Aichi Nagoya

Tema en 'Prefecturas' iniciado por Amelie, 6 Septiembre 2020.

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    Kuroki Fusatada

    Lo sabía, algo sintió... Pero... ¿débil? ¿Porqué estaría débil Kibo? ¿Tal vez por dejar Tsu? ¿Las cuevas? ¿La ausencia de su abuelo?
    Benkei parecía atónito o como mínimo consternado, al levantarse no evité sentirme intimidado de nuevo, su altura era aterradora.

    "¿Quiénes son ustedes realmente?"

    Escuchar esa frase me paralizó un instante, por un momento recordé la pregunta de Kyogi cuando apenas había arribado al Santuario en Chiryu...
    Sus próximas preguntas me consternaban. ¿Porqué tanta intriga? Sentir su mano en mi cabeza ciertamente me hizo sentirme incómodo, dioses, no es que temiera que me hiciera algo, de hecho Benkei parecía tener hasta preocupación por lo que sea que haya sentido o visto...

    —Rengo es mi amigo, no hay mayor misterio detrás—. Dije con calma, pues la verdad es que eso era cierto, soy su amigo.
    >>Al pequeño lo hallamos en uno de nuestros viajes, estaba solo y perdido, decía cosas de que quería hallar a su abuelo y claro, nadie parecía ayudarlo, así que decidimos hacernos cargo, hemos viajado para intentar localizar a su abuelo ya que en la ciudad donde lo hallamos no se encontraba por ninguna parte. ¿Qué sucede Benkei?—. Pregunté con verídica curiosidad pero a la vez calma, además que en el fondo estaba preocupado mas que nada porque malinterprete algo de lo que haya sentido.

    No estaba alterado, mas bien confundido.
    Proteger... Era cierto que que esa pregunta final me dejó reflexivo.
     
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    Amelie

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    [Kuroki; Rengo]


    Benkei afirmó, pues no dudaba en las palabras de Kuroki, no tenía por qué —Su energía espiritual es muy débil— mencionó sin ningún tipo de censura, pues consideraba a Kuroki capaz de entenderlo — Tal vez sea lo mejor buscar a su abuelo; probablemente él sea quien mejor sepa que es lo que sucede con ese niño— avanzó hacia el templo —Mientras tanto, es hora de que recuperen energías; iré a cocinar y preparar el té; por favor esperen dentro.

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    El sitio era demasiado tranquilo, se podía disfrutar del sonido del agua con el viento sacudiendo los árboles, perfecto para reflexionar. Era extraño ver un santuario tan hermoso pero vacío, posiblemente por la presencia de Benkei.

    Esperaron hasta que Benkei regresó con comida, arroz, té y un par de encurtidos —Es simple; pero es perfecta para llenar estómagos vacíos—mencionó Benkei entregándole a cada uno un tazón.

    —Los lujos ciegan al hombre —mencionó Rengo mientras tomaba los palillos —Gracias Benkei.

    Kibo se acercó el tazón y comió directamente con sus manos.

    —No es nada; es mi misión, ayudar a aquellos que no tienen nada— dijo Benkei.

    —Y la mía será pagártelo algún día de algún modo

    —Haz el bien, con eso le pagas a Buda, no a mi —contestó Benkei a Rengo para luego dirigirse a Kuroki —Si no tienen dónde pasar la noche podrán hacerlo en el templo

     
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    Escuché la respuesta de Benkei, parecía creerme y eso me aliviaba, dijo algo de que Kibo tenía una energía espiritual muy débil, cosa que también me intrigaba, ¿porqué podría ser eso? Estaba claro que ya entendía algunas cosas, pero siempre podía preguntarle a Rengo otras por si no entendía algo.

    Asentí ante el comentario de la comida y le seguí hacia el templo.

    Dentro, se tenía que admitir el ambiente y la sola escena en sí era bastante bella y relajante, vaya que si me sirvió para quedarme ensimismado en mis pensamientos, no me extrañó mucho que se hallase vacío, Benkei no daba una amigable primera impresión la verdad, aún así, me quede pensando sobre qué hacer a continuación, si ir a la segunda muralla a costa del dinero, o mejor esperar a que pase el tiempo, ir a algún mercado, irnos a Shizuoka a la noche, mañana en la mañana... tenía mucho por pensar, organizar y planificar, también pensaba en las palabras de Rengo, en su preocupación por Natsu, en el abuelo de Kibo, en Kibo mismo y su condición de Dragón que seguía desconociendo en qué sentido. Cómo estarían Misato y Kenzaburo... estaba preocupado por todo.

    Fue en ese momento que Benkei llegó con todo, siendo ese el momento para dejar de concentrarme y poner atención al momento actual.
    Sonreí a Benkei ante su comentario, agradeciendole que se tomara la molestia para empezar a comer, sonriendo al ver cómo Kibo comía con sus manos.

    Escuché la breve charla de ambos mientras yo ya estaba centrado en mi comida, la verdad es que era cierto lo que decían ambos, al final cuando Benkei me miró, hice lo mismo y sonreí agradecido por su útlimo comentario.
    —¿De verdad? Muchas gracias Benkei, nos sería de gran ayuda, aunque si me permite, ¿porqué el templo parece tan vacío? Hablando con las personas comentaban cosas positivas de usted pero parece que nadie viene a verlo, admito que me causa curiosidad—. Dije, comiendo con calma.
     
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    [Kuroki; Rengo]


    Benkei sonrió; al parecer si era capaz de tener expresiones —Nagoya es una ciudad muy grande, la gente está demasiado ocupada en sus ajetreadas vidas como para detenerse a orar en un santuario local, la mayoría tienen pequeños espacios dedicados a los Dioses en sus hogares—observó a Kuroki —No quiero que me malentiendas, la gente en Nagoya es buena, no necesitan venir al templo para demostrarme su devoción a los Dioses; de hecho la gente en la ciudad es muy generosa, dejan ofrendas en la entrada con las que sobrevivo y ayudo a los pobres.

    Observó a Kibo, comía enérgicamente —Al igual que una vela no se puede quemar sin fuego, los hombres no pueden vivir sin una vida espiritual.

