No estoy enamorada de él

Mi nombre es Violeta y tengo 15 años. Tengo ya cinco meses de salir con mi novio Greg, al que quiero muchísimo. De lunes a viernes voy a clase. Las clases empiezan, supuestamente, a las siete de la mañana en punto. Siempre, en el salón de clases, me siento en el primer o en el segundo pupitre, de adelante hacia atrás, de la segunda fila más cercana al pizarrón. A veces estoy muy adelante y el aire acondicionado me da directo,y aún con suéter me llego a enfermar. Pero eso no me importa tanto, pues si me siento en ese sitio es por una razón.

En la primera fila, normalmente en el primer o segundo pupitre, rara vez en el tercero, se sienta un chico llamado Julio Israel: Tengo entendido que prefiere que lo llamen Israel, pero a mi me gusta más su primer nombre. Podría decirse que sé un par de cosas sobre él. Me es especialmente llamativo que sepa conducir, automático y manual. De alguna forma me parece común que le gusten grupos musicales de los que no puedo recordar bien el nombre ni sé definir qué tipo de música tocan. Si mal no recuerdo, él toca guitarra, acústica y eléctrica, además de piano y quiere aprender saxofón. Es muy inteligente. Es muy gracioso. Tiende a ser algo pesado o, con todas sus letras, mamón; pero creo que depende mucho de quién lo rodee.

Creo que esos son todos los datos verídicos que podría aportar: No sé nada de su familia, ni su cumpleaños ni muchas cosas que podría decir que sé de mis amigas y amigos. Julio y yo no somos amigos; somos compañeros de clase que nos sentamos en sitios cercanos del salón y de vez en cuando nos reímos de estupideces (que en la mayoría de las veces son dichas por él, por un compañero del que a veces nos burlamos por payaso o por amigos que se sientan cerca de nosotros).

Creo que tal vez sólo a un buen amigo le he contado que hay algo en Julio que simplemente... me... no lo sé. Mencioné desde un principio que tengo a mi novio, Greg, y que lo quiero muchísimo: Sostengo esas palabras. Greg es uno de mis mejores amigos; tiene lo suyo en cuanto a la apariencia, le gustan los videojuegos, tenemos ciertos gustos en común y es... sumamente adorable, risueño, encantador, lo suficientemente inteligente y... Ah, lo adoro, y él me adora, y me hace muy feliz. Lo que sea que sea esto que traigo con Julio no significa nada; si bien podría admitir que fantaseo (no sexualmente, lectores pervertidos) con él como pareja, es imposible que dejara a Greg por Julio... O que en primer lugar Julio me viera de esa forma.

Debo decir, antes de continuar, que estas palabras realmente son estupideces (mayores a las anteriores, he de decir), dichas por supuesto por una completa estúpida.

No puedo ocultar que Julio es una persona que me alegra el día solo con pasar frente a mis ojos. Es más o menos de mi estatura (quiero pensar eso, o que es más alto que yo), de complexión delgada sin exagerar (y es definitivamente más deportista que yo); tiene el cabello algo rizado y oscuro, al igual que sus ojos; su nariz es redondeada, tiene tres pequeños lunares en cada mejilla (jeje, unidos parecen formar un par de triángulos); su tono de piel es un poco difícil de definir... ¿como pan levemente tostado?

Advertí que todo esto eran puras estupideces.

Su sonrisa es increíblemente encantadora y ni hablar de su risa... Y claro, su voz...

Estupideces~ Estúpida~

Todos los días me hace sonreír o reír. A veces hace que sus amigos se callen porque se ponen a cantar canciones de amor un poco viejas, y de pronto a él lo encuentras cantando cantos de iglesia. Otras veces simplemente se pone a callar a otro compañero que normalmente se sienta cerca nuestro. Hay momentos en el que él y otro chico se ponen a hablar de cierto tema realmente irrelevante o que se vuelve irrelevante al momento de mezclarlo con cosas que hemos visto en clase. Y hubo un par de ocasiones en las que decidió agarrar una pluma y varios plumones y hacerme pequeños rayones en la muñeca o en el brazo, y al hacerlo decía "ah", pero de un modo que me parecía increíblemente chistoso.

Un viernes, en la última hora de clases, faltando de hecho pocos minutos para irnos, empecé a llorar en un ataque de estrés mientras pensaba que no aprobaría el examen del lunes. Mis "amigas" del salón generalmente no me preguntan si estoy bien ni tratan de calmarme, pues saben que en parte me molesta y en mayor parte no podrán hacerlo. Sin embargo, Julio me vio llorando.

—¿Estás bien?
—No...
—¿Por qué lloras?
—Por estrés...
—Pero ¿por qué llorar? ¿Para que llorar? Yo no he llorado en... no se, muchos años.

La primer pregunta que me hizo a veces puede ser considerada inútil de hacerse, pero desde el posible hecho de que yo le preocupara ¡eso se iba mucho al carajo! Llamó mi atención que dijera eso de no haber llorado en años así que fue con lo primero que me hizo soltar una pequeña risa en ese momento.

—Yo puedo llorar todos los días. ¡Yo lloro por todo!

Le dije eso y él movió la mirada como buscando algo. Luego señaló debajo de mi banco.

—Hay una botella debajo de tu banco...

Inmediatamente después de decir eso, cubrió su rostro con sus manos e hizo un sonido que pretendía simular llanto. Fue ahí donde empecé a reír como si... no sé. Y así puso más ejemplos tontos de mi expresión de "llorar por todo". De todos modos tardé un poco en tranquilizarme, pero el seguía diciendo algo como...

—¿Para qué llorar? Sonríele a la vida...

Pero no estoy enamorada de él.