Aichi Nagoya

Tema en 'Prefecturas' iniciado por Amelie, 6 Septiembre 2020.

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    Amelie

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    [Benkei; Kawa; Kojiro; Togashi]

    Kojiro dejó caer las ramas con cuidado para que Togashi las fuera atrapando una a una. Kawa los observaba con atención, notando que las ramitas que había recolectado no eran tan buenas como las de ellos, aun así estaba contenta porque servirían como flechas.

    Kojiro escuchó la pregunta de su hermano, se quedó allí en la rama y se enderezó como un fiel contador de historias; pero no estaba adoptando esa posición con diversión, lo hacía con solemnidad. Kawa también lo miró, curiosa ante la respuesta.



    —Para entender el por qué de mi nodachi; deben conocer mi vida, o nada tendría sentido; porque todo es simbolismo —inició relatando ante su hermano y Kawa — Esto, Togashi ya lo sabe; pero yo no nací con apellido, Nací al norte, en Yamagata; no sé realmente en que ciudad porque fui abandonado, es muy sencillo abandonar niños en los puertos de Yamagata; siempre hay comerciantes o marineros que buscan futuros esclavos, y qué mejor que niños; son dóciles y puedes entrenarlos a tu antojo...— dijo tensando su agarre en Haiku, como si se preparara para un combate; pero sin rival enfrente —Y ese fue mi destino; llegué a Sakata y crecí junto al mar como esclavo de un vendedor de armas. Vendía las armas con viejos marineros cuando la marea era alta; por ello le temía al mar, pues sabía que debía ir a recolectar el dinero que ese vendedor me encargaba; hasta ahora creo que sólo me hacía hacer eso para burlarse de mi, pues jamás regresaba con el dinero, siempre fui violentado en barco al cual pisara... eso pasaba conmigo y otros niños de puerto que sufrían el mismo nivel de abuso que yo pero a manos de otros. Crecimos débiles por falta de alimento; temerosos a las tormentas, a los borrachos y al azote de las olas que indicaba marea alta. Lo único que me mantenía alejado de la idea de caer al mar y entregarle mi vida, eran mis amigos —sonrió — Kaori; Dozan y Ryoshi, nombre que nosotros nos pusimos. Yo le puse el nombre a Kaori; porque para mi siempre ha sido bella, como la flor de cerezo. Kaori le puso el nombre a Dozan; mina de cobre —soltó una risa —porque siempre conseguía monedas con las que aprendimos a sobrevivir. Dozan le puso el nombre a Ryoshi; pescador, porque él era quien siempre nos alimentaba. Ryoshi me puso mi nombre: Kojiro, por ser pequeño.

    Se detuvo un poco, se mostraba algo avergonzado —Nos llamábamos a nosotros mismos, como la parvada. Dozan fue quien consideró a Ryoshi como el cóndor, nuestro líder; a Kaori como el bello cisne; yo sería la pequeña golondrina; y él como el búho

    Miró al cielo, como queriendo que este le ayudara a acomodar sus pensamientos —Crecimos en el mismo puerto, con distintos señores a quienes servir. Mientras yo me mantenía más a puerto con el vendedor; Ryoshi y Dozan viajaban más con los piratas, y Kaori... —guardó silencio y desvió la mirada ante la atención de Kawa — Kaori permanecía conmigo en la casa de armamento, siempre que veía el barco donde venía Ryoshi, siempre corría a ayudarlos, sabía que regresarían heridos, Kaori los atendía; y yo sólo servía para recolectar todo lo que Kaori necesitaba para curarlos — enfocó su mirada a sus manos, las cuales ya tenía en el regazo, menos tensionadas —Robé unos tantos para dárselos a mis amigos, lo que me costó una golpiza que me dejó tirado por tres días. Y cuando abrí los ojos, me encontraba dentro de un barco; fue dónde Dozan, Ryoshi y Kaori me esperaban. Me contaron que había herido de gravedad al vendedor de armas; y tuvieron que huir del puerto, llegando a ese sitio. Era nuestro nuevo hogar, uno oculto bajo una cascada. Un barco abandonado y por varias estaciones fue nuestro paraíso...

    Entrenaban fuera del viejo barco con espadas de madera; pero Kojiro jamás lograba conectar ni una sola vez a Ryoshi o Dozan; y fue Ryoshi quien talló, con el tanto que Ryoshi le dio, una espada de madera más larga. No eran sables, pero Ryoshi siempre las tallaba con punta, no cortarían pero si perforarían.

    —Eres muy pequeño; pero los años de cargar tantas armas al mismo tiempo seguramente te han dado fuerza, ten
    —lanzó la espada de madera —Las golondrinas tienen una larga cola ¿No crees?

    Kojiro la observó y negó —Esto es darme ventaja; no la usaré —La dejó caer

    Ryoshi sonrió y lo tiró clavando su espada de madera a un lado suyo —Aprende a aceptar un regalo ¿Quieres?

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    —El cóndor nace con los reflejos y su buena visión; la golondrina también debe tener sus ventajas, debes aceptarlas y avanzar. Y sólo así, serás mejor guerrero que yo.

    Ryoshi se separó de Kojiro y le sonrió —¿O no quieres ser el mejor?

    —¡Seré el mejor!—
    respondió Kojiro.

    Esa era nuestra clase de amistad —decía Kojiro — una que buscaba que el otro se mejorara, y ese momento después del entrenamiento; nos prometimos que jamás nos separaríamos, que siempre nos protegeríamos... —
    los observó —...Como pueden intuir, esa promesa se rompió —suspiró —... Yo fui el primero en romperla, pues conocería a Jinrai. Mi padre — su sonrisa era pura y genuina.

    Las risas se escuchaban en el viejo barco abandonado, los niños cenaban mientras se contaban sus hazañas del día. Como Ryoshi había logrado capturar la mejor pesca; cómo Dozan había robado cobre a unos idiotas; mientras Kaori preparaba la cena y atendía las heridas.

    —¡Nadie superará mi historia! —
    gritó Kojiro.
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    —Vamos, cuéntala ya; has tenido esa maldita sonrisa desde que volviste del puerto ¿Encontraste algo valioso?— preguntaba Ryoshi.

    —¡SI!—
    Grito Kojiro emocionado.

    —Ya dinos, Kojiro. ¿Lograste robarlo esta vez? —
    la impaciencia de Dozan era evidente —¿O estás feliz de que al menos hoy no saliste golpeado?

    Ryoshi rio ante las palabras de Dozan mientras Kaori le daba un golpe en la cabeza por hacerlo.

    —¡Un samurai! Me ha ofrecido llevarme con él...

    El rostro de Dozan; Ryoshi y Kaori pasó de emoción a genuina preocupación. Ryoshi lo sujetó del hombro.

    —Es una trampa...

    —No lo es, Ryoshi. Es un buen hombre; me atrapó robándole y no me atacó; me ha dicho que todos podemos ir con él. Podemos ser una familia con él, me ha ofrecido hogar, entrenamiento y comida.

    —¿Todos? —
    preguntó Kaori con algo de emoción.

    —Nadie; nuestro hogar está aquí, nuestro hogar somos nosotros cuatro —
    mencionó Ryoshi levantándose, demostrando su autoridad en ese pequeño grupo.

    Kojiro también se puso de pie, desafiándolo.

    —Es una oportunidad única; saldremos de este puerto, seremos libres; no nos tendremos que ocultar mas para que nuestros amos no nos encuentren ¿No lo ves?

    Ryoshi golpeó a Kojiro cuando mencionó la idea de escapar con Jinrai; para Ryoshi, la vida ya estaba resuelta en aquel viejo barco, podían seguir viviendo del robo; pero Kojiro no lo veía más así. Kojiro jamás logró conectar un golpe en Ryoshi, él era mucho más alto, rápido y fuerte; él entrenó a diario en las embarcaciones, había fortalecido su cuerpo bajo las tormentas. Kojiro no, sólo tenía la fuerza suficiente para sujetar la espada de madera larga que Kojiro le dio; pero Kojiro sabía soportar los golpes mejor que nadie. Por lo que se mantuvo de pie mientras Ryoshi le acomodaba aquel golpe en el rostro.

    —Los puedo llevar a conocerlo, al ver cómo es estoy seguro que cambiarás de opinión—
    dijo Kojiro

    —¡Será igual a todos! Nadie saldrá de este barco ¡Nadie!—
    tomó su espada de madera

    Kojiro sostuvo la espada que Ryoshi le había dado — Ryoshi... espera.

    Kojiro jamás había visto así a Ryoshi, su mirada era fuego; el instinto de Kojiro lo alertó en el momento en el que vio avanzar a Ryoshi hacia él, sin técnica, era un cúmulo de emociones desenfrenadas. Kojiro se mantuvo fijo, y extendió la nodachi de madera, la distancia de Ryoshi y el se acortó con el largo del arma... perforando el pecho de Ryoshi, cerca del corazón.

    —¡Ryoshi!— gritó Dozan jalando a Ryoshi hacia atrás para que no se perforara aun más; Kaori también lo sostuvo; entre ambos lograban detenerlo de su ataque de ira hacia Kojiro; para Ryoshi, aquello que quería hacer era una traición a sus cuidados y cariño en todo ese tiempo.

