Nagano Nagano

Casa de armamento
[Togashi; Masamune]

Masamune siguió trabajando mientras Yito se quedaba escuchando a Togashi con atención; recibiendo los otros dos sables de tanto con una reverencia por su gran integridad de trabajo, no sólo era un gran herrero, también era uno honrado.

—Los Arau... —su voz cambió por completo —... fueron perseguidos por no servir al Imperio en la construcción de armas, sólo sé eso por desgracia. Varias familias de herreros fueron perseguidos por lo mismo. Fue una de las razones por las que... —miró a Masamune quién trabajaba a lo lejos —... Masamune se mantuvo oculto tantos años. Es el Imperio el que toma a los herreros que han perdido a los clanes que los respaldaban, y los obligan a servirlos; a pesar de que muchos se dedicaban a forjas distintas a la armamentista —Yito comenzó a reorganizar los metales para empezar a fundirlos y crear bloques —El líder del clan Mori es de los mayores responsables de la eliminación de grandes casas de herrería. Los Arau perdieron en Shimane; los Shibata recientemente en Fukui; los Sugawara en Fujimi; los Okudera en Tottori; los únicos de las grandes familias de herreros que se pudieron salvar fueron los Ise, quienes fueron ayudados por Toru Aoyama en Chiryu.

En ese proceso, Togashi seguía trabajando; y mientras él lo hacía, Yito también arreglaba los detalles de pulido de la naginata —Mi familia no era de herreros, y mis hijas no han querido tomar la enseñanza de la forja; pero por fortuna hay muchos muchachos dispuestos a aprender —dijo señalando a todos los hombres y jóvenes que estaban ayudando en el taller — Hoy son muy afortunados de poder apreciar tanto el trabajo de Masamune, como el tuyo.

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Tienes un post más. puedes seguir haciendo trabajos de herrería o ya prepararse para ir al castillo

1-10- desperdicias el material
11-20- creas un sable de baja calidad
21-30 creas un sable de calidad común
31-50 creas un sable de alta calidad

 

Togashi
Casa de armamento

Yito mencionó que sólo conocía la historia sobre la persecución de los Arau por negarse a servir al Imperio, pero también compartió el nombre de otros clanes que habían pasado por el mismo destino: Shibata, Sugawara, Okudera y los Ise, los únicos que lograron salvarse gracias a la ayuda de alguien con el nombre Toru Aoyama, en Chiryu.

Había un común denominador entre estos clanes que daba a su persecución un tinte tenebroso, pues todos fueron atacado por un mismo clan: Mori. Togashi desconocía por completo la historia de los Mori y quién era el líder, pero se juró jamás olvidar ese apellido. Su martillo, por un momento, se estrelló con más fuerza de lo habitual.

Incluso Masamune se vio alcanzado por estos hechos, teniendo que esconderse para salvar su vida. Su desaparición fue una incógnita que siempre rondó por la mente de Togashi desde que supo la verdad sobre Asahi, su katana; era una pregunta que deseaba hacerle en algún momento, pero Yito le dio una respuesta sin saberlo. Togashi también miró a Masamune, cómo trabajaba a lo lejos, mientras se preguntaba cuánto había tenido que sufrir en el anonimato. Cuántas adversidades pasó al ser raptado por Shino Taira, de quien todavía no sabía si era la verdadera o la falsa.

Togashi agradeció con un asentimiento de cabeza cuando Yito mencionó que los jóvenes eran afortunados de poder ver su trabajo y el de Masamune. Cuando terminó de forjar los sables, pidió permiso para usar materiales de la herrería y sentarse a fabricar los ensambles de sus katanas y de los tantos: las sayas, las empuñaduras y demás.

—Aunque agradezco que valores lo que hago, todavía sigo siendo un aprendiz —mencionó, mientras preparaba las empuñaduras para sus armas de calidad perfecta. Observó los sables que reposaban a un lado suyo, los que fueron fabricados con sus propios bloques de acero—. Si bien estoy orgulloso de la promesa que traen estos sables que forjé, me hallo lejos de sacarles su máximo potencial. Sé que a sus filos aún no puedo darles el mismo poder que a Asahi —dijo, mirando hacia su katana—, a menos que un relámpago de inspiración azote mi cuerpo y me haga poner toda el alma en una creación sublime —sonrió—. Una sola vez me ocurrió eso, y creé la nodachi Haiku que porta Kojiro, mi hermano. Esa espada nos enorgullece a ambos y, a la vez, me muestra lo lejos que puedo llegar si rompo mis límites. Por eso trabajo incansablemente, porque es mi deseo conocer todos los horizontes de la herrería. Y con ella, ayudar a defenderse a quien lo necesite.

Togashi continuó trabajando con los ensambles de sus armas y no tardó mucho en ponerse a afilar los sables. Quería darles un toque más personalizado.

—Tengo otra pregunta, y espero que no te moleste —dijo mientras miraba a Yito con solemnidad, como pidiendo permiso—. El maestro Yukimura me mencionó con bastante desprecio a otro herrero: Kyuzo. Según dijo, trabajó para los Taira y actualmente se encuentra desaparecido. ¿Eso puede implicar que también fue perseguido? ¿O su ausencia tiene otro tipo de significado?

Contenido oculto: Acciones herrería

-Convierto los dos sables de katanas de alta calidad en:

• Katana personalizada +7
• Katana personalizada +4

-Convierto los dos sables de tanto de alta calidad en:

• Tanto personalizado +1 (pf)
• Tanto personalizado +2 (pfpf)

 

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[Togashi; Masamune]

Yito estaba impresionado con el talento de Togashi; pues no cualquier herrero forjaba sables sublimes —La creación de sables sublimes es la razón por la que se reconocen a Masamune, Yamamoto y Kyuzo —aclaró Yito para después señalar a Togashi —El arma que ahora porta su hermano Kojiro se ha vuelto una leyenda entre los herreros; la primer arma... —miró a Togashi con duda — ¿Sus armas se firman con su nombre o su apellido? —negó al sentir que aquello era algo impertinente por preguntar; después se dirigió a Togashi nuevamente — Nadie sabe realmente que fue de Kyuzo; ni siquiera Masamune o Yamamoto; pero se cree que sigue vive, sus armas siguen apareciendo esporádicamente por Japón.

