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Tema en 'Relatos' iniciado por Eternatus, 3 Julio 2014.

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    Eternatus

    Eternatus Fanático

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    Escritor
    Título:
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    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    2220
    Nick: Caos/Break.
    Tipo de fanfic: One Shot.
    Nº de palabras: 2117.
    Resumen: Tal vez no había tantas diferencias entre ella y el dichoso canario. Ambas eran pájaros enjaulados cuya única aspiración en la vida era cantar en busca de atención y mirarse todo el día a un espejo, esperando ser... "alimentadas". [...]No quiero perderte sin siquiera haberte encontrado.[...]
    Advertencias: Tema demasiado cliché :/ Cambio de título. Historia participante en "Amor a primera vista."


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    La joven de largos y cuidados cabellos negros cerró su portátil con una sonrisa amarga en el rostro. Sus ojos estaban levemente cristalizados, pero en ellos se veía la voluntad que su espíritu poseía.

    Ella se había prometido no volver a llorar por un hombre y así lo haría. Era una pena que aquella inexperta alma se negara a aceptar que las lágrimas son parte de la vida, así sean de tristeza o de felicidad.

    Suspiró hondo y sonrió algo insegura, pero en sus orbes azuladas podía observarse la valentía de intentar comenzar el día con buena cara. Tenía el ánimo por los suelos, pero el mundo no debía saberlo.

    Prefería que nadie supiera sobre su delicado estado anímico, no quería que se preocuparan innecesariamente. ¿A qué era esto debido? Su problema tenía nombre y apellido… y vivía a más de catorce mil quilómetros de distancia.

    Shail se mordió el labio ante ese amargo recordatorio. La persona que había logrado cautivarla, que la había hecho creer en el amor estaba tan lejos de ella… No entendía la razón de la vida para ser tan cruel e injusta con ella.

    Por vez primera su corazón había latido por alguien. Por vez primera sus suspiros fueron más que inconformes quejas contra la sociedad. Por vez primera… su piel ansió un contacto que sabía imposible.

    Morfeus Shail se consideraba una mujer inteligente. Tenía sus principios y unos fuertes ideales, aun a su corta edad poseía una madurez que nadie esperaría de una joven de diecisiete años. Por eso, cuando lo conoció se sintió inmediatamente ligada a él.

    Un hombre inteligente e ingenioso, alguien con quien mantener animadas charlas, alguien que la comprendía a la perfección y que, aun estando tan lejos, sabía exactamente qué decirle en sus peores momentos.

    No supo cuándo, pero comenzó a pensar en él con una frecuencia preocupante. ¿Qué es lo que hacía aquel hombre cuyo rostro era una incógnita para ella, en sus pensamientos? Tenía cosas mucho más importantes en lo que pensar.

    Entonces, llegaron las reacciones inesperadas. No entendía qué le sucedía a su cuerpo. Ella no era una chica de sonrisa fácil, menos aún era dada a las risillas inesperadas y… nerviosas. Shail no comprendía por qué su corazón latía desenfrenado cada vez que hablaba con él. Y que no se hable de sus exageradas reacciones cuando él le ponía ciertos “motes” o le mandaba esas indirectas demasiado directas.

    La negación llegó después. Shail estaba demasiado rota como para amar de nuevo. Se odiaba a sí misma por el mero hecho de haberse enamorado. Después de tanto tiempo en la soledad se había convertido en otra persona, no podía permitirse ese tipo de deslices pero…

    Era algo inevitable. Hacía poco que Morfeus renació. Hacía muy poco que Shail logró recoger todos sus pedazos y volver a reunir su corazón de nuevo. Y ahora… volvía a enamorarse. Pero esta vez parecía distinto, parecía real.

    Tan real como sus sonrisas amargas al saberse perdida. Tan real como las lágrimas que luchaban por recorrer sus mejillas. Tan real como su corazón latiendo desbocado por unas simples palabras que escapaban de sus labios.

    Era la primera vez que se sentía así. ¿Era este el amor verdadero? Ahora comprobaba en carne propia como sus compañeras lo describían. Arrollador. Desolador. Lejos de ser perfecto, era un completo caos.

    Habían pasado unos días desde su reciente aceptación. Llevaba su día con normalidad y esperaba ansiosa el momento en el que él le dijera un simple “hola”; con eso le bastaba. Ahora ya no lo negaba, pero tampoco dejaba que él se diera cuenta. Estaba contenta con su interesante coqueteo en el que ella era la ingeniosa y él, el Don Juán.