     
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    Kuroki Fusatada

    Miré a Benkei cuando sonrió, por lo que inconscientemente lo imite. Como siempre escuché mientras seguía comiendo, la verdad que era un detalle curioso, y tenía sentido la verdad.
    —Vaya... No digo que sea algo malo pero admito que es algo que me sorprendió, pero tiene sentido, si le soy honesto, apenas he tomado en serio todos estos temas, dígame. ¿Porque usted ha decidido tomar este camino? Admito que esto de las religiones es algo muy interesante pero ando perdido—. Dije, riendo un poco apenado.

    —Y una duda... ¿Usted sabe porqué los Yoshioka están movilizándose? Hace varias lunas vine aquí y decidí desafiarlos para probar su fuerza, me superaron, pero la verdad es que fueron muy amables y quisiera verlos pero hablando con algunas personas es que tampoco quisiera incordiar con nada—. Dije, para seguir comiendo, mientras acariciaba un poco el cabello de Kibo, se veía tan adorable comer así.
     
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    [Kuroki; Rengo]


    Benkei se acomodó, le gustaba hablar al respecto. Rengo sonrió al ver ese intercambio, pues siempre hablar de la espiritualidad daba temas interesantes; sólo que él era más de confrontar las creencias, así como lo había hecho con Konoe, la cual esperaba se encontrara bien.

    —Siempre he sido una persona alta; incluso cuando era un niño; por eso me dieron el nombre de oniwaka; el niño ogro. Cuando alguien crece con prejuicios tiende a alejarse del camino correcto; porque aquellos que lo insultan y se burlan de él son el verdadero mal—
    observó a Rengo quien estaba ignorando el tema mientras comía, después volvió hacia Kuroki— Cuando una persona toma su primera vida con sus manos es un momento decisivo en su vida, en mi caso lo hice con odio —bajó su mirada avergonzado mientras juntaba sus manos —Esa acción me llevó a una prisión en Fukuoka; allí fui encadenado de brazos —dijo quitándose la tela que envolvía sus viejas cicatrices; aquel acto te recordó algo —Las celdas eran individuales, no podíamos convivir con nadie, sólo veíamos el rostro de nuestro celador. Pero junto a mi había otro prisionero, uno que siempre rezaba, tan sereno...— sonrió al recordar aquella voz —... El nunca me dirigió la palabra específicamente, pero sus oraciones me mantuvieron cuerdo los tres inviernos que pasé en ese confinamiento, sin darme cuenta comencé a recitarlas junto a él —Hizo una pausa, respiró profundamente y luego exhaló con fuerza



    — Al ser liberado, me enfoqué en dos cosas, la primera en descubrir a qué religión le había estado orando todo ese tiempo; y la segunda, a buscar a ese guerrero, pues si estaba en esa prisión debía ser uno muy fuerte, y pensé que lo encontraría, pues su voz quedó grabada con fuego en mi memoria —
    Tomó té —Cuando supe que aquello era budismo zen, entendí a la perfección a ese guerrero, nos recordé allí en esa celda; ese camino de dolor debía ser superado para llegar al ciclo de la muerte, los budistas lo conocemos como "La Renuncia" una práctica conocida por renunciar a los sentidos, normalmente era llevar una vida debajo de un árbol Bodhi, nulificando los sentidos; evitando ser distraído de la oración. Ese guerrero era firme creyente de que si moría en esa celda reencarnaría en otro ser, posiblemente libre si seguía los pasos de la doctrina y cumplía con la Renuncia.

    Benkei había capturado la atención de Rengo y de Kibo, a ambos les gustaban escuchar historias. Benkei los observó para hacerlos partícipes —Jamás conocí a aquel guerrero; sólo supe que esa prisión fue destruida, y que uno de los prisioneros había sido el culpable del genocidio cometido en ella. Aunque aun tengo la esperanza de que él fuera liberado antes, así como yo, y que algún día llegará a sus oídos mi nombre; Benkei, el monje guerrero.

    Clavó su mirada en Kuroki —Una persona puede cambiar tu vida en un momento; ese hombre se convirtió en mi primer amigo —sonrió — Y ese hombre no sabe que existo.

    Junto sus manos nuevamente —La amistad es la única cura para el odio, la única garantía de la paz.

    Kibo sonrió ampliamente mientras aplaudía alegre. Después Benkei bajó los brazos —Es importante que escuchen las palabras de Buda, pues un amigo insincero y malo es más de temer que una bestia salvaje. Una bestia salvaje puede herir tu cuerpo, pero un mal amigo herirá tu mente.

    Benkei permaneció en silencio por unos momentos, para después contestar la segunda pregunta de Kuroki.

    —Los Yoshika...—inició para romper la atmósfera de la historia anterior —... Al parecer están en conflicto con su propio Señor; un desacuerdo tan poderoso que toda la ciudad se ha tensionado; me gustaría saber mas; pero no son personas que crucen seguido a este lado de la muralla.
     
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    Kuroki Fusatada

    Puse especial atención cuando Benkei comenzó a contar parte de su vida, el cómo le apodaron con clara malicia y eso lo alejó de las personas, me recordó a Rengo.

    Tocó el tema de la primera vida tomada por mano propia, sus palabras me recordaron como en esta misma ciudad mi padre me dijo lo mismo, tomar una vida era más que cortar una historia de golpe, era cargar con el peso del difunto en uno, era aceptar que tú, a conciencia propia, fuese por necesidad o por dolo, mataste a una persona. Y ver que Benkei lo hiciera por odio claro que era triste, pero se le veía arrepentido, era algo que sin dudas entristecía.

    Cuando mencionó que fue aprisionado y se quitó las telas, no evité gemir de incomodidad por lo bajo, pues claro que me recordó al propio Rengo... Pareciera que todos los que se metían en estos temas terminaban cicatrizados de una forma u otra...

    Pero fue lo otro que si que me sorprendió como me interesó por igual.
    Benkei decía que en esa sala no estaba solo, había alguien más, ese alguien rezaba todos los días, y fue el que le mantuvo cuerdo, rezó en algún momento con él, y así fue hasta ser liberado, determinado a cambiar no solo como persona, si no a descubrir esa religión y encontrarlo, pues al parecer nunca supo de quién se trataba, mas se memorizó su voz.

    Al final descubrió la religión, que es el que ahora practica, y relató algo muy interesante acerca de algo llamado La Renuncia. Sonaba a un proceso muy complicado, pero no dejaba de ser interesante.

