Aichi Nagoya

Tema en 'Prefecturas' iniciado por Amelie, 6 Septiembre 2020.

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    Kuroki Fusatada

    Mientras tomaba mi frasco, pude ver cómo Rengo trataba a Kibo, la verdad es que me daba bastante gracia, pero sabía que la medicina era irrisoria, era la parte que más odiaba enfermarme, como si los malestares no fuesen suficientes.
    Después de todo Kibo logró tomarse su frasco, se le daba bastante bien para ser alguien quien en toda su vida sufrió bastante, le miré con una sonrisa conmovida, pero luego tomé mi frasco, tosiendo un momento por el sabor tan horrendo que poseía, al menos había conseguido beberlo, hasta ese momento me di cuenta que Rengo hizo lo propio.
    —Pide tu deseo, Rengo—. Dije siguiendo su propio juego, riendo.

    Me aseguré a Kibo en la espalda y después miré a Rengo, su dinero era diez veces menos que lo que yo poseía seguramente, por lo que volteé bastante apenado, pero no le culpaba. Luego me dio un golpecito, cuando un par de monedas cayeron y yo solo reí por lo bajo, dejándole estar.
    —El suficiente como para no desfallecer a medio camino a cualquier otra prefectura—. Carcajeé, mientras miraba alrededor, los rumores de la guerra ciertamente me agobiaban.

    Miré a Rengo cuando nos contó lo del monje, suspiré por lo bajo... otro de Kioto. ¿Llegará el día que conozca a alguien que no tenga que ver con Kioto?
    —Dime, ¿crees que lleguemos a llevarnos aunque sea bien? No quiero otro desafío, solo saber qué puedo hacer, si no empezaré a pensar en otra cosa, pero antes mejoraré mi katana, no voy a permitirme otro tropiezo como el de Chiryu—. Dije un poco absorto, pero al darme cuenta reí y miré a Rengo.
    >>Venga, sería divertido demostrar una fuerza abismal si alguien quiere jugar al héroe... ¿No crees? Nada que unas palabras atemorizantes o algo... un buen palazo o sablazo y ya, vayase a casa.—bromeé, mientras nos dirigíamos a la casa de armamento.

    No es que quisiera indagar en ese extraño tema del águila y todo eso, solo quería mejorar mi arma, sin en cambio. Poco y nada sabía que ahí estaban las armas de Hideyoshi y un encargo del mismísimo Kato Harima para replicar el arma de Murai Sugita.

    En algún momentó, un escalofrío me recorrió, como un horrible presagio de los días por venir, en el fondo seguía angustiado, pues estaba muy preocupado por los Minamoto, por Kenzaburo, Misato, Masuyo... Yuzuki.
    Aún estaba preocupado por Natsu, si se habrá topado con Masaki.

    De alguna forma recordé a Itami, también estaba preocupado de cómo habrá salido su duelo y si en algún momento nos volvería a encontrar, y esperaba que fuese en un momento idóneo y no incómodo. Sin saber que ya hasta había muerto y... me estaba esperando cuando llegase mi hora.
    Muchas sensaciones extrañas me invadieron, sensaciones que por un momento me regresaron a la cruda y desgraciada realidad, estaba demasiado vulnerable... Una mejora de katana no me va a dar nada, no dejaba de estar tan expuesto ante todo.

    Me voy para la casa de armamento :D
     
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    Amelie

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    Rengo se quedó pensando en el deseo; incluso aunque él fuera el que inventó aquella mentira. Tenía objetivos mas no tenía deseos, las palabras de Itami llegaron a su mente, pues recordó que estaba acostumbrado a seguir las instrucciones de los demás, sus decisiones propias se basaban en las del día a día; el decidía que comer, qué vestir, cómo hablar. Pero no mas.

    —¿Llevarnos bien?— le preguntó genuinamente a Kuroki, pues el hablaba con las personas simplemente para no estar solo, jamás se había detenido a pensar en quienes lo odiaban y con quienes se llevaba bien —Habla mucho de religión, la verdad es que se me hizo una persona interesante; pero su musculatura me dice que es fuerte, así que no sé — También rio ante la pregunta.

    "Venga, sería divertido demostrar una fuerza abismal si alguien quiere jugar al héroe... ¿No crees? Nada que unas palabras atemorizantes o algo... un buen palazo o sablazo y ya, váyase a casa."

    Esto hizo que Rengo se detuviera, imaginó la escena y comenzó a reír con fuerza.

    —Eso nos evitaría muchos problemas; así como al señor Kenzaburo, sólo me amenazó y me hizo cantar como canario porque pensé que si no lo hacía iba a matarme allí mismo. Nunca he podido contestarle a alguien así de atemorizante— colocó sus manos en las rodillas pues no podía dejar de reír; su risa incluso contagió a Kibo, quien comenzaba a despabilarse un poco. Rengo se reincorporó limpiando sus ojos de las lágrimas para entrar a la casa de armamento —Si fuera más fuerte lo hubiera amenazado de regreso —pensó —Algo así como....— buscó las palabras adecuadas —... Vaya y pregúntele a mi padre a ver si es tan valiente— siguió riendo.

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    Rengo se había enfrentado verbalmente a Kato, pero no parecía recordarlo.

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    Casa de Armamento
    [Kuroki; Rengo]


    Dos hombres los guiaron hacia el interior; pues aquel sitio era enorme; y al parecer bastante bien vigilado, ya que ambos estaban armados. Rengo no parecía inmutarse en esto, pues seguía riendo, aunque en menor intensidad.

    Llegaron hacia la recepción, dónde no había nadie; los hombres le dijeron que esperaran, mientras tanto, Rengo siguió hablando.

    —¿Sabes que también nos evitaría muchos problemas? —preguntó para luego sacudir su ropa —Si usáramos armadura; pero somos pobres— comenzó a reírse de nuevo — En el tiempo que viajé por Japón me hice una pregunta —miró a Kuroki levantando su dedo índice —¿Por qué las katanas son más baratas que un simple yoroi? —se cruzó de brazos —Una katana toma mucho mas tiempo en realizarse, mientras que un yoroi es mucho más rápido de fabricar — afirmó — Ahí me di cuenta de algo; la mayoría de las personas portan katanas, y sólo pocos usan armadura; por lo tanto el precio de un yoroi debía ser mayor porque existen menos; o al menos eso creía —Recargó su brazo en la mesa de recepción — Pero la respuesta no es tan simple; pues no depende de un conteo, no depende ni siquiera del trabajo del artesano; una katana tiende a durar mucho mas tiempo que un yoroi, por lo que estos se sustituyen con facilidad; pero una katana... —señaló el arma de Kuroki, pues sabía de su historia — ... no se sutituye con facilidad —Rengo sonrió—¿Sabes por qué?

