Nagano Nagano

Tema en 'Prefecturas' iniciado por Amelie, 21 Septiembre 2020.

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    Amelie

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    Kenzaburô atacó junto con Takeda pero el primer intentó lo esquivó Akiharu mientras reía como desquiciado. Atacando a Takeda cortando a profundidad en su hombro.

    —¿Esto es lo que tiene el clan Minamoto? ¿Este es su líder? —

    Takeda ignoró aquellas palabras, estaba mas concentrado en su objetivo de eliminarlo; Kenzaburo hizo lo mismo, por un momento sincronizaron sus respiraciones y atacaron al unísono; Akiharu se mantuvo firme, no se iría de este mundo sin pelear. Takeda logró cortar el yoroi haciendo que las placas cayeran en el suelo, y Kenzaburo aprovechó la abertura para perforar el estómago de su enemigo, el cual aprovechó para cortar por última vez en el pecho de Takeda.

    —Habrán ganado esta pelea; pero aun son muy débiles, mejores guerreros vendrán y destruirán lo que queda de este patético clan —Dijo mirando primero hacia Hideyoshi —Hombres y mujeres que no están preparados para una guerra —miró a Togashi —Hombres y mujeres tan insignificantes que a Japón no le importa si están vivos o muertos — observó a Mao — Hombres y mujeres que creen que valen algo por el hecho de portar un arma — volvió su vista hacia Kenzaburo y Takeda — Aprendan dónde es su lugar — escupió sangre al suelo — Asuman su inferioridad, un clan derrotado y sin estructura, siguiendo órdenes del más insignificante de su sangres — no pudo hablar más; la sangre le llenaba la boca; cayó al suelo de frente, muerto. Con la mano aferrada a su arma.


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    Mao aprovechó un descuido que hizo su rival al observar como caía su líder Akiharu mientras este atacaba torpemente a Mao causándole un razguño en el brazo; aquello había resultado perfecto para que su katana lograra perforar su piel del pecho al estómago; la muerte fue instantánea.

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    Togashi se mantuvo recto mientras recibía un fuerte ataque de su rival quien sonrió pensando que comenzaría a remontar aquella desventaja en la que se encontraba; pero todo fue un falso espejismo pues Togashi tomó su vida cortando cu cuello de un tajo, evitando que el hombre sufriera demasiado, se fue con aquella sonrisa.

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    Hideyoshi recibió el último ataque de aquel agónico hombre, fue un corte sencillo en su pierna que molestó al tacto; esta vez Hideyoshi no se confió, atacó con todas sus fuerzas cortando el cuello de su oponente quien parecía que quería seguir luchando; pero esta vez no se levantó, había sido su último suspiró. Una batalla honorable.




    Tetsuo avanzó hacia Takeda, el líder del clan había perdido mucha sangre y se encontraba pálido pero erguido ante el cadaver de Akiharu al que miraba con expresión solemne, si había emociones en su interior no se podían notar en su rostro.

    —¿Un minamoto? — preguntó Tetsuo mientras Takeda levantaba la vista y apretaba nuevamente el mango de la katana.

    —Tranquilo, no somos enemigos— mencionó Tetsuo; Takeda se tranquilizó, hasta el momento aquel hombre había cumplido su palabra.

    Ganar una pelea = 300 EXP

    Matar un rival nivel 1 = 50 EXP
    Matar un rival nivel 2 = 100 EXP
    Matar un rival nivel 3 = 150 EXP
    Matar un rival nivel 4 = 200 EXP
    Matar un rival nivel 5 = 250 EXP
    Matar a un Taira= 1,000 EXP

    Ayudar a matar a un rival nivel 1= 30 EXP
    Ayudar a matar a un rival nivel 2= 60 EXP
    Ayudar a matar a un rival nivel 3= 90 EXP
    Ayudar a matar a un rival nivel 4= 120 EXP
    Ayudar a matar a un rival nivel 5= 150 EXP
    Ayudar a matar un Taira= 500 EXP

    Si te han ayudado a eliminar a tu rival no pierdes puntos de EXP
    Akiharu- muerto por Takeda y Kenzaburo
    Enemigo 2- muerto por Kenzaburo
    Enemigo 3- muerto por Togashi
    Enemigo 4- muerto por Mao
    Enemigo 5- muerto por Hideyoshi


    • PV= 22
      Mal descansado (-1 en defensa)
      Fuerza= 19
      Protección= 11
      Katana Genji= +10 ataque

    • PV= 47
      Mal descansado (-1 en defensa)
      Resistencia (+1 defensa)
      Avaricia (-2 suerte)
      Katana (+12 fuerza)

    • PV= 36
      Mal descansado (-1 en defensa)
      Agilidad (+2 defensa)
      Avaricia (-2 suerte)
      Katana (+18 ataque)

    • PV= 42
      Mal descansado (-1 en defensa)
      Buena reputación (+2 suerte)
      Timidez (-1 suerte)
      Dos kodachis (+5 ataque)

    • PV= 31
      Mal descansado (-1 en defensa)
      Agilidad (+2 defensa)
      Avaricia (-2 suerte)
      Katana (+16 ataque)



    • PV= MUERTO

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    John Whitelocke

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    Soga no Hideyoshi 曽我秀吉

    En la entrada a Nagano

    Hizo una reverencia budista en señal de respeto al hombre que acababa de matar. Caminó un poco tratando de recuperar el aire, estaba agotado y algo herido, su rival había conseguido solo al final de su agonía arrancarle un poco la vitalidad a Hideyoshi, quien ahora pensaba en sanar sus heridas y en lo que se venía.

    Sus compañeros estaban también agotados, todos habían acabado sus combates. Takeda estaba mal herido, pero en pie.

    "Bien, y todo en presencia del heredero de Nagano", pensó.

    Se acercó a Takeda y asintió cuando cruzó miradas con él. Se dirigió hacia Tetsuo luego de hacer una reverencia en señal de deferencia:

    —Soy el diplomático del señor Takeda, espero que pronto podamos hablar todos reunidos en una situación menos caótica. Creo yo que los Minamoto y los Azai son amigos naturales.

    Luego de estas palabras volvió a mirar a Takeda, con un ademán conciliatorio, tratando de indicarle que se calmara porque no había ningún peligro.

    "El desprecio que los Azai tienen por los Taira es genuino... creo yo, y espero no equivocarme, que estamos como en casa", concluyó en su fuero íntimo.
     
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    rapuma

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    Kenzaburô

    Su pecho subía y bajaba descontroladamente mientras la adrenalina poco a poco se disipasaba de su organismo. Miró a Takeda y afirmó en su dirección. Habían logrado sincronizarse para abatir al Taira finalmente.

    —Si este samurái no se compara con la habilidad de los que mencionó antes, deberemos entrenar más.

    Observó el panorama de los otros combates y ya todos los enemigos yacían muertos bajo un charco escarlata que fluía de las heridas abiertas. Entrecerró los ojos al mirar a Mao para detectar alguna herida de gravedad pero no la encontró y suspiró aliviado. Su niña era tenaz.

    —Dejemos que el señor Hideyoshi se encargue de esto. —susurró hacia Takeda. —Yo soy un animal acostumbrado a golpes, puedo sonar hostil; en cambio, él.... menos mal contamos con su presencia.

    Rodeó el cadáver de Akiharu y caminó hacia su primer enemigo abatido. Se puso en cuclillas y levantó la espada enemiga. La observó con detalle: parecía un sable simple, nada de otro mundo. Decidió tomarla para quizá aumentar su economía a futuro. Y todo esto bajo la atenta mirada de los guardias, demostrando una vez más que al Ronin poco le daba de lo que pensaran los demás.

