponía a pasarla de largo, sin embargo antes de que se fuera ella se atrevió a hablarle.

—Gaara-kun… ¿No me recuerdas? –preguntó en un tono bajo, que de igual manera pudo ser escuchado por él. Gaara ya le estaba dando la espalda, pero se volteó a verla desconcertado. Sintió como si algo golpeara su cabeza, alguien… hace mucho tiempo también le llamaba Gaara-kun.

Se llevó una mano a la frente, cerrando sus ojos mientras la castaña lo veía con preocupación, pero al cabo de unos segundos él la miró como siempre, casi tratando de burlarse de ella.

—¿De que hablas? Claro que te recuerdo tonta –por un momento la mirada de Matsuri se iluminó, pensando en que aquel chico por fin se acordaba de ella, de que habían sido los mejores amigos, porque quería volver a ser su amiga como antes —. Eres Matsuri, la chica torpe que vive a mi lado –terminó Gaara, rompiendo todas las esperanzas de la joven.

—De verdad… de verdad no te acuerdas… –susurró mirando hacia el suelo. Gaara la veía con confusión ¿De que rayos estaba hablando? Ella levantó la mirada, nuevamente mostrando esas lágrimas, para darle un leve empujón —. ¡Eres un idiota! –le gritó y salió corriendo, dejándolo asombrado.

—¿Pero que rayos le pasa? –se preguntó, ya que por más que quería no ponerle importancia al asunto, de verdad no podía, le mataba la curiosidad por saber de que estaba hablándole. ¿Qué no recordaba?

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Las clases nuevamente habían comenzado, pero durante la gran mayoría de ellas Matsuri no hacía más que mirar a Gaara, aunque casi todas las chicas del salón lo hacían también, pero para él ninguna tenía importancia, sólo podía fijarse en la mirada de tristeza de aquella castaña.

—Demonios… es inquietante… –pensaba el pelirrojo tratando de tranquilizarse, pero no podía, esos ojos… esos ojos negros los había visto antes, estaba seguro ¿Pero donde?

—Oye, Matsuri-chan –llamó Hinata a su amiga, ya que ésta no ponía atención en las clases y en cualquier momento el profesor la regañaría por distraída —. Matsuri-chan ¿Qué te pasa?

—¿Eh? –la castaña miró a su amiga, dándose cuenta de que había estado desatenta toda la clase, mirándolo a él todo el tiempo, ya hasta parecía una de esas locas fan girls —. N-no es nada, Hinata-chan disculpa, sólo me siento un poco mal, me duele la cabeza pero estoy bien –dijo sonriendo, sin darse cuenta de que el pelirrojo había admirado ese hermosa sonrisa desde su asiento.

El profesor Iruka estaba harto, había cierta personita que no le prestaba la más mínima atención pues estaba más concentrado en leer una historieta cómica que en oír sus lecciones de historia. Sin perder un segundo, arrojó una tiza que dio contra la portada del libro de historia de Naruto, ya que debajo de él escondía un manga que lo hacía reír sin poder disimular.

—¡Ah! –exclamó el rubio parándose de su asiento y cayendo hacia atrás por la impresión. El libro de historia –grueso y pesado- le cayó en la cabeza, mientras que el manga fue a parar directo sobre el pupitre del nuevo alumno, el cual lo miró arqueando una ceja.

Era un volumen de Dragon Ball, no tenía idea que a ese chico le gustasen esas cosas, era bastante infantil para su edad.

—¡Naruto, deja de leer revistas y pon atención en la clase! –lo regañó Iruka, mientras que el chico sólo asentía con la cabeza, apenado.

—Sí Iruka-sensei –respondió bajando los hombros, al tiempo que casi toda la clase se reía de él, menos Hinata y el chico nuevo.

Naruto lo observó, se veía bastante raro, era como si siempre estuviera solo, sus ojos mostraban un extraño dolor imposible de descifrar.

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El primer día de clases acababa de terminar y todos salían de la escuela hacia sus casas. Gaara tomó su bolso del pupitre, guardando en él sus cosas, pero cuando se disponía a salir del salón una chica de larga cabellera castaña se le puso enfrente, impidiéndole la salida.

—¿Se te ofrece algo? –preguntó de mala gana. La había visto hace un rato y no le cayó nada bien, no sabía por qué pero veía algo en su mirada que no le terminaba de agradar, no tenía nada que ver con la mirada sincera y dulce que tenía Matsuri —. Espera… ¿Por qué he pensado en ella? –se preguntó confundido.

—Sí, verás, me llamo Sari –le dijo muy sonriente, aunque Gaara seguía sin quitar su ceño fruncido —. Como eres el nuevo alumno y me enteré por ahí de que no conoces la ciudad ¿Te interesaría conocerla conmigo?

—¿Es una especie de cita? –cuestionó arqueando una ceja. La vio asentir con la cabeza y suspiró con resignación; a cada nuevo lugar que iba las chicas se le lanzaban como moscas, estaba cansado de eso. ¿Es que no existía una mujer que se le acercara con buenas intenciones? Decidió simplemente pasarla de largo —. Lo siento pero no estoy interesado –respondió fríamente, dejando a Sari sorprendida.

Nunca un chico la había tratado de esa manera, jamás nadie había rechazado una invitación suya ni mucho menos le había hablado con tanta indiferencia.

Gaara era tan distinto y especial que ya no sólo le atraía, estaba decidida a conquistarlo, le demostraría que él era perfecto para ella y lo iba a enamorar por más que le costase, un chico así no llegaba todos los días.

—Gaara… eres lindo… –susurró con las mejillas sonrojadas, porque lejos de ofenderla, Gaara sólo había logrado que la chica gustase más de él, porque para ella era un reto.