    —Iré a Iwata —
    mencionó Kojiro con la nocdachi con la punta ensangrentada, sus manos temblaban. La dejó caer —Los esperaré en puerto en Sakata; partimos mañana. No se preocupen; Jinrai nos protejerá.

    —Jinrai...—
    mencionaba Ryoshi con los ojos humedecidos mientras Kaori y Dozan aun lo sostenían.

    Kojiro dio media vuelta y avanzó, dejándolos atrás. Se detuvo, los miró —Por favor, confíen en mi —fueron sus últimas palabras antes de irse de aquel sitio.

    Kojiro bajó de golpe del árbol —La nodachi me definió aquel día; la hizo un amigo para mi pensando en mis debilidades, para que estas no fueran un problema. Así adopté por completo a la golondrina; quién había lastimado al cóndor — bajó la mirada —Los esperé en el puerto, le dije a Jinrai que esperara, y lo hizo; cuatro soles y cinco lunas; fue lo que esperé, antes de por fin comprender que volvía a estar solo, y el miedo me invadió —alzó la mirada —Pero miré a Jinrai, quién se convertiría en mi padre; y el miedo se evaporó como neblina a medio día, y entendí que estaba dónde debería estar.


     
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    Acomodó las ramas de Kojiro junto a las suyas y las de Kawa, contento de que ambos tuvieran buen ojo para elegir la materia prima con la que trabajaría más tarde. Entonces prestó solemne atención cuando su hermano se enderezó para comenzar a contar una historia. El relato de su vida, de sus luchas pasadas y el cómo estas dieron significado a la nodachi como parte esencial de su ser.

    Comenzaba con su duro y violento crecimiento como esclavo de un vendedor de armas; era una parte de la historia que Togashi había conocido antes de entregarle a Haiku, pero que resultaba necesario rememorar para que Kawa también lo supiera; a él en particular le dolía tener que volver a oír cómo Kojiro había sufrido en los puertos de Sakata.

    “Lo único que me mantenía alejado de la idea de caer al mar y entregarle mi vida, eran mis amigos.
    Kaori; Dozan y Ryoshi”

    Togashi reconocía solamente el nombre de Kaori, pues habían hablado de ella en los jardines de la armería. En cambio era la primera vez que escuchaba de Dozan y Ryoshi. Junto a Kaori habían sido los amigos en la difícil infancia de Kojiro y los que le dieron la fuerza para seguir viviendo. Entre ellos se habían puesto sus nombres, detalle que a Togashi se le hizo enternecedor. Ryoshi fue quien le puso el nombre a Kojiro, “por ser pequeño”.

    “Nos llamábamos a nosotros mismos,
    como la parvada”

    Kojiro entonces habló de cómo a cada miembro de ese grupo los definía un ave en particular. Dozan se consideraba a sí mismo como él búho (supuso que por algo relacionado con la inteligencia), mientras que a Ryoshi le veía como el cóndor que lideraba a la parvada, a Kaori como el cisne por su belleza y a Kojiro, por su altura, lo bautizó como la pequeña golondrina. En este punto Togashi comenzaba a hilar la relación que había entre la estatura de Kojiro y la longitud de la nodachi; tal como Kawa había dicho hace unos momentos, el arma compensaba su altura. Esto casi pareció confirmarse cuando su hermano continuó hablando acerca de su relación con Ryoshi, quien había tallado una espada larga para ayudarlo a golpear en los entrenamientos, mientras le hacía prometer que sería el mejor. Todo su grupo había vivido y crecido en un barco abandonado, ocultos del mundo.

    “Nos prometimos que jamás nos separaríamos,
    que siempre nos protegeríamos...
    Yo fui el primero en romperla”

    Y Kojiro siguió hablando, esta vez del fatídico día en que su grupo se quebró a raíz de la aparición de Jinrai Sasaki en la vida de su hermano. Contó su convencimiento de seguir a aquel hombre que le prometía una mejor vida, de cómo invitó a sus amigos a ir con él para tener un futuro más prometedor. El cómo… Ryoshi se negó con energía, al punto de agredirlo, al extremo de tomar su espada de madera para seguir arremetiendo en contra de las promesas de su amigo. Togashi no comprendía el por qué tanta agresividad ante una oportunidad como aquella, pues Kojiro les decía que seguirían juntos... ¿Ryoshi valoraba tanto a su grupo como para rechazar un vida mejor? ¿O quizá… no toleraba la idea de dejar de ser el capitán del barco abandonado? Podría ser que, en la misma línea, había considerado las acciones de Kojiro como una traición. Este punto de la historia en particular inquietaba su mente, pero silenció por respeto al relato que seguía fluyendo de parte de su hermano.

    Aquel hecho terminó con Kojiro alzando su espada de madera y, con la longitud del arma, deteniendo el implacable avance de Ryoshi perforando su pecho. La pequeña golondrina, de larga cola, hiriendo al gran cóndor que quería someterla.

    “Los esperé en el puerto, le dije a Jinrai que esperara, y lo hizo; cuatro soles y cinco lunas; fue lo que esperé, antes de por fin comprender que volvía a estar solo, y el miedo me invadió. Pero miré a Jinrai, quién se convertiría en mi padre; y el miedo se evaporó como neblina a medio día, y entendí que estaba dónde debería estar.”
    Se produjo un instante de silencio tras el relato de Kojiro, que el viento pareció aprovechar para hacer escuchar su voz, alzar hojas secas y arrancar el canto de la tierra. Togashi había cerrado los ojos para sentir no sólo el bosque, sino también para dejarse atravesar por la historia que acababa de oír. Sentía que ahora entendía mejor a su hermano y a las metáforas que hasta entonces había escuchado de parte de él, en particular las referidas a las aves. "Por eso deseabas derrotar al águila, por eso te sentiste sin alas" pensó, comprendiendo por qué perder su nodachi a manos de Kato lo había afectado de esa manera; no se trataba solamente de no haber superado a alguien en fuerza, había sido mucho más que eso...

    Ahora tienes nuevas alas —dijo en voz alta sin darse cuenta. Cuando notó que Kojiro y Kawa lo miraban, supo que se le había escapado parte de su pensamiento. Carraspeó, un poco compungido, y continuó hablando:—. Es imposible detener con las manos a un ave que se alza en vuelo, el deseo de libertad es implacable ante cualquier fuerza, incluso si la fuerza domina —hizo una pausa para mirar a Kojiro y Kawa a la par—. También es inevitable que en un grupo, grande o pequeño, los pensamientos no sean compartidos. Es por eso que los conflictos existen. Y de la misma forma que el amor y la bondad de las personas nos construyen, esos conflictos también forjan nuestro ser, si saben encontrar la luz que ocultan —miró a Kojiro—. En tu caso, hizo a la nodachi parte de tu esencia como guerrero.

    >>Le dijiste a los tuyos que podían volar contigo al son del viento de Jinrai Sasaki. Los esperaste junto a tu padre, les dieron la oportunidad por varios días... y ellos tomaron una decisión. Por eso es que no hablaría de una "promesa rota". Ni de tu parte ni de la de ellos. Fueron decisiones nacidas de la perspectiva de cada uno, buscando su lugar en el mundo, como todos nosotros. Aunque no sabemos qué es de ellos ahora, ojalá estén bien y hayan encontrado su corriente de viento en el cual volar...
    —Togashi no hablaba desde el optimismo, pero tampoco desde el pesimismo. El mundo estaba hecho de belleza pero también de conflictos, y él simplemente apuntaba a esa realidad— ¿Quién sabe? El día menos pensado tal vez haya un reencuentro. Las mismas circunstancias que nos han hecho coincidir en este bosque, en este mundo inmenso, bien puede llevarte cara a cara con la parvada. Sería poético.

    Togashi tomó el fresco aire del bosque, tras expresar sus pensamientos ante lo que Kojiro contó. No buscaba hacer que se sintiera mejor por cómo había acabado la historia con sus amigos, dejaba fluir aquello como un intercambio entre hermanos. Caminó, alejándose un poco del grupo, para mirar hacia las copas de los árboles, mientras las brisa seguía arrastrando hojas que crujían bajo sus pies. Entonces vio una rama cercana, en la que reposaban pájaros. El follaje provocaba sombras densas sobre la rama, de tal manera que Togashi no podía adivinar de qué tipo de aves se trataban. En ese momento había mucha paz en el lugar y se preguntó si esas aves permanecían cerca de él porque en realidad no lo consideraban una amenaza. Recordó a Kojiro en el Shukusha, con la golondrina sobre su mano. Togashi, sin saberlo, se había quedado con el deseo de poder hacer algo igual. ¿Qué aves habría sobre la rama?

    Alzó lentamente una mano en dirección a las aves, con el dedo índice extendido, a una altura un poco por encima de su rostro. Efectivamente, estaba volviendo a imitar a Kojiro, pues la fascinación que le había quedado por ese momento en el Shukusha, era grande. Se giró, miró a Kawa y con un movimiento de cabeza la invitó a acercarse.