    Rengo se separó de la mesa de recepción mientras miraba las armas que estaban exhibidas — Porque un samurai puede ser un samurai sin armadura; pero no puede serlo sin un arma.

    En el fondo se escuchó un aplauso. Era Yamamoto —Pero entonces, niño —dijo ante Rengo —No has respondido; ¿Por qué un yoroi es más costoso que una katana? —miró a Kuroki —¿Lo saben?

     
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    Kuroki Fusatada

    Miré con atención a Rengo cuando se quedó pensando en su "deseo" que la verdad a estas alturas con todo lo sobrenatural que he visto la verdad es que si podría ser algo serio, pero de alguna manera eso lo sentía lejano... ¿Tal vez porque no dajaban de ser los deseos de uno para conseguir algo?

    "¿Llevarnos bien?"

    La pregunta la verdad es que me había sorprendido, esperaba cualquier cosa, inclusive una fantasía, pero desear reforzar nuestra amistad, hacerla durarera pese a lo presenciado estos días, la verdad es que me conmovió de sobremanera, fue en ese momento que volví a abrazarlo con un brazo, pues no quería dejar caer a Kibo por obvias razones.
    —Mira, que curioso. Yo también deseo eso... todos los días, las amistades son importantes, pues es lo que nos hace sentir vivos. ¿No piensas lo mismo Rengo?—. Dije realmente alegre hacia este, sonriendole ampliamente y separandome del abrazo, si... era por eso que no me quería permitir lo de Kyogi... Es que no solo era una amistad, es parte de mi propósito, de mi vida, de lo que me juré ser. Es darle cariño a alguien quien no lo tuvo por tanto... tanto tiempo.
    De no ser que Kyogi tenía expresiones que se me hacían familiares, no le creería que es su madre pero de todas maneras, muchas cosas no cuadraban, cosas que... por primera vez, no quería saber el porqué. Sí, quería respuestas, pero también tienen razón... hay límites.

    Y yo sobreviviré en este.

    Escuché lo segundo acerca de Benkei. Bueno, parecía ser alguien amable, o por lo menos conversador, si me desafiaba y apostaba mi arma eso si iba a estar jodido. Pues lo que menos necesitaba era ser dañado, no teníamos nada para ser tratados.
    En ese momento Rengo se detuvo, le miré y estalló a carcajadas, yo discretamente fui sonriendo hasta que poco a poco se me contagió su propia risa, hasta Kibo se había unido, el instante de carcajadas me hizo olvidarme de absolutamente todo, de los problemas, de la presión... todo. Ya ni sabía desde hace cuanto tiempo que no me reía así, no sé... ¿Creo que desde la última vez que vine aquí no lo había vuelto a pasar tan bien? Curioso que Nagoya tuviese un trato suave conmigo, y lo agradecía profundamente.

    "así como al señor Kenzaburo, sólo me amenazó y me hizo cantar como canario porque pensé que si no lo hacía iba a matarme allí mismo."

    Me habría puesto serio de no ser que el solo hecho de imaginarme la escena tan ridículamente tensa conmigo y con Kawa, con Natsu, con Misato, con Hana, con Rengo y Kenzaburo. Inclusive me solté a carcajadas recordando acción fallida tras acción fallida.
    —Lo sé... Yo quería alejarlos y vinieron como imanes, quería guardar información y mas bien fue lo contrario, hey, creo que deberíamos volver a Chiryu... Tuvimos una aventura apasionante, quiero volver a caer como costal encima tuyo.—y volví a carcajear, obviamente diciendo todo con sarcasmo y como si esos errores hubiesen sido cometidos por otra persona y ahora mismo él y yo solo nos estuviesemos riendo de la desgracia ajena.
    >>Kenzaburo es alguien muy duro, pero es muy blando una vez lo conoces, bah, déjalo. Le encanta asustar a todo dios...—. Dije aún riendo en momentos, hasta que poco a poco fui respirando, recuperando el aire hasta calmarme con un suspiro y limpiarme las lágrimas, mirando a Kibo para dedicarle una caricia en su cabello de forma que no temiera en reír.
    —Somos un desastre, deberíamos cobrar por cada desastre que hagamos, nos volveríamos ricos en una semana.—reí para ingresar a la casa de armamento con él.

    Escuché su último comentario y volví a reír, aunque era curioso ver cómo parecía haber olvidado lo de Kato en el Puerto de Kamakura. ¿Porqué? Eso era curioso...
    No pude evitar recordar el cómo Matsuda y yo habíamos visitado este lugar en su momento, ¿cómo olvidarlo? Después de una breve plática y escuchando unos rumores, siendo este el segundo sitio que visitamos juntos para que Yamamoto mencionara lo de mi padre y buscar por los tejados a mi padre, la verdad es que, no puedo mentir, había sido una muy grata experiencia a pesar de que habíamos fallado en hallar a mi padre, al menos antes de ir hasta la Herbolaria.

    No parecía haber nadie, pero no importó, cuidé de Kibo mientras escuchaba a Rengo hablar, le puse toda mi atención, si... era cierto, si tuviesemos armaduras todo sería un poco más sencillo. Lo mismo he llevado pensando desde hace tanto tiempo, si tan solo tuviera forma de ganar bastante dinero, todo cambiaría.
    Aún así no dejé de prestarle atención, sonreí mientras relataba, lo hacía porque admiraba la gran conciencia que tenía ante algo que, seguramente para cualquiera, pensaría que Rengo no tendría idea, y es que eso era falso. Rengo es un gran chico, es alguien muy inteligente, es cuestión de que yo le pregunte acerca de cualquier religión y Rengo me lo explicaría con tal detalle que sería hasta abrumador, al final, lo que Itami le hizo no era tampoco en vano, así que el hecho que en momentos se diese cuenta de temas como estos no me sorprendía, al contrario, me daban mucha alegría, porque me hacía afirmarme que no era un chico despistado, me atrevería a decir que se muestra así porque prefiere evitar los problemas, prefiere simplemente... fluir... bueno, no. De hecho hace eso precisamente por esto. Solo quiere fluir, y es por eso que sabía que nunca podría ser un estratega, pero si alguien con la capacidad nata de improvisar, y tenía que admitir que en eso me superaba con creces.

