One-shot de Inuyasha - Nada cambiará entre nosotros, ¿o si? [Inuyasha&Kagome]

Tema en 'Inuyasha, Ranma y Rinne' iniciado por Dark Hime, 19 Febrero 2011.

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    Dark Hime

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    Nada cambiará entre nosotros, ¿o si? [Inuyasha&Kagome]
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    Este es mi regalo de San Valentín y de Cumpleaños aprovechando esto para Tirabuzones. Se que llego un poco tarde pero espero que te guste.
    Nada cambiará entre nosotros, ¿o si?
    Ya habían sonado las campanas que anunciaban el final de las clases y aún no terminaba de guardar las cosas en su maleta pues estaba absorta en sus pensamientos; había quedado con su mejor amiga esa tarde para preparar los chocolates para el día siguiente y sinceramente no estaba segura de hacerlo. Reaccionó al sentir como una mano se movía energéticamente frente a su cara.
    ― ¿En qué piensas Kagome? ―. Preguntó una joven de cabellos largos.
    ― ¡Sango! En nada en especial―. Dijo bajando la cabeza ― ¿Cuándo llegaste? ―.
    ― Llevo como medio siglo aquí―. Respondió en tono de reproche ― ¿No habíamos quedado para irnos juntas? ―.
    ― Si―. Afirmó mientras se levantaba del asiento y comenzaba a recoger rápidamente― Termino de recoger y nos vamos―.
    Las dos amigas salían por la puerta principal de la escuela mientras conversaban animadamente sobre cómo harían los chocolates esa tarde.
    ―La verdad es que no se ni para que me molesto en querer prepararle nada a ese tonto―. Comentó medio enfadada la joven de cabellos azabaches. ― De todos modos no va a “cambiar nada entre nosotros” ―. Decía citando las palabras del chico al que dirigiría sus dulces.
    ― Eso no lo sabes amiga―. La sonrisa de Sango parecía esconder un poco de malicia.
    ―Claro que lo sé, con Inuyasha siempre es lo mismo―. Hizo especial mención en siempre abriendo desmesuradamente sus hermosos ojos color chocolate.
    Entre conversación y conversación habían llegado la casa de Kagome. Nada más abrir la puerta una sombra veloz hizo posesión del cuerpo de la invitada.
    ― ¡Miroku! ―. Exclamó fuertemente Sango.
    ― ¿Qué haces en casa hermano? ―. Preguntó Kagome con notable descontento.
    ― Cómo podría no estar sabiendo que mi hermosa Sanguito iba a llegar de un momento a otro, no siempre tengo la oportunidad de tenerte en mi casa― Dijo mirando la su novia con cara de conquistador y una amplia sonrisa que hizo sonrojar a Sango― Olvídate de los chocolates y vámonos a mi habitación―. Concluyó acariciando el trasero de la joven.
    Un sonoro ruido retumbó en toda la casa. Sango era la novia de Miroku desde hacía dos años. Le había costado conseguir que aceptara serlo pues su actitud de mujeriego lo perseguía desde la primaria. Aún con todo eso Sango seguía teniendo la mano muy pesada.
    ― Ya lárgate hermano, aquí no tienes nada más que hacer―. La joven azabache se adentró en la casa, dirigiéndose hacia la cocina, pasando antes por una pequeña salita que había frente al recibidor.
    ― Soy un buen hermano por lo que me iré―. Comentó mientras se alejaba de su novia y tomaba las llaves de la casa que se encontraban en un pequeño plato de cristal color azul encima de un pequeño mueble al lado izquierdo de la puerta. ― Pero volveré― Dicho esto tomó por la cintura a Sango y la besó ferozmente. Seguidamente abrió la puerta de la casa y comenzó a salir.― Regreso en la noche, no me extrañes demasiado― Nalgueó a su amada y cerró de un portazo temiéndose recibir otra muestra de cariño como la de hace rato.
    ― ¡Miroku hentai! ―. Gritó Sango estática en el sitio, con un notable sonrojo en sus mejillas.
    A pesar de todo, amaba irremediablemente a ese chico, pero no podía soportar esas manías suyas. No queriendo hacer esperar de más a su mejor amiga, se dirigió a la cocina, esa no era la primera vez que visitaba la casa por lo que ya conocía el camino.
    Ya en la cocina pusieron a mano lo que iban a necesitar; unos cazos, unas cucharas, un bote con azúcar, cacao, almendras, unos moldes con diversas figuras para así decidirse en cuanto tuviesen la mezcla lista. Ya estaban preparadas para comenzar.
    ― Lo cierto es que no sé cómo prepararle este año los chocolates a Miroku―. Suspiró la joven de largos cabellos castaños mientras removía la mezcla que hacían en un recipiente. ―El año pasado un montón de niñas de primer año le entregaron una cesta llena de bombones y tarjetitas―. Según sus palabras salían de su boca sus brazos se movían más y más rápido haciendo que sus movimientos se acelerasen.
    ― Tranquilízate Sango―. Tomó los brazos de su amiga mientras le sonreía y unas pequeñas gotas de sudor caían por su cara. ― Sabes que a mi hermano le gusta todo lo que venga de ti― Dijo con tono perverso.