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Matsuri caminaba hacia su casa con su rostro inundado de tristeza. Había decidido no tomar hoy el autobús, porque tenia muchas cosas en que pensar. No podía creer que su querido amigo no se acordara de ella, cuando ella lo recordaba a la perfección. Recordaba sus juegos infantiles, sus sonrisas, era tan hermoso pensar en él… ¿Por qué tenía que hacerle esto?

—Eres un mentiroso… –bajó la mirada, sentía deseos de llorar —. ¿Por qué me mentiste? –se preguntó, con un estado de ánimo aún peor, pues no podía entenderlo, se suponía que eran amigos. ¿Entonces para Gaara no significó nada?

—Hey… –escuchó una voz masculina en su espalda, seguido de eso algo se apoyó sobre su cabeza. Su expresión cambió de tristeza a enojo en un abrir y cerrar de ojos —. Te olvidaste tu cuaderno en clases –dijo esa voz, sonando algo graciosa.

—¿Qué te propones idiota? –Matsuri se volteó, encontrándose de frente con su nuevo vecino, Gaara, quién le miraba divertido por la cara de berrinche que ella tenía. Matsuri estaba tan enojada con él, tan molesta porque no la recordaba, pero era orgullosa y no iba a decírselo, no iba a admitir que estaba sufriendo por su culpa —. Dame eso –dijo arrancándole el cuaderno de las manos al chico, el cual la miró inexpresivamente.

—Al menos dame las gracias.

—No tengo por qué, mejor deberías ir a buscarte a tus fans ¿Dónde las dejaste? –preguntó furiosa, no podía creer que estaba teniendo esa conversación tan ridícula ¿Qué le interesaban a ella las fans de Gaara? Al final, si él no la recordaba entonces ella no haría ningún esfuerzo por que eso sucediera, no merecía el esfuerzo, lo mejor era que olvidara el asunto, como él lo había hecho.

—Oye, eres cruel, ha sido mi primer día de clases y me tratas como a un estropajo, pequeña avellana ¿Acaso estás celosa? –cuestionó, acercándose de sobremanera al rostro de la chica, la cual se sonrojó por completo y se alejó al menos veinte pasos de él.

—E-estás demente ¡Idiota! –después de pegar el grito, la castaña salió corriendo lo más rápido que pudo, pues cuando Gaara se acercó a ella de esa manera se sintió muy extraña, su corazón había comenzado a latir extremadamente rápido, tanto que se volvió algo incómodo.

Gaara por su parte, no se tomó la molestia de seguirla, no sabía ni siquiera por qué hizo esa tontería de acercarse así a ella, nunca había prestado atención a una chica, no le interesaba cuantas de ellas murieran por tenerlo, solamente pensaba en recordar a esa niña a la cual no podía verle el rostro, pero… Matsuri le hacía querer más, era gracioso, pero le gustaba mucho hacerla enojar.

—Niña tonta –susurró sin más, caminando hacia su casa.

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Se encerró en su habitación apenas llegó a casa. Aún tenía acelerados los latidos del corazón y su rostro estaba sonrojado. Nunca había sentido el aliento de un chico tan cerca de su rostro, mucho menos si ese chico era tan guapo como –desgraciadamente- lo era Gaara.

—¿Qué me pasa? –se preguntó, llevándose una mano al corazón. Se acercó al tocador de su cuarto y se miró en el espejo, tenía las mejillas rojas como un tomate, lucía realmente graciosa —. Que patética –se regañó, inflando los cachetes como un pez globo.

—¡Matsuri, ve a la tienda a comprar el pan! –le gritó su mamá desde el primer piso. La chica se alejó del espejo y corrió hacia su armario.

—¡Ya voy mamá, nada más deja que me cambie! –respondió, buscando entre sus cosas algo decente que usar, pues como le decía Sakura; “uno nunca sabe en donde va a conocer al amor de su vida”, así que le haría caso y luciría bien para salir a la tienda, aunque fuese sólo a la esquina.

Al final optó por una falda corta de color celeste, encima de unas calzas tipo pescador en negro. Para la parte de arriba, se puso una camiseta celeste y una sudadera rosada con gorra, la cual dejó caer en su espalda.

—¡Lista! –sonrió satisfecha, mirándose al espejo. Bajó las escaleras alegremente, después de todo ya se le había quitado el mal genio. Fue hacia donde su madre y le pidió el dinero para ir de compras, después de eso salió hacia la calle.

Al estar afuera miró levemente a la casa vecina, pero hizo un desprecio y siguió con su camino, definitivamente no perdería su tiempo sintiéndose mal por alguien como Gaara, lo mejor era que lo dejara pasar e ignorara su presencia en la escuela, eso la haría feliz.

—¡Buenos días! –saludó tan animada como siempre al dueño de la tienda, el cual era amigo de sus padres y siempre la atendía con una enorme sonrisa y gran amabilidad —. Por favor, deme lo mismo de siempre –pidió.

—Enseguida Matsuri-chan –respondió el panadero. En ese momento, mientras él guardaba los panes de Matsuri en la bolsa, otra clienta entró al negocio, se trataba de Temari, la hermana mayor de Gaara.

—Oh, hola otra vez Matsuri –le saludó, haciendo un gesto de mano —. Estuve hablando con mi hermano, me dijo que resultaron ser compañeros de clases.

Matsuri recibió la bolsa del panadero en sus manos, para luego mirar a la joven rubia.

—No quiero ser grosera, pero tu hermano es muy maleducado, Temari-san –después de sus palabras salió de la tienda, nuevamente estaba furiosa ¿Por qué debían recordarle a Gaara? Sin embargo, no se dio cuenta de la sorpresa de Temari al haberla oído, porque pudo notar en su mirada y en su forma de hablar que de verdad tenía razones para decir esas cosas de Gaara, así que apenas fue atendida corrió detrás de Matsuri para preguntarle que había pasado.