    Al final, tenía que aprender cosas de Rengo.

    Cuando terminó me quede reflexivo, había mucha razón en sus palabras, en especial cuando señaló mi katana, y es que era verdad, el mismo Yamamoto lo dijo, el arma de un guerrero no es solo una katana, es su espíritu, su esencia... un samurai sin arma no es un samurai, es alguien que no tendría alma, y es que por ridículo o exagerado que suene, podía corroborarlo, porque si perdiese mi katana, me deprimiría bastante, sería bastante próximo a perder a mi madre. La katana que me hizo levantarme una y otra vez cuando el mundo me derrumbaba, cuando Takano me expulsaba, cosa que me hizo reír discretamente.

    Es Esperanza, como dijo Masuyo.

    En ese momento Yamamoto se presentó, aplaudiendo, su pregunta era cierta, nada respondía el porqué un yoroi costaba más que una katana, y me quedé reflexivo.
    —¿Por los materiales? Digo, al final, desconozco el cómo funciona la herreria, no le mentiré señor Yamamoto, pero una Katana parece ser una barra de hierro... pero un yoroi es distinto, es una armadura, una que cubre cabeza, torso... la cantidad de material utilizada para forjar un yoroi es mucho mayor al de una katana—. Respondí, reflexivo, para después mirar a Yamamoto.
    >>Esa sería mi lógica hablando críticamente, aún así, si me equivoco...—sonreí. —Corríjame por favor, admito que es una cuestión interesante.
     
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    Casa de Armamento
    [Kuroki; Rengo]


    Rengo se quedó pensando en todo lo que dijo Kuroki antes de entrar a la casa de armamento; tendría que responderle tarde o temprano; pero como siempre ya se habían enfocado en otro tema, ahora frente a Yamamoto.

    Yamamoto miró a Kuroki, lo recordaba perfectamente; soltó una gran risa que envolvió el lugar, era amable —No es hierro muchacho; es firme acero. Y no es simple una barra; es el conjunto de dos tipos de acero, una dualidad perfecta fundida y moldeada con perfección, debe ser fuerte y flexible, una mala forja es un guerrero muerto— mencionó con orgullo; se podía notar las bolsas bajo sus ojos —No, no es eso— miró a Rengo.

    —Bueno, esto...—Era una pregunta que Rengo se había hecho por largo tiempo, no sabía la respuesta, sólo analizó las variables posibles, en un tiempo bastante amplio, y como siempre, no terminó su investigación —Yo no sé por qué no es, al contrario, estoy posiblemente mas o menos no muy seguro de el por qué.

    Yamamoto volvió a reír —Qué confuso, lo tomaré como que no sabes la respuesta.

    Rengo se cruzó de brazos.

    —Las katanas vuelven a al herrero; las armaduras no — Mencionó Kibo con una sonrisa amplia.

    Yamamoto lo miró perplejo y Kibo lo notó sonriendo —Eso es lo que siempre dice mi abuelito

    Yamamoto lo señaló —Tu abuelo es sabio— después miró a Rengo y Kuroki — La katana puede tener muchos caminos; pero el yoroi muere con el guerrero, pocos invierten en su defensa; prefieren invertir en la ofensiva.

    Extendió sus manos, sus dedos estaban ennegrecidos y eran anchos y fuertes —¿Quieren que revise esas katanas?

     
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    Kuroki Fusatada

    No evité reír cuando Yamamoto hizo lo propio, me hizo recordar cuando le preguntaba quién era él y hasta me había preocupado si miraba de mala manera a Matsuda, la verdad es que sentía que el herrero era bastante más amigable de lo que parece.

    Escuché con atención su explicación, lo miré y sentía muy sabias sus palabras, tenía que admitir que tenía razón y yo no tenía idea acerca de esto, y Rengo estaba igual, lo cual hizo que aprovechará para mirarlo con burla, como culpandolo por no terminar sus investigaciónes, riendo.

    En ese momento Kibo habló, yo sonreí, si era cierto que su abuelo es un coleccionista de armas no me sorprendía que supiera de estas cosas, aunque ahora que pensaba me preocupaba un poco ese tema... ¿cómo podremos hallarlo? No siempre podré contar con mis informantes, y me preocupaba que reaccionase hostil, cosa que no me iba a sorprender si somos honestos, y lo peor es que ni idea de cómo sea...

    Miré a Yamamoto cuando se dirigió a nosotros nuevamente, sonreí un poco triste ante el tema de la armadura, porque la verdad es que si que prefería eso antes que la ofensiva, siempre creí que valía más la habilidad para atacar antes que dedicarse a ello, pero ahora siquiera asimilar la idea de un yoroi era imposible.

    —Créame señor Yamamoto. Si fuese por mí, ahora mismo le compraría una armadura, pero es imposible ahora.—rei con pena, para tomar mi katana y desenfundarla con cuidado, girandola para que el agarre estuviese de su lado, todo con una mano pues tenía a Kibo.
    >>Kuroki Fusatada... ¿me recuerda? Usted mismo sabía que así me llamaba cuando reviso mi katana, sin en cambio, el propósito de mi visita hoy es distinto. Quiero mejorar mi arma, buen Yamamoto, ¿y quién mejor que con el más grande herrero de todo Japón? Es un honor—. Dije, sonriendo ampliamente, pero luego me preocupé un poco por su aspecto tan lamentable.

    —¿Se encuentra bien señor? Parece que se ha estado esforzando mucho, y por días, se le muy cansado—. Pregunté, visiblemente preocupado.
     
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    [Kuroki; Rengo]


    Rengo notó la mirada de Kuroki en burla y no tuvo mas que soportarlo; se cruzó de brazos; pero al ver que Kuroki empezaba a moverse para entregarle su katana; decidió librarlo del peso de Kibo, al cual sentó en la mesa del mostrador.