Yito se acomodó mientras veía a Togashi trabajar; guardando las armas terminadas —Kyuzo siempre fue un herrero muy distinto al todos nosotros; comenzó a ser conocido porque regalaba su trabajo a aquellos a los que consideraba dignos de portar su acero. Usted que entiende el tiempo y esfuerzo que uno debe tomar creando armas tan delicadas, entenderá que el simple hecho de regalarlas parece un insulto a nuestra vocación. Pero a Kyuzo no le importaba; y por ello trabajó con los Taira; al parecer era gran amigo de Sakurai y siempre buscó complacerlo; pero no por ello le regalaba sus armas a todos los hombres de Sakurai, él los elegía, y con ello definía su valor como guerreros.

Yito miró a Masamune —Sogo Minamoto fue un elegido de Kyuzo —sonrió mirando como Masamune se enfocaba en los detalles del trenzado del mango de uno de los tantos — Pero Sogo lo rechazó, él siempre prefirió la forja de Masamune.

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Bruno TDF Abriste tema álgido! Así que continuaré aquí en la herrería por si quieres indagar más.

 

Togashi
Casa de armamento

La conversación con Yito se tornaba cada vez más interesante. El herrero le comentó que Yamamoto, Masamune y Kyuzo eran reconocidos por crear sables sublimes, lo que nuevamente lo ponía a él como uno de los cuatro puntos cardinales de la herrería, tal como como le dijo Yamamoto en su momento. Pero además, reveló que muchos herreros ya sabían de la existencia de Haiku, al punto de que se había convertido en una leyenda; se sintió bastante sorprendido de que las noticias corrieran con tantas rapidez y, al mismo tiempo, lo abrumó un poco que consideraran a su arma "legendaria". Togashi no era consciente de la popularidad que estaba ganando en su campo, pues se concentraba solamente en el trabajo y en mejorar.

Entonces, Yito le hizo una pregunta que llamó un poco su atención, pues pareció dubitativo por unos momentos.

—Firmo con mi nombre: Togashi —respondió algo intrigado—. Está presente en cada sable que creo.

Luego escuchó atentamente sobre Kyuzo. El cómo regalaba sus armas a los que consideraba dignos de portar su acero, algo que asimismo le daba valor a los guerreros que los recibían e indicaba el perfecto trabajo que Kyuzo pareció hacer en su momento; Togashi asintió cuando Yito mencionó que aquello se podía tomar como un insulto a la vocación de los herreros, pues estaba algo de acuerdo con esa idea, aunque no del todo. Mencionó que era un gran amigo de Sakurai; hasta hace poco Togashi no sabía quién era ese hombre, pero recientemente recordó que se trataba del anterior líder del clan Taira: Sakurai Taira, quien también murió el día de la masacre de los Minamoto, según la historia de Takeda. A veces la memoria le fallaba, pero ya no. Por último, supo que Sogo Minamoto rechazó a Kyuzo, prefiriendo el acero de Masamune por sobre el suyo.

Le habían disipado un poco del misterio que rodeaba a Kyuzo. Togashi se mostraba muy interesado en su historia y eso se dejó ver cuando se llevó una mano al mentón, en actitud pensativa, mientras sopesaba lo que Yito acaba de contarle.

—Pues considerando lo que me cuentas, tengo una teoría —dijo entonces—: Si Kyuzo era un buen amigo de Sakurai, puede que la muerte de éste haya causado que ahora permanezca oculto. Esto me lleva a pensar que hoy no presta servicio a ningún clan —afirmó pensativo, mirando al aire—. El maestro Yukimura decía que Kyuzo fue muy listo al esconderse cuando vio que la guerra comenzaba a ceñirse sobre Japón, también añadió que tal vez le avergüenza ver que su forja fue manchada con la corrupción de los Taira —se sonrió recordando aquel día—. Como verás, no lo tiene en buena estima, y lo comprendo. Pero seguramente a Kyuzo no le interesa lo que piensen sobre él. Por la forma en que se manejaba con sus aceros, parecía ser un tipo muy orgulloso y seguro de sí mismo. El rechazo de Sogo Minamoto habrá sido un golpe muy duro a su orgullo de herrero. Y la muerte de Sakurai terminó por rematarlo...

Hizo una pausa para buscar un poco de agua fría con la cual refrescarse.

—Discúlpame si me extiendo hablando —dijo mientras extendía una taza con agua helada a Yito y se sentaba con la suya. No muy lejos dejó una tercera taza para Masamune, esperaba que la notase—. Confieso que desde que Yukimura me habló de él, siento un pequeño interés de conocer a Kyuzo. No es para aprender de él, porque mis maestros son Yukimura y Yamamoto; nos los cambiaría por nada en el mundo —afirmó—. Mi deseo es entender qué filosofía hay detrás de su trabajo. Bajo qué ideas sostuvo el martillo, ante cuáles metas se dejó abrazar por el calor de la fragua. Sobre todo, quiero comprenderlo como hombre…

Fue entonces que Togashi se giró hacia Yito para mirarlo.

—Cuando lo encuentre, le diré que mi acero superará al suyo.
​

 

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[Togashi; Masamune]

Yito sonrió ante la declaración de Togashi — Estaré honrado de poder decir que conocí a Togashi; el herrero que superó a Kyuzo —mencionó Yito guardando la naginata que tenía lista, a espera de los tantos que Masamune seguía trabajando con extrema delicadeza —En cuanto a lo que fue de Kyuzo; tal vez usted sea de los pocos herreros que puedan entender su alma, así que no dudo que esté en lo correcto con sus ideas sobre su ahora anonimato.

Yito volvió a revisar la naginata—Me iré adelantado señor Togashi —mencionó Yito cargando el arma consigo—aun debo montar el arma en la sala de audiencias; los esperaré allí, ya con los tantos.

Yito se adelantó con algo de prisa; por lo que todas las preguntas que podrían caer en Yito, deberán caer ahora en Masamune.

