Long-fic de Inuyasha - Ni contigo ni sin ti [inu&kago]

Tema en 'Inuyasha, Ranma y Rinne' iniciado por aLeTheia_anGeL, 24 Febrero 2013.

  1.  
    aLeTheia_anGeL

    aLeTheia_anGeL Usuario común

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    Ni contigo ni sin ti [inu&kago]
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    Qué hubo! Bueno, he regresado al foro y les traigo una nueva historia que está cien por ciento terminada! Así que por las continuaciones no hay problema que de todas maneras las verán cada cierto tiempo, sin fallas, sin falta, esta vez no será así.

    Por cierto 'Diario de un Narcotraficante' aún está en etapa de creación xD Es decir que no lo he continuado pero sí lo haré, a su debido tiempo, pero lo haré.

    Bueno, lo último que quisiera agregar es esto: Esta historia estaba colgándola en FanFiction pero nadie me comenta, es decir, nadie me dice si les gustó, o si le faltó algo al capítulo, o si no le entendieron muy bien ._. Eso me frustra un poco porque el hecho de que esté terminada una historia no significa que no puedan existir correcciones, por ello me gustaría muchísimo que me comentaran diciéndome si es que les va gustando esta trama o que cosas no les gustan, o si hay algo que no entendieron para explicarles mejor, etc.!

    Muchas gracias de antemano y bueno aquí les dejo el primer capítulo!

    --------------------------------------


    Ni contigo ni Sin ti


    Cap. 1

    Guardó rápidamente los documentos en la computadora y la apagó para poder salir de una vez de su trabajo, caminó de forma apresurada hacia el ascensor para después fijarse en su reloj de mano: eran las nueve de la noche de aquel primer sábado de noviembre, ella le había dicho que saldría tarde sólo para darle la sorpresa de que llegaría antes de lo previsto así que llena de emoción por ser ese día su segundo aniversario de noviazgo y a penas las puertas del elevador se abrieron, salió corriendo sin importarle que traía puestos zapatos de taco número nueve.

    —¡Hasta luego señorita Higurashi! —le saludaba el portero al verla salir del edificio.

    La aludida simplemente alzó la mano y con una gran sonrisa se despedía de aquel señor por esa noche enseñando toda la felicidad que guardaba exclusivamente para ese día ya que era muy probable, según ella, que esta velada sería inolvidable.

    Paró el primer taxi que vio pasar y seguidamente entró para después decirle al conductor hacia donde se dirigía; desde su trabajo hacia el departamento de su novio eran unos treinta minutos en auto particular así que no demoraría mucho en llegar.

    Veía sonriente por la ventana del vehículo las calles alumbradas de Los Ángeles y pensaba en lo feliz que se pondría él al verla llegar tan inesperadamente, así era Kagome: risueña, soñadora y sin duda alguna una romántica por excelencia.

    —Ya llegamos señorita —le avisó el taxista mirándola por el espejo retrovisor.
    —¡Muchas gracias! —respondió enérgicamente ella y dándole la cantidad de dinero exacta por el servicio realizado salió del automóvil.

    Se dirigió hacia la puerta principal de aquel edificio, la empujó e ingresó, mientras corría, sacaba de su cartera el duplicado de la llave del apartamento de su novio y fue de inmediato al ascensor presionando repetidamente aquel botón para que al fin se cerrara y subiera directo al quinto piso, a penas se abrieron de nuevo las puertas del elevador volvió a correr aproximándose rápidamente a la residencia quinientos trece donde vivía él.

    Introdujo la llave, abrió la puerta, ingresó al departamento y lo primero que vio fue tan decepcionante e irritante que ocasionó la desaparición total de aquella sonrisa que la distinguía.

    —Bankotsu… tú… por qué —susurraba la Higurashi escondiendo sus ojos llorosos en su flequillo.
    —Kagome… ¡¿Qué…?! ¡Mierda! —exclamó él de pronto tomando su camisa del suelo y volviéndosela a poner encima de su torso descubierto.

    Se puso de pie y de inmediato fue hacia ella para calmarla y poder “explicarle” las cosas pero lo único que recibió fue una dura cachetada dejándole toda la mejilla izquierda roja y marcada.

    —¡No te me acerques más! ¡Quédate con esa golfa! ¡Me vale madres lo qué hayan llegado hacer en mi ausencia! ¡Me das asco Bankotsu! ¡Nunca más quiero volver a verte!

    Fueron esas las frases que le dijo antes de salir del apartamento dejándolo ahí, de pie, con el rostro volteado a un lado por la bofetada que acababa de darle y con su amante a un lado quien se cubría con las sábanas cremas de su cama preguntándole constantemente si se encontraba bien.

    La chica salió de aquel edificio como sí le hubiesen sacado el alma, aquella sonrisa había sido borrada totalmente, caminaba por pura obligación para poder alejarse de ese lugar lo más rápido que se podía.

    —Al final… sí fue inolvidable —susurraba ella cuando las lágrimas bajaban como cascadas pequeñas por ambas mejillas.

    Nunca jamás volvería a relacionarse sentimentalmente con un hombre”, fue la promesa que Kagome se hizo desde ese momento.



    Dos años después…

    Se encontraba en su oficina escribiendo unas cosas más en su laptop, después de todo su trabajo como gerente de aquel pequeño restaurante café era muy importante para ella y tenía que tener un estricto orden acerca de las facturas, pedidos, proformas y demás documentos que podían ser imprescindibles para el buen funcionamiento del negocio.

    —Nee, ¿Terminaste ya con eso? —le dijo de pronto su amiga asomándose por la puerta y quien además era su mano derecha en la administración del restaurante.
    —Ya casi… espera —contestaba la chica muy concentrada en lo que escribía.

    Ambas habían decidido formar una pequeña empresa hace un año y medio atrás; lo que sucedió en la vida personal de Kagome la obligó a dejar aquel trabajo de secretaria en Los Ángeles donde su ex novio era el administrador así que con la ayuda de su amiga se mudaron al estado de Nevada, a la ciudad de Winchester y formaron aquel café, además no era mala la idea de tener un negocio propio.

    —Cielos Kagome… deja ese aparato por quince minutos mujer —se lo decía a manera de broma, la aludida lo sabía por eso sólo atinó a sonreír de lado.

    La muchacha azabache logró por fin terminar de escribir el último número de la cantidad detallada en la factura, cerró la laptop y seguido ordenó los papeles. Sabía que su amiga detestaba esperar, es por ello que lo hacía apropósito, además tenía un casi presentimiento del por qué de la interrupción a su trabajo, de todas formas su amiga siempre intentaba hacer lo mismo sin éxito alguno por supuesto.

    Se puso de pie y regalándole una diminuta y no tan pronunciada sonrisa ambas salieron de la pequeña oficina para ir a su propio café a tomarse unos capuchinos dobles; tomaron asiento en una mesa al lado de la ventana: el lado favorito de las dos, tenía una vista increíble del parque central.

    —Así que… qué querías decirme Sango —cuestionó la Higurashi mientras bebía un sorbo de su pedido. Sabía lo que vendría a continuación sin embargo quiso escucharlo de todas formas, disfrutaba negarse cada vez que su amiga mencionaba eso.
    —Ayame me pasó el dato de una buena… —obviamente estaba a punto de completar su típica oración cuando Kagome la interrumpió.
    —No iré —respondió tajantemente sin mirarla.
    —¡Pero sí no he dicho nada! —objetó de manera rápida la castaña.
    —Sé muy bien lo que ibas a decir: fiesta y sabes que no iré ¿Por qué siempre intentas persuadirme de algo que no quiero?
    —Como digas… no me dejaste terminar el motivo de la fiesta así que ya no te diré más —intentó sacar un puchero lo suficientemente lamentable para que provocara algún sentimiento de pena en Kagome pero eso no bastaría.

    La Higurashi siguió mirando a través de la ventana: el parque se llenaría esta tarde otra vez, habían muchos niños y algunas personas de edad, “¿Se acercan las vacaciones de verano?” se preguntaba la chica en sus pensamientos.

    Kagome solía ser menos indiferente que ahora pero todo cambió en ella desde la vez que sufrió aquella infidelidad por parte de su ex novio Bankotsu; habían estado juntos por dos años, hasta tenían planes de boda sin embargo todo dio un giro aquella noche cuando la chica regresó temprano del trabajo y fue directo al apartamento de él para darle una sorpresa aunque la pasmada fue ella al ver la situación en la que se encontraban Bankotsu y aquella mujer de la cual nunca supo su nombre, ni lo quería saber.

    Desde esa vez… Kagome ya no fue la misma.

    —Hey Kag ¡¿Amiga?! —gritó de pronto Sango llamando su atención.

    Se había quedado pensando en las vacaciones de verano y que pronto tendrían más clientes que atender, eso era bueno para el negocio pero malo para ellas ya que además de ser las administradoras del lugar también hacían el papel de meseras en algunas ocasiones, aunque contaban con la ayuda de Ayame, de igual forma “les faltaban manos”.

    —¿Eh? Sí Sango ya entendí… a ver, dime de qué trata ésta vez la dichosa fiesta —no estaba ansiosa por escuchar aquella explicación pero no le quedaba de otra en realidad.
    —Es la despedida de soltera de Ayame —se lo dijo sin ninguna pausa.
    —¿Qué?... —susurró la chica mirando fijamente a su amiga.

    ¿Ayame se casa? ¿Con quién? ¿Cómo pasó? ¿Cuándo? ¿Dónde?, éstas y miles de preguntas más se formulaban conjuntamente en los pensamientos de la azabache mientras trataba de recordar, de paso, sí en algún momento se lo habían dicho; quizás no prestó la debida atención cuando se lo mencionaron, solía hacer eso ya que su concentración se enfocaba principalmente en su actual trabajo, sin embargo… nada… no recordaba sí es que se lo habían indicado alguna vez.

    —N…no recuerdo que me lo hayas dicho —confesó abruptamente.
    —Es porque no te lo mencioné Kagome —reveló ella la causa de su sorpresa —No te lo dije porque Ayame y yo sabemos por lo que… pues… —trataba de decírselo lo menos doloroso o frío que pudiera sonar para que no le afectara el recuerdo.
    —¿Por lo de Bankotsu? —dijo la Higurashi sin mayor problema, ese era su pasado y ya lo había enterrado muy bien.

    Sango se limitó a asentir suavemente mientras bebía un sorbo de su capuchino.

    —No te preocupes… y sí ese es el motivo de la fiesta —dejó unos segundos de suspenso antes de añadir —Puede que considere la idea de asistir.

    La castaña no cabía en su asombro, después de treinta y ocho intentos fallidos para poder convencerla de salir, al fin había aceptado a la treinta novena vez; estaba considerando la idea de cambiar el dicho que dice “La tercera es la vencida” ya que con su amiga tuvieron que pasar más veces.

    —¡Ay qué bien Kagome! Se lo diré a Ayame de inmediato —decía feliz la muchacha sacando su celular para enviar rápidamente un mensaje de texto.
    —Espera, antes dime cómo sucedió todo —exigía saber ella, iba a ir a esa despedida de soltera después de todo ¿no? Así que necesitaba los detalles.

    Sango se lo comentó palabra por palabra: Ayame había conocido a un chico, se veían todas las noches en la estación de buses cuando salían de sus trabajos, casualmente tomaban la misma línea para ir a sus casas hasta que una noche de esas el muchacho se animó a hablarle. Desde esa vez fueron conociéndose un poco más, el futuro esposo de Ayame se llamaba Kouga Nagasaki y era un columnista en la revista literaria de Nevada; estuvieron saliendo por un año más o menos para que luego él se decidiera a dar ese siguiente gran paso en la relación de los dos.

    —Vaya, con un año de relación y ya quieren casarse —comentaba Kagome pero pareciere que lo hacía para ella misma —pero Ayame está trabajando con nosotras desde hace nueve meses ¿Por qué no nos contó qué tenía novio?
    —Porque yo le comenté la fobia que le tienes a esas historias de romance —respondió la castaña sin pausarse ni nada.
    —O…oye espera, eso no es cierto —susurraba Kagome un poco avergonzada, de mirada seria y baja.
    —Admítelo —le decía su amiga con una sonrisa triste de lado.

    No había de otra, además ella siempre repetía una frase que, aunque era demasiado “clicheada”, era la única manera de expresarse abiertamente. Dicha frase no se hizo esperar ésta vez.

    —Cómo digas, además es cierto El amor es una porquería —y diciendo esto se limitó a permanecer en silencio y seguir tomando su capuchino.

    Sango simplemente se quedó mirándola de una forma deprimida, no le gustaba para nada que su amiga se expresara siempre así, además por otro lado eso le hizo recordar las seis veces que trataba de conseguir una cita para ella, a ciegas por supuesto y de esas veces Kagome había estropeado cuatro, las dos restantes concordaron ambas en que eran malas elecciones.

    —Ok, entonces voy a tu apartamento esta noche y luego nos vamos a donde Ayame —le decía la castaña a la par que se ponía de pie y cogía su bolso.
    —Será así —le confirmaba la Higurashi mientras la seguía con la mirada.
    —Oh por cierto, la fiesta será en la discoteca de un hotel club en Las Vegas —ya se encontraba en la puerta por lo que al terminar de decir esto salió del café.

    Luego tomó el primer taxi que se detuvo para llevarla a su apartamento; a partir de ahí Kagome dejó de verla para levantarse e ir a su oficina, sin embargo en el momento en que acercaba su mano a la perilla de la puerta se percató de un detalle.

    Dio media vuelta y observó el café por unos instantes.

    —Ayame no vendrá hoy entonces… —dicho esto se fue al mostrador a esperar que los últimos comensales salieran para después cerrar la puerta del café y voltear el cartel indicando que el negocio ya no atendía más por el resto de la tarde.

    Era algo innecesario mantener el café abierto sin Ayame pensaba la azabache, después de todo Sango no estaba y ella sola no podría atender a todos los clientes de manera eficiente por lo tanto se convenció a si misma que era la mejor opción.

    Esta vez sí entro a su oficina, revisaría los últimos detalles de las facturas en lo que quedaba de tiempo.

    ::::::::::::::

    Se escuchó el sonido del timbre de su apartamento.

    —¡Voy! —se le pudo oír a la chica mientras iba a atender la puerta.

    Obviamente sabia de quien se trataba así que no hubo sorpresa al verla después de abrirle.

    —¿Lista? —preguntó la castaña a su vez que entraba moviendo su cartera de lado a lado.
    —Ya casi, sólo tenía que ver que bolso llevaré —le decía mientras regresaba a lo que estaba haciendo.

    Sango se acomodó en el sofá y cruzando una pierna por encima de la otra de manera femenina terminó por soltar un profundo suspiro.

    —¿Pasa algo? —cuestionaba su amiga sin mirarla.
    —Espero que no te vayas temprano de la fiesta —dijo la chica de manera tranquila sin embargo eso le sonó a Kagome más como una advertencia.

    La aludida giró su rostro para encararla pero se limitó a virarle los ojos luego, no tenía ánimos de empezar un debate del por qué no debería hacerlo y esas cosas, sabía que al final perdería así que se ahorró el gastar palabras en vano.

    —¿Nos vamos? —sabía que el tono en pregunta era en realidad una afirmación así que se puso de pie y rápidamente salieron del apartamento echándole dos vueltas de seguro a la puerta por si las dudas.

    Tomaron un taxi a penas salieron del edificio, resultaba muy cómodo vivir en la ciudad ya que no tenías porque caminar mucho para encontrar lo que buscabas. Dentro del auto Sango le dio la dirección exacta del local al taxista y éste arrancó enseguida para cumplir el servicio de llevarlas, luego de unos minutos en silencio decidió conversar con la Higurashi comentándole diminutos detalles de la despedida y esas cosas.

    Se le hizo raro cuando le mencionó que sí en algún momento llegase a hablar con el joven Nagasaki, que ni se le ocurra comentarle sobre esta despedida de soltera a su prometida. A todo esto lo único que ella respondió fue corto y sencillo.

    —No me meto en problemas de casorio —dijo cortante la azabache sin voltear a mirarla.

    ¡En serio necesita un novio!, se quejaba mentalmente Sango y es que la actitud fría e indiferente de la Kagome actual era un verdadero manojo de desesperación, además de eso maldijo a Bankotsu por lo bajo, sí él no hubiera aparecido en la vida de su amiga ella no sería la persona cortante que es ahora.

    A los pocos minutos llegaron a su lugar de destino, bajaron por el lado derecho del auto tranquilamente y acto seguido Sango se encargó de pagar lo que correspondía mientras que Kagome veía el enorme letrero intermitente de luces doradas y rojas, el cual tenía por escrito el nombre “Las Vegas Country Club”, muy grande y llamativo a esas horas de la noche, además de que la infraestructura del lugar con sus altos y alumbrados edificios era impresionante.

    De pronto sintió una mano cálida en su hombro, giró a verla y observó la sonrisa misteriosa en el rostro de su amiga, de inmediato supo que algo no andaba bien.

    —Su…sucede algo ¿verdad? —le decía esto con un severo tic en la ceja izquierda.
    —Oh no, no pasa nada, vamos entremos de una vez —y diciendo esto la sostuvo por el brazo llevándosela y adentrándola a ese lugar hasta ahora desconocido para ella.

    Kagome se repetía mentalmente la frase "Todo va estar bien", sin embargo también se preguntaba sí hizo bien en aceptar venir a este lugar. De todos modos ya nada podía hacer, estaba completamente segura que Sango no la dejaría irse aunque le rogara.
     
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    Cami Chan

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    ¡Hola!
    Me gustó mucho el inicio. Da pie para lo que parece que será una buena historia y me ha dejado con ganas de seguir leyendo. Me ha gustado mucho la introducción a los diversos personajes, ya sea directa o indirectamente. Sango, siempre la amiga leal; Ayame y Kouga juntos... Todo se ve prometedor.
    No noté errores ortográficos y tienes una muy buena forma de redactar. Fue un relato fluido y que conectó bien una idea con otra.
    En fin, me encantó. Avisame si pones continuación, la leeré gustosa.
     
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  3.  
    aLeTheia_anGeL

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    Oh gracias por pasarse a leer! Y Cami chan, muchas gracias por comentar, me anima mucho que alguien me diga que lo que estoy escribiendo se entiende y es entretenido :)

    Espero no estar exagerando la parte 'renegona' de Kagome con respecto al tema pero es necesario para que las cosas se vayan desarrollando xD

    En fin! Aquí les dejo el segundo capítulo, espero les agrade!

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    Cap. 2

    Tuvieron que pasar por varios ambientes del hotel hasta llegar al bar discoteca donde sería la ansiada despedida de soltera. Al entrar se dio con la sorpresa de inmediato que debía bajar unas escaleras, al parecer el lugar donde estaban las mesas y la barra del bar era como un sótano y que además tenían luces de fondo algo rojizas para darle un tema misterioso al local.

    La chica no entendía qué rayos estaba haciendo en un lugar como ese sin embargo cuando intentó zafarse del agarre de su amiga, ésta la miro fijamente como si le estuviera dando una advertencia.

    —A penas llegas y ¡¿Ya quieres irte?! —definitivamente sonaba a reclamo.
    —No es eso sino que… —trataba de explicarle las cosas pero cuando estaba a punto de hacerlo alguien familiar las interrumpió.
    —¡Chicas! Gracias por venir —de esa forma las saludó cordialmente la muchacha pelirroja con una gran sonrisa.

    No tenía por qué huir, después de todo sí no quería venir desde un principio debió negarse y no lo hizo así que se resignó y trató de llevar las cosas tranquilamente.

    Ayame las presentó a todas las chicas que al parecer habían llegado desde hacía un buen rato, tenían una mesa grande reservada sólo para el grupo de ellas por lo que tomaron asiento junto a esas muchachas. Sango se integró rápidamente al círculo social por el contrario, a Kagome no se le veía interesada en intentarlo si quiera; no era que no podía entablar una conversación con otras personas sino que simplemente no le atañía hacerlo, había ido a esa despedida sólo por sus dos amigas, no para conocer más gente según su lógica interna.

    Sentada al final del mueble miraba a todos lados menos al grupo de chicas.

    —Sí que he cambiado ¿eh? —susurraba para ella sola además con la bulla del local no se escuchaba para nada.

    No era que no le gustaran las fiestas pero la verdad era que prefería reuniones tranquilas sin la necesidad de ir a lugares donde te dejaran sorda en menos de una hora, empezó a aburrirse fácilmente y a simple vista pareciere que era una antisocial de primera aunque ella en el fondo sabía que no era cierto.