—¡Matsuri, espera! –le llamó, algo cansada por haber corrido, así que la castaña se detuvo, mirándole —. Sé que mi hermano es a veces muy maleducado con las personas, pero dime la verdad ¿Hay algo que quieres decirme?

La chica se sorprendió levemente, no esperaba que Temari fuese tan lista como para darse cuenta de lo que escondía, sin embargo, no quería quedarse callada, no sabía por qué pero la curiosidad le mataba y necesitaba que Temari le aclarara la indiferencia de Gaara para con ella.

—Él… –bajó la mirada, sin atreverse a ver a la rubia a la cara —. Él se olvidó de mí…

—¿Eh? –Temari le miró confundida, sin entender lo que quisieron decir sus palabras. ¿Cómo que Gaara se había olvidado de ella?

—Él me lo prometió, por eso yo seguí pensando en él cada día de mi vida, esperando hasta el momento de volver a verlo, de abrazarlo como antes… –ahora sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas, nuevamente sentía esa opresión en su pecho, el dolor sofocante de saber que la persona que ella tanto quería le estaba ignorando —. Pensé que éramos amigos… pero cuando lo volví a ver… ni siquiera recordaba mi nombre… Gaara me olvidó… por eso yo… no puedo perdonarlo…

—¿Podría ser que tú eres…? –la frase de Temari no pudo ser terminada, su sorpresa era demasiado grande. Fue entonces que se acordó de ella, aquella pequeña niña con la que Gaara solía jugar en el parque, a pesar de que los años la habían cambiado su expresión infantil seguía siendo la misma —. ¿Eres esa amiga de Gaara?

Matsuri no respondió, simplemente se dio la vuelta, dispuesta a regresar a su hogar, pero sólo pudo dar dos pasos antes de ser detenida por la rubia.

—Espera, no te vayas, no es lo que piensas –trató de explicarse, no podía dejar que Matsuri pensara que Gaara la había olvidado por gusto, además, si ella estaba así quería decir que de verdad lo apreciaba, tal vez podría ayudarlo a recuperar la memoria —. Gaara no se olvidó de ti porque sí, o porque no le importes.

—¿Entonces? –cuestionó la castaña, quién obviamente no le había creído una sola palabra, simplemente trataba de excusarlo ¿Para qué? Si ya nunca volverían a ser amigos.

—Porque Gaara tuvo un accidente y perdió la memoria, Gaara perdió todos sus recuerdos.

Los ojos de Matsuri se abrieron como platos, mientras una pequeña lágrima se deslizaba por su mejilla, cayendo hasta perderse bajo su cuello. Gaara… ¿Había perdido la memoria? Eso no podía ser verdad, no podía.

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Estaba encerrado en su cuarto como siempre, oyendo la música a todo volumen en los audífonos que llevaba puestos. Se sentía un poco aturdido por lo que había sucedido durante la tarde con Matsuri, porque cuando estuvo cerca de ella una sensación incómoda y a la vez agradable lo invadió.

—Rayos –se quejó, dándose una vuelta sobre la cama a ver si con ello lograba relajarse un poco, pero al cabo de unos minutos sus ojos se fueron cerrando lentamente. La verdad era que no dormía demasiado por las noches, sufría de insomnio, por eso de vez en cuando el sueño le vencía cuando menos se lo esperaba, como ahora.

Al quedarse dormido, se vio en un lugar completamente lleno de neblina, pero parecía estar en un pequeño parque, uno que extrañamente le era muy familiar.

—¡Gaara-kun, espérame! –se oyó la voz de una niña a la distancia, que sonaba muy alegre y divertida, llena de vida. El pelirrojo se volteó para encontrarla, pero sólo vio algo que lo sorprendió.

Era él, cuando era un niño. Corría alegremente por el parque, siendo perseguido por otra persona, pero no lograba verle el rostro puesto que la neblina se lo impedía.

—¿Quién… quién es…? –se preguntaba, desesperado por una respuesta, pero ésta nunca llegaba.

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Matsuri estaba sentada sobre la banca de un pequeño parque cerca de su casa. Después de comer con sus padres había salido a encontrarse allí con Temari, la cual acababa de explicarle claramente cual era el problema de Gaara.

—Y-ya veo… –la castaña bajó la mirada. Se sentía dolida, muy triste, no podía creer que algo así hubiese pasado y que ella hubiera tenido resentimiento contra Gaara por no recordarla, cuando no había sido culpa de él.

—Gaara estuvo realmente mal –relató Temari, bajando la mirada mientras trataba de recordar aquellos momentos tan terribles para toda su familia —. Imagínate, haber estado a punto de morir y luego despertar sin recordar si quera tu propio nombre. Él no nos reconocía, estuvo mucho tiempo tratando de asimilar que éramos su familia y que lo queríamos ayudar… –la chica suspiró, con resignación —. Yo creo que aún ahora nos ve como a extraños, porque ya no sonríe como antes, ya no es el mismo.

—Lo siento mucho… de verdad… –Matsuri dejó escapar una pequeña lágrima, la cual secó con la manga de su chaleco rosado, para mirar a Temari a la cara luego de eso —. Si hay algo que yo pueda hacer… cualquier cosa… yo… yo quiero ayudarlo… lo aprecio mucho.

La rubia le miró por varios segundos, hasta que soltó una pequeña sonrisa de agradecimiento.

—Gaara está muy solo, su único deseo es recordar, pero no importa lo que haga porque nada regresa –miró al cielo por unos momentos, en donde ya comenzaban a aparecer las primeras estrellas, brillando fuertemente. Volvió a mirar a Matsuri —. Por favor, sé que puede ser difícil pero… vuelve a ser su amiga, él necesita a alguien en quien confiar, una persona que lo escuche y que lo ayude a ser el que era, tú lo conociste antes del accidente, estoy segura de que puedes hacer algo por él.