    ― Y qué hay de ti―. Dejó todo lo que estaba haciendo para voltearse y mirar de frente a su amiga.― ¿Cómo harás sus chocolates? ― Sonrió de oreja a oreja mientras observaba divertida las muecas que hacía Kagome.
    ―Déjate de tonterías y mejor pongámonos a trabajar sino jamás acabaremos― Finalizó la conversación sonrojada mientras se ponía a lo que estaba antes.
    Después de una hora de arduo trabajo tenían casi todo preparado, solo les faltaba rellenar los moldes de chocolate. Sango lo tenía muy claro, haría un corazón grande de chocolate con almendras enteras y pondría en nombre de ambos con chocolate blanco en cuanto estuviera lo suficientemente compacto. Por su parte, Kagome tenía un dilema mental; si escogía un corazón seguramente se burlaría de ella, si escogía un osito le diría infantil, si le hacía una forma redonda seguramente le diría que es algo amorfo…
    ―Deberías hacerle el corazón―. Le aconsejó su amiga viendo lo indecisa que estaba. ―Después de todo mañana es 14 de Febrero, día del amor y la amistad―. Le sonrió.
    ―Puede que tengas razón…―. Dijo aún no muy convencida. ― Pero si me dice algo caerá sobre tu conciencia―. Avisó con un leve sonrojo en sus mejillas.
    Sango sabía que su mejor amiga, Kagome, estaba enamorada de Inuyasha, el mejor amigo de su novio, casi desde que se conocieron. Él llegó nuevo a la escuela hacía casi tres años y desde ese momento había flechado a su amiga. El exótico color se sus ojos atraían a más de una pero él no parecía querer nada serio con las chicas. Según le había dicho Miroku, el amor le había causado gran dolor y ahora su lema era <<disfruta que la vida es corta>>. Durante estos años Kagome había hecho cosas altruistas por él, había terminado la tarea dos veces ya que suponía que el equipo d futbol le tomaba mucho tiempo y probablemente eso le costaría varios negativos en alguna que otra clase, antes de los exámenes pasaba a limpio sus apuntes y se los daba para que pudiera estudiar mejor. Por su cumpleaños siempre le daba algún detalle al igual que el día de las vacaciones de navidad pero para todas esas ocasiones él siempre respondía con la misma frase: Gracias, pero esto no cambia nada entre nosotros.
    ―No te preocupes, tomo responsabilidad en esto―. Respondió con toda seguridad.
    Después de preparar los chocolates en los moldes y dejar que estos enfriaran, los guardaron en unas bolsitas con bonitos dibujos para tenerlos listos para el día siguiente.
    ―Por fin hemos terminado―. Suspiró Kagome
    ―Sí, jamás pensé que esto nos llevaría tanto tiempo―.
    ― ¿Quieres quedarte a cenar, Sango? ―. Preguntó la chica de cabellos azabaches― A fin de cuentas ya es tarde y seguro que a mi hermano le hace ilusión encontrarte aquí cuando regrese.
    ―Pensando en eso―. Dijo mientras se dirigía a la salita a tomar sus cosas― Lo mejor es que me vaya antes de que él regrese.
    El sonido de la puerta abriéndose dio paso a dos figuras que se adentraban en la casa.
    ―Llegamos―. Anunció una voz varonil perteneciente al dueño del lugar.
    ― ¿Llegamos? ―. Preguntó la hermana de este― ¿Cómo que “llegamos? ―
    ―Con permiso―. Una segunda voz se hizo presente en el lugar.
    Los dos invitados se adentraron a la salita donde se encontraron con ambas mujeres.
    ― ¡Sanguito!―. Exclamó emocionado Miroku― No puedo creer que aún estés aquí―. Dijo mientras se aproximaba a ella― Si supiera que esperabas mi regreso tan fielmente no hubiera esperado por este perro―. Explicó con dramatismo su retraso y la compañía que traía.
    ―Miroku…―. Dijo entre dientes en invitado.
    ― ¡Ah!, Kagome, añade una silla más a la mesa―. Indicó mientras se dirigía a la cocina tomando a Sango de la cintura― Inuyasha se quedará a cenar.
    Las muchachas se sorprendieron de ese detalle. Esta no era la primera vez que Inuyasha venía a la casa de los Higurashi, pero si sería la primera vez que se quedaba a cenar en los dos años y medio de relación que tenían ambos jóvenes.
    Tras haber cenado, Miroku no pudo resistirse a comentar el motivo por el que Sango se encontraba en la casa. Inuyasha no hacía más que poner diferentes muecas cuando mencionaban la entrega de chocolates.
    ― ¿Y este año como será mi chocolate Sango? ―
    ―Solo diré que será algo con lo que quedarás con la boca abierta―. Dijo la aludida sonriente.
    ―Y tu Inuyasha, ¿No te gustaría recibir algunos? ―. Preguntó con malicia el joven de ojos azules.
    ―No es algo que me importe―. Comentó mientras se recostaba en la silla.
    Kagome agachó la cabeza, bajando la mirada a sus piernas, acto que no pasó desapercibido para su hermano.
    ―Que bien que pienses así―. Dijo este sonriendo― Mi hermana también estuvo haciendo los dulces con Sanguito, se los va a regalar a su enamorado―. Dijo mientras le echaba una sonrisa a Inuyasha. Este se reincorporó en el asiento y miró perplejamente a Kagome, para después voltear la mirada a su amigo. ― ¿Verdad? ―