    Bruno TDF me adelanté! Hdp
     
    Última edición: 29 Septiembre 2020
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    Bruno TDF

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    Togashi

    No había logrado cubrirse bien y a tiempo, de modo que el último ataque de su enemigo lo golpeó con mucha fuerza, haciéndole retroceder uno o dos pasos, algo aturdido. Pudo ver cómo en los labios del otro comenzaba a asomar una pequeña sonrisa, tal vez creyendo que sería el triunfador de la contienda. Nada más lejos de la realidad. Togashi no se dejó llevar por el aturdimiento, es más, en momentos así afilaba mucho más sus sentidos y sus movimientos para salir airoso. Su katana pareció fundirse con el viento al moverse, cortando aire y garganta. El corte fue limpio, tan mortal que su oponente perdió la vida al instante, cayendo pesadamente al suelo con la sonrisa aun clavada en el rostro.

    Vio cómo Tetsuo se acercaba a Takeda y Kenzaburô. Preguntaba por el apellido Minamoto, que el desgraciado que comandaba aquel grupo había pronunciado en voz alta, pero todos parecieron relajar músculos en cuanto aclaró que no eran enemigos. Togashi, no obstante, guardó un poco de desconfianza hacia aquellas personas. Pese a lo cual, con un movimiento rápido, hizo que la sangre se desprendiera de su katana antes de envainarla. Con eso dejaba en claro a los guardias que no iba a pelear.

    Se acercó al cadáver de su enemigo abatido. Sin dudas, en vida había sido alguien fuerte. Pero él supo sobreponerse a sus limitaciones físicas y, con fortaleza mental, pelear mejor. Había vencido a un soldado de los Taira. Él, un muerto de hambre. No todo estaba perdido, podía volver a ser quien era antes; o incluso, ser mejor. Notó que el cuerpo aún tenía los ojos abiertos sobre la sonrisa estúpida. Togashi se arrodilló junto al cadáver y acercó la mano al rostro del hombre, dispuesto a cerrarle los párpados.

    Pero su mano quedó suspendida en aire, poco antes de tocarlo. Las puntas de la cinta en su pelo, movidas por la brisa, rozaban su nuca y sus orejas, como caricias cariñosas.

    Negó con la cabeza, apesadumbrado. No podía hacer algo como eso. No estaba dispuesto a perdonar. Hombres como el que acababa de matar hicieron que su vida fuera un infierno. Sujetos desconocidos que, siguiendo órdenes, se sentían invencibles, que podían hacer lo que quisieran. No iba a respetar a nadie relacionado con los Taira, ni en la vida ni en la muerte. En cambio, se apoderó del arma de su enemigo, con vaina y todo. Al menos sacaría unas monedas a modo de provecho. Aquel día volvería a comer.

    Esta espada se verá mejor lejos de la presencia de un Taira —se dijo. Acto seguido se acercó a Takeda y Kenzaburô. El primero no tenía muy bien aspecto, fue el que peor la había pasado en aquella escaramuza— Tenemos que hacer atender esas heridas lo antes posible —él también estaba herido, tenía cortes en los brazos y uno un poco más profundo en la pierna, pero no se comparaba. Le preocupaba más la salud de su líder.
     
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    Amelie

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    (Takeda; Kenzaburô; Mao; Togashi; Hideyoshi )[​IMG][​IMG] [​IMG] [​IMG]

    Takeda limpió su katana para volverla a envainar, confiaba en la habilidad de Hideyoshi, sus palabras habían sido acertadas ya que Tetsuo afirmó para después contestar.

    —Podemos hacerlo después de que sean atendidos; ningún invitado nuestro será mal tratado en Nagano — dijo haciendo una seña a uno de sus guardias el cual se acercó —Avísenle a mi señor que tendremos una audiencia de urgencia; también corran la voz en el castillo, nuestros invitados están heridos y hambrientos— el guardia afirmó y corrió hacia Nagano.

    Tetsuo hizo una reverencia a los guerreros y se dirigió a sus guardias para darles nuevas instrucciones. Mientras tanto Takeda afirmaba hacia Kenzaburo —Un guerrero jamás deja de aprender — dijo limpiando el sudor en su frente para después mirar la espalda de Tetsuo, aquello le erizó la piel, en el entramado de aquel kimono estaba el bordado de la flor de los Minamoto, era una vestimenta igual a la que había perdido en Tsu. Mientras Takeda se quedaba allí perdido en su incredulidad, Kenzaburo aprovechó para levantar el tanto de Akiharu, ya que su katana había sido destruída por Takeda en combate, gracias a ello seguramente Takeda permanecía con vida, pues Akiharu era mucho más fuerte.

    Takeda desvió la mirada al escuchar los pasos de Togashi junto a él; estaba preocupado por sus heridas, Takeda no había reparado en ellas, pues había estado más preocupado por su katana antes que en su propia carne. Miró su pecho enrojecido colocando su mano en las frescas heridas, su mano estaba fría y la sangre espesa y tibia, se sintió reconfortante al tacto. Miró a cada uno de ellos y sonrió, haciendo conciencia de que todos estaban con bien, alegre de haber resultado ser el peor parado en aquella situación — Gracias por brindarme su fuerza— dijo sincero —hemos derrotado a uno de los hombres del clan Taira junto a sus hombres, ya no podemos detener el camino que hemos iniciado — limpió la sangre de su mano en su hakama de manera burda.

    Tetsuo volvió con ustedes indicándoles que lo siguieran.




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    Llegaron al castillo y no pudieron contener la sorpresa; aquella era la edificación más grande que habían visto en su momento; Takeda suspiró, aquellas construcciones no parecían traerle buenos recuerdos a la memoria.
    El tipo principal consta de cierto número de edificios y torres, que se levantan sobre grandes bases de enormes piedras. Las paredes blancas, forradas de madera, embellecidas con aleros en cada piso, hasta llegar al verdadero techo, que siempre estaba hecho con materiales incombustibles, en este caso teja.

    —Minamoto no Takeda— decía Tetsuo, con una reverencia —Usted junto a su clan son bienvenidos en Nagano, considérenlo su hogar, me sentiría muy honrado que así sea — dijo con tranquilidad mientras conocía el resto de los nombres además del de Takeda y Hideyoshi.

    Al entrar los recibieron con varios sirvientes quienes rápidamente los escoltaron a habitaciones individuales dónde atendieron a sus heridas y cambiaron sus ropas a unas más apropiadas para el futuro encuentro con el señor feudal. No eran sumamente formales, al menos no los rodearon de capas y capas de tela como a un noble; pero si los hicieron vestir ropa apropiada después de un buen baño que limpió su suciedad y sangre restante.

    Cuando volvieron a estar todos reunidos estaban irreconocibles, Takeda no estaba muy contento con aquel cambio; y al menos podía asegurar que Kenzaburo tampoco.
    Lo que siguió fueron extraordinarias vistas de los cuartos hacia su maravilloso y paradisíaco jardín; Hideyoshi había experimentado una visión parecida en el palacio de Gifu; pero aquí era en dimensiones mucho más grandes y sin la aparente presunción. Mientras recorrían el jardín para llegar al palacio los sirvientes no se alejaban, procurando que su estancia fuera la más agradable, ofreciéndoles agua fresca.