    —Te recuerdo, así como recuerdo a tu padre— mencionó Yamamoto —¿Por qué no está contigo? —preguntó solemne, pues en esos tiempos era una pregunta peligrosa, pues las personas morían día a día por las guerras y el hambre; pero debía preguntar, eran tres niños solos en un mundo cruel.

    Tomó la katana —Mejorarla, ya veo. Y no debes preocuparte; he tenido mucho trabajo en la forja— miró hacia Rengo y extendió su mano para recibir la suya. Este no supo reaccionar de inmediato, jamás había estado en una armería; lo que aprendió de su mantenimiento fue con Itami.

    Rengo le extendió su arma enfundada —La uso para cortar nabos y leña— mencionó para después soltarla en la mano de Yamamoto con algo de desinterés pues estaba jugando con Kibo. Yamamoto lo veía extrañado, después miró la saya y recordó algo; al desenvainarla sonrió.

    —Rengo...— Mencionó Yamamoto.

    Rengo volteó de inmediato —¿Nos conocemos?

    Yamamoto rio —Yo forjé esta katana; también la de tus hermanos; y por supuesto las legendarias Washi y Karasu de tu padre.

    Rengo no estaba muy impresionado, no porque la forja no fuera algo digno de admiración; sino que él no tenía las mejores memorias con su katana; y mucho menos con su padre —¿Amigo de mi padre?

    Yamamoto negó —Tu padre no hace amigos— rio — Pero tenía deudas de honor con él; salvó mi vida y la de los míos. Así que si llama, yo respondo.

    Rengo miró a Kuroki, sonrió con complicidad.

     
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    Kuroki Fusatada

    Agradecí que Rengo me quitase a Kibo, al menos por ese momento, haciendo que pudiese otorgarle mi arma a Yamamoto con mayor cuidado, sonreí cuando dijo que me recordaba.
    —Está bien—. Respondí ante su pregunta de mi padre.
    >>Nos conseguimos reunir ese mismo día, todos acabaron de una pieza, así que no tiene porqué preocuparse por eso—. Dije, sonriendo. —Ahora nos separamos porque tenemos una misión importante entre manos, pero vovleremos a vernos, muchas gracias por su información, yo no habría tenido la menor idea. La reunión fue conmovedora y, por sobre todo, liberador.

    Luego Yamamoto habló sobre que tuvo mucho trabajo en la forja, fue en ese momento que recordé los rumores del águila, y tenía sentido, en especial si decían que era un proyecto secreto. Le dejé estar cuando miró a Rengo, este parecía inseguro, yo le miré con calma, en realidad no le iba a juzgar si no quería, era su decisión.

    Al final cedió, con desinterés, le deje estar hasta que Yamamoto sonrió peculiarmente, yo me extrañé, pero enarqué una ceja cuando mencionó su nombre.
    ¿Él forjó las armas de los Harima? ¿Hasta los de Kato? No me sorprendía ver a Rengo con desinterés, seguramente era por lo de Kato, y no le culpaba por eso. Aunque escuchar la parte de que Kato le salvó la vida y le debía favores... todo conectó.

    ¿Acaso... el "proyecto secreto" era por parte de Kato? Digo... ¿de qué otra manera ahora se mostraria tan agotado? ¿Porqué la gente diría algo de un proyecto y encima algo de un águila? Los nombres de esas katanas... si encima rematamos que está hablando con tranquilidad, uhm. ¿O sería casualidad?

    Noté la sonrisa de complicidad de Rengo de reojo, pero me mantuve impasible, como si no lo hubiese notado.
    —¡Oh! Que curioso—. Dije por fin, por los dioses, esto no me lo iba a perdonar pero tiempos desesperados requieren de medidas desesperadas.
    >>Justo veníamos a armarnos, pero, bueno, nunca nos dijeron nada de esto. Supongo que no lo vieron importante... Verá, ahora mismo Kato está de camino a una guerra en Shizuoka, y es porque los Minamoto han conseguido sacarlo de Kamakura a su favor, Rengo y yo somos los que ahora mismo no tenemos mucho armamento, y... bueno, señor Yamamoto. ¿Podría ayudarnos con eso? ¿Por favor? Al menos por mi parte solo tengo dinero para mejorar mi arma, y decir lo mismo de Rengo me temo que no. Aunque ahora que nos cuenta esto, ya comprendo lo que quería Kato—sonreí, sin querer haíamos caído justo en un momento y sitio perfectos.
    >>La guerra está próxima, y queremos prepararnos como es debido.
     
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    [Kuroki; Rengo]


    —La guerra ya está muy cerca; eso es cierto. Y yo apenas he terminado el encargo de tu padre —miró a Rengo el cual no pudo evitar mostrarse algo confundido; pues Kato jamás cambiaría a Waishi y Karasu. Depsués se dirigió a Kuroki —Puedo hacer un trato con ustedes; llevan el arma que me encargó a Shizuoka y mejoraré el arma de ambos al precio de una ¿Qué dicen? —sonrió ante los jóvenes.

    Rengo sacudió el cabello de Kibo y sin mirar a Yamamoto preguntó —¿Ahora planea usar tres katanas en lugar de dos?

    Yamamoto rio con fuerza nuevamente —Me alegra que no heredaras el humor de tu padre; no, no es para él; esta es una katana especial para aquellos que utilizan los venenos en el campo de batalla. Jamás me ha encargado algo si no es para miembros de su familia, esta es una katana para Minami Yuzuki; lo sé porque me hizo grabar el nombre en el nakago.

    Rengo volteó de inmediato al escuchar aquello; no pudo evitar sonreír, como si el hecho de sólo escuchar su nombre la pudiera traer allí, a ese instante. Después miró hacia Kuroki.

     
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    Enarqué una ceja ante su comentario. ¿Así que si tuve razón? ¿Este es el proyecto secreto de lo que tanto hablaba la gente? Vaya, por fin hasta que intuyo algo, a ver si por una vez sigo así por mucho, mucho tiempo...
    Sin en cambio, no evité interesarme por el tema de mejorar ambas katanas, sonreí con clara alegría, esto... parecía ir bien, debía admitir que sin querer fue más sencillo de lo esperado, quiero decir, volver con los Minamoto. Maldita sea, no me puedo creer mi suerte, ¡es que yo no tenía ni la menor idea de todo esto! Pero mi alegría pronto se difuminó... ¿Rengo cómo tomaría eso? Seguramente no querría volver a Shizuoka por nada del mundo, pues... efectivamente, ahí estaban los Minamoto y por lo tanto Kenzaburo.

