Explícito Necesidad (ADRIENETTE)

Tema en 'Fanfics sobre TV, Cine y Comics' iniciado por quem, 10 Noviembre 2021.

  1.  
    quem

    quem Orientador ejemplar Orientador

    Virgo
    Miembro desde:
    21 Febrero 2021
    Mensajes:
    1,199
    Pluma de

    Inventory:

    Escritora
    Título:
    Necesidad (ADRIENETTE)
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1569
    Necesidad.

    ADRIENETTE.

    Disclaimer: Esta historia no me pertenece es una adaptación para el fandom MLB espero que les guste y no se olviden de comentar.

    Necesidad © Es de una aplicación donde pueden escoger cualquier vicio o palabra, que necesiten escoger para adaptarlo o escribirlo solo que en esa aplicación estaba con otro Fandom y yo lo adapte a este.

    La observé reír caminando con sus amigas mientras salía de la escuela. Parecía querer provocarme con cada sonrisa, cada acción que realizaba me llevaba cada vez más cerca de la inminente locura que planeaba llevar a cabo. Pero yo sabía que ella jamás se había percatado de mi presencia, y no lo haría hasta que fuera el momento indicado.

    Porque todo estaba milimétricamente calculado.

    Una vez más, intenté contener mi necesidad. No era como si fuera la primera vez que lo hacía, pero con ella, las cosas eran diferentes. No sabía por qué, pero ella desprendía un aura inocente y pura que había calado hasta lo más profundo de mí. No me interesaba revertir aquella sensación, porque me encantaba.

    Me encantaba la idea de corromper esa inocencia.

    Fijé mi vista hacia ella, como un depredador acechando con cautela. Y es que, eso era exactamente lo que yo hacía. Ella se convirtió en mi presa desde el primer instante en que posé mis ojos en su figura, porque cada detalle de ella me atraía.

    Sus amigas Alya, Alix Mylen, Juleka y Rose se fueron por un lado, y ella por otro, luego de saludarlas con una sonrisa. Continué siguiéndola, con mi camioneta a una velocidad razonable, pero la suficiente como para no perderle el rastro. Conocía el camino hacia su casa porque que daba cerca del colegio, me lo había memorizado durante los días anteriores, y sabía que por más obvio que fuera, ella jamás me notaría. Se veía como una niña, ignorante del mundo y sobre todo, de la maldad que habitaba dentro de él.

    Sobre todo, de la maldad que habitaba dentro de mí.

    Sonreí ante mi pensamiento.

    Iba a ser tan fácil el poder consumar mis intenciones que me regocijaba ante el sólo hecho de pensarlo.

    Sería simple, pero me llenaba de adrenalina, y bastaba para excitarme.

    Caminaba lentamente por una zona que usualmente era concurrida, pero que justamente ese día, y como si el destino quisiera apoyarme en mis propósitos, se encontraba desierta. Mis labios se curvaron otra vez, con satisfacción. Noté que estaba escuchando música, ya que tenía los auriculares puestos y parecía tararear una alegre melodía. Si era posible, me sentí aún más satisfecho. Ella no me oiría, por lo que las cosas se me habían facilitado aún más.

    Cuando encontré el momento propicio, y sabiendo que mi voluntad y paciencia se quebrantarían en cualquier instante, bajé de la camioneta y me acerqué con pasos cautelosos pero seguros.

    No era la primera vez, y tampoco sería la última. Pero muy probablemente sería la que más iba a disfrutar.

    En apenas un segundo, logré inmovilizarla, tomándola con rudeza y tapándole la boca para ahogar sus gritos. Se movía con desesperación, pero no conseguía que yo dejara de intensificar mi agarre. El hecho de verla tan indefensa no logró más que motivarme a continuar. La metí dentro del vehículo, en la parte trasera, luego de propinarle un certero golpe en la nuca que la desmayó.

    Conduje con tranquilidad, sin ninguna clase de prisa y con una satisfecha sonrisa en mi rostro. Observé por el espejo retrovisor su figura, frágil y delicada, cubierta por el uniforme de aquel instituto. Decidí no mirar más; si me entretenía capturando cada matiz de su preciosa persona, terminaría por chocar contra algo, y esa no era precisamente mi idea del éxito. Reservaría ese escrutinio para después.

    Luego de manejar algunos minutos que se me hicieron bastantes largos por una ruta solitaria, llegué a un bosque sombrío, repleto de árboles: simplemente perfecto. La cargué entre mis brazos, mientras me dirigía a algún punto apartado entre la arboleda, propicio y cómodo para llevar a cabo lo que planeaba hacer.

    De haber sido otra, muy probablemente no me hubiera tomado tantas molestias, pero con ella todo era diferente. Había algo acerca de esa mujer que hacía que mi necesidad aumentara a niveles insospechados. Mi deseo era demasiado fuerte, era como si un imán me atrajera hacia ella, volviéndome más salvaje, más inhumano de lo que ya era.