—S-sí yo… yo quiero hacerlo –aseguró Matsuri, asintiendo con la cabeza y poniéndose de pie en forma algo efusiva. Temari le sonrió, pero a los segundos después su expresión cambió por una un poco más seria.

—Pero, no vayas a decirle nada de que tú ya lo conocías, si lo haces Gaara se obsesionará con que le cuentes cosas y lo más probable es que todo vaya peor, así que sólo acércate a él, pero como si lo acabaras de conocer ¿Me explico?

—Sí –la chica volvió a asentir con la cabeza. Temari tenía razón, no sería bueno alarmar a Gaara de esa manera, si quería recuperar su amistad lo mejor era empezar desde cero, acercarse a él despacio y sutilmente tratar de hacerle recordar algunas cosas —. Yo ayudaré a Gaara porque… –bajó la mirada, con un leve sonrojo en sus mejillas —. Es un amigo muy especial para mí, y lo quiero mucho.

La rubia sólo asintió, estaba segura de que la ayuda de Matsuri le haría mucho bien a su hermano, pero sin duda sería más de lo que ella lo había imaginado.

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¿Cual fue su parte favorita y por qué?
¿Podrá Matsuri ayudar a Gaara a recordar?
¿Aceptará Gaara tan fácil la amistad de Matsuri?
¿Sari conseguirá lo que quiere?
¿Podrá Gaara finalmente ver el rostro de la niña de sus sueños?
¿No se ven lindos peleando por cualquier cosa? xD
¿Que pareja les gustaría ver en el fic más seguido a parte del GaaMatsu?

Bueno, me despido por ahora, espero que haya disfrutado la primera parte del cap, muy pronto verán un poquito de otras parejas, que apuesto a que quieren jajaja.

¡Nos leemos!

 

¡Hola!

Perdón por la demora, pero tengo que actualizar muchas cosas y no he tenido tiempo, además este ultimo mes creo que menos tiempo tendré, pero trataré de dar lo mejor posible eso sí.

Muchas gracias por todos sus comentarios, aquí les dejo la conti, espero que la disfruten ^^

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Sari estaba en su habitación, un enorme cuarto completamente decorado de artículos amarillos, pues ese era su color favorito. Los muebles, las paredes, todo tenía algo de ese color, hasta el edredón de su capa.

—Ah… Gaara… –soltó un suspiro ilusionada. Apenas hoy había conocido a ese muchacho, pero ya la traía en las nubes, era la primera vez que alguien le llamaba así la atención. La verdad era que a sus dieciséis años ya había tenido algunos novios, pero ninguno de ellos le había hecho sentir esa atracción extrema que Gaara le provocó son sólo verlo una vez.

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El nuevo día había llegado tan brillante y esplendoroso como siempre, o lo era para Matsuri, quien se levantó más animada que nunca. Al fin había encontrado a su querido amigo Gaara, a pesar de que él no la recordaba, no importaba, mientras pudiera estar junto a él y seguir siendo su amiga eso era lo de menos.

—¡Ya me voy a la escuela mamá! –avisó antes de salir, llevándose una tostada a la boca. Su madre salió a mirarla, dándose cuenta de que nuevamente llevaba mal puesto el uniforme, pero era inútil, esa niña era imposible de corregir.

—Esta Matsuri… –susurró.

La castaña por su parte salió de la casa dando pasitos de felicidad, hasta que se topó afuera justamente con la persona a la que deseaba ver. Él le daba la espalda.

—¡Buenos días, Gaara-kun! –le gritó, haciéndolo dar un salto del susto que le metió. Pero eso no fue todo, hubo algo más, la forma en que le llamó realmente lo había perturbado, así que se volteó rápidamente a ver a esa persona, pero se decepcionó un poco.

—Ah, sólo eres tú, niña distraída –le dijo, restándole importancia a su presencia, mientras una venita se marcaba en la frente de Matsuri.

—Está bien que sea mi adorado amigo, pero aún así es un pesado, y no lo soporto –pensó, apretando los puños y tratando de contener su enojo, el cual disimuló con una alegre y dulce sonrisa —. ¿Cómo has estado, Gaara-kun? ¿Cómo fue tu primer día en la escuela?

Bien, no era buena para acercarse a las personas, era obvio que a Gaara no le agradaba mucho su presencia, pues la cara que ponía al mirarla se lo dejaba más que claro, pero lo que en verdad pasaba era que a Gaara le inquietaba cuando ella le llamaba Gaara-kun.

—Hmp, no te incumbe –dijo fríamente, notando de reojo la expresión de reproche y por lo demás completamente infantil de la joven a su lado, que se cruzó de brazos molesta. Eso le hizo reír levemente, de verdad que su tonta vecina era muy graciosa —. Mas bien dime tú ¿Ya has dejado de ser tan torpe?

—¡Hey! –le reclamó Matsuri ofendida, pero justo cuando iba a decirle algo más, se aparecieron Temari y Kankuro, ambos sonriendo y charlando animadamente, hasta que se toparon con la parejita.

—¿Otra vez juntos? –bromeó Kankuro, al notar que por segundo día consecutivo su hermano se encontraba “hablando” con la vecina —. Veo que se llevan muy bien –sonrió.

—Cállate –fue todo lo que dijo el pelirrojo. Matsuri le miró, le dio una patada al suelo y le sacó la lengua a Gaara, ante la total indiferencia de él y la sonrisa de los dos mayores.

—Yo no tengo por qué llevarme bien con un amargado como este, con su permiso, Temari-san y Kankuro-san, pero me voy a la escuela –dijo con el ceño fruncido, para luego encaminarse hacia su colegio, muy enojada por la actitud de Gaara, pero cuando ya estaba algo retirada, sonrió dulcemente, no sabía por qué, pero le agradaba pelear con él, era una relación totalmente diferente de la que solían llevar —. Es un tonto –susurró, borrando la sonrisa.

