Moradores

Re: Moradores

bueno hoy toca conti en est fic aunq no estoy segura si podre ponerla
esq han cambiado mi ordenador y en est no tengo mi carpeta bueno pero are td lo posible por poner la conti

 

Re: Moradores

trankila pongo ahora la conti por si dspues no puedo ponerla ^^ ah y bienveniada al fic me alegra q t gust:D

Completamente asustada y confusa por lo que acaba de presenciar, alargó la mano para coger otro cuchillo del expositor y lo alzó cubriéndose.


- No te acerques –dijo presa del terror.
- Pequeña –habló Inuyasha- sabes que el cuchillo no te serviría de nada en el caso de que quisiera hacerte daño, algo que por otra parte no pretendo hacer.
- ¡¡Socorro!! –gritó histérica.
- Eso tampoco te servirá de nada. No hay nadie más aquí. Nadie sabe donde está mi casa excepto los que yo quiero que lo sepan, y los tuyos no pueden verla. Los humanos tienen la particularidad de no creer lo que no pueden ver.
- ¿Qué eres? –preguntó mientras le miraba a los ojos.
- No importa lo que soy sino lo que he sido para ti durante todos estos años, yo te he protegido, te he cuidado, he conseguido que salieras adelante, he sido la suerte en la que siempre confiaste pero que nunca aceptaste –Inuyasha notó la confusión en su rostro.

Aquellos ojos, profundos, brillantes, sabía que los había visto anteriormente, juraría que en varias ocasiones pero... de pronto su mente se aclaró.

- ¡¡Mientes!! ¡Ahora sé lo que eres! ¡Tú mataste a mis padres! ¡Maldito demonio! ¡Eres un vampiro!
- ¡¡Calla!! –enfureció Inuyasha- ¡No sabes lo que estás diciendo! ¡No tienes ni idea de lo que hablas! ¡Ese es el asqueroso nombre con el que los humanos nos han bautizado! ¡Pero no saben quienes somos! ¡No saben de donde venimos ni porqué hemos venido! ¡No entienden nada!
- ¡Estabas allí! ¡Te recuerdo!
- Sí, estaba allí, al igual que el otro que acabó con la vida de tus amados padres –dijo mientras abatido se sentaba en el sillón- llegué demasiado tarde, no pude hacer nada –dijo recordando aquella noche- el “depredador” llegó antes que yo. Y tan solo pude salvarte a ti.

Kagome todavía de pie ante él, le miraba, incrédula ante lo que estaba escuchando, no podía volver a recordarlo todo. No podía rehacerlo todo otra vez, colocando a un nuevo peón en la macabra partida de aquella noche.

- Siéntate Kagome, por favor.

Inuyasha siguió la dirección de los ojos de Kagome, primero él, después el sillón para más tarde recaer sobre el puñal que todavía sujetaba con fuerza. Con una orden contundente consiguió que el cuchillo escapara de la mano de Kagome rápidamente y calló en una solitaria y oscura esquina al otro lado del salón. Ella volvió a clavar la mirada llena de odio esta vez, en él. Bien, pensó, es preferible que me odie a que me tema.

- Kagome siéntate por tu propia voluntad, no quiero tener que ordenártelo, no me obligues a ello.

Ante la amenaza de Inuyasha, Kagome claudicó aunque a regañadientes, pero era la única manera de hacerlo con un poco de dignidad.

- Gracias –dijo Inuyasha.

No volvió ha abrir la boca. Se limitaba a mirarla directamente a los ojos aunque sin expresión alguna. Kagome descubrió que ya apenas le temía, desde luego estaba claro que no quería hacerle daño, después de todo él le había salvado la vida así que no tendría sentido que quisiera matarla ahora. En cuanto llegó a esta conclusión se sintió mucho más relajada y suspiró. Aprovechó la situación para observarle más atentamente. Como había calculado la vez anterior, era extremadamente alto, tenía un cuerpo magníficamente formado que cualquier humano hubiera deseado poseer, su cabello de un azul oscuro, ahora seco, lucía espléndidamente brillante y liso, unos ojos también azules e increíblemente brillantes rallando la antinaturalidad de su persona, la nariz patricia y unos labios jugosos y bien cincelados, conformaban un rostro duro pero a la vez dulce y muy atractivo. Inuyasha le dedicó una sonrisa que mostraba unos colmillos algo más largos y puntiagudos de lo normal, pero que lo único que hacían era darle una imagen aún más arrebatadora.