    En algún momento Kibo y Rengo empezaron a interesarse, y si Benkei no desvía la mirada a ellos ni cuenta me daba, relató que la prisión fue arrasada por alguien de dentro, pero confiaba que no fuese la persona que lo acompañó y que escapó del genocidio, no tenía comentarios, especular no serviría de nada.

    Cuando me miró y habló nuevamente, empecé a comprender muchas cosas, el cómo una sola persona en el momento adecuado puede cambiar tu vida...

    "La amistad es la única cura para el odio, la única garantía de la paz"

    Por los dioses... y cuánta razón, es precisamente por eso que nunca quiero que nadie se sienta solo, y estaba seguro que una chispa de admiración se me estaba reflejando en el rostro en ese momento.

    Un... mal amigo... herir la mente...

    Miré de soslayo a Rengo, la verdad es que si que me preocupaba eso, con Mara, y bueno, en realidad que hasta yo mismo sea una mala influencia en algo, tal vez y al final no soy tan maduro como tanto alardeaba...

    Me quedé en silencio volviendo mi vista a Benkei, con un rostro profundamente reflexivo, estaba seguro que volver a Nagoya no era producto de suerte, si no del destino, esta preparaba algo... y presentía que no era nada bueno, pero a la vez era clave, importante... era... decisivo.

    Estaba siendo hora de ponerme a prueba en serio.

    Cuando el monje volvió a hablar me arrancó de mis pensamientos y miré de nuevo a Benkei, aún con rostro centrado, escucharlo ciertamente me desanimó.
    —Supongo que no es buen momento para visitarlos, es una lástima—. Dije, la decepción no se pudo ocultar en esos momentos.

    —Es una historia admirable y conmovedora, Benkei, sin dudas con gran carga simbólica que aprender en el fondo.—sonreí, pues no iba a mentir, tenía su toque poético al final.

    —Aunque creo que ahora entiendo... Usted desafiaba a todo mundo porque esperaba encontrarlo por casualidad algún día... ¿verdad?—. Pregunté, sonriendo. No le estaba juzgando, solo intentaba entender un poco más lo que decía.

    >>Ojalá pudiese ayudarlo a encontrar a ese hombre, estoy seguro que se lo ha de preguntar cada tanto, quién sabe, tal vez esté más cerca de lo que podemos pensar—. Dije, como siempre intentando ser optimista...

    Sin en cambio, por alguna razón, solo el haber pensando en mi frase final, la que acababa de decir me hizo sentir un escalofrío de alguna manera.
     
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    [Kuroki; Rengo]


    Benkei afirmó —Podrías intentar hablar con los Yoshioka; sólo debes de estar preparado— mencionó para después sonreír.

    —Así es, desafiaba a los guerreros más fuertes con la idea de poder encontrarlo algún día para poder agradecerle haberme salvado — volvió a colocar las telas alrededor de sus muñecas.

    —Cada mañana nacemos de nuevo. Lo que hacemos hoy es lo que importa —mencionó hacia Kuroki —Esta es una frase de Buda, una frase que este hombre decía todos los días. Cometemos errores; pero es importante cambiar nuestras acciones y ser mejores en el presente.

    Benkei tomó té en silencio, ni Rengo ni Kibo dijeron algo al respecto. Algo extraño en Rengo, a quien le gustaba discutir de las doctrinas filosóficas. Tal vez era su manera de mostrar respeto al recuerdo de un amigo que nunca encontró.

     
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    —Lo pensaré.—sonreí ante el comentario de Benkei acerca de los Yoshioka, claro que iba preparado... ¿pero sería un buen momento?

    Escuché el resto, la verdad es que me dejaba pensando bastante quién podría ser esa persona, tal vez y me lo encontré en algún momento y yo ni en cuenta, tal vez y es alguien a quien no tenía idea... ¿llegaría a encontrarlo?
    —¿Crees que... a pesar de todo pueda ayudarte en tu búsqueda? Cómo mencioné, es una historia admirable Benkei, y creo que lo menos que puedo hacer por su gran hospitalidad y el hecho de que se tome el tiempo de contarme su vida sea como mínimo ayudarle en esto, para que al menos conozca su nombre, que debo imaginar no puede ir usted mismo a buscarlo ahora mismo por ejemplo—. Dije con calma, bebiendo té, ignorante que estaba en estos momentos en riesgo de perder a los informantes.

    Al escuchar lo último, me dejó pensando, analizando sus palabras, tiene razón... ¿porqué encerrarse en el pasado? Me recordó profundamente lo que Rengo me dijo molesto, que le importaba lo que hacía ahora y no antes, me extrañaba que este no hablara, era extraño, pero tampoco insistí, no era necesario.

    —Dígame Benkei, a veces le doy vueltas a un asunto... y es que, yo siempre me he considerado una persona que quiere ayudar a cuantos sean posibles, quiero sentarme a escuchar a la gente que tenga problemas para comprenderlas y ayudarlas de la manera correcta... quiero ser fuerte para luchar por ellos si es que se hallan en apuros—. Dije, al final temía un poco si llegaba a malinterpretar lo que estaba por decir... pero tal vez y me estaba hallando en confianza, aunque fuese un poco.

    >>Honestamente, quisiera saber si anhelar poder es algo malo... porque es lo que quiero. Ser fuerte para luchar contra las personas que solo quieren hacer daño a otros, quiero evitar que gente inocente e indefensa pase malos tiempos, quiero ser una luz para las personas... quiero que sepan que hay alguien dispuesto a... bueno... honrar la memoria de mi ahora extinto clan, en el que su propósito, era dar un verídico ambiente de unidad, de solidaridad... de que nadie está solo, y siempre hay y habrá alguien que escucha y comprende. Que siempre hay... Esperanza.
     
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    Amelie

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    El medio día caía en Nagoya.

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    [Kuroki; Rengo]


    Benkei sonrió ante el ofrecimiento de Kuroki —Si puedes ayudarme estaría agradecido; será difícil, la única información que tengo es que fue un reo de la prisión que existió alguna vez en Fukuoka— después lo observó con detenimiento, era un joven fuerte, no entendía de dónde venía su necesidad de poder. Después sonrió.