    ―Claro que es verdad―. Respondió Sango sin dar tiempo a que su amiga reaccionar. ―He estado con ella toda la tarde porque no se decidía a elegir un molde adecuado.
    ―Se está haciendo tarde―. Interrumpió de repente Inuyasha. ―Creo que ya debería irme―. Dijo mientras se paraba del asiento y comenzaba a caminar hacia la salida.
    ― ¿Te resultaría molesto si me voy contigo? ―. Preguntó Sango―A estas horas es algo peligroso caminar sola―. Explicó.
    ―Claro, vamos.
    Miroku y Kagome despidieron en la puerta a Sango e Inuyasha diciendo que ya se verían mañana en clase. Los dos invitados caminaban juntos por las aceras rumbo a la casa de Sango. A pesar de todo, Inuyasha era un caballero y no dejaría a su amiga indefensa en mitad de la oscuridad.
    ―Pareces molesto―. Sacó por primera vez conversación la muchacha.
    ― ¿Molesto? ―. El joven miró la cara de su acompañante― ¿Debería estarlo?
    ―No lo sé, ¿pasó algo que te molestara? ―. Preguntó con tirria.
    Ambos siguieron caminando en silencio un rato más, hablar con ese individuo no era cosa fácil.
    ― ¿Cómo le hiciste el chocolate a Miroku? ―. Preguntó con curiosidad.
    ―Con almendras enteras―. Sonrió lo más que su rostro se lo permitió.
    La mirada de Inuyasha se ensombreció ante esas palabras.
    No bromeaba con eso de que quedaría con la boca abierta― pensó― ¿Y Kagome? ―.
    ― ¿Kagome? ¿Te importa cómo hizo ella el chocolate? ―
    ―No, la verdad es que no―. Concluyó mientras bajaba la mirada al suelo.
    ―No sabía que te importara tanto recibir los chocolates de ella―. Comentó sin ningún interés aparentemente.
    ―Y no me importa―. Respondió sonrojado― Es solo que recibirlos se había convertido como en una tradición―. Aclaró
    ―Ella tiene derecho a dárselos a alguien que en verdad la quiera―. Miró de reojo a Inuyasha― No a alguien que a pesar de todo insista con que lo que ella haga no afectará en su relación.
    ―Pero si afecta―. Dijo en voz baja, casi susurrando.
    ― ¿Dijiste algo? ―. Preguntó Sango.
    ―No, nada. ¡Oh! Ya llegamos―. Anunció al ver de frente la casa de su amiga. ―Nos vemos mañana en la escuela.
    ―Sí, hasta mañana―Dijo la joven mientras se adentraba en casa. Una vez dentro se dirigió a su habitación, tomó su teléfono y llamó a su novio. ―Hecho―. Fue lo único que dijo cuando le respondieron. Después se metió a la cama para descansar.
    La mañana siguiente la escuela parecía una feria. Las chicas no hacían más que buscar por todas partes a sus enamorados y, los chicos, ansiaban recibir esos dulces que tanto trabajo les había costado hacer a las muchachas.
    En la clase de 2C se encontraba un joven de ojos amarillos observando por la ventana como algunos de sus compañeros sostenían varias bolsas en sus manos; chocolates fue lo que vino a su mente. El sonido de la puerta del aula abriéndose fue lo que hizo que dejara de ver por la ventana y enfocase su vista en la persona que entraba.
    ―Buenos días―. Dijo la voz femenina que hacía aparición. ―Vaya, esto está muy vacío―.
    ―Buenos días Kagome. Si, lo cierto es que todos están afuera―. Señaló la ventana como prueba a lo que decía. ― ¿No deberías estar ahí también?
    Kagome no entendía a qué se refería exactamente.
    ― ¿No te pasaste la tarde de ayer haciendo chocolate para tu enamorado? ―. Preguntó. A Kagome le pareció escuchar cierto tono de reproche en sus palabras.
    ―Para quien los hice no debería de ser algo que te importase―
    Poco a poco se adentró en el aula y se dirigió al lado de su compañero. Sentía como su corazón comenzaba a salirse de su pecho con cada paso. Tomó asiento en el lugar que había delante de él y sacó un paquete de su maleta.
    ―Toma―. Dijo secamente mientras un sonrojo furtivo se apoderaba de sus mejillas. ―Esto es para ti―
    Inuyasha miraba desconcertado el paquete, ¿era lo que él pensaba?¿Kagome le estaba dando a él sus chocolates?¿No eran para su enamorado?
    ―Yo…―
    ― ¿No los quieres? ―. Preguntó con algo de miedo en la voz.
    ―No, digo si―. Con cuidado tomó la bolsa entre sus manos. ―Gra-Gracias―. Tartamudeó levemente.
    Abrió el envoltorio y vio el corazón de chocolate con pequeños adornos que había en su interior. No podía creerlo, al final si recibió el chocolate de ella; llevaba un mes esperándolo desde la conversación que había tenido con Miroku.
    Kagome se levantó de su asiento y comenzaba a caminar hacia la salida.
    ―Kagome― la llamó para que ella se detuviera. ―Verás… esto…―
    ―Lo se Inuyasha―. Dijo mientras dejaba sus manos con su maleta ocultas en su espalda. ―Esto no cambia nada entre nosotros―. Comentó con una pequeña risita.
    ―Tienes razón―. Dijo el joven. El rostro de Kagome cambió levemente por un momento. Inuyasha se levantó del asiento y se posicionó delante de la joven. ―Pero esto si―
    Acto seguido atrapó a la muchacha entre sus brazos y selló sus labios con los de ella en un tierno beso que poco a poco fue correspondido.