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Bruno TDF

 

Togashi
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Togashi se despidió de Yito con un silencioso movimiento de cabeza, mientras lo veía partir hacia las calles de Nagano cargando la naginata consigo. Sus ojos entrenados supieron apreciar con rapidez el buen trabajo que los herreros habían hecho al forjar el arma, por lo que tenía la certeza de que causaría una buena impresión en el señor de Saitama y sus allegados. De la misma manera, esperaba que sus Tanto generaran una buena reacción en los visitantes, así que se acercó con lentitud hacia Masamune con el fin de inspeccionar de cerca el trabajo que estaba realizando sobre su forja. No se acercaba a inspeccionar por vanidad o por desconfianza en sus métodos, sino que lo movía la curiosidad por ver, de cerca, la forma en que trabajaba Masamune, aquel al que Yamamoto consideraba su rival.

Dejó junto a Masamune la taza de agua fría que le había servido; lo hizo lentamente, para no distraerlo, pues notaba que era meticuloso. No deseaba desconcentrarlo, pero le habían quedado preguntas por hacer y no se pudo contener en hablar hacia Masamune.

—Con Yito estuvimos hablando de Kyuzo —mencionó con suavidad, sin dejar de observar el trabajo sobre los Tanto—. Dijo algo que me dejó un poco intrigado: supone que aún sigue con vida porque hay armas suyas que aparecen esporádicamente por Japón… —se sentó cerca de Masamune, manteniendo su actitud siempre solemne— ¿Sabes qué armas son y quién las entregó? Si aun vive y su deseo es hacerlo en el anonimato, creo que debe contar con algún intermediario —dijo. Si había herreros que conocían la existencia de Haiku, a lo mejor Masamune habría escuchado algún rumor sobre esas armas aparecidas— Tú… ¿Llegaste a conocer a Kyuzo?

Hubo un instante de silencio, donde la melodía del metal trabajado era lo único que flotaba en el aire.

—¿Qué es, para tí, lo más importante que debe tener un herrero?

Fue una pregunta que le surgió de pronto, producto de una reflexión: Yamamoto era su guía en el camino de la herrería; había erigido a Kyuzo como un rival; pero se dio cuenta que sabía poco de Masamune, que no sabía cómo pensaba. Su nombre también formaba parte del camino de Togashi, pues conformaba la historia que rodeaba a su katana; aunque el sello en su sable era falso, el entusiasmo del herrero de Gifu le había mostrado la importancia que tenía Masamune en el país, Togashi jamás iba a olvidar la emoción en el rostro de aquel hombre.

Togashi deseaba convertirse en el mejor herrero de Japón. Para hacerlo, necesitaba conocer la sabiduría de Kyuzo, Yamamoto y Masamune.

 

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[Togashi; Masamune]

El resonar del nombre de aquel herrero hizo que Masamune detuviera su trenzado y mirara hacia Togashi mientras él seguía hablando; a pesar de detener sus movimientos, sus dedos quedaron entrelazados entre hilos, sujetando la forma del trenzado con fuerza.

—Conocí a Kyuzo — Masamune afirmó suavemente; su voz tenue, su mirada atenta en la de Togashi. Togashi pudo notarlo en su mirada, Masamune no era más grande que él, su rostro no mostraba muchas líneas de expresión, su piel no tenía grandes poros abiertos como con Yamamoto; su cabello aun negro azabache sin un solo hilo blanco. Pero Masamune tenía un alma vieja, se comportaba con mucha más formalidad que cualquier joven, mostraba sabiduría a corta edad, aunque también contaba con grandes defectos que él mismo podía citar — Trabajamos juntos algunos años bajo el tutelaje de un viejo herrero. Fuimos sus alumnos; Kyuzo, Yamamoto y yo — Yamamoto ya era un hombre entrado en años; e incluso Yukimura también se veía más grande que Masamune; pero este parecía que vivió la misma generación que estos; y ahora, parecía que Masamune había compartido fragua con los grandes posiblemente a una edad dónde aun no le brotaban los primeros pelos de su barba, la cual lo ayudaba a aparentar más años —Todos nos volvimos sus alumnos por accidente; yo fui el primero en llegar a una pequeña aldea en la prefectura de Hyogo. Lo conocí porque perdí a mi familia en Kobe, cuidó de mi junto a su propio hijo—Masamune estaba viajando a su pasado sin soltar la tensión de los hilos; le sonrió a Togashi, quién lo escuchaba con la paciencia y el respeto que lo caracterizaban —Perdón; pero para responderte, debes conocer a quién me forjó. A quién nos forjó a los tres —Masamune sabía que no debía disculparse ante Togashi; si en algo coincidían era en su gran respeto por su oficio y las palabras de cualquier herrero.

—El siguiente en llegar fue Kyuzo —afirmó Masamune; volviendo a mirar su trenzado para continuarlo; cada nudo parecía hacerlo con tal fuerza que el hilo sonaba ante la tensión entre sus dedos — El desdichado intentó robarle todo a mi maestro; bloques, arroz, incluso ropa; se encontraba en pésimo estado. Yo intenté detenerlo pero mi maestro me detuvo, en ese entonces yo apenas era un niño. Recuerdo bien que mi maestro miró a Kyuzo quien había sacado una vieja katana, y él la rompió con una simple hoz. Al parecer esto afectó en el ego de Kyuzo. En su momento creí que había sido por la pésima katana que portaba, más adelante sabría que Kyuzo acababa de perder una pierna en una guerra, y que él antes de ser herrero, era un guerrero; algo que ya no podría ser.

Masamune terminó el trenzado; observó el tanto satisfecho —Por último llegó Yamamoto; ruidoso como siempre. Buscaba a mi maestro y lo desafió a una prueba de resistencia de armas. Mi maestro no aceptó; por lo que Yamamoto decidió quedarse en la aldea hasta que mi maestro aceptara —sonrió — Nunca aceptó.

Masamune miró a Togashi —Yamamoto se quedaría con nosotros, entendió que si quería conocer la forja de mi maestro no sería con un desafío; sería conociéndolo, aprendiendo de él. —Le entregó los tantos completamente terminados. Su detalle era soberbio, muy fino; a diferencia de Yamamoto, quién no solía dedicarle gran cuidado a los detalles finales de la forja — Las katanas que ha portado el joven Minamoto son forja de Kyuzo —dijo con una sonrisa distinta, una que ocultaba el dolor que aquello le causaba — Las dos katanas que ha portado fueron katanas forjadas por Kyuzo para Hiro Sugita, su maestro —miró a Togashi mientras apretaba sus dientes; lo que iba a decir le dolía —Tengo un ojo para los detalles; sé cuidar de ellos así como apreciarlos. Y conozco sables sublimes cuando los veo, y Kyuzo... —tomó aire y lo dejó escapar — Fue el único que pudo dominar la habilidad de nuestro maestro; la habilidad de sólo forjar armas sublimes.