    —¿Qué hay con esa chica? ¿Acaso se cree demasiado como para no hablarnos?
    —Déjala Azusa, seguramente es una de esas chicas ricas.

    No supo cómo pasó pero pudo escuchar a la perfección aquella pequeña conversación de esas dos muchachas que estaban sentadas a su lado izquierdo. Agradeció infinitamente a los dioses de haberlas oído, así tuvo la excusa perfecta para ponerse de pie y fingir que iría al tocador por unos momentos, aprovecharía esos instantes para luego retirarse del local sin que Sango ni Ayame pudieran evitarlo.

    La pista de baile se había llenado de pronto así que tuvo que salir esquivando a la gente y pidiendo disculpas a cada momento por interrumpir sus movimientos.

    —Toma ahora los llevas tú —decía un chico de coleta cediéndole los dos tragos a su amigo.
    —¡¿Eh?! ¡¿Y por qué yo?! —se quejó de pronto el aludido cogiendo los dos vasos a la fuerza.
    —Porque fuiste tú el que decidió venir por tragos y ahora la pista está llena así que nos llevas de regreso a nuestros lugares —explicaba detalladamente con una sonrisa de lado.
    —Maldición, ésta me la pagas Miroku —le dijo a su amigo con una mueca de fastidio en el rostro.

    Y de esa forma se adentraron también en la pista de baile esquivando a la gente y de igual forma pidiendo disculpas por la interrupción a sus movimientos.

    Kagome ya estaba casi para llegar a las escaleras y salir del local pero justo en ese momento un chico retrocedió empujándola hacia atrás, la Higurashi sintió que iba a caerse por lo que también retrocedió causando que la persona que iba en su detrás se tropezara con ella. De pronto sintió algo húmedo regarse por sus hombros, volteó inmediatamente a verse con una expresión de asombro y fastidio.

    —¡Ay no! —se quejaba abiertamente aunque la bulla impedía que se le escuchara bien.
    —¡Ah diablos! —Se quejó de igual forma el chico dándole inmediatamente una mirada de fastidio a la provocadora del desastre —¡¿Por qué no te fijas por dónde vas?!

    Lo gritó demasiado fuerte como para que ella pudiera oírlo con claridad y funcionó, ya que sí lo escuchó; lo miró fijamente de una manera asesina y le respondió en el mismo tonito.

    —¡¿Fijarme por dónde voy?! ¡Esto es una discoteca no la plaza del parque! —se le notaba furiosa en verdad.
    —¡N…No tienes por qué ponerte así! ¡Renegona! —había bajado el nivel para refutarle puesto que le había dado un poco temor aquella mujer.
    —¡Troglodita! —le devolvió el apodo y en realidad se podía notar el choque de miradas eléctricas que los unía.

    Miroku, quien había presenciado todo, nunca había visto a su amigo pelear así con una chica, mayormente se quedaba callado y las ignoraba pero esta vez supuso que se había querido descargar de cierta forma con alguien.

    —¡Hey Inuyasha! ¡Vamos, no te pongas así! —tuvo que alzar un poco la voz para que pudiera oírlo, luego lo sujetó del brazo y lo jaló hacia un lado para llevárselo.

    Kagome no quería más problemas y en vez de reclamarle que se fueran sin una disculpa por haberla ensuciado se limitó a dar media vuelta e irse de manera obligatoria al tocador.

    Rápidamente fue a mirarse al espejo y se vio los hombros sucios así que se dio vuelta y se vio todo su cabello manchado con el líquido pegajoso del licor además de tener toda la espalda sucia y mojada; maldijo por lo bajo al tipo ese de cabello extrañamente plateado y los ojos raramente ambarinos.

    —¿Cómo era que se llamaba? ¿Inuacha? ¿Inuyushua? ¡Ahg! —y diciendo esto apretó los puños y alzó los brazos como haciendo un mini berrinche, además aprovechó que no había nadie más que ella en el tocador… hasta ahora.
    —Es Inuyasha… —escuchó la voz de aquel joven entrando despreocupadamente a los servicios.

    La chica se alarmó como si hubiera visto al mismo fantasma de Canterville ingresar por aquella puerta por lo que su reclamo no se hizo esperar ni un segundo.

    —¡Oye tú! ¡¿Quién te crees que eres para entrar así al baño de chicas?! —decía la Higurashi muy confiada y segura.

    Sin embargo, lo único que escuchó del joven fue una sonora risotada que la confundió aún más de lo que ya estaba.

    —¿Baño de chicas? Esta es tu primera vez aquí ¿Cierto? —Volvió a reírse un poco más antes de añadir —Este es un baño mixto, tonta.

    Por alguna razón disfrutó ganarle esa discusión y ver su rostro descompuesto al enterarse de la realidad, se limitó a sonreírle arrogantemente y arquear una ceja.

    ¡¿A qué lugar he ido a parar gracias a Sango y Ayame?!” pensaba ella aún incrédula por lo que ese chico le acababa de decir, volteó sin decir más totalmente sonrojada por la vergüenza y se apoyó en uno de los lavabos mirando el agua que corría por el caño descompuesto.

    Inuyasha la miró de reojo antes de entrar a uno de los compartimientos para poder sacarse la camisa fuera del pantalón; al salir la chica seguía ahí pero esta vez se mojaba repetidamente el cabello tratando de eliminar aunque fuese un poco, la melosidad del licor.

    Él la siguió mirando de reojo y antes de salir decidió cambiar un poco su forma de ser.

    —Lo siento… —dijo en un casi susurro antes de abrir la puerta.

    La aludida giró a verlo y al no poder oírlo con claridad le cuestionó.

    —¿Qué dijiste? —no tenía la intención de fastidiarlo simplemente no lo escuchó.
    —¡Dije que lo siento! ¡Rayos! Sí que eres desesperante —y como era su costumbre respondió de mala gana.
    —¡¿Desesperante?! ¡Eres tú el que me causó esto! —le refutó con el mismo tono de voz.
    —¡Ya te dije que lo sentía! —le replicó él acercándose a ella.
    —¡Pues sí ibas a responder así entonces no hubieras dicho nada! —alzó la cabeza para encararlo haciendo notar la diferencia de tallas entre los dos.

    Ambos se quedaron viendo de la misma manera como estaban hace un rato en la pista de baile, definitivamente se odiaban a muerte sin embargo fue él quien rompió el chocante puente eléctrico de miradas para observar a un lado de manera seria.

    —Si quieres, puedo invitarte un trago en forma de disculpa —dijo Inuyasha aunque más bien lo susurró pausadamente ya que le costaba mucho ser así de amable.

    Kagome suavizó su mirada y arqueó una ceja, supuso que ya se le había hecho costumbre su grotesca manera de ser para que de un momento a otro cambie así, se le hizo muy raro.

    De pronto recordó lo de Bankotsu y el juramento que se hizo a sí misma aquella vez: sí aceptaba estaría volviendo a relacionarse con un hombre, que encima ni conocía, por ello mismo agachó la cabeza ocultando su mirada en su flequillo y de manera seria se alejó de él volviendo a mojarse el cabello.

    —No gracias sin embargo acepto tus disculpas —fue lo único que le respondió, de manera cortante y fría. Esa era su manera de “ahuyentarlos”.

    Inuyasha arqueó una ceja y se quedó viéndola confundido, su comportamiento había cambiado repentinamente. En otros casos la hubiera ignorado, se hubiera retirado sin darle mayor importancia y se habría olvidado de que alguna vez cruzó palabra con aquella chica, pero tuvo esa extraña necesidad de saber el por qué, ¿Por qué se comporta tan distante y fría de un momento a otro? ¿Por qué lo trata así?

    No se le ocurrió mejor cosa que ponerle una mano de manera suave en su hombro, sin importarle que estuviera mojado o no, simplemente lo hizo.

    Kagome lo apartó muy rápido y se hizo hacia atrás mirándolo algo molesta.

    —¿Por qué me tocas? —replicó ella fastidiada.
    —Lo lamento, es sólo que… —no supo cómo explicarlo pero sintió una gran incomodidad en su interior cuando ella lo retiró tan bruscamente.
    —Ya te disculpe ahora déjame —y diciendo esto pasó por su lado en dirección a salir del tocador.

    Sin poderlo evitar se dejó guiar por sus instintos, como solía hacerlo la mayor parte del tiempo, así que sin pensarlo dos veces la tomó de forma delicada y a su vez resistente de la muñeca antes de que ella saliera definitivamente de los servicios.

    —¡¿Qué haces?! ¡Suéltame! —y para ser sinceros ella empezaba a asustarse.

    Pudo notar su temor en sus ojos a pesar de que fruncía el ceño y daba la impresión que estaba más molesta que antes, decidió entonces soltarla para evitar más problemas.

    —Bien, disculpa no era mi intención asustarte y mucho menos que malinterpretaras lo que hice, sólo quería convencerte a tomar un trago conmigo, ni que eso te comprometiera demasiado —decía el joven ambarino para luego meter sus manos a los bolsillos de su pantalón y retirarse del lugar al fin.

    Kagome se quedó mirando el piso, meditando sobre aquellas palabras, ¿cómo un chico que a penas y conocía podía haber influido de esa forma en su manera de pensar? Debatía con ella misma sí estaría bien romper la promesa que se hizo mientras que él ya se encontraba nuevamente con su amigo sentado en la barra del bar, aunque a decir verdad estaba solo porque Miroku ya se encontraba ligando a una muchacha mientras compartía una bebida con ella.

    Se dio vuelta en la silla que por suerte era giratoria y le dio la espalda a la pista de baile para poder apoyar sus codos en la barra, a su vez descansaba su cara en su mano izquierda mientras que con la otra mano tomaba su celular y se fijaba por si había alguna llamada perdida.

    —Maldición… ni si quiera supe su nombre —habló para él mismo sin fijarse en el tono de voz usado y además la última escena que vivió en los servicios con esa chica no se le iba de la mente por nada del mundo.

    Decidió ya no darle más importancia y a pesar de estar en una discoteca empezó a jugar tetris en su celular.

    —Mi nombre es Kagome… —mencionó ella a los pocos segundos que él había emitido aquella queja.

    ¡Imposible! Pensó él y de inmediato se giró para darse con la sorpresa que efectivamente era la misma chica que había ensuciado antes.

    —¿Qué… pasa? —preguntó lentamente como si aún no se bancara que ella estaba parada frente a él.
    —Nada —respondió para luego sentarse a su lado apoyando sus manos en la barra, seguido añadió —Simplemente que escuché lo que decías y quise decirte mi nombre.

    ¿Por qué estoy haciendo esto?” pensó ella mientras trataba de ocultar su nerviosismo moviendo constantemente sus dedos entrelazados hasta que decidió que con haberle dicho eso ya era bastante y como le resultaba un poco incómodo quedarse sentada a su lado quiso levantarse otra vez e irse sin embargo aquella misma mano cálida que la cogió antes la volvió a sostener delicadamente impidiendo que se vaya.

    —¿De nuevo te vas así sin decir más? —esa fue la primera vez que le hablaba de esa manera tan amigable.

    Al parecer aquel gesto la sorprendió y sin querer la ruborizó.

    —Suéltame… —dijo ella ocultando su mirada en su flequillo pero esta vez no se zafó de forma brusca, es más ni siquiera se movió.

    Inuyasha la soltó lentamente con la seguridad de que no se iría y así fue, la muchacha se quedó sentada a su costado sin mirarle además aún se podía notar lo nerviosa que estaba por lo que sin obligarla a nada pidió un trago sencillo y muy bajo de alcohol para poder invitarle.

    El barman colocó el pequeño vaso delante de ella sin embargo Kagome ni siquiera se dio cuenta de ello por estar demasiado ocupada pensando si debería irse ya mismo o quedarse, le resultaba tan difícil poder charlar en tranquilidad con un hombre; simplemente había generalizado el odio que sentía por Bankotsu hacia todos por igual y con eso no se podía vivir, pero, no iba a contarle sus cosas privadas a un extraño.

    —Así que Kagome, ¿viniste sola? —preguntó el chico ambarino sin mirarla y dedicándose a beber por sorbos el vaso de whisky.

    Debería irme, no sé por qué…” cavilaba ella pero sus pensamientos fueron interrumpidos de repente cuando sintió un estrujón por detrás.

    —¡Al fin te encuentro hija! —Le decía su amiga sonriente hasta que se percató que acababa de mojarse por abrazarla —¡Ah Kagome! ¡¿Por qué estás toda sucia?!

    Sango la había estado buscando hace un buen rato por todo el lugar hasta que por fin pudo hallarla cuando fue a la barra para pedirse una cerveza.

    —¿Qué haces aquí tú sola y encima en esas condiciones? —era lógico que la castaña pensara eso aunque se iba a sorprender.
    —Eh lo siento fue mi culpa, yo la ensucié —se metió en la conversación el joven sin percatarse del efecto en sus palabras.
    —Sango n…no es… ¡No pienses nada! ¡¿Ok?! —se apresuró en aclarar la Higurashi al ver la cara de su amiga descompuesta por la alegría.

    Ishikawa soltó una sonora risotada sin poderse creer que su mejor amiga haya estado conversando de lo más normal con un chico, vaya saber que Dios hacía milagros hasta los sábados por la noche. Tuvo que apoyarse en la barra para no caerse al suelo y seguir riendo mientras pensaba qué técnica o qué lógica usó ese hombre para lograr si quiera charlar con Kagome; definitivamente tuvo que ser algo armado por meses porque una cosa así era de alabar.

    —¿Qué le pasa a tu amiga? —consultó Inuyasha quien, a decir verdad, lucía confundido por la actitud de la castaña.
    —Así es ella… lamentablemente —contestó la Higurashi viendo a su amiga con un severo tic en su ceja izquierda.

    Sango se percató que estaba llamando demasiado la atención por lo que decidió controlarse un poco: dejó de reír paulatinamente para luego arreglarse el cabello, seguido afinó su garganta y se puso en medio de ambos con las manos en su cintura, los observó por un largo momento, incómodo para esos dos, hasta que por fin decidió dejarlos solos. Kagome volteó sólo para ver como su amiga se retiraba y le guiñaba el ojo prácticamente deseándole suerte en su mirada; como detestaba que ella hiciera eso pero era algo que ya no podía evitar.

    De nuevo volteó para mirar el vaso que le habían servido antes y sin pensárselo dos veces se lo bebió de un solo sorbo a causa de los nervios que la invadían totalmente. En ese momento decidió acabar con la poca cordura que le quedaba, gracias a Sango se había dado cuenta de lo torpe que era y fue por mucho tiempo atrás; que ella haya reaccionado así sólo quería decir una cosa: Kagome Higurashi era una bruja que espanta a todos los hombres con su feo carácter y que era casi imposible que si quiera un chico se le acercara para conversar.

    Aquello la deprimió mucho pero en el fondo sabía que se lo había ganado; pronto pidió un trago más y otro más, así de forma sucesiva hasta que llegó el momento en que decidió cambiar el sabor.

    —O…oye ¿no crees que ya bebiste lo suficiente? —le decía con algo de temor a como reaccionara.
    —No, como crees ¡Barman! ¡Dame uno doblemente fuerte! —gritó la chica algo mareada por el efecto del alcohol anterior.

    El chico dudaba en tomar, se había preocupado un poco por la salud de esa mujer, sí seguía bebiendo de esa forma y la dejaba sola algún patán podría aprovecharse de su condición y sabe Dios qué le podrían hacer.

    —¡Inuyasha! ¡Inuyasha! —escuchó de pronto su nombre siendo mencionado por esa vocecita.

    Volteó a su lado derecho para fijarse qué podría haber pasado para que lo llame de ese modo tan hiperactivo, en ese momento Miroku lo tomaba por los hombros y zarandeándolo sólo un poco exclamó.

    —Conseguí que una bellísima chica aceptara ir conmigo a un pequeño viaje de placer, ya sabes a lo que me refiero, nos vemos luego ¡Adiós! —le avisaba él muy emocionado con una sonrisa para después retirarse rápidamente.

    Sí, en efecto, sabía que su amigo fue esa noche a la discoteca para buscarse a una mujer con quien pueda hacer sus famosas jugadas de siempre: la ligaba un rato, le invitaba un par de tragos y al final le proponía salir de viajecito ‘romántico’ a un lugar cercano donde podía fácilmente tener relaciones con ella y luego olvidarla como solía hacer con todas las féminas que pasaban por su cama. A él le causaba fastidio tener un amigo tan mujeriego pero también le incomodaba el hecho de sentirse el aguafiestas en todo momento, es decir, tenía a una hermosa joven a su lado en ese instante ¿Por qué no intentar hacer lo de Miroku al menos por una noche?

    —¿Por qué me preocupa tanto? Sólo será una vez —se susurraba él mismo mirándola de reojo, Kagome ya había empezado a sonrojarse por la bebida —Bah!! Al diablo con todo.

    Y diciendo esto le gritó al cantinero que le sirviera uno con el triple de alcohol que le estaba dando a la Higurashi, y así fue como el señor acató el mandado dándole un trago sumamente fuerte que bastó unos diez pedidos más para que Inuyasha se pusiera ebrio.

    Así ambos muchachos se emborracharon juntos ya que era la única forma en que podían conversar amenamente y de paso reírse un poco. El muchacho le pasó un brazo por los hombros a ella, la chica cogió su mano y se apegó más a él mientras no dejaban de reír y de esa manera se pusieron de pie no sin antes el barman les pidió de forma comprensiva cancelar las bebidas; afortunadamente Inuyasha pudo entender, sacó muy torpe su billetera, puso unos dólares en la mesa sin percatarse de la cantidad y mucho menos pedir el cambio.

    Casi tambaleándose y caminando torpemente de manera graciosa se fueron por ahí sin darse cuenta de lo que hacían; el hotel era demasiado grande y además estaba conectado por pasillos con otras secciones de diferentes tipos.

    —Tú eres… despreciable Inuyasha —le decía la chica mientras sonreía tontamente.
    —Lo sé tonta y tú… eres muy renegona —le contestaba el muchacho igual de lerdo.

    Y de esa forma, sin darse cuenta entraron por una puerta adornada con un arco floral aunque estaban demasiado ebrios para percatarse de ese detalle.


    A la mañana siguiente…

    Abría sus ojos lentamente pero casi de inmediato los tuvo que volver a cerrar por obligación a causa del repentino dolor en su cabeza. Deslizó de forma paulatina su mano izquierda por las sábanas hacia su frente y de esa manera intentó levantarse hasta que logró por fin sentarse en la cama.

    ¿Una cama? ¿Qué… qué pasó?” pensaba ella mientras que seguía sobándose la cabeza tratando de acordarse sobre algún indicio. Miró a todos lados y se dio cuenta que se encontraba en una habitación, no era su apartamento así que descartó la idea de que Sango y ella regresaron juntas de la fiesta; pero en ese momento, al mirar hacia el otro lado pudo ver que había una persona echada boca abajo en la cama junto a ella.

    Abrió enormemente los ojos, no sabía si asustarse o gritar por ayuda; estaba a punto de hacer lo segundo cuando de pronto pudo reconocer aquella cabellera plateada y por alguna extraña razón logró tranquilizarse un poco, al menos era Inuyasha quien estaba ahí y no otro hombre.

    ¡¿Hombre?!” pensó enérgicamente la chica y sin meditarlo más se revisó así misma; respiró aliviada al ver que aún traía la ropa puesta, solamente se había quitado los zapatos. Tuvo un poco de curiosidad y con su mano izquierda levantó las sábanas y se dio con la sorpresa que él también estaba vestido aunque traía la espalda descubierta lo que indicaba que se había quitado la camisa nada más; supuso que de lo ebrios que se encontraban los dos lo único que habían querido era descansar sin sentirse apretados ni nada por el estilo.

    De momento, algo llamó por completo su atención, frunció el ceño y se observó detenidamente su mano izquierda; la acercó hacia ella y con cierto temor hizo un gesto que desencajó su estabilidad emocional, así que sin poderlo evitar emitió un grito no tan fuerte pero aún así lo suficientemente sonoro para que el pobre de Inuyasha se despertara de una sola vez.

    —¡¿Pero qué significa esto?! —exclamó la Higurashi exigiendo una rápida explicación.
    —¡¿Qué?! ¡¿Qué paso?! —expresó el chico algo asustado por la repentina subida de voz.
    —¡Inuyasha dime qué es esto!

    Le mostró su mano izquierda extendida en toda su cara, él la trató de apartar ya que eso lo incomodó pero al hacerlo también se percató que en su mano había algo similar.

    —¿Qué carajos? ¿Por qué tenemos un anillo en los dedos? —cuestionó él muy confundido.