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—Oye Gaara, no seas tan pesado con ella –le habló Kankuro a su hermano. Hoy los tres se iban caminando pues su padre no había podido llevarlos en el auto —. Se ve que ella es muy amable y simpática, además de ser bonita.

—Si te gusta tanto díselo –opinó Gaara de lo más desinteresado. Kankuro suspiró.

—Lo haría, pero me parece demasiado pequeña para mí, creo que contigo iría mejor.

—No digas idioteces –refunfuñó el pelirrojo. La verdad era que no podía negarlo, Matsuri era realmente muy bonita, pero no era de su interés involucrarse con ninguna chica, de hecho, no sabía ni qué era de su interés, desde el accidente que nada le llamaba la atención, nada parecía importarle, sólo recordar, sólo eso le movía para seguir vivo, pero no sabía que haría con su vida mientras esto pasaba.

—Uy hermano, ya tienes dieciséis ¿Sabes? Deberías tener una novia o comenzaré a sospechar que tienes gustos raros –Kankuro insistió con el tema, ganando una mirada de odio por parte del pelirrojo.

—Ya déjalo Kankuro –le regañó Temari, la hermana mayor. Temari y Kankuro tenían la misma edad, habían nacido como mellizos, sin embargo, ella era mayor por varios minutos, por tanto tenía más autoridad que el castaño y podía regañarle cuantas veces quisiera.

—Pf, ni que le hubiera dicho algo que no sea cierto.

Kankuro rodó los ojos, esperando alguna contestación por parte de su hermano, pero no sucedió, en ese instante llegaron a la escuela y el chico se había detenido al ver a su torpe vecina hablando animadamente con un chico rubio, que ahora que lo recordaba estaba en su clase.

Se fijó más atentamente en la sonrisa de la joven, alegre, dulce. Era una chica en verdad risueña.

Desvió la mirada al darse cuenta de que la estaba observando demasiado, de que sin haberlo notado estaba perdido en sus gestos tan alegres. ¿Qué era eso?

—¿Qué rayos? –se preguntó, enfadado. ¿Desde cuando se quedaba viendo tan detenidamente a las niñas tontas? —. Hmp –expresó.

Sari, la amiga de Matsuri, se acercó a la castaña, que hablaba de lo más feliz con su compañero Naruto Uzumaki, el chico rubio y escandaloso de la clase, que siempre llamaba la atención por ser el más problemático, como diría su otro compañero; Shikamaru.

—Buenos días Matsuri, hola Uzumaki-san –les saludó Sari, bastante feliz, lo que sorprendió a Matsuri, pues su amiguita siempre era muy amargada, mas hoy parecía radiante, como si algo realmente bueno le hubiese sucedido, pero más tarde preguntaría, tal vez ya se había conseguido un novio.

—Hola Sari-chan –le dijo Matsuri, dándole un abrazo y un beso en la mejilla. Sus otras dos amigas se acercaron juntas, Sakura sonriendo y Hinata escondida detrás de la espalda de la peli rosa.

—Buenos días Matsuri, Naruto y Sari –dijo animada Sakura. Ella siempre sonreía muy radiante, era obvio que con el chico más popular de la escuela como novio, sería así de feliz, en cambio Hinata siempre se veía retraída, así la notó Naruto, y como evitaba verle a toda costa.

—¿Uh? –el rubio se le acercó, pues se le hacía difícil reconocerla estando tan escondida —. Eh ¡Buenos días Hinata! –la saludó tan alegre como siempre, pero al instante en que la chica le vio cerca de ella, su rostro se tornó del color de un tomate y cayó al suelo desmayada, de no haber sido por el rubio, se habría golpeado realmente fuerte —. ¿Hinata? ¿Qué te pasa? –preguntó preocupado, mientras las chicas sólo suspiraban.

Esta escena era tan típica.

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Temari llegó a su salón y se sentó algo distraída. La verdad era que se aburría mucho al no tener con quien conversar, pues todas sus amigas se habían quedado en su anterior ciudad, aquí no conocía a nadie más que a la vecina y ella era menor, por tanto no estaba en su clase.

—Que aburrido –suspiró, mirando por la ventana.

—Tú debes de ser Temari-san ¿No es así? –escuchó una voz femenina. Se volteó y divisó a una chica de piel clara, tenía ojos color caoba y dos graciosos chonguitos ataban su cabello castaño. Ella le sonreía muy amablemente —. Mi nombre es Tenten Ama, es un gusto conocerte.

—No, el gusto es mio –dijo la Sabaku No, sonriendo —. Justo estaba pensando en lo aburrido que es estar aquí sin tener a nadie con quien hablar.

—Te entiendo, a mí me pasó lo mismo cuando llegué a Japón.

—¿Llegaste? –la rubia le miró un poco extrañada, pero de pronto reparó en el nombre completo de la joven, la verdad es que no era muy japonés que digamos —. ¿Acaso no eres de aquí?

—No, mi madre es japonesa, pero yo y mi padre venimos de China –dijo Tenten, confirmando las sospechas de su compañera de clases, la cual entendió bien de donde había salido aquel nombre.

—Bueno, me alegra tener a alguien que me comprenda –Temari volvió a sonreír. Tenten le correspondió y mientras ello sucedía, la rubia observó a un chico entrando al salón, era alto, tenía el cabello negro azabache, recogido en una coleta baja y sus ojos eran profundamente oscuros, pero algo en ellos les hacía parecer como llamas negras que eran capaces de consumirlo todo, como en este momento consumían a la rubia —. ¿Quién es él? No parece ser estudiante.

El recién llegado, carraspeó su garganta para llamar al orden, haciendo que todos se quedasen callados y se sentaran, atentos.