Masamune apretó con fuerza sus puños y los miró —Me preguntas que es lo más importante que debe tener un herrero —levantó la vista a Togashi —Un alma templada —relajó sus puños — Y es lo que yo también aspiro a obtener.

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Bruno TDF

 

Togashi
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La revelación de Masamune lo tomó algo desprevenido. Si bien no se había detenido a reflexionar en profundidad sobre el pasado de los grandes herreros de Japón, tenía asumido que tanto Masamune como Yamamoto y Kyuzo habían desarrollado sus habilidades por separado, en contextos diferenciados y lejanos entre sí. No esperaba conocerel detalle de que los tres aprendieron a forjar bajo las enseñanzas de un mismo herrero, que habían sido compañeros en sus primeros pasos en el camino de la herrería. Cada uno llegó a su maestro en Hyogo de forma accidental y de maneras distintas que, de alguna manera, reflejaban su personalidad; así supo que Masamune había perdido a su familia en Kobe y que Kyuzo anteriormente fue un guerrero. Y que Yamamoto no había cambiado respecto a lo de ser competitivo con los demás; también sonrió cuando supo que el herrero de Hyogo nunca aceptó su desafío.

Mientras hablaba, Masamune le entregó los tantos y Togashi los examinó con detenimiento, reparando en que era mucho más detallista que Yamamoto. Se trataba de un trabajo exquisito que le hizo sentir un poco de envidia. Era como si el herrero hubiera captado la esencia que residía en los sables que había forjado con sus manos, y hubiera realizado un trabajo acorde.

Desvió la mirada hacia Masamune cuando mencionó las katanas que portaba Takeda. Percibió que el ambiente cambió un poco cuando tocó aquel tema, como si se hubiera vuelto un poco más pesado. Masamune logró ocultar bien el dolor tras sus palabras; pero Togashi pudo sentir aquel cambio, no reparando en el dolor, pero sí entendiendo que aquel era un tema trascendental: la habilidad de Kyuzo para crear, siempre, sables sublimes.

Por más que hiciera grandes esfuerzos, a Togashi le costó asumir la idea de que existía un hombre con una habilidad semejante. Él había trabajado lo suficiente para comprender el enorme esfuerzo y precisión que requería crear un sable sublime; aunque había sido él el creador de la nodachi Haiku, desde entonces supo que hacer un trabajo igual era extraordinariamente difícil.

Supo que entre Kyuzo y él... había una diferencia sumamente abrumadora.

"Me preguntas que es lo más importante que debe tener un herrero. Un alma templada. Y es lo que yo también aspiro a obtener."

​

Togashi miró a Masamune, con los tantos aún en sus manos. Comprendía lo que quería decir: un alma fortalecida y resistente, casi irrompible. Mas el temple es un proceso que debe ser tratado con cuidado para lograr el correcto endurecimiento de las aleaciones del hierro y el acero; había que ser preciso hallando la temperatura correcta y meticuloso con el enfriamiento posterior. Lo mismo podía pensarse para el alma, aleación sometida al fuego de la vida. Cada alma requiere su propio proceso de temple, pues no todas son iguales, por lo que entendía que llegar al alma templada era un proceso que requería tiempo y paciencia. Togashi reflexionaba sobre esto mientras continuaba examinando los tantos. Finalmente, asintió.

—Tu respuesta la tomaré como una enseñanza que me guiará en mi camino —afirmó—. Mientras que Yamamoto guió mi cuerpo para ser un buen herrero, tú me has entregado algo que ayudará a encaminar mi mente —miró a Masamune con su expresión calmada de siempre— Cuando mencionaste que Kyuzo puede forjar sólo armas sublimes, confieso que me sentí abrumado ante la idea de que alguien así exista; yo, que me propuse superarlo en la forja, me vi por un momento ante un abismo difícil de franquear —se permitió un breve silencio para acomodar sus reflexiones—. Ahora sé que puedo lograrlo. Para superarlo y seguir mejorando, debo hallar el proceso adecuado que mi alma necesita para lograr un buen temple que la haga irrompible.

Se incorporó. Sentía que era momento de continuar con los preparativos en el castillo, quizá Terunobu tuviese otra petición para él. Pero a Togashi le quedaba una última pregunta por hacer:

—¿Quién fue su maestro?

 

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[Togashi; Masamune]

Masamune observaba atento a Togashi, escuchando su resolución —Cuando llegue el momento en que superes a Kyuzo; seré yo quien se acerque a ti por consejos —sonrió — Por mucho tiempo pensé que sería yo quién superaría a mi maestro, a Yamamoto y Kyuzo; pero soy consciente que algo me falta, me he estancado por años ocultándome en Iwakura, me dejé morir como herrero al perder a los Minamoto; dejé que mi orgullo y ego me superaran — sus ojos se clavaron en Togashi — Y permití que tú, Togashi; tomarás ventaja —volvió a sonreír —debo volver a mi disciplina y con ello, tendrás competencia.

Masamune desvió su mirada, dejando escapar una risa —Mi maestro; le he dicho así todo este tiempo para ocultar su nombre —negó, para después apretar sus labios. Togashi notó como sus ojos comenzaron a vidriarse ligeramente — Siempre nos pidió que jamás reveláramos su nombre; pues no quería fama, no quería que nadie perturbara su paz. Él disfrutaba de su anonimato —volvió la vista a Togashi —Pero uno de sus alumnos falló a esa promesa; y sé perfectamente que no fue Yamamoto, él hombre será ruidoso; pero sabe la importancia del honor del silencio.