    En efecto, ambos tenían un anillo dorado en sus dedos anulares izquierdos lo que indicaba un cierto punto que muy pronto ellos mismos descubrirían.

    Kagome se levantó de la cama al igual que Inuyasha y empezaron a rebuscar por todos los lugares alguna cámara escondida o algo así porque lo que estaba pasando debía, definitivamente, ser una de esas bromas que los programas de comedia solían hacer. Empezaban a desesperarse cuando no encontraban nada anormal en esa habitación que parecía ser de un hotel; la chica se volvió a sentar en la cama mientras observaba confundida aquel anillo y trataba de recordar qué era lo que había pasado anoche.

    Inuyasha se metió las manos a los bolsillos de su pantalón tratando de igual forma recordar algo pero justamente en ese momento sintió que tenía un papel doblado en su lado derecho por lo que inmediatamente lo sacó y lo desenvolvió para poder leerlo.

    Bastó con observar el titulo para comprender la gravedad del asunto y con un poco de miedo se acercó a ella para entregarle aquel papel; la Higurashi lo tomó en sus manos y de esa forma empezó todo.

    —¿Acaso… esto quiere decir que… tu y yo… nos…?
    —Al parecer sí, nos casamos ayer… Kagome.

    No supieron cómo ni dónde pasó pero ninguno de los dos salía de su asombro.
     
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  4.  
    ZaroM

    ZaroM Iniciado

    Acuario
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    sabes q? Me cree una cuenta solo para leer y darle MG a tu fanfic. Esta Buenisimo. Amo tu redaccion tu ortografia, Y la trama esta buenisima. Sigue asi, y porfa sube los capitulos mas seguidos sii? es q ame el fanfic jejejeje! y la terminas q no quiero desilucionarme
     
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  5.  
    Cami Chan

    Cami Chan Usuario común

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    ¡Hola de nuevo!
    ¡Wo! La historia tomó un giro completamente inesperado. La verdad es que, en cuanto conoció a Inuyasha, creí que se odiarían, luego se encontrarían de nuevo y se irían enamorando (algo típico, hecho mil veces), pero me sorprendiste totalmente con el final. ¿Casados? Eso da para mucho. ¿Cómo lo tomarán? ¿Se llevarán bien? Me está gustando el rumbo que toma esto y definitivamente esperaré por el siguiente. No es el primer fic tuyo que leo, sé que eres muy buena escribiendo y que seguirás con un relato tan entretenido y fluido como has hecho hasta ahora. Así que nos leemos en el próximo, ¡saludos!
     
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  6.  
    aLeTheia_anGeL

    aLeTheia_anGeL Usuario común

    Piscis
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    Título:
    Ni contigo ni sin ti [inu&kago]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    24
     
    Palabras:
    2975
    No sé como agradecer el que me comenten ZaroM, Cami Chan, soy muy feliz por el simple hecho de leer que les gusta y que desean seguir la historia y obviamente estoy también emocionada por ver esos 'likes' que todas esas personas le han dado a ambos capítulos :) Hacen sentir que vale la pena seguir publicando el fic.

    Infinitas gracias a todos ustedes desde lo más profundo de mi cariño!

    Antes de que lean este tercer capítulo, quería hacerles un aviso: Aquí se explica cómo fue que se dieron los acontecimientos de la vez anterior, sin embargo me tomé la libertad de buscar información real sobre los matrimonios en Las Vegas y eso es justamente lo que detallo aquí pero también agregándole un par de ideas propias para darle sentido a la trama que se viene después.

    Bien, gracias por todo! :) Me animan muchísimo! Gracias Totales!

    --------------------------------------------


    Cap. 3

    Al pasar por esa puerta adornada con un arco de flores quisieron coger una de esas rosas artificiales que les llamó tanto la atención, y como dos niños pequeños intentaron arrancarlas sin embargo no funcionó ya que estaban muy bien pegadas. Fruncieron el ceño y se adentraron un poco más a lo que parecía ser un gran salón el cual tenía un rosa escandaloso pintado en todas las paredes; ambos ubicaron unas sillas grandes y decidieron sentarse un rato para descansar.

    —Oye baboso ¿tú sabes qué demonios está pasando ahí? —dijo la Higurashi señalando abiertamente al frente.
    —No lo sé tonta y deja de señalar que es molesto —le respondía el otro cogiéndola de la mano y bajándosela.

    Estuvieron así por un largo momento hasta que se escucharon unos lerdos aplausos de unos muchachos que estaban sentados adelante, seguido se pudo ver como una pareja salía del cuarto dándose besos algo asquerosos a causa de la bebida ya que también estaban ebrios y aquellos dos muchachos que antes aplaudían salían con esa pareja riéndose los cuatro muy alegremente.

    Kagome se les había quedado mirando algo atontada por la situación sin mencionar que empezaba a ver doble por culpa del mareo; en ese momento un tipo de estatura baja con un ridículo corte en forma de fraile se acercó a ellos enseñándoles su perturbada sonrisa.

    —Amigos míos, están de suerte, ¿no quieren ser los siguientes en casarse? —les decía en un tonito chillón.

    Ambos se miraron, primero de forma seria como si intentaran “digerir” aquellas palabras y luego unas diminutas sonrisas se iban acrecentando en sus rostros hasta que soltaron unas sonoras risotadas por todo el salón ignorando el peso de aquella pregunta.

    —¡Claro! ¡Vamos a casarnos! —respondía feliz la chica.
    —¡Acepto! —le seguía él volviendo a pasar un brazo por los hombros de ella.

    De esa forma, el tipo extraño los condujo al “altar” para realizar, por esa noche, su vigésima tercera boda en aquel lugar que simulaba ser una iglesia donde algunas parejas en Las Vegas venían y se unían, por desgracia o quizás no tanto, de manera legal en sagrado matrimonio.

    —Escriban sus nombres completos aquí por favor —y alcanzándoles una lapicera con un papel donde debían registrarse comenzó la “ceremonia”.
    —¿Cómo se escribía mi apellido? —se preguntaban así mismo los jóvenes mientras trazaban torpemente en el papel.

    Al decir unas típicas palabras manteniendo una biblia pequeña abierta en sus manos y rápidamente salteándose partes del evangelio que correspondía y esas cosas, los hizo signar aquel papel en donde anteriormente ellos habían escrito sus nombres completos. Una vez terminado de firmar, aquel hombrecillo cogió uno de los anillos que estaban a su costado debidamente preparados, se lo dio al chico en su mano y éste se lo colocó lentamente a la chica mirándola con esa sonrisa arrogante que lo caracterizaba. Al llegar el turno de ella pasó lo mismo, le cedieron el anillo y ésta se lo colocó de igual forma en el dedo anular izquierdo a él.

    Después de haber concluido con esas circunstancias, el extraño tipo tomó el acta de matrimonio, la dobló en cuatro partes y se la dio a Inuyasha para luego decir en voz alta.

    —Por el poder inferido en mí según la ley número veinticinco cero uno dos cero del estado de Las Vegas, ¡Ahora los declaro marido y mujer! ¡Puede besar a la novia! O hacer lo que quieran —dijo sin mayor problema mientras aprovechaba la ausencia de otra pareja más para retirarse.

    Inuyasha guardó el papel en su bolsillo derecho para luego tomarla por la cintura y acercarse a ella; Kagome sonreía tontamente de lado y sostuvo con ambas manos el rostro de él.

    —Al fin pude casarme… —y diciendo esto fue ella quien terminó por cortar la poca distancia para darle un apasionado beso.

    Sin querer y a pesar de que estaban ebrios, aquel contacto los hizo ruborizarse totalmente sin embargo eso no fue suficiente para separarlos… estuvieron de esa forma por un largo y romántico rato.


    —Eso fue lo que… ¿pasó? —fue la primera oración que emitió la Higurashi después de a ver visto la cinta del video de seguridad.

    Inuyasha estaba sonrojado hasta la médula así que mirando a otro lado de forma seria maldijo mentalmente a todas las bebidas alcohólicas del planeta mientras que por su parte Kagome, quien también se había ruborizado, seguía en un shock mental tratando de asimilar lo que acababa de ver.

    —Así es, en cada sector del hotel tenemos una cámara de video en caso de seguridad por lo que es totalmente verídico lo que acababan de presenciar, señor y señora Taisho —les dijo el director del área de seguridad sin la intención de fastidiarlos.
    —¡No somos señor y señora Taisho! —gritó la chica fastidiada por la situación.
    —Según esto, lo es —mientras le decía aquello, le mostró el acta de matrimonio donde lo indicaba.

    Actualmente en Las Vegas se daba siempre éste “problema”: dos personas ebrias salen de la discoteca y entraban a la pequeña capilla dentro del casino, por estar en esa situación no se daban cuenta de lo que sucedía y terminaban por casarse casualmente esa noche. Los encargados de seguridad ya se sabían esa historia al derecho y al revés, es por ello que no les sorprendió en lo más mínimo cuando Kagome vino gritando desesperada en la delegación seguida de un no muy contento Inuyasha, indignados por la situación.

    —Esa acta no puede ser legal, casarse de esa forma no está dentro de las leyes del país —decía la chica muy confiada de la situación.
    —En efecto señora, hay casos en que no es legal pero en su asunto… lo es —finalizó su oración el capitán de policía un poco dudoso de decirle ya que al ver el rostro deformado de la chica se le hizo algo preocupante.

    Empezó a explicarles a ambos jóvenes la situación en la que se encontraban:

    1) Para que la ceremonia haya sido legal, previamente se debieron haber presentado en persona en las oficinas de los juzgados del Country Clark para retirar y abonar veinte dólares sobre las tasas de la licencia matrimonial. Con respecto a eso, el hombrecillo que los había casado ya había hecho todo un papeleo y abono de dinero anteriormente para legalizar las licencias que él poseía así que no se necesitaba la presencia física de las personas en cuestión, así que por ese lado no había solución. Además existía un decreto que le permitía realizar este extraño trámite de legalizar actas matrimoniales en blanco, tanto el hotel como todo el estado de Las Vegas estaba enterado de esta situación.

    2) Una vez se tenga la licencia matrimonial en mano se deben presentar en una de las capillas para celebrar la ceremonia, en la Capilla se celebrará un enlace legal hecho por el reverendo como autoridad. Obviamente esto fue cubierto por Inuyasha y Kagome personalmente al asistir a su propia e inesperada boda y al firmar los documentos legales que los unían reglamentariamente.

    3) Luego con los papeles firmados por el reverendo, veinticuatro horas después se pueden retirar los papeles oficiales en las mismas dependencias de los juzgados de Country Clark, a partir de ese momento la boda es legal, pues los datos quedan registrados y grabados en los juzgados del gobierno de los Estados Unidos. En relación a esto, el capitán de la policía les dijo dónde podían confirmar su estado civil y recoger sus papeles ya que obviamente sí no lo veían con sus propios ojos, estos dos muchachos no le creerían ni una sola palabra de toda la explicación.

    Ambos jóvenes salieron de la delegación, algo aturdidos ¿estaban casados? ¿Era real? Inuyasha no podía creerlo y mucho menos Kagome quien se repetía constantemente que esto era un sueño.

    —Y ahora qué vamos hacer —preguntó él un poco preocupado.
    —Tenemos que ir a ese lugar, pedir esos papeles de registro y anularlos —dijo ella muy clara y directamente.

    El chico ni se inmutó, se limitó a girar su vista y al ver un vehículo amarillo pasar, levantó su mano para detenerlo, ambos subieron al taxi y se encaminaron hacia la oficina de registros civiles.

    :::::::::::

    —¡¿Cómo que no nos puede dar los papeles?! —decía Kagome muy alterada.
    —Lo siento señora, pero aquí no figura que ustedes dos estén registrados —dijo el joven que los atendió por desgracia, buscando nervioso en la computadora que tenía al frente.
    ¡¿Señora?! Huy! Pero es que yo… bien eso es irrelevante ahora… —pensaba la Higurashi algo desesperada por el asunto.
    —Shit… —susurró Inuyasha por lo bajo.

    Si no se encontraban registrados y los papeles que tenían eran legales, no había forma de poder anular el compromiso.

    —¿De…desea que registre su acta? —preguntó el chico algo intimidado al verlos a ambos de esa forma.
    —¡No! —respondieron los dos al unísono.
    —¡¿Cómo quiere que nos registremos?! ¡Sí lo que queremos es anular esto! —añadía la Higurashi totalmente alterada.
    —Pero señora, haberlo dicho antes… —respondió el muchacho con una sonrisa comprensiva, seguido empezó a explicarles la solución —Sí lo que desea es anular el acta de matrimonio, primero debe registrarlo y esperar un periodo aproximado de seis meses para que su solicitud de anulación sea válida ya que obviamente no se puede derogar el acta al día siguiente de contraer nupcias; en este estado hay ciertas reglas.

    Ambos escuchaban atentos a la explicación del joven, sin embargo cuando escucharon el plazo que debían esperar los dos hicieron una mueca de asombro e incredulidad ya que seis meses les parecía mucho tiempo… al menos para Kagome.

    —¿Ustedes están conviviendo? —cuestionó de pronto el joven mirando la pantalla de su monitor.

    En ese momento la Higurashi arqueó una ceja y volteó a mirar al tipo.

    —¿Disculpa? —la pregunta anterior le pareció demasiado atrevida.
    —No es algo que necesites saber —añadió Inuyasha quién también se incomodó.

    El joven, nervioso, los miraba algo intimidado y rápidamente aclaró las cosas.

    —Eh… no señores, lamento si se malinterpretó mi pregunta, lo que sucede es que si no conviven se les puede considerar como falta a sus deberes conyugales lo que atrasaría el proceso de anulación —les dijo para sorpresa de ambos.
    —¿Qué demo…? ¿Estás diciendo que si no convivimos bajo el mismo techo no van a anular el acta? —cuestionó la “señora Taisho” algo mortificada.
    —No exactamente señora; al momento de analizar su acta para la anulación el juez ve su registro de matrimonio y si figura que ustedes no conviven, él puede asignar su situación como falta de deberes conyugales y eso ameritaría una multa lo cual retrasaría el proceso de invalidación del acta matrimonial, es decir, ya no serían seis meses sino que hasta puede extenderse por un año —les explicaba el tipo que sin duda tenía una paciencia inigualable.

    Kagome estaba con la boca abierta, no podía creer todos los requisitos que se necesitaban para poder anular una simple acta errada de matrimonio.

    No me está pasando esto… qué hago, qué… —cavilaba ella hasta que sus pensamientos fueron interrumpidos por Taisho quien golpeó un poco fuerte el escritorio del muchacho que los atendía.
    —¡Maldición! ¡¿Sabe qué…?! Deje el tema de la convivencia a un lado… —decía el chico de cabellos plateados algo ruborizado y con el ceño fruncido, añadió mirando a otro lado —No hay de qué preocuparse… ella y yo… vivimos juntos.

    Todo para sorpresa de la Higurashi, quien no dejaba de verle anonadada. Inuyasha se percató de ello y hubo un pequeño cruce de miradas cómplices hasta que la chica lo rompió, escondiendo sus ojos en su flequillo pero aún así se notaban sus mejillas enrojecidas por la vergüenza del momento.

    —Así es… vivimos juntos en mi apartamento —le siguió la corriente de improviso para asombro de él, luego añadió —¿Es necesario que dé la dirección de mi apartamento para el registro del acta?
    —Sí señora, por favor… —decía muy amable el joven y sacando una hoja formulario siguió diciendo —Llenen sus datos en esta hoja y luego me la entregan.
    —Bien, como sea —respondió Inuyasha tomando la dichosa hoja y poniéndose de pie.

    La Higurashi también se puso de pie y siguió a su “esposo” para poder rellenar ese bendito formulario.

    ::::::::::::

    —¿Cuándo es tu cumpleaños? —decía Kagome, su letra resultó ser más legible y bonita por lo que entre ambos decidieron que sería ella la que llene el formulario.
    —25 de Abril de 1985 —respondió él muy específico.
    —Oh! Ya pasó, qué bueno, me ahorré el regalo —dijo ella de forma sarcástica rellenando la hoja.
    —¿Cuándo es el tuyo? —le preguntó Taisho con un severo tic en la ceja izquierda indicando su molestia.
    —19 de Agosto de 1987 —le respondió sin mirarlo ya que seguía escribiendo.
    —Oh! Ya falta un mes, lástima que no doy regalos a niñas tontas —le devolvió el sarcasmo con una limpia indirecta.

    La aludida volteó a verle con una mirada penetrante y fastidiada, él por su parte, la miraba de reojo con una sonrisa arrogante sintiéndose triunfador de esta partida. Sin duda alguna era una “pareja excepcional”.

    Al cabo de un rato regresaron donde el joven y le entregaron el formulario; de inmediato el muchacho se puso a llenar sus datos en la computadora lo que le demoró unos cinco minutos aproximadamente. Inuyasha repiqueteaba con sus dedos en señal de impaciencia, Kagome miraba su Smartphone para ver si tenía alguna llamada perdida de su amiga pero ni rastros de la castaña.

    —Todo listo señor y señora Taisho —concluyó el joven con una típica sonrisa de buen empleado y selló el acta de matrimonio con una estampa que indicaba: Registros Civiles del Ayuntamiento del Estado de Nevada y la fecha de ese día que era sábado catorce de Julio.

    Antes de que ellos pudiesen retirarse, el muchacho les dio una información adicional: un juez estaría visitándolos de sorpresa para testificar que efectivamente vivían juntos; usualmente esto no se hacía pero ya que ambos dijeron que deseaban anular el acta, las autoridades iban a estar al pendiente de que ambos cumplan con la ley de convivencia ya que no se sabía si los dos estarían haciendo una tetra para evadir la multa.

    —Para qué dijimos que íbamos a anular esa acta, simplemente nos hubiéramos registrado y ahora no tendríamos que vivir juntos —decía Inuyasha algo fastidiado al salir del ayuntamiento.
    —Por seis meses… —añadió Kagome quien lucía igual de fastidiada.
    —Bien, ¿Cómo hacemos? ¿Vamos a mi apartamento por mis cosas o primero vamos al tuyo y…? —preguntaba Taisho intentando organizarse.
    —¿Eh? —exclamó ella confundida, al parecer se le había olvidado.
    —¿Qué tienes? Tengo que mudarme contigo ¿Recuerdas? Pusiste tu dirección en el formulario —le hacía recordar él mirándola entre serio y gracioso.
    Oh Shit! Es verdad… —pensó ella casi al instante, así que respondió —Lo siento… ¡Claro! Entonces, primero vamos a recoger tus cosas y luego nos instalamos en mi departamento.

    Habiéndolo decidido de esa forma, volvieron a tomar un taxi y se fueron hasta la dirección donde vivía Inuyasha. Su relación a penas y empezaba.

    -------------------------

    Espero no haberlos mareado D:
    Me gustaría que me digan si me expliqué bien xD En todo caso, déjenme sus dudas y se las resolveré cuando cuelgue el próximo cap! ;)
    Nos leemos muy pero muy pronto!
     
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  7.  
    Lacie

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    Hola.

    Bueno, pues pasa por aquí y de repente vi tu historia y me dió curiosidad. Comencé a leerla y realmente me gusto desde el primer capitulo.Podría decir que es un tanto diferente al inicio que tiene la mayoría de los fanfics, por eso mismo llamo más mi atención.Se me hizo un tanto cómica por el problema que ambos personajes tienen.
    Espero que continues con tu historia.

    Bye y besos.
     
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  8.  
    Cami Chan

    Cami Chan Usuario común

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    ¡Hola!
    Oh, te explicaste perfectamente. Me sacó más de una sonrisa, además de que aprendí algo nuevo: ahora sé de qué van los matrimonios en Las Vegas. Es interesante y estuvo bien que lo investigaras. Muero por saber qué problemas tendrán esos dos cuando tengan que convivir... ¡Y ya me imagino la reacción de sus amigos cuando se enteren! La verdad es que no le veo un lado tan malo a la situación para Kagome, seguramente le ayuda a olvidarse de esos traumas que tiene. Bueno, como siempre, nos leemos en el próximo. Todo va genial hasta ahora.
     
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    aLeTheia_anGeL

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    Ohhhh! Qué emoción! T///T

    Cuanta alegría me da saber que no fue un mareo total lo que escribí y que hayan podido captar la idea que intenté plasmar en el capítulo anterior. Infinitas gracias por sus comentarios chicas: Lacie, Cami Chan, eliamantedeanime, me hacen sentir muy bien y me motivan aún más. Obviamente también muy agradecida por esos 'likes' ;) Al parecer la historia va gustando a cada vez más personas ¡Eso es tan genial!