    Al llegar al palacio, les quitaron las saldalias para sólo quedar en calcetines, y así subieron las escaleras hasta llegar al encuentro con el señor de Nagano; el estaba en la tarima superior con las cortinas abiertas, dejando ver su rostro sin ninguna preocupación; su ropaje era el de un general, no era el ostento de ropaje noble. Aun así mostraba formalidad, utilizando un daimon con un estampado azul con el kamon de su familia, no portaba abanico, en cambio su katana estaba en su cintura, fuera de las formalidades del atuendo. Se encontraba sentado y rodeado de su guardia. Tetsuo se acercó arrodillado para sentarse cerca de él debajo de la tarima.
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    —Azai no Takami, señor de Nagano, protector de las montañas; he traído ante su presencia al líder del clan Minamoto; junto a cuatro de sus miembros,entre ellos está su diplomático Soga no Hideyoshi— mencionó Tetsuo para después hacer una reverencia colocando su frente en el tatami.

    Takami Azai afirmó mientras observaba a cada uno — El clan Soga siempre ha tenido mentes brillantes; fieles a la vieja era Nara. Conozco historias de su familia, por lo que su alianza con los Minamoto no me resulta inesperada — dijo encontrándose con la mirada del Hideyoshi; para después mirar a los demás.
     
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    John Whitelocke

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    Soga no Hideyoshi 曽我秀吉

    Castillo

    "Es un hermoso lugar, tiene una estética diferente a la que encontré en el palacio de Gifu, este castillo es claramente el de un hombre de guerra. Al menos el contraste me persuade contra el mal sabor de boca que me aqueja cunado recuerdo mi visita en Gifu", pensó, antes de decidirse a hablar.

    —Los Soga no estaremos en nuestro mejor momento, pero al menos no estamos ligados a los Taira. Le agradezco mucho sus sentidas palabras, mi señor— hizo una reverencia mientras decía estas palabras, en señal de respeto a la investidura del señor de Nagano, un héroe de guerra reconocido—. Debo decir que más allá del baño de sangre con el que llegamos a Nagano, por lo que pedimos disculpas a pesar de que no nos quedó más remedio que defendernos, me parece muy positivo que su hijo haya podido apreciar la aptitud de nuestro líder en combate, y los valores que profesa, algo que los Taira desprecian cada día. La situación actual de Japón bajo el dominio hegemónico del clan Taira es preocupante, pero los Minamoto junto con otros señores y clanes que nos han declarado su apoyo no nos quedaremos de brazos cruzados. Entonces... supongo entenderá el porqué de nuestra visita...

    Respiró profundo y luego observó al hijo de Takami, el joven Tetsuo, quien los había escoltado. El cuerpo le sentaba mucho mejor ahora que se había dado un baño y lavado sus heridas.

    Sus compañeros estaban junto a él, se había olvidado de ellos.

    —Por supuesto, casi olvido presentarlos. Como ya saben, Minamoto no Takeda, líder del clan. Y una pequeña parte de nuestro clan: quien les habla, Soga no Hideyoshi, diplomático del clan, y a mi lado el señor Togashi, un hombre tan prudente como abnegado; allí se encuentran Kenzaburo y Mao, tutor y pupila, ambos buenos valores en combate. El resto de nuestra fuerza está dividida, pero llegado el momento indicado actuará como una sola fuerza práctica y coherente. Al menos esa es nuestra idea.

    Se limitó a callarse, no creía que fueran necesarias más palabras por el momento.
     
    Última edición: 30 Septiembre 2020
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    Amelie

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    (Takeda; Kenzaburô; Mao; Togashi; Hideyoshi )

    Takami afirmó ante las palabras de Hideyoshi —No habíamos tenido ningún ataque Taira desde ya hace varios inviernos, no me sorprende que el clan Minamoto venga atado a los problemas — dijo con severiad, pero la mirada fuerte se suavizó rápidamente —Así es, mi hijo Tetsuo ha dado fe en sus habilidades y comprendo los ideales que los mueven, aun deben de entender muchas cosas, entre ellas el viajar con cuidado, al menos sé que son capaces de defenderse solos— aquello sonaba como una reprimenda de padre a hijos, algo inusual viniendo de un señor feudal tan grande como lo era Takami, un héroe de guerra, había obtenido el castillo dónde se encontraban gracias a sus grandes habilidades bélicas, logró evitar un asedió en Nara hace unos años cuando el poder se trasladó hacia Kioto.

    Miró a cada uno conforme los fue presentando Hideyoshi — Es un honor conocer a los hombres y mujeres que se han unido a la causa de los Minamoto. Las Taira cada día crecen en número, pero su arrogancia y soberbia crece a la par —se levantó de la tarima alertando a sus guardias quienes lo siguieron mientras este se acercaba a verlos más de cerca, miró a Hideyoshi —Tus palabras son certeras y directas, las fuerzas de los Minamoto deben actuar como una sola, y han tenido dificultades al moverse siendo que habían permanecido muy cerca de Kioto, he recibido noticias de Nara y Mie, los cuales les han brindado sus fuerzas en secreto. Nagano siempre se levantará junto a los Minamoto abiertamente, sin miedo. Ustedes aquí son invitados de honor, esta ciudad siempre se moverá con ustedes para lo que necesiten; porque todo lo que puedo llamar mío lo tengo gracias a Minamoto no Sogo; tú padre, Takeda.


    Takami se colocó frente a Takeda quien permanecía de rodillas —Creo que no entiendes el poder que tiene tu apellido; eras muy joven para saberlo; tu jerarquía no es la de un simple samurai al servicio de un señor; tu familia era la verdadera heredera al trono imperial; pero Sogo y Hana nunca tuvieron una hija, haciendo imposible el compromiso con Akishino; fue por ello que los Taira intervinieron, obligando a Shino a abandonar todo para convertirse en la esposa del líder imperial. Tu padre se apresuró a desafiarlos, fue mal aconsejado y por eso el día de hoy no lo tenemos a nuestro lado —sujetó de los hombros a Takeda, arrodillándose frente a él— ahora veo que te estás rodeando de personas en las cuales confías y las cuales confían en ti. Los Minamoto resurgen desde sus raíces, alejados de la corrupción de Kioto.

    Takami hizo una pausa observando las reacciones de los presentes, sabía que esto era nuevo para todos —Takeda; tú eres mi igual, tienes el mismo poder que cualquier señor feudal por derecho, creo que no has entendido algo importante, pues si lo supieras el señor Hideyoshi lo hubiera mencionado. Creo que es tiempo de que entiendas que tu familia fue traicionada en Kioto, pero ustedes no surgen de Kioto, al ser el último de los Minamoto eres el legítimo señor de Kanagawa — Takeda levantó el rostro ante Takami — Hasta el momento, la historia del resurgimiento de los Minamoto parecía ser sólo un mito, pero veo que están deseosos de eliminarte si han mandado a uno de sus hombres de alto nivel a buscarte; Nagano siempre ha sido hermano de Kanagawa, y eso jamás cambiará mientras el clan Azai sea quien lidera esta Prefectura. — Takami soltó a Takeda mientras este trataba de entender todo lo que le acababan de decir —Tienes un ejército que dará la vida por ti esperándote en casa.

    Takeda estaba incrédulo, nadie le había dicho nada de eso, ni Eizo en Nara; ni Hiro su maestro; ni Obata su tutor; ni sisquiera Takano, quien vivía en una de las ciudades de Kanagawa. —Tengo muy poca cultura diplomática señor Azai, desconozco las costumbres de la corte, mi educación básica se limitó a las artes, si no fuera por mi maestro Hiro, tampoo sabría usar una katana. Como verá, desconocía por completo todo lo que ha dicho en este momento, sinceramente dudo ser el indicado para ese puesto.