    —Entonces, lo que anhelas no es poder; estás en búsqueda de fuerza. El poder somete, el tener poder afecta a los demás; en cambio la fuerza es de uno mismo; no necesitas de nada mas que tu voluntad para alcanzarla. Para obtener poder debes derrocar a las personas que están sobre de ti; para obtener más fuerza, sólo necesitas derrotar al "yo" del ayer— apretó sus puños con fuerza para después soltarlos —No puedes ayudar a los que no quieren salvarse; no cargues al hombro con un peso que no te corresponde, no impongas tus deseos en los de alguien mas. Sé amable, sé honrado, sé honesto, sólo necesitas hacer eso para poder lograr lo que buscas.

     
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    Kuroki Fusatada

    Asentí ante la respuesta de Benkei sobre ayudarlo en su búsqueda, por lo que me quedé reflexivo.
    —Seguro consigo algo, pero no sabría decirle cómo podría mantenerlo al tanto de mi investigación. Lo único que se me ocurre es que fuese por medio de misivas pero no más—. Dije, veridicamente reflexivo, los informantes perfectamente me podían ayudar en eso, pero... solo eran eso, informantes, no es gente con el que pudiera enviarles mensajes o cosas similares.

    Luego lo observé cuando empezó a decir lo segundo, presté suma atención a sus palabras, todas y cada una de ellas, tratando de comprender en todo su esplendor el mensaje...

    "Para obtener poder debes derrocar a las personas que están sobre de ti; para obtener más fuerza, sólo necesitas derrotar al "yo" del ayer"

    Derrotar al yo del ayer... ¿cambiar? ¿Dejar mis miedos atrás? ¿Entonces siempre pensaba de la manera correcta?

    "No puedes ayudar a los que no quieren salvarse; no cargues al hombro con un peso que no te corresponde, no impongas tus deseos en los de alguien mas."

    Natsu...
    Y mira, yo ignorante de qué ya se hallaba con los Taira...


    Aún así, si que dolía aceptarlo, que no todos se pueden salvar, estaba consciente de eso, claro que sí. Pero lo que me pesaba era eso, que si alguien no quería, por mucho que aparentara que puede ser salvado, si era necio... no quedaba de otra manera que eliminarlo. O dejarlo ir.

    Eso era un golpe bajo para mí orgullo y mi "capacidad" innata de ayudar a todo el que pudiera, pero así era la realidad... nunca se podía conseguir todo. Siempre había algo que sacrificar.
    Pero si por ejemplo yo no lograra salvar a Natsu... ¿no sería haberle fallado a Rengo? ¿Pero si al final Natsu no quiere cambiar?

    ¿Y si a la larga era su enemigo..?

    Suspiré discretamente mientras tomaba el arroz y seguí comiendo, mirando hacia arriba, en el cielo, la tarde ya había llegado, debía apresurarme.
    —Sin dudas unas palabras preciosas, señor Benkei, tiene mi profundo respeto, agradezco mucho todos sus consejos—. Dije veridicamente agradecido, tenía que ponerlo en práctica...
    Luego comencé a tomar el recipiente donde estaba el té, dando un sorbo una vez que ya había acabado con el arroz, mi bebida estaba por acabarse también, y estaba aprovechando esos momentos para reflexionar.
     
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  12. Threadmarks: Día 34_ Kuroki
     
    Amelie

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    [Kuroki; Rengo]


    Benkei soltó una pequeña risa, no de burla, sino de mera alegría —Es bueno tener visitas de vez en cuando; alegra mi alma y hablar de esto enaltece a Buda.

    Kibo y Rengo también sonrieron.

    —Este es su hogar por el tiempo que quiera; estarán bajo mi protección, y sé que Buda cuidará de nosotros — Realmente era un momento muy armónico, Benkei siguió preparando el té mientras entre él y Rengo contaban historias fantásticas.

    El tiempo pasaba; y durmieron allí. Pero fue Kuroki el que aprovecharía tinta y pincel para hacerles una pequeña broma tanto a Rengo como a Kibo.

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    Al siguiente día Rengo no estaba; al principio se preocuparon, pero regresó a medio día con una gran sonrisa en el rostro; había conseguido nuevos kimonos para Kuroki y él debido a que los otros estaban en mal estado. Todos rieron al darse cuenta que salió a la calle con el rostro pintado; avergonzándolo mientras todos reían al unísino.

    Eran días felices, todos los necesitaban.

    Kuroki y Rengo pasaron el día conversando cerca del estanque; mientras Benkei cuidaba de Kibo; después se acercó a ellos, indicándoles que lo siguieran. Esa noche los llevó a un pequeño festival donde todos los comercios de Nagoya competían con sus productos, era perfecto para pasar el rato.

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    Capítulo VIII y II


    夏の雪 Natsu no yuki - Nieve en Verano

    Al volver al templo cayeron dormidos rápidamente por el cansancio de recorrer Nagoya de un lado al otro. El siguiente día llegaría con una sorpresa.

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    La nieve había caído en Nagoya; un evento sumamente extraño.

    Kibo se quedó observando los copos de nieve impresionado, era su primera nevada. El pequeño salió corriendo para sentir la nieve caer en sus manos, tan efímera, se derretía al tacto. Rengo miraba a la nieve, algo sentía; pero no sabía que era; miró a Kuroki —Iré por Kibo, no vaya a caerse o quedar sepultado en nieve.

     
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    Natsu Gotho


    Siempre estaba nevando.

    El cuerpo del anciano cubierto por el abrigo negro. Recuerdo perfectamente aquella noche tormentosa en donde el viento enfurecido barría con las montañas de extremo a extremo y su temperatura solo ascendía exponencialmente. El agua caliente con los paños no servía de nada pese a tener que caminar hasta el río y transportarla en aquellos baldes de madera, colocándola sobre el fuego alto que simplemente no servía de nada.

    —Natsu.

    —Cállate —siseé frunciendo el ceño mientras me quitaba la bufanda que traía conmigo y se la ponía encima del pecho.

    Las cosquillas en las palmas de mis manos no mermaban, sintiendo la garganta contraerse como si me faltara el aire mientras mis ojos se entornaban.

    Un médico.

    Pasé el dorso de mi mano izquierda sobre su frente, notando el cómo sudaba sin cesar.

    —Ya vuelvo —le avisé saliendo de la cabaña, sintiendo la helada nieve corroerme las piernas al traspasar la delgada tela, encaminándome a la parte baja.

    Solo tardaría dos días, solo debía aguantar dos días.