    Al parecer hoy no estaba en línea. Bueno, probaría después. Morfeus se levantó de su cama y se estiró levemente. Tenía algunas cosas que hacer. Agarró sus libros de texto y comenzó a hacer los deberes. La biología no era su fuerte.

    Después de un rato de concentración, hojas rasgadas y frustración al no poder completar unos simples problemas, Shail recibió un mensaje. Agarró su teléfono, que descansaba en el escritorio en el que estaba trabajando y solo pudo sonreír.
    “¿Ocupada?”

    La joven escribió rápidamente una respuesta, contenta al poder por fin hablar con él.
    “Bastante. La biología y yo no nos llevamos bien.”

    El “puedo ayudarte” de él desencadenó diversas reacciones en cadena. Primeramente se quedó paralizada, después su sistema nervioso conectó de nuevo y un rubor se extendió en sus mejillas. Él se estaba preocupando por ella.

    Pasó el resto de la tarde charlado con Vaas y haciendo sus deberes de biología. Ahora que él se lo había explicado, no parecía tan difícil. La conversación tuvo que terminarse cuando sus padres llegaron a casa. Ellos no aprobarían que Shail estuviese charlando con un desconocido.

    Era mejor prevenir que curar, así que se despidió y fue a recibirlos. Su madre comentó que las ojeras de su rostro no se veían bien, preguntó si descansaba lo debido. Como siempre, Shail sonrió falsa pero convincentemente y le aseguró a su madre que estaba bien, que se había quedado hasta tarde viendo una película.

    Ellos no tenían por qué saber la verdad. La razón de sus desvelos… Vaas Matthews, el hombre que la había enamorado de verdad, por primera vez.

    Recordó entonces un retazo de su infancia, en la cual creía que el hombre perfecto cabalgaría sobre un blanco corcel, vestido como un caballero y espada en mano vencería al dragón que la mantenía presa. Ahora las cosas habían cambiado.

    Shail ya no era la princesa que debía ser rescatada. El dragón la había devorado hacía tiempo y su príncipe… su príncipe era aquel que rompía las cadenas que la mantenían en aquel abandonado castillo y le permitía volar con libertad.

    La voz de su madre la sacó de sus pensamientos. Frunció el ceño, ahora se dispersaba más que antes. Definitivamente enamorarse de alguien era harto molesto e incómodo.

    —¿Decías algo, mamá? —preguntó Shail mientras se acercaba a la cocina donde su madre preparaba la cena.

    —Últimamente estás menos atenta que de costumbre, Shail…—ella puso cara de sospecha, pero lo dejó ir rápidamente. —Te estaba pidiendo que le dieras de comer a Chimi, ya está reclamando y dentro de un momento comenzará a lanzarnos pipas.

    Chimi era el canario de la familia. Era un pequeño inconformista al que le gustaba lanzarle pipas a la gente, sobre todo a Shail. Ella suspiró pesadamente, ese bicho no le hacía mucha gracia.

    —Está bien, pero te recuerdo que serás tú quien me saque las semillas de los ojos, mamá. —le dijo en tono de queja antes de dirigirse a la alacena y agarrar la comida para pájaros.

    Morfeus se adentró en terreno prohibido. La terraza. El pájaro se giró inmediatamente y la miró desafiante. Tenía una semilla en el pico y Shail sabía que iba a tirársela en cualquier momento.

    Con mirada decidida se apresuró en meter la mano en la jaula y sacar el cuenco de la comida antes de que Chimi intentase morderla o tirarle pipas. Separó las semillas del pienso común —el dichoso pájaro era demasiado exigente y consentido— y volvió a colocar el tarrito antes de que al canario se le cruzara la idea de bombardearla.

    Una vez completada la tarea regresó al salón. Era verano y, siendo demasiado temprano para acostarse, la muchacha se dispuso a jugar a sus videojuegos. Después de una ardua sesión de Far Cry 3 en modo cooperativo, Morfeus decidió que era hora de… irse a dormir.

    Sí, por supuesto.

    Cuando estuvo segura de que su madre no entraría en la habitación la chica encendió el portátil y se metió en la cama. Vaas no estaba conectado. Observó la hora, frunciendo el ceño mientras apagaba el portátil y se acomodaba para dormir.
    Él está en la universidad ahora. Cuando se desocupe yo estaré durmiendo… Maldita diferencia horaria.

    Con este último pensamiento la joven de cabellos negros se quedó profundamente dormida. Estaba acostumbrada a no soñar con nada. Sus noches eran negras, vacías, sin imágenes o sensaciones. Solo la oscuridad y sus respiraciones lentas, erráticas.