    FIN​

    PD= Pues nada, espero que te haya gustado. Mis mejores deseos para ti y felicidades atrasadas ^^U.
    PD2= Si, el título quiza nada que ver pero es que soy muy mala para esas cosas. Saludos.
     
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  2.  
    Scriptina

    Scriptina ナルト♥ さくら

    Leo
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    Aww~
    Tanto amor, tanto chocolate... tentándome. Inuyasha es un maldito suertudo al recibir el dulce en el día más indicada y menos mal que se le ocurrió corresponder al sentimiento de la chica, porque si no, lo hubiese matado al instante. ¡Me encantó el One-shot!; estuvo bastante divertido y me mantuvo expectante. No sabía si lo ibas a dejar juntos o no.

    Gracias por publicar, Himecita, a mí me gustó mucho el contenido del escrito.
    Beeesos!
     
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  3.  
    Tirabuzones

    Tirabuzones Usuario popular

    Acuario
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    Oh, me gusta *-------*
    Muchas gracias por el regalo y por las felicitaciones >////<
     
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  4.  
    Kai

    Kai Usuario VIP

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    Escritora
    Oh, está muy lindo.
    Estuvo en suspenso la mayor parte...qué lindo.
    Me dejó una dudita, ¿Sagno y Miroku intervinieron'...eso de Hecho me dejó en trombo.
    Está muy lindo, ahora tengo ganas de comer chocolate blanco *¬*
     
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  5.  
    Dark Hime

    Dark Hime Entusiasta

    Cáncer
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    Pluma de
    Escritora
    Amour~: Muchas gracias, siempre estás halagando mis escritos, te amo <3

    Tira: Me alegro de que te gustase :3

    Kag: jijiji siii es que quise hacer algo de suspense MUAHA~, me alegro de que te gustase mucho :3, si, a mi eso se me ocurrió precisamente porque comia chocolate xDD
     
  6.  
    EmiliesDifferent

    EmiliesDifferent Iniciado

    Escorpión
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    Aaaaah vaya, ¿Que importa un chocolate si puedes dar un beso apasionado? jajaja :I
    Por el bien de Kagome, seria bueno que la separaran un poco de Inuyasha, a que a la proxima esta le regala una cena sin importancia y el otro se la lleva a la piesa diciendo que la cena no cambiaba nada! Jajaja ^.^
     
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