    Les aseguro que este capítulo les va gustar mucho, podrán leer varias escenas cómicas como es mi hábito de poner y también hay una en particular que se me dio por ponerle un toque sensual escribirla, espero que les saque varias sonrisas tanto como a mi :)

    Nuevamente y como ya es mi costumbre incansable ¡Gracias Totales por los comentarios y likes! ^o^ ¡Se les quiere harto! Disfruten este cuarto cap. y nos estamos leyendo muy pero muy pronto! Jya Ne...

    ------------------------------------------


    Cap. 4

    Al bajar del taxi, ahora se encontraban frente a un edificio muy alto, “Unos diez pisos diría yo…” pensaba la Higurashi mientras miraba el inmueble cautivada por su imponencia; a decir verdad poseía una infraestructura moderna pero conservaba un lado sencillo.

    Además de eso, Kagome estaba sorprendida ya que al darse cuenta de la calle en dónde estaban, no se esperaba que su “esposo” viviera tan cerca a su negocio, exactamente a unas cuatro cuadras de ahí. Miraba insistentemente hacia el lado derecho, donde se suponía estaba su restaurante café y meditaba cuantos pasos había que dar para llegar hasta allá; al pensar en esa idea absurda, una diminuta sonrisa apareció en su rostro lo que llamó por completo la atención de Inuyasha.

    —Oye ¿Qué te causa gracia? —le decía mientras subía las escaleras para entrar al edificio.
    —Nada —contestó ella volteando y también subió las gradas, luego añadió —¿Qué esperas para abrir la puerta?
    Esta mujer es realmente insoportable… —pensaba Taisho mientras sacaba su llave y abría la reja para poder entrar.

    Caminaron por un largo pasillo de paredes melón, además tenía un hermoso piso de mármol muy fino decorado con unas figuras geométricas; sin duda un lugar lujoso aunque en la fachada disimulaba un poco.

    Esperaron el ascensor e ingresaron para poder subir al sexto piso donde estaba el apartamento de él; obviamente esos dos se la pasaron en silencio el resto del camino: Kagome pensando en por qué rayos su “amiga incondicional” no le había hecho ninguna llamada el resto del día e Inuyasha meditaba en sí estaría echándose la soga al cuello al mudarse con esa loca y renegona mujer.

    Al salir del elevador, volvieron a caminar por otro pasillo similar al de la primera planta para luego detenerse frente a la puerta que tenía por número de orden el seiscientos ocho.

    Inuyasha volvió a sacar otra llave y la introdujo en la cerradura.

    —Sólo empacaré algunas cosas, obviamente no dejaré este lugar, será como irme de viaje —dijo de pronto tratando de poner las cosas en claro.
    —Ya lo sé, tampoco es como si de verdad vinieras a vivir conmigo —le respondía ella con el mismo ánimo.

    De ese modo se abrió la puerta y fue así como los labios de la chica se separaron ligeramente al notar la increíble comodidad en la que vivía ese tío, ¿Qué acaso era millonario o algo por el estilo?

    Bien pudimos haber venido a vivir aquí… o al menos yo, es decir… quiero decir ¡Wow! —pensaba ella totalmente anonadada.

    El enorme televisor pantalla plana asentado en un aparador de madera fino, el extraordinario estéreo y demás aparatos tecnológicos también puestos en aquella estantería en un buen sitio, al costado un escaparate donde habían varios libros y también películas en aquellos estuches de DVD, los muebles blancos muy bien acomodados además una hermosa mesa de centro totalmente echa de vidrio, debajo una alfombra peluda refinada de color gris la cual hacia juego con todo lo que poseía en aquella sala.

    Kagome quedó maravillada sólo con ver esa parte del apartamento, sí así era aquel living ya podía darse una idea de cómo eran las demás partes del lugar.

    Se martirizaba en su mente pensando en qué diría Inuyasha cuando vayan a su departamento; es decir, ella también tenía sus lujos y esas cosas sin embargo debía admitir que no se asemejaba al nivel en el que se encontraba viviendo “su esposo” actualmente. La hacía sentir mínimamente inferior y eso le fastidiaba un poco.

    —Ya está, pero antes de irnos tengo que avisarle al bedel del edificio que estaré fuera de la ciudad un tiempo —hablaba el muchacho ambarino saliendo de lo que parecía ser su habitación con una maleta en mano.
    —Ah… claro, andando entonces —contestaba ella aún incómoda.

    Sin responderle fue a pegar una especie de nota en la puerta del refrigerador, seguido dio media vuelta para esta vez sí retirarse aunque logró verla un poco inquieta mirando el lugar.

    —¿Sucede algo? —al parecer se percató de su molestia.
    —Dime ¿Cuánto pagas el alquiler aquí? —estaba interesada en su situación económica por así decirlo.

    Inuyasha comprendió lo que estaba pasando así que se limitó a sonreír arrogantemente y pasó de largo por su costado.

    —Salgamos de aquí 'cariño' —le respondió evadiendo por completo su pregunta y encima irritándola más.

    La Higurashi quedó en ridículo así que muy enojada se resignó a dar media vuelta y salir por la puerta murmurando palabrotas sin gusto.

    El muchacho ganó otra más así que muy sonriente y divertido cerró la puerta del apartamento para luego susurrar.

    —Espero que el idiota me devuelva la llamada —lo dijo en tono muy bajo además su acompañante ya estaba parada en la puerta del ascensor.

    Volvieron a realizar el mismo recorrido que antes aunque esta vez podía notar a la chica más incómoda y enojada que antes. Al llegar al primer piso dejó un momento su maleta con ella y fue a dejar el encargo con el conserje, quien estaba dando su ronda como siempre a esas horas.

    No se demoró mucho para regresar al lado de la amargada mujer y de esa forma poder salir juntos del edificio.

    Ya de vuelta en la calle iba a levantar la mano para pedir un taxi sin embargo ella se le adelantó, silbando como si llamara a un perro hizo que cinco autos se detuvieran en seco pero obviamente sólo se acercó a uno. Abrió la puerta e inmediatamente ingresó al coche sin pronunciar palabra alguna, Inuyasha estaba sorprendido: cuando Kagome se enojaba era algo radical; captó lo que sucedía rápidamente y antes de que se fueran sin él corrió para también entrar en el automóvil.

    Por el camino iban más callados que en un velorio hasta que a Taisho se le acabó la paciencia; si antes era insoportable estar a su lado, si se ponía de ese modo lo era aún más por lo que la encaró ‘sin pelos en la lengua’.

    —¡Bien ya estuvo! ¡¿Qué rayos tienes?! —gritó sonoramente pues estaba molesto y frustrado.

    Ella no respondió, se limitó a voltear su cabeza para ver por la ventana.

    —¡Kagome! ¡Contesta cuando te hablan! —seguía insistiendo él.

    Ella seguía sin hablar, y ahora se cruzó de brazos.

    —¡Bien! ¡Pues si tanto te interesa…! ¡Ese apartamento no es mío! ¡Vivo con el verdadero dueño, mi amigo Miroku Kayama! —vociferó algo exaltado y sin medir sus palabras.

    El taxista al oír esto lo miró raro por el espejo retrovisor mientras murmuraba y negaba con la cabeza.

    —La juventud de ahora y sus opciones sexuales… Caray.

    Kagome volteó a verle y al escuchar el comentario del chofer además de ver el rostro desencajado y sonrojado de Inuyasha echó a reír muchísimo; realmente lo que no había reído en todos esos dos años lo soltó de repente en aquel taxi.

    El chico muy avergonzado se acomodó en el asiento, se cruzó de brazos y miró por la ventana de su lado. De pronto sonrió de lado para después pensar: “Y pensar que tiene una hermosa risa esa mujer enojona…”.

    :::::::::

    —Bien… aquí es —decía ella con más confianza ahora.

    Su departamento era sencillo pero también tenía sus comodidades, era amplio y muy buen lugar para vivir.

    —Genial, es espacioso —fue su primer comentario al pisar aquel lugar, el cual al respirar el interior se percató que tenía el mismo aroma que ella: dulce y a durazno.

    Raramente le agradó mucho eso y de forma inconsciente sonrió de lado arrastrando su maleta hasta la sala.

    —Veamos, tengo un cuarto extra y lo uso como habitación de huéspedes: tiene ventana con vista a la ciudad además hay una cama, un closet mediano y mesita de noche, creo que puedes instalarte bien ahí —sugería ella mientras dejaba su cartera en uno de los sofás.
    —¿Dónde es? —decía él mientras se sentaba encima de su equipaje.

    Kagome caminó por un pasillo ancho y mediano de largo donde habían cuatro puertas: dos para la pared de la izquierda y dos en la pared de la derecha. Le explicó claramente que para el lado derecho en la primera puerta estaba su futura habitación y al costado era el office donde guardaba los materiales de limpieza y ese tipo de cosas; para el lado izquierdo en la primera puerta estaba el baño y al costado la habitación de ella.

    —Espero no te confundas —decía para dar por terminada esa introducción.
    —Oh vamos, no es complicado —respondió de forma arrogante y seguido se fue a la pieza que le tocó.

    Mientras que Taisho se instalaba, ella se sentó en el mueble, cruzando las piernas tomó su teléfono inalámbrico y le marcó a su amiga, le intentó por todos los medios: celular, teléfono fijo en su apartamento, mensajes de texto, sin embargo nada daba resultado; empezaba a preocuparse por la situación de Sango ¿Y si le pasó algo? ¿Dónde estaría? Y lo peor de todo ¿Con quién?

    —¡¿Qué estás en Canadá?! ¡¿De vacaciones?! ¡¿Me estás cargando?!

    Escuchó de pronto los gritos de Inuyasha y frunció el ceño, se puso de pie de inmediato para ir a encararlo; abrió la puerta de su habitación de un solo golpe.

    —¿No puedes hablar más bajo? Tu tono de voz es… —intentó regañarlo pero al darse cuenta que ni siquiera se dio la vuelta para oírla, la frustró más.

    Se acercó más a él y poniéndole una mano en su hombro lo giró para que obligatoriamente le hiciera caso, aunque al fijarse lo que tenía en su mano le sorprendió muchísimo: Tenía un Smartphone como el de ella pero estaba teniendo una video llamada con su amigo, supuso que debía ser Miroku aunque todo eso era lo de menos, lo que la dejó en shock fue ver a su amiga al lado de ese sujeto.

    —¡Sango! ¡¿Qué rayos haces en Canadá?! —estaba algo histérica ahora.
    —¡Kagome! ¡Qué sorpresa! ¡¿Qué haces con el amigo de Miroku?! ¡¿Están saliendo?! —gritaba ella con una sonrisa aunque no era porque estuviera asombrada ni nada por el estilo, sino más bien que el sitio en donde estaba no le permitía escuchar muy bien.

    Al oír esto se ruborizó un poco así que le cedió el lugar a respuesta a Inuyasha quien también estaba sonrojado.

    —¡Al diablo con ustedes! ¡Miroku cuando salgas de ese ruidoso lugar hablamos! ¡Adiós! —y diciéndole eso le colgó rápidamente.

    La Higurashi estaba de espaldas y con las manos en su cintura sin poder si quiera emitir palabra alguna.

    —Ehm… lo lamento, creo que el idiota de mi amigo se llevó bien con tu amiga —intentaba cambiar un poco el tema.
    —Sí, ella también es un poco alocada, sólo a veces —le contestó, ahora con una mano en la frente para después añadir —Tú… sigue en lo tuyo, yo… veré que hay para cenar.

    Y terminando de decir esto salió del cuarto algo avergonzada y suspirando repetidas veces.

    :::::::::::::

    La cena había estado deliciosa, a decir verdad no esperaba que una mujer tan irritante en carácter fuera a cocinar tan bien: una lasaña al horno realmente exquisita acompañada con un vino blanco le sentó de maravilla; no pensaba que ella serviría ese tipo de comida, pareciera como si tuviera un invitado especial esa noche.

    En realidad ella quería demostrarle que podía ser buena anfitriona por eso le enseñó cómo se debía preparar una cena, sonreía satisfecha al ver la expresión de Inuyasha cuando terminaba de comer: se veía completamente feliz, como todo un hombre bien alimentado.

    Después de aquello Kagome acostumbraba a ver televisión o leer un libro sentada en uno de sus muebles así que eso se disponía a hacer mientras que su nuevo inquilino fue a su habitación y cayó rendido en la cama boca abajo apenas se echó.

    Pasaron las horas, el reloj marcó las tres de la mañana de aquel domingo. De pronto abrió los ojos lentamente para luego ponerse una mano en su cabeza y rascarse despacio.

    —Me quedé dormido, maldición ¿Qué le puso a la comida? ¿Somnífero? —Se decía él mismo a la par que intentaba levantarse de la cama, añadió —¿Ni siquiera me he cambiado? Con razón me siento fastidiado.

    Se quitaba torpemente la ropa que llevaba puesta desde la mañana del día anterior y buscó entre su equipaje la pijama que solía usar: unos pantalones deportivos sueltos y un bibidi blanco pegado al cuerpo lo que le favorecía por mucho ya que resaltaba los formados abdominales y contorneados brazos que tenía.

    Aún seguía medio adormitado así que sin importarle que estuviera todo oscuro salió de su habitación con la intención de ir al baño. Ni siquiera se tomó la molestia de fijarse exactamente a qué puerta se dirigía por lo que giró la manija y entró a ese otro cuarto, nuevo para él.

    —¿Dónde rayos está el retrete? —se preguntaba mirando todo de forma soñolienta.

    De repente escuchó un gemido de cansancio que provenía de esa misma pieza. Se sobresaltó un poco y se puso en señal de alerta por así decirlo.

    —¿Quién anda ahí? ¡Para tu información no me asustan los fantasmas! ¡¿Entendiste?! —exclamó en un tono imponente, demostrando que no tenía miedo.
    —Inu…yasha… —pudo oír con claridad que alguien decía su nombre de una manera muy tétrica.
    —¡Muy bien! ¡Ya estuvo! ¡Preséntate ante mi muerto viviente! —seguía gritando él en plena oscuridad total.
    —¡¿Muerto viviente?! ¡¿Se puede saber qué haces en mi habitación, idiota?! —refutó Kagome muy enfadada, más porque sintió que la insultaban.

    Ella se levantó de su cama y prendió su lámpara que estaba a su costado en la mesita de noche para poder encarar al intruso que la despertó a esa hora de la madrugada.

    —Te expliqué claramente que éste es mi cuarto ¡Aquí no debes entrar! —le regañaba ella sin darse cuenta de un insignificante detalle.

    Al ver el cuerpo de Kagome de esa manera, un sonrojo involuntario se apoderó de sus mejillas; simplemente era imposible quitar la mirada de esa imagen tan provocativa que desprendía la chica: un pequeño short al parecer negro que tapaba lo esencial, dejando notar sus formadas y largas piernas, un bibidi blanco pegado al cuerpo lo que permitía ver su bien curvado torso además haciendo que sus atributos delanteros queden un poco a la vista ya que obviamente ella no estaba usando sujetador.

    Inuyasha estaba embelesado mirando todo eso hasta que ella pudo darse cuenta de que prácticamente él no la estaba oyendo en lo más mínimo.

    —Oye ¿Escuchaste algo de lo que te dije? —cuestionó un poco confundida por la expresión en el rostro masculino.
    —Ah… s…sí, claro —aquella pregunta fue como una señal de que debía regresar al mundo real por lo que al responder tartamudeó un poco.

    Inuyasha giró su rostro a un lado y se tapó un poco su nariz junto con sus labios usando su mano derecha, para disimular su vergüenza y nerviosismo.

    —Lamento haberte despertado, ya me voy, buenas noches —se disculpó rápidamente y de ese modo dio media vuelta para luego irse de inmediato.
    —¿Qué le pasa? —aquella reacción la dejó más liada que antes.

    Fue a ponerle refuerzo a su puerta para asegurarse de que esto no se repetiría en lo que restaba de la madrugada y sin darle mayor importancia regresó a su cama rogando para que el sueño vuelva a ella sin demora.

    Mientras tanto afuera en el pasillo, el muchacho ambarino estaba sentado en el piso con las piernas flexionadas y abiertas meditando el por qué tuvo esas enormes ganas de aventársele encima a esa mujer; se rascaba la cabeza inconscientemente mirando a un punto fijo en el suelo.

    En algunos momentos se maldecía por haber dejado ir una oportunidad así sin embargo se puso a meditar: en primer lugar él sólo era un simple ocupante más en ese apartamento que encima ni le pertenecía y en segundo lugar lo que estaba sucediendo sería sólo por seis meses ya que en cualquier momento un juez podría sorprenderlos y no querían pagar una multa innecesaria ni mucho menos atrasar el proceso de anulación del acta.

    —Eso no quita lo tentadora que se ve en pijama —murmuraba él con una sonrisa de lado.

    Se puso de pie y ésta vez sí se dirigió al baño; las ganas que tenía de orinar hace un rato se fueron cuando vio la hermosa figura femenina pero regresaron al encontrarse nuevamente solo, quién entendía el cuerpo humano.

    Después se limitó a volver a su habitación no sin antes voltear un poco y ver de reojo la puerta del cuarto de Kagome; mantuvo aquella arrogante sonrisa para luego girar y entrar definitivamente a su pieza, intentaría dormir aunque no estaba seguro de poder quitarse de su mente aquella sensual imagen.

     
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    Factummale

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    olis!!!!
    me gusto este capitulo :), pero no te pasaste un poquito con eta descripcion ( aunque me encanto ;))

    El enorme televisor pantalla plana asentado en un aparador de madera fino, el extraordinario estéreo y demás aparatos tecnológicos también puestos en aquella estantería en un buen sitio, al costado un escaparate donde habían varios libros y también películas en aquellos estuches de DVD, los muebles blancos muy bien acomodados además una hermosa mesa de centro totalmente echa de vidrio, debajo una alfombra peluda refinada de color gris la cual hacia juego con todo lo que poseía en aquella sala


    me gustaria vivir en ese lugar xD

    besos y un saludo desde Chile: eliamantedeanime
    P.D: sube pronto :cool: entiendes
     
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    Kyouko Kiryuu

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    ¡Hola!
    Hace mucho que no leía algo tuyo, me sorprendí al ver que habías escrito de nuevo. Espero te acuerdes de mí, antes "kagomeXinu".

    Que te digo, amé tu historia desde el principio al capítulo 4 jeje me gusta el pequeño toque de humor que le pones. Me dio mucha risa cuando leí como se habían casado, quién diría que Kagome sería tan lanzada estando borracha...

    En este capítulo me encantó que de manera inconsciente Kagome aplicó la "frase" celebre de "A un hombre se le conquista por medio del estomago" y en este caso no dudó en hacerle una rica cena. Me dio mucha risa eso de: "Muerto viviente", por despistado y no prestarle atención a ella, terminó en el lugar que se le dijo que no entrara...

    Te quiero dar un mini consejo, no repitas tanto "la Higurashi", aveces puede ser agotador leerlo en varios diálogos, de igual manera es mi humilde opinión. =) La verdad es que no me fijé muy bien si ha algunas palabras les faltaba la tilde, creo que me concentré más en leer.
    Yo estaré esperando ansiosa el siguiente capítulo. :3

    Saludos.
     
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    aLeTheia_anGeL

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    Ohayo! Me alegra tanto que les siga gustando el camino que va tomando la trama poco a poco, estoy segura que seguiré sorprendiéndolas. Muchas gracias por los comentarios y por los continuos 'likes' que siempre veo ¡Me motivan mucho!

    eliamantedeanime: Me gusta saber que la historia te va agradando pero tengo una duda xD Cuando me dices 'pero no te pasaste un poquito con eta descripcion' quisiera saber si me lo indicas porque tal vez exageré al describir ese lugar :confused:? Con confianza dame tu opinión. Gracias por postear =)

    ZaroM: Si efectivamente todo va por buen camino xD Espero que te agrade este próximo capítulo y saludos desde Perú! :)

    Kyouko Kiryuu: ¿Cómo olvidarme de ti? =D Eso jamás, siempre me comentabas los fics que publicaba y me alegra que este no haya sido la excepción. Muchas gracias por tu consejo y desde ya te aviso que lo estoy aplicando ;) Espero que este nuevo cap. también te guste.

    Bueno yaaa! Las dejo tranquilas para que lean en paz xD Nuevamente gracias totales! Jya Ne!