- Al fin empiezas a comprender –dijo complacido- ahora cierra los ojos te mostraré algo.

Kagome siguió sus indicaciones. Dentro de su cerebro empezaron a mostrarse una serie de imágenes. Un planeta bellísimo asolado por un gran cambio climático, seres huyendo, abandonando sus hogares. Una gran nave seguida de otras más pequeñas que despegaban. El aterrizaje de esas naves en la Tierra. Seres con las mismas características de Inuyasha pero con más edad, mujeres y niños, muriendo, con el cuerpo totalmente consumido. Vio varios jóvenes trabajando en un gran laboratorio dentro de la gran nave, entre ellos Inuyasha, buscando, investigando, estudiando, todos y cada uno de los elementos de la Tierra, plantas, animales, la tierra, el agua, todo. Finalmente uno de ellos se alza con la respuesta, al fin, la salvación. Se ven obligados a alimentarse de la sangre de los seres humanos para poder sobrevivir, pero contrariamente a lo que todos piensas, esos seres no mueren, ellos solo toman lo necesario para después cerrarles las heridas con algo de su propia sangre. Su raza con el tiempo comienza a notar cambios, más fuerza, poder mental con el que pueden incluso desaparecer. Contempla como varios rebeldes comienzan a abusar de ello, toman sangre humana a diestro y siniestro, ya no les importa si la victima vive o muere. Inuyasha se rebela y lo encarcelan. Lo toman como conejillo de indias para investigar el porqué de esos nuevos poderes en ellos. Él preso de sus propios congéneres es obligado a tomar cada vez más cantidad de sangre, infringiéndole a la vez heridas que para ellos serían mortales, y que Inuyasha soporta y sana cada vez con menos problemas. Las imágenes terminaron y Kagome abrió los ojos lentamente.

- Desgraciadamente –habló con tono serio y sincero- vosotros, los humanos, tenéis en la sangre algo que para nosotros es vital, una proteína que en mi planeta estaba en el agua y que es necesaria para que vivamos. Por eso, los pocos humanos que han conseguido ser testigos de ver como nos alimentamos crearon el mito de los „vampiros“ o „chupadores de sangre“ haciendo que parezca algo deleznable y totalmente salvaje, creando historias horripilantes con las que aterrorizaban a sus propios hijos.

Kagome le escuchaba atentamente pero sin emitir ningún sonido ni palabra enjuiciatoria. Quería saberlo todo, saber con quién se hallaba y por encima de todo entender porqué, precisamente ella, estaba allí con aquel ser, qué significaba para él, porqué murieron sus padres y qué sería de ella.

- No me taches de asesino –dijo bajando la cabeza- pues no lo soy. Sé que llevo muchas vidas en mi haber y, créeme, sufro cada día por ello. Pero gracias a eso también ahora soy más fuerte. –continuó levantando la mirada y clavándola en sus ojos- Tampoco intento que creas que soy un ángel pues no es así, aunque llevo sobre mí una pesada carga, la de guiar a otros como yo para intentar que los “depredadores” no adquieran más poder del que ya tienen ya que sería el final para vosotros y para los que son como yo.

 

Re: Moradores

tanto odiais el fic q ni sikiera posteais????
hombre si kereis q lo deje no teneis mas k decirlo y lo dejo

 

Re: Moradores

ves como yo decia solo ha posteado 2 personas ahora como castigo el viernes q viene no habra conti solo en el siguient

 

Re: Moradores

nose nose melo voy a pensar
ademas tampoco dejan comentarios en mi blog

 

Re: Moradores

lo pensare solo t puedo decir eso

 

Re: Moradores

pasaros x test: que tan solitario eres??? http://foro.cemzoo.com/showthread.php?t=141927

 

Re: Moradores

gracias por pasar mi mensaje
bueno para q no digais q oy mala y todo lo q me dice alguna( ella sabe d kien hablo¬¬)por poner poca conti o no ponerla os la dejo ahora PERO ESTA ES LA ULTIMA Q PONGO EN MUCHO MUCHO TIEMPO Q QDE CLARO Q HASTA Q NO HAYA PASADO 2 SEMAS COMO MINIMO NO HABRA CONTI. ESTA YA ES LARGA X ESO

CAPITULO 5​

Kagome seguía sin decir nada. Todo se confundía en su cabeza. Era demasiada información, por otra parte increíble, para asimilarla en tan poco tiempo. Inuyasha la miraba tratando de juzgar si le había hecho más bien que mal contándole todo aquello.