    Ven, Kawa —dijo con una sonrisa—. Esta mañana vi a Kojiro con una golondrina posada sobre su mano. ¿Quieres intentar hacer lo mismo? Si nos quedamos quietos, quizá se nos acerquen —y mientras esperaba a que la joven lo acompañara en el intento, hizo la siguiente pregunta a su hermano:

    >>Dinos, Kojiro, ¿qué aves somos Kawa y yo para tí?
     
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    [Benkei; Kawa; Kojiro; Togashi]

    —No es una promesa rota ¿Eh?—mencionó Kojiro más para sí mismo que para Togashi —Y si el destino nos volviese a juntar, sería poético, es verdad —sonrió —me gustaría poder verlos, la última vez que traté de buscarlos no encontré a todos.

    Kawa se acercó a Togashi y lo observó mientras este se quedaba quieto, esperando a un ave.

    Kojiro los observó con detenimiento ante la última pregunta de Togashi —Kawa, aun me falta conocerte; no podría darle un valor simplemente por lo poco que sé, sería grosero de mi parte asumir sin saber. Por ello, me gustaría saber mucho más de ti

    Kawa bajó la mirada —Aun no estoy lista para contarles mi pasado; no es desconfianza... simplemente es...

    —Miedo— terminó Kojiro haciendo que Kawa levantara la mirada hacia él —Lo entiendo, y por ello no presionaré; tu nombre, significa rio; así que dejemos que fluya a su ritmo —sonrió —Nunca es bueno descontrolar el agua ¿No crees?

    Kawa afirmó con una sonrisa, satisfecha de que su privacidad fuera respetada y no hubiera insistencia. Kojiro después miró a Togashi —Hermano; eres como la grulla. Tu presencia trae paz y buena suerte alrededor. Fuerte y resistente; capaz de resistir la migración —miró que en su mano no se posaba ningún ave y sonrió —No hay ave que se pose sobre la grulla, ella está coronada, de un rojo que no puede ser manchado.

    —Un cuervo —mencionó Kawa mirando al cielo; no había nada allí — Tal vez yo soy un cuervo... o al menos me criaron como a uno
     
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    Togashi se hallaba muy concentrado en mantenerse quieto, con la esperanza de así captar la atención de las aves. No obstante, aunque no desviaba la mirada, prestaba atención a la conversación que mantenía el grupo. Kojiro parecía haberse replanteado la idea de que había roto una promesa y luego respondió a su pregunta; antes, de forma acertada, mencionó que no quería juzgar a Kawa sin conocerla, ante lo cual ella bajó la mirada diciendo que no estaba preparada para hablar de su pasado. Togashi había tenido en cuenta que no se conocían mucho, pero no hubiera sido correcto excluirla. Su hermano, fiel a su sensibilidad, fue comprensivo y no insistió. Togashi asintió, mostrando su acuerdo, mientras seguía esperando a las aves que no hacían ademán de bajar. Frunció el ceño, sintiéndose algo frustrado.

    Pero su expresión se suavizó cuando Kojiro dijo que era como la grulla, pasando a mostrar un semblante de curiosidad. Afirmó que su presencia traía paz y buena suerte, además de que era fuerte y resistente incluso en la migración. Togashi pensó que lo último era bastante cierto, ya que había partido de Tsu teniendo un cuerpo flacucho y no recuperado del todo, y desde entonces no se había detenido. Asimismo, le alegraba pensar que era alguien que traía paz a los de su alrededor.

    “No hay ave que se pose sobre la grulla, ella está coronada, de un rojo que no puede ser manchado.”

    Con que la grulla, eh —se sonrió, pero de todas formas alzó un poco más la mano con insistencia—. Supongo que la grulla deberá esforzarse para mostrar por qué está coronada.

    “Un cuervo. Tal vez yo soy un cuervo... o al menos me criaron como a uno.”

    Escuchó la voz de Kawa definiéndose a sí misma. Hablaba con tranquilidad, pero él imaginaba los sentimientos que había detrás de las palabras, considerando que no quería hablar de su pasado. Recordaba que cuando se conocieron, lo primero que mencionó Togashi era que la reconocía de un templo de Tsu; uno que profesaba al dios de la muerte llamado Mara. Sin embargo, el mundo los hizo coincidir en un templo budista… Donde parecía sentirse cómoda. Junto a un hombre extraordinario como Benkei, dando indicaciones para limpiarse las manos, feliz de enseñar a inclinarse ante los arcos y tocar la campana…

    Es cierto que, al igual que mi hermano, no te conozco mucho —dijo con su solemnidad característica—. Pero quisiera que me permitieras el atrevimiento de decirte algo —siguió—. Lo que diré se basa en el presente, en los pequeños momentos en que hemos coincidido… —finalmente bajó la mano y la miró—. El cuervo es inteligente, atento y observador, cualidades que has demostrado como parte de tu naturaleza. Inteligente, porque tus conocimientos son de gran ayuda para quienes, como mi hermano o yo, visitan un templo budista por primera vez. Atenta para explicarle a mi hermano por qué debía limpiarse las manos, también al enseñarnos a orar y realizar nuestras ofrendas. Observadora, porque los he oído un poco intercambiar opiniones sobre mi duelo contra Benkei, o bien para preguntar por qué se recolectan ramas de cierta forma, o bien ahora mismo, observándome esperando a las aves —hizo una pausa antes de continuar hablando—. En el camino del zen, volarás en la luz. Eres un cuervo, sí: un cuervo blanco —afirmó con seguridad.

    >>Con esto no pretendo cambiar la opinión que tengas de ti misma, pues la respetaré igual que a tu pasado. Lo que hago es compartir mi perspectiva a raíz de los hechos que observo... —hizo una pausa, meditativo— Si lo pienso bien, últimamente hago eso —miró hacia los árboles, hacia la naturaleza—. Es que alguien me habló de poesía una vez. Me ayudó mucho a ver el mundo con otros ojos y buscar entenderme a mí mismo —miró a Kojiro y le guiñó un ojo.

    Togashi finalmente se dirigió a donde se encontraban las ramas. En total había diez para los arcos y cinco para las flechas. En el sitio donde guardaba las monedas tenía también unas cuerdas delgadas y viejas, que en el pasado solía necesitar para llevar cargas. Con ellas ató las ramas gruesas con cuidado y firmeza, así trasladarlas sería más cómodo. Las acomodó en su espalda, pesaban un poco pero no le provocaban tanto dolor en las costillas. Las ramas más delgadas las cargó en un brazo. Se giró y miró a Kawa y Kojiro.

    Es un agradable momento entre los árboles, ¿no creen? Así lo siento yo —dijo, sonriéndoles— Pero debemos regresar. Tendría que ir a los mercados, donde debo comprar unos cueros. Y luego, hermano… —dijo entonces, mirando hacia Kojiro— me gustaría que me acompañaras cerca del Puerto, a la orilla del mar… —anunció, seguro de aquello podría provocar desconcierto ya que no estaba planeado—. Hay algo más que quiero aprender de ti.

    >>Kawa, puedes acompañarnos a ambos lugares si quieres, o regresar si así lo deseas.

    Togashi va a los mercados a comprar cuero. Luego irá al Puerto.
     
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    [Benkei; Kawa; Kojiro; Togashi]

    Kawa escuchó las palabras de Togashi con una mirada de completa admiración, jamás se había detenido tanto a analizar a las aves, como ellos lo hacían —Tal vez... deba detenerme más a ver los pequeños detalles de las cosas —miró a Kojiro, a quién Togashi también guiñaba —Creo que también debo intentar entender lo que es la poesía.

    Kojiro sonrió y afirmó ante Kawa mientras Togashi decía que era momento de irse.

    —Yo puedo hacer tus encargos en el mercado si lo deseas; ya después puedo alcanzarlos en el puerto —mencionó Kawa con las mejillas ruborizadas.

    Bruno TDF ya usaste tu habilidad de comercio por hoy y los cueros no son muy caros. Recomiendo seguir tu destino al puerto. Pero si quieres ir al comercio no te detendré.
     
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    Togashi
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    Kawa respondió a sus palabras diciendo que quizá debería detenerse a observar los pequeños detalles del mundo y a tratar de entender lo que era la poesía. Togashi asintió a la par de Kojiro, sintiendo que acababa de legar algo importante a la pequeña; tenía fe en que la poesía nutriría su camino. Luego, Kawa le propuso encargarse de comprar los cueros en el mercado para luego alcanzarlos en el puerto, ante lo cual Togashi se quedó un poco pensativo.

    Muy bien —dijo por fin. Sacó su bolsa y entregó a Kawa un total de 125 monedas—. Los cueros no son muy costosos, los suelen vender por 5 monedas —Togashi conocía este dato de haber recorrido otros comercios en su vida pasada—. Necesitaría unos quince en total… Con el resto de las monedas puedes comprar algo para ti —afirmó, y esbozó una sonrisa bondadosa—. Me has ayudado mucho: me enseñaste a orar, curaste mis heridas y recolectaste ramas por mí. Y me sigues ayudando. Además de inteligente, atenta y observadora; eres amable. Por lo que quiero agradecer tu amabilidad, también, de esta manera —dijo—. Te estaremos esperando cerca del Puerto.