    -----------------------------------------------------------------------------------


    Cap. 5

    Ya había pasado una semana desde que empezaron a convivir bajo el mismo techo; hubo momentos en que deseaban asesinarse mutuamente pero nada que no se arreglara en un par de minutos además Kagome sabía que debía tener algo más de paciencia así que ponía de su parte para que las cosas resulten un poco menos insoportables.

    A raíz de todo esto descubrieron que tenían algunas afinidades como por ejemplo: a ambos les gustaba desayunar Hot Cake sentados en el sofá viendo algún programa de tv, preferían tomar la leche de la caja que servirse en un vaso, les gustaba andar en calcetines por todo el apartamento y finalmente algo que le gustó a Inuyasha era que esa mujer también era fanática del mismo equipo de beisbol que él.

    —Al menos no tendré que pelearme contigo para querer ver uno de sus juegos por la televisión —había comentado el muchacho ambarino cuando se entero de esa similitud de gustos.
    —Seamos felices entonces —le había respondido ella con una sonrisa de lado.

    Muy a parte de los hobbies en común que poseían también intercambiaron información de sus profesiones; de ese modo Kagome supo que él era fotógrafo en revistas de publicidad y modelaje aunque de igual forma trabajaba independientemente, así como también Inuyasha se enteró que ella era administradora de un café-restaurante a unas cuadras del departamento de su amigo.

    Qué pequeño es el mundo…” pensó Taisho al darse cuenta de aquel detalle, quien hubiera dicho que terminaría casado con la dueña del restaurante donde a veces Miroku solía ir a tomar desayuno antes de irse a trabajar.

    Era lunes por la mañana, día de trabajo obligatorio así que debían darse prisa si deseaban llegar temprano a sus centros de labores.

    —Bien… —decía el muchacho ambarino bebiendo rápidamente de su café para luego añadir —…Ya tengo que irme, volveré a las cinco ¿Está bien?
    —Cómo quieras, yo estaré acá a las ocho así que si no es molestia prepara la cena, has algo productivo —comentaba la chica con el fin de fastidiarlo sin embargo él no le respondió.

    Ambos salieron del apartamento, tomaron el ascensor y una vez en la calle cruzaron miradas fugazmente para luego irse por caminos opuestos, cualquiera que los hubiera visto diría que eran una pareja de novios acabando de terminar su relación o algo por el estilo, y es que su comportamiento era tan distante que uno difícilmente se imaginaria que estaban viviendo juntos.

    Caminando hizo aproximadamente treinta minutos hasta llegar al café, vio su reloj de mano y dio gracias a los santos porque aún era temprano ya que hoy tendría un pedido que recibir el cual estaría en la tienda en una hora a más tardar.

    Empujó la puerta del restaurante mientras buscaba su celular en su cartera y sin mirar a nadie siguió su camino memorizado hasta la oficina sin embargo se detuvo en la puerta.

    —Sango, pásame la proforma del pedido que hicimos hace tres días sobre los nuevos… —se quedaba hablando ella hasta que volteó hacía el mostrador para al fin darle la cara sin embargo lo que vio la obligó a callarse un rato.

    Un chico, que no debía estar detrás del mostrador porque era un lugar donde sólo estaba el personal que atendía a los clientes, abrazaba a Ayame de la cintura y además pudo jurar mentalmente que al girar la cabeza en sólo unos microsegundos anteriores pudo ver como se separaban de un largo beso.

    Su amiga castaña también se encontraba al lado de ellos, al parecer habían estado conversando y bebiendo alguno que otro café expreso ya que encima de la vitrina estaban tres vasos descartables.

    —¿Me perdí de algo? —cuestionó la chica azabache acercándose al grupito.
    —Kagome, quiero presentarte a mi prometido, Nagasaki Kouga —le decía su amiga pelirroja a la par que se soltaba de su agarre y lo tomaba de la mano.
    —Mucho gusto señorita, Ayame me ha contado de usted, pero jamás mencionó que fuera tan linda —le saludaba el moreno con una sonrisa coqueta.
    Típico… —pensó la aludida y de inmediato tomó distancias ya que ni siquiera le cedió la mano como respuesta de cortesía.

    Si analizaba la situación y dejando de lado la posibilidad de ser un poco exagerada, el hecho de haberle mencionado un cumplido como ese apenas la conocía y delante de su prometida, le hacía crearse sus dudas sobre la reputación de ese tipo; no estaba segura del por qué pero algo interno le decía que no debía familiarizarse mucho con ese tal Kouga y mucho menos permitir que éste tome confianzas con ella.

    —Claro, igualmente, mucho gusto —respondía después de unos cuantos segundos de silencio, luego giró su cabeza para dirigirse a Sango —Las proformas, no lo olvides por favor.

    Una vez dicho esto dio media vuelta y de frente se metió a su oficina; ese solía ser su carácter cuando conocía a nuevos chicos, no les tomaba importancia en lo más mínimo pero sentía que en esta situación era diferente. Después de meditarlo unos minutos dando vueltas en su silla giratoria se prometió así misma que si alguna vez veía algún comportamiento extraño en el prometido de Ayame, iría de inmediato a avisarle: eso era para ella una amistad fiel.

    ::::::::::::

    —¡¿Qué tú qué?! ¡Traidor! —se escuchó de pronto en toda la oficina del editor en jefe.
    —Cállate idiota, no quiero que todo el personal se entere ¿sabes? —refutaba molesto su amigo además de dirigirle una de esas miradas asesinas.

    Inuyasha había ido a trabajar como de costumbre pero le avisaron que la sesión de fotos se había aplazado una hora más ya que su ‘querido’ amigo Kayama Miroku lo quería ver en su oficina de inmediato. Kayama era el gerente general de la filial de “Vogue” en Winchester, además era también el editor en jefe, es decir el encargado de las publicaciones mensuales de la revista de modas en la que ambos laboraban, una de las más famosas del país norteamericano.

    Puso su mano en toda su cara y por entre los dedos intentaba darle una mirada de decepción, es que su amigo ambarino no le había dicho que estaba casado; aquella vez cuando se mandó a mudar, Miroku había quedado sorprendido porque todo pasó repentinamente, apenas llegó de su viajecito por Canadá le devolvió la llamada de inmediato como decía esa nota pegada a su refrigerador pero Inuyasha en ningún momento de toda la semana pasada le explicó las cosas realmente.

    —¿Por qué tío? ¿Por qué lo hiciste? ¿Eras tan infeliz siendo soltero? ¿Siendo libre? —le preguntaba a manera de sarcasmo.
    —Sigo siendo libre, ambos nos caemos muy mal, además nos vamos a divorciar —le explicaba Taisho recostándose relajadamente en la silla.

    Fue entonces que le comentó todo el rollo de la borrachera de aquella noche en la discoteca, del acta de matrimonio errada y de que se mudó por mientras al apartamento de ella ya que no querían pagar la multa que el Estado de Nevada les podría imponer si descubren que no están conviviendo.

    —Wow, eso te pasa por beber demasiado —le regañada sin sentido alguno.
    —Cómo sea, en seis meses este estúpido problema está resuelto —le contestaba Inuyasha a la vez que se ponía de pie para ir hacia la ventana y poder ver alguna parte de la ciudad.
    —¿Y tú crees que en ese tiempo no puede pasar algo? —le cuestionó de pronto.

    El aludido no respondió, se quedó mirando como los coches pasaban por las calles, refundido en sus pensamientos. No es que no le haya escuchado ni entendido la pregunta, es sólo que esa interrogante fue tal imprevista que antes no se había puesto a meditar sobre ello además eso le hizo recordar la semana pasada cuando pudo ver la sensual figura de Kagome en pijama, se veía realmente ardiente, pero de inmediato su subconsciente le advirtió que no se le comentara a Miroku.

    Regresó a sentarse y cambió el tema de conversación.

    —Y dime ¿Cómo rayos es que te fuiste a Canadá con la amiga de Kagome? —ya era hora de hablar de aquello, su amigo no lo había ni siquiera mencionado.
    —Cosas impulsivas que uno hace en su tiempo libre —respondía sin darle mayor importancia al asunto.
    —Miroku, te cogiste a su amiga ¿Verdad? —dijo Taisho ya suponiendo todo.
    —Por increíble que te suene, no Inuyasha, no hice nada con esa mujer —al parecer era un asunto que le fastidiaba un poco admitir, se notaba por sus facciones.

    No se la podía creer, su amigo era un mujeriego por excelencia y se había acostado por lo menos con la mitad de las modelos que trabajan en la revista ¿Es que acaso no había podido con esa simple chica?

    —Ya viejo, qué paso en Canadá —preguntó interesado en saber cómo fracaso al ligar.

    Kayama se tomó unos segundos para poder asimilar los recuerdos que lo abatían y al fin pudo articular palabra, sin dirigirle la mirada a Inuyasha.

    —Ella… se negó por completo a acostarse conmigo y… cuando apliqué mis técnicas de seducción me… me tiró una cachetada que… amigo ¡Diablos! ¡Qué cachetada! —le contaba sumamente frustrado al acordarse lo que sucedió.

    Después de oírle decir eso, lo único que pudo emitir la boca de Taisho fue una enorme risa muy divertida que se escuchó por toda el área de edición; una muchacha común y corriente le había dado su merecido al gran jugadorazo de Kayama sin importarle su posición social o cualquier otra cosa, es más estaba seguro que la amiga de Kagome ni siquiera estaba consciente de con quién estaba tratando.

    —Deja de reírte, maldición y no tienes idea de qué es lo peor de todo esto —seguía en el mismo tema, no lo superaba.
    —¿Cuál… cuál es? —cuestionaba Inuyasha tratando de parar de reír lo que parecía imposible.
    —La bofetada que me dio extrañamente me agradó, me hizo dar cuenta de que esa mujer es un reto para mí y con gusto lo voy a tomar —le comentaba la decisión que ya tenida por dada.

    Taisho se puso de pie de nuevo, sonreía y negaba con la cabeza como queriendo decir que su amigo estaba cada vez más zafado de lo normal. Se puso su mochila cruzada y salió de su oficina dejándolo desvariar con Sango; ya se había reído y relajado un rato, ahora tocaba trabajar.

    Pasó por el departamento de diseño gráfico a recoger la relación de las nuevas aspirantes que le tocaba fotografiar para el próximo mes de Agosto ya que se debía tener listo los bocetos con los rostros y poses de todas ellas, de ese modo se elegía la modelo que representaría la portada de la revista por ese mes.

    ¿Y tú crees que en ese tiempo no puede pasar algo?’, en el camino se acordó de la pregunta que le había hecho Miroku anteriormente.

    —Tonterías, no va pasar nada —se respondió así mismo y seguido entró al estudio fotográfico para de una vez ponerse a trabajar.

    :::::::::::

    —Toc Toc… —dijo sonriente a manera de broma asomando su cabeza por la puerta de su oficina.

    Ella levantó la mirada de su ordenador portátil para dirigirla hacia esa persona que la había interrumpido y encima de esa manera tan ridícula, o al menos eso fue lo primero que pensó.

    —Disculpa ¿Se te ofrece algo? —trató de que sonara lo más amable posible.
    —Sí ¿Podría hablar contigo un rato? —respondió esperanzado de que ella le diera una respuesta afirmativa.
    —Claro… pasa —a penas dijo la primera palabra él entró como si nada y cerró rápidamente la puerta, es por ello que la segunda palabra la emitió más lento.

    Kouga tomó asiento en la silla delante del escritorio de Kagome y para sorpresa de ella, el tipo le había traído un café y un panecillo para acompañar.

    —Ehm, no era necesario que trajeras esto —decía la chica azabache un tanto incómoda.
    —Ah descuida, no es molestia —contestó él con esa perenne sonrisa que ya le hacía dudar a Kagome si era sincera o no.
    —Bueno ¿De qué querías hablar? —inició ella el tema de conversación, quería deshacerse de él lo más pronto posible.

    Nagasaki se acomodó en el asiento y apoyó sus codos en su escritorio, una vez así empezó la explicación.

    ::::::::::::

    —Quiero que mires ese velo como si fuera el hombre de tu vida ¿entiendes? —le decía Inuyasha a una de las modelos que estaba fotografiando.

    Sin duda se tomaba su trabajo bien en serio, no por nada era el fotógrafo de moda mejor pagado de todo el país además de ser muy conocido por su excelente labor y por sus fotos tan originales no sólo a personas sino también a animales, paisajes, entre otras cosas.

    Después de haber terminado con la participante número catorce seguía, lógicamente, la quince: Nakamura Kikyo; en su currículum decía que había trabajado para algunas revistas españolas como “Telva”, “Ragazza” y “Marie Claire”, entre otros; muy aparte de esto decía tener estudios superiores en la universidad de Yale.

    —¿Y qué le parece mi hoja de vida joven Taisho? —le dijo ella al oído aprovechando que todo el personal se estaba reorganizando para empezar una nueva sesión.

    Él se apartó inmediatamente de esa mujer dando media vuelta para poder mirarla de frente, sintió unos escalofríos recorrerle el cuerpo pero por alguna extraña razón, en el instante en que esa voz femenina retumbó en su oído no pensó en otra chica que no fuera Kagome.

    —Estoy volviéndome loco —susurró para sí mismo mientras se rascaba un poco la cabeza. Supuso que eso pasó por haber estado hablando de ella hace sólo unos momentos atrás y aún la tenía presente.
    —Bien, dígame qué es lo que tengo que hacer —le pedía Kikyo para poder continuar de una vez.
    —Claro eh, vaya con la estilista para que le arregle y luego regresa —le indicaba sin dirigirle la mirada, más bien enfocándose en retocar su cámara profesional.
    Pero que tío más guapo e interesante me he encontrado, no estaría mal entretenerme con él un tiempo —pensaba la chica mientras caminaba hacia la maquillista para que la dejara lista.

    :::::::::::

    Seguía conversando con ella en su oficina, ya le había dicho más o menos el motivo por el que quería entrevistarla sin embargo tenía otra intención oculta aunque obviamente no se la iba a decir.

    —Entonces ¿Aceptas? —preguntó finalmente para concluir el trato.
    —Si es sólo por lo laboral, está bien —confirmaba ella su participación.

    En si, el asunto era: Reunirse con Kagome Higurashi, la exitosa dueña del café-restaurante más popular en la ciudad de Winchester y saber el secreto de su tan organizada administración. Si era de ese modo ella aceptó a cooperar y responder todas las preguntas sobre trabajo que se le hagan sin embargo Kouga escondía algo más.

    —¿La entrevista puede hacerse también en tu apartamento? Quiero decir para profundizar lo que sería… —añadía el tipo después de esa repentina interrogativa.
    —No, ya te dije que sólo acepto si es en lo referente a mi trabajo, absolutamente nada sobre mi vida personal —volvía a repetir ella por enésima vez.
    —Está bien, no insistiré más —y diciendo esto se puso de pie.

    Ella lo siguió con la mirada, en definitiva no confiaba en ese tipo y mucho menos con lo que acababa de decir; en verdad, esa era cómo la doceava vez que intentaba persuadirla de hablar sobre algo privado, ya se había dado cuenta de cómo era que Nagasaki sacaba sus informes: le resultaba por completo una persona muy molesta.

    —Gracias Kagome, entonces este sábado de acuerdo —se despedía para luego retirarse de su oficina.

    A penas y cerró la puerta, ella se relajó de inmediato dejando atrás a esa mujer rígida y seria para dar paso a esa chica sumisa y preocupada.

    —Rayos… pero qué le pasa a ese sujeto, debo tener cuidado —se decía así misma para después recostarse en el respaldar de la silla y mirar el techo.

    El tiempo se fue velozmente para dar paso a la tarde; el pedido que había hecho llegó muchas horas atrasado así que apenas supo que el camión estaba estacionado afuera de su local y que estaban bajando las cajas con la mercadería fue a encararlos como el típico papel de jefa estricta, obviamente su carácter le ayudaba mucho.

    La verdad es que ese día la muchacha azabache tuvo que soportar varias cosas juntas: el pedido retrasado, el almuerzo imprevisto con Kouga y Ayame, las miradas extrañas que ese tío no dejaba de darle y por si fuera poco Sango se cortó la palma de su mano izquierda al romperse un vaso por lo que tuvo que ser llevada rápidamente a emergencias para suturar la herida y como Kagome era en extremo nerviosa cuando de sangre se trataba, la que tuvo que llevarla fue su amiga pelirroja.

    Tomó asiento en una de las banquetas altas y trató de no pensar mucho en la enorme cortada que le vio a su amiga, sin embargo sus problemas aún estaban por comenzar.

    —Ten… para que te relajes —le animaba a la vez que le ofrecía un vaso con agua azucarada.

    Ella lo bebió en el acto sin importarle que ese tal Nagasaki se quedara acompañándola.

    —Gracias Kouga —le decía ella con su mano en la frente.

    Intentó ponerse de pie para dirigirse hacia la cocina, entró por esa puerta de vaivén y fue directo hacia el lavabo donde Sango hace unos momentos tuvo ese incidente. Pudo ver las grandes gotas de sangre que aún se encontraban regadas en el filo del lavamanos y también por el suelo.

    Se agachó para recoger los pedazos del vaso roto pero justo en ese momento sintió una cálida mano que sostenía la de ella y detenía la acción que estaba realizando.

    —No hagas eso, te vas a lastimar igual que Sango —le avisaba Nagasaki mirándola preocupado, realmente ella no se veía bien.
    —Pero es que… alguien más podría herirse —después de haber dicho eso, ocultó su mirada en el flequillo pero él pudo ver a la perfección como unas cuantas lágrimas caían por las mejillas de la chica.
    —¡Kagome! ¡¿Qué ocurre?! —se alarmó al verla que de pronto reaccionara así.

    Ella se puso de pie de inmediato y trató de disimular para que ese tipo no le preguntara el por qué de lo que pasó, se limpió bruscamente sus mejillas y sin decirle una sola palabra dio media vuelta dispuesta a salir de la cocina e ir por una escoba y recogedor.

    Sin embargo, en ese mismo instante Kouga la sujetó por el brazo impidiéndole que se fuera, además sin importarle más nada la atrajo hacia él y en un posesivo abrazo la sujetó cubriéndola por completo mientras que, aprovechando la cercanía, le acariciaba el rostro con su mano izquierda.

    —Todo va estar bien, descuida —la tranquilizaba como si fuera algo íntimo de ella.
    —¡¿Qué haces?! ¡Suéltame! —intentaba separarse de él lo más rápido posible.
    —¿Qué ocurre aquí? —se escuchó de pronto una voz masculina, seria y fastidiada.

    Nagasaki levantó la mirada para fijarla en ese inoportuno y por supuesto que Kagome pudo identificar muy bien aquella voz; extrañamente sintió pánico y culpa por lo que de inmediato empujó a Kouga para al final liberarse de ese molesto abrazo, dio media vuelta y efectivamente, con el poco tiempo que llevaban conociéndose, había acertado en reconocerle.

    —I…Inuyasha ¿Qué haces aquí? —se supone que él no debía estar en el café.
    —Ya son las seis, salí hace una hora de mi trabajo y al ir para el apartamento me di cuenta que no tengo copia de tus llaves, obviamente no pude entrar —explicaba Taisho raramente molesto y viendo de cuando en cuando a ese tipo que hace unos momentos abrazaba a Kagome.
    —Oh cierto, no te di ninguna copia, ten —dijo mientras sacaba de su bolsillo las llaves originales para luego añadir —Tómalas, ya después le hacemos un duplicado.
    —¿Quién es ese sujeto? —preguntó el muchacho ambarino mirando seriamente al moreno y tomando en su mano las llaves del apartamento.
    —Es Nagasaki Kouga, el prometido de Ayame —dijo sin mayor reparo para luego voltear y dirigirle una mirada igual de seria —Y ya se iba ¿Verdad?

    El aludido entendió la indirecta y sin responder se limitó a caminar hacia la puerta de la cocina no sin antes, al pasar por el lado de Inuyasha, mandarle una mirada de reojo con completo desdén. Al irse éste, Kagome volvió a relajarse, se había dado cuenta que cuando ese tipo estaba por los alrededores no podía bajar la guardia por lo que se encontraba en constante tensión, aunque eso no era todo lo que le esperaba a continuación.

    —Si era el prometido de tu amiga ¿Por qué estaban tan cómodamente abrazados? —dijo usando el sarcasmo como método de pregunta además su tonito de voz era de un chico fastidiado.
    —Yo no lo abracé, él se aprovecho de que yo me encontraba mal —contaba ella aunque no entendía por qué debía darle explicaciones.
    —¿Pues qué tenías? —cuestionó ahora con los brazos cruzados.