—Buenos días, comenzaremos con la clase –avisó sin más, haciendo que Temari se sorprendiera ¿Él era el profesor? Y además, de matemáticas, no era por nada pero se imaginaba a algún anciano, no a un joven tan guapo.

—Ps, Tenten –le susurró a su compañera de puesto, sin tomarse la molestia de ponerle algún sufijo, generalmente esas cosas no iban con Temari —. ¿Este es el profesor?

—Así es, su nombre es Uchiha Itachi y lleva un año aquí, es el hermano mayor de uno de segundo –le instruyó su nueva amiga, dejándola más que satisfecha con la información obtenida —. Es sin duda uno de los profesores más apuestos ¿No lo crees?

¿Uno de los más? Para Temari era sin duda “el más”, porque no había visto a nadie tan joven y guapo que estuviera dando clases y se preguntaba que edad podría tener. ¿Tal vez veintidós o veintitrés?

—Que guapo es –se dijo mentalmente, aún asombrada.

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Mientras el profesor Kakashi escribía lo de la clase de literatura en la pizarra, Naruto trataba de comunicarle alguna cosa por papelito a su amigo Sasuke, el cual obviamente le ignoraba por todos los medios posibles, pero al voltear a verlo le miró haciendo un extraño gesto que le provocó risa, aunque tuvo que aguantarla antes de armar un escándalo.

—Ps, teme, mira esto, es importante –le murmuró Naruto. Sasuke se rindió, no ganaba nada con ignorarlo pues él insistiría de todos modos hasta captar su atención, así era Naruto.

—Trae acá –le respondió, indicándole que arrojara el mensaje.

Había un alumno de cabello negro, amarrado en una coleta con forma de piña, el cual estaba echado sobre su banco, durmiendo como si se encontrara en su propia casa. A su lado, otro chico, un poco más regordete, tragaba con discreción –para no ser descubierto por el profesor- un paquete de papas fritas.

Matsuri y Sakura atendían a la clase como alumnas ejemplares, mientras que Hinata medio atendía y medio miraba al rubio de sus sueños. Gaara, que estaba sentado al final, miraba también al sensei mientras anotaba todo en su libreta, mas las miradas acosadoras de varias de sus compañeras lo incomodaban, haciendo que su ceño se frunciera.

En una fracción de segundo, Matsuri volteó a verle, sonriendo al notarlo tan concentrado. No sabía si compadecerse de él o admirarlo, por un lado, no era capaz de recordar nada de sus años anteriores antes de tener aquel accidente que lo tuvo al borde de la muerte, pero a pesar de eso era capaz de salir adelante, era inteligente cuando tendría que haber hecho muchísimos esfuerzos para recuperar todo lo aprendido en la primaría. Sí, de verdad tenía que admirarlo, Gaara se estaba esforzando por salir adelante, por eso ella quería ayudarlo.

Sasuke leyó el papel que Naruto le envió, sonriendo arrogantemente al ver el contenido.

“Esta noche en casa de Kiba habrá junta y jugaremos Wii, esta vez te ganaré teme”

El azabache le miró, haciendo una seña que indicaba que aceptaba, a lo que Naruto apretó su puño, como diciendo que estaría listo para ese encuentro.

El profesor acabó de escribir y se volteó para dar una información, justamente cuando el timbre comenzaba a sonar.

—Chicos, no olviden que mañana debemos escoger la directiva del grupo, ya que pronto comenzará el festival deportivo y debemos preparar todo con el consejo estudiantil –les recordó, a lo que todos respondieron con un fuerte y claro “sí”.

—¿Vas a comprar Matsu? –preguntó Sakura a su amiga castaña, la cual negó con la cabeza.

—No, iré al baño –respondió. Sakura miró a Hinata y ésta asintió con la cabeza antes de que su amiga dijera algo.

—Yo iré contigo Sakura-chan.

—Yo también voy –dijo Sari, aún se veía muy animada y eso mataba de la curiosidad a Matsuri, pero ya pronto se enteraría de que cosa tenía tan feliz a su amiga.

—Yo las alcanzo luego –Matsuri terminó de guardar sus cosas en su bolso, sacando el celular, pues siempre lo llevaba consigo a todos lados. Cuando se volteó, pudo ver a Gaara saliendo solo, con las manos en los bolsillos y su inexpresiva cara de siempre. Por un momento su ceño se frunció, pero trató de no prestarle importancia.

—¿Uh? ¿Qué fue, ya acabó la clase? –preguntó el dormilón, que acababa de despertar, frotándose el tabique de la nariz, bastante distraído.
Matsuri le sonrió.

—Así es, Shikamaru-kun, más te vale no dormirte en matemáticas, ya sabes que Uchiha-sensei es muy estricto y se puede molestar –dijo antes de salir. El Nara no le dio la menor importancia a su comentario y volvió a recostarse, quedándose dormido al instante.

Se quedó solo en el salón.

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Después de usar el baño, la castaña se lavó debidamente las manos y se mojó un poco el cabello y el rostro, pues hacía bastante calor. Se llevó algunos mechones de pelo castaño detrás de las orejas y se encaminó hacia la salida. Miró para todos lados, seguramente sus amigas estarían en la cafetería, así que debía buscar el camino más corto para llegar allí y ese era pasando junto a las canchas de baloncesto y tenis. Con una sonrisa, se dispuso a cumplir su cometido, sin embargo oyó un sonido que la distrajo al pasar fuera de la cancha de baloncesto.

—Que raro, a esta hora el club no está practicando –susurró para sí, confundida. Se volteó con curiosidad y lo que vio simplemente la impactó.

No sabía como describir esa sensación. ¿Fascinación tal vez? Pero sin duda su corazón dio un vuelco al ver al chico pelirrojo saltando hacia la canasta para anotar una sensacional clavada.