Masamune suspiró con pesar —Estoy seguro que Kyuzo dio su nombre; y espero que la muerte de nuestro maestro le pese todos los días. Y espero que ese sea el motivo de volverse un ermitaño errante —Masamune miró sus manos, envueltas en viejas cicatrices, sus manos limpias; a comparación de las manos llenas de carbón que solía tener Yamamoto. Las manos de Masamune se veían lisas con un tinte amarillo resaltando las callosidades en la palma de sus manos; uñas bien recortadas, pulcras. Masamune las miraba, y Togashi lo entendía, sus manos eran sus armas, su orgullo; y esas manos fueron una herencia de su maestro, quién las entrenó para que llegarán a ser tan fuertes como el mismo mazo —Mi maestro podrá haber caído en Tottori; pero yo mantendré mi promesa aunque ya no exista la persona con la que la formé. No te diré su nombre, no faltaré a mi promesa con mi maestro —volvió la vista a Togashi —Si algún día encuentras esa respuesta; te pido que mantengas su nombre oculto. Te pido que mantengamos su único deseo vivo en el silencio. Aunque ya sea en vano, aunque su nombre resuene constantemente...

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Bruno TDF

 

Togashi
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Era una conversación en la que primaba el respeto mutuo y hasta cierta admiración entre los interlocutores. No obstante, a él seguía provocándole una sensación extraña la forma en que Masamune lo ponía por encima de sus habilidades, el herrero prácticamente estaba admitiendo que Togashi lo había superado en las dotes de la forja, cuando él mismo consideraba al propio Masamune un trabajador de alto calibre. Togashi sentía que todavía tenía un largo camino por recorrer, de ahí su incesante afán por seguir mejorando; de modo tal que la fama o los halagos de otras personas eran cosas con las que todavía le costaba lidiar. Pese a lo cual respondió a las palabras de Masamune con un cordial asentimiento de cabeza.

Luego Masamune respondió sobre su maestro, comentándole que velaba sobre él la promesa de jamás revelar su nombre a nadie, pues nunca había deseado la fama. Actualmente esa persona ya no vivía, pues alguien quebrantó su voluntad de anonimato y, muy seguramente, el clan Mori acabó con su vida. Togashi afirmó cuando Masamune le pidió que jamás revelara su nombre si llegaba a saberlo.

—Si era el deseo de tu maestro, lo menos que puedo hacer es cesar en preguntar su nombre —dijo—, prometo que su voluntad seguirá viviendo mientras yo siga respirando —sentenció, esperando que de esa manera Masamune no se preocupara sobre el asunto. Finalmente, Togashi se incorporó y miró a Masamune a sus ojos, a sus manos—. Lo hecho, hecho está; y lo que no se hizo, todavía se puede hacer —dijo—. Mientras puedas empuñar el martillo, siempre estarás a tiempo de recuperar el camino que sientas que no recorriste. Seguiremos puliéndonos —afirmó.

Contenido oculto: Movimiento

Creo que ya no tengo más por indagar. Por lo que creo que ya puedo ir al castillo a entregar los Tanto para el suegro de Tetsuo

 

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[Togashi; Masamune]

Masamune sonrió levemente; era un hombre orgulloso de su trabajo, pero no completamente satisfecho; Togashi podía verlo. Ambos aun avanzaban en el camino del herrero, y algo en la mirada de Masamune cambió; cómo si algunas estaciones se cayeran de su cuerpo, recuperando algo de su juventud.

—Templanza — dijo sin explicar el por qué; después le extendió los tantos a Togashi — Alcanza a Yito en el palacio; entrega estos tantos a los Fujita. Que conozcan el trabajo de dos herreros que pelean por llegar a la cima de su arte

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Castillo
[Togashi; Masamune]

Al llegar al castillo; era Terunobu quién ya lo esperaba; se le notaba mucho más tranquilo, lo recibió agradecido pues ya había obtenido palabras de Yito sobre sus acciones.

Llegaron a el dojo, no a un salón de audiencias; y allí se encontraba Tetsuo; ataviado con sus mejores ropas. Y frente a él se encontraba un viejo samurai, no vestía elegante; se notaba el recorrido de un viaje largo en el polvo sobre sus ropas.

Contenido oculto: Yoshitame

El hombre miró a Togashi y Terunobu al instante; el dojo no estaba cerrado así que se deslizaron fácilmente al interior para poder observar la naginata montada en una base de madera, y a su lado estaba Yito.

Tetsuo también observó a los recién llegados, y su mirada al principio fue nerviosa, al ver que eran sus amigos se relajó.

—Perdón por llegar tarde...

Una voz femenina se escuchó detrás de Togashi y Terunobu; este último le indicó a Togashi que la dejara pasar.

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La mujer era hermosa; su rostro cuidado y su cabello tan largo que le llegaba abajo de la cadera; pero portaba un simple kimono algo sucio de las puntas, ningún kosode formal en comparación con Tetsuo quien de los presentes, parecía el que menos encajaba en aquella escena.

—Miyuki — mencionó el viejo samurai para después mirar a Tetsuo —Ella es mi hija, mi orgullo —mencionó para avanzar después hacia Togashi y Terunobu. Su vista parecía severa con un ceño fruncido que no encajaba con la amable sonrisa que desplegaba hacia los presentes —Y usted es Togashi; Yito me ha informado que traería algo para nosotros — mencionó emocionado.

—Togashi —la voz de Tetsuo era baja, nerviosa — Estás en presencia del señor...

—Yoshitame —interrumpió el viejo samurai

—Señor de Saitama— culminó Tetsuo.

El señor de Saitama miró a Tetsuo — El señor de Nagano necesita relajarse un poco — extendió sus brazos —estamos en un dojo, estamos aquí de manera informal; no hemos querido llegar y reposar para alistarnos; no queremos pláticas largas sobre lo que todos ya sabemos.

—Yo...— El nerviosismo de Tetsuo era ya un emblema de su caracter, no era gran orador; así que sonrió ligeramente ante las palabras de Yoshitame, relajando casi al instante los hombros; pero apretó la mandíbula al mirar a Miyuki.

—Tú serás mi esposo —dijo tajante Miyuki, aunque con un tono de voz delicado —Mi padre lo ha dicho, eso ya lo sabemos todos. Pero lo que yo necesitaba ver primero era... —clavó su vista en la naginata y sonrió, avanzando a ella para tomarla entre sus delicadas manos.

Terunobu sonrió y miró a Tetsuo, su señor; este a su vez lo miró a él y a Togashi, sonreía incrédulo.

A su futura mujer le interesaba más conocer su nueva naginata antes que a su futuro esposo.