    La chica le confesó su temor al ver sangre y contó, exagerando un poco las cosas, cómo es que Sango se había ‘abierto’ la mano izquierda con ese pedazo de vidrio por lo que sintió que iba a desmayarse, se puso nerviosa, empezó a sollozar y en ese momento fue que ese tipo sacó beneficio personal de su condición.

    —Maldito hijo de perra —murmuró Inuyasha lo más bajo que pudo.
    —Voy a cerrar el local así que espérame para irnos juntos, aún me siento fatigada por todo lo que sucedió —le avisaba Kagome para salir por la puerta vaivén seguida de Taisho.

    Fue así entonces, el muchacho ambarino la ayudó a limpiar todo el desorden de la cocina mientras que ella cerraba el local y dejaba la caja registradora vacía, luego de eso se dio unos minutos de tiempo para mandarle un mensaje de texto a Sango y a Ayame de que no se preocuparan más y que ya había cerrado el café.

    —Gracias por encargarte de limpiar, lo de adentro —le decía la chica con una sonrisa de lado.
    —No hay de qué, vámonos ya —al ver su expresión se sintió más calmado que antes pero no pudo evitar ruborizarse sólo un poco así que evadió la mirada.

    En el taxi iba pensando en ese sujeto, le había caído realmente mal en la primera impresión, se notaba que era un tipo muy altanero y arrogante nada más por cómo le había mirado, aunque no era sólo por eso que lo aborrecía: “¡Idiota! ¡¿Quién se cree para abrazar de ese modo a Kagome?!” cavilaba casi mordiéndose la lengua y frunciendo un poco el ceño, “¡Es un mañoso de primera! Mira que aprovecharse de esa situación ¡Idiota!” seguía insultándolo mentalmente.

    Está bien, ella no era nada de él, estaban casados pero no porque ambos lo hubieran querido así, es más se llevaban pésimo pero ya lo había decidido: Si volvía a ver a ese sujeto con esas confianzas hacia ella, lo pondría en su lugar de inmediato, no le importaría lo que piensen los demás; si había algo que le fastidiara era que existieran ese tipo de sujetos astutos cuyo fin era solamente aprovecharse de mujeres inocentes, luego se puso a meditar aquello que había pensado y rápidamente se le vino a mente la imagen de su ‘querido’ amigo Miroku, abrió sus ojos más de lo normal notándose su sorpresa interior así que tosió ligeramente de lado como si hubiera admitido su error. Está bien, quizás ese tipo de sujetos astutos no eran en sí su problema… quizás, lo que le incomodaba, era en realidad otra cosa…

    Hizo una mueca de fastidio y se cruzó de brazos para seguir observando por la ventana del taxi, ya faltaba poco para llegar al departamento y tenía mucha hambre.

    ----------------------------------------------------------------

    Oh! Como habrán notado puse a una Kagome un poco temerosa hacia la sangre.
    Pido las disculpas del caso pues sé bien que ella en realidad no ha mostrado tener ese miedo en toda la serie ._. o al menos yo no lo he notado pero en fin, lo pongo por aquí para que no se creen confusiones y aclarando que esta será la única vez que mencione sobre esto; es que lo consideré necesario para que la escena donde Inuyasha y Kouga se conocen por primera vez, sea como Rumiko manda xD Es decir: como perros y gatos.

    Bueno, gracias por leer y pronto pondré el siguiente capítulo :) Nos leemos!
     
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  13.  
    Kyouko Kiryuu

    Kyouko Kiryuu Adicto

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    Que alegría, sí te acuerdas de mí... :')

    Sin lugar a dudas no fue la excepción de que este capítulo me gustó. Aww... Ya vienen las intrigas y las personas que empiezan a entrometerse entre la pareja, aunque eso es algo que me encanta que haya en cada escrito.
    Ay, quién viera a Kouga, queriendo engañar a su prometida; aunque es bien sabido que lo mismo lo hace en la historia original, aunque ahí no acepta a Ayame como tal.

    Me agrada el hecho de que la rivalidad entre Inuyasha y Kouga haya empezado así, de alguna manera el tontis se dio cuenta aunque no quisiera que Kagome se volvió muy importante para él... Aunque lo niegue, yo se la verdad! °(>///<)°

    Insisto en que me encanta el toque de humor que le pones, porque por alguna extraña razón por muy triste o mal que me encuentre al leer tus capítulos me haces sacar una sonrisa y me empiezo a reír por imaginarme la situación de cada uno de los personajes.

    Esperaré el siguiente capítulo ansiosa, me avisas cuando lo publiques. :3

    ¡Saludos!
     
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  14.  
    Cami Chan

    Cami Chan Usuario común

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    ¡Hola!

    Lamento no haber comentado la vez anterior. La verdad es que leí ese capítulo casi apenas lo subiste y estaba apurada, por lo que pensé en comentar después y, al final, se me olvidó. Mmm, las cosas se ponen interesantes... y divertidas. Me reí bastante en los últimos capítulos. Me sorprendió que Kouga apareciera con ese aire de villano, ya que normalmente lo pintan como el chico que sería muy bueno para ella, pero que ella no quiere. Me gustó, sin embargo. Es original. Ya es obvio quienes serán los terceros en discordia en la relación de Kagome e Inuyasha: el mismo Kouga y Kikyo.
    Bueno, me has dejado con muchas ganas de seguir leyendo. A veces estoy en medio de mi día, haciendo lo que sea, y me dan ganas de leer este fic, pero entonces recuerdo que tengo que esperar el capítulo siguiente... ¡No tardes! La intriga me está carcomiendo. ¡Nos leemos en el próximo!
     
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  15.  
    aLeTheia_anGeL

    aLeTheia_anGeL Usuario común

    Piscis
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    Título:
    Ni contigo ni sin ti [inu&kago]
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    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    24
     
    Palabras:
    5077
    Hola de nuevo! :)
    Siempre lo repetiré: Muchas gracias por sus preciados comentarios, son muy valiosos para mi. Y también por los constantes 'likes' que varias personas le dan a esta historia y a otros fics que hice hace tiempo.

    Gracias Kyouko Kiryuu, el saber que mis escritos pueden levantarte el ánimo me hace sentir genial! xD Al menos de algo sirve ponerle esos toques de humor a cada capítulo. Y Cami Chan tienes mucha razón con respecto a 'los terceros en discordia' sin embargo hay una sorpresa guardada en la trama que espero también te impresione un poco ;)

    Bueno nuevamente gracias totales a todos aquellos que siguen este fic, aquí les dejo el siguiente capítulo.

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    Cap. 6

    Era el tercer día desde aquel accidente y Sango no había ido al restaurante ya que se encontraba descansando: según el médico le había indicado reposo por un par de semanas ya que los puntos podrían abrirse si hacia algún esfuerzo de más; en ese tiempo Ayame y Kagome atendían solas el local aunque hubo algunas oportunidades en que no se encontraban tan solitarias. La muchacha pelirroja empezaba a pensar que su prometido la amaba demasiado porque siempre estaba en el local para ayudarla mientras que la Higurashi no se tragaba ese cuento y lo tenía muy vigilado a la vez que seguía manteniendo su distancia.

    Sin embargo se acercaba el sábado en que le confirmó su participación para la entrevista que se anunciaría en aquella revista literaria donde simultáneamente publicaban, también, temas empresariales; he ahí el por qué Kouga se reuniría con ella para realizarle algunas preguntas.

    —Después de lo que sucedió no puedo quedarme a solas con él —decía para ella misma en su oficina. Poniéndose el lápiz en sus labios cavilaba largos minutos sobre qué hacer para no correr riesgos, después de estar callada un rato añadió —. ¿Cómo es que no tengo un guardaespaldas?

    En ese momento abrió los ojos y recordó a su inesperado inquilino de ojos ámbar, supuso que no estaría mal pedirle un pequeño e insignificante favor además por la forma en cómo fue el trato de ambos la primera vez que se vieron supo de inmediato que Inuyasha no permitiría que Nagasaki se le acercara más de lo debido.

    —Sería como mi perro guardián —se dijo así misma para luego esbozar una diminuta sonrisa algo perversa.

    Sin duda no era una mala idea y además le resultaba muy graciosa.

    ::::::::::

    —Gracias por la comida, iré a mi habitación —le avisaba el muchacho mientras caminaba e iba desabotonándose lentamente aquella camisa sport.
    —Espera… Inuyasha —le dijo de pronto ella un poco avergonzada.

    Se la había pasado todo el día de ayer pensando en cómo pedirle ayuda sin sonar desesperada o cómo si su vida dependiera de él, lo único que deseaba era decirle: “Hazme un favor”, pero la situación le resultaba más fácil en su mente que en la vida real.

    —Esto… yo, pues… —nuevamente empezó a tartamudear.
    —Muy bien ya estuvo —dijo de pronto él perdiendo la paciencia —Has estado así todo el jueves y hoy también andas rara ¿Qué te pasa? Sí tienes algo que decirme sólo haz…
    —¡Hazme un favor! —lo gritó de pronto interrumpiéndolo por completo y dejándolo con la boca abierta.

    Efectivamente, Kagome estuvo intentando decirle esa frase toda la noche anterior pero cada vez que trataba, le salía otra cosa que disimulara la sílaba que mencionaba al principio de la oración. Taisho pensaba que era uno de esos momentos en que las mujeres se ponían raras así que no le dio mucha importancia a las cinco veces que ella se comportó de esa manera pero hoy ya fue la gota que derramó el vaso aunque para su sorpresa, jamás esperaba que todo ese lío fuera nada más para pedirle un favorcito.

    —Entonces ¿Sólo es por eso? —cuestionó confundido.
    —¿Puedes o no? —respondió ella sin dirigirle la mirada, algo ruborizada, inflando un poco las mejillas y un poco seria.

    Al ver esa expresión suya como si fuera una niña en pleno berrinche le causó gracia y ternura, sonrió arrogantemente y se cruzó de brazos.

    —En ese caso ¿Para qué soy bueno? —al terminar de decir esto hizo que ella volteara a verle con sorpresa.
    —¡Oh! ¡Muchas gracias! —le contestó con una gran sonrisa.

    Inconscientemente le tomó de la mano y lo jaló hacia la sala lo que provocó un leve rubor en una de sus mejillas, lo obligó a sentarse mientras que ella de pie le explicaba la situación: Kouga iba hacerle una entrevista mañana, es decir sábado, y no quería por nada del mundo estar a solas con él así que le pedía por favor que exactamente a las seis en punto vaya al café para que le hiciera compañía mientras ella respondía las preguntas, luego ellos dos podrían venirse juntos al apartamento.

    Ella no se cansaba de repetir constantemente que no deseaba estar a solas con ese tipo lo cual le agradaba mucho a Inuyasha, un poco extraño ya que no debía importarle aquel asunto pero le gustaba saber que ella no quisiera tener nada que ver con ese tal Nagasaki además era el prometido de su amiga pero Taisho sentía que aunque ese tío no estuviera comprometido aún así Kagome no tendría interés en él: eso lo hacía sentirse excelente de mil formas.

    —Bien, te ayudaré, estaré ahí a las seis —confirmó el muchacho su presencia para mañana.

    Ella se tapó la boca con ambas manos y lo miraba fijamente.

    —¿Qué sucede? ¿Dije algo malo? —se encontraba confundido por su reacción así que arqueó una ceja.

    Sin embargo, lo que pasó a continuación lo dejó en shock temporal; nada más sentir el cuerpo de Kagome pegado de esa forma al suyo lo hizo estremecerse como nunca antes: ella lo estaba abrazando, al parecer contenta, pero él no reaccionaba, se quedó mirando a un punto fijo en la pared con los brazos abajo y con la boca mínimamente abierta indicando su sorpresa.

    Y en realidad ese gesto femenino no duró más que sólo unos segundos ya que la chica se separó casi de inmediato aunque para él fue un momento que parecía eterno; la miró confundido y aún con asombro.

    —¿Qué fue eso? —no sabía si estaba bien o mal lo que acababa de suceder.
    —Lo siento… así solía dar las gracias a los favores, dejé de hacerlo hace tiempo, desde que… —de pronto se calló y se agarró el lado izquierdo de su cuello, añadió —Olvídalo… sólo gracias.

    Se limitó a dar media vuelta y volver a su estado anterior: sonriente y con energías. Estaba feliz de que su plan haya funcionado y sí todo salía bien el único contacto que tendría con ese sujeto sería sólo el saludo de manos que tenía pensado darle… nada más.


    Al día siguiente…

    —Inuyasha ya sabes, no llegues tarde —le hacía recordar ella por cuarta vez que iba de la mañana, ya empezaba a hartarlo.
    —Ya vete… por favor —decía él a manera de suplicio, no soportaría escuchar esa frase una vez más.

    Frunció el ceño por oírlo decir eso pero luego sonrió de lado para después cerrar la puerta del apartamento. Al parecer hoy la única que iría a trabajar sería Kagome ya que Inuyasha aún estaba en ropa sport a esas horas de la mañana.

    Era la primera vez en todo ese tiempo que llevaban conviviendo, que se quedaba solo en el departamento de la chica, caminó por todo el lugar con tostada en mano, viendo detenidamente los objetos que decoraban las paredes hasta que llegó al estante donde había algunos libros y marcos de fotografías. Fue entonces que se percató de un pequeño pero divertido detalle del cual sacaría ventaja después.

    —Le gusta “Crepúsculo” —comentaba él viendo la colección de cuatro libros que tenía puestos por orden, uno más grueso que el otro.

    Siguió caminando y se topó con varios portarretratos, en uno estaba ella con Sango y algunas otras chicas sonrientes que no conocía y al parecer estaban en un bar, había otro donde la joven estaba en bikini pero un pareo un poco transparente de color amarillo la cubría de la cintura para abajo; continuó viendo todas esas fotografías hasta que encontró una que se le hizo un poco extraña: se notaba por mucho que había cortado a una persona de la foto ya que sólo estaba ella y al costado la silueta recortada, la chica sonreía mirando a esa persona pero Taisho se preguntaba ¿Quién era y qué influencia tenía sobre Kagome para hacerla sonreír de ese modo tan especial? Pero sobre todo ¿Por qué aún conversaba esa foto recortada?

    —¿Un antiguo novio quizás? —se cuestionaba él solo, haciendo una mueca de desdén ya que sea lo que haya sido de ella, para que lo haya cercenado de la foto, esa persona debió hacerle algo realmente feo a la chica.

    Y de ese modo siguió observando cada cosa que tenía la joven azabache en su apartamento, le causaba interés saber un poco más y además no tenía nada que hacer.

    Mientras tanto en el café, habían varios clientes ese día así que apenas entró al local se asombró un poco de la cantidad de personas que estaban ahí, sonrió de lado, supuso que de ese modo se haría más conocida muy pronto y tendría la necesidad de abrir otro café pero en otra localidad, quizás mande a Sango para que lo administre y ella se quede por allá ya que no quería moverse de Winchester, le había cogido cariño a esa ciudad.

    Entró a su oficina para dejar sus cosas y luego ir a ponerse un mandil lo que le permitía hacer el papel de mesera, de ese modo ayudaba a las chicas que ya se estaban volviendo locas con los pedidos de aquella mañana; felizmente ya le habían permitido a la Ishikawa volver al trabajo pero sólo con la condición de que no haría mucho esfuerzo con la mano izquierda.

    De pronto entró un muchacho rubio, vestido de terno negro y corbata color azul metálico, muy elegante y usando lentes oscuros lo que hacía verlo un poco misterioso, se dirigió a la barra y en vez de ir hacia Sango que se encontraba libre esperó que una ancianita recibiera su cappuccino de manos de la muchacha pelirroja.

    —¿Otra vez tú? —dijo la chica de ojos verdes frunciendo el ceño.
    —Sé que no me soportas pero realmente quería verte de nuevo —le contestaba con una sonrisa y quitándose los anteojos.

    La aludida le dio la espalda para luego meterse a la cocina, todo esto le causó una gran inquietud a Kagome quien, aprovechando que ya todos los comensales tenían sus pedidos listos, fue a hablar con su amiga la castaña en la barra.

    —¿Y ése quién es? —fue lo primero que cuestionó.
    —Según me contó Ayame, hace dos semanas conoció a ese sujeto cuando regresaba a su apartamento, dice que se mudó al lado de ella y que no lo soporta porque la acosa a pesar de que le dijo que está comprometida —contaba Sango sin perderse ni un solo detalle.

    Otra vez los chismes, a veces se sentía excluida ya que la muchacha pelirroja nunca le contaba este tipo de cosas. Seguramente se lo tenía merecido por la forma de su carácter tan rudo e indiferente hacia los temas amorosos.

    —¿Y esto lo sabe Nagasaki? —supuso que no estaba de más preguntar eso.
    —Sí y a mi opinión, lo peor de todo es que él le haya dicho que no se preocupe, sólo es cuestión de mostrarse fría e indiferente y que ya pasará —aquello ponía en evidencia lo que Kagome sospechaba hace tiempo.
    —Con qué eso dijo eh… y ¿qué piensa Ayame con la actitud de su novio? —estaba fastidiada, con decirle eso ese sujeto sólo demostraba que no la amaba de verdad.
    —Ah! Kagome, esa es la cereza del pastel… Ayame piensa que Kouga tiene razón y decidió hacerle caso, por eso su trato tan hostil hacía ese tipo —al terminar de decir esto tuvo que dejarla un momento porque llegaron más clientes y tuvo que atenderlos.

    La muchacha azabache veía al joven rubio que hace unos momentos entró al local, observaba la manera en cómo ese chico miraba a Ayame hacer sus cosas.

    —Esa mirada… la reconozco, yo tenía esa mirada —murmuraba ella en un tono depresivo.

    Recordó cuando caminaba de la mano de Bankotsu por las calles de Los Ángeles y cómo a veces se iban a una dulcería en una esquina muy conocida donde probaban toda clase de bombones de chocolate: ella se lo ponía en la boca, él se acercaba y mordía la mitad, la parte que quedaba se la comía ella, para luego darse un beso sólo de labios; ambos lo llamaban ‘El beso de moza’ por la delicadeza en cómo le daba aquel ósculo y por lo dulce que quedaban sus labios después de eso.

    Se puso una mano en su frente y cerró los ojos, estaba a punto de llorar hasta que se acordó de esa noche en la que lo sorprendió con otra; en ese momento abrió los ojos llenos de coraje y algo de seriedad, entendió que no importaba todos los momentos hermosos que pudo haber pasado con él, todo eso se fue a la basura por una escena, una maldita escena que ya no quería recordar, al menos por ahora.

    —Tengo que volver al trabajo —se dijo así misma para luego ir a atender a unos niños que deseaban comprar unos muffin de chispas de chocolate.

    ::::::::::::

    —¡Ya viejo! No fastidies, sabes que es verdad —le decía Inuyasha acabando de explicarle un antiguo chiste chino.
    —Pero ¿Cómo? Es Confucio ¿No? —decía Miroku con aires de intelectual.

    Resulta que Taisho se había aburrido de estar solo en el apartamento así que cogió sus dos pertenencias más importantes: el teléfono móvil y su billetera para luego dirigirse a la revista e intentar fastidiarle un poco el día a su amigo, nada era más relajante que burlarse de Miroku por un rato y como no tenía planes se quedó “jugueteando” en su oficina.

    —Así que si pongo agua a la sopa y luego… —hablaba él como en un estado filosófico, seguía sin comprender el chiste así que exclamó —¡Cómo sea! Sabes algo hermano, debes dejar de ser un maldito antisocial y conseguirte una novia.
    —Y tú deberías dejar de ser tan mujeriego y sentar cabeza de una vez —le refutaba de inmediato.
    —Hay cosas que es preferible que jamás cambien, tío —le explicaba sonriente.
    —Exacto Miroku, tú lo has dicho ¡Amén! —decía para luego reírse.

    De ese modo pasaron el rato, incluso acordaron ir a almorzar juntos a un restaurante cruzando la calle sin embargo la secretaria de Kayama le informó que unos tíos de alguna agencia de publicidad recién iniciada lo estaban buscando para conversarle sobre algunas propuestas de trabajo en el área de modas, él no tenía muchas ganas de atenderlos y menos que ya era hora de comer así que para no tener interrupciones dejó su teléfono en el escritorio, pidiéndole a su amigo que haga lo mismo para evitar que lo estén llamando constantemente.