    Con este arreglo, Togashi se encaminó con los suyos en dirección a Nagoya. Acompañaron a Kawa hasta la zona de los comercios y luego él y Kojiro siguieron su camino, en dirección al Puerto. Apuntando hacia el mar.

    Hacia el Puerto

    *Togashi entrega a Kawa 75 monedas para la compra de 15 cueros
    *Togashi regala 50 monedas a Kawa
     
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    [Kawa; Kojiro; Togashi]

    Kawa tomó las monedas, y al escuchar que había unas adicionales para ella, sus ojos volvieron a levantarse hacia Togashi, primero estaba confundida y conforme Togashi se explicaba, ella apretaba las monedas entre sus manos. No dijo nada, sólo asintió y apresuró a bajar la cabeza para luego correr hacia Nagoya.

    Kojiro sonrió —Esa expresión... esa es la mirada de alguien que recibe su primer regalo — Kojiro la observó correr para luego alcanzarla junto con Togashi, asegurándose que llegaba al área de comercias para después separarse e iniciar su recorrido al puerto.




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    Puerto
    [Kojiro; Togashi]

    El avance al puerto fue calmo; así como la marea aquel día. Kojiro avanzaba observando al horizonte; algunos barcos pesqueros comenzaban a regresar al puerto; mientras otros salían por otras rutas, esperando tener mejor suerte. Los barcos mercantes se mantenían atados a los muelles, y constantemente eran descargados y cargados de mercancía.

    Kojiro guio a Togashi; al parecer conocía ya aquel sitio por su recorrido mañanero .

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    El sitio les daba un espacio abierto; no sólo para observar el horizonte, sino también para colocarse en un punto donde Kawa podría localizarlos fácilmente sin que ellos estorbaran la rutina de los mercantes.

    —Entonces quieres aprender algo de mi — mencionó mientras se acercaba a un pequeño barco, dónde tomó los remos. Se quedó con uno y le lanzó otro a Togashi —Dudo que de mi quieras aprender a pescar ¿cierto? —miró hacia el mar — No tomo a la ligera la enseñanza de mi escuela; sólo aquellos que me han sorprendido son acreedores de mi confianza. Kaori fue mi primera alumna, logró superar mi prueba; seguida por Riku cuando logró conectar un ataque; y ahora serás tú —mencionó señalándolo con el remo —Quién me ha sorprendido creando una obra de arte como lo es Haiku— bajó el remo — Mis alumnos son seres especiales; no entreno a aquellos que no logren crear en mi ni un atisbo de asombro. Porque la escuela Ganryu será la mejor de Japón; y no aceptaré que mis alumnos sean menos que extraordinarios. Y no dejaré que nadie deshonre mi apellido. Jamás.

    Kojiro se colocó en posición de ataque —Ataca primero


     
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    Bruno TDF

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    Togashi
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    El sonido de las olas comenzó a hacerse oír conforme se acercaban al puerto. Al principio sonaba como una algarabía de pequeños susurros, mientras de lejos comenzaban a divisar los primeros barcos y botes. Luego las voces incrementaban con lentitud su melodioso volumen, hasta que la música del agua ya se derramaba, permanente, sobre sus oídos.





    Kojiro lo había guiado hacia una zona abierta donde Kawa podría divisarlos con facilidad, al tiempo que evitaban molestar a quienes trabajaban en el lugar. Hacía un agradable día que comenzaba a teñirse de atardecer, en el que las olas alzaban al cielo su incesante conversación. Togashi se quedó mirando el horizonte, escuchando a las olas, sintiendo la presencia de las aves acuáticas. Estar allí era increíblemente pacífico. Entonces su hermano comenzó a hablar y, por sus palabras, ya se había dado cuenta de qué era lo que Togashi quería aprender de él. Pues el día que conversaron en los jardines de la armería, Kojiro había mencionado que Kaori había aprendido una técnica de su parte, dato que quedó orbitando en la mente del herrero guerrero, hasta que tuvo la oportunidad de expresar su deseo de aprender. Porque suponía que Kojiro enseñaba una escuela y no se había equivocado. No hicieron falta más palabras para que su hermano comprendiera y accediera; mencionando que consideraba dignos de su escuela a aquellos que habían logrado sorprenderlo, con Togashi logrando aquello gracias a la creación de Haiku.

    Ganryu. Así se llamaba la escuela de Kojiro.

    Togashi, con remo en mano, lo miró a los ojos.

    Hermano —dijo, con su mirada ya encendida de fuego guerrero—. Me has dicho que honrarás mi nombre blandiendo a Haiku. Tengo igual deseo de honrar el tuyo a través de tu escuela, por lo que no dejaré de esforzarme para llevar Ganryu a lo alto —se posicionó con el remo en mano, portándolo de la misma manera que a una espada—. Estoy listo.
     
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    [Kojiro; Togashi]

    Afirmó ante las últimas palabras de Togashi para después salir disparado hacia él. Kojiro no esquivó el ataque, no se movió, recibiéndolo de lleno; pero aquel impacto no le afectó en lo más mínimo, a pesar de haber conectado; a pesar de que Kojiro no utilizaba ninguna clase de protección. Después, Kojiro atacó sin vacilación, un golpe de abajo hacia arriba y después un golpe de arriba hacia abajo; dejando a Togashi un recuerdo, ardor en el pecho, fue rápido pero parecía que Kojiro fuera marcando cada movimiento a pesar de la velocidad; así Togashi, quien estaba lo suficientemente atento, logró observarlo para aprenderlo.

    —El movimiento de la golondrina se considera como un vuelo indescifrable; como el viento.Tan pequeñas pero tan rápidas al vuelo—
    dijo reflexionando —Se extingue el día; pero no el canto de la golondrina— soltó un haiku ante su emoción. Recordando que también lo había compartido con Riku —Tal vez utilice ese poema y lo ponga en una tablilla en mi dojo —mencionó mirando al cielo colocando el remo en su hombro; después miró a Togashi y sonrió.

    —Ahora que conoces mi escuela...—
    volvió a bajar el remo — Es momento que la uses.


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      PV= 56
      Fuerza= 5
      Protección= 10
      Agilidad= +2 defensa
      Avaricia= -2 suerte
      Yoroi Usukane= +10 defensa
      Sodo= +3 defensa

    • Nivel 5
      PV= 100
      Fuerza= 15
      Protección= 15 (-2 rezago por nodachi)


    Tsubame Gaeshi (Corte de golondrina giratoria)

    El movimiento ligero y rápido de la cola de una golondrina, era difícil de ver a simple vista, es por eso que Kojiro se maravilló con el movimiento de esta ave; notó la longitud de su cola y decidió imitarla. Él tampoco era un hombre alto, así que utilizaba su nodachi con la misma ligereza que una golondrina usa su larga cola; ni siquiera el aire puede imitar tal movimiento sutil.
    Esta técnica permite usar una vez por combate un ataque de doble movimiento; la katana sube al aire de abajo hacia arriba; para después regresar de arriba hacia abajo.

    ⦁ El personaje podrá realizar dos críticos en un sólo turno. Tirar 2 dados de 20 para un impacto adicional a su ataque normal (dependiendo del nivel que tenga el jugador)
    ⦁ En un sólo turno tirará sus dados correspondientes de nivel, mas 2 dados de 20 caras
    ⦁ Es una vez por combate, no una vez por cada enemigo.
    ⦁ El ataque le dará al jugador la ventaja ofensiva; pero le dará por ese turno -5 en defensa, pues el movimiento es tan amplio que deja descubierto áreas importantes del cuerpo.
    ⦁ Si el jugador tiene esta habilidad de la escuela Ganryu, y es nivel 5; no sólo puede acceder a la técnica secreta de la escuela, sino que podrá utilizar en un sólo turno sus dados correspondientes de nivel 5, mas los 2 dados de 20 para el impacto adicional de Tsubame Gaeshi para después usar el ataque de 50 del ataque de la escuela

     
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    Togashi
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    Cuando su ataque conectó, despertaron sus sensaciones del reciente duelo en el Santuario. Igual que cuando su puño se estrelló en el abdomen de Benkei, el remo no mermó ni un poco la postura de Kojiro, no lo hizo vacilar. No portaba ningún tipo de protección, parecía como si su propio cuerpo fuera su armadura, confiaba en su resistencia; Togashi se sintió realmente impresionado por este nivel de poder y aguante, dándose cuenta de la diferencia que lo separaba de los mejores guerreros. “Este es el mundo de los maestros”, pensó.

    Lo que aconteció después se produjo a una gran velocidad. Togashi estaba lejos del mundo de los maestros de la espada, incluso del de los herreros, pero si con algo podía contar era con su afilada capacidad de observación. Esta vez detectó la dirección en donde se originaba el ataque de su hermano: desde abajo. Pudo observarlo, pero no evitarlo, pues la velocidad era casi abrumadora incluso para que los oponentes mejor preparados. El remo de Kojiro ascendió hacia los cielos, como remontado vuelo, para luego descender a la arena, dejando un gran ardor en su pecho. El yoroi compensaba un poco la diferencia de maestría, pero aquello no era algo que amedrentara a Togashi; muy al contrario, le otorgaba más motivación. Como ahora, que acababa de aprender la técnica de Kojiro con sólo observarla; pudo ver sus movimientos, la forma en cómo los marcaba, ahora necesitaba llevarlo a la práctica para dominarlo.