    Azai sonrió —No debes preocuparte por ello, tienes personas a tu alrededor que sabrán guiarte —miró hacia Hideyoshi y afirmó —Además, no es algo que puedas ignorar, eres el único de tu familia capaz de hacerlo.

    —¿Quién es el regente actual en Kanagawa?— preguntó Takeda confundido.

    —El que debería cuidar a Kanagawa debería ser Kato Harima— dijo con molestía —pero ha perdido el juicio hace ya varios años; su hijo Jiin ha intentado controlar la situación interna de la Prefectura pero sin demasiado éxito; la mayoría de la gente no piensa seguir a los Harima, consideran que han sido traidores al abandonar Kanagawa dejándola a merced de ataques continuos; Nagano no ha podido ayudar, sus asuntos internos son delicados, se han tornado hostiles sin la presencia de algún mediador; la fuerza de Nagano es grande pero yo no soy su señor, y no busco dominar Kanagawa con fuerza bruta, perderíamos en esa disputa más hombres y mujeres de los que debemos, pues una guerra contra los Taira se aproxima, no podemos pelearnos entre nosotros. Debemos evitar la mayor cantidad de bajas posibles.

    Takeda suspiró llevando su mano a la frente, la información lo había abrumado; creía que su papel como líder se iba a limitar en el área bélica por el momento; dirigir una prefectura completa parecía algo que podría llevarle años.

    —¿Cómo voy a poder dirigir una guerra contra los Taira y a su vez dirigir una prefectura? — preguntó con ingenuidad, provocando una gran carcajada en el señor Azai.

    —¿Qué crees que es lo que hago yo? ¿Crees que los señores de cada prefectura se sientan a tomar el té y hablar de negocios? —lo miró esperando una respuesta que jamás llegaría, Takeda desconocía mucho de la política, trató de girar el rostro para encontrarse con Hideyoshi pero Takami lo detuvo —No te culpo, la era de aparente paz trajo consigo líderes muy suaves, carentes de inteligencia y llenos de avaricia, y aquellos pocos con verdadero honor ya son viejos. La era de paz ha terminado; los señores de cada prefectura deben volver a ser comandantes, guerreros preparados para defender a su gente — señaló a Takeda — No sólo debes ser un gran guerrero, debes convertirte en un verdadero líder.

     
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    Kenzaburô

    Pisar el castillo encendió el sueño dormido de su niño interior; allí donde residían los verdaderos samuráis leales a un señor, donde protegían la integridad del clan y discutían asuntos políticos. Intentó mantener el temple firme, indiferente... pero le fue imposible. Aquella ilusión de niño brotó de su alma y no pudo evitar sonreír con emoción a cada detalle y estructura del interior. Si por fuera el castillo era imponente por dentro era sumamente cálido.

    Miró a Mao para ver si la niña compartía así su estado pero recordó que ella seguramente había nacido en un lugar como ese, al igual que Takeda. Se rascó la nuca avergonzado por demostrar la ilusión de un niño ya muerto en su interior e intentó apagarla intentando mirar fijamente un punto aleatorio al frente mientras avanzaban.

    Luego los separaron entre sirvientes que eficazmente desnudaron a Kenzaburô y le asistieron las heridas con metódica eficacia; le lavaron el cuerpo y cepillaron su cabello enmarañado al tiempo que el a Ronin rugía por la molestia pero nada podía hacer, aquellas mujeres lo rodearon y aplicaron aceites aromáticos en todo su cuerpo -literalmente en todo-, y luego le vistieron con ropas suaves. Fue como si un torbellino de manos, jabones y sedas lo hubiera envuelto y escupido otra vez. Le dieron un espejo con sonrisas cómplices y Kenzaburô se miró en silencio varios segundos. ¿Era él? Le cortaron un poco la barba, aunque no recordaba en qué momento, y con el pelo azabache largo y bien peinado parecía otro. Se ató el cabello en un nudo alto y notó que su rostro cambiaba aún más. Tenía rasgos marcados y una mirada felina, se notaban pequeñas cicatrices blancas si se admiraba bien su cuello.

    —Parezco otra persona, señoras. Saldré en cuanto la barba me crezca un poco más.

    Las sirvientas lo empujaron amablemente hacia la puerta, Kenzo intentó resistirse pero eran muchas y entre manos, siempre amables, lo escoltaron nuevamente frente al grupo.

    Cuando vio a Mao, a Takeda , al señor Hideyoshi y al errante Togashi no los reconoció. Es decir, sabía que eran ellos pero parecían otras personas. Se acercó incómodo, consciente de que él mismo no parecía él mismo. Miró a Mao y sonrió levemente; la niña era hermosa; sus ojos expresivos resaltaban aún más debajo de su rostro.

    —Estas muy hermosa. —le dijo con sinceridad a su pupila. —En un lugar como éste deberías vivir. Siempre atendida, siempre protegida.

    Caminó junto a ella mientras eran conducidos a la sala de audiencias donde el señor feudal hizo acto de presencia. Aunque era un viejo la ropa suave y hecha de seda no podía ocultar los hombros forjados en bronce; era un guerrero con la postura y presencia dominante de uno. Kenzo se sintió a gusto desde el primer momento.

    Como siempre fue el señor Hideyoshi quién se encargó de comenzar las presentaciones y el Ronin cabeceó afirmativamente cuando le nombró. Quizá el pecado de Kenzaburô era nunca bajar la mirada, incluso la mantenía siempre que el señor feudal hablaba. No era como si Kenzo quisiera desafiar su autoridad, simplemente se crió así; le enseñaron nunca a retirarse.

    Cuando escuchó que un ejército esperaba más órdenes de Takeda toda perspectiva cambió de inmediato. Los Minamoto no eran unos perros flacos ladrando a migajas de pan. Eran, realmente, un clan que en nada de tiempo marcharía contra la capital. Y su maestro, ¿dónde estaría en todo esto? Lentamente se sumergió en sus propios pensamientos, intentando entender qué le movía a su ex mentor. Sabía que no era un simple guardia de escolta, aunque de ese modo lo encontró la última vez antes de que le corte la mejilla. Se tocó inconscientemente el rostro al recordar esa escena.
     
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    John Whitelocke

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    Soga no Hideyoshi 曽我秀吉

    Castillo

    Interrumpió la conversación entre Azai y Takeda, tenía algo para aportar.

    —Entonces la situación de Kanagawa es delicada. Pero es como dice el señor Azai, necesitas asumir en tu interior ese papel de líder, y la situación de Kanagawa te invita a explotar esa posibilidad. La gente de allí te aprecia, te ama, pero a su vez se siente abandonada. Ese sentimiento de despojo solo puede ser contrariado por un hecho heroico, algo que instigue a la población de Kanagawa a explotar en tu favor. Pienso que si los Harima son realmente unos traidores, no habría mejor historia para que la gente de Kanagawa escuche, que la de su líder, la de su señor, el último gran Minamoto, volviendo a la ciudad y asesinando al traidor para liberar a su pueblo de las cadenas. Luego de eso debería correrse la voz de lo que has hecho, y caminar junto a la gente, para que ellos expresen a viva voz sus sentimientos. Luego de eso tu podrías dar tu declaración de guerra, desde Kanagawa, y partir hacia Kioto, solicitando a todo aquel que crea en ti para unirse a tu causa, a la guerra. Puedo asegurarte que en ese clima de ánimo todo hombre; niño, joven y anciano, se calzará lo que sea que tenga a mano para luchar e irá a tu lado. Y en nuestro camino hacia la capital, iremos levantando aliados, los aliados que ya tenemos, Nara, Tsu, los Fujiwara, Nagano, y también aquellos que nos hayan rechazado. Ante la magnitud de un ejército simplemente se verán persuadidos a sumarse, para no ser arrasados. Para cuando queramos acordar, tendremos un ejército que caerá sobre los Taira como una erupción volcánica. Los Taira estarán pronto en la misma situación en la que estamos nosotros ahora, pero con una diferencia importante, sin nadie que los quiera ni los aprecie.

