Muñeca De Trapo

Muñeca De Trapo

Muñeca de trapo.

Tic tac, tic tac.

Los segundos pasaban lentamente, queriendo estancarse, perdiéndose en ese vacio hueco…
Hueco podrido y abandonado.

Como lo estaba ella.

El frio viento pasaba por todo su cuerpo, bailando alrededor de ella, metiéndose en su ser, enfriándola más de lo que estaba.
Congelándola.

Pero ya no sentía nada, ni el frio, ni el calor, nada.
Era un punto vacio, sin retorno.

En esos instantes desiertos, su mente comenzó a divagar en sus recuerdos falsos.
Recuerdos como los de la mañana.
Cuando se había levantado, sintiendo los rayos cálidos del sol pasar por las gruesas y blancas cortinas, sintiéndose despejada y feliz. Feliz de haberse amarrado a su príncipe.

Por fin había encontrado al hombre ideal, ese que le llevaba todos los días una flor roja, ese hombre que la llevaba al lago y le endulzaba el oído…
Recordaba como se había casado con él, como se había capturado a él en su gigante y elegante mansión, como le había entregado todo a él, incluyendo su vida…
Su perdición.

Siguió divagando, los recuerdos pasaban borrosos, recortados, mostrando pedazos de lo que fue el mejor momento de su vida…
Momento que estaba manchado en sangre de ambición y traición.

Y de pronto el recuerdo del porque se encontraba en esa situación llego a su mente.

La noche había llegado, mostrando a la gran y solitaria luna en todo su esplendor, colgada en lo alto, rodeada de las oscuras y tristes nubes negras…
Había caminado hacia el balcón, sintiendo el frio viento pegar en su rostro, esto no la había molestado en absoluto, ya que el frio era eliminado por la gran felicidad que sentía.
De pronto sintió como unos fuertes y pálidos brazos la abrazaban por la cintura. Sonrió.
Su príncipe estaba con ella.
El hombre le susurro algunas palabras falsas en el oído, endulzándola con el dulce y doloroso veneno.
De pronto, sintió como algo filoso y frio traspasaba su pecho, haciéndola sentir un dolor insoportable, que le hacia estremecer los huesos.

El dolor y la presión en el pecho era lo peor que había sentido en toda su vida, la presionaban hasta el punto de querer arrancarse el corazón.

Sintió como algo cálido y con un olor desagradable pasaba por todo su pecho, llegando a caer en sus pies descalzos, manchando su fino y delicado vestido blanco…
Volviéndole rojo…rojo como su sangre.

No quería voltearse y ver unos desconocidos ojos, no quería ver como su príncipe había resultado ser un sapo…
De nuevo esos brazos cálidos, que ahora le resultaban fríos como el hielo, la levantaban del piso, botándola al precipicio, cayendo en el duro y despreciable suelo…
Despreciable realidad.

Su cuerpo sintió la presión en todo su ser…sintiendo mas dolor del que ya tenia, comenzando a brotar de su cabeza, el preciado liquido carmesí.

Cerro los ojos, sintiendo como unas solitarias y vacías lagrimas salían de sus ya congelados ojos…
No quería tener de nuevo esos recuerdos, pero le era imposible, estaban tan presentes como su muerte.
No quería de nuevo recordar como la magia se había roto, como esa fina e inmutable muñeca de porcelana, se rompía en miles de pedazos…no quería salir de esa burbuja de cristal.
No quería recordar como había sido manipulada como un títere.

Pero la odiosa realidad se mantenía presente, recordándole y haciéndola sentir que ya no era esa fina, perfecta, y deseada muñeca de cristal, que ahora solo era una vacía, podrida y abandona muñeca de trapo.
Que su príncipe había resultado una traicionera, falsa y venenosa serpiente, que le había engatusado para robarle todo, incluyendo su rosada vida.

Ya no sentía ni sus dedos, ni sus piernas ni sus brazos, no sentía su cuerpo.
La fina y delicada flor ya estaba siendo recogida por la fiel acompañante muerte, abrazándola con sus gélidos y vacios brazos…

Pero ya no le importaba nada, la magia se había roto, la muñeca de porcelana se había partido en miles de pedazos, el príncipe dejo de ver su verdadero rostro, y la blanca y suave flor se estaba marchitando, volviendo sus pétalos en cenizas, desapareciendo en la fría noche, muriéndose.

La solitaria luna había desaparecido, nublando los cielos de un solo color…negro, invitando a las esponjosas y oscuras nubes soltar su helada e impasible lluvia.

El liquido mojo su cuerpo, pegando su vestido blanco a su cuerpo, corriendo el maquillaje, arruinando su perfecto peinado.

Su final no era como la de los cuentos, no viviría feliz por siempre, solo moriría por siempre.

Sus heridas clamaban paz, y su alma gritaba de dolor, gritaba por no poder encontrar felicidad, aun en su lecho de muerte.
El arrebatador de almas se compadeció de ella, beso con sus secos y agrios labios la frente de su paciente, arrebatándole el alma.

Cerró los ojos, esperando dormir, dormir para morir.
La antesala cruel comenzó a desaparecer, llenando su cuerpo de tranquilidad y dulce vacio.

El títere murió y la muñeca de trapo tuvo su final.

“maldita flor podrida”​

Nota: espero os halla gustado el one-shot.