    “Se extingue el día; pero no el canto de la golondrina.”

    Togashi sonrió ante su hermano, viéndolo mirar el cielo. Hasta entonces no lo había visto en acción. Era un gran guerrero, y también un gran hombre. Se sentía afortunado de haber hallado a un hermano como él, y esperaba que juntos aprendieran muchas cosas del otro.

    —La grulla afina
    Sus alas y su canto
    Con la golondrina.

    —recitó luego de que su hermano lo invitara a usar su técnica.

    Afirmó su remo y volvió a atacar.
     
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    [Kojiro; Togashi]

    Kojiro sonrió ante su poema para después prepararse al ataque de Togashi; y sin borrar ni un segundo su sonrisa, esquivó su ataque; viendo como golpeaba la arena con gran fuerza, creando una línea que levantó arena por los aires. Aquel ataque obligó a Kojiro a afirmar ante tal despliegue de habilidad, para después acercarse y con su remo pretender romper el de Togashi; así daría por concluido la lección; pero la reacción de Togashi logró sacarle una expresión de genuino asombro; pues su hermano había retirado su arma, arrastrando la arena consigo, dejando que el remo de Kojiro golpeara en el mismo sitio en el que Togashi había creado un patrón de movimiento por su ataque. Creando así juntos una marca en la arena mientras ambos mantenían la mirada sobre el otro sin soltar sus remos.

    El aplauso fue lo que los sacó de ese ensimismamiento —¡Son increíbles! —dijo Kawa con alegría, en el hombro cargaba los cueros; y de su obi, una pequeña bolsita que antes no tenía antes. Se acercó a ustedes y señaló la arena dónde ambos habían golpeado.


    Habían creado juntos, el kanji de "Fuerza"


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      Fuerza= 5
      Protección= 10
      Agilidad= +2 defensa
      Avaricia= -2 suerte
      Yoroi Usukane= +10 defensa
      Sodo= +3 defensa

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    Bruno TDF has aprendido la escuela Ganryu ya se ve reflejado en tus estadísticas
     
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    Togashi
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    Había ejecutado a la perfección el primer movimiento de la técnica de Kojiro, estaba seguro. Su remo elevándose hacia el cielo como la golondrina que se alzaba en vuelo. Sin embargo, la inercia de aquella acción, en conjunto con el peso del arma, dificultó la parte que consistía en dejarla caer. Aquello le dio a Kojiro el tiempo suficiente para esquivarlo, de modo tal que el ataque de Togashi se estrelló contra la arena, con tanta fuerza que una línea quedó dibujada sobre la misma. Pero lejos de dejarse amedrentar por la ejecución del final, logró detectar el contraataque de su hermano y puso a salvo su remo arrastrándolo sobre la arena, la cual volvió a saltar sobre los aires con el poderoso ataque de Kojiro. Ambos hermanos permanecieron atentos al otro, concentrados, al abrigo del mar… Hasta que los aplausos los quitaron de su ensimismamiento. Era Kawa quien celebraba la muestra de habilidad por parte de ambos; la joven se acercó con los cueros que Togashi había encargado y señaló algo en la arena, la cual el herrero miró.

    Ambos hermanos, sin darse cuenta, habían creado un kanji con sus ataques. Togashi se quedó observándolo un momento y finalmente sonrió.

    Esto es lo que somos, hermano —dijo en dirección a Kojiro—. Fuerza —se giró para mirar en dirección al mar, oyendo las olas, las aves marinas y el bullicio no muy lejano del puerto, con la melodía de la madera crujiente de los muelles y los barcos—. Gracias por enseñarme la escuela Ganryu. Siento que no he estado mal para empezar; con el debido entrenamiento lograré dominarla a la perfección. Mañana podremos seguir si lo deseas, encantado continuaría con esto pero debo descansar de algunas heridas, de lo contrario se prolongará la curación —finalizó, clavando su remo en el suelo.

    Miró en dirección a su cintura. Junto a Asahi, seguía guardando la rama que había tomado de la arboleda, en los exteriores de Nagoya. Era de la extensión de su brazo y no tenía pequeñas ramificaciones, de modo tal que se veía más como una varilla de madera. Era muy ligera. Togashi la había tomado con la idea de entrenar con ella, y ahora que había aprendido la escuela Ganryu, le serviría para pulir la ejecución del Tsubame Gaeshi. }

    Pero lo dejaría para después. En cambio, giró la vista hacia Kawa.

    A ti te agradezco nuevamente que me ayudaras con la compra de los cueros, gracias a ti podré trabajar más tiempo en la armería —dijo con una pequeña reverencia hacia la pequeña. Al incorporarse notó la bolsa en su obi y sintió curiosidad, pues no la traía antes— ¿Puedo preguntar qué traes ahí?
     
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    Amelie

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    [Kojiro; Togashi]

    Kojiro sonrió al ver aquella grata coincidencia en la arena; su mirada quedó atrapada por aquel kanji mientras Togashi se dirigía a él; fue cuando él terminó de hablar cuando Kojiro levantó la mirada de la arena y miró nuevamente a su hermano —No debes agradecerme la enseñanza; tu mayor agradecimiento hacia mi será levantar muy en alto el apellido Sasaki con mi escuela —afirmó mientras lanzaba el remo de dónde lo había tomado —Descansar es importante, un guerrero siempre debe estar preparado y en las mejores condiciones para enfrentarse al peligro.

    Togashi se dirigió a Kawa quién le entregó los cueros y sonrió mirando a la bolsita; abriéndola para sacar del interior un cascabel, uno que no había sonado, haciendo notar las habilidades de sigilo que Kawa poseía — Mi madre me dio un cascabel cuando era niña —dijo cerrando su mano nuevamente para llevarla a su pecho — Hice... cosas malas... las hice usando ese cascabel; y por ello lo entregué, no era digna de llevarlo —sonrió —Este no será el mismo; pero creo que merezco el perdón; Benkei me lo ha dicho, y creo que hoy siento que puedo avanzar y comenzar a sanar. Por eso lo he comprado —miró a Togashi —Gracias por este regalo.


     
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    Respondió a las palabras de Kojiro con un firme asentimiento de cabeza, gesto que expresaba su promesa y voluntad de honrar el nombre de la persona que tenía frente a él, que se había vuelto muy importante en su sendero en la vida. Luego recibió los cueros por parte de Kawa, quien había traído materia prima de buena calidad, mientras observaba lo que la pequeña bolsa contenía: un cascabel. La joven mencionó que en su más tierna niñez su madre le había regalado un cascabel, el cual había utilizado para hacer cosas que definía como “malas”. Por la forma en que llevaba la mano a su pecho, Togashi dedujo que la madre de Kawa había sido importante para ella y que le dolía haber usado su cascabel para el mal. La escuchó, atento y fraternal, con semblante tranquilo, mientras mencionaba que creía merecer el perdón y empezar a avanzar. Asintió cuando la chica agradeció su regalo. Togashi se inclinó y apoyó la mano sobre uno de los hombros de Kawa.

    Ya estás avanzando —afirmó con su tono sereno—. Y tienes todo mi apoyo. En mí siempre podrás encontrar a alguien con quien contar; para lo que necesites.

    Con estas palabras, Togashi volvió a erguirse y miró hacia el cielo. El día se extinguía, tal y como Kojiro decía. Tomó las ramas de donde las había dejado para entrenar y se las acomodó en la espada, para luego mirar a Kojiro y Kawa por igual. Sus siluetas se dibujaban sobre las olas del mar y el cielo que se alzaba sobre las aguas, mientras el viento mecía sus cabellos. Togashi guardó en su memoria aquel instante.

    Creo que es hora de ir a la Armería a trabajar —anunció—. ¿Ustedes qué harán ahora?

    Me voy para la Casa de Armamento. Doy la opción a Kawa y Kojiro de venir conmigo o de que tomen otros rumbos (?)
     
    Última edición: 27 Marzo 2022
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    [Kojiro; Togashi]

    Kawa no afirmó ni pudo decir nada ante las palabras de Togashi; simplemente se quedó allí mirándolo, fue hasta que mencionó que iría a la armería que la pequeña salió de su ensimismamiento —Debo volver al santuario; pero... ¿Los veré mañana? ¿Cierto?

    A decir verdad, Kojiro ya había terminado la misión por la que había venido y más allá. Togashi le facilitó su nueva nodachi, y era más de lo que hubiese imaginado; por lo que miró a Togashi —Nos quedaremos en Nagoya el tiempo que mi hermano lo necesite. Yo iré a descansar, mañana puede ser un día largo.

    De esa manera, los tres volvieron a la ciudad para después separarse entre las calles de Nagoya.