    Terminó de hablar y miró al señor Azai y a su hijo. Esperaba algún ademán de aprobación a su plan. Luego volvió a mirar a Takeda, esperaba que entendiera de lo que hablaba, la magnitud e importancia de lo que significaba una declaración de guerra.
     
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    Amelie

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    (Takeda; Kenzaburô; Mao; Togashi; Hideyoshi )

    Takami señaló a Hideyoshi con ahínco, emocionado por aquel plan pero sin demostrarlo en su rostro, sólo con su frenético movimiento de manos; Tetsuo afirmaba con tranquilidad mientras apretaba sus puños sobre sus rodillas, padre e hijo eran bastante parecidos al demostrar su emoción — Sabía que la sangre de los Soga tenía pasión y gran iniciativa; no sé cómo no fui yo quien sugirió un plan tan perfecto, creo que siempre vi a Kato como un señor feudal, el cual no es.—Dijo mientras le indicaba a Tesuo que se acercara— El asesinato de Kato Harima no sólo demostraría a la gente en Kanagawa que su líder ha vuelto, sino que también demostrará que pueden confiar en él. Aquello sólo traerá estabilidad y buena reputación, Kato tiene demasiados enemigos; es responsable del suicidio masivo de los hombres del clan Minami, una de las maneras más drásticas de demostrar desaprobación hacia su líder. Los Asakura también huyeron de Kamakura por su culpa; Kyoki no bushi, el samurai de la locura—

    Tetsuo hizo una reverencia antes de interrumpir —Y no sólo eso traería estabilidad y confianza a la gente de Kanagawa; sino que también la fama lo adornará — decía hacia Takeda —Pues Kato es considerado el samurai invencible; no ha perdido nunca una afrenta.

    —¿Entonces quieren que asesine a mi tío?—
    preguntó Takeda; Kato era hermano de Hana, no era un Minamoto pero era su familia —Es padre de uno de mis hombres — dijo refiriéndose a Takano.

    —Ese hombre asesinó a su propio padre ¿crees que no haría lo mismo contigo? Ese hombre sólo busca poder— mencionó Takami, su voz era severa, pues no entendía que trataba de alegar Takeda.

    —Nuestro plan es ir a Kamakura a entrenar a su lado— mencionó Takeda con la misma severidad que Takami, demostrando que no estaba hablando con un niño.

    —¿Crees que se va a emocionar al verte? Takeda, el hombre no se tomó ni la molestia de buscarte cuando se propagaba el rumor de que habías sobrevivido; eres su sobrino, y no fue él quien te enseñó a usar la espada, esa no es tu familia— la voz de Takami se levantaba con fuerza — Fue él quien dejó ir sin ayuda a tu padre a Kioto; sólo los Fujiwara lo acompañaron, dejando a los Minami, a los Asakura y a los Harima en Kamakura; si ellos hubieran estado en Kioto junto a tu padre, él seguiría con vida, la fuerza de esos clanes unida podían haber sobrepasao a los Taira y a los soldados imperiales, si no fuera por Kato Harima no tendríamos que ir a una guerra— esta vez gritaba con fuerza.

    Takeda no dijo nada, las palabras de Takami venían de su alma, era un odio que había contenido por demasiado tiempo.

    —Sogo fue mi amigo; oir sobre su muerte hizo arder mi sangre, su asesinato fue premeditado y cobarde; tú deberías sentir la misma rabia, tú estuviste allí. LOS HARIMA TE ABANDONARON HACE AÑOS — aquello caló en Takeda, recordando el abandono de Hana en su infancia — Tienes hombres y mujeres más valiosos ahora —dijo refiriéndose a los presentes — y aun puedes recuperar las fuerzas que quedan diezmadas de los Fujiwara, esa familia sacrificó mucho por defender el honor de los Minamoto— dijo tratando de calmarse — Seguramente han vuelto a Yamanashi, el joven Taiyo viene de una pequeña aldea llamada Kai, allí se ocultaban hace unos años, deberían encontrarse con ellos antes de que los Taira los eliminen por completo.

    —Pero si tan sólo pudiera escuchar las palabras que él tenga que decirme...

    —¿Qué quieres que te diga Kato? ¿Necesitas escuchar a Akishino antes de ir a guerra contra él y los Taira? —
    decía Takami —¿Vas a pedir un combate con honor como lo hizo tu padre? —Suspiró frustrado, miró a Takeda — No siempre las cosas se solucionan con audiencias y palabras. A veces tienes que recurrir a lo que hiciste hoy frente a mi Ciudad, pediste que el combate no parara para elminar un Taira ¿Por qué a él no le preguntaste sus razones? — dijo juzgando con fuerza las acciones de Takeda — Tus emociones pueden nublar tu camino, no confíes en alguien que no conoces, cree en las enseñanzas de tu padre.

    —Señor Azai; sus palabras han sido el agua fría que necesitaba para despertar; planeaba ir con mi guardia baja esperando un buen recibimiento de alguien que ni siquiera ha podido respetar a sus propios hijos, los recientes eventos que pasé confundieron mi visión, olvidando lo que debo de hacer como líder de mi nueva familia, porque son estas personas a mi lado las que han peleado junto a mi. No confiaré en las palabras de alguien que no estuvo a mi lado cuando más lo necesitaba, en cambio escucharé las palabras que resuenan constantemente en mi mente. —
    decía Takeda con firmeza en su voz, no titubeó en ningún momento, mientras enfrentó con la mirada a Takami, pues las palabras en su mente no eran las de Sogo, eran de alguien más — Mi maestro Hiro Sugita fue quien me enseñó la técnica que ahora uso con honor, Futatsunomichi. Para dominarla debí entender que no hay un solo camino a la cima de la montaña—

    "Porque siempre hay más de una opción Takeda; que nunca te digan que sólo existe una forma de hacer algo en vida"

    — Si no puedo convencerte al menos asegúrame que si en él vez al mismo demonio, tomarás su vida por el bien de Japón —
    dijo Takami al ver que no podía hacer demasiado—Y también te daré a dos de mis hombres; los cuales asegurarán que tus decisiones siempre vean en beneficio a Nagano.

    —No puedo negarme; lo agradeceré profundamente—
    Takeda no se podía permitir mentir, por ello no ocultó sus ideales ante las fuertes reprimendas del señor de Nagano.

    —Aprendes rápido a comportarte como el señor de Kanagawa —
    dijo Takami con un dejo de orgullo — Debes entender que mis acciones siempre son por el interés de los Minamoto, yo te considero el sucesor imperial por derecho y por ello no planeo desobedecer tus deseos; pero no por ello callaré mis inquietudes, como tampoco sé que lo hará Hideyoshi. En él tienes a alguien a quien debes escuchar aunque a veces sus palabras no coincidan con tus ideales, y algunas veces tendrás que ceder ante ellas. Sé que tanto él como yo y los demás señores de casas aliadas, tendrán que decir en esta guerra, y deben ser escuchados; mientras sigas mostrando una actitud abierta mantendrás a todos de tu lado. Yo no confío en Kato; pero puedo confiar en ustedes.