    Tragué grueso como si fuesen agujas lo que atravesaban mi garganta, pasando de lleno del sonar de mi estómago, denotando luego de dos días y medio el lugar que estaba buscando con tanta ansiedad en mi cuerpo. Estiré las manos al no llegar a la ventana, empinándome mientras exhalaba el humo blanquecino, temblando baje aquella capa de retazos de piel de animal, logrando cubrir apropiadamente mi dorso apenas. Fue en ese momento que visualicé a través del cristal los alimentos que nos eran negados por sus costos, sacudiendo la cabeza para centrarme en la sombra de aquella figura madura.

    Toqué la puerta un par de veces.

    Pero ella no abrió.

    Volví a tocar, llamándola.

    —¿Qué quieres mocoso?

    —Medicina —atajé mirándola desde abajo—. Usted tiene conocimientos médicos… mi viejo, mi viejo está muriendo.

    El arqueo de su ceja me hizo elevar la voz.

    —Puedo trabajar más, cultivar más. ¡Puedo hacer que los girasoles que usted tanto busca crezcan en esta tierra!

    El sonar de la bofetada retumbó por la montaña, teniendo mi vista fija por el abrupto sobre una roca cubierta de la blanquecina nieve.

    —Insolente, largo de aquí.

    .

    .

    .

    Esperé, esperé y esperé hasta que el fuego se apagó. Recuerdo los pasos silentes al desplazarme dentro buscando medicina que no sabía cómo lucía, ni siquiera sabía si su cuerpo aún vivía.

    Pero…

    Busqué.

    Busqué.

    Y busqué.

    En cuanto encontré bajo una madera chirriante unos cuantos frascos me los guardé en el kimono, pasando de las frutas, del arroz, pasando de mi necesidad egoísta por la desesperación de volver a la vida una persona que tenía en el filo de la muerte. Los pasos adultos llegaron hasta mí y me zafé mordiendo sus manos como un animal arisco, echándome a correr entorno a la montaña.

    Corrí.

    Corrí.

    Y corrí.

    La sangre de la piel desgarrada por el frío expuesto me hizo creer en algún momento que no podría volver a hacerlo, pero en cuanto llegué con las distintas plantas hasta el cuerpo lo escuché toser.

    —Lo traje —avisé, sintiendo su mirada avejentada sobre la mía.

    —Natsu muchacho —tosió de nuevo y mis pequeñas manos terminaron buscando un recipiente para darle algo de agua—. ¿Qué trajiste?

    —Medicina.

    La risa del anciano me hizo fruncir el ceño ligeramente.

    —Mírate… estás de pie de puro milagro —murmuró y yo simplemente chasqueé la lengua con rudeza—. Natsu.

    Y tosió.

    Tosió.

    Sangre.

    —Cállate —gruñí exasperado—. Mírate, ¡estás peor!

    Extendí las plantas ligeramente marchitas sobre el suelo, abriendo un pergamino que tenía guardado desde que tenía conciencia, leyendo las letras de tropel, tratando de hilar las indicaciones, pero… no las tenía. Observé lo que creía medicamento y no concordaba con los dibujos plasmados. No eran más que plantas para sanar una gripe, y el viejo no tenía una gripe consigo… estaba escupiendo sangre.

    —Puedo bajar al pueblo y traer un doctor.

    —Natsu —siseó el ahora, llamándome—. Morirás; hay dos semanas bajando a pie de la montaña, es un milagro que hayas vuelto con vida.

    No.

    Los milagros no existían.

    Continuó tosiendo y mis manos depararon en su pecho, frunciendo el ceño en demasía al sentir su ritmo cardiaco ir desapareciendo.

    —Espera —gruñí haciendo presión en sus pulmones, soltando y volviendo a ejercerla—. Espera anciano —sentía mi frente sudando con frenesí, retomando los segundos en mi cabeza para volver a hacerlo.

    —No te quedes solo… muchacho.

    Una.
    Dos.

    Tres.

    Diez veces más pese a que el cuerpo simplemente estaba perdiendo su color, su ritmo cardiaco se esfumó y su pulsó desapareció.

    Mierda.
    Mierda.

    Mierda.

    —¡Mierda!

    .

    .

    .

    —¡Vas a pagarme lo que me robaste!

    La sangre descendía en hilillos mientras enterraba mi rostro en mis rodillas, sintiendo el látigo dar con mi piel desnuda hasta escucharla cansarse de hacerlo. Pero entonces, retomaba el agua hirviendo bajo la fría nieve de invierno, en donde no existía ningún rayo de sol, en donde los niños abandonados simplemente existíamos en pro de una mujer adulta a cambio de un mísero plato de comida.

    ¿Y existía un Dios?

    Vaya chiste.

    .

    .

    .

    —Cuando cumpla trece años me largaré de aquí.

    Observé entre las pestañas otro infante hablando de dientes para afuera sobre viajar por el mundo, como si hubiese personas buenas ahí afuera. Era estúpido el solo creerlo. Te utilizaban, te explotaban, te ultrajaban y luego no eras más que una herramienta quebrada que debía seguir arrastrándose en la miseria para sentir el frío otro día más, en donde a nadie le importabas, en donde nadie te pensaba, en donde nadie te esperaba.

    La realidad solo se mueve a través de la crueldad.

    Un engranaje tras otro roto.

    El frío abrazó mi piel en medio del pantano, escuchando el sonar de las espadas en la lejanía. Estaba perdiendo la conciencia. Parpadeé con parsimonia como solía hacer, sintiendo mi piel fría, como en las montañas en donde nevaba. Cerré los párpados, encontrándome en aquel mar profundo y oscuro de mi conciencia, en donde las fichas ya no flotaban sino que permanecían quebradas en los extremos del agua calma. Elevé apenas los orbes entre las sombras para denotar una partícula de luz.

    Pestañeé, siguiendo el pequeño brillo con escepticismo.

    Había alguien.

    Alguien que pensaba en mí.
     
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    Amelie

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    [​IMG]
    Santuario
    [Kuroki; Rengo]



    Rengo siguió a Kibo entre la nieve que comenzaba a acumularse en el santuario; pero en un momento se detuvo, como si algo lo jalara, observó a su alrededor esperando encontrar a Kibo, Kuroki o Benkei a su lado, pero no había nadie tan cerca. Miró al cielo, era tan blanco que lo deslumbró y obligó a cerrar los ojos por un momento, tanto brillo lo opacó, se difuminó lentamente con el paisaje.