    Sin en cambió, después de la risotada de Yamamoto que ciertamente se me contagió, ya que trataba de acomodar las piezas en mi mente, fue cuando mencionó algo completamente inesperado... ¿Un arma especial para... Yuzuki?

    "Estoy en deuda contigo"

    Esas simples cuatro palabras asolaron mi mente con una brutalidad absurda. Recordé de repente el favor que me debía Yuzuki, desde Kamakura, cuando me había ido justamente con Rengo hasta el final del bosque para salvar la vida de Takano, quien estuvo por fallecer culpa de Murai... Murai Sugita.

    Un favor... ¡eso es! Parece que todo esta acomodandose por sí solo, parece que por fin la suerte me sonríe. ¿Entonces el destino me estaba jugando a favor? ¿Siempre lo hizo? Si era así, entonces... maldición, pues si que había valido la pena...

    Mi sonrisa, amplia y reanimada, regresando un brillo esperanzador en mis ojos volvió en mí, miré a Rengo cuando este hizo lo mismo, parecía ser que Yuzuki era la clave, maldita sea, este tipo de milagros era de los que estaba hablando.
    Reí con clara emoción, pude sentir toda la presión y el agobio irse como cuando una cubeta se reventaba, cargada de agua y todo se desparramaba, hasta pude respirar mejor, ni me había dado cuenta que cargaba con una tensión severamente horrible encima mío, y lo mejor de todo, estabamos justo a un lado de Shizuoka, creo que aún podíamos llegar a tiempo.
    —Creo que no hace falta decir que aceptamos con gusto este pedido, señor Yamamoto—. Dije, sonriendo, tanto a él como a Rengo.
    >>Después de todo, solo estábamos de paso. ¿No? ¿Hermano?—. Concluí, llamándole hermano a Rengo, pero bueno, que la alegría no se me podía estar más plasmada en mi rostro. Tanto que hasta había soltado eso casi sin pensarlo.

    Si se remataba que, allá, en Chiryu, por poco Misato y Kenzaburo estaban por ser asesinados, ahora el segundo portaba a Shi...

    El destino sin dudas es muy sabio.
     
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    [Kuroki; Rengo]


    Rengo revisaba la fiebre de Kibo colocando su mano en su frente, había disminuido considerablemente, a pesar de seguir moqueando. También hizo lo mismo consigo, se sentía mejor.

    "Después de todo, solo estábamos de paso. ¿No? ¿Hermano?"

    Aquella última palabra lo tomó desprevenido, incluso dio un paso hacia atrás en confusión. No entendía si intentaba confundir a Yamamoto o simplemente sentía esa conección con él. Esto lo llevó a pensar, no podía ser para despistar a Yamamoto, él mismo había identificado a Rengo y conocía a sus hermanos; incluso conocía a Kuroki y a su padre.

    —Son amigos cercanos por lo que veo —mencionó Yamamoto mientras inspeccionaba ambas katanas —¿Cuáles son los nombres? —preguntó sin despegar la vista de las armas.

    —La mía es Noroi— mencionó Rengo mientras se sentaba junto a Rengo, moviendo sus pies de un lado al otro imitando a Kibo.

    —¿Maldición? ¿Tanto odiaste mi forja? —Preguntó riendo.

    Rengo también rio —No es eso; la verdad es que no soy bueno con ella; como sabrá vengo de una familia de prodigios de la espada, sólo que yo no soy uno, jamás logré que mi padre me entrenara directamente, así que es una vergüenza par mi portar un arma tan buena como esta, sin saber usarla con la destreza que requiere —No estaba engañando a Yamamoto para darle lástima y obtener algún descuento adicional, lo que decía lo sentía real.

    —Kato siempre ha sido muy duro; pero si me pidió que hiciera a Noroi, fue porque pensaba en ti como uno más de los suyos —mencionó para después mirar el arma de Kuroki —Y entonces... ¿Tiene algún nombre?

    Gigavehl No podrán obtener mayor descuento que el que ya les dio (200 monedas por las dos katanas) en tu siguiente post si decides aceptar, lanza un dado de 20 para saber la nueva bonificación de tu katana.
     
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    Kuroki Fusatada

    Ver el breve sobresalto de Rengo cuando le llamé hermano me hizo incomodarme un poco... ¿Le habrá molestado? ¿Incomodado? Solo pude rascarme la nuca, confuso.

    —Lo siento... no quería-
    Pero fui interrumpido cuando Yamamoto habló, y después de su pregunta, Rengo fue el que habló, solo pude sonreírle apenado. Entendía por completo sus sentimientos.

    En ese momento la recordé... a ella... a Masuyo Kobayashi.

    "¿Qué te parece "Nozomu"? Significa "Esperanza" o "Deseo", ambas a la vez sí quieres"

    Nozomu... El nombre que Masuyo me propuso ponerle a mi arma en honor a la historia que esta cargaba. Recordé su sonrisa, una bastante maternal a decir verdad.

    "Siento que le haría justicia a tu madre, quien seguro depositó muchos buenos deseos en ti, que ahora replicas en el mundo, Kuroki..."

    Cierta punzada me asoló en el corazón, pues la verdad es que... es justamente eso, yo siempre sueño con darle a la gente cuanta bondad fuese posible, eliminando a los impuros y malvados del mundo mismo.

    "pero tomate el tiempo que necesites, encuentra la palabra ideal para algo tan importante como una katana; recuerda que con ella puedes sentenciar vidas, como también evitar muertes."

    Evitar muertes...

    Fue lo que repliqué en mi mente, y había mucha razón en esas palabras, pues recientemente los veía bastante cercano... En especial que, al final, estaba por matar a alguien incoente como Kawa, quien sufría, la culpable absoluta era Kyogi... me estaban haciendo luchar contra una víctima y eso era lo que no podía perdonar.

    Reí por lo bajo, asintiendo, la verdad es que nunca se me ocurrió un mejor nombre.
    —Así es...—. Dije, para mirar a Yamamoto, sonriendo de nuevo.
    >>Nozomu... ese es su nombre—. Dije, mientras me recargaba en el mostrador y poco después, saqué el montón de dinero, dejando la bolsa enfrente para que el herrero lo tomase.