    Él sabía a la perfección que hoy no podía andar sin celular pero lamentablemente, siempre era así: Si llamaban a Miroku y él no contestaba, seguido lo llamaban a él para preguntar sobre su paradero. Inuyasha resopló fastidiado pues tenía que admitir lo cierto que era esa situación así que para mayor comodidad de ambos le hizo caso a su amigo y también dejó su móvil en el escritorio sin apagarlo. Se quejaba mentalmente que hubiera preferido no traer el teléfono a tener que dejarlo ahí, además se animaba así mismo intentando convencerse de que lo más probable fuera que Kagome no lo llamaría sino hasta en la tarde y para ese momento ya debía tenerlo en sus manos otra vez.

    Se fueron al local acordado para poder comer y mientras pasaba el rato, Inuyasha se fue calmando, olvidando poco a poco la preocupación de las posibles llamadas perdidas de Kagome. Al salir del restaurante y ver que el ambarino joven se iba por un camino diferente al suyo, Kayama le recordó que debían regresar juntos para que él pudiese recuperar su teléfono, Taisho resopló muy confiado y con una de sus típicas sonrisas arrogantes decidió dejar su móvil en la oficina de su amigo por lo que restaba de la tarde pues ya no le preocupaba que Kagome lo llamara, es decir ¿Qué es lo peor que podría suceder?

    Miroku debía regresar a la revista de inmediato e Inuyasha dio media vuelta para ir a vagar por ahí, miró su reloj de mano y vio que aún le quedaban cuatro horas más para ir “casualmente” al café de Kagome, obviamente después de recoger su teléfono.

    Sonrió, sólo había un lugar a donde podría ir bajo esas circunstancias pero tenía que sacar a su vieja compañera sino no tendría sentido así que regresó un momento al departamento.

    ::::::::::::

    Se fijó en el reloj de la pared y se percató que ya sólo le quedaban cuatro horas para que su tormento empezara, rogaba porque todo pasara rápido y que las preguntas sean sencillas de responder ya que si era algo complejo se tardarían más y eso era lo último que ella deseaba.

    Apropósito, ya que de tiempo se trataba, el muchacho rubio había permanecido en el café hasta ahora y ya llevaba como quince pedidos entre bebidas y comidas; uno se preguntaría si una persona normal podría aguantar todo eso porque no había forma de que aquello fuera creíble. Además en todas esas órdenes la que se había encargado de servirle fue Kagome ya que Sango no podía cargar con la bandeja aún y Ayame no deseaba atenderlo.

    —Aquí tienes, una malteada de fresa con leche —le indicaba ella, poniéndole el vaso en su delante.
    —Ella me odia ¿No? —dijo de pronto el chico con una sonrisa deprimida.
    —¿Qué? No… Ayame, ella no odia a nadie, es sólo que quizás se sienta algo incómoda —le trataba de animar de alguna manera, en su interior pensaba que ese tipo le convenía más que ese tal Nagasaki.
    —Será eso, mi presencia le incomoda pero ¿Sabes? Eso es lo que me atrae de ella —le confesaba abiertamente.

    Obviamente eso ya lo sabía, se notaba por completo el interés de ese chico hacia su amiga pero ella era educada y no iba a decírselo de esa manera, aunque había algo que quiso preguntar.

    —¿Si sabes que ella va a casarse pronto no? —no era por desalentarlo ni nada por el estilo, es sólo que deseaba avisarle. Un compromiso es un compromiso, por más que a ella no le caiga bien el novio de la pelirroja.
    —Una noche la escuché hablando por teléfono con su prometido, ella lo estaba invitando a cenar, creo que él aceptó y se verían a las ocho en su apartamento. Supuse que la pasaría bien y no deseaba imaginarme el resto de su velada así que salí un momento a caminar por ahí, regresé una hora después y la encontré afuera del condominio hablando otra vez por celular, estaba molesta y le refutaba su tardanza. Al final creo que ese sujeto nunca llegó porque ella apagó las luces temprano.

    El joven rubio le había contado todo esto sin mirarla y enfocándose en dar vueltas a su malteada usando una pajilla. Kagome observaba como él narraba esa situación: debía definitivamente estar interesado en Ayame para haberse tomado la molestia de estar al pendiente de ella de esa manera, pero no le iba a preguntar si estaba enamorado o no, simplemente se limitaba a escucharlo.

    —Ah! Lo lamento, respondiendo a tu pregunta, sí sé que ella está comprometida pero… sin tomar en cuenta lo que su prometido le haga o le esté haciendo, hasta que no se case y firme algún papel ¿No crees que tengo alguna oportunidad? —le decía el chico esta vez dirigiéndole una cálida sonrisa y mirada.

    Era increíble la simpatía natural que desprendía ese joven; lo único que pudo hacer ella fue devolverle el gesto sonriente.

    —La esperanza es lo último que se pierde ¿No? Un gusto conocerte, soy Kagome Higurashi, amiga de Ayame —respondía ella cediéndole la mano para saludarlo.
    —Tienes toda la razón Kagome, de igual manera mucho gusto, soy Ryan Levi —contestó el muchacho rubio correspondiendo el apretón de manos.

    A pesar de que ese tipo de cosas cursis y sentimentales le causaba fastidio sentía un poco de sana envidia por su amiga: pese a tener un prometido tenía otro pretendiente que estaba sumamente interesado en ella.

    A veces el amor podría ser tan injusto, quien sabe.

    :::::::::

    Se encontraba tomando fotografías por puro pasatiempo, le gustaba sobre todo sacar fotos de algún paisaje o la combinación entre personas y naturaleza, además le quedaban muy bien. Dio vuelta y ahora estaba echado boca arriba sobre el césped, bajo la sombra de un enorme árbol, suspiró y sonrió hasta que vio una mariposa amarilla que volaba justo arriba de él; notó entonces como se matizaba perfecta con el fondo de las hojas del árbol y la luz de por medio así que no lo dudo ni un momento y le sacó varias tomas. Sin duda disfrutaba mucho su profesión asimismo gozaba ese épico momento de tranquilidad sin su celular, sin interrupciones, sólo él, la naturaleza y su cámara.

    —Luego las colgaré en el blog —decía para él mismo con una sonrisa de lado.
    —Quisiera ver esas fotos entonces —habló de pronto una mujer en un tono sensual.

    Giró su cabeza para fijarse de quien se trataba y se sorprendió un poco al encontrarse con ella en un parque público.

    —Señorita Nakamura ¿Qué hace en este parque? —se le hacía raro ver a una reconocida modelo en vía pública tan tranquila, por ello se puso de pie inmediatamente para no demostrar alguna falta de respeto.
    —Oh vamos tutéame —le contestaba mientras se sacaba sus lentes oscuros, añadió —Bueno tú mismo lo has dicho, el parque es público, yo soy un ser humano…
    —Ok ya entendí —le sonrió y miró a otro lado.

    Aprovechando que estaba con ella fueron a un puesto de hot dogs aunque pudo percibir su incomodidad al estar ahí, supuso que podrían ser por dos cosas: no le gustaban las calorías que ese perro caliente podía tener o sencillamente se creía demasiado como para comer de un simple puesto en la calle. Sí era lo segundo su opinión respecto a esa chica cambiarían de inmediato aunque no iba a estar preguntándoselo; se limitó a comer.

    En efecto, Kikyo sostenía con muecas de asco el hot dog en su mano derecha, no estaba dispuesta a comérselo por nada del mundo; pensaba en las miles de maneras antihigiénicas con las que habían podido preparar ese alimento lo cual le desagradaba aún más y eso no era todo, según leyó en un artículo de nutrición supo que un perrito caliente contenía nada menos que trescientas ochenta calorías; ni aunque su vida dependiera de ello probaría un solo mordisco de esa cosa.

    Inuyasha se fijó en su reloj de mano y se percató que ya sólo faltaba media hora así que mejor se apuraba, comió de un solo bocado el pedazo que le quedaba e rápidamente se puso en marcha.

    —¿Eh? ¿Ya te vas? —le decía Nakamura siguiéndole con la mirada.
    —Así es, nos vemos en el trabajo ¡Adiós! —se despedía de ella sin detener su caminar, lo último lo tuvo que gritar ya que empezó a correr.

    Botó con fastidio ese hot dog intacto al tacho de basura maldiciendo por lo bajo lo que sea que haya tenido que hacer Taisho como para dejarla de ese modo. Volvió a ponerse sus lentes oscuros para que no pudieran reconocerla y de ese modo se retiró del parque; todo lo que tenía que hacer por estar aunque sea unos momentos con ese tipo e intentar ganarse su simpatía.

    :::::::::::

    Se alistaba para poder tener esa entrevista de una vez por todas en el café, por ello fue que volteó el letrero de cerrado para que todos los clientes lo vieran y supieran que ya no debían entrar puesto que no habría atención.

    Sango y Ayame se habían ido hace unos minutos atrás, obviamente la pelirroja sabía de la reunión que su prometido tendría con su amiga sin embargo ella no podía quedarse ya que casualmente tenía que ir a la lavandería a recoger su ropa sino le cobrarían mora por haberla dejado más de lo debido.

    Lastima… habría dicho Kagome ya que le hubiera gustado mucho que la novia de Kouga se quedara, de ese modo estaría más tranquila. Estaba saliendo de su oficina cuando de pronto sonó su celular; la hizo sobresaltar un poco ya que la tomó de sorpresa, se apresuró en contestar, quizás la entrevista se había suspendido por hoy lo cual le agradaría mucho saber pero al ver un número desconocido en la pantalla del móvil, la hizo sentir curiosa.

    —¿Diga? —respondió ella arqueando un poco las cejas.
    —Kagome preciosa, lo siento pero no puedo llegar al café, me perdí la última línea del bus y el próximo sale en media hora así que no quiero retrasarte más ¿Podrías ir al restaurante “La Rata Negra”? Es más cerca para los dos, ahí nos encontraríamos ¿Sí? —le explicaba todo hablando rápidamente y con una sonrisa en el rostro.

    Aquello la tomó por sorpresa, notoriamente ella se percató del apelativo cariñoso que le mencionó después de decirle su nombre pero como hablaba velozmente sin pausa alguna, no le dio tiempo a refutarle como se debía.

    Frunció el ceño y supuso que no habría ningún problema, el restaurante “La Rata Negra” era muy conocido en la ciudad de Winchester además era cierto que no quedaba tan lejos desde donde estaban, así que podría fácilmente llamar a Inuyasha e indicarle que fuera hacia ese lugar.

    —Está bien, iré —fue lo único que dijo ella para luego colgar de inmediato.

    Nagasaki esbozaba una sonrisa triunfadora luego de haber conversado con ella, no mintió: sí se perdió la última línea del bus y el próximo llegaba luego de treinta minutos sin embargo lo hizo apropósito ya que llevaba planeándolo todo el día.

    Mientras tanto Kagome llamaba por tercera vez a su inquilino, no obstante él no respondía el teléfono. Se hartó y decidió dejarle un mensaje de voz seguido de dos mensajes de texto indicándole que cambiaron de lugar, el por qué y donde debía ir.

    Entretanto en la oficina cerrada de Miroku sonaba y vibraba repetidas veces un Smartphone negro encima de un aparador al costado de una pecera, tenía tres llamadas perdidas y tres mensajes: uno de voz y dos de texto.
     
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  16.  
    Kyouko Kiryuu

    Kyouko Kiryuu Adicto

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    Aww... Ya ansío que Kagome se dé la oportunidad de contarle su pasado a Inuyasha, bueno, al menos él ya se está preguntado por eso y pues que te digo lo dejaste muy interesante.

    Ése Kouga es todo un astuto, quién quita y hasta tiene un 6to sentido que lo hizo hacer quedar con ella en otro lugar; y ese tontito de mi lindo Inuyasha, mira que dejar su celular cuando se lo pudo llevar y si le llegaban a llamar simplemente ignorar dichas llamadas inoportunas o bien apagarlo por unas horas y prenderlo por si las dudas. Espero que eso no cause problemas con estos, aunque eso es algo imposible conociendo el temperamento de ambos.

    Lo que uno hace para conquistar a un hombre, admiro a Kikyou/Kikyo, mira que fingir que le apetecía comer un hot-dog con tal de quedar bien con él... Sí, no tengo mala estima a ese personaje, siempre se me hizo triste su historia, es uno de mis personajes favoritos. Si algo que la caracteriza es ser inteligente en todo y creo que encontrará una forma para que Inuyasha le haga caso. Asdf... Ya me emocioné. xD

    Estaré esperando el próximo capítulo ansiosa. :D

    Saludos.
     
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  17.  
    ZaroM

    ZaroM Iniciado

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    Hola! Oye, cada dia me siguen gustando mas y mas la trama :D Me sorprendió mucho el pronto aparecer de Kikyo y Koga, Tiene ese "pequeño" Toque de los Malos del fic jejejeje! AMO como todo va avanzando entre Kagome e Inuyasha! Son tan lindos *-*.
    Me dejas con las ganas de seguir leyendo, Siempre paso a revisar si publicaste otro cap. ¡La intriga me tiene Mal! No tardes mucho en seguir subiendo, si? Espero por ti :p!
     
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  18.  
    Cami Chan

    Cami Chan Usuario común

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    ¡Hola!

    ¡Me encantó! Tan divertido y bien escrito como siempre. No sabes lo feliz que me pone ver que pones continuación, me tiene atrapadísima la historia. Bien, Inuyasha es, en el fondo, un amor... pero tonto como pocos. El único día que tenía que tener el celular encima y tuvo que dejarlo por ahí. Bueno, algo me dice que Kagome ya se hará cargo de gritarle un par de cosas por mí. Y quién diría que Kouga podía ser tan calculador... y ¿malo? No sé, aún no decido si es malo o no. Sólo espero que por el bien de Kagome —y él mismo si no quiere que lo maten— Inuyasha llegue a tiempo al lugar donde debe de alguna forma.

    Te felicito. Una historia genial. ¡Esperaré el siguiente ansiosa! Nos leemos en la próxima.
     
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  19.  
    aLeTheia_anGeL

    aLeTheia_anGeL Usuario común

    Piscis
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    Escritora
    Título:
    Ni contigo ni sin ti [inu&kago]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    24
     
    Palabras:
    4812
    Oh! Hiper-archi-ultra gracias! Sus comentarios son tan valiosos para mi :) Me alegran tanto >///< Kyaah! Y sus 'Likes' como siempre me contentan, así sé que la historia les va gustando conforme va avanzando.

    eliamantedeanime, ¿Sabes? Ese restaurante en realidad existe sin embargo cuando lo volví a buscar para revisar que todo estuviera bien, me percaté que ese restaurante se encuentra en 'Winchester' pero no en USA sino en Inglaterra xD Hehe... y como ya lo había publicado no había modo de cambiarlo.

    Kyouko Kiryuu, Sí! La verdad es que no sabía cómo hacer para que Inuyasha dejara su bendito celular xD Hahaha, quizás puse una excusa muy vacía pero bueno más o menos esa era la idea :p y bueno, con respecto a Kikyo, yo también admiro mucho a este personaje aunque me vi en la necesidad de ponerla como 'la villana'.

    ZaRoM, muchas gracias por estar al pendiente del fic! T//T es muy reconfortante saber eso, espero que las próximas sorpresas e intrigas que se vienen te dejen aún más emocionada OwO

    Cami Chan, bueno al principio no estaba segura de poner a Kouga como un villano más pero se me hizo tan divertida la idea xD eso de que siempre esté en la 'friendzone' no me gustaba mucho porque era lo que siempre leía entonces me dije ¿Qué tal si lo hacemos un poco más osado? Y así quedó :)

    Nuevamente gracias a todas y cada una de ustedes, tanto por comentar, por poner sus 'likes' así como también por leer y seguir esta historia ¡Se les quiere mucho! Aquí el siguiente capítulo ;) que lo disfruten.

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    Cap. 7

    Esta era la quinta vez que lo llamaba, estaba un poco preocupada, que él no le haya respondido el teléfono significaba que algo había sucedió así que siguió insistiendo pero nada daba resultados.

    Guardó su celular puesto que ya había llegado al restaurante “La Rata Negra”, el cual le indicó Nagasaki hace unos minutos atrás. Era uno de los establecimientos más antiguos de toda la ciudad, poseía un toque rústico y hogareño además los ochenta vinos que tenían para ofrecer lo hacían un buen lugar para reuniones de trabajo.

    Entró al local y se le hizo muy extraño que no hubieran comensales por ninguna parte, giró su cabeza a todos lados tratando de ubicar al prometido de su amiga y posteriormente pudo localizarle: en una mesa al lado de la ventana con una perfecta iluminación y bebiendo de una copa servida con vino tinto, ahí estaba Kouga esperándola con esa típica sonrisa que lo caracterizaba como si de una cita se tratara.

    Aquello la desconcertó un poco y trató de aparentarse lo más formal que se pudiera para que aquel camarero que se encontraba entregándole la carta no se hiciera ideas erróneas de esa reunión.

    Tomó asiento frente a él ya que no deseaba estar muy cerca, colgó su cartera en la silla y una vez así, finalmente se digno a dirigirle la mirada, seria, pero mirada al fin y al cabo.

    —¿Deseas una copa también? —le ofrecía con caballerosidad.
    —No gracias, sólo quiero que hagas esa entrevista de una vez por favor—le pedía ella tratando de sonar algo respetuosa.
    —Oh vamos, haré eso luego de que bebamos un poco ¿Está bien? —dijo de pronto él lo que causó sorpresa en la chica.

    ¿A qué venía todo esto? ¿Acaso la engañó para tener una cita forzada con ella? ¿Qué es lo que se traía entre manos? Estas y otras preguntas pasaban constantemente por la mente de Kagome, su intuición le decía que se encontraba en problemas sino salía de ese lugar lo más rápido posible pero ¿Qué ganaría? No podía ir y decirle a su amiga que tenía las sospechas de que su novio estaba interesado en su persona y que prácticamente la invitó a cenar, sólo lograría que pasen dos cosas: Ayame podría reírse en su cara y decirle paranoica o lo más trágico, la pelirroja podría enojarse y perder su amistad para siempre además claro, de buscarse el apodo de “quita-maridos”.

    Analizaba cada una de las circunstancias, de todos modos ya se encontraba entre la espada y la pared.

    :::::::::

    Se la había pasado tan bien después del almuerzo, tomando fotografías por doquier, que no calculó correctamente el tiempo en que debía llegar al café y mucho menos que antes de ir hacia allá, debía recuperar su teléfono; resopló agotado pues corrió bastante para estar ahí cinco minutos después de la hora acordada, cinco minutos que seguro Kagome no le iba a perdonar con facilidad.

    Sin embargo, se dio cuenta al instante que el negocio estaba cerrado y obviamente con las luces apagadas; frunció el ceño y metió sus manos a los bolsillos del pantalón, esa mujer le había dicho específicamente a las seis de la tarde en punto porque sería desesperante para ella que no llegara puntual.

    —Maldición, dice una cosa y luego hace otra —murmuraba el chico un poco fastidiado.

    Intentó meditar en qué sería lo siguiente a realizar, es decir ¿Buscar a Kagome? Pero ¿Dónde? Si no sabía en qué lugar se encontraba, ¿Ir por su teléfono? Si… sin duda alguna eso era lo único que podía hacer en un momento así además empezó a sentirse un completo idiota por haber dejado su móvil en la oficina de su amigo, lo más probable era que Kagome lo haya estado llamando para decirle que la reunión se canceló o algo por el estilo, sea lo que sea debía recoger su celular ya mismo para así poder marcarle y preguntarle su paradero.

    —Mierda, ya habrán cerrado la revista —se decía así mismo cuando vio la hora en su reloj de mano.

    Se puso en camino de inmediato mientras rogaba mentalmente porque lo dejaran entrar, aunque a decir verdad ¿Quién no lo dejaría pasar?

    ::::::::::

    —Y dime querida ¿Quién es ese tipo de mirada ambarina? ¿Vive contigo? ¿Son pareja?—preguntó algo atrevido el moreno, se había acordado de aquella vez cuando Inuyasha los “interrumpió”.

    Debía ser la bebida, pensaba la chica porque si no, estaba dispuesta a golpearlo en ese mismo instante.

    —Eso es algo que no te concierne ¿Podemos empezar con esa entrevista? —cuestionó ella cambiando de tema de forma radical.
    —Pero si es una de las preguntas de la entrevista, además quiero saber qué es ese tío de ti ¿Algo íntimo? —contestaba el chico un poco mareado.

    Ciertamente el vino que estaba bebiendo desde hace rato estaba causando efectos en él, síntomas que Kagome detestaba en un hombre a primera vista. La muchacha estaba por completo incómoda y no había forma de zafarse de él a menos que alguien viniera y la sacara de ahí pero claro, eso no iba a ser posible porque Inuyasha aún no llegaba.