    —Me disculpo si alguna de mis palabras lo ha ofendido mi señor; mi honestidad hacia mis aliados siempre estará presente —
    culminó Takeda.

    No me odien :anicry: sé que es mucha política y moral




    Después de aquella audiencia, comieron en el palacio sin reparo alguno, los alimentos iban y venían, jamás habían visto tanta comida junta y aquello hacía reir de felicidad al señor Azai junto a Tetsuo. Tampoco faltó la bebida que pudieron degustar sin límite pero con suficiente moderación pues estaban en presencia de un señor feudal.
    Tetsuo se acercó hacia Hideyoshi y conversaron sobre la política mientras Togashi y Kenzaburo no podían dejar ir un plato sin probarlo. Mao comía con elegancia junto a Takeda que no parecía tener demasiado apetito.

    Después pudieron regresar a las calles de Nagano; ahora cada quien poseía un hitatare de buena calidad, gracias a la buena voluntad del señor Takami Azai; mejorando las viejas ropas y adecuando su vestimenta a la de un verdadero samurai. Si saben comerciar podrán vender su vieja vestimenta a algún comerciante.

    Takeda se veía disperso, aquello lo había drenado mentalmente, no esperaba tanta información del señor Takami; miró hacia el castillo.

    —El señor Azai nos permitirá pasar la noche en el castillo; por lo que tenemos un tiempo libre, creo que nuestras mentes y cuerpos han sido apaleados demasiado por el día de hoy; por lo que sugiero disfruten de un paseo en Nagano, estamos seguros en esta ciudad. Yo aun planeo visitar el templo, los veré por la noche — mencionó Takeda con formalidad.
    Los tuve de rehenes mucho tiempo en los temas políticos, merecen ser libres y no planeo obligarlos ahora a ir al templo ahora a hablar de religión budista xD
     
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    rapuma

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    Kenzaburô

    Con la panza llena el humor del Ronin aumentó considerablemente. No sonreía como un idiota pero se mostraba más receptivo al resto de presentes. Incluso despidió amablemente a las sirvientas mientras salían del castillo y caminaban por las calles de Nagano.

    —No recibiré ni dos monedas por esto. —levantó con su diestra la ropa antigua. —Pero al menos será una buena opción para conocer el mercado. También me interesa que el armero identifique este tanto. —tocó la empuñadura del mismo, el cual colgaba justo por encima de su katana. —Si es buena calidad lo dejaré conmigo.

    Miró a Hideyoshi y le colocó una mano en el hombro. —Tuvimos suficientes batallas y vendrán muchas otras. ¿Que te parece si dejamos el entrenamiento para otra vida y en vez de eso usamos el tiempo para una buena cacería? Sueño con atrapar un depredador enorme.

    Luego se giró hacia Takeda.

    —No te dejaré solo, Takeda. El santuario está en las afueras e iré contigo. Pero luego tendrás mucha marcha ya que me acompañaras al mercado, al armero y finalmente al dojo. ¿Vamos?
     
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    Amelie

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    Amelie

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    (Takeda; Kenzaburô; Mao; Togashi; Hideyoshi )

    Takeda reía ante la sugerencia de Kenzaburo —¿Todo eso en una noche? No nos dará tiempo de dormir, además dudo que los negocios y comercios permanezcan abiertos mucho tiempo —dijo mirando hacia el cielo anaranjado, el día estaba próximo a terminar —Seguramente cuando lleguemos al templo el sol se habrá ido por completo; este es su momento de ir a dónde prefieran e incluso hay lugares que seguramente permanecerán abiertos un tiempo por la noche, también si desean descansar podrán volver al castillo —Todos permanecieron en silencio y Takeda sonrió ante esto —Bien, si la duda no los deja decidir lo haré yo por ustedes, acompáñenme al templo, creo que hay algo que necesitan saber.





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    Salieron de Nagano a los exteriores, y emprendieron el camino de largas escaleras hacia el tiemplo, otra vez un camino extenuante, las piernas les comenzaban a doler, por todo el esfuerzo empleado en el día y por el frío que comenzaba a sentirse, la humedad del lugar estaba presente debido al río que conectaba en las montañas hacia la ciudad.

    —Yo también tengo mucha tristeza y rabia en mi interior — dijo Takeda sin mirar a ninguno en específico, sólo seguía subiendo las escaleras —Conozco perfectamente el sentimiento de venganza, sé perfectamente lo que siente el señor Azai y algunos de ustedes; yo también he estado allí, mirando a la obscuridad, y también he sido absorbido por ella —comenzaban a escuchar el sonido del agua fluir — Nadie puede simplemente sacar la obscuridad que llevamos en el interior; pero Chikusa me dijo una vez que no debía huir o ocultar esa fealdad que representa nuestro lado obscuro, me dijo que debía mirar a la obscuridad a la cara y con la frente en alto, para entender que también eso es parte de mi — las escaleras terminaron y un bosque de bambú los recibía.
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    —Me dijo que antes de odiar ese lado de mi, debería aceptarlo; pues al hacerlo sería capaz de ver la luz que también existe en mi interior— suspiró mientras comenzaba a caminar en los tablones, se giró para mirarlos y sonrió — La mente lo es todo, te conviertes en lo que crees; fue con esta frase que Chikusa me guió hacia el budismo. Pues el budismo te enseñanza a conocerse a si mismo y mejorar cada día —llegaron a la entrada del templo, el lugar parecía estar vacío, aquel sitio era sumamente frío, y las cigarras era el sonido que emparejaba con el del agua y el viento que sacudía el bambú —Si me dejo llevar por mis sentimientos en momentos de crisis puede que tome una decisión que termine llenándome de arrepentimiento — sus ojos se nublaron al ver las viejas cajas de incienso, sacó una varilla para ponerla en el viejo incensario, tomó un par de piedras y encendió la chispa para que el aroma comenzara a impregnar el lugar —No es que tema a que ejecuten sus venganzas; temo que lo hagan con sentimientos inadecuados, y que terminen arrepintiéndose — quitó su mala de su muñeca y trituró un incienso seco para embarrarlo en cada esfera de madera mientras una lágrima caía de su rostro —Ni tu peor enemigo puede dañarte tanto como tus propios sentimientos.

    Sacó algo que había guardado ya por varios días, la espada rota de Chikusa, la cual tuvo que destruír en Tsu; la colocó frente al incienso haciendo que las cenizas comenzaran a caer sobre de esta —Mi camino hacia la paz es largo; y no sé si alguna vez pueda llegar a obtenerla, como budista esa es mi meta, aprender a comprender lo que soy y como dejar ir las dudas de mi espíritu — se inclinó para colocar sus manos frente a aquella espada —Ahora mismo me siento completamente destruído, el dolor que he sentido me ha desfragmentado y me ha hecho cuestionar todo nuevamente; pero no voy a dejar de luchar hasta que todo sea como debe de ser, porque creo en lo que puedo llegar a ser, un buen líder—

    — Escuchen — dijo levantando su mirada enrojecida, aun dándoles la espalda y mirando a la espada rota — ¿Qué es lo que debes de hacer si el pájaro no canta —hizo una pregunta sin esperar respuesta —Unos dirán que debo matarlo, porque si no canta es inútil; otros dirán que es cuestión de tiempo, que el pájaro cantará cuando esté listo. Yo creo que ambas posturas no son las adecuadas para mi, no porque estén mal, sino que no se ajustan a lo que soy y quiero representar—se giró para mirarlos limpiando sus lágrimas y colocando su mala nuevamente en su muñeca —¿Qué es lo que haría yo para que el pájaro cante? —levantó la mirada enfrentando su propia obscuridad —Hacer que el pájaro quiera cantar—
     
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    John Whitelocke

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    Soga no Hideyoshi 曽我秀吉

    En el Santuario

    Tuva una conversación con Tetsuo antes de finalizar su estadía en el castillo, al cual volverían por la noche para descansar, cosa que precisaba. Mientras asentía a todo lo que decía el hijo del señor de Nagano, le respondió:

    —Joven Tetsuo, concuerdo plenamente con usted. Me alegra mucho que veamos las cosas de la misma forma. Esto dará comienzo a una fructífera amistad, no solo entre los Minamoto y los Azai, quienes ya tienen historia en común, sino entre los Soga y los Azai.

