Song-fic No es tarde

No es tarde​

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Contenido oculto: Dream on

Golpeó la batería con fuerza, la música que se había estado escuchando de forma melodiosa había pasado a sonar agresiva para luego terminar por ser solo ruido. Él apretó la mandíbula con gran fuerza sin saber que era observado por ella, quien bajo el umbral de la puerta, inclinaba la cabeza en silencio ante el sufrimiento de él. No necesitaba decir nada, la melodía lo decía todo; la que escuchaba llena de odio y tristeza y aquel ruido estrepitoso le caló en lo más profundo de su corazón, de su ser, porque aquellas notas las hizo suyas. A su vez, él gritó con fuerza, dejó de tocar y luego arrojó la baquetas con fuerza contra la pared.

El rubio se asombró de verla allí, por poco la golpeaba y a pesar de que las baquetas pudieron golpearla, ella continuó en su lugar. Él pudo descifrar su mirada y desvió la vista, sus labios dibujaron un mueca de disgusto, se puso de pie.

¿Por qué aún a pesar del tiempo se sentía imponente? No podía hacer nada bien. Era un idiota que perdía todo. Nunca sería un buen baterista. Nunca llegaría a ser igual que él, ni llegaría a ser como lo fue su maestra. Se lamentó por su actitud mediocre. ¿Qué había pasado con aquella fuerte personalidad que demostraba ante los demás? Desaparecía cada vez que estaba solo. Su aparente valentía se esfumaba cuando estaba en medio de la soledad. Pensamientos negativos de que luchaba por algo en vano lo envolvían. Le carcomían la mente pensamientos negativos, que solo lo atormentaban.

Deseaba la soledad pero también le daba miedo.

Vivía en una mentira, en la propia mentira que el mismo se había dicho. ¡Nunca llegaría a ser nadie! No era bueno con la batería, ¿por qué lo querrían ahí, en ese grupo? ¿Por qué todo lo que amaba lo perdía?

Se acercó a paso lento hasta la puerta donde ella, sin decir nada, se apartaba y lo sigue con la mirada hasta que se detiene.

—Soy un fracaso —susurró. No había nada que ocultar, no ante ella porque lo conocía muy bien. Los dos, aunque de diferente manera, fueron cortados por las mismas tijeras.

Su relación era lamentable pues ambos estaban juntos porque se sentían solos. Ella se recargó en él y él simplemente la miró de reojo, observó sus finas facciones.

—Sabes —habló ella—. Nunca se es demasiado tarde.

—¿Para qué? —interrogó él.

—Ya lo sabes. Eres bueno con la batería. No sé porqué lo piensas demasiado, infravalorandote tú mismo, eso es patético.

Él solo pudo dibujar una mueca de disgusto, sin saber si el disgusto era por el comentario que le pareció ofensivo o porque era verdad. Se sentía patético por darle tantas vueltas a algo que era. En primer lugar, comenzó a tocar la batería porque era su forma de desahogarse, de mostrar mediante las notas su estado de humor, pero a la vez, fue la misma música lo que lo llevó a ese estado.

—El pasado se ha ido, ¿cuándo dejaremos de lamentarnos por eso? No es malo soñar. Se debe luchar por el presente para no arrepentirnos en un futuro. No es demasiado tarde para nosotros.

Ella se alejó de él y se acercó a su bajo, lo tomó y comenzó a tocar una canción que conocía muy bien, y los labios de él dibujaron una sonrisa, sin quererlo. Probablemente su relación también era una mentira, pero era la única que lo comprendía, que sabía cómo animarlo y quien continuaba apoyándolo. La persona que lo sacaba de ese hoyo en que él mismo se hundía.

Tal vez no era malo seguir soñando. Quizá lo único que le falta a su vida era eso; continuar soñando y seguir soñando hasta que ese sueño se haga realidad. Seguir soñando y luchando para llegar al final y decir con orgullo que se intentó, en vez de ahogarse en el arrepentimiento.