    —Hará un trabajo espléndido, y nosotros llevaremos el arma, es un trato.
     
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    Casa de Armamento
    [Kuroki; Rengo]


    Yamamot comenzó su trabajo, tomó la katana de Kuroki y se acercó a su torno de afilar; aquel hombre tenía mejores instrumentos que muchos herreros que había conocido, Fuji incluída. El torno de agua hacía que el afilado fuera más rápido, el sonido era maravilloso y los ángulos de posicionamiento de con el filo y la piedra eran perfectos.

    El proceso lo hizo mientras escuchaba a Kuroki pronunciar su nombre —Vaya dúo, esperanza y maldición —dijo mientras separaba la katana de Kuroki de la piedra de afilar; brillaba intensamente, tanto que el reflejo de los presentes podía verse en su hoja. Yamamoto la volvió a entregar a Kuroki, dándole primero el mango para que este la observara.

    Después tomó la katana de Rengo e hizo exactamente lo mismo; dejándola afilada y lista para combate —Siempre que escucho los nombres de las armas de un guerrero, me pregunto si algún día escucharé historias sobre ellas...— dijo entregándole a Rengo su arma, quien la tomó para guardarla inmediatamente sin verla, para después volver a cargar a Rengo en sus brazos.

    Yamamoto no era tonto; sabía que el arma de Rengo no podía llamarse de ese modo si sólo la usaba para cortar nabos como este decía; había algo mas detrás; pero no era su lugar inmiscuirse en la vida ajena.

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    Observé con atención el proceso de mejora que Yamamoto hizo, no evité sonreír, pese que este tipo de ambientes era algo mas bien desconocido para mí, el sonido, el proceso eran ciertamente conmovedores, la manera en como trabajaba Yamamoto era sublime y hasta veloz, las herramientas que poseía eran tan avanzados que me costaba imaginar para qué servían en su totalidad. Así, hasta que terminó la labor, mi arma brillaba con gran intensidad, tanta que me sorprendía y estaba tan pulida que el reflejo se podía divisar, sin dudas, una obra digna de alguien como él.

    "Vaya dúo, esperanza y maldición"

    Reí por su comentario mientras asentía.
    —Nos encanta ser poéticos—. Dije con calma mientras Yamamoto me devolvía mi arma, la tomé con gratitud mientras veía el mango del arma, no evitando sonreír sorprendido y maravillado... "Nozomu" si, este apodo para el arma que me entregó mi madre tiempo antes de fallecer es el que la caracteriza, sin dudas...

    Madre, gracias.

    Me quedé viendo por un rato hasta que hizo lo propio con Rengo, noté cómo guardó el arma sin mas y comenzó a cargar a Kibo, sonreí un instante mientras hacía lo propio; enfundaba mi arma en su respectiva saya, podría jurar como hasta se escuchaba distinto a la hora de hacer eso.

    "Siempre que escucho los nombres de las armas de un guerrero, me pregunto si algún día escucharé historias sobre ellas..."
    Una frase tan poderosa... e interesante, sin dudas es algo digno de prestar atención. ¿Habrían historias acerca de Nozomu? Vaya que esperaba que sí. Al menos no solo sobre el arma, si no de su dueño... Kuroki Fusatada.
    Tenía que hacerlo, es parte del propósito de mi vida.

    —Yamamoto, es un gran honor, muchas gracias. Puede proceder a otorgarme el arma de Yuzuki para, bueno, ponernos en marcha—. Dije con calma aún sin dejar de sonreír, no ibamos a partir de inmediato pues aún tenía cosas por hacer en Nagoya, pero era mejor que esto se solventara de una vez.
     
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    Casa de Armamento
    [Kuroki; Rengo]


    Yamamoto observó a Kuroki —La tendré esta misma noche; aun me faltan unos arreglos, más que nada estéticos. Pero no puedo dejarla ir sin que sea perfecta. Nunca he podido hacer eso con ningún arma— mencionó para después despedirlos —Pueden volver por la noche, o si prefieren mañana por la mañana.

    —Qué tenga un buen día señor— mencionó Rengo, sin agradecer la katana. En cambio, si era importante desearle un buen día a alguien amable; porque la amabilidad era una virtud digna de respeto.

    Al ir saliendo de la casa de armamento Rengo avanzó cargando a Kibo, y sin mirar a Kuroki pronunció —No tenías por qué pagar por mi katana — hizo una pausa hasta salir por completo de aquel sitio, esta vez si lo miró antes de hablar —En verdad puedo confiar en ti ¿Verdad, Kuro-kun? —se atrevió a soltar el diminutivo —Porque hablas de mi como un verdadero amigo, incluso pagaste por mi sin siquiera preguntarme nada, sólo lo hiciste —desvió la mirada al suelo —Entiendo que lo hicieras porque ese era el descuento; pero seguramente aunque yo no hubiese querido la mejora, Yamamoto te hubiera dado el precio a la mitad, me ayudaste sin que yo te lo pidiera...

    Estaba hablando de emociones y eso parecía costarle demasiado trabajo, por un momento recordó a Natsu, como con él no tenía que explicarse demasiado, simplemente se entendían.

    —Allá adentro...— mencionó —...no es que me molestara que me dijeras hermano —aclaró —sólo me tomó por sorpresa —acomodó a Kibo en su espalda mientras este volvía a jugar con su listón rojo —De un breve tiempo para acá, he creado lazos. Y lo único que me han hecho es preocuparme. Los extraño y no me gusta sentirme así. Creo que por eso olvidé que estaba molesto contigo en Chiryu —soltó una pequeña risa — Me estoy acostumbrando a tu presencia como lo había hecho con la de Natsu, pues jamás había pasado tanto tiempo con personas —miró a Kuroki, no lloraba; pero mostraba miedo — Por favor, ayúdame a buscar a Natsu. No quiero que él esté solo como yo lo estuve tantos años.

     
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    —Oh...—. Musité cuando Yamamoto me respondió, bueno, me venía perfecto, me daba sin querer la excusa para esperar aquí en Nagoya, al menos hasta el día siguiente, eso sonaba bien.