Los ojos de Matsuri se deslumbraron al verle con una remera sin mangas, de color negro, zapatillas blancas y el mismo pantalón del uniforme. Su cabello rojo estaba húmedo debido al sudor que empapaba gran parte de su cuerpo, dándole un aspecto bastante deseable. Gaara era guapo, claro que sí, pero lo que a Matsuri realmente llamó la atención fue esa pasión que de pronto vio en sus ojos al momento de jugar, la convicción con la que dribleaba el balón y la fuerza que ponía al lanzarlo.

—Es… muy bueno… –murmuró, sin darse cuenta del leve tono carmesí que se apoderaba de sus mejillas.
Gaara lanzó el balón una vez más, pero éste golpeó el aro, haciendo que la bola rodara hasta donde se encontraba de pie la joven, aún sorprendida y en silencio. El pelirrojo corrió a recuperar el balón y fue ahí cuando la vio.

—¿Qué haces ahí parada? –interrogó, volviendo a mostrar su ceño fruncido.

Matsuri recobró por fin la compostura al oír esa voz con un leve atisbo de molestia y burla, por lo que también frunció el ceño.

—¿Tengo que darle explicaciones? Este lugar es público.

—Eso es verdad, pero estabas mirándome muy fijamente –el chico se acercó a través de la reja que les separaba, mirándola con sus penetrantes ojos aguamarina, lo que la hacía estremecer. De pronto, él esbozó una leve sonrisa arrogante —. Ya veo, con que eres una pequeña pervertida.

—¿Q-q…? –el rostro de Matsuri enrojeció completamente al oír el comentario, un poco por rabia y un poco por vergüenza —. ¡Y-yo no soy pervertida!

—¿Ah no? ¿Y entonces por qué me mirabas? –volvió a interrogar divertido, alejándose para recoger el balón —. Sé valiente y acepta que estabas teniendo fantasías eróticas conmigo.

—¡Eso jamás! –le apuntó con el dedo, sin perder ese tono rojizo por todo su rostro —. ¡Aquí el único pervertido eres tú al pensar que yo pensaba eso!

—Ahora yo soy el pervertido, vaya –dijo Gaara mirando al cielo, como si alguien acabara de ofenderle terriblemente y eso le importara un cacahuate. La castaña por su parte sí que se sentía ofendida, ese idiota sabía como sacarla de sus casillas.

—D-de todas formas no te creas tan importante –Matsuri le hizo un desprecio y se cruzó de brazos, se veía bastante chistosa —. Sólo me impresionó como juegas, pero ni creas que tengo tan mal gusto para fijarme en un amargado como tú.

—Ya veo –Gaara pareció reflexionar. Volvió a mirar a Matsuri y entonces le dio la espalda, aún divertido por su berrinche de niña —. Entonces, recuerda lo que has dicho, porque yo tampoco me fijaría nunca en una niña tan tonta y despistada como tú.

—¡Uy! ¡Eres un idiota, Sabaku No Gaara! –exclamó la joven ofendida, para después irse corriendo a donde se suponía que debería estar.

Gaara por su parte siguió practicando aquel deporte que le gustaba bastante, pero esta vez, una sonrisa adornaba sus labios.

¿Por qué esa mocosa lo hacía sentir tan alegre?

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—¿Dónde estará? –se preguntaba Temari revisando todos los pasillos de la escuela. Estaba en busca de su hermano menor, al muy torpe se le había olvidado el cuaderno de historia y por suerte su madre lo había enviado, pero Gaara no se aparecía por ningún lugar.

La rubia se dirigió al tablón de anuncios, aún estaban anotados los salones de los estudiantes, así que de seguro ahí vería cual era el salón de su hermano, porque con lo antisocial que era seguro no habría salido de ahí.

—Por fin –dijo luego de encontrar el salón del chico. Se encaminó, pensando en que de seguro allí lo hallaría, pero al entrar, sólo vio a un chico dormido sobre el banco —. ¿Eh? –arqueó una ceja —. Oye, disculpa… -–le llamó, pero él no le hacía caso alguno y eso la ponía muy temperamental.

Se le acercó, tratando de moverlo, pero nada.

—Cielos, pero que sueño tan pesado tiene –dijo con el ceño fruncido. Nuevamente trató de moverlo, pero no funcionó. Tomó un poco de aire y gritó —. ¡Oye, despierta!

Al instante de oír aquel estridente grito, Shikamaru se levantó asustado, empujando sin querer a la joven rubia que estaba junto a él, pero por suerte lo notó a tiempo y trató de atraparla, cayendo exactamente encima de ella.

—Auch… –se quejó Temari, cerrando los ojos por el dolor que sentía en su cabeza —. Idiota, fíjate.

—¿Qué? ¿Y tú quién eres? –preguntó el chico molesto, había sido despertado en mitad de su siesta por esa chica y encima de todo le insultaba. De pronto, notó que una de sus manos apretaba algo muy blando, mientras que sus piernas estaban entre las dos de la joven; sin duda una posición muy comprometedora.

Temari notó lo mismo que él y se sonrojó por completo.

—¡Pervertido! –le gritó. Después de eso sólo se oyó el sonido de un fuerte golpe que resonó por todo el salón y el rostro de Shikamaru tenía marcada la mano femenina, mientras se sobaba.

—Eres una bestia ¿Por qué me has golpeado? ¿No ves que fue todo tu culpa? –se excusó, pero eso no convenció para nada a la chica, que se sintió acosada por ese mocoso idiota, aunque las cosas no se quedarían así.

—Te golpee por acosador –respondió Temari, arreglándose la blusa del uniforme y aún con su rosto sonrojado. Después de eso buscó el bolso de su hermano, dejó el cuaderno sobre el puesto y se largó, furiosa.

Shikamaru, aún en el suelo, sólo se sobaba la mejilla.

—Que chica más problemática –susurró, le había dado con mucha fuerza y seguro que cuando regresara a casa su padre le molestaría con que una chica le había rechazado —. Pf –bufó.