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    Casa de Armamento
    [Fuji; Masamune; Yamamoto; Togashi]


    Togashi volvió a la casa de armamento cuando Fuji y Masamune parecían terminar su entrenamiento a ojos de Yamamoto quién sólo parecía limpiar instrumentos; al parecer para él había sido un día tranquilo.

    Fuji levantó la vista a Togashi y sonrió —¡Hermoso yoroi!— mencionó al ver la nueva indumentaria de Togashi. Haciendo que Yamamoto sonriera a lo lejos.
     
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    Togashi
    Puerto --> Casa de Armamento

    Asintió a la pregunta de Kawa, pues planeaba descansar en el Santuario después del trabajo, en tanto Kojiro indicaba que se quedarían todo el tiempo que Togashi necesitara para cumplir su misión como herrero, cosa que agradeció con creces. Se separaron una vez que estuvieron en la ciudad y, en cuestión de minutos, se encontraba ingresando en la Armería de Yamamoto.

    Allí se encontró con Masamune y Fuji, quien levantó la mirada para apreciar su yoroi. Togashi sonrió al igual que Yamamoto, y se inclinó con solemnidad hacia ellos.

    Gracias —dijo, mientras empezaba a acomodar, sobre una mesa cercana, las ramas que había recolectado con Kawa y Kojiro—. Lo hizo el maestro Yamamoto especialmente para mí. Esta mañana lo puse a prueba en un duelo a puño limpio contra el monje del Santuario, Benkei —contó con la misma simpleza de quien habla de las compras que hizo en el día—. Obviamente salí herido del enfrentamiento, pero de no ser por este yoroi no estaría en pie ahora mismo —mencionó, para luego acercarse a ellos y observar el trabajo que estaban realizando—. ¿Qué tal va el entrenamiento? Yo traje materia prima para hacer arcos y sodes.
     
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    Amelie

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    Casa de Armamento
    [Fuji; Masamune; Yamamoto; Togashi]


    Fuji escuchaba con atención, mientras Masamune afirmaba al ver el trabajo en el yoroi. Pero fue Yamamoto quién interrumpió al resto.

    —¡TOGASHI!—Mencionó con su voz fuerte, su rostro mostraba felicidad aunque su voz parecía un regaño. No lo era, pero parecía —Te gusta entrenar de noche; sin el calor del día quiero creer. Anda, a trabajar; mi casa de armamento es toda tuya —mencionó con confianza —Yo esta noche dormiré temprano; mi mujer me espera.

    —Nosotros hemos terminado por hoy —mencionó Masamune a Togashi, refiriéndose a él y Fuji.

    —Yo me quedaré con él —mencionó Fuji a Masamune quién afirmó mientras acompañaba a Yamamoto a la salida

    Cuando ambos herreros se fueron, Fuji se dirigió a Togashi y observó los materiales —Eres admirable, has crecido como herrero muy rápido.

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    Herrería:

    Armas con bloque de metal (decir que tipo de arma crearás en el post)

    1-10- desperdicias el material
    11-20- creas un sable de baja calidad
    21-30 creas un sable de calidad común
    31-50 creas un sable de alta calidad

    Flechas con madera

    Puedes crearlas sin necesidad de tirar dado (10 flechas por rama)

    Arcos con madera

    1-10- desperdicias el material
    11-20- creas un arco de baja calidad
    21-30 creas un arco de calidad común
    31-50 creas un arco de alta calidad

    Sodes con cuero y bloque de metal

    1-10- desperdicias el material
    11-20- creas un sode de baja calidad
    21-30 creas un sode de calidad común
    31-50 creas un sode de alta calidad
     
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    Togashi
    Casa de Armamento

    Su cuerpo su tensó involuntariamente al escuchar el grito de Yamamoto. Se giró rápido hacia su maestro y aflojó un poco los músculos al notar que en su rostro no había enojo, si bien el tono de su voz parecía guardar un regaño. El herrero remarcó el hecho de que Togashi asistiera a trabajar por las noches, para finalmente legarle su casa de armamento para ponerse a trabajar. Togashi asintió y se inclinó hacia Yamamoto mientras éste y Masamune se marchaban.

    Cuidaré bien de su casa de armamento y trabajaré duro, maestro Yamamoto.

    Fuji se quedó con él. Mientras Togashi seguía ordenando las ramas con las que iba a trabajar, ella mencionó que era admirable la rapidez con la que había mejorado como herrero. Togashi agradeció sus palabras con una sonrisa.

    Cuando formé parte de una misión del clan en Gifu, visité la armería de aquella ciudad con el propósito de que revisaran el arma que me había dado Takeda, para conocer más a fondo la fuerza de su filo —observó su katana, que casi parecía dormir en su cintura debido a la paz de aquel momento, de aquella compañía—. Recuerdo bien lo que Takeda mencionó en Tsu: tú reviviste esta espada que llevo conmigo, que ahora porta el nombre de “Asahi”, sol de la mañana. Has hecho un buen trabajo, ya que el herrero quedó fascinado por su aspecto y filo renacidos.

    >>Este hombre le ponía mucho empeño y amor a su trabajo, fue lo que noté nada más entrar en su armería y ver el cuidado con el trataba las armas, el orgullo con el que las creaba —mientras hablaba, Togashi separó cinco ramas, empezaría su jornada haciendo arcos—. Presenciar tal energía, tal motivación, me inspiró de alguna manera. Y esa inspiración se mantuvo dentro de mí, como una semilla. La cual empezó a germinar desde el momento que me definí como herrero antes de la batalla de Shizuoka —Togashi terminó los preparativos para el trabajo, y luego alzó su mirada hacia Fuji con una sonrisa—. ¿Podrías darme algunas indicaciones para hacer arcos? Tengo una vaga idea, pero temo desperdiciar el material sin una guía adecuada. Y mientras tanto, puedes hablarme de ti: me gustaría saber qué fue lo que te impulsó a seguir la senda de la herrería y cómo evolucionaste en ese camino —dijo.
     
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    [Fuji; Masamune; Yamamoto; Togashi]


    Fuji sonrió ligeramente al escuchar las palabras de Togashi; pues siempre era bueno cuando alguien notaba su esfuerzo —Puedo ayudarte; creo que la madera es muy noble; pero a diferencia del hierro, no puede ser doblegado con fuego —Fuji tomó un arco en sus manos, uno que ella había tallado, su trabajo era muy bueno; no se comparaba al de Yamamoto o Masamune; pero se acercaba. Lentamente le fue explicando el proceso de cómo tensar la medara después de ser tallada, el tipo de de hilo y cómo mantener la rectitud de la veta.

    Mientras Togashi comenzaba a trabajar la madera, Fuji inició su historia — Crecí como un niño; siempre fui muy ruda y nada delicada a diferencia de mi hermana; mi madre trató de convencerme para que aprendiera a cocinar pero todo lo quemaba poniendo el negocio de mis padres en problemas, por lo que me limité a lavar los platos y limpiar mesas; aun era pequeña para atenderlas según mi madre —sonrió al recordar ese detalle — No tenía habilidades que compartiera con mi madre o hermana, sólo una: la observación. Vi como mi padre sufría un poco cortando las verduras; el filo de su cuchillo era malo y requería de fuerza para que cortara algo; haciendo que mi padre formara callosidades que nunca deberían haberse formado, un cuchillo debe cortar al primer intento, no esperar que con la fuerza de su portador logre su cometido. Así que tomé ese cuchillo y fui a la casa de armamento, allí conocí a mi primer maestro: Katsushiro Togo — se detuvo un momento al ver como Togashi formaba un arco tan maravilloso que la distrajo de su historia —Katshushiro me enseñó a afilar ese cuchillo, había hecho un trabajo... no tan malo —soltó una risa.

    Togashi continúo formando dos arcos de alta calidad, desperdiciando 3 maderas. Fuji se había distraído, aplaudió cuando Togashi dio por terminada su construcción.

    —Y la razón por la que continué en la herrería...—desvió la mirada —... fue difícil, pues mi hermana Suguino me decía que si me dedicaba a un oficio para hombres, jamás encontraría a alguno que estuviese interesado en mi. Por momentos pensé en dejarlo; pero Yamagata me llevó al santuario dónde encontramos a... Asahi— se refirió a la katana por su nombre.

    Fuji se sonrojó y siguió hablando, contándole su historia a Togashi, pues necesitaba saberla para entender el por qué seguía en el camino de la herrería.

    Fuji
    Edad: 21

    Nació en Hong Kong b ; hija de Yu Meng su madre, y Wu Yon su padre biológico; hermana de Lan (Suguino). Ambas nacidas con el apellido Yon.

    Cuándo nació Fuji; Lan (Suguino) tenía 6 años; se le llamó Fuji al creer que era un varón, o al menos así lo quería hacer pasar su madre Yu; quien estaba preocupada por la ira de su esposo al no darle un heredero. Por eso mintió. Tao nunca fue buen padre, jamás atendía a sus hijas, a Lan (Suguino) la odiaba simplemente por haber nacido mujer; a Fuji parecía quererla pero simplemente por creer que era un varón. Wu Yon era un importante comerciante de té; y sus ventas mas importantes eran en Japón. Por lo que solían viajar mucho, Yon no confiaba en dejar sola a Yu pues creía que le robaría todo para escaparse con Lan (Suguino) y Fuji.