    Rengo despidió a Yamamoto y yo hice lo propio, con una gran sonrisa mientras le reverenciaba.
    —Señor Yamamoto, ha sido un honor verlo por segunda ocasión, muchas gracias. Nos veremos más tarde, o mañana, ya se verá—. Dije con calma, para después ir con Rengo hacia la salida.

    "No tenías por qué pagar por mi katana"

    Claro que tenía... Rengo, eres mi amigo.

    Miré a Rengo después del breve silencio hasta que salimos, lo escuché con atención, es cierto, no tenía porqué pagar por su mejora, nada me decía que lo hiciera, y sin embargo lo hice. El diminutivo no me molestó en lo absoluto, sonreí con clara alegría mientras volvía a abrazarle, incluyendo a Kibo.
    —Hey, somos amigos, ¿no, Ren?—. Dije, acortando también su nombre, sonriendole enérgico.
    >>Este no será ni el primer ni el último gesto que tengas de mi parte, los amigos se quieren y se ayudan Rengo. Hacen lo posible por hacerlos feices o como mínimo hacerlos sentir cómodos... acompañados. La amistad debe hacer sentir a ambas partes en confianza, que puedne estar juntos aún inclusive en las situaciones más adversas. La amistad hace que no solo puedas ver y conocer a la persona, si no a comprenderla, a estar ahí en sus momentos más bajos, que pueda ser una segunda voz cuando te halles en aprietos o cuando se te acusa injustamente. Que al final del día, siempre puedas decir... "fue un buen día, pero siempre es mejor con mi amigo" eso es lo que me enseñó mucho mi madre—. Dije, para mirarle y sonreír enérgico de nuevo, volviendo a avanzar, soltando un discreto suspiro, pues iba a romper mi juramento mucho antes de tiempo, iríamos al Santuario.

    Volví a mirar a Rengo cuando mencionó lo del hermano y Chiryu, me alegraba que no le hubiese molestado, y lo de Chiryu solo pude reír incómodo. La verdad es que Rengo es una persona bastante peculiar, no me sorprendía que a cualquiera le costara trabajo entenderlo.

    Yo también ya me estaba acostumbrando a la presencia de Rengo, lo miré en todo momento, el miedo se podía notar... Y le entendía, me recordaba a mí a como llegué a estar con mi padre, en especial cuando tuve que viajar solo.

    Natsu...

    —Lo hallaremos, Ren. Debo confesarte que, al final, no me siento del todo cómodo y confiado con él, pero siendo críticos, ha hecho bastante, pero bastante como para ser alguien desinteresado. Bueno, mas bien alguien que no le importa las cosas, lo hace a su manera que es distinto—. Dije con calma, mirando al frente.
    >>No me malentiendas, solo te pido un poco de comprensión, nunca me es fácil tratar con personas como él, como son gente que no hablan mucho, me cuesta intentar entenderlos y si no hago eso, no sé ni cómo acercarme a hablarles. Eso es lo que a mi me incomoda—reí apenado. —, pero somos amigos, ¿no? Si tú confías en él, y yo ya confío en ti... ¿Porqué no hacerlo?—volví a mirarle, sonriendole decidido.

    —Lo encontraremos Rengo, y no volverá a estar solo... jamás.
     
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    Casa de Armamento
    [Kuroki; Rengo]


    Rengo soltó una leve risa; pues sabía que Natsu no hablaba demasiado —Es difícil hacerlo hablar; pero no necesitas siempre escuchar a las personas para entenderlas. A veces el silencio dice mucho mas, por eso lo entiendo tanto; siempre he entendido de los silencios— pensó un poco —Natsu es muy parecido a como era Takano, pero gracias a Yuzuki, Takano comenzó a hablar mas, aunque fuera nada más para quejarse o pedir que se callara —volvió a reír recordando aquellos momentos de su infancia dónde podía estar tranquilo.

    —Natsu y yo somos muy diferentes; pero ambos buscamos lo mismo —dijo hacia Kuroki quien guiaba el camino hacia el santuario —Siempre tenemos esa nostalgia por un lugar que ni siquiera existe. Uno donde nuestros corazones estén completos, que seamos amados y que sobre todo, que nuestra alma sea entendida.




    [​IMG]
    Santuario
    [Kuroki; Rengo]


    Llegaron al santuario; estaba desolado; no había personas dentro, el croar de las ranas en el estanque hacían aquel sitio aun más ominoso. Rengo bajó a Kibo y lo sujetó de su mano para que caminara a su lado mientras estiraba un poco sus hombros.

    —¡Benkei!— gritó Rengo dentro de la pagoda.

    No tardó un hombre en aparecer, muy distinto a lo que estaban acostumbrados a ver en un monje; pero no fue tan impactante gracias a que Rengo le había dicho que también era un guerrero.

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    Aquel hombre portaba numerosas armas a su espalda; lo cual hizo que Kibo reaccionara con alegría por un momento, pues estaba acostumbrado a ver a su abuelo así; pero se detuvo de extender las manos al reparar en el rostro del hombre, no se parecía nada a su abuelo.

    —Armas— señaló Kibo a Benkei

    El monje los miró a todos, pero se detuvo en Rengo —El pequeño demonio de la noche ha vuelto

    Rengo rio —El Oni sigue en el santuario, por eso nadie se acerca.

     
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    Miré a Rengo, escuchandolo con atención cuando comenzó a hablar, la razón por la que no reí fue porque me quedé reflexivo ante sus palabras...
    ¿Escuchar el silencio? ¿Cómo podría ser eso? Yo siempre he tenido que escuchar a la gente para comprenderla, ¿a veces no tenía que ser así? Eso... Tenía que tomarlo en cuenta, la verdad es que tampoco lo había visto de esa forma. Por eso siempre hablaba mucho, porque sentía que así me entienden. Tal vez ahora comprendo lo que quería decir Natsu sobre que a veces, hablaba demasiado...

    "Uno donde nuestros corazones estén completos, que seamos amados y que sobre todo, que nuestra alma sea entendida."

