One-shot de Naruto - No es eterno

Tema en 'Fanfics Terminados de Naruto' iniciado por Minaki Kaeden, 9 Julio 2016.

  1.  
    Minaki Kaeden

    Minaki Kaeden Procastination Queen

    Acuario
    Miembro desde:
    22 Julio 2012
    Mensajes:
    110
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    No es eterno
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1852
    Bueno chicas y chicos, señores y señoras, damas y caballeros. Este escrito fue para una actividad muy bella y muy hermosa llamada "What do you feel?" Estaba como asustada al principio para publicar, pero bah, ya que.

    No es eterno

    Abrió los ojos repentinamente para encontrarse con una especie de “cielo”, si así podía llamarse. Realmente lo que estaba viendo era como una pared gris encima de él, pero que al mismo tiempo no parecía ser un límite tangible. No sabía ni cómo explicarlo. Sus sentidos se encontraban atontados, no se acordaba de nada reciente y no tenía idea de cómo había llegado hasta allí.

    Lentamente trató de levantarse pero estaba mareado, así que decidió quedarse en el suelo al parecer también gris mientras recuperaba su vista y la movilidad fluida de sus extremidades.

    ―Llegas tarde.

    No sabía si había sido producto de su mente o realmente había una masa de cabello rojizo de pie a su lado hablándole. Repitió las palabras que sonaron graves en su mente para ver si lograba descifrar el dueño de la voz. Tardó unos buenos treinta segundos hasta que por fin estuvo lo suficientemente consciente para procesar y articular lo que con esfuerzo había pensado.

    ―¿Sasori?

    ―Te tardas hasta en responder. Qué asco.

    Sí, definitivamente era Sasori, uno de sus compañeros en Akatsuki y amante de las marionetas.
    Le sonó familiar. “Akatsuki”. De nuevo tardó otros treinta segundos antes de realizar una mueca de fuerte disgusto con su rostro. Los malditos alumnos del ninja que había matado Hidan y un Jōnin lo habían derrotado en una pelea, y luego había llegado el chiquillo malcriado jinchuuriki del Kyuubi a ayudarlos. Por último se formó en su mente la imagen de una especie de shuuriken azul y un cabello rubio asomándose detrás del ataque; no acordarse del dolor increíble que sintió unos segundos después era imposible. Luego todo se volvió negro. Sí, ahora que lo veía estaba muerto. ¡Ja! Probablemente en el infierno o algo así.

    ―¿Dónde estamos? ¿Y qué estás haciendo aquí Sasori? ―preguntó mientras se incorporaba un poco. Sus ahora enfocados ojos exploraban la infinidad de gris alrededor de él. Se sentía en la nada, pero al mismo tiempo encerrado en una caja monocromática. No sabía cómo explicarlo bien, nunca había sentido algo así, era como si sus ojos le dijeran una cosa, pero sus demás sentidos otra y su cerebro no podía terminar de captar qué era lo que sucedía.

    ―No eres estúpido. Ya te diste cuenta que estamos muertos; este es un lugar donde esperas para ser juzgado y en nuestro caso, enviados al infierno. Yo tengo que quedarme aquí hasta que todos los Akatsuki lleguen, al parecer debemos ser juzgados juntos, excepto el bastardo de Hidan claro está.

    Se puso de pie por fin al sentirse un poco más repuesto. Todo era del mismo color gris, aún desde la altura en la que estaba. Seguía sintiendo esa opresión por parte de lo que había decidido llamar la “pared de arriba” aunque realmente sabía que no era así.

    ―Supongo que no hay manera de salir de aquí, ¿o sí? ―la pregunta era más él hablándose a sí mismo que otra cosa.

    ―No la hay, pero muévete, te mostraré algo que descubrí.

