Mortales

Tema en 'Relatos' iniciado por Thithalia, 24 Octubre 2012.

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    Thithalia

    Thithalia Usuario común

    Aries
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    Mortales
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    Mortales




    Ella daba vueltas y vueltas sobre sí, reía con alegría como si nada la detuviera, como si la maldad del mundo no existiera para ella. Siempre vestía de blanco, sus cabellos eran caoba; su piel blanca cremosa, con pequeñas pecas en sus mejillas; sus ojos casi tan claros como el cristal de un tono azul, pestañas largas y risadas; sus labios finos y sonrosados, marco perfecto para esa sonrisa.


    “Nunca imagine, que ella… Fuera el fin”.


    Ese día fue el último que la vi riendo y dando vueltas. Ese día nos convocaron al campo de batalla. Razas y estereotipos se fueron pues el único propósito era sobrevivir y volver con nuestros seres queridos.



    ¾¿En qué piensas? ¾Me pregunto el general. Un hombre que nos miraba con superioridad, pero luego de meses se dio cuenta que eso no nos salvaría, los rangos sociales solo están de apariencia.

    ¾Por increíble que parezca, señor. Lo único que viene a mi cabeza es ella ¾respondí.

    ¾No está mal pensar en tu esposa… o amante, según sea el caso ¾soltó una sonrisa cómplice.

    ¾¡Por supuesto que no! Si estuviera casado no andaría en las faldas de otra ¾el hombre rió con ganas.

    ¾¿Entonces?

    ¾La vi por primera vez cuando tenía diez y siete años, fui a recoger madera y en uno de los claros del bosque estaba ella. Parecía una musa, tanta paz se respiraba a su alrededor, era como si ella fuera parte del bosque…



    No pude terminar pues nos dispararon, todos nos movilizamos y atacamos mientras cambiábamos de posición. En la guerra no hay razas ni rangos, solo peones en un tablero. Niños tienen que aprender a matar para sobrevivir.


    Todo el equipo corría a las líneas enemigas, con sus espadas en alto pero justo antes de chocar la tierra tembló y en la tierra baldía una raíces se mostraron, pequeños tallos y luego muchas flores. Dentro, una niña de cabellos caobas se paraba, con la misma gracia de ella…



    ¾Mortales… Les di la opción de detenerse, pero no lo hicieron. Les di a opción de vivir y no la acataron. ¿Tantas ganas tienen de morir? ¿Tantas ganas tienen de seguir ciegamente los caprichos de dos seres que se rigen por la vanidad y el poder? Miren a su alrededor ¿Qué ven? Nada... ¾su voz era aniñada pero potente. Amigos y enemigos nos miramos fijamente algunos tiramos nuestras armas y al instantes sentimos una paz en nuestra mente, alma y cuerpo.


    Pero otros tomaron sus armas y se dirigieron a ella con rabia ¾¡Nunca seremos traidores, demonio!



    Y fueron directo a ella, la atravesaron y luego destruyeron las naturaleza a su alrededor. Nadie se movía, nadie pensaba solo vimos como su sangre salía y formaba naturaleza allí donde tocaba.



    ¾Humanos estúpidos ¾se escuchó una potente y firme voz. El cielo oscuro tronó, rayos caían y tocaban la tierra, la tierra temblaba, el sol oculto por la luna fue, cielo sin nubes frente a nosotros una mujer de cabellos caobas y ojos azul cristal, pero una emoción de furia expresaba… Ella…

    ¾Sus líderes ya han muerto, a manos de quienes menos esperaban, ¿Por qué seguir peleando? Destruyen lo que veneran, aquello que comida les provee, se nos fue dicho no intervenir en guerras mortales, pero no soportábamos ver tanta maldad y odio influido ¾miro donde la niña debía estar ¾Y nos lo pagan así ¾señaló a lo que quedaba de la niña¾ Mortales estúpidos. ¾Sus ojos se oscurecieron hasta parecer negros y en su frente el símbolo de una loto apareció.