    Ya fuera del castillo, Kenzaburo se le acercó para ofrecerle ir de caza.

    "¿Cazar?¿qué podemos cazar por aquí?", pensó.

    —Pensé que estabas desesperado por entrenar un poco. Bueno, veremos mañana si tenemos tiempo, ya que tu seguramente te irás con Takeda al Santuario, yo recorreré la ciudad.

    En el camino hacia el templo ya se sintió completamente desgastado, no había tenido oportunidad de ir a la clínica, pero Takeda los había conducido hasta allí.

    —Y aquellas aves que no soporten el canto del pájaro, perderán sus alas—, dijo, atento al monólogo de Takeda—, y aquellos que se unan al canto volarán más alto.

    Meditó un poco ante el templo. Luego le pidió permiso a Takeda para visitar la clínica.

    Hacia la clínica
     
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    Kaisa Morinachi

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    Mao "Ryouma"

    El duelo contra los soldados Taira había terminado, junto a ello los Azai demostraron total hospitalidad, cosa que tomó por sorpresa a Mao. Atendieron sus heridas con delicadeza y habilidad, aparte de ofrecerles
    un baño y vestimentas de bastante calidad, aún así la chica no se relajó hasta volver a reencontrarse con su grupo.

    —Gracias —respondió con una leve sonrisa al comentario de Kenzaburo, pero su rostro amargo volvió ante las últimas palabras de este—. No he hecho nada que merezca tal trato —fue lo último que dijo antes que entraran a la sala de audiencias.

    Que Hideyoshi la presentará como Mao le hizo soltar un chasquido, pero se mantuvo en silencio, cuestionándose si en verdad servía de algo mantener los dos nombres. La sorpresa en el rostro de Mao se hizo presente ante la revelación de que Takeda era el legitimo señor de Kanagawa, aquello era una carga demasiado pesada, tornándose más compleja a medida que hablaban. Mao mantuvo su silencio hasta que salieron del palacio, el día estaba por volverse ocaso.

    Bajo la recomendación de Takeda, siguieron escalando en dirección al santuario. Fue agotador y el frío era molesto, pero la calma de los arrullos del río lo compensaban un poco, que luego fue acompañada por el viento através de los bambús.

    Las palabras de Takeda avanzaron con el viento, Mao no perdía atención de los movimientos del líder. A pesar de mantener el resentimiento hacia los Taira, no había nadie en específico en quién enfocar esa ira, por lo que nunca podría concretar alguna venganza. Seguía con Takeda agradecida por la ayuda que le brindó a Kenzaburo en Nara, también por el remordimiento de no haber logrado ayudar a Chikusa, pero sobre todas las cosas, el líder parecía formar un camino en el cual podría confiar.

    En cuanto Hideyoshi se fue, Mao se colocó a un lado de Kenzaburo, observando el paisaje exterior cada vez más oscuro, tendrían que tener cuidado al bajar.

    —Hey, Kenzo —llamó su atención, cruzándose se brazos— ¿Crees que alguien más haya escapado? Aparte de mí —prosiguió con discreción en un tono más bajo, desviando la vista al suelo, desganada—. A todos los que ví... habían fallecido, pero... alguno podría haber escapado, ¿no? —apretó con fuerza la tela que cubría sus brazos, soltando un sonoro suspiro. No había pensado en esa posibilidad hasta que aquel Taira con el que luchó preguntó quién era su maestro.
     
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    Amelie

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    La noche de había desplegado por completo en Nagano, dejando un sendero sin demasiada luz, el cual deberían bajar con cuidado si no querían bajar rodando.

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    (Takeda; Kenzaburô; Mao; Togashi; Hideyoshi )

    Takeda afirmó ante el comentario de Hideyoshi para después despedirlo ya que se dirigiría a la clínica, aunque no entendía muy bien por qué quería hacerlo, aun así no preguntó razones, Hideyoshi se movía de formas a veces tan misteriosas.

    Kenzaburo y Mao parecían tener un pequeño diálogo, así que Takeda se quedó a un lado de Togashi, se sentó con las piernas cruzadas frente al incienso, mirando la espada de quien consideró su hermano, ese era su último destino.

    Después de unos momentos de oración Takeda se levantó, esperando que Kenzaburo y Mao terminaran de hablar —Bien, podemos ir al dojo; debemos apresurarnos antes de que no encontremos a nadie por allí.



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    Clínica (Hideyoshi )[​IMG]

    Hideyoshi llegó justo cuando uno de los médicos salía de aquel sitio, sorprendido de ver a alguien caminando por allí lo miró preocupado para ver si corría peligro; pero Hideyoshi se veía completamente pulcro, con una piel aperlada por el sudor debido el recorrido que había hecho hacia el Santuario y de regreso.

    —¿Necesita algo señor? Justo estábamos cerrando la clínica, pero si es una emergencia nuestro médico puede atenderlo.



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    (Takeda; Kenzaburô; Mao; Togashi; )

    Descendieron por el sendero después de pasar un tiempo en el santuario; Takeda se veía revitalizado, nuevamente su sonrisa estaba presente.
    Avanzaron hacia el dojo el cual aun tenía las puertas abiertas de su barda exterior, el interior era un sitio rodeado por árboles de ciruela y bambú, creando un lugar tranquilo para entrenar. Al centro había un dojo pequeño frente a una gran hoguera rodeada de katanas incrustadas alrededor, algunas rotas como la que había dejado Takeda en el santuario en las montañas.
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    Takeda se detuvo e hizo una oración para después levantar su vista — las espadas incrustadas indican la muerte de guerreros —

    Un hombre salió del dojo sus ojos brillaban con la luz del fuego presente, su rostro mostraba deterioro pero no ppor ello se notaba débil. Su atuendo era una mezcla de dos culturas, la japonesa y la china.

    El hombre se detuvo a observarlos y llevó su mano a su frente —La mente ya juega con mis recuerdos, lo que veo son ilusiones, esto no es real—

    Takeda avanzó cerca del fuego, y mostró su sombra en el suelo —Somos reales— hizo incapié en la creencia que los yurei no poseían ni pies ni sombra.

    El hombre avanzó confundido, no sabía que sentir —¿Masuyo? — preguntó hacia Mao extendiendo la mano frente a ella pero sin tocarla, después colocó su mano en el pecho —Soy Hideki...— no podía decir más.

    Lentamente aquel rostro desaliñado comenzó a hacerse conocido para los recuerdos de Mao.
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  17.  
    John Whitelocke

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    Soga no Hideyoshi 曽我秀吉

    Clínica

    —No no, sólo estaba observando la ciudad. Sigo mi camino. Hasta luego.

    "Será mejor que regrese con Takeda", pensó

    Al Santuario
     
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  18.  
    rapuma

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    Kenzaburô

    Prefirió dejar los pensamientos y sentimientos encontrados de Takeda en soledad y mientras el líder meditaba en silencio con la espada de lo que fue su mejor amigo, Kenzo habló con Mao. Quiso abrazarla pero se contuvo. Aunque la niña era una mujer formada en actitud y voluntad aún era una chiquilla.