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Bruno TDF

 

Togashi
Casa de armamento --> Castillo

Asintió ante las palabras de Masamune y partió hacia el castillo, en cuyas puertas lo recibió Terunobu. Togashi lo notó bastante más relajado que en las primeras horas de la mañana, por lo que asumió que Yito había llegado sin problemas con la naginata y le había informado sobre los tantos. Se dejó guiar por los pasillos del castillo; pero, contrario a lo que esperaba, el lugar al que arribaron fue el dojo, no la sala de audiencias. Togashi pudo notar a Tetsuo ataviado con su mejores ropas, en compañía de un hombre que se veía grande y fuerte pese a los años que delataban las arrugas de su rostro; este samurái tenía su vestimenta impregnada de polvo, como si acabara de llegar de un largo viaje. Y podría haberse dedicado a observarlo un momento más, pero se vio interrumpido por la voz de una mujer. Al dejarla pasar, Togashi fue testigo de la belleza de aquella joven y se impresionó de lo largo que era su cabello. Al igual que el viejo samurái, sus ropajes presentaban algo de suciedad.

Se trataban del señor de Saitama, Yoshitame, y la prometida de Tetsuo, Miyuki. Togashi saludó a ambos con una reverencia acorde a la posición que ostentaban, tras lo cual volvió a relajar su postura; pues le aliviaba bastante que no se mostraran tan formales, y al mismo tiempo lo lamentaba por Tetsuo, quien se había preparado lo mejor que pudo para recibirlos y ahora parecía ser el que menos encajaba en el lugar.

No supo muy bien qué pensar sobre el trato que ambos mostraban hacia su amigo, en particular sobre Miyuki y sus ansias de tener la naginata entre sus manos, pasando por alto a su prometido. Pero al ver que Terunobu y Tetsuo intercambiaban sonrisas incrédulas, Togashi supuso que no debía preocuparse en exceso por eso, pese a lo cual mantuvo su característica expresión solemne.

Se dirigió hacia Yoshitame.

—Es un placer conocerlos a ambos, Yoshitame, Miyuki —dijo, mirando también a la mujer que parecía emocionada con su arma nueva. Luego volvió a centrarse en el señor de Saitama y extendió ante él los tantos, que reposaban sobre las palmas de sus manos—. En efecto, he venido a entregarle estos tantos —el acero relució, como acompañando sus palabras—. Es un trabajo conjunto que hemos realizado Masamune y yo. Confío en que serán de tu agrado y cumplan con las expectativas.

 

Castillo/dojo
[Togashi; Masamune]

Yoshitame afirmó ante Togashi —Yito nos había adelantado que tendríamos una grata sorpresa, además de la naginata para mi hija —miró los tantos con una gran sonrisa —Por favor, permíteme — su respeto ante las armas era notorio, tanto en el como Miyuki. Pues ella ya estaba de rodillas, colocando la naginata frente a ella; mientras Yoshitame extendió sus manos para recibir los tantos directamente de manos del herrero. Ambos honrando aquellos instrumentos.

Yoshitame recibió los tantos y los inspeccionó con asombro; no desenvainó con altanería, sino con aplomo, extendió la manga de su haori y la cortó con un sólo movimiento fino, dejando caer la raída tela sobre el tatami, la cual cayó con velocidad al estar llena de fango. Yoshitame volvió a enfundar el tanto para inspeccionar su ropa, un corte perfecto.

—¿Es usted alumno de Masamune? —preguntó Yoshitame — ¿O responde a otro clan de herreros?

Levantó la vista hacia Miyuki quién ya había probado su naginata con un trozo de madera que Yito le entregó, también estaba satisfecha, era un trabajo en conjunto entre Masamune y Yito; quién sonreía ampliamente. Yoshitame después miró hacia Tetsuo y afirmó.

—No sólo tengo la fortuna que mi hija esté con un Azai, sino también he sido reverenciado con tan buenas forjas —aplaudió con satisfacción — No esperaba menos de Nagano; este sitio siempre me sorprende.

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Togashi
Castillo (Dojo)

Fue muy notorio, ante los ojos de Togashi, el profundo respeto que la familia Fujita profesaba hacia las armas. Al ver cómo el señor de Saitama tomaba con delicadeza los Tanto que había forjado, logró comprender la preocupación de Terunobu aquella mañana cuando faltaban manos extra en la herrería: para personas que apreciaban el acero de aquella forma, realizar un trabajo excepcional era la mejor forma de recibirlos. Supo, por los ademanes de Yoshitame, que había logrado cumplir su pequeña misión de aquel día: con un solo movimiento cortó una fina tela de su ropa que se estrelló rápidamente contra el suelo, producto del fango seco.

Cuando le preguntaron si era alumno de Masamune o si respondía a un clan de herreros, Togashi se limitó a hacer una breve negación la cabeza. Aunque luego se quedó un poco pensativo.

—Uno de mis maestros es Yukimura, alumno de Chinami Arau —respondió, al tiempo que extraía el hackimaki con el mon de los Arau para enseñárselo a Yoshitame—; él fue quien me dio los primeros consejos y me ayudó a conocer el hierro y el acero —mencionó con respeto—. Luego, Yamamoto en Nagoya me entrenó para que mejorara mis habilidades en la forja. Gracias a él, pude avanzar mucho en poco tiempo —sonrió, recordando sus días en aquella ciudad. Esperaba que todo siguiese marchando bien por allí.

>>No se podría decir que respondo a un clan de herreros, pero le puedo asegurar que, cada vez que me pongo de pie frente a la forja, honro la memoria de los Arau.

 

Castillo/dojo
[Togashi; Tetsuo; Yoshitame; Miyuki; Terunobu]

Yoshitame lo miró asombrado —Osss — dijo por debajo con respeto al escuchar aquel apellido —Los Arau de Shimane; a diferencia de Masamune, Yamamoto y Kyuzo; quienes son los primeros de su apellido en herrería —señaló a Togashi — O incluso tú, Togashi — sonrió con satisfacción —Los Arau responden a una familia de herreros orgullosos, en Saitame tengo grandes herramientas de los Arau, y me honra saber que aun sobreviven personas con ese apellido desperdigados por Japón.