    ¡¿Dónde rayos estás Taisho?! —exclamaba mentalmente un poco enojada y repiqueteando sus dedos en la mesa.

    Decidió esperar unos minutos más, si él no venía estaba dispuesta a irse sola sin importar que la zona, a esas horas, era muy peligrosa y no habían más que taxis; dejaría a Kouga en el estado etílico que se encuentre y no se preocuparía por lo que suceda después.

    ::::::::::

    —¡¿Es que no me reconoce?! ¡Soy Inuyasha Taisho! ¡Trabajo aquí maldita sea! —le gritaba enojado al guardia de seguridad.
    —Lo lamento, pero no puedo dejar entrar a nadie al edificio, son órdenes de arriba —le decía sin inmutarse el vigilante, refiriéndose a las normas de alta gerencia.

    En cierta forma no había qué reclamar pues él también conocía las reglas de su trabajo desde hace varios años, precisamente una de ellas decía: ‘Las oficinas se cierran a las seis en punto, después de ese horario no está permitido que nadie, sin un pase o carné de identificación, ingrese al edificio’. Para su mala suerte, había dejado su credencial en el apartamento y no era adivino como para saber que justamente esa noche lo iba a necesitar.

    Aún así había estado reclamándole alrededor de veinte minutos sin éxito alguno, no se había percatado de lo increíblemente desesperante que podía llegar a ser este centinela en turno, jamás se había preocupado por eso pero como quien dice: a veces las ironías suelen llegar en el momento que menos te lo esperas.

    Decidió que ya era suficiente, lamentaba terriblemente tener que rendirse pero si seguía insistiendo podía meterse en problemas y hasta perder su trabajo en la revista y eso era lo último que deseaba así que hizo lo que las personas hacían ‘años’ atrás: usar un teléfono público.

    Fue de inmediato a una de esas cabinas que siempre están en las esquina de las calles y metió dos monedas, por suerte se había memorizado el número de celular de Kagome así que no perdió tiempo y lo marcó enseguida.

    :::::::::::

    Kagome ya estaba hastiada de todas esas preguntas privadas que Kouga le estaba haciendo así que sin decirle nada tomó su cartera y se dirigió a los servicios higiénicos, tenía pensando arreglarse la blusa antes de irse en definitiva de ahí.

    Empujó la puerta vaivén e ingresó, fue directo al tocador para sacar una toallita húmeda, aprovecharía para despintarse el rostro.

    —Esto fue una pérdida total de mi tiempo —se decía a ella misma a la vez que se miraba al espejo.

    Sintió de pronto que su móvil estaba vibrando, lo sacó para contestar pero en cuanto se lo puso al oído y levantó la vista, sus ojos se abrieron por completo al ver por el espejo, que Nagasaki estaba parado atrás de ella y con una mirada lasciva la observaba detenidamente de pies a cabeza.

    Tuvo algo de miedo por lo que no emitió palabra alguna para responder a la persona que le estaba llamando, tapó con su mano los agujeros del teléfono para que no oyera lo que iba a decir.

    —¿Kouga qué haces aquí? Vete —intentaba pedirle de buenas maneras que saliera del baño de mujeres.
    —No soy estúpido Kagome, ese hombre que vive contigo tiene que ser algo tuyo —le decía a la vez que iba acercándose más a ella, añadió —Y no estoy tan ebrio si es lo que crees, si lo estuviera no podría disfrutar del momento.
    —¿Cuál momento? —cuestionó la azabache frunciendo el ceño empezando a intimidarse.

    En ese instante, la tomó de las muñecas por la fuerza y la hizo botar el teléfono móvil al lavamanos que felizmente no estaba tan húmedo por lo que el aparato no se malograría. La empujó hacia el filo de la mayólica y se pegó a ella haciendo que la chica sintiera aquel bulto masculino en su muslo derecho. Se sonrojó muchísimo al percibir esa cosa en su pierna, le daba asco, no deseaba por nada del mundo seguir teniendo esa sensación así que juntó todas las fuerzas que tenía para intentar apartarse de él pero era inútil, Kouga era muy fuerte para ella, maldecía por sobre todas las cosas ser mujer en ese momento.

    Las cosas iban de mal en peor, ella sólo gemía del dolor que le provocaba el fuerte agarre y se le hacía muy extraño que no había nadie en los servicios cuando ella entró, además que tampoco nadie ingrese a ayudarla le resultaba rarísimo ya que los ruidos eran lo suficientemente fuertes como para que alguna persona sospechara y fuera a echar un vistazo; sin embargo, ahora que lo pensaba bien cuando entró al restaurante sólo estaba ese camarero que le entregaba el menú a Kouga, por lo demás ¡Todo el local estaba completamente vacío!

    —¡Maldición Kouga! ¡Suéltame! ¡Ya déjame! —vociferaba con fuerza la chica, al menos ese empleado que pudiera auxiliarla sería su salvación.
    —Grita todo lo que quieras cariño, alquilé el restaurante por esta noche y encargué que todo el personal se ‘fuera a dormir’, así que nadie vendrá por ti —al terminar de decir esto, se le acercó al cuello para besárselo con deseo.

    En efecto, Kouga había planeado hacer esto desde hace unos días atrás así que reservó absolutamente todo el establecimiento para hacer de las suyas aunque sea por esa noche; le había costado demasiado dinero pero valía la pena por esa mujer, Higurashi Kagome lo traía ansioso desde que la conoció por primera vez en el café. Tan sólo verla bastó para que la deseara por completo, el hecho que estuviera comprometido y que esa chica sea amiga de su novia no le interesaba en lo más mínimo además hace meses que ya no sentía esa misma atracción por Ayame como antes.

    Al sentir los labios y la lengua de ese tipo en su cuello, se le encrespó la piel haciendo un gesto de aversión total. Intentó darle una patada entre sus piernas pero el chico se percató de sus intenciones y esquivó la reacción de ella de inmediato.

    Esto obligó que ella girase su cabeza instintivamente a un lado, fue ahí cuando se percató que su teléfono aún estaba en modo de llamada así que supuso de inmediato que sea quien fuese que la había llamado hace unos minutos aún seguía escuchando; pensó rápido y la única solución que se le ocurrió fue gritar, gritar mucho.

    —¡Ayúdame por favor! ¡Restaurante “La Rata Negra”! ¡En los baños! ¡Por favor ayúdame!

    --------

    Le había marcado a la chica, algo preocupado ya que quizás ella había intentado llamarle; maldijo por lo bajo el momento en que decidió hacerle caso a Miroku y dejar su teléfono.

    Luego de cuatro timbradas al fin había respondido aunque extrañamente no mencionó ni una sola palabra por un largo rato así que se animó a hablar él.

    —¿Aló? ¿Kagome? ¿Estás ah…? —preguntaba el chico ambarino pero de inmediato un fuerte ruido lo obligó a separarse unos segundos del auricular con el ceño fruncido para luego volver a ponérselo en el oído y escuchar el enfrentamiento que se estaba dando.
    ¡Maldición Kouga! ¡Suéltame! ¡Ya déjame!
    Grita todo lo que quieras cariño, alquilé el restaurante por esta noche y encargué que todo el personal ‘se fuera a dormir’, así que nadie vendrá por ti.
    —¿Qué demonios…? —susurró Taisho, estaba enojado, realmente muy enojado, exclamó de pronto —¡Kagome! ¡¿Me escuchas?! ¡Maldición dónde estás!

    Pero la joven no le respondió, sólo pudo escuchar extraños ruidos que lo hacían preocupar más, gemidos femeninos que le hacían apretar con furia el mango del teléfono. Golpeó con ira la cabina de la impotencia por no saber en dónde se encontraba ella para correr en su ayuda ¿Acaso el destino sería tan desgraciado como para hacerle escuchar la violación de la que estaba siendo victima la chica?

    Suplicó por un milagro al cielo, cualquier cosa que le diera una señal del lugar en dónde ella se encontraba. El silencio se le hacía eterno, seguía escuchando esos gemidos de dolor que exclamaba Kagome, se imaginaba terribles escenas de lo que podría estar sufriendo sabe Dios qué cosas, eso lo llevó a golpear repetidas veces las paredes de la cabina pidiendo en su mente que por favor alguien le dijera en dónde se encontraba la chica; sus golpes se fueron haciendo más lentos, cerró los ojos y frunció el ceño, apretando con furia sus dientes, estaba a punto de tirar el teléfono a un lado y rendirse para maldecir a media humanidad por tener tan mala suerte pero…

    ¡Ayúdame por favor! ¡Restaurante “La Rata Negra”! ¡En los baños! ¡Por favor ayúdame!

    Pudo escuchar de pronto a la perfección, abrió los ojos sorprendido de que Dios lo haya escuchado en ese momento. Jamás había pedido algo con tanta devoción y gracias a todos los santos se había cumplido.

    Arrojó con fuerza el teléfono dejándolo colgado en el aire para salir corriendo de ahí lo más rápido que podía, se percató entonces que no llegaría a tiempo por más veloz que fuese así que irresponsablemente cruzó la pista provocando que algunos autos se detuvieran en seco y que los choferes de estos le mentaran la madre y demás groserías. Detuvo un taxi y se metió enseguida para indicarle a dónde debía ir e incluso le ofreció el triple del precio si lo llevaba a ese lugar en menos de cinco minutos.

    —Tranquila Kagome, ya voy… por favor que no le pase nada malo —rogaba el muchacho en sus pensamientos mirando impaciente por la ventana del auto.

    ::::::::::

    —¡Suéltame maldito infeliz! —seguía gritando ella, había empezado a llorar hace un rato.

    Y es que Kouga la había tumbado al piso, desabotonado la blusa y ahora la estaba besando en todo su pecho descubierto mientras que la sujetaba con fuerza para que no intentara nada.

    Él no solía ser así pero esa mujer despertaba su lado más salvaje y además lo volvía loco tan sólo sentir su suave piel y poder aspirar ese delicioso perfume; así mismo, lo que lo hacía actuar de esa manera tan compulsiva era el simple hecho de pensar que aquel sujeto de rara mirada ámbar podría disfrutar del cuerpo de Kagome las veces que quería, no por nada vivían juntos: eso lo envolvía en unos celos muy alocados.

    Es por ello que en esos momentos sólo la deseaba para él, la deseaba enormemente y no pararía hasta poseerla.

    —¡Ya basta! ¡No! ¡No por favor! —imploraba la Higurashi llorando y desesperándose más al sentir que le desabrochaba su sostén.
    —Eres perfecta para mi Kagome… eres únicamente perfecta —le decía Nagasaki fuera de sí.

    La chica ya no tenía fuerzas; esos dos años se había hecho la fuerte con un carácter sumamente serio sólo para que hombres como Bankotsu y como estos no le hicieran daño de nuevo; se juró así misma no volver a tener alguna relación sentimental con nadie porque según ella todos eran iguales: unos malditos cerdos que lo único que les importaba era tener sexo con cuanta mujer se les cruzara en el camino.

    No podía confiar en ninguno, no creía en los finales felices, no creía en los príncipes azules porque esas cosas sólo pasaban en los cuentos de hadas; la dura, resistente y seria Kagome se había rendido finalmente y resignado a ser violentada en ese maldito lugar.

    Cerró los ojos con tristeza y suspiró de forma lenta dejando de forcejear y afrontando su destino… Sólo bastaron unos segundos para que el peso que sentía encima de ella desapareciera en el acto, estaba tan débil física y moralmente que no podía diferenciar si era una ilusión o realidad.

    —¿Inuyasha? —susurró para ella misma mirando sin expresión alguna como éste golpeaba sin descanso al malnacido de Nagasaki.

    Sí, Taisho había entrado al local hace unos segundos y bruscamente ingresó al baño de mujeres para sujetar por la espalda a ese tipo, quitárselo de encima a la chica y arrojarlo contra la pared para golpearlo las veces que fueran necesarias con tal de descargar su completa ira por haberle hecho eso a Kagome.

    Ella se sentó lentamente en el suelo y sólo se acomodó la blusa ya que Kouga no había logrado quitarle el sostén, de ese modo se tapó mientras que veía como su “esposo” seguía lastimando y deformando el rostro de ese sujeto sin importarle nada a su alrededor.

    Si esto seguía así, Inuyasha podría matarlo y meterse en problemas así que actuó rápido; sólo tuvo unos segundos de tiempo para abrocharse dos botones de su blusa para luego ponerse de pie y aventarse a la espalda de Taisho, llorando y rogándole que se detuviera.

    —¡Detente por favor, Inuyasha! ¡Ya no lo golpees! —le pedía ella sujetándole los brazos con la poca fuerza que tenía.

    El aludido no tardó en obedecer y se detuvo en el acto, respirando agitado por la adrenalina del momento soltó a Nagasaki haciendo que éste se desvaneciera y cayera sentado en el piso totalmente ensangrentado pero aún estaba consciente.

    No le importó aquello, se limitó a voltear y mirar frente a frente a Kagome aún jadeante, con los brazos abajo y haciendo puños. La observaba con detenimiento, sus rosadas y mojadas mejillas a causa de haber llorado tanto, su cuerpo tembloroso por culpa del miedo que tenía y sus ojos tristes; aquella imagen lo mató, le dolía mucho verla así.

    —Dime que llegué a tiempo por favor, dime que ese imbécil no logró lo que quería —exigía saber él, deseaba saber si había podido salvarla.
    —Gracias Inuyasha, gracias por rescatarme, estoy bien… estoy bien —repetía Kagome, al terminar de decirle esto empezó a llorar de nuevo pero esta vez se cubrió su rostro con ambas manos.

    Esto le demostró a Taisho que efectivamente, ese miserable no consiguió violarla, que había llegado a tiempo para impedirlo. Un enorme peso se le fue quitado de encima en unos segundos y al fin pudo respirar tranquilo y más calmado; sin preguntarle nada o reprimirse en algún momento se acercó a ella para abrazarla suavemente y al sentir que ella no ponía resistencia reforzó sólo un poco el gesto de protección para luego besarle dulcemente la cabeza demostrándole así el alivio que sentía de que ella se encontrara bien ahora.

    —Perdóname por no estar aquí antes… perdóname —le pedía ahora, sentía tanta culpa por haber sido tan jodidamente confiado de dejar su móvil en ese sitio.

    Ella no decía nada, seguía sollozando, intentaba consolarla de algún modo pero nada daba resultados; al parecer esta experiencia le había afectado demasiado así que decidió que ya era suficiente y deseaba llevársela a casa para que descansara.

    Alzó unos momentos la cabeza para tomar aire y en una esquina de la pared por el techo se percató de una pequeña cámara de seguridad, frunció un poco el ceño y se dio cuenta que eso podría ayudarle más tarde, por ahora lo mejor era salir de ahí ya.

    Cogió las cosas de la chica como su celular y la cartera, se quitó su chaqueta y se la puso a ella luego le pasó un brazo por sus hombros y la guió con el fin de irse de ese lugar de una vez por todas dejando en el piso a un débil, deformado y adormilado Kouga.

    ::::::::::

    Abrió la puerta del apartamento y la hizo pasar; en todo el camino Kagome no había pronunciado palabra alguna y eso lo estaba empezando a preocupar.

    Antes de que ella se quitara los zapatos para irse a su habitación, como era su intención, sintió una cálida mano que le sujetaba del brazo lo que la obligó a semi voltearse dedicándole una mirada totalmente deprimida.

    —¿Qué sucede? —fue la primera oración que emitía en horas.
    —Sé que no estás bien pero me preocupas… ¿Hay algo que pueda hacer? —insistió una vez más con la esperanza de ser útil para ella.

    Kagome se giró para estar frente a él y luego de unos segundos extendió sus brazos, ocultó la mirada en su flequillo y aún con seriedad se expresó lo mejor que pudo.

    —¿Puedes llevarme a mi habitación? —pidió la chica con suma tristeza.

    Inuyasha se quedó sorprendido unos momentos, tragó saliva y supuso que hacer eso estaría mal porque quiera o no estaría sacando beneficio personal de la situación, al menos él era un caballero.

    Se acercó a ella y pasó un brazo femenino por sus hombros para que la chica pudiera apoyarse en él al caminar y de ese modo la llevaría sin sentirse comprometido a nada pero en cuanto Kagome lo rechazó supo que esa no era la forma en la que precisamente debía llevarla.

    —¿Pasa algo? —preguntó confundido.
    —No tengo fuerzas para caminar Inuyasha, me siento muy mal, si de verdad quieres hacer algo por mí es eso: por favor llévame a mi habitación, lo único que deseo es dormir —explicaba la joven con ese usual tono deprimente.
    —Está bien… —respondió Taisho para luego suspirar un momento.

    La cargó en brazos estilo nupcial, ella se agarró de su cuello y hundió su cabeza en su pecho cerrando los ojos de inmediato. Caminó de ese modo hasta llegar a su habitación para luego dejarla en su cama con delicadeza, precisamente fue en ese momento en donde se acercó demasiado a su rostro; ella ya estaba adormilada pero de todas maneras estar tan cerca le hizo estremecer un poco, le acomodó algunos mechones que tenía dispersos en su mejilla, poniéndoselos detrás de su oreja y la observó durante un rato.

    Agradeció infinitamente a Dios que ella se encontrara sana y salva y que además le haya permitido llegar a tiempo para rescatarla.

    —Te voy a proteger siempre Kagome… siempre —murmuró él con una tenue sonrisa de lado para luego animarse a darle un pequeño beso en su frente.

    Le quitó los zapatos y la arropó con el edredón asegurándose que no pasara frio por la madrugada, una vez hecho eso salió de su cuarto para ir directo a echarse de un solo tirón al mueble suspirando pesadamente y tocándose la cabeza.

    Varias emociones se estaban juntando en su mente: quizás estaba aprendiendo a quererla, no lo sabía realmente, aún no entendía por qué se sintió tan preocupado cuando supo que ella estaba en peligro, por qué estaba muy enojado cuando se enteró que el idiota de Nagasaki intentó aprovecharse de ella, por qué se sentía tan aliviado al saber que logró salvarla y tan feliz de poder abrazarla, por qué tenía esos deseos de querer protegerla.

    A primera vista pensó que Kagome era una mujer fuerte, seria y muy decidida, que no había hombre en la faz de la tierra que pudiera con ella, quizás esa parte le gustaba porque ella era muy diferente a todas las chicas con las que acostumbraba relacionarse: modelos obsesionadas con conservar su figura y para rematarla sin cerebro aunque bueno, había algunas que se salvaban de lo último pero mayormente todas solían ser así. Su “esposa” no tenía nada que envidiarles a esas señoritas presumidas en cuanto de físico se tratara, eso, sumado con su carácter y su obvia inteligencia superior, la hacía muy interesante para él.

    Pero hoy, al verla tan vulnerable y temerosa lo hizo sentirse la peor basura del planeta, Kagome se veía tan diferente a como frecuentaba ser siempre, por eso volvió a maldecir a Kouga en tonos muy bajos de voz; deseaba gritarlo pero la chica se encontraba durmiendo. Hizo un puño y lo golpeó contra su otra mano para luego apretarlo fuertemente, deseando volver a ver a ese sujeto para dejarle el rostro más desfigurado de lo que ya estaba, nunca se lo iba a perdonar y mientras él esté a su lado no permitiría que se vuelva a acercar a la Higurashi, jamás.

    El tiempo le quedó corto por andar cavilando sobre todas esas cosas, además se hizo un memorando imaginario para hacerse recordar que debía regresar a ese dichoso restaurante mañana mismo y obtener una copia de ese video de seguridad. Lo que había hecho el miserable de Kouga no quedaría en el olvido, él personalmente se encargaría de eso.
     
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    Kyouko Kiryuu

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    Hola. :3

    Awww... Si alguien hiciera por mí lo que Inuyasha hizo por ella, me enamoro. Te lo juro, se me hizo tan intenso este capítulo, me emocioné cada que iba leyendo.

    Me encantó verlo/leerlo tan desesperado y sintiéndose impotente al no poder hacer nada al estar escuchando a su "esposa" pedir ayuda.

    Nunca me hubiese esperado leer sobre un Kouga malvado (?) ok no, se dejó llevar por el momento, sí, sobre todo porque todo lo tenía fríamente calculado... Bueno no todo, no contaba con la aparición de Inuyasha y su rescate.

    Por primera vez Inuyasha la vio en un estado vulnerable y que de seguro ella lamenta puesto que siempre había puesto su cara más dura y de que nadie la doblegaría, pero es bueno que él la haya visto así; de esa manera le atraerá más el pasado de ella.

    Avísame en cuanto subas el siguiente capítulo, ya quiero seguir leyendo.

    Saludos.
     
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