    Era extraño viniendo de Sasori que le quisiera enseñar algo, cuando estaban vivos no se habían llevado de lo mejor que se pueda decir. Supuso que algo en este lugar lo había cambiado.
    No se había puesto a detallarlo antes, pero mientras caminaba frente a él, pudo observar que los músculos de su espalda estaban tensos y de repente recordó que su rostro cuando le habló no era el usual de aburrimiento, si no una mueca que parecía de asco puro. Lo suyo no era hablar, pero figuró que si iban a estar allí hasta que llegaran los demás, mejor era tener alguien con quien platicar.

    ―Te veo tenso, Sasori. ¿Estás constipado?

    ―Cállate Kakuzu. Odio este lugar, lo repugno. Lo único que haces aquí es esperar, y si hay algo que me dé más asco que las personas que hacen esperar, es el paso inútil del tiempo mismo. No se puede escapar de aquí y no hay nada que hacer porque antes de que tú llegaras estaba solo.

    ―¿Pero no eras tú el que decía que algo solo es bello cuando es eterno? ―seguían caminando y lo único que veía era más y más monotonía. No entendía cómo Sasori sabía dónde estaba yendo.

    El Akatsuki de la Aldea de la Arena detuvo sus pasos durante unos segundos. Kakuzu se preguntó si por fin había logrado descubrir que el bastardo tenía más que la sola emoción que siempre demostraba. No duró mucho, porque entonces siguió caminando y reparó en algo que no había notado antes: el incesante sonido de un tic toc, tic toc, que le recordaba al segundero de un reloj. De repente se sintió desesperado. Le recordó a una de las tantas veces que torturó a alguien para conseguir información acerca de un criminal cuya cabeza valiera una gran suma de dinero, y para bien o para mal, les colocaba un reloj que solo marcaba las doce de la noche y las doce del mediodía, pero el segundero siempre andaba y con ese mismo tic, toc, tic, toc. ¡Ja! Quizá sí se había pasado un poco con algunos de ellos, sobre todo con los menores de edad. La voz grave de Sasori que se elevó luego de algunos minutos interrumpió sus pensamientos.

    ―Ese es el problema. La belleza es eterna, pero esto no es eterno. No dura para siempre. Tengo que esperar a que todos ustedes lleguen, y luego al supuesto “Juicio Final” o como sea que se llame ―sin darse cuenta fue subiendo el volumen voz―. Nada es esto es bello. ¡Es una monotonía constante! ¡Un gris que no hace más que estar allí, como un límite no tangible, y nada cambia! ¡Nunca! ¡Jamás he visto nada más horroroso y asqueroso! ―reparó en el hecho que perdió su compostura un segundo y ladeó un poco su cabeza para observar por el rabillo del ojo a su acompañante que a pesar de su pequeño escándalo no parecía prestarle la debida atención―. ¿Por fin lo oyes? El sonido del reloj.

    ―Sí, lo escucho ―ya se sentía mejor comparado con el insoportable mareo que tenía antes. Por un segundo creyó sentir algo por Sasori que le costó reconocer como admiración, no sabía si estaba en lo correcto o no, porque jamás había sentido algo así. Sin embargo, sí admitía que mantenerse cuerdo en un lugar así no debía ser la tarea más fácil del mundo. El pensamiento se esfumó rápido. De alguna manera debía saber a dónde se dirigían, y no iba a quedarse más callado. También debía calmar a su compañero, no lo toleraría si de repente decide volverse loco. Ya con que hubiese gritado fue suficiente para probar que su estadía allí sí había tenido algún efecto en él.

    ―¿A dónde vamos Sasori? Todo es más de lo mismo.

    ―No sé. No sé cómo siempre llego hasta allí, pero lo hago. Esta vez no será diferente ―la respuesta lo dejó atónito. ¿Realmente esperaba que lo siguiera a un lugar al que no sabía ni cómo llegar? No, tal vez sí lo haría, después de todo no había nada mejor que hacer.