    Hasta que pudo distinguir nuevamente los detalles que ofrecía aquel firmamento.

    [​IMG]

    —El blanco es un color triste; oculta el azul, oculta el verde, opaca todo a su tacto— balbuceó mientras observaba los copos caer, que a pesar de ser hermosos para Rengo no le resultaban placenteros a la vista.

    —Pero... estamos iniciando el verano ¿No es así? — se preguntó allí de pie.

    Natsu.

    Verano.

    La nieve se acumulaba en su cuerpo —Nos volveremos a ver ¿No es así? —llevó su mano a su frente, como si hubiese sentido el tacto tan característico de Natsu en él; sacudió la nieve que se derretía al tacto.

    Vaho.

    Era la nieve derritiéndose en su rostro, o eran sus propias lágrimas. Sintió como se comprimió su pecho, era un vacío y no entendía el por qué. Comenzó a llorar —No me gusta la nieve...— negó — Detesto el frío — se abrazó, podía regresar a la calidez del interior del templo; pero no lo hizo, allí se mantuvo.

    —No quiero estar solo— mencionó bajando la mirada.

    —Por favor— dijo apretando sus propios brazos — ¿Fue algo que yo hice mal? ¿Por qué no me han encontrado? —levantó su mirada—Yo esperaré...

    Los copos de nieve caían sobre él, tan fríos, tan silenciosos; y él no estaba acostumbrado al silencio.—... aquí, bajo la nieve —

     
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    Gigavehl

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    Kuroki

    Un merecido descanso después de tanto caos... calma, paz... felicidad, era lo que siempre anhelaba, lo que mi hogar... mi familia alguna vez consiguió transmitir y ahora no era más que un simple clan olvidado, estando apenas mi padre y yo, quienes aún conservaban la memoria...

    Nozomu, la espada que me regaló mi madre, quería que fuese el arma que salvara vidas, que actuase como juez ante los injustos, los corruptos...

    Que fuese lo que era... Esperanza.

    Jamás había estado tan feliz en mi vida, puede que no estuviese en casa, no estuviese con los Minamoto o con mi padre... Puede que Rengo jamás dejara de preocuparse por Natsu.
    Su preocupación llegaba hasta tal punto que me aterrizaba en la realidad y me preocupaba mucho, tampoco me gustaba verlo así, no me gustaba verlo triste, lo odiaba, pues él ya había sufrido mucho...

    "un sitio donde nuestras almas sean entendidas"

    Y como anhelaba ser esa luz para Natsu... dedicar día y noche preguntándome de su paradero... el nunca haber hablado pese que fui el primero en dar con que Natsu matara a Hana, que hasta renunciara a los Minamoto por Rengo...

    Hasta por Natsu...

    El hecho que me salvara la vida en Chiryu. Ese fue el detalle que me hizo dudar tanto... Luego como Rengo de verdad confiaba tanto en él, era imposible que cediera en la desconfianza absoluta, quería saber qué pasaba, porqué él y Rengo se sentían tan unidos.

    Necesitaba saberlo para ayudar... Pues es lo que mi madre tanto me enseñó.

    No tardabamos en volver en nuestro desastre y a seguir disfrutando de nuestra alegría, del descanso, de las charlas, las historias... Maldición... de paz después de casi caer muerto.

    La broma que le hice a los chicos, ver la ropa nueva, ir al festival, conocer y convivir con alguien como Benkei... por fin me sentía libre, feliz.

    Por fin sentía que era alguien...

    Ver la sonrisa de Rengo, el cómo este cuidaba de Kibo, verlo tan despreocupado, vivo, me llenaba de vida, es esta clase de cosas por las que sentía que quedarme sin clan valía la pena...

    No dejar a Rengo solo...

    En momentos hablábamos de Natsu, y yo me determine en hallarlo, con él, quería al final... solo... saber que nunca fue ni es malvado, solo alguien incomprendido.

    Mi promesa era seria, sin saber que de hecho, la dura realidad golpearía pronto...


    Habiendo llegado un nuevo día, este era particular, estaba nevando por alguna razón, algo raro, Kibo se puso a jugar y yo solo reí, Rengo sentía extraño el ambiente y no le iba a mentir, estaba sintiendo lo mismo, era... cómo ese ambiente cuando estaba por morir en Chiryu, no sabría explicarlo.

    Me dió escalofríos y quise dejar esos pensamientos de lado, abracé a Rengo y de paso lo achuché un poco
    —Hey, calma. Deberíamos disfrutar de este ambiente, ¿no crees Ren? Tenemos suerte de presenciarlo—. Dije con clara alegría, para dejarle estar y me crucé de brazos, sonriente...

    Pero la sensación volvía, una y otra vez...

    Con mayor fuerza.


    No... algo no está bien.

    La temperatura descendía bastante, y no podía evitar voltear, confundido, extrañado.
    ¿Porqué... me sentía culpable..? Como si inconscientemente hubiese perdido algo importante.

    Algo que... tal vez, me estaba negando a aceptar desde hacía ya tiempo.

    Desde... Nara...
     
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    Insane

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    Natsu Gotho


    Sentí la nieve caer sobre mis hombros, pestañeando extrañado al no ubicar la prefectura que lograba visualizar inicialmente de forma borrosa, hasta que los pasos con un aroma particular me hicieron buscar aquella partícula de luz que se fundió con el sitio cubierto de aquel color blanco, y entonces lo vi.

    Rengo.

    Era extraño, como si mi pecho sintiera algo que jamás me había permitido sentir desde la muerte del viejo, un sentimiento que creía haber enterrado aquella noche bajo la ventisca helada y entonces los recuerdos me golpearon. Su sonrisa, su risa escandalosa, sus bromas, sus comentarios fuera de lugar. No quería marcharme, no quería desaparecer... no quería dejarlo solo.

    Pese a sentir mi alma pesada estaba frente a él, mirándolo desde arriba como solía hacer, sin embargo en esta ocasión detuve el golpe en su frente, deslizando la palma abierta sobre su cabello carbón. Irónico el terminar visitando un templo antes de partir...

    —Regresa con Yuzuki —murmuré como una ventisca cálida de copos de nieve.