Miyuki se acercó a su padre —La casta guerrera subestima tanto a los herreros — dijo hacia Togashi — Creen que destruyendo sus hogares podrán destruir su templanza —tomó la mano de Togashi; una actitud que por muchos pasaría como un atrevimiento, y una gran descortesía de alguien noble tocando a alguien de poca casta. Pero los Fujita obviaban cada protocolo y era evidente que les importaba poco —Herrero Togashi — dijo con seguridad —Un bushi no se puede llamar así sin un herrero detrás de él; en cambio, el herrero no necesita del bushi para honrar su vocación —lo miró, podría decirse que lo perforó con su mirada —Mantenga su frente en alto siempre, pues escuchará a muchos decir que usted no nació para ser herrero.

—¡JA! — Se escuchó de Yoshitame —La sangre no dicta lo que uno debe ser. La sangre poco importa; en un campo de batalla toda es igual, toda se seca con el tiempo —dijo desviando su mirada hacia Tetsuo —Cuándo entendemos que ser uno mismo es suficiente, aprendemos a valorar nuestras propias tradiciones y descubrir que muchas no corresponden a nuestros nuevos tiempos.

Miyuki, quién ya había soltado a Togashi, avanzó hacia Tetsuo —Nadie es como tú; y ese es tu poder

Yoshitame dio un gran aplauso — Entonces, Tetsuo. ¿Qué planeas hacer mientras aquella boda se celebra en Kioto?

Tetsuo miró a Yoshitame —Esperaremos en Wakayama.

Yoshitame sonrió —Y el ejército Fujita marchará junto al Azai hacia Wakayama.

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Togashi
Castillo (Dojo)

Yoshitame se asombró ante el emblema de los Arau. Le contó, con mucho respeto en sus palabras, que en su hogar tenía herramientas forjadas por ese clan y reveló que aún quedaban miembros con vida desperdigados por todo Japón. Si lo que decía era verdad, entonces para él era un orgullo mayor honrar aquel mon, aunque supuso que no tendría oportunidad de conocer a un Arau porque, seguramente, se estaría escondiendo de los Taira que pretendieron extinguirlos. Y Miyuki parecía estar pensando lo mismo, porque se acercó a ambos mencionando que “la casta guerrera subestima tanto a los herreros”, lo que para él fue una clara alusión al clan Mori. Acto seguido, la futura esposa de Tetsuo lo tomó sorpresivamente de la mano; Togashi no mostró reacción alguna ante semejante atrevimiento, tal vez porque fue tan repentino que no tuvo tiempo de gesticular algo. Tan sólo la miró mientras ella hablaba de cómo los herreros podían forjar su propio honor sin depender de nadie y lo alentó a mantener la frente en alto. Aunque Togashi pudo sostenerle la mirada con su expresión solemne y tranquila, se sintió atravesado por los ojos de aquella mujer, que de cerca parecía relucir aún más pese a la suciedad de sus ropas. Despertó en él un sentimiento de curiosidad.

—La sangre no dicta lo que uno debe ser. La sangre poco importa; en un campo de batalla toda es igual, toda se seca con el tiempo —secundó Yoshitame a su hija—. Cuando entendemos que ser uno mismo es suficiente, aprendemos a valorar nuestras propias tradiciones y descubrir que muchas no corresponden a nuestros nuevos tiempos.

Togashi asintió enérgicamente ante las palabras del señor de Saitama, dejando sus momentáneos pensamientos para otra ocasión. Sonrió cuando Miyuki le dijo a Tetsuo que nadie era como él, que ahí radicaba su poder: fue, a sus ojos, la frase más esencial de aquella reunión. Tetsuo cargaba sobre sus hombros el legado de su padre y su hermano, se movía pensando que debía ser como ellos o incluso mejor, lo cual ataba sus alas como señor de Nagano. “Con una mujer arrasadora y directa como ella, sabrás impulsarte” pensó mientras lo miraba conversar con Yoshitame sobre lo que harían durante la boda de Kioto.

El objetivo que el señor de Saitama y el señor de Nagano tenían era el mismo: esperar en Wakayama. Togashi se sintió inmensamente aliviado al saber que Kuno y su familia tendrían las espaldas cubiertas, y él no iba a faltar a su promesa. Dio un paso al frente y los miró.

—Tengo la certeza de que los Minamoto también marcharán a Wakayama —afirmó.

Togashi se estaba tomando un atrevimiento, pues allí no estaban Takeda ni Takano. Pero confió en que ellos estarían de acuerdo con él.

 

Castillo/dojo
[Togashi; Tetsuo; Yoshitame; Miyuki; Terunobu]

Yoshitame sonrió al escuchar las palabras de Togashi y comenzó a reír —Entonces la boda si será un evento muy interesante, tal vez debería considerar asistir a ella.

—Padre —recriminó Miyuki pero con una sonrisa en el rostro.

—Jamás iría a una celebración como esa, Miyuki —respondió Yoshitame —Acompañaremos a Tetsuo hacia Wakayama, y después de la respuesta de todas las prefecturas; sabremos a cuales llamar hermanas y a cuales apuntar nuestras armas.

—Descansen un día más estimados guerreros —dijo con tranquilidad Tetsuo, a quién se le notaba que la presión de aquella reunión se había disipado —que al siguiente amanecer nos dirigiremos a Wakayama, esperando la negativa de la prefectura en Kioto.

Terunobu sonrió ligeramente al notar lo relajado que ya se encontraba Tetsuo. Verlo ser él mismo le brindaba una paz, pues temía perderla al verlo intentar ser quién no era.

La pequeña reunión se disipó. El señor Fujita se despidió de los presentes, dijo que tomaría un buen baño de agua fría para después dormir un poco. Terunobu hizo una reverencia y se retiró hacia el patio central del castillo; dónde se reuniría con compañeros suyos para informarles lo sucedido. Yito se despidió para dirigirse a la casa de armamento nuevamente. Dejando solos en el dojo a Miyuki, Tetsuo y Togashi.

—Nagano es un lugar hermoso; el clima es dócil —mencionó Miyuki

—No lo has visto con lluvia intensa; la montaña es cruel y puede arrastrar todo hacia nosotros, es por ello que tenemos el río más poderoso. La naturaleza nos obligó a vivir prevenidos del agua, mi gente sabe más de la fuerza del mar sin siquiera tener un puerto —Mencionó Tetsuo con orgullo —¿Cómo es Saitama?