    —El pasado es bueno recordarlo como motivo de entender tu presente. Todo lo que viviste te formó de esta forma, te ayudó a moldearte en la mujer que eres hoy por hoy. No es bueno recordar las matanzas, las persecuciones... tu familia; los momentos agónicos. Cada uno de nosotros no representamos más que un suspiro en el viento, una hoja de otoño que cae luego de florecer toda la primavera. Así es con la vida. —ahora miraba hacia la espalda de Takeda. —Floreceremos para morir más tarde o temprano que otros. —escuchó sus propias palabras e hizo una mueca. Volvió a mirar a Mao. —Pero quizá alguna hoja aún se mantiene erguida. Tal vez alguien haya logrado escapar, ¿por qué no?

    Y afirmó como para darle sustentación a lo que había dicho. Bajó la mano y acarició los hombros de su niña mientras Takeda finalmente les guiaba hacia el Dojo.

    Cuando se encontraron las katanas rodeando la hoguera el instinto del Ronin se disparó, llevando una mano a la empuñadura de su espada. ¿Era un Dojo militar? ¿Cuál era la razón de esas katanas incrustadas?

    —Takeda... —susurró para alertarlo cuando el hombre hizo su aparición y nombró a Mao con aquél nombre de pila. ¿Quién era ese sujeto?
     
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    Bruno TDF

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    Togashi

    Muchas cosas ocurrieron desde la batalla en las montañas contra el Taira y sus perros. Togashi ahora vestía ropas decentes con las que se sentía más a gusto, pues con ellas podía sentirse un hombre digno y no alguien a quien pudieran confundir fácilmente con un mendigo; conservaba la cinta roja con la que ataba su pelo. También tenía el estómago lleno y se sentía a pleno de energías con las que enfrentar el resto de la semana. Pero lo más importante, sin duda alguna, fue la revelación de que Takeda era el legítimo señor de Kanagawa. Él no había intervenido, prefería guardar prudencia por tomar a decir alguna palabra equivocada en instancias tan formales como las audiencias con los señores feudales; consideraba que era una suerte grande poder contar con Hideyoshi para esos momentos.

    Se quedó junto a Takeda en Santuario y rezó con él a los dioses de aquel templo, a los que no conocía, pero buscaba de ellos una divinidad que lo escuchara. Asimismo, reflexionaba sobre el camino que se estaba forjando, en la titánica tarea que lo aguardaba: ayudar a Takeda a recuperar su ciudad y formar un ejército para caer sobre los Taira. Era un desafío colosal que les llevaría tiempo, y no podían estar muy seguros de que saliera bien. Pero Togashi pensó que no podía haberle tocado mejor camino para redimirse: no había podido salvar a la persona que más había querido en el mundo, pero al menos tendría la oportunidad de ayudar a la vida de más inocentes… Aunque eso implicara más muerte.

    Finalmente llegaron al Dojo, un lugar apacible con una fogata rodeada por espadas incrustadas en el suelo. Togashi entendía el significado de las katanas, pues él había hecho parecido hace años, cuando le tocó enterrar a la guerrera que estaba formando antes de que la desgracia cayera sobre ellos. Cerró los ojos, solemne, en señal de respeto hacia las personas que en un pasado habían portado aquellas armas.

    Al abrir los ojos, vio al hombre saliendo del Dojo. A juzgar por el comentario que hizo al verlos, Togashi supuso que se trataba de un hombre trastornado, alguien atormentado por el pasado al punto de que veía fantasmas. Takeda tuvo que acercarse al fuego para demostrarle que eran reales. Acto seguido, el sujeto se acercó a Mao, llamándola por un nombre que no era el suyo. Togashi tenía serias dudas. Se giró hacia el hombre y, tras saludarlo con una respetuosa reverencia, preguntó:

    ¿De dónde la conoces?
     
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  20.  
    Kaisa Morinachi

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    Escritora
    Mao "Ryouma"

    Su mirada divagaba en el paisaje cada vez más oscuro, escuchando las palabras de Kenzo. Sorbió su nariz y limpió con rapidez un par de lágrimas que brotaron, no consideraba que Kimura y Hiro alcanzarán a florecer, los Taira cortaron sus vidas demasiado pronto, eso la enfurecía y entristecía por igual. Y si alguien hubiera logrado escapar, ¿qué sería de aquella persona?, ¿estaría enfadada con su familia, o seguiría apreciando el refugio que alguna vez significó?

    —Mientras el tronco prevalezca sano, nuevas hojas podrán surgir —murmuró más para sí misma. Ahora mismo el árbol que alguna vez conformó su familia estaba desprovisto de hojas, pero no lograron arrancarlos de raíz a pesar de que lo intentaron. Mientras ella se mantuviera en pie, las vidas que partieron seguirían siendo recordadas, existiendo a través de las enseñanzas que dejaron.

    La caricia de Kenzaburo le provocó un pequeño sobresalto, agarrándola por sorpresa, pero el suave gestó logró tranquilizarla un poco, regalándole una leve sonrisa antes de que iniciaran el descenso hacia la ciudad.


    Llegaron entonces al Dojo, el cual al ser rodeado por árboles brindaba bastante privacidad, aunque al ser de noche más que tranquilidad le brindaba desconfianza, atenta a cualquier peligro agudizando sus sentidos. Se acercó junto a Takeda y Togahsi a la hoguera, fijándose en la cantidad de katanas.

    —Son bastantes —murmuró tras las palabras de su líder. A diferencia de los otros dos no hizo ninguna oración, pero mantuvo el silencio en señal de cierto respeto.

    Pocos segundos después un hombre hizo presencia en el lugar, saliendo del dojo para acercarse a ellos. Mao lo observó con su desconfianza común mientras este expresaba su incredulidad, no le fue difícil a la chica reconocer la mezcla de culturas en su vestimenta, aparte de aquello nada más llamó su atención. Entonces, aquel tipo pronunció el nombre que hace meses no escuchaba, provocando que tomara posición de batalla con bastante rapidez, sin llegar a pensar en sus acciones. Su corazón latía desenfrenado, asustada de lo que pudiera significar que alguien la conociera, pero el hombre alejó la mano que acercó a ella, sin atreverse a tocarla. Recordó entonces que no era posible que un Taira pudiera hospedarse en Nagano, destensando su mano que se aferraba a la empuñadura, la duda creciente fue cortada con tan solo un nombre...

    Hideki. Con un grito ahogado retrocedió un paso, cubriéndose la boca con ambas manos. Incrédula, su rostro desconcertado detalló el contrario, tenía unos ojos negros y rasgados, como Hiro, acompañado de un cabello castaño que en la oscuridad parecía rozar el negro, como Kimura. Años habían pasado desde la última vez que lo vio, pero no podría ser otro más que él.

    —¿Dónde estuviste? —fue la primera duda que logró articular, mientras sentía sus ojos empeñarse y un nudo formarse en su garganta. Sus manos se empuñaron frente a su pecho, sosteniendo la mirada de Hideki, ¿estaría enfadado con ella?, por escapar aquel día— ¿Lo sabes? —preguntó con voz temblorosa tras sorber con la nariz, su rostro estaba enrojecido—. Yo... no pude hacer nada —observó sus manos, para después intentar limpiar las lágrimas que no dejaban de escurrir— Tan... tan solo huí, escapé. No hice nada por ayudarlos —agregó entre gimoteos—. En verdad, en verdad lo siento.
     
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