    Le observé abrir los ojos lentamente, parpadear confundida y luego mirarme a los ojos. Emitió un gemido de horror ahogado, que me encargué de acallar cubriéndole la boca con una de mis manos. Le indiqué que se callara, sonriendo complacido al percibir miedo y desesperación en su mirada. La sentía temblar, podía oler su terror, por más imposible que sonara. No sé cuándo ocurrió, pero de un momento a otro, mi deseo, mi necesidad incurable se había posesionado de mi persona, y sólo me dejé guiar por mis instintos básicos. Mis instintos asesinos.

    La despojé de sus prendas con rudeza, le sostuve las muñecas, evadí sus inútiles intentos por deshacerse de mi agarre, que no lograban otra cosa que excitarme con más fuerza. Me enterré en ella, escuchando un chillido de dolor que no me molesté en callar, porque me sonaba como a música celestial. La embestí sin piedad, como jamás lo había hecho. Juro que no existía sensación más placentera.

    Podía oír su llanto ahogado, su cuerpo retorciéndose contra el mío, sus súplicas, su dolor, y eso sólo hacía aumentar las sensaciones que experimentaba durante aquel frenesí. Me derrumbé arriba de ella, apoyando todo mi peso en su frágil cuerpo, una vez que llegué al cúmulo del placer. Le oí llorar y tratar de alejarme de ella mientras intentaba reponerme. La parte irracional de mi ser había tomado control de la situación; esa parte que, tarde o temprano, siempre aparecía cuando mi necesidad era demasiado fuerte.

    Pero ésa vez me sentí fuera de mí, brutal y despiadado, mucho más de la cuenta. Quizás exageraba, pero aquello me había sabido a gloria pura y dura.

    Volví a la realidad; la parte racional emergió y me dije que ya lo había hecho. Ahora sólo me quedaba despojarla de una última cosa: su vida. Esa era otra parte de mi trabajo, y no sabría decir si la disfrutaría más que lo hecho anteriormente, porque con ella, todo era total e irrevocablemente perfecto e inmejorable.

    Me sumí en el frenesí otra vez. Ni me percaté cuando mis manos rodearon su cuello y comenzaron a apretarlo con fuerza. Sus ojos azules se desorbitaron y daba bocanadas de aire en un intento por atrasar lo inevitable. Hubo un momento en que trató de quitar mis manos de su cuello, pero ya era tarde. Podía notar cómo sus fuerzas se desvanecían, y mi agarre era demasiado para ella. Otro motivo para sentirme increíblemente satisfecho. Aumenté un poco más la presión, lo suficiente como para contemplar en silencio cómo la vida se le escapaba poco a poco, con lentitud agónica.

    De haber sido otra, ya habría terminado mucho antes. Pero había algo en su expresión deformada que me encantaba. Intensifiqué la presión una vez que mis pupilas se habían inundado de su rostro moribundo, hasta que la sentí quieta y silenciosa.

    Sonreí.

    Sus gemas zafiros, que antes me observaban con horror, se encontraban ahora apagadas. Su mirada era vidriosa, y parecía mirar un punto lejano en el cielo, y a la vez no ver nada. Su rostro, antes rosado, estaba pálido, pero su piel tenía aún esa apariencia frágil. Parecía hecha de porcelana.

    Contemplé su cuerpo inerte en el suelo, las curvas que había recorrido con mis manos, su anatomía delicada, desnuda sobre las frías hojas del bosque, Su virginidad destrozada. Las lágrimas secas surcando sus mejillas. Sonreí otra vez, y no pude hacer más que felicitarme. Me marché del lugar, una vez que me encargué de eliminar cualquier tipo de evidencia que pudiera vincularme.

    Una vez en la calidez de mi auto, me dije que volvería a casa y celebraría silenciosamente ese logro. Ansiaba leer los titulares de los periódicos, las noticias en la televisión, todo lo que ocurriría cuando ella fuera descubierta. No pensé en su familia, ni en sus amigos que la llorarían eternamente. No lo pensé, y honestamente, no me importaba.

    No pensé en la última sonrisa que le había dedicado a sus compañeras, la última canción que escuchaba mientras iba de camino a casa, ni en su último aliento. Porque lo único que ella vio antes de morir había sido mi rostro.

    Y esa era demasiada satisfacción.

    Y ahora, en la inquebrantable tranquilidad de mi casa, y luego de meditarlo por mucho tiempo, llegué a una conclusión. Por más que buscara nuevas víctimas que se parecieran a ella, por más que continuara asesinando como sé que lo haría, jamás encontraría una igual que ella. Porque nunca nadie pudo ni podrá proporcionarme tanto placer ni saciar mi necesidad como ella lo hizo.

    Porque esa tarde, mientras le oía suplicar y me enterraba con bestialidad en ella, me sentí.

    Verdaderamente despiadado.

    Verdaderamente asesino.

    Verdaderamente inhumano.

    Fin.
     
    Última edición: 29 Julio 2022
    • Me gusta Me gusta x 1
Cargando...
Similar Threads - Necesidad (ADRIENETTE)
  1. quem
    Respuestas:
    0
    Vistas:
    380

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso