Misato Aoyama Una vez llegamos al dojo vi unas cuantas caras conocidas, entre ellos el chico enmascarado y el niño albino en el comercio de Hatsu ¿estaban buscando algo? apenas Takano entró parecía confundido, al igual que el escuché atenta todo el predicamento que actualmente atravesaba, si que era una pena. Takano de imprevisto solicito mi ayuda para buscar alguna pista en el Dojo, apenas entro y todo empieza, la petición me sorprendió algo pero no tuve reparos en aceptar. —Esta bien, empezaré de una vez—acepte de buena manera, di unos pasos hacia adelante y estudié a detalle toda la sala tratando de dar con algo llamativo, un arma, sangre, una prenda...algo debía estar fuera de lo normal en el Dojo...esperaba encontrar rápido algo.
Mao Ryouma Casa de armamento Mao escuchó con atención las palabras de Fuji... Si, de seguro la katana de Kenzo tenía muchos secretos guardados, y aún más cabezas cortadas. Solo pudo fruncir más el ceño, no era algo que le pareciera digno de memorar; cuantas vidas se habían arruinado por el simple filo de un arma. Katsushiro... —¿Y a quién se las venderá, sí no es a asesinos? —murmuró despacio al aire, casi para si misma. No le pareció del todo prudente entrar así sin más, a un lugar que estaba cerrado al público, pero no cuestionó nada; si la mujer entraba sin ningún problema, pues no había problemas y punto... ¿El tal "Katsushiro" sería importante para ella? Observó y escuchó a detalle todas las acciones de Fuji, bastante asombrada de su manejo, precisión y delicadeza tratando la espada. Una leve sonrisa le surcó el rostro un momento; una sanaba katanas, mientras la otra a los heridos por estas, no era un mal balance. Aunque rápidamente volvió a su amargada expresión, en cuanto mencionó sobre desarmar la espada. Mao frunció más el ceño, dejando escapar un pesado suspiro, agarrándose el puente de la nariz... Fuji había estado hablando con Kenzaburo en el mercado, por lo que tal vez esta oferta ya se la hubiera propuesto a Kenzo... ¿El aceptaría que desarmaran por completo la espada? —No... No lo sé, es la espada de él —titubeó al inicio, en realidad no tenía ideas de la creación de espadas, ella solo sabía usarlas—. ¿Por qué es más importante que otras partes?, ¿hay riesgo de que ocurra algo? Se cruzó de brazos, mirando fijamente el objeto... No recordaba a ningún Kenzaburo desarmando katanas, ella misma no tenía ni idea del asunto. Por todo lo que había hablado Fuji, sentía que ella era la más capacitada entre ellos tres para hacer cualquier cosa arriesgada. >> De acuerdo, puedes desarmarla; pareces bastante informada del tema y tus movimientos son tan precisos como delicados. Ahora mismo, eres la única que puede hacer más por él y su arma que yo.
Casa de Armamento (Fuji; Mao) Fuji recargó unos segundos la katana en la mesa de madera, sobre el paño —El nakago es la base del filo —apuntó al mango; dónde estaba el trenzado —debajo de todo esto está el nakago; es una parte más delgada que el filo; pero es uno con el. Es lo que sostiene la katana; mientras todo el filo hace el impacto, el nakago lo recibe; si esa parte está dañada podría romperse internamente; dejando caer el sable —Fuji dió golpes estratégicos en el mango para desnudar el sable por completo; el mango lo dejó a un lado; el acero interno estaba completamente lleno de herrumbre y un olor a suciedad llenó el ambiente — Voy a comenzar con esta limpieza; tardaré un poco mas que con el filo — esta vez dejó la katana de manera horizontal, sacó de su caja de bambú tres piedras de afilar, cada una de un color distinto; y también un tazón de arcilla; de por debajo de la mesa sacó un jarrón con agua; sirvió a la mitad el tazón y sumergió las piedras de afilar en ella; dejándola reposar. Envolvió el filo con el paño y allí comenzó a limpiarla con mayor fuerza; cuidando que el filo no se moviera. Fueron muchos movimientos mas, el sudor comenzaba a brotar de su frente el cual limpiaba con el dorso de su mano y terminaba de embarrarlo en su pantalón; algo que parecía barbárico para una mujer; siguió trabajando en ello hasta que el óxido comenzaba a desaparecer dejando expuesta la firma del artista que había creado esa katana —Ese es el nombre del artista que hizo esta katana; decirles herreros simplemente no es suficiente; para crear un arma pueden tardar varios meses — dijo levantando la katana para leer la inscripción; Fuji abrió por completo los ojos, dejó la katana en la mesa y suspiró demasiado profundo, cerrando sus ojos por unos momentos; alcanzabas a leer la inscripción "Kyuzo" —Este hombre tiene una historia muy peligrosa...— su voz sonaba bastante pesada y sus manos temblaban. Abrió sus ojos, y tomó el mango, miró el trenzado —Son tiras de cuero; también suelen usarse de algodón o de seda; están en buen estado pero bastante sucias. Estoy segura que también parte de ti puede quedar en esta katana— le entregó el mango a Mao; era pesado —Ayúdame limpiando con mucho cuidado el trenzado—le entregó uno de los papeles de arroz y lo mojo en aceite de bambú; lo escurrió para que no quedara empapado, sólo húmedo y lo entregó a Mao— Iniciaré con el proceso de afilado y lustre; esto terminará de quitarle la herrumbre y le dará el mejor filo que ha visto en años —parecía querer decirlo con orgullo pero alo había cambiado en Fuji —En este proceso me llevaré gran parte de la tarde— volvió al tazón de arcilla y sacó la piedra mas obscura; la sacudió un poco y la colocó en la mesa, tomando la katana y viendo de manera horizontal el filo, con mucho cuidado para saber cómo debía actuar. Comenzó con esa primera piedra sosteniendo la katana en ángulo, el sonido era algo hermoso; casi melódico. Se detuvo un momento mirando a Mao —¿Dónde conociste a este espadachín? Dojo Minamoto (Takano; Kohaku; Natsu; Misato; Kuroki) Takano se unió a la búsqueda que había resultado fallida; a pesar de la ayuda de Misato en esa situación; resignado se sentó frente al té; y comenzó a comer lo que Kohaku le había dado; el arroz era de Fuji, lo sabía muy bien; pero sentía un extraño sentimiento, ya medio tazón estaba en su estómago y recordó que Chikusa siempre hacía una oración en el pequeño altar que había en el dojo; sólo Chikusa; Takeda y Ukita lo usaban. Pero esta vez Takano se levantó y se acercó al altar, se arrodilló frente a él —Necesito de tu fuerza Chikusa; te has ido muy pronto —Takano no sabía de oraciones —Por favor, guíame... — Se levantó casi de inmediato; mirando a los presentes —Creo que le hemos fallado a Ukita con esto del rastreo de pistas— dijo con desánimo —Pero no somos especialistas en ello; podemos idear algo más con las habilidades que si tenemos; mi habilidad no es de las mejores para estos momentos, me especializo en el entrenamiento de las artes marciales. Podría cambiar el lugar de Ukita, para que el venga a hacer eso de la investigación...pero si eso fuera posible, el ya lo hubiera hecho —decía tratando de crear un plan, pues las balanza no parecía estar a su favor—¿Alguna sugerencia?
Kuroki Fusatada Escuchaba en momentos la plática de Natsu y Kohaku, pero no presté mucha atención, al final me terminé frustrando, sabía que estaba cerca de dar con algo pero no parecía resultar. Luego de que pasara mucho tiempo, escuché a Takano y me quedé reflexivo, además de recordar a Mao... Vaya, admito que es irritable, ya comprendo como se lleva bien con Kenzaburo, en fin. Si él quiere problemas conmigo que lo haga, yo solo he tratado de defenderlo. —Iré afuera a tratar de buscar información nueva del pueblo, dudo que el que sepa nadar o ser sigiloso me sirva ahora. Si algo sé es escuchar a la gente y sus noticias, de otra. No se me ocurre nadamás—. Expresé, mientras antes de salir vi a Kohaku. >>Sí, me he intentado infiltrar y llevo sus años aquí en Nara, aunque bueno. Creo que Takeda te relatará mejores experiencias—. Reí con cierta pena mientras al final, salí del Dojo. Kenza mencionó algo sobre un puente... ¿No? Creo que sería buena idea ir allí.
Kenzaburô —Seguí el rastro hasta el establo, dónde me rodearon y mi búsqueda quedó en nada. No puedo estar seguro que la sangre era de Tenshin pero sí asegurar que el rastro del asesino del sujeto en el Santuario me llevó hasta aquí. Y no creo en las coincidencias; todo se une. Miró a su interlocutor con curiosidad. Él ya había dejado atrás esa vida de guerrero bajo el mano de un señor y por ende, olvidado las intrigas, traiciones y todo lo que se tejía bajo su nariz sin siquiera saberlo. —A veces la necesidad hace de uno codicioso y el miedo peligroso. ¿Cuál de los dos identifica más a este tipejo, el tal Tenshin?
Natsu Gotho Tomó del té que le habían servido al igual que el alimento. Dejarlo servido sería despreciar la comida, y aquello no estaba en sus valores. Al escuchar a Takano salió del dojo sin decir una sola palabra, ya que si se quedaban todos ahí no encontraría nada. Lo mejor sería una sola persona en el Dojo y el resto moviéndose. Trabajaba mejor solo como un gato solitario. Caminó por el césped en dirección al santuario, quizá encontraría algo... quizá no. Cubierto de los rayos del sol con la parsimonia falsa de la mañana se movió con tranquilidad fingida hasta llegar frente a su destino, esperando encontrar a alguien ahí con quién dialogar. Abrió la puerta y su mirada quedó atenta al frente.
Mao Contenido oculto: Ryouma Casa de armamento. Su rostro se mantuvo serio y atento ante todo lo que hacía y decía Fuji. El nakago, a final de cuentas, era la mayor fuerza y debilidad de la katana... una sonrisa ladina acompañó a sus labios cuando negó suavemente con la cabeza... ¿Sería ella misma la peor debilidad de Kenzaburo? Él era su fuerza en muchos aspectos... ¿Pero en que le ayudaba ella? Tal vez eso de tener una debilidad era precisamente lo que Kenzaburo necesitaba, lo esencial para que se detuviera y viera a su alrededor, para que pensara que diablos hacía con su vida y la vida de los demás. El cariño hacía el hombre era especial, demasiado especial, porque mientras él le defendía de todo; Mao intentaba de mil y un maneras, de distintas formas, que ese viejo hombre no corriera hacía su muerte... Que dejara de probarse así mismo que era alguien, que era aterrador, que era el peor de todos... ya no podía ser el más atroz, porque Mao estaba decidida a redimir a aquel hombre de sus pecados, de sus males y lamentos... Si había que pisotearle el orgullo, para que dejara de pensar que la vida solo valía por qué era lo que matabas; lo haría. Haría que el hombre aceptara que estaba mal, que su camino a pesar de difícil, tan solo era una muestra más de su mayor y profunda debilidad; no poder convivir con los demás. Lo decidió hace muchos meses ya; sería la única encargada de matar a Kenzaburo, ya sea de manera metafórica o literal, lo que ocurriera primero. Pues para Mao, no existía peor castigo para él que morir en las manos de la única persona que salvó por genuina compasión. Mao no era compasiva con Kenzaburo, y aún menos con otros hombres. —Entiendo —respondió ante el dialogo de Fuji sobre lo que se demoraba hacer una katana—, pero no me es extraño que dure meses; los kimonos, los bebés, la capacidad de sobrevivir, bailar y cantar por dinero de un Feudal o prestigioso Samurai; mientras algunos de estos te denigran como humano solo por tu trabajo: Todo serán un verdadero arte siempre, porque todos demoran meses en aprenderse, años en perfeccionarse. No veo mucho sentido en alagar algo por cuanto se demoró en hacerse, cuando lo más importante es la dedicación y sentimiento que se le dio al objeto —. A pesar de la seriedad con la que hablaba, un deje de alegría se notó en su voz, que era igual de profunda que siempre; aunque la monotonía en ella se perdía de a poco. Todo su cuerpo se puso en alerta ante el suspiro de Fuji; podía sentirlo, el peligro que ella empezó a emanar... "Este hombre tiene una historia muy peligrosa..." Mao dejó soltar un chasquido, más sonoro de lo que pensaba, mientras apretaba los dientes. Nunca le gustaba recordar el peligro, mucho menos aún la muerte. Sus brazos se habían aferrado aún más en el entrelazado que tenían... Cuando se percató del casi imperceptible temblor de Fuji, sintió su corazón contraerse y se le aguaron los ojos. Maldijo por dentro, pero no dijo nada; mantuvo su ceño fruncido, su sonrisa volteada en una mueca de desagrado total. Estaba empezando a cabrearse otra vez. Sintió el peso del mango en sus manos, era irrelevante, pues ella también estaba acostumbrada al peso de una katana. No pudo evitar soltar un corto gruñido gutural en cuanto Fuji le empezó a dar indicaciones de qué hacer... ¿Dejar una parte de ella en la katana de Kenzo? Una punzada le recorrió la frente; si no se calmaba, el mal sueño le pasaría factura con un desmayo. Inspiró hondo, exhalando despacio y sonoro por su boca. Se arrodilló en el suelo, mientras evitaba dudar al momento de limpiar el mango y las tiras; aunque en el fondo le empezaba surgir una gran ansiedad, un miedo a cometer algún error con el importante mango de la katana. —Y pensé que yo era cobarde —carraspeó silenciosa, con claro odio en sus palabras, pero no se desconcentró de la labor que le acababan de asignar. Ni siquiera volteó a mirar de reojo a alguien. Demasiado y pesados recuerdos se le venían a la mente, cosas que nunca iba a poder olvidar, de las que no se iba a librar tan fácil... Y Fuji quería que dejara marca en la única katana con la que no quería estar vinculada. "¿Dónde lo conociste?" El aire se le contuvo, su corazón dio un par de latidos tortuosamente lentos, para después acelerar molesto; en dos pestañeos brotaron muchas lágrimas, que se detuvieron ante la leve y odiosa carcajada de Mao. —Jeje —parecía que el aire de le escapó poco después. Se quedó observando el mango de la katana, sin hacer nada, solo recordando cosas mientras todo su cuerpo se tensaba. Estaba asustada, en verdad que en ese momento se sentía aterrada y no deseaba estar con nadie; ni mujeres, ni hombres, ni niños, ni niñas... Ancianos y ancianas nunca estuvieron en su lista. Solo había una persona con la que se sentía segura, y esa persona estaba en un aprieto sin su katana. Inspiró nuevamente, mientras erguía su espalda, para terminar mirando el techo aún arrodillada. Pensó su respuesta... ¿qué responder?, ¿qué es lo que quería saber Fuji? —Ya lo dije —comentó seca, su voz volvía a la monótona seriedad, a su hablar más inhumano. Desconectar sentimientos de acciones, ya estaba empezando a controlarse nuevamente —. Kenzaburo es una escoria, un mal nacido y alguien que es mejor encontrar muerto antes que vivo... ¿Estas segura que quieres meter tus narices en su vida? Porque si esa es la respuesta. Mao se levantó perfectamente erguida, mirando con bastante desconfianza a Fuji, pero la niña no transmitía ninguna pizca de miedo; a pesar de que por dentro si estaba asustada. "Peligro", uno irracional y algo incongruente, eso era lo único que podía llegar a transmitir su presencia. Intercambio miradas con Fuji, y esta vez la sostuvo sin vacilar. >> Creo que no podré seguir aceptando su ayuda; si le temes a Kenzaburo, o temes todo lo que puede significar esa espada, no hay sentido con que le ayudes. No podrás asumir las consecuencias de lo que liberar a ese hombre significa. Yo no tengo problemas en que me maten, entre mis dos posibles finales, ese sería el más fácil y liberador... Pero tú no puedes morir ¿verdad? Tienes una vida que proteger, una labor por la cual sentirte orgullosa, una familia que te apoyará; no importa que tan mala sea la situación —finalizó con una sonrisa, una de oreja a oreja; verdaderamente genuina, sin pizcas de soberbias o sátiras. Se acercó a Fuji, acuclillándose ante ella, mientras dejaba las cuerdas y el mango a un costado, las herramientas de la mujer para limpiar las posó cuidadosamente en su regazo. Tocó el hombro de la "superior", cuando lo hizo dejó de estar aterrada; tan solo podía dar una suave sonrisa, mientras su mirada era más filosa que su propia katana. —Te lo diré una vez; si tú mueres, tienes a un pelotón de espadachines que llorarán tu perdida. Si yo muero, moriré sola, me encargaré de morir sola... Si Kenzaburo muere, generará más risas y alegrías que penas y arrepentimientos... —hizo una pequeña pausa, dónde dejó de sonreír, solo para volver con una sonrisa más amplía después; había estado susurrando todo este tiempo, como si la mujer fuera alguna confidente —. ¿No crees que es hermoso?; que la muerte transmita gozo y alegría. >>Kenzaburo es especial, es como ningún otro que yo haya conocido, escuchado o presenciado. Mientras esté vivo será terror, pánico, miedo y dudas; muchas dudas, pero ante su muerte solo podrá traer felicidad, calma y gozo: El gozo que fomenta el orgullo de alguien qué destruyó y despedazó a un demonio. Mao cerró los ojos tras decir lo último, y en cuanto inhaló volvió erguirse poniéndose de pie, exhalando suavemente por la nariz en cuanto volvió a abrir los parpados; nuevamente cruzando miradas con Fuji. Ambar. —¿Eres capaz de terminar el trabajo que empezaste? ¡Yo no tengo idea de limpiar mangos! Sí no eres capaz de arreglar esta espada por cuenta propia, prefiero que me la devuelvas desarmada. No deseo recibir ningún apoyo ni trabajo que no sea genuino; la mala vibra al hacer tu labor será más perjudicial que la mala técnica implementada. Somos más que técnica y fuerza; conocimientos y habilidad: Somos humanos, tenemos sentimientos, y estos se quedan en todo lo que hacemos. No deseo que tus rencores, traumas o miedos se queden en la espada de Kenzaburo; porque la espada de Kenzaburo solo puede cargar con los miedos, rencores y traumas suyos, como la mía solo podrá cargar con mis problemas y miedos. No te apoderes de lo que no te pertenece; no te desahogues con tu trabajo, eso es poco profesional, pero lo entiendo. Nunca es fácil tener trabajo cuando aún se está de luto. >>Por eso lo digo, y te vuelvo a repetir; ¿Eres capaz o no de arreglar la espada de un criminal? No te juzgaré ni te difamaré por tu respuesta, pero necesito que seas honesta, porque si hay algo que odio son las mentiras dichas para quedar bien parados. Todos somos unas malditas escorias al final, Kenzaburo es valiente por aceptarlo, a pesar de que eso signifique vivir por y para él mismo; solitario, abandonado. Yo no quiero lo último, por eso estoy acá contigo, dialogando; no cortándote la yugular de un solo katanazo.
Casa de Armamento (Fuji; Mao) Fuji permaneció frente a ella hincada mirándola fijamente; en su cinta cargaba tres armas; dos kodachis y una katana. Dejó sus dos kodachis a un lado; sacó la katana sin desenfundarla; armas muy hermosas en sus tejidos; las kodachis no parecían los tejidos usuales japoneses; de las dos colgaban hilos rojos con nudos y una borla al final. La katana la miró unos breves instantes antes de dejarla también a un lado; parecía una simple katana, pero en su mango estaba amarrado un rosario budista. Colocó sus manos en triángulo mientras se inclinaba en el suelo; quedando en una posición de disculpa ante Mao —Te pido perdón; he insultado a tu corazón y tu orgullo; nunca ha sido mi intensión — las palabras de Mao, aunque severas estaban justificadas; Fuji desconocía el por qué pero no estaba en ella juzgar ninguna emoción. Se enderezó y miró fijamente a Ma0 —Una de las frases que mas dice Takeda es que cada mañana nacemos de nuevo; que lo que importa es lo que hacemos hoy— Fuji volvió a tomar el mango de la espada de Kenzaburo —Yo no soy fuerte como lo era Chikusa; yo no soy sabia como lo es Takeda; mi fortaleza no proviene ni de mis músculos ni de mi mente; mi fuerza está aquí dentro— Señaló su corazón —Podría decirse que soy como el nakago de una katana; frágil pero firme— miró las armas a su lado mientras hablaba— El mantenimiento de una katana refleja la personalidad de su amo; esta katana pareciera querer morir; pero su propia forja no la deja; esta arma posee gran fortaleza que yo no dejaré que se pierda; está no es una simple restauración; es una purificación —colocó el mango en la mesa y lo cubrió con el papel de arroz —Soy capaz de resucitarla; tendrás un arma mas viva y fuerte; puliré cada impureza que su dueño la ha obligado a cargar, castigándola a morir junto él— miró fijamente a Mao — Su dueño debe dejar de buscar la muerte; si su katana le está rogando sobrevivir — Miró nuevamente el filo; sacó del agua su segunda piedra para afilar —El camino para volver a tener el brillo de antes,es pasar por procesos muy duros. Uno no sumerge el sable en una solución para que en unas horas esté como nuevo; para que el sable vuelva a brillar debe pasar por muchas piedras; renacer no es ir a un balneario; mojarse de agua aromatica podrá mejorar tu humor pero no sanar tu alma— comenzó con el segundo proceso; el afilado; el sonido era más fuerte que el anterior, a pesar de que el movimiento que hacia Fuji era mas lento —Yo puedo arreglar la katana mas oxidada de todo Japón; yo no arreglo el corazón que va atada a ella; no me corresponde — cada que hablaba miraba al filo y al ángulo de la hoja —Me alegra que su dueño acepte ser una escoria; pero quedarse en ese pensamiento es equivalente a la herrumbre que viste en el nakago— siguió con el afilado del arma en completo silencio; tardó mucho tiempo, el sól estaba en su cénit cuando hizo su última inspección de la hoja. Se levantó salió del local, al regresar traía consigo una rama de bambú que colocó en el centro del local; tomó la hoja y la colocó sobre el bambú sosteniéndo el sable del nakago; la hoja se deslizó sola, cortando el bambú a la mitad. Volvió a su mesa de trabajo donde volvió a limpiarla antes de sacar la tercera piedra humedecida y comenzar con el proceso de pulido; el cual era distinto a todos los procesos anteriores; la hoja recorría la piedra más fácilmente y de un sólo movimiento; el brillo comenzaba a deslumbrar; a pesar de estar en interiores. Al teminar Fuji volvió a ensamblar la katana; limpiando también el mango y la funda; puliendo esta última y limpiándolas con aceite de bambú; la katana estaba terminada. Fuji se levantó e hizo una reverencia; volvió a colocar sus armas en su cintillo y enfundó el arma de Kenzaburo; extendiéndosela a Mao con una mano —Regresa al dojo; espera las instrucciones de Takeda; yo debo terminar unas cosas aquí— Contenido oculto rapuma necesito un dado de 20 caras Santuario (Natsu) Natsu entró al santuario; el lugar estaba limpio a pesar del funeral llevado a cabo la noche anterior; sólo había un par de áreas que habían quedado algo desordenadas; la tierra alrededor del árbol Bodhi; no muy lejos estaba la lanza del enemigo; fue abandonada como una pista, el arma era muy común en todo Japón, y nadie que conocieran usaba alguna. Pero Natsu al acercarse pudo oler algo particular; era un aroma nuevo para él; en la punta de la lanza además de sangre seca parecía percibir un aceite que se separaba del líquido cuagulado a su lado. Dojo Minamoto (Takano; Kohaku; Misato) Takano observó como Kuroki y el otro sujeto salían del dojo; seguramente se les había ocurrido algo bueno; mientras tanto Takano susiró fuertemente —Creo que no nos queda mas que esperar; me preocupa que Takeda siga en esa audiencia; pero sobre todo me preocupan Ukita y Matsuda. Creo que deberíamos hacer una visita a la Casa Feudal, sólo por si es necesario...— Nara (Kuroki) Mientras tanto Kuroki rondaba Nara; en búsqueda de alguien que supiera algo. Aún era de día pero el sol parecía ya estar en su cénit; por lo que ocultarte de el bajo un puente parecía prudente. Allí había un hombre comiendo unas ciruelas viejas, el cual te miró con miedo —¿Vienes a robarme? Ya no tengo nada; por eso vivo aquí.—
Natsu Gotho El aroma que llegó a sus fosas nasales le hizo cosquillas en el interior de las mismas, pasando la yema de sus dedos por el metal del que parecía estar hecha, sin tocar la punta de la hoja afilada en ningún momento... ¿sería aquel aceite una clase de veneno espeso? Con maestría sujetó el metal levantándolo del suelo y llevándola en su mano derecha, acomodándose su propia espada en la espalda, cubriéndola de la visión exterior bajo su abrigo, ya que quizá, aquella sustancia utilizada en el arma ajena haría efecto contra su piel, manteniéndola a una distancia prudente, lejos del tacto con su cuerpo. Dio un último vistazo por el santuario, pero éste estaba vacío y bastante limpio, decidiendo marcharse. Al salir se topó con algunos civiles pasando por ahí. Sus filosos ojos se movieron un centímetro sin dejar de caminar en dirección a la herbolaria, jugando con las monedas que había acabado robar a una mujer adulta. No necesitaba el dinero, pero tampoco sabía cuándo debía hacer uso de el. Al sumergirse en la hierba alta observó algunas frutas. Moras en su mayoría. Perdió un poco de su tiempo hasta que notó algunos duraznos... solo debía ver si estaban en un buen estado y dirigirse donde el viejo de la herbolaria, quizá él podría ayudarle en descifrar qué tipo de aceite tenía aquella lanza.
Mao Casa de Armamento Soltó el hombro de Fuji, quedándose arrodillada y mirando estoica los movimientos de la mujer. Al ver sacar las armas su corazón dio un vuelco, aunque en su expresión solo surgió un pestañeo, para luego soltar el aire contenido por la nariz. —No te preocupes, yo tampoco he sido lo mejor, hasta ahora los únicos que merecen disculpas son ustedes. Esta ciudad es su hogar al fin y al cabo, es deber mio adaptarme a sus costumbres —susurró, mirando el suelo. No sabía que decir, más que nada por no recordar a nadie pidiéndole disculpas de manera tan seria, no se sentía digna de ellas. Aparte, la mujer estaba hablando, no tenía intenciones de interrumpir su monologo. "Purificación" Mao miró la katana, con una sorpresa casi imperceptible, para después voltear a Fuji; la niña estaba sonriendo, con calma; pero no le duró mucho, pues cuando la experta volvió a mirarla con seriedad... Tan solo pudo dirigir sus ojos huidizos hacía el suelo, diagonal; mirando quién sabe qué cosa al costado de Fuji. Responsabilidades, no se sentía lista aún para volver a tomar las responsabilidades de cuidar a alguien. "Podrá mejorar tu humor, pero no sanar tu alma" Casi se le escapó una carcajada, que terminó sonando más como un extraño bufido corto, quedando en una inestable sonrisa; aún mirando el suelo... ¿Estaba de mal humor por bañarse en un río en media noche? Si... Dejó escapar un pesado suspiro ante el último comentario sobre Kenzo. —Creo que lo has entendido. Lo importante es la espada, la capacidad de defender... Hasta de evitar una muerte, pero cómo y cuándo usarla dependerá únicamente de los portadores —. Dirigió su mirar seria, los labios finamente inclinados hacia abajo, observando con curiosidad los movimientos de Fuji para lograr revivir una katana. >> Eres fuerte Fuji; el poder confiar en otros es símbolo de una fortaleza demasiado grande —comentó con calma, con un tono más agudo de lo normal, extrañamente más natural —. No importa que tu cerebros o tácticas de batallas no valgan ante los expertos, los lazos y el cariño que puede generar un corazón... perduran, perduran mucho tiempo —. Se quebró la voz al final, aunque solo levemente, mientras la niña volvía a cerrar los ojos. Inhalando, exhalando; respirar era fundamental para un buen espadachín. Se levantó, escuchando las indicaciones de Fuji en cuanto lo de Takano. Miró la espada y los ojos de Fuji intercaladamente, con una expresión de desconfianza total, pero al momento de agarrar la katana tan solo sonrió; ojos cerrados, la sonrisa era bastante amplía. Algo genuina, con las cejas fruncidas en una expresión algo penosa. —Gracias, en verdad, por todo —comentó mientras llevaba la espada a un costado, para dirigirse a la salida del local. Se quedó en el marco un rato, apreciando la luz del sol bañándolo todo. >>Una última cosa, señorita Fuji —comentó sin dirigirle la mirada —; cuiden de Takeda, aunque esto es más una petición personal. Se nota su debilidad por cuidar de los niños, no importa si estos puedan resultar unos sádicos que planean matarlo —comentó tan amargada como calmada—. Tampoco planeo seguir el númerito de "somos todos una familia", no por nada soy la cría de un Ronin; no podré ser fieles a ustedes, no ahora ni pronto, tampoco haré promesas sobre futuros que tal vez nunca lleguen. No pienso que Takeda o alguno de los suyos merezca morir, pero a veces la vida es injusta; yo velaré siempre por mi, después por el condenado de Kenzaburo. Un leve momento de silencio. —¡Ah! Y Mao ayer se perdió, creo que se ahogó en un río. Desde ahora llámame Ryouma, no te contestaré si me llamas por otro nombre. Y se marchó sin más, con una katana aferrada a la cintura y la renacida de Kenzaburo en su mano derecha. El peso, el tamaño... Definitivamente eran más grandes que la suya. Ryouma (Mao) Dojo El sol se estaba acurrucando cuando llegó al Dojo. Si, se había tomado su tiempo en caminar, casi parecía un sonámbulo por caminar mientras dormitaba; lo importante era que había logrado descansar un poco la mente, a pesar que se perdió más de una vez y tomó uno que otro camino incorrecto. La cabeza le seguía doliendo, pero parecía más migraña que fiebre. Llegó a las afueras del Dojo, acompañada por el susurro de los árboles dejó salir su potente voz. Una más grave de lo normal, pero que no dejaba sonar naturalmente suave. —¡Soy Ryouma, fui mandado por Fuji! ¡Me han dicho que acate las órdenes de un tal Takano, he venido a eso! Y se calló, a la espera de que le dieran la autorización de entrar al Dojo... ¿Se veía ridícula? Lo más probable es que sí, pero poco le importaba.
Herbolaria (Natsu) El hombre levantó la vista hacia ti; no se sorprendía de verte; sabías la rutina, pagar por el uso de las herramientos y poder disfrutar del aroma del local; pero esta vez le llevabas algo que el hombre no entendía; por un momento se espanto de que fueras a atacarlo con el arma hasta que la dejaste inmóvil frente a él; al señalar el líquido, notó el cuidado con lo que habías transportado el arma. Separó el aceite y lo colocó en un frasco, aun quedaban unas dos gotas en total; sacó mas frascos, parecían ser medicinales. Después sacó una caja; en ella tenía un saltamontes, era la única manera de probar que era es líquido; dejó caer una gota sobre el; no parecía afectarle hasta que el animalito comenzó a limpiarse el líquido; pasándolo por su boca; esto hizo que el pequeño sufriera unos instantes y después cayera muerto —Un veneno muy potente; tiene un aroma fuerte que no logro distinguir; creo que esto sobrepasa mis habilidades muchacho; soy mas un herbolista curativo; los venenos no son mi especialidad— tapó firmemente el veneno a pesar de sólo contener una gota; tomó uno de los frascos con medicamento líquido y lo ingirió —No sé que sea esto, así que mejor estar prevenidos— Tomó un pincel y marcó el frasco del veneno "sustancia desconocida; mata al instante— Esto es muy peligroso —miró alrededor, nunca había nadie en su local, aún así estaba nervioso —¿Esto fue lo que mató a Chikusa? —preguntó preocupado —Si eso es así el asesino es mas cobarde de lo que los rumores dicen; pero es conocedor de venenos; y nadie en Nara ha venido a mi buscando ingredientes; sólo tú. —No te estaba incriminando; él sabía que si le habías traído el veneno era para identificar la substancia —Yo no hice esto si es lo que crees; no sería bueno para mi negocio— te entregó el frasco marcado —Esto es tuyo; no quiero nada que ver con ese líquido asesino— Dojo Minamoto (Takeda; Takano; Kohaku; Misato; Mao) Takano estaba de pie dispuesto a salir; pero justo en ese instante entraba Mao con el arma que le habían mencionado antes de que Takeda se fuera a la casa Feudal. La puerta estaba abierta y Mao sin entrar; detrás suyo estaba Takeda, también acababa de llegar y había escuchado a la pequeña —Ryouma...—dijo Takeda detrás de la pequeña, pensando que aquel nombre era un nombre de chico. Miro que traía la espada y sonrió —Muy bien Ryouma; veo que Fuji se ha excedido; ha de estar exhausta— miró a Takano —No dejarán salir a Ukita ni a Matsuda ¿encontraron algo útil? — Takano negó muy avergonzado —El señor Feudal cree en su hijo; por mas que he tratado de extender la Audiencia para ganar tiempo creo que no fue suficiente; la sentencia correrá al anochecer; a Ukita y Matsuda parecen haberlos acorralado, los vigilan; cómo si nosotros fuéramos los causantes de la muerte de Chikusa— decía molesto y miró alrededor del dojo; encontrando un nuevo rostro; Misata; sonrió y asintió haciendo que su molestia disminuyera—Dicen que el asesino se detuvo en el dojo...— al igual que Natsu, primero miró al tejado, sin señales; después miró hacia el suelo; en los cimientos altos del dojo; se incó y se arrastró un poco por debajo; encontró una armadura. La sacó lentamente y al ser expuesta a la luz del sol sonrió, era una Armadura de los guardias de Nara; estaba dañada del mismo lado que Tenshin— Al parecer la suerte nos sonríe un poco— dijo Takade mostrando la armadura a los presentes
Ryouma Dojo Minamoto Mao escuchó a Takeda, y un fuerte bochorno le cubrió todo el rostro, mientras se le erizaba la piel. Cerró los ojos mientra inclinando el rostro hacia abajo... Si, no le importaba hacer el ridículo, pero ante Takeda era diferente. — Ryouma Minamoto, si me lo permite —comentó al final, con una sonrisa ladina mientras miraba de reojo a su nuevo líder, sin alzar la vista. Pero después si irguió su cabeza, para poder observar con suma seriedad lo que Takeda tenía que decir... "Causante de la muerte de Chikusa" —¡¿Y se puede saber con qué pruebas acusan esos conde- ?! —mordió su lengua a mitad de la oración, mirando el suelo, estaba enfadada; muy enfadada. Observó como Takeda sacaba una armadura, una armadura de los Nara... Mao no pudo evitar sonreír, alegre de avanzar en la investigación. —Me parecía raro que el viejo de Kenzaburo hubiera sido atrapado —comentó con su tono de voz más potente, el que salía desde las entrañas de su estomago y era algo grave; pero nunca dejaba de ser suave. Se necesitaba de mucha concentración y habilidad para mantenerlo. Hasta cierto punto, le transmitía confianza, porque todo su cuerpo agarraba fuerzas al momento de hablar. Liberaba energías. >> Le conozco; el malnacido nunca deja un trabajo a medias —prosiguió con calma, sin cruzarse de brazos, debido que sujetaba la katana de Kenzo, lo que sería incomodo—. No es un idiota, reboza de experiencia; en cada trabajo se juega la vida. Me extraña que esa Cría Feudal saliera viva; cuando no debería, pues Kenzaburo lo hubiera emboscado en la solitaria noche, sin dejar rastro de su presencia... Hay algo que no me cuadra... Pues si ese criajo sigue con vida, tendría que significar la muerte de Kenzaburo, y él está encerrado; no muerto... Si el Feudal tiene poder... ¿Qué problema habría con matar a un forastero más? Más cuando se dignó a atacar a alguien tan importante como la cría de un Feudal... Yo si fuera ese tal Tenshin, no hubiera aguantado esa falta de respeto; hubiera degollado a Kenzaburo sin más. No se me hace lógico un duelo entre dos samurais dónde alguien no salga muerto, a menos que hayan cosas ocultas de por medio. Tras decir todo aquello, con voz estoica y sonora, dio un largo y pesado suspiro; tras haber llenado nuevamente sus pulmones de aire, aquel acto delató un poco de su verdadero tono de voz. —Bueno, estoy agotado, así que yo me iré a dar una siesta —comentó con ojos cerrados, mientras se dirigía a uno de los árboles que rodeaban el Dojo. Se respaldó en este, con las manos aferradas a la empuñadura de amabas katanas; la mano derecha sujetaba la suya, la izquierda la de Kenzo. Una vez dormida, sería difícil quitarle el arma, pues las manos se le agarrotaban con fuerza al momento de dormir; una mala costumbre hecha para que no le robaran lo más importante, su principal método de defensa.
Dojo Minamoto (Takeda; Takano; Kohaku; Misato; Mao) Takano miró a Mao cuando se presentó con el apellido —¿Mas niños Takeda? —volvía a recordarle a Takeda lo que le dijo el día anterior ante Kohaku y Kuroki; miró a Kohaku disculpándose con una mano de manera vertical frente a su rostro. Después salió mientras Takeda urgaba debajo de los cimientos, su líder se levantó cubierto de polvo pero con una armadura ensangrentada en las manos. Takano también sonrió. —Kenzaburo; conque ese es su nombre ¿eh? —dijo sacudiéndose —Ukita mencionó que envió al dojo a alguien mas junto a Kuroki —dijo mirando a Misato; a pesar de saber que no se refería a ella. Takano reaccionó y se inclinó en disculpa hacia Takeda —Perdonen mi falta de cortesía; ella es Aoyama, Misato; creo que podría ser una gran adición a nuestro clan por su experiencia—mencionó Takano mientras Takeda se presentaba —Minamoto, Takeda — se inclinó ante Misato; después se dirigió al resto —En otras circunstancias hubiera puesto a prueba sus habilidades antes de hacerlos miembros de este clan; perdonen que han llegado en momentos difíciles; han asesinado a uno de los míos de una manera cobarde; y este hombre, Kenzaburo; logró rastrear al culpable quien usó su poder para emboscarlo en una situación poco favorable. —Miró la armadura; ese había sido el último movimiento de Chikusa antes de morir; una herida profunda que al menos lo dejaría lo suficientemente herido para no causar mas daños —Seguramente escondió la armadura aquí para inculpar a alguno de nosotros...— Takano soltó una queja ahogada al darse cuenta de ello —...pero vió en Kenzaburo una mejor oportunidad ¿Quien dudaría del hijo del Señor Feudal en contra de las palabras de un forastero? — sonrió — Kenzaburo nos ha dado la posibilidad de encontrar pruebas a su favor; pues si esto hubiera caído sobre el clan seguramente nos hubieran tomado por sorpresa —sujetó el rosario budista que tenía en su muñeca; un viejo regalo de Chikusa —No voy a dejar a Kenzaburo en el lugar que seguramente tenían planeado para mi—
Natsu Gotho Recibió el frasco observando el contenido viscoso. Se olía el que fuese un veneno, pero no uno tan potente... la persona que lo utilizó quizá pensó que por solo fuerza no ganaría, optando por algo de táctica. ¿Inteligente? Si lo fuese no hubiese perdido el arma en aquel lugar, sino que se hubiese desecho de ella perfectamente. Quizá era un principiante que mandaron a realizar el asesinato, inculpando al tipejo que estaba aún entre las rejas. Elevó levemente la barbilla guardando en su kimono el contenido mientras miraba el anciano antes de irse, expresando su gratitud sin cruzar palabra, marchándose hacia el comercio. El culpable probablemente traía el veneno preparado desde días atrás. Al entrar al establecimiento del comercio se sentó en la barra, esperando que el hombre que lo atendió la otra vez estuviese ahí. Cuando lo distinguió lo llamó con un leve movimiento de cabeza, preguntándole en un bajo murmuro al estar el local lleno de clientes en lo que parecía ser el medio día. —¿Recuerda haber visto algún sujeto con una lanza de metal? —cuestionó directo con el semblante desconectado—. Uno en particular que le llamase la atención. Posiblemente no diese con el culpable sin información, mucho menos cuando aquella arma no era algo extraño en estas tierras, pero no perdía nada preguntando en uno de los sitios más concurridos.
Kuroki Fusatada No pasó gran cosa, aunque una breve discusión por el que decidí no detenerme mucho tiempo captó mi atención un instante. Algo sobre que vigilan al capitán Ukita... ¿Qué? ¿Pero porqué? De resto, mas bien era lo que ya todos sabíamos, aunque ese último comentario si me dejo pensando. No tardé mucho en llegar al afamado puente, donde un sujeto se asustó por mi presencia, asustándose al creer que venía a robarle. —No, no. Calma, no vine a hacerte nada, solo... quisiera saber qué puedo hacer con el ronin que esta encarcelado por todo este caos de la Casa Feudal—. Dije con calma, mientras trataba de buscar lo que Kenzaburo había mencionado.
Comercio Rōdō-sha Hatsu (Natsu) Los dueños del comercio lo observaron mientras lavaban en la cocina; el hombre se acercó a Natsu en la barra y negó con la cabeza —Las lanzas son comunes en guardias; no es forasteros o civiles; ¿Vienes del dojo Minamoto? —le parecía extraño que alguien preguntara del tema —Si es así debes regresar; los rumores no son muy bueno en estos momentos —El hombre se veía temeroso; no diría más. La mujer en la cocina se acercó también y tocó la mano de Natsu para llamar su atención, tomándolo de sorpresa —Si vas al dojo, si está mi hija Fuji....—el hombre le negó con la cabeza; se había molestado; la mujer regresó a la cocina muy preocupada —Nuestras preocupaciones no deben ser las de ustedes— Casa Feudal (Ukita; Yamagata; Matsuda; Kenzaburô) Ukita no respondía a Kenzaburô; sólo miraba a la única entrada a aquella celda; indicándole al ya experimentado guerrero que estaban siendo espiados. Pasaron mucho tiempo en silencio hasta que se escucharon golpes en el pasillo que daba a la celda; Ukita se alertó y corrió hacia dónde el alboroto se llevaba a cabo. Kenzaburô esperó unos momentos; después escuchó unos pasos que arrastraban algo; al entrar por el pasillo su rostro se distinguió; era Ukita quien cargaba a un guardia; seguido de Ukita entró Matsuda arrastrando a otro guardia. Ambos guardias habían sido golpeados hábilmente en la nuca dejándolos inconscientes; los recargaron en la pared dónde antes Ukita permanecía de pie. Matsuda estaba golpeado y no cargaba consigo su lanza. Al dejar al guardia se inclinó en disculpa ante su capitán. —Me tomaron desprevenido; escoltando a Tenshin a la Audiencia fui arrestado por la escolta del señor Feudal; pensé que era un procedimiento normal hasta que comenzaron a golpearme; querían que confesara que yo era el culpable de la muerte de Chikusa— Ukita lo observó; Matsuda estaba bastante golpeado, su nariz rota; sus dedos morados—Este guardia me arrastraba a la celda; pensando que ya estaba inconsciente; logré levantarme y sorprenderlo; pero no contaba conque también a ti te estuvieran vigilando— Dijo Matsuda observando al guardia que había golpeado Ukita. La rabia inundó los ojos del Capitán mientras enderezaba a Matsuda, obligándolo a romper la rigidez de la inclinación —Ahora seremos nosotros quienes engañen a Tenshin; estoy seguro que Takeda no piensa dejarlo vivo...— Matsuda se sorprendió ante la oración. Ukita se agachó buscando la cadena con las llaves en el guardia caído; a su vez le quitó la indumentaria. Abrió la celda y le lanzó la ropa del guardia a Kenzaburô —Es momento de reunirte con tu espada— Nara (Kuroki) El hombre lo observó confundido; y después a la gente que caminaba por el puente —No vas a robarme, aunque amenaces con tu katana— dijo mientras personas pasaban rápidamente por el puente alejándose de aquel aroma y posible disputa—¿Quién pudiera ser como el río? Fugitivo y eterno— dijo mientras lanzaba fruta seca al río; los que llegaron a ver esto lo miraron en desaprobación; después el hombre sacudió sus manos para que Kuroki lo dejara solo.
Kenzaburô Cuando escuchó los golpes giró el rostro en su dirección; también vio la figura de Ukita desaparecer y Kenzaburô se irguió como pudo en esa diminuta celda y cerró los puños. Si venían a asesinarlo no lo encontrarían asustado y tembloroso en un rincón, claro que no, le encontrarían tan desafiante como un puma enjaulado, listo para rugir, arañar y morder si era necesario; mataría a alguien esa noche... ... O eso podría haber pasado en otra circunstancia. Kenzaburô relajó un poco la postura al ver ingresar a Matsuda con los cuerpos inertes de los guardias. Ukita habló con él y el espadachín los estudió en silencio: ¿hasta dónde llegarían esos dos? Y como si su pregunta mental fuera respondida, la celda se abrió y se encontró sosteniendo el traje de guardia. —Necesito mi katana cuanto antes. —rugió hacia Ukita ya que había tocado el tema que parecía ser muy sensible para él. —¿Dónde la llevaron? —mientras hablaba se cambiaba muy rápido, la armadura por encima de su kimono desgastado y se ató el cabello en una coleta para que el casco entrara fácilmente.