    No había posibilidad de regreso, no había posibilidad de reivindicarme, pero si tenía estos míseros segundos frente a él eran más que suficiente. La yema de mis dedos se deslizó por su mejilla hasta apartar las pequeñas gotas salinas. Fue entonces que escuché los pasos de Kuroki acercarse.

    —Rengo —le llamé—. Parte hacia donde esté esa mujer, y no te alejes de ella.

    Mara era un demonio... sin embargo había tenido razón en algo.

    En el camino de mi vida me la había pasado salvando vidas, pero no tuve a nadie que me salvara de mi muerte, pese a ello, si Rengo estaba bien, podría partir en paz. La voz de Kuroki se abrió paso.

    Era el momento de marcharme.

    Elevé las filosas pupilas hasta encontrar el sol abriéndose camino a lo lejos, como un guía hacia los girasoles.

    .
    .
    .

    —Natsu muchacho, ¿perdiste mi abrigo en tu viaje?

    Me sonreí apenas.

    —Sí, un idiota se quedó con él —pese a mis palabras los recuerdos no provocaron más que una sonrisa completamente cálida—. Tardé mucho, anciano?

    —Un poco, quizá.
     
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    Amelie

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    Rengo miró hacia el frente; lo veía, era Natsu; sonrió al verlo, sintió como sus hombros se relajaron mientras él se acercaba, parecía un sueño en esa blanca mañana, un sueño que se resquebrajaba al ver como Kibo pasaba sobre él, desvaneciendo momentáneamente su figura. No podía ser real.

    Sintió su mano en su cabello; y las lágrimas cayeron sin control, mientras mordía su labio inferior intentando contener el dolor que quería salir con una intensidad abismal, nuevamente el dolor en su pecho se acrecentó y comenzó a respirar con dificultad.

    Natsu limpió sus lágrimas mientras Rengo tomó su mano —Espera, por favor...— no podía detener sus lágrimas; deseaba que sus ojos no estuvieran revelando aquella verdad de manera tan abrupta, bajo la nieve; su peor miedo se hacía realidad. Pero no podía ser cruel, sabía que no debía retenerlo; conocía muy bien las consecuencias de un alma con asuntos pendientes—... Natsu... —apretó su mano con fuerza —... Me salvaste de mi soledad, me demostraste que podía ser yo sin temer a las consecuencias...—su voz empezó a entrecortarse mientras sus respiraciones se volvían más agitadas — ...Gracias...

    Natsu fue desapareciendo lentamente de su visión, no quería dejarlo ir, pero debía hacerlo y eso le dolía en lo más profundo de su corazón.

    —Siempre serás parte de mi...— dijo levantando la mirada apretando su ropa en el pecho —... te quiero tanto... — soltó un quejido mientras se encorvaba; con el alma hecha añicos y un cuerpo que temblaba de un dolor que no era visible; que calaba como el frío de las montañas; como el agua gélida.

    Fue entonces que sintió el calor nuevamente; un abrazo.

    Era Kuroki.

    Rengo volteó hacia él con los ojos empapados —Natsu...— miraba hacia todos lados como si estuviera buscando algo; comenzó a respirar con fuerza y velocidad, apretó tus labios tratando de contenerse; pero no lo logró; soltó un grito ahogado —... Natsu ha muerto....— llevó sus manos a su frente, para después limpiar sus lágrimas. Miró a Kuroki y lo abrazó.

    [​IMG]

    —Me arrebataron a mi hermano, Kuro-kun... me lo han arrebatado— se aferró a Kuroki mientras temblaba y lloraba con intensidad.
     
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    Gigavehl

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    No sabía si estaba distraído o algo parecía distraerme a drede, pero no fue como en el momento en el que Rengo volteó a verme que me exalté, yo nunca vi un porqué de ver un cambio tan brusco en él que solo me lo podía explicar que sintió algo... Pero lo peor es que no es que solo lo sintiera, si no que lo viera, pues no me dejó ni siquiera hablar cuando apretó mis labios, de alguna forma empecé a sentir una punzada y cuando lo exclamó no evité sentir que el calor se me bajó por los suelos...

    Natsu ha muerto...​

    No, no no... Era... imposible.
    ¿Cómo era eso probable? ¿Natsu? ¿Cómo pudo pasar? ¿Pero como es que algo así ha sucedido? El shock era brutal, mientras Rengo se limpiaba torpemente las lágrimas pues no podían parar de salir, en ese momento traté de pensar... ¿Masaki? ¿Al final Masaki mató a Natsu? Pero... ¿Porqué hasta ahora Rengo se enteraba? No, era demasiado tiempo transcurrido ya... No pudo ser Masaki, ¿pero cómo, dónde? ¿Que tuvo que hacer, ir o confrontar como para que fuese su final?

    Por los dioses Natsu... ¿Que te hicieron..?

    No solo eso... falle, mierda, había fallado... nunca pude conocerlo, nunca pude hablar con él, nunca pude siquiera saber si al final podía hacer algo... No pude... salvarlo.

    Me sentía inútil.

    El shock y el gran sentimiento de culpa, como si yo hubiese sido el responsable de su muerte me invadieron. Eso hizo que gimiera y comenzara a llorar, pero no lo entendía del todo, nunca interactúe tanto con Natsu como para que me naciera este dolor como si hubiese sido un hermano para mí, nunca lo conocí siquiera un poco, ¡ni siquiera terminaba de confiar en él maldita sea! ¿Porqué... porqué..?
    Cuando Rengo me miró y me abrazó, me rompí y no tardé en hacer lo mismo con fuerza, escuchando sus palabras con una atención absurda, cada palabra solo me punzaba con brutalidad, como si me estuviesen apuñalando salvajemente, ver a Rengo tan destruido me calaba horrorosamente... Sentía que había fallado por alguna razón, la culpa estaba presente.

    ¿Era por no confiar en Natsu? ¿Debí haberme quedado a ver el combate de Itami? ¿Porqué no se aparecía aún? ¿Porqué Natsu no llegó antes? Por los dioses... ¿Y Mara que dirá? ¿Qué estaba pasando? Todo era un caos horrible...