- Adelante, sé que tienes muchas dudas y preguntas que hacer, trataré de responderlas a todas lo mejor que pueda.
- ¿Cual es tu nombre? Aún no me lo has dicho.
- Me llamo Inuyashaiel. Pero puedes llamarme Inuyasha, todos lo hacen.
- ¿De qué planeta eres exactamente?
- De Venus. Antes incluso de que vosotros existierais como humanos, nosotros ya disfrutábamos de una tecnología muy avanzada. Venus estaba a la par respecto a clima y condiciones de la Tierra. Pero un desgraciado accidente con un meteorito sacó a mi planeta de su órbita y la alejó del sol. Así comenzó su destrucción y nuestra huida.
- Pero yo te he visto ¿estás diciéndome que existes desde entonces? ¿Que llevas vivo millones y millones de años?
- Exactamente aunque no ha sido siempre así. La longevidad es otra de las características de alimentarse de vuestra sangre. A medida que somos más viejos y tomamos más cantidad, nuestros poderes van aumentando. Yo los míos los conseguí a un alto precio –dijo entristecido.
- ¿Qué te hicieron exactamente?
- Se dieron cuenta del gran filón que tenían entre manos. Y supe que aquello no pararía, que cada vez habría más humanos muertos abandonados por las calles. No podía ser, era poner en peligro nuestro bien llevado anonimato y me rebelé. Pero fue demasiado tarde –era como si estuviera viviéndolo todo de nuevo- muchos estaban ya contaminados por la semilla del egoísmo y la sed de poder que otros habían sembrado en sus cerebros. Me encarcelaron con el propósito de investigar hasta donde sería capaz de llegar nuestro organismo. Me herían y flagelaban de todas las formas posibles para luego alimentarme cada vez más y estudiar la reacción de mi cuerpo. Así estuve mucho tiempo, no sé exactamente cuanto, pero me costa que fue mucho. Cuando conseguí escapar y recuperarme, decidí que tenía que poner fin a aquello de alguna forma. Contacté con varios amigos que tenían el mismo propósito y comenzamos nuestra particular lucha. Desgraciadamente, somos muy pocos comparados con ellos y por más que nos esforzamos a veces ocurre que no podemos abarcarlo todo. La muerte de tus padres fue un grave error de cálculo –sus ojos se nublaron recordando aquella noche- mío. Lo siento.

Kagome no contestó. Dividida entre el dolor por la pérdida sufrida hacía tantos años y la confusión que le creaba aquel ser sentado delante suyo, su confesión y los sentimientos contradictorios que creaba en ella. Había pasado del temor, al odio para terminar en una especie de simpatía anímica aderezada con curiosidad.

- ¿Puedo verte de nuevo?
- ¿Verme? ¿A qué te refieres?
- Si puedes transformarte como –le avergonzaba mencionar el incidente del cuchillo- antes.

Del cuerpo de Inuyasha comenzó a fluir un suave resplandor para terminar en una intensa luz. Estaba poniendo su poder al límite. Sus ojos volvieron a brillar como lo habían hecho hacía unos minutos. Esta vez Kagome observó un cambio también en su rostro. Aparecieron la sombra de dos halcones, mirándose uno al otro, alzando el vuelo, justo en la zona de sus ojos. Ella le miraba extasiada. Vió como él le sonreía.

- No tengas miedo –dijo mientras dejaba su asiento y se acercaba más a ella- Soy el mismo, cambia mi aspecto pero no mi voluntad.

Alargó la mano para tocarle la mejilla. Kagome notó una calidez y una suavidad indescriptible, sintió como una especie de escalofrío placentero le recorría la espalda. Nunca antes había reaccionado así a la caricia de un hombre. Pero aquel no era un hombre, debía recordarlo. Inuyasha leyendo sus pensamientos sin dificultad, le sonrió pero su sonrisa no se reflejó en sus ojos que todavía estaban bañados por la tristeza. Ella inundada por la ternura del gesto se abandonó completamente cerrando los ojos.