    La tierra se rompía mientras más temblaba, caía lluvia sin nubes, la luna y el sol fusionados. El día se volvió noche y las estrellas brillaban con fuerza, sonidos perturbadores, voces y lamentos escuchabas, todos corrían se esparcían y trataban de esconder, pero yo solo me quede parado donde estaba, viéndola.


    Rayos caían y quemaban a los soldados, la tierra abierta se tragaba a muchos otros y la lluvia bolsas de agua se volvía y asfixiaba a los desafortunados, pero yo seguía mirándola. Ella volteo y me miró, achinó sus ojos y camino hacia mi. Estaba por tocar mi mejilla.



    ¾¡No lo toques demonio! ¾Gritó mi general. Rozando la mejilla de ella con sus espada. Ella le miró con furia y el cayó al suelo

    ¾Lealtad ¾murmuró limpiándose la sangre verde que salía de su mejilla. Me miró ¾y un corazón puro. ¾Sonrió y se alejo de mí, luego quede inconsciente.

    20 años después.

    ¾Abuelito ¿Quién era entonces la persona que apareció en medio del campo? ¾Dijo una niña de cabellos negro noche y ojos marrón claro, casi oro.

    ¾Ninfas de la naturaleza, Deidades.

    ¾¡Deidades! ¾Gritó otro niño de cabellos marrones y ojos negros.

    ¾Así es ¾Por la puerta de la humilde cabaña entra un anciano con porte elegante.

    ¾¡Abuelito general!

    ¾General ¾le digo con burla.

    ¾Soldado ¾reímos ¾Si ese día no hubiera protegido a su abuelo, no estaríamos vivos…

    ¾La naturaleza tardo años en crecer, los bosques parecían encantados, hogares de brujas…

    ¾Fuimos los únicos sobrevivientes entre miles…

    ¾Vaya… ¾dijeron ambos.

    ¾Hoy es el aniversario de ese día.

    ¾¿Aniversario? ¾Volvieron a hablar al mismo tiempo.

    ¾Si, vamos ¾se levanto el anciano con un poco de dificultad y tomo un bastón. ¾Vengan niños, traigan las cestas.



    Los niños corrieron por unas cestas llenas de frutas y otras cosas. Y salieron junto al antiguo general y al antiguo soldado. Caminaron adentrándose al bosque que comenzaba a crecer de nuevo; se dirigieron a cierto claro y en este vieron a una dama de blanco sentada en una roca mirando el cielo.


    ¾Ella es una deidad de doble filo ¾dijo el “Soldado”. ¾Dejen las canastas niños, vámonos. ¾Los niños asintieron y dejaron las cestas a dos metros de la dama. Y alcanzaron a su abuelo.
    El “general” sacó de su chaqueta una cajita de unos 20cm y la dejo junto a las cestas. Luego se unió a sus acompañantes.

    ¾Nunca niños, nunca. Hay que negar el poder de la naturaleza.



    Cuando ya lejos estaban una dama sonreía a los regalos, sus ojos se aclararon hasta quedar casi tan claros como el cristal. Tomaba en sus cremosas manos una cajita que adentro poseía una estatuilla de cristal dos personas: una niña parada con los brazos alzados al cielo saliendo de una flor y otra con los brazos extendidos y lo que parecía agua rodearlas, ambas con una sonrisa.


    Y hasta el día de hoy un pueblito existe en lo profundo del bosque custodiado por una dama sonriente. A las afueras un templo se alza y en el, las figura dada por el generas se conserva y cuando el sol y la luna la tocan pequeñas luces viajan por la montaña.
     
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    cuki

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    He de felicitarte, muy buena historia, tanto por la trama, como por la narración.
    Como pega, te diría que vigiles los acentos, que tal vez sea en lo que más falles (por decir algo, porque en realidad lo llevas bien)
    Los acentos que yo he visto: Preguntó, volteó, caminó, mí y él (estas dos, cuando son pronombres, siempre se acentúan)
    Me olvidaba, en la frase que dices: ``Sus ojos casi tan claros ´´, eso es un poco personal, pero yo no habría puesto el casi.
    Y la palabra risadas (se que por allí tenéis otra forma de hablar, pero bueno) es rizadas.
     
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