    La verdad de el género de Fuji se mantuvo por seis años; dónde su madre la adoctrinó a comportarse como un niño; causando una gran confusión en Fuji, al no poder llevar su cabello largo o utilizar la misma ropa que su hermana; a su vez ver siempre a su madre atemorizada de su padre no la ayudaba en nada, creció insegura de si misma. Pero quería a su padre, pues este la procuraba constantemente; a pesar de que ella no parecía servir para los entrenamientos que su padre le imponía, pues Fuji no mostraba interés en ninguna actividad, le bastaba la atención de su padre; pero ese cuento terminaría pronto.

    En un viaje a Japón; Fuji enfermó por el ambiente poco higiénico; esto alertó a su padre quien no dejaría que muriera aquel varón, su heredero. En el barco llevaban a un médico japonés que iba de regreso a su hogar después de comprar medicamentos en China; Wu desesperado, le llevó a Fuji a este médico quien le anunció que Fuji se recuperaría a su vez de informarle de la verdad que Yu le ocultó, este se sintió verdaderamente culpable al ver la reacción del señor Yon hacia Yu; la cual fue golpeada lo suficiente hasta que ese médico intervino, su nombre era Okabe Yukiuchi.

    Al llegar a Japón; Wu Yon le dijo que no las dejaría subir nuevamente al barco de regreso a China; Yu y Lan (Suguino) no parecían tan preocupadas por esas amenazas; en cambio esto destruyó a Fuji pues no entendía por que su padre la abandonaba de ese modo. Su madre por fin tuvo el valor de decirle la verdad a esa pequeña de seis años, que no paraba de llorar; Lan (Suguino) se sintió muy culpable, pues jamás había tratado bien a Fuji, por su odio que tenía al ser querida por su padre y ella exiliada por él; pero al verla llorar no sintió alegría por verla sufrir, todo lo contrario.

    Okabe Yukiuchi las llevó a Matsue la capital de la Prefectura de Shimane; allí Yu conocería a Hiroki Hatsu; mejor amigo de Okabe. Ambos se enamorarían y Yu se casaría con él tomando su apellido. Lan decidió cambiar su nombre por Suguino y también tomó el apellido Hatsu y comenzó a instruirse como futura médica junto a Okabe. Fuji se rehusaba a ser llamada Hatsu en lugar de Yon; tardó un año en comprender que el cariño de Hiroki era real y que el de Yon era una mentira, lentamente lo fue aceptando en su corazón junto con el apellido Hatsu que llevaría con amor.

    Okake y Hiroki decidieron huir de Shimane junto a Yu; Suguino y Fuji; cuando el dominio Taira llegó a la Prefectura; no hubo guerra en este sitio pues su señor Feudal se rindió por completo ante los Taira. Huyeron a Nara dónde el Señor Eizo Hidetoshi les dio la bienvenida.

    Fuji congenió rápidamente con Yamagata; el hijo de Eizo, pues tenían la misma edad. Suguino parecía congeniar mas con Matsuda un chico de la edad de ella. Yamagata y Fuji les hacían constante burla, pues Suguino parecía interesada en él; este comportamiento de niña le molestaba a Fuji enormemente, no entendía el por qué.
    Yamagata y Fuji se volvieron los mejores amigos; Fuji aún comportándose como un chico, golpeando a Yamagata constantemente; y Yamagata respondía del mismo modo, tratando a Fuji como un chico mas.

    A los 9 años Yamagata y ella eran como uña y mugre, causando destrozos en Nara; era difícil que alguien los controlara, antes Matsuda podía colocar a Yamagata en su lugar; pero en esos momentos había una rivalidad constante entre ellos desde que Matsuda comenzó a entrenar junto a él. Fuji se aburría mucho cuando estaba sola, y Suguino se la vivía en la clínica practicando, se estaba volviendo una increíble médica mientras que Fuji no hacía nada bien aparentemente. Su madre trató de convencerla para que aprendiera a cocinar pero todo lo quemaba y sus experimentos salían mas caros, poniendo al negocio en problemas; así que se limitaba a lavar los platos o limpiar las mesas.

    Pero un día vio a su padre Hiroki sufrir un poco cortando las verduras; el filo de aquel cuchillo era mal y requería de fuerza para que cortara algo; creando callos en las manos de Hiroki Hatsu. Fuji era observadora, ese era un don que compartía con Suguino. Tomó aquel cuchillo y fue a la casa de armamento; entró cautelosamente encontrándose con Katsushiro Togo; el armero local; quien la vió con confusión; ella le enseñó el viejo cuchillo, él lo tomó en sus manos; el se especializaba en vender armas; no en afilar cuchillos. Pero fue Fuji quien le dijo que quería afilarlo ella, como un regalo a su padre. Katsushiro aceptó y le enseñó a afilar; le sorprendió la habilidad y el esmero de Fuji, pues había hecho un trabajo decente en su primer intento. Katsushiro lo terminó de afilar sin que ella se diera cuenta. Hasta ahora es el cuchillo mas preciado de Hiroki.

    Fuji de repente lograba colarse a alguna práctica de Yamagata junto a Matsuda, haciendo que su interés por las armas creciera, no tanto el combate. Volvió a observar a aquellos dos, Matsuda era muy fuerte, y Yamagata tenía una técnica increíble; pero entrenaban con simples palos de madera; así que Fuji decidió crear espadas de madera para cada uno. Al ver esto Yamagata la llevó al Santuario del área comercial; donde estaba el árbol Bodhi; caminaron detrás del árbol y Yamagata le mostró la espada que estaba clavada en el árbol

    —Lleva muchas estaciones allí; la descubrí hace como unos dos inviernos mientras me escondía de mi hermano; sabía que él jamás entraría un Santuario, a menos que lo abligasen— rio mientras caminaba hacia la espada —Ven, necesito ayuda— entre ambos lograron sacarla del árbol; estaba llena de herrumbre y ambos creían que era de un antiguo samurai. Yamagata se la entregó a Fuji como un regalo —Podrás venderla y con eso comprarte herramientas— Fuji sonrió y a su vez también arrancó un par de ramas de aquel árbol. Se dirigió a velocidad a la casa de armamento; dónde levantó el tatami y escondió la katana y dejó en la mesa ambas ramas.

    Con ayuda de Katsushiro creó las dos espadas de madera con las ramas; esto por fin convenció al hombre de volver a Fuji en su aprendiz; ella se sorprendió mucho y fue muy feliz por ello; sus padres estaban orgullosos pero Suguino le decía que ese era un oficio para hombres; que debía dejar atrás todas esas ideas de comportamiento masculino; porque de ese modo jamás encontraría un pretendiente. Fuji detestaba que Suguino le dijera que se comportaba como un hombre, le recordaba el desprecio de su padre biológico ahora que era mujer a sus ojos.

    Entregó las espadas a sus dueños muy alegre; había tardado mucho en hacerlas, y no dejó que Katsushiro hiciera algo, sólo la supervisaba para que no se lastimara tanto; sus manos terminaron astilladas y con algunos cortes; los cuales trató Okake. Yamagata le reclamó el por qué le daba una a Matsuda, su ahora rival; pero Fuji estaba emocionada; creía que merecían entrenar con armas de verdad, y emocionada se quedó a observar su entrenamiento; donde vió a Yamagata destruir intencionalmente la espada de Matsuda; al ver esto salió corriendo, estaba muy avergonzada de que el arma se rompiera tan fácilmente, corrió tan rápido como pudo sin darse cuenta que había escapado de Nara, subiendo una colina y escondiéndose debajo de un árbol.

    Esto hizo que Matsuda y Yamagata salieran en su búsqueda; fue Matsuda quien la encontró llorando en una de las colinas cercanas; ella no quería hablar, ocultaba su rostro entre sus rodillas las cuales abrazaba con sus manos, fue allí dónde Matsuda notó las manos de Fuji; envueltas en vendajes con un poco de sangre.

    —Te habías esforzado mucho en crear esas armas; perdóname, fui tan torpe que dejé que se rompiera en mi primer día de entrenamiento— dijo Matsuda; comprendiendo los sentimientos de Fuji.

    Ella levantó su rostro lleno de lágrimas —Esta vez te haré una mejor, y ni el estúpido de Yamagata podrá romperla— ambos rieron.

    Fue en este momento que Fuji entendía que estaba enamorada de Matsuda; pero ella sabía muy bien que él no sentía lo mismo; no la veía como antes veía a Suguino.
    Fuji tenía que hablar con Yamagata, al encontrarlo él estaba muy arrepentido por lo que había hecho; Fuji lo perdonó pero lo hizo escuchar algo que Yamagata no esperaba, le contó que se había enamorado de Matsuda. Esto hizo que Yamagata se deprimiera, por un par de días no lo vio y esto hizo que se preocupara por él, cuando lo encontró estaba entrenando solo; por un tiempo Matsuda dejó de entrenar junto a él.