Kuroki Fusatada —Como sea...—. Dije técnicamente ignorándolo, no parecía reaccionar a mis gestos, si sabía que tenía algo que ver con Kenza, habría hecho algo. Pero al final no pareció haber más y opté por regresar al Dojo, si algo sucedía no tenía que perder el tiempo. Espero que todo vaya bien, solo quisiera que las cosas no exploten pronto, ya que a medio día esto sería un total caos.
Ryouma Dojo Los últimos rayos de sol, esos que se filtraban entre las hojas, se sentían bastante bien. Ya estaba adormecida, pero escuchar a Takano hablar sobre niños no le permitió dormir; pues le era difícil si tenía algo metido en la cabeza. Paz mental y física, de otra manera le era sencillo quedarse despierta, pero el agotamiento también era difícil de contrarrestar; no tenía fuerzas para andar diciendo tonterías como lo hizo con Kuroki, ni enfrentar la situación con seriedad tal como lo hizo con Fuji. —Eres el líder, Takeda —mencionó sonora, sin llegar a sonar chillona. Su voz se escuchaba algo cansada, apenas había abierto los ojos, tan solo podía ver de manera difusa la figura de sus superiores —. No hace falta que nos hagas ninguna prueba, sí tú nos quieres contigo, debería ser más que suficiente —finalizó sin más, para después enfocar, aunque con dificultad, su mirada en Takano. Hubo un momento de silencio, mientras Takeda terminaba de dar su informe, mezclado con un discurso moral. Mao pensó en su propio discurso. —Escucha al niño, Takano —empezó, con su voz grave normal, refiriéndose con niño a ella misma —; Un crío es aquel que tienes que cuidar, encargarte de que vaya por buen camino, procurar que no se muera. ¿Me entiendes? — Mao volvió a cerrar los ojos tras soltar un suspiro agotado —. Déjame decirte que cuando uno es capaz de portar una katana... O dos, en mi caso; dispuesto a pelear a muerte por algo o por alguien... Ya no es precisamente un "Niño"... Los niños son inocentes, ingenuos, piensan que todo puede salir favorable; ven un mundo lleno de oportunidades. Cuando ese mundo hermoso y beneficioso deja de existir... y te das cuenta de que cada cosa tiene un valor, valor por el cual tienes que pagar... Dejamos de ser niños. Cerró nuevamente los ojos, tratando de descansar su mente. — Podremos seguir siendo tontos, orgullosos, avaros e inexpertos; casi al mismo nivel que un niño, pero si no tenemos la ingenuidad e inocencia de la infancia... Pasamos a ser gente peligrosa, Takano... Tu mejor opción ahora es cuidarnos, porque si nos pasa algo, si a un desgraciado se les ocurre hacernos daño... Nos volveremos adultos de temer, Takano; unos bastante tenebrosos, pues si el mundo no nos tiene compasión, nosotros no seremos compasivos con nadie. La carga pasada de hoy será un alivio en el futuro, pero si decides ignorar esa carga... — Mao abrió completamente los ojos, frunciendo con fuerza el ceño, en dirección a Takano. >>Te pasará factura cuando menos te lo esperes. ¡Ah! Y si tanto te molesta, está bien. Soy solo "Ryouma", pero eso significa que no estoy dispuesto a dar mi vida por ninguno de este difuso y frágil Clan, a excepción de Takeda; ya me comprometí a colaborar con él. Y se irguió nuevamente, caminando enfurruñada al interior del dojo... Le estaba empezando a dar frío, no era buena idea dormir en el patio. Ya en el piso de madera, algo arrinconada a la pared, se acurrucó en una posición fetal; se enroscaba tanto como una serpiente a la hora de dormir, abrazándose así misma, pero sin soltar el mango de las katanas. Dio un fuerte y sonoro bostezo, algo insolente. —¿Y que planean hacer con la cría Feudal? —comentó, en un tono de voz neutro, ni muy fuerte ni muy bajo— ¡Lo mejor es escapar de esta ciudad! matarlo les traería problemas a ustedes como Clan y a los ciudadanos, por efecto en cadena. Si se preocupan por Kenzaburo, cosa que creo que tiene que ver más con que les hirieron el orgullo con que ofrecerle ayuda genuina, solo déjenlo recuperar su katana y déjenle el camino despejado para matar a cualquier escoria que él estime conveniente para alimentar su katana. Y se quedó nuevamente en silencio, en una posición de siesta que le hacía lucir mucho más pequeña de lo normal, como si estuviera inerte; pero solo quería intentar dormir... No parecía haber necesidad en resaltar nada más, había dicho todo lo que le preocupaba... "Casa Feudal" se oía muy imponente, más imponente de lo que los Kobayashi alguna vez fueron... Si ella estuviera al mando, escaparía lo antes posible de ahí, pero sabía que esa no era opción para los que quisieran vengar la muerte de Chikusa... Aunque, lo más probable, es que Chikusa desearan que se marcharan de la ciudad vivos antes que muertos; pero eso no lo podía asegurar Mao, era más bien lo que quería creer, pues al fin y al cabo... Chikusa estaba muerto, y una de sus facetas no eran suficientes para conocer que tipo de persona fue y que ideales había tenido.