    Volteé a ver a Rengo cuando dijo eso... ¿de verdad buscan un lugar así? ¿Una época similar a esa?
    Eso me dejo atónito pese que no lo expresé mucho, pues, juraba que por lo menos a Natsu le daba completamente igual todo, comprendido o no él seguiría adelante... pero escuchar esto era completamente inesperado. ¿Pero porqué no ha venido? ¿Porqué no termino de confiar del todo en él?
    Nuestra alma sea entendida... esa frase me va a hacer pensar por mucho tiempo.
    —¿Crees... que yo pueda ser una luz para Natsu?—. Pregunté mientras miraba al suelo, profundamente reflexivo, hasta que llegamos al Santuario.

    Una vez allí, Rengo bajó a Kibo, me aseguré que el pequeño estuviese bien hasta que llamó a Benkei, fue como, aún pese que Rengo me lo había descrito, su porte era bastante intimidante e imponente, digno de lo que me había contado.
    —Vaya, si que es enorme—. Murmuré cuando pude verlo a detalle, hasta Kibo hizo una referencia a la cantidad de armas que portaba en su espalda.

    Escuché el breve intercambio de palabras con ellos, al no ver más reverencié, ciertamente intimidado por su aspecto.
    —Es un gusto conocerlo, Benkei. Espero no haber incordiado con nada.—sonreí con calma y amabilidad.
     
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    Amelie

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    Santuario
    [Kuroki; Rengo]


    Rengo pensó en aquello que Kuroki le preguntó, una luz para Natsu, eso sólo él podía definirlo; y es por eso que debía encontrarlo.

    Benkei clavó su mirada en Kuroki —¿Incordiado? —negó — Cualquiera es bienvenido en el santuario, no importa la posición del sol.

    —¿También colecciona armas?— preguntó Kibo con una sonrisa —¡Mi abuelito también! Las de mi abuelito son mejores —decía la verdad ante su perspectiva, pues su abuelo conseguía armas más llamativas, las de Benkei; a pesar de ser demasiadas, parecían ser bastante comunes.

    Rengo se agachó y le tapó la boca a Kibo —Lo siento Benkei, espero no te ofendiera.

    —¿Cómo me ofendería una verdad como esa? —dijo estoico —Las armas que he acumulado por años son de personas que creyeron que su fuerza superaría a la mía. Por lo que en este bulto de armas, no hay ninguna que brille con es espíritu de un verdadero guerrero —se acercó y miró a Kibo sin hincarse, mostrando su gran altura, cubriendo con su sombra al niño —¿Crees que tu abuelo pueda ganarme?

    Kibo sonrió ampliamente —¡SI!

    Esta vez Benkei se hincó haciendo que la sombra sobre Kibo desapareciera, obligando al pequeño a taparse los ojos por el fuerte brillo del sol —Me gustaría conocer a tu abuelo.

    —Si— mencionó Kibo para lentamente comenzar a llorar —Quiero volver a ver a mi abuelito

    —¡Benkei! —alegó Rengo mientras abrazaba a Kibo —Calma, lo encontraremos... eventualmente...

    —Lo siento, pueden pasar al templo; preparé algo de té y arroz— mencionó Benkei para luego colocar su mano en la cabeza de Kibo para intentar calmarlo, pero este se quedó así, simplemente como si estuviera sosteniendo una roca entre su gran mano; provocando mas llanto en Kibo.

    —Eres el monje más intimidante, no hagas cosas así— mencionó Rengo apartando su mano de Kibo para después abrazar al pequeño.

    Pero Benkei se quedó allí, sin reacción alguna. Rengo lo observó para después dirigir su mirada a Kuroki; no entendía que sucedía. Pero lo ignoró para avanzar con Kibo hacia el templo; necesitaban comer, eso los terminaría de mejorar de la enfermedad del viajero.

     
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    Kuroki Fusatada

    Observé la interacción de Kibo y de Benkei mientras se hablaba un poco sobre las armas del monje, era cierto que el montonar de armas era intimidante, aunque nunca conocí al abuelo del pequeño como para tener una opinión acerca de ello, después de todo, no culpaba al pequeño, era un niño, era inevitable que dijera la verdad pero ciertamente me preocupó cuando Rengo le tapó la boca.
    Sin embargo, al monje no parecía molestarle en lo mínimo, al contrario, parecía interesado en conocer al abuelo de Kibo, quien como veía venir, el pequeño no evitó recordarlo con fuerza para romperse a llorar, tanto que hasta Rengo le alegó y eso no me evitó soltar una sonrisa el cual desvié la mirada para taparlo y volver a retomar la compostura cuando regresé la vista al trío.

    Reverencié en agradecimiento ante el comentario de Benkei, al menos antes de ver que intentaba acariciar a Kibo que mas bien parecía que solo le sujetaba la cabeza, por obvias razones el pequeño se puso a llorar.
    Rengo le habló y le apartó la mano... pero ciertamente fue raro el reaccionar de Benkei... parecía, congelado.

    No, no me voy a poner paranoico tan pronto, pero no evité voltear a ver a Rengo justo cuando este hizo lo mismo, la confusión en ambos era palpable. ¿A qué venía esa reacción tan extraña? Digo, sé que es un chico peculiar pero yo mismo lo he cargado y no me ha sucedido nada.

    Vi a Rengo comenzar a alejarse, pero bueno, menuda forma de abandonar a su amigo... Y no hablaba de mí.
    Volteé a ver a Benkei, extrañado aún, no sabía si dejarlo o al menos mostrarme preocupado, recordé lo que decía Rengo que hay gente que pueden sentir energías, cosa que lamentablemente y al parecer yo era incapaz. ¿Podría ser que se dió cuenta? Obvio fingiría demencia...

    —Benkei...—le llamé, suave, sin sonar brusco. —¿se encuentra bien? Pareciese que vio un fantasma—. Dije, sonriendo con calma después de soltar esa pequeña broma, no mentía en que si Rengo decía que era un buen sujeto entonces confiaría en ello.
     
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    [Kuroki; Rengo]


    Benkei permaneció en silencio mientras observaba a Rengo y a Kibo irse hacia el templo—Ese niño...— se levantó imponiendo su altura en Kuroki —Está muy débil...— observó a Kuroki —¿Quiénes son ustedes realmente? —preguntó sin desviar su mirada, colocando su mano en la cabeza de Kuroki como lo había hecho con Kibo —¿Qué sabes de esos dos? ¿Por qué los proteges? —Benkei estaba asumiendo que Kuroki era una especie de guardaespaldas.

     
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