    Esa noche, como todas las demás, sus sueños fueron negros. Estaba contenta con que no hubiera más gritos desesperados, llantos de puro dolor. Había superado esa etapa, ahora era una Shail Morfeus nueva.

    Cuando despertó el sol ya había logrado traspasar las barreras que eran sus cortinas violetas y comenzaba a molestarla. Con algo de fastidio se levantó y bostezó con pereza. No tenía ganas de levantarse. Su reloj marcaba las once y media, demasiado temprano para la hora en la que Shail se había dormido.

    Como sus padres no estaban en casa, podía tomarse las cosas con calma. Encendió su ordenador y comprobó los mensajes. Nada. Al parecer Vaas no se había dignado en hablarle cuando salió de la universidad.

    Puso la música a un volumen bastante alto, quería olvidarse del hombre por un momento. Quería volver a ser ella misma de nuevo. Breakeven resonaba en toda la casa. Mientras Shail se duchaba esa melodía hacía eco en su mente.
    I'm still alive but I'm barely breathing. Just prayed to a god that I don't believe in… ‘Cause I got time while she got freedom. ‘Cause when a heart breaks no it doesn’t break even.

    Sin poder evitarlo lágrimas son derramadas por sus azulinas orbes. El amor duele. Es como un campo de guerra. Shail no deseaba que su corazón se sintiera como si fuera a romperse en cualquier momento. Shail no deseaba llorar por algo tan nimio como aquello.
    ¿Y qué más dará que no me haya hablado? Estará ocupado. Incluso si no lo estuviera… Ese tipo de cosas no deben afectarme.

    Con esto en mente, la mujer salió del baño y se vistió con rapidez. Su estómago rugía y Chimi cantaba, intentando llamar la atención de cualquiera que pudiera escucharlo. Morfeus sonrió amarga mientras bajaba las escaleras; aunque se empeñara en odiar al canario no podía evitar sentirse como un pájaro encerrado en su jaula, deseando volar, deseando lograr sus propias metas. No quería esperar sentada a que alguien la alimentara y reducir sus sueños a cantar en busca de atención o mirarse al espejo durante todo un día.

    No eran tan distintas al fin y al cabo. Ambas eran pájaros encerradas en una jaula, cuyo único deseo era volar lejos, muy lejos.

    Shail se preparó el desayuno mientras buscaba el pienso de Chimi. Por primera vez ella buscaba estar más cerca del pájaro sin la necesidad de darle de comer de por medio.

    Disfrutó de un silencioso desayuno mientras observaba al canario seleccionar las semillas, desechando las más duras y comiéndose las más sabrosas. Sí… como ella hacía. Haciendo a un lado las partes de ella que no deseaba alejándolas de todas aquellas que quería que el mundo sí conociera.

    Esa mañana corría una leve brisa. Estaba frente al mar, así que no le parecía raro. El olor de la sal colándose en sus fosas nasales, junto con aquella fresca, pero cómoda brisa marina, además de las maravillosas vistas que tenía, hacían de esa mañana una de las mejores que había tenido.

    Mientras terminaba su café alcanzó a oír el timbre. Seguramente fuera el cartero. Shail fue parsimoniosamente hasta la puerta y se encontró a un hombre vestido con uniforme azul. Éste llevaba en las manos una carta y una rosa.

    —La carta está certificada, así que debe firmármela. —comentó ignorando la estupefacción de la muchacha. ¿Quién podría haberle mandado una rosa? Su corazón se aceleró al pensar en él… ¿Podría haberse tomado tantas molestias?

    En un estado de dispersión completo Morfeus firmó la carta y entró a casa de nuevo. Durante mucho tiempo contempló la rosa, imaginándose miles de remitentes distintos. Aunque su corazón fantaseaba con Vaas, su mente le hacía saber que era imposible.

    Él no pudo haberlo hecho.

    Sin poder contenerse un minuto más, Shail abrió la carta y comenzó a leer. Las lágrimas cayeron de sus ojos minutos después, mientras la carta era atesorada contra su pecho. Ella se mordía el labio para evitar llorar tan fuerte, pero no lograba su cometido.

    Estaba tan feliz… Ellos, finalmente, iban a verse las caras.
    “…”

    “Pronto iré a buscarte. No quiero perderte sin siquiera haberte encontrado. Solo quiero que sepas… que te quiero como nunca he querido a nadie y las distancias no van a separarme de ti.”

    “…”

    Tal vez ahora Shail pudiera descansar tranquila. Puede que ahora sus suspiros fueran de amor y no de amargura. Tal vez… la vida no haya sido tan cruel con estas dos almas gemelas y les haya permitido, contra todas las reglas, encontrarse.
     

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