Miyuki suspiró —Un sitio muy árido, el suelo es tan caliente que sientes como absorbes esa temperatura y te vuelves uno con ella —sonrió —La naturaleza nos obligó a vivir sin miedo al sudor, por lo que tenemos a gente trabajadora que puede soportar jornadas bajo el sol sin emitir queja alguna —después miró a Togashi con la misma sonrisa — En la herrería necesitan del frío como del calor para templar. Es por ello que considero que al entrenar se debe hacerlo en diferentes climas; no creces sólo con el calor, también lo haces con el frío —miró sus manos — De la guerra nacen los mejores guerreros — esto último lo dijo sin su sonrisa, la cual se fue difuminando.

—El guerrero fuerte crece en la guerra, no en la comodidad de su hogar —se escuchó una voz que irrumpió en el dojo; Togashi la reconocía bien, era la de su hermano, Kojiro — El guerrero puede ir a pescar por las mañanas pero aunque sostenga una simple caña, jamás deja de ser un guerrero. En cambio el guerrero va a la guerra y deja de ser un pescador — sin presentarse saludó de lejos a Togashi —Eso estuve meditando —dijo hacia su hermano — Así como la caña de pesca no me arrebata mi identidad como guerrero; la muerte de mi padre no me arrebata el orgullo de ser su hijo. No viviré para hacerlo sentir orgulloso, se fue de este mundo con esa satisfacción; viviré para que nadie olvide su apellido. Esa es la poesía de la vida.

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Togashi
Castillo (Dojo)

El señor Fujita se fue a descansar con la promesa de que partirían a Wakayama al siguiente amanecer, seguido por el resto de la comitiva. Al final quedaron solos Tetsuo, Miyuko y Togashi, quien sólo se limitó a ser un oyente de la conversación que mantuvieron los dos primeros. Hablaron de los climas dispares de Nagano y de Saitama, un sitio que no había visitado nunca. Tierra árida que obligaba a uno a ser parte de ella para resistir mejor largas jornadas. Fue así que Miyuki le dio la sugerencia de entrenar en diferentes climas, crecer tanto con el calor como con el frío, de la misma forma que eso lo definía en la forja. Togashi respondió con un silencioso asentimiento de cabeza, dando a entender que tomaría en consideración la sabiduría de aquella mujer enigmática. Fue entonces que Kojiro irrumpió hablando sobre qué era lo que definía a un guerrero; y por sus palabras, Togashi se alegró de saber que su carácter estaba evolucionando bien, que estaba canalizando por el buen camino la dolorosa pérdida de su padre.

—Me alegra ver que retomas la forja de tu camino, hermano —dijo con una expresión solemne—. Los guerreros que se templan a través del camino del sable deben ser uno con él; el sable es la extensión del guerrero, y el guerrero es asimismo el sable —acto seguido, Togashi caminó lentamente hacia el centro del dojo, posicionándose en el campo de entrenamiento. Se giró hacia su hermano con una mirada segura—. Creo que no hay mejor forma de presentarte ante Tetsuo Azai y Miyuki Fujita que en este mismo lugar y que tengamos el entrenamiento que nos prometimos.

Miró en dirección a Tetsuo, esperando que con eso comprendiera que necesitaban unas espadas de entrenamiento. Luego volvió a enfocarse en Kojiro con estas palabras:

>>Pongamos de manifiesto el poder de tu poesía, ansío ver la nueva fuerza de mi hermano Kojiro Sasaki.

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Pues eso, salen unos madrazos con Kojiro. No sabía si teníamos a mano unas espadas para entrenar o si el lugar está acondicionado para una pelea, así que me disculpo si hay alguna incoherencia, jaja

 

Castillo/dojo
[Togashi; Tetsuo; Miyuki; Kojiro]

Kojiro sonrió; mientras Miyuki aplaudía con entusiasmo. Tetsuo les extendió dos bokutos; con eso debía bastarles. Kojiro inspeccionó su nueva arma, no tenía la longitud a la que estaba acostumbrado pero no se quejó.

—Veamos si resistes mi ataque, Tsubame gaeshi —miró a Tetsuo — Ve llamando a tu médico, Satoshi. ¿No es cierto?

Tetsuo afirmó, dando unos golpecitos en el shogi para que Terunobu respondiera del otro lado, diciéndole que llamaría a Satoshi enseguida.

Kojiro desató su nuevo yoroi y lo dejó extendido en una de las esquinas del dojo, después tomó la espada de madera y miró a Togashi.

• Kojiro
• Togashi

• 
  PV= 100
  Fuerza= 15
  Protección= 15 (-2 rezago por nodachi)
  
• 
  Nivel= 2
  Fuerza= 5
  Protección= 10
  Agilidad= +2 defensa
  Avaricia= -2 suerte
  

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Bruno TDF puedes tirar 3 tandas de ataques por post

 

Togashi
Castillo (Dojo)

Togashi empuñó su bokuto y sonrió ante los comentarios de Kojiro, que incluso pedía llamar al médico Satoshi no sólo por su bienestar, sino porque volvía a creer en la fuerza de su cuerpo. Aunque no había mucho tiempo desde la triste noticia recibida, entre los cimientos del dolor se volvía a alzar, cual vegetación apoderándose de lo que le pertenecía, la confianza que caracterizaba a su hermano. Dejó escapar una exhalación para acumular concentración, pero también para liberarse un poco: hasta ese momento había tenido bastante preocupación presente, desde el dolor de Kojiro, el recibimiento de los Fujita, hasta el asunto de Wakayama y la responsabilidad que recaía sobre él, como Minamoto, ante las ausencias de Takeda y Takano.

Él también se quitó el yoroi. Pelearían en igualdad de condiciones.

Acto seguido Togashi se puso en posición de combate, observando cómo Kojiro iniciaba la pelea con su ataque especial. Iba realmente en serio. Intentó esquivarlo y aprovechar la abertura en la defensa, que era el punto débil del Tsubame Gaeshi. En su siguiente ataque, él también usó el ataque especial de la escuela Ganryu.

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Togashi usa Tsubame Gaeshi en el turno 2.