    Cuando ella y Yamagata tenían 10 años, Yamagata le contó que había un niño nuevo en Nara; su nombre era Takeda y tenía 13 años. A este punto Yamagata no soportaba estar cerca de Matsuda, peleaban constantemente así que un nuevo amigo no le sentaría mal; Yamagata le presentó a Takeda, a pesar de su corta edad él era el maestro del viejo dojo que había estado cerrado en Nara; Yamagata le insinuó a Fuji que él sería mejor que Matsuda. Esto ya no lo hacía por odio a Matsuda, habían arreglado por fin sus diferencias siendo golpeados por Takeda el día que lo conocieron; Yamagata hacía esto porque se preocupaba por Fuji, pues Matsuda no parecía interesado, él creía que sentía algo por Suguino y esta al ignorarlo había asumido que Matsuda se daría por vencido en el amor.

    Fuji conoció a Takeda; aquel niño parecía tener una mirada ausente pero no se veía como una mala persona; observó que portaba una verdadera katana y Fuji se asombró y pidió verla a lo que Takeda reaccionó alejándose mientras abrazaba la katana con fuerza. Fuji se disculpó con Takeda al acercarse tan agresivamente; le explicó que ella estaba entrenando a su manera, y que su verdadera pasión eran las armas. Takeda (14) tardó un año entero en confiar en Fuji (11), hasta que un día se acercó a ella.

    —Matsuda siempre habla de lo buena que eres con las armas— dijo Takeda hacia Fuji quien se sonrojó al instante al oír que Matsuda la consideraba así —Si él confía tanto en tus manos, no veo por qué yo no pueda hacerlo— Le extendió su katana —Se afilarla y limpiarla por mi cuenta; es parte del entrenamiento de un samurai; pero me gustaría ver cómo lo haces tú.

    Fuji no pudo evitar sonreír enormemente ante esas palabras; y jaló a Takeda a la Casa de Armamento; donde le enseñó su ritual de limpieza; la espada de Takeda era una obra de arte; Fuji estaba impresionada, la limpieza de la hoja era impecable. Miró a Takeda preguntándole si podía desarmarla para limpiarla a profundidad; Takeda aceptó, tomó la katana y la desarmó para Fuji; ella estaba impactada, el brillo continuaba incluso hasta el nakago. Takeda tenía demasiado cariño por el arma y eso se notaba. "Kyuzo" leyó la inscripción en la hoja; miró confundida a Takeda y este le explicó.

    —Es la firma del artesano; Kyuzo, es bastante famoso aparentemente; esta espada la hizo ya muchos años atrás. Para mi maestro— señaló la hoja y debajó del nombre de Kyuzo decía "Hiro" —ese es; ese era el nombre de mi maestro— lágrimas comenzaron a caer del rostro de Takeda; y Fuji lo abrazó con fuerza al instante, aquel niño había perdido a su maestro y la katana había sido su regalo. Takeda se limpió las lágrimas mientras Fuji lo miraba con ternura.

    —Deberías grabar tu nombre debajo del de tu maestro; ahora tu eres su dueño, la katana debe saber esto. Déjame hacer esto por ti un día; cuando mejore mis habilidades déjame grabar tu nombre en ella; así como en tu vieja espada— mencionó Fuji y Takeda afirmó ante ella mientras sacudía su propio cabello; Fuji suspiró —Takeda Minamoto, ¿cierto?— Preguntó mientras Takeda quedaba atónito ante Fuji mientras miraba a todos lados, ella conocía su apellido

    —Pero cómo...

    Fuji se levantó y levantó un tatami debajo de la casa de armamento —Yamagata la encontró hace ya unos años en el Santuario, clavada detrás del árbol; sabes... las espadas no deben dejarse morir de ese modo; mucho menos si tienen tu nombre en ellas. La limpié hace unos meses pensando que sería un buen regalo para Matsuda; pero al limpiar el nakago encontré tu nombre; y por tu reacción creo que no me equivoqué, tu eras su antiguo dueño; pensé que sería de un samurai muy viejo— Fuji estaba temerosa de la reacción que pudiera tener Takeda; pero le sorprendió que este sonreía.

    —Ese Takeda ya no está mas; mi maestro decía que se renace todos los días; yo lo hago siempre para no volver a ser lo que era cuando clavé esa espada en el Santuario— habló Takeda y empujó la espada hacia Fuji —Puedes quedártela; planeo llevar siempre a Genji conmigo; pero no recomiendo que la regales a Matsuda. Él debe tener una más especial— Fuji no quiso preguntar mas, se sentía afortunada de poder tener una katana en sus manos; pero en el interior, entendía que Takeda tal vez no estaba listo para ver ese sable en manos de alguien más.

    Cuando Fuji cumplió 15 años; Fuji logró comprarse con todos sus ahorros un kit para la reparación de armamento; muchas de esas herramientas eran de un acero de alta calidad; no tardaron en volverse el tesoro de Fuji con estas herramientas pudo tallar el nombre de Takeda en su katana —Takeda Minamoto; hasta yo sé que ese es un apellido peligroso ¿Seguro que no quieres mantenerlo en secreto? Si alguien ve esto en tu katana hará que los Taira vengan por ti

    Takeda negó con su cabeza —No voy a dejar que alguien en el que no confíe vea esta inscripción; permanecerá oculta en el nakago; el corazón de Genji; al igual que es cuidada mi vieja katana— Fuji escuchó a Takeda y se sintió especial al ser considerada de confianza por él y le preguntó por fin algo que quería hacerle desde el día que escuchó

    —¿Genji?

    —Si; ese es el nombre de mi katana, Genji, significa "Dos inicios" —
    Ahora Fuji entendía por que no quería dejar ir esa katana.

    Fuji formó una muy buena amistad con Takeda; lo respetaba mucho, su pasado había sido uno muy cruel y sus responsabilidades eran demasiadas para alguien tan pequeño; por ello decidió seguirlo, apoyándolo como le fuera posible. A su vez esporádicamente entrenaba junto a ellos, para volverse más fuerte y a su vez para buscar una excusa para ver a Matsuda.
    A los 18 años vio partir a Takeda a una misión; prometió volver. A su vez Yamagata recibiría su primera katana real y estaba tan emocionado que le contó a Fuji mientras entregaba los materiales para su katana a Katsushiro; ella también se emocionó por él, se había ganado ese honor por fin y sería un arma increíble si fue creada por Katsuhiro. Fuji en ese instante tuvo una idea; le haría una a Matsuda, el también la merecía; no podía únicamente usar lanzas si entrenaba con espadas de madera; Yamagata se emocionó por ambos, esta vez no había celos en su corazón; sólo deseaba que Fuji expresara sus sentimientos en el arte que más apreciaba. Así que mientras Katsushiro trabajaba en la de Yamagata, Fuji creaba una especial; pero para ello necesitaba ingredientes de buena calidad; así que sacrificó sus herramientas, para formar el acero.

    Fuji citó a Matsuda en la colina dónde la había visto llorar, aquel día con sus manos lastimadas y corazón herido. Matsuda acudió, Fuji llegó especialmente temprano, esto hizo que Matsuda se preocupara por ella, llevaba tiempo sin verla; de nuevo sus manos estaban vendadas y sostenían un arma enfundada. Matsuda la observó confundido.

    —Sé que no soy la mujer perfecta; no soy femenina; sólo golpeo cuando estoy avergonzada; no me importa que me vean sudar, no huelo a flores como mi hermana. Pero mis habilidades son también muy útiles, y mis sentimientos son igual de fuertes que este acero — dijo extendiendo la katana con ambas manos ofreciéndosela mientras miraba al suelo — Esta katana representa mi amor por ti Matsuda Koreaki; tómala, al igual que mis sentimientos en ella— Matsuda tomó el arma y cuando Fuji sintió que el peso pasaba a las manos de Matsuda, se echó a correr lo más rápido que pudo. Aquello había pasado tan rápido; Matsuda había sido tan ciego todos estos años, Fuji no iba al dojo simplemente a entrenar.

    Fuji volvió a ayudar a sus padres al comercio; algo que hacía con frecuencia para ganarse unas cuantas monedas; ahora sin herramientas necesitaba trabajar mas para volver a comprar unas. No tardó en notar a Matsuda fuera del comercio; con su katana en las manos. Y allí, frente a todos los clientes Matsuda se inclinó ante ella completamente ruborizado —¡HATSU, FUJI! CÁSATE CONMIGO— Fuji tiró la bandeja que cargaba mientras sus padres gritaban en la cocina; su madre daba brinquitos mientras su padre miraba con odio a Matsuda.

    Fuji estaba completamente sonrojada y no podía hablar; Matsuda se enderezó y la tomó de las manos, mirándolas, aquellas manos que habían forjado la katana, desfundando sus verdaderos sentimientos; levantó la vista para verla a los ojos y notar que ambos estaban igual de ruborizados; allí se dieron su primer beso; frente a todo mundo mientras los clientes levantaban sus vasos en celebración.
    Un año después se casarían.
    Bruno TDF

    Has obtenido dos arcos de alta calidad.
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