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—¡Perdonen por la demora! –se excusó Matsuri al llegar donde sus amigas, pero se extrañó un poco al no ver a Sari con ellas —. ¿Y Sari?

—Dijo que iba al baño –le respondió Sakura, que luego de eso siguió comiendo unos dulces que había comprado. Matsuri volteó, confundida.

—Que raro, no la vi de camino hacia acá.

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—¿Dónde podrá estar Gaara? –se preguntaba Sari, quien no pensaba perder el tiempo para ir detrás de su nueva obsesión, Gaara sin duda ya se le había metido en la cabeza y no pensaba renunciar a él hasta tenerlo, hasta que fuera suyo.

Miró por varios lugares de la escuela, pero no había caso, simplemente no daba con él. Se estaba impacientando, cuando sin querer chocó contra el pecho de alguien. Levantó la mirada y observó a un chico castaño, alto y de mirada afilada, estaba casi segura de haberle visto junto a Gaara por la mañana, pero él parecía ser de tercero.

—Disculpa –dijo él, pero ella ni siquiera le prestó atención, no hacía más que mirar a sus costados a ver si el pelirrojo se aparecía mágicamente —. Oye ¿Me estás escuchando?

—No tengo tiempo para ti, estoy muy ocupada –habló groseramente Sari. Una venita se marcó en la frente de Kankuro, que estuvo a punto de responderle alguna cosa mala a la mocosa esa, pero notó como de pronto sus ojos se iluminaban de alegría, al posarlos sobre la despreocupada figura de su hermano menor —. ¡Ahí está, Gaara-sama! –le llamó ella.

Kankuro arqueó una ceja —. ¿Gaara-sama?

—¡Gaara-sama, aquí! –llamó Sari, empujando a Kankuro para sacárselo del camino, lo que ofendió al muchacho, que se sintió despreciado ante su hermano, pero bueno, no era culpa de Gaara, sino de la mocosa desesperada esa, que parecía una tonta al gritar de esa manera —. Gaara-sama, te estaba buscando –le dijo, sonriéndole.

Gaara le miró en forma indiferente.

—¿Quién eres tú? ¿Y por qué conoces mi nombre? –preguntó, extrañado. La chica se quedó petrificada. ¿Es que ya no se acordaba de ella? Por su lado, él sólo la pasó de largo y siguió con su camino, mientras que el hermano mayor reía por lo bajo ante la vergüenza que debió pasar la castaña. Gaara sólo miró a su hermano sin comprender y siguió con su camino como si nada, al tiempo que Sari aún seguía paralizada.

—Pobre de ti, niña, tal parece que a mi hermano Gaara no le interesas –se burló el mayor. Ella le miró enojada.

—¿Gaara-sama es tu hermano? Pues déjame decirte que no se parecen, él es perfecto, en cambio tú… –le miró despreciativamente —. Pareces un salvaje –después de aquello, se fue caminando como si nada, mientras Kankuro apretaba los puños con rabia.

—¡Vuelve acá y repite eso, mocosa engreída!

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Las clases de aquel día transcurrieron sin ningún problema hasta la hora de salida, como siempre, todos se despidieron y se fueron hacia sus casas. Sari iba a tratar de alcanzar a Gaara para hablarle nuevamente, cuando vio algo que la sorprendió.

Fue aproximadamente una cuadra después de salir de la escuela, iba el chico pelirrojo, pero acompañado de ella, su amiga Matsuri.

—¿Estás segura de que no te gusto? –inquirió con sorna el muchacho, a lo que ella le dio un leve golpecito en el brazo en señal de negación.

—Ya te dije hace rato que no, no me hagas repetirlo –respondió Matsuri muy segura de sus palabras, pero a la vez soltando una sonrisa —. Si voy contigo es porque Temari-san y Kankuro-san me pidieron que no te dejara solo porque te puedes perder.

—¿Me crees tan idiota como para ser capaz de perderme? –refunfuñó el pelirrojo, cruzándose de brazos.

—N-no, pero no conoces la ciudad y… a mí no me cuesta nada ir contigo, después de todo iremos al mismo lugar –dijo algo apenada, pero no podía evitar sentirse así, cada vez que estaba cerca de Gaara se aceleraban sus latidos de una forma muy estremecedora.

—Hmp, no te hubieras molestado –dijo Gaara con su característica frialdad, pero ella no le tomó mucha importancia, ya se estaba acostumbrando al mal carácter de su amigo y tarde o temprano lograría que lo cascarrabias se le quitase.

Los dos siguieron caminando en silencio, mientras que Sari les observaba de lejos, molesta por lo que acababa de descubrir.

—Matsuri y él… se llevan muy bien… –susurró, apretando su puño con enfado.

Continuara…

Avance:

Matsuri decide ayudar a Gaara a recordar, aún cuando no pueda decirle nada acerca de su antigua vida, y aunque él aún se muestre escéptico ante la amistad que ella le ofrece. Temari se siente atraída por el profesor de matemáticas, pero a la vez tiene un extraño sentimiento por Shikamaru. Sari se da cuenta de la buena relación que hay entre Gaara y Matsuri y eso le molesta. Hinata tiene un pequeño acercamiento con el chico de sus sueños, y la directiva de la clase es escogida.

Próximo capítulo: Tú y yo, a donde lleguemos


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Bueno, eso ha sido todo por ahora jejeje, espero que les haya gustado.

¿Parte favorita y por qué?
¿Matsuri será realmente una pervertida, o el pervertido es Gaara?
¿Temari habrá sentido algo por su profesor o le gustará el vago?
¿Kankuro y Sari lograrán llevarse bien algún día?
¿Estará naciendo algo entre Gaara y Matsuri?

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Bien, ahora sí me despido, hasta otra ^^

Matta Ne!