Dojo Minamoto (Takeda; Takano; Matsuda; Fuji; Kohaku; Misato; Mao; Kuroki; Natsu; Kenzaburô) Takeda observaba a los presentes; Kuroki estaba llegando de la misma manera que Natsu; iban a hablar con Takeda pero Takano irrumpió entrando al dojo abrúptamente siguiendo a Mao —Huir sería ser igual de cobarde que aquel que mató a Chikusa— dijo Takano de una manera muy hostil hacia Mao; arrebatándole la katana de Kenzaburô; al instante su semblante se suavizó viendo la agresividad con la que había actuado ante una niña; pero antes de que pudiera deirle algo a Mao, Takeda intervino, le quitó la katana de Kenzaburô a Takano y lo golpeó con la funda de su propia katana en la cabeza; guardó ambas en su cintillo sujetando a Mao del hombro; el agarre era firme pero no era para lastimarla —Tienes razón Ryouma; un niño jamás olvida...— Takano se inclinó en disculpa ante ambos. Mientras que Takeda se incorporaba nuevamente y caminaba a la puerta del dojo, sentándose viendo al exterior —La política interna es más compleja que eso; si escapamos seríamos marcados como traidores; eso no me interesa en estrategia; ¿pero que pasa cuando alguien es considerado traidor? el código Bushido me indicaría que he faltado a mi honor; y la única manera de enmendarlo es con el ritual de seppuku— Takano ya se veía alebrestado con sólo ese pensamiento —Al no hacer el ritual lo único que causaría es que aquellas personas que estuvieron apoyándonos, serán los que tomen esa represalias; los Hatsu; aquellos en la clínica; el mismo Yamagata. El señor Feudal sólo tomaría una vida a cambio de la mia por deshonrar el código; pero...—Takeda sujetó el mango de la katana con fuerza —...el Clan Taira no funciona de esta manera; ellos destruirían todo Nara por dejarnos escapar — Ukita llegaba al dojo con dos guardias, ambos vestidos en la indumentaria usual; portando el casco. Ukita pidió una plática en el dojo antes de que iniciaran las preguntas, pues requerían privacidad; acto seguido todos entraban al dojo; Takeda tomaba asiento en el lugar especializado para el sensei; los demás colocaron sus rodillas en el suelo y se sentaron después de Takeda. Los guardias se quitaron el casco revelando ser Kenzaburô y Matsuda. Takeda se alegró de verlos con bien; pero no pudo ocultar su desaprobación a la decisión que había tomado Ukita —Esto ha complicado las cosas...— decía Takeda mirando a Matsuda, estaba muy golpeado; aún así se mantenía en posición. Entendía por qué Ukita había actuado imprudentemente—En la Audiencia me informaron que Matsuda sería quien tomaría este duelo a muerte; al ser acusado de la muerte de Chikusa bajo palabras de Tenshin, al no tener suficientes pruebas para culpar al joven feudal. Mientras que Kenzaburô sería ejecutado por planear el asesinato del hijo primogénito del señor Feudal. Ahora ambos están prófugos; las campanas no tardarán en sonar— Ukita se inclinó completamente en el suelo como disculpa— Actué con mis sentimientos; pensando que seguramente encontrarían algo para inculparlo —En ese momento interrumpió entrando Fuji; Ukita; Matsuda y Takana desenfundaron sus katanas hacia la puerta; Fuji dió un salto y deslizó la puerta nuevamente para cerrarla; sin pensarlo corrió a Matsuda quien enfundaba su katana como el resto; recibiéndola con un abrazo. Ella revisó el rostro lastimado de Matsuda y no pudo evitar soltar lágrimas antes de volverlo a abrazar. Takano fue quien rompió el momento tocando el hombro de Fuji; quien se enderezó; secó sus lágrimas y se acomodó como el resto. Takeda la observó con dolor; ahora también en su cintillo, Fuji cargaba la katana de Chikusa —No tenías que hacerlo Fuji; pero te lo agradezco —dijo Takeda; pues sabía que había limpiado la katana de Chikusa, a quien consideraba su hermano. Takeda se levantó y le entregó la armadura a Ukita obligándolo a enderezarse; Ukita la inspeccionó mostrándosela después a Matsuda —Coincide perfectamente con la herida de Tenshin —Dijo Matsuda —¿Dónde estaba?— preguntó Ukita mientras Takeda le señalaba el suelo; los cimientos del dojo —Te arrastraste como un tejón— decía Matsuda bromeando; rompiendo un poco la tensión y haciendo sonreír a Takeda por unos instantes. Takano observó solemne a su líder; y hablando con aplomo pronunció una sola sílaba—Gi...— Takeda afirmó —Cree en la justicia— dijo Takeda mientras Takano trataba de entender —¿Planeas retarlos? — preguntó Ukita haciendo que los presentes se inquietaran —No veo otra opción; ahora que las acciones se han hecho; no planeo agachar la cabeza ante una injusticia. No planeo correr para salvar a unos pocos y sacrificar a cientos; y sé que Eizo también piensa igual — —¿No has aprendido nada? creeme que sé de la rectitud de Eizo; pero Tenshin está con los Taira, eso es evidente; o al menos buscando un favor con ellos. Va a actuar igual que ellos— Takeda afirmó ante la negativa de Takano —Lo sé; la Audiencia ha terminado; por lo que haber encontrado la armadura no nos ayudará demasiado; aún así debo enfrentarme en la Casa Feudal— dijo Takeda mientras todos guardaban silencio. 義 —Yo siempre me navegaré bajo el código Bushido— Dijo Takeda sacando su katana del cintillo y la sujetó firmemente enfundada— Gi, justicia —apuntó con ella a Ukita y Matsuda —Cree en la justicia, pero no en la que emana de los demás, sino en la tuya propia. Para un auténtico samurai no existen las tonalidades de gris en lo que se refiere a honradez y justicia. Sólo existe lo correcto y lo incorrecto— 勇 —Yu; Coraje— esta vez apuntó a Kenzaburô —Ocultarse como una tortuga en su caparazón no es vivir. Un samurai debe tener valor heroico. Es absolutamente arriesgado. Es peligroso. Es vivir la vida de forma plena, completa, maravillosa. El coraje heroico no es ciego. Es inteligente y fuerte. Reemplaza el miedo por el respeto y la precaución. — le extendió su katana para que la tomara; la que Fuji había resucitado. 仁 —Jin; Benevolencia —Apuntó hacia Fuji y Kohaku — Mediante el entrenamiento intenso el samurai se convierte en rápido y fuerte. No es como el resto de los seres humanos. Desarrolla un poder que debe ser usado en bien de todos. Tiene compasión. Ayuda a sus compañeros en cualquier oportunidad. Si la oportunidad no surge, se sale de su camino para encontrarla— Fuji nubló su vista de lágrimas mientras veía la katana de Chikusa 礼 —Rei; Respeto — Apuntó a Mao y Takano — Los samurai no tienen motivos para ser crueles. No necesitan demostrar su fuerza. Un samurai es cortés incluso con sus enemigos. Sin esta muestra directa de respeto no somos mejores que los criminales. Un samurai recibe respeto no solo por su fiereza en la batalla, sino también por su manera de tratar a los demás. La auténtica fuerza interior del samurai se vuelve evidente en tiempos de apuros— 誠 —Makoto; Honestidad — Apuntó a Misato y Kuroki —Cuando un samurai dice que hará algo,es como si ya estuviera hecho. Nada en esta tierra lo detendrá en la realización de lo que ha dicho que hará. No ha de dar su palabra, no ha de prometer; el simple hecho de hablar ha puesto en movimiento el acto de hacer. Hablar y hacer son la misma acción— 名誉 —Meiyo; Honor — Apuntó a Natsu — El auténtico samurai solo tiene un juez de su propio honor, y es él mismo. Las decisiones que tomas y cómo las llevas a cabo son un reflejo de quién eres en realidad. No puedes ocultarte de ti mismo— 忠義 —Chugi; Lealtad —Esto lo dijo guardando su katana nuevamente en su cintillo —Haber hecho o dicho "algo", significa que ese "algo" le pertenece. Es responsable de ello y de todas las consecuencias que le sigan. Un samurai es intensamente leal a aquellos bajo su cuidado. Para aquellos de los que es responsable, permanece fieramente fiel. Las palabras de un hombre son como sus huellas; puedes seguirlas donde quiera que él vaya— Se giró unos instantes; la flor azul estaba reflejada en su kimono mientras hablaba. —No pienso cometer los mismos errores que mi padre; mi honor no me nublará mi juicio. Hidetoshi, Eizo es un hombre honorable igual que su hijo y compañero Hidetoshi, Yamagata. Trataré de convencerlos con las evidencias recolectadas y con el peso de mi apellido —miró a Takano — Takano; serás el responsable de la distribución estratégica —Takano afirmó — A algunos aquí presentes los conozco de hace tiempo; a otros los iré conociendo si es que buscan acompañarme en este viaje; mi nombre es Minamoto, Takeda; hijo de Minamoto, Sogo. Todos los aquí presentes tienen pasados; algunos tratan de ocultarlos, otros ostentan sus apellidos con orgullo; ahora tienen mi apellido —dijo colocando su mano en el pecho — Sus acciones hablan de mi; sus acciones de ahora en adelante son mi responsabilidad; su bagaje está en mis hombros— Contenido oculto: Todos rapuma Mori Kuno Vizard Gigi Blanche Gigavehl Insane Están todos en el dojo; Takeda aún no se va hacia la Casa Feudal; así que si tienen algo que decirle es el momento. Pueden dirigirse a cualquier personaje; hacer preguntas o incluso pelearse si lo en necesario (las peleas aplicarán dados y recuerden que existen los puntos de vida, no querrán enfrentar en malas condiciones a futuros rivales) Perdonen el post tan largo; pero la situación lo ameritaba; por fin estaban todos en un sólo lugar.