    ―¿Y qué es lo que está allí? ―se sorprendió al darse cuenta que en realidad quería saber qué es lo que estaba por venir. Kakuzu se preguntó qué estaba pasando con ellos y si se estaban comportando de manera tan diferente a lo usual por estar en el supuesto “Purgatorio”.

    Obtuvo silencio como respuesta. Pero no necesitó más. En ese momento delante de ellos se alzaba una pared gris oscuro, pero esta vez era una pared de verdad, visiblemente sólida y de un tono ligeramente diferente a todo lo demás que los rodeaba. De pronto, desde la parte de abajo de ella comenzó a formarse un marco blanco que delimitaba un pequeño cuadrado, como si fuese un cuadro, o una ventana que se fue posicionando más arriba hasta que llegó hasta más o menos la altura de sus ojos. Dudó durante unos segundos. Esta no podía ser la causa por la que Sasori fuese capaz de mantenerse cuerdo en un lugar así. Se abstuvo de preguntar qué era aquello, porque dedujo que la respuesta le llegaría en unos segundos.

    Y efectivamente fue así. Ante ellos pareció terminar de ubicarse ese marco blanco que ahora que lo veía sí era una especie de ventana, pero nada se reflejaba en ella, solo había un gris pálido, casi translúcido que parecía moverse en pequeños remolinos.

    ―No debí haber perdido la compostura así, Kakuzu, digamos que no pasó nada. Es cierto que hay que esperar aquí a que lleguen los demás y no hay nada que podamos hace al respecto. Ya estamos muertos ―el aludido se cuestionó otra vez el nuevo comportamiento de Sasori, pero decidió dejarlo pasar.

    ―De acuerdo, eso ya no importa. Pero ya que estamos en esas me gustaría saber, ¿hay algo que te dé más asco que “el paso inútil de tiempo”? Hasta cuando estábamos vivos lo decías.

    Casi le dieron ganas de reír cuando ante la pregunta Sasori se quedó callado, viendo hacia un espacio ahora aún más deformado dentro del recuadro que poco a poco se transformaba hasta comenzar a parecer algo conocido. El color verde, azul y marrón se sintieron algo extraños a la vista, y se comenzó a preguntar cuánto tiempo realmente había pasado desde que se había despertado. Pero ya que. No iba a lograr nada cuestionándose la existencia ni por qué estaban pasando las cosas. Si quien quiera que fuera la deidad que los puso ahí hasta que llegaran los demás quería que esperaran eso haría, después de todo él sí tenía paciencia, no mucha pero tenía.

    Por fin reconoció algo que parecía ser una tienda de comida en las afueras de un bosque de pinos. No sabía por qué estaban viendo eso, hasta que de repente reconoció dos capas negras con nubes rojas, un cabello rubio y una máscara naranja. Así que esos malditos seguían vivos. ¡Ja! Apostaba uno de sus corazones a que el idiota moriría primero. Casi deseaba que se tropezara con algo por el bailecito ridículo que estaba haciendo y se partiera el cráneo, pero sabía que el muy desgraciado por alguna razón desconocida siempre tenía la suerte de su lado.
    Sasori miró a Deidara observar a su nuevo compañero con decepción y se simpatizó con él por unos segundos. Era hasta sorprendente que de verdad esto era lo que le permitía continuar estando en un lugar así. Se burló de sí mismo diciendo que la pelea con la ninja de cabello rosado y la vieja de La Arena lo había vuelto suave.

    ―Kakuzu, sí hay algo que me da más asco que este lugar.

    ―Lo dudo, tendría que ser horroroso ―una fracción de segundo fue suficiente para entender a qué se refería y el nombre se formó en su mente ―. Ya veo.

    ―Tobi.
     
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    Knight

    Knight Usuario VIP Comentarista Top

    Libra
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    Pluma de
    Escritor
    Todo lo que opino sobre este fic, está en mi crítica del concurso. Y debo decir que no por nada fuiste la ganadora ;) espero seguir viendo tus historias por aquí, Minaki.

    ¡Saludos!
     
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