    Recordé después cómo Natsu me salvó la vida, inclusive cómo juntos, él y yo habíamos tratado la investigación de Chikusa en Nara. Cómo siempre se preocupaba a su manera, cómo me escudriñaba con la mirada ante lo de Kyogi... su bofetada... todo...
    —Natsu... perdóname... Te... te fallé... lo sé...—. Dije al fin, me negaba a aceptarlo, pero lo sabía perfectamente, ahora lo entendía, me sentía así... porque había sido un inútil, un completo inútil y molestia para Natsu.

    Solo había llegado a molestar... y quién sabe, tal vez e hizo algo por ambos... y terminó pagando con su vida.

    No lo sabía... pero solo con pensarlo me desgarraba brutalmente.

    —Rengo, Rengo... por los dioses, no puedo creerlo, seguro luchó por ti, de verdad estoy seguro, por todo lo que me has contado sé que siempre se preocupó por ti, estoy seguro de que el hecho que lo vieras era para que supieras que se iba en paz a pesar de todo. R-Ren... cuánto lo siento, solo... ay—. Dije como pude, con voz temblorosa por estar llorando, solo pude aferrarme e intenté acariciarlo sin mucho éxito, ni siquiera sabía si me había escuchado, solo pude estar así, abrazado. Al menos quería que supiera que estaba ahí, que no me iría...

    Que no lo dejaría sólo, se lo prometí... en las buenas... y en las malas...
     
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    Amelie

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    [Benkei; Rengo; Kuriki; Kibo]

    Tanto Benkei como Kibo se detuvieron en seco; preocupados por lo que pasaba, Kibo iba a correr hacia ellos pero Benkei lo detuvo con delicadeza.

    Rengo continuaba llorando, ahogándose en sus propias emociones —Debí permanecer solo, no debí haberlo involucrado en nada... —dijo separándose de Kuroki lentamente, sin intensiones de limpiar su rostro. La nieve empezaba a cubrirlos, pero no eran tan densa como para acumularse en ustedes, se derretía casi al instante; empapando sus ropas.

    —Sólo he traído desgracia a quienes me rodean— bajó la mirada; era algo que sabía desde que era consciente de sus actos, por eso no hablaba de su vida con nadie, por eso alejaba a todos de saber lo que el guardaba; no quería arrastrar a nadie a sus propias desgracias, él ya estaba acostumbrado a ellas; y era fácil lidiar con ellas solo. Llevo su mano al pecho y estrujó su ropa con fuerza.

    Benkei se acercó preocupado; lo sujetó del hombro y Rengo lo apartó de inmediato —¡No me toquen! —gritó —No soy capaz de soportarlo, no puedo, no quiero —comenzó a respirar más rápido, hiperventilándose casi de inmediato —No puedo vivir sin Natsu, no...—comenzó a temblar, sintió nauseas mientras su mirada se nublaba, las yemas de sus dedos comenzaron a hormiguear, el dolor en el pecho lo hizo soltar un quejido antes de que cayera por completo, siendo interceptado por Benkei para que no golpeara en el suelo.

    Se había desmayado.

     
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    Gigavehl

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    Kuroki Fusatada

    Me mantuve aferrado a Rengo hasta que este decidió separarse poco a poco, escuchando su pesar...
    —Ren... no digas eso—. Dije realmente deprimido, observando su nefasto estado. Creo que siendo críticos, el que se había metido en todo esto era Natsu...

    Curioso... creo que yo habría terminado por... tal vez... portar a Shi si Natsu no se hubiese adelantado. Pero quién sabe, con lo de Hana...

    Lo pensaba porque esto de haberme juntado con Rengo no habría cambiado lo más mínimo, ¿cuántos cambios hubiesen habido si Natsu no hubiese tomado la oferta de Mara?

    Ugh... mejor deja de pensar idioteces... Kuroki.

    —Rengo...—. Dije devastado ante su segunda frase, claramente deprimido. Su accionar solo me punzaba el corazón con fuerza.

    Cuando Benkei se había aproximado para intentar consolarlo, Rengo reaccionó con brusquedad, sus palabras me calaban horriblemente, en especial las últimas, hasta que empezó a presentar síntomas en el que no hacía falta saber de medicina para darse cuenta que estaba por caer desmayado.

    Gemi asustado, haciendo ademán de correr pero cuando Rengo cayó rendido, Benkei consiguió detenerlo, notando como Rengo estaba desmayado.
    Solo puede sollozar, desolado, sintiéndome culpable...
    —L-Lo siento... acaba de ver el espíritu de un gran amigo suyo, parece que recién lo... bueno, lo durmieron—. Expliqué, conteniéndome al final por Kibo, aunque en realidad era bastante inútil eso...
    >>Siento el susto, lo que platicamos hace dos soles... era parte de lo que acaba de pasar, así que intuyo sabe porqué me siento así—. Dije, decepcionado de mi mismo, para limpiarme el rostro.
    >>Necesito... asimilar esto. Gracias señor Benkei, no se lo tome en cuenta, me disculpo en su nombre—. Añadi para después soltar un gran suspiro, pesado. Volví a limpiarme las lágrimas, notando como la nieve no dejaba de caer, un día muy extraño para inicios de... verano.

    Vaya, el mundo espiritual es tan... aterrador.

    Me giré, para ver a Kibo, sonreírle triste y aproximarme para abrazarlo, triste.
    —Perdón pequeño Kibo, siento que tuvieras que ver eso. Rengo esta muy triste, no le tengas miedo... ¿sí?—. Dije, para sonreírle un poco torpe, sacudiendole su humedecido cabello por la nieve, así era yo... volviendo a mi máscara de niño fuerte pese que me hacía pedazos en el fondo.
    Borré mi sonrisa al caer en cuenta hasta ese momento en el lugar en el que estábamos, a este paso nos enfermariamos como cuando llegamos aquí...

    —¿Vamos adentro? La nieve a la larga podría enfermarnos Kibo. Venga, estaremos bien, ¿sí?—. Dije cálidamente, para cargarlo en mis brazos y me giré hacia Benkei.
    >>Creo que será mejor que Rengo descanse... siento que tuviese que ver esto.—volví a disculparme, como si en verdad hiciera falta...

    ¿Que le deparaba ahora a Rengo sin Natsu? ¿A mi que lo acompañaba y Kyogi que buscaba destruirme? Sin saberlo... ¿A los demás con Shi?

    Eran respuestas que se iban a responder hasta que me moviera a Shizuoka...
     
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