- Te conozco desde siempre. He reído y llorado contigo, con tus derrotas y tus victorias. Te he visto crecer y convertirte en lo que eres, una mujer hermosa y capaz. No sé exactamente que ha pasado por mi cabeza cuando me he mostrado a ti pero no me arrepiento. Ahora me conoces, sabes quien soy y sé que ya no me temes. Termina de recuperarte del todo, tómate todo el tiempo que necesites, mi casa es tu casa.

Cuando volvió a abrirlos, Inuyasha ya no estaba. Se había marchado dejándola allí sentada, todavía con el rastro del calor de su mano en el rostro.


- Si esa reunión se lleva a cabo, debemos saber exactamente que están tramando. ¿Bankotsu, ya sabes si tú podrás asistir?
- Todavía no lo sé con seguridad, pero haré todo lo que esté en mi mano por poder hacerlo.
- Si como dices asistirán todos los cabecillas de cada país, es de suma importancia para nosotros saber de qué tratarán. Nunca antes lo han hecho, cada región se ha mantenido al margen de la otra. No sé que se trae Hakudoshi entre manos pero si lo quiere hacer a nivel mundial y lo consigue no habrá sitio en la Tierra donde podamos escondernos ¿comprendéis? Tenemos que poner todo el empeño posible en saber qué debatirán o con qué clase información negocian.

Todos los presentes en la pequeña reunión asistieron dando fé de que estaban completamente de acuerdo con lo que Inuyasha decía.

- Bien, intentaremos que todos estemos informados de lo que ocurre para pasar a la acción, hasta entonces tratemos por todos los medios de seguir como hasta ahora, pasando lo más desapercibidos posible. Podéis marchar.

El grupo comenzó a desaparecer poco a poco, cada cual marchando en la dirección que más les convenía. Cuando Inuyasha se disponía ha hacer lo propio, Bankotsu se acercó a él.

- He sabido algo más. Algo que tan sólo te concierne a ti.
- Cuéntame –contestó sabiendo que se refería a su hermana.
- La tienen recluida en la central de mando en el departamento de investigación.

El rostro de Inuyasha se vio demudado por la tristeza, impotencia y rabia, consecutivamente. Era el mismo lugar donde lo habían mantenido a él preso. Donde había sufrido terriblemente, donde nunca hubiera deseado que se encontrara nadie. Sin embargo, ahora la historia se repetía, pero esta vez de forma aún más cruel, ya que la que sufría era su hermana y él con ella.

- Tenemos que sacarla de allí –dijo Inuyasha con furia.
- Hay algo más.
- ¡Que más, vamos termina! –gritó a su amigo y automáticamente se sintió mal por ello.
- La tienen sometida a un nuevo tratamiento, sufre constantes cambios de personalidad –comentó apesadumbrado- es como si estuvieran intentando lavarle el cerebro y convirtiéndola en una autómata.

La furia de Inuyasha llegó a su punto álgido y varias piedras comenzaron a levantarse del suelo, levitando, contradiciendo así la irrompible ley de la gravedad. Un tenebroso rugido de animal herido, salió de la garganta de Inuyasha, haciendo que esas piedras estallaran cayendo convertidas en minúsculo polvo. Bankotsu se acercó a él tratando de calmarlo, poniéndole una mano en el hombro para hacerle saber que compartía su dolor.

- Sabes que haré lo posible para sacarla de allí. Te lo prometo amigo.
- Sé que lo harás –dijo Inuyasha – Y te estoy eternamente agradecido por ello.


Kagome se había quedado completamente dormida sobre el mismo sofá donde la había dejado. Era muy grato, contemplar su casa habitada por alguien más que por él mismo. Después de tantos y tantos años de soledad, ver como su pequeño refugio era habitado por Kagome, aunque sólo fuera por aquellas horas, le hacía sentir maravillosamente bien. Se acercó a ella para poder disfrutar plenamente de aquella visión. Se la veía sumergida en un sueño profundo y reparador. Su rostro no mostraba atisbo alguno de preocupación y eso le gustó. Era como una diosa abandonada en los dominios de un animal salvaje pero totalmente confiada en su fuerza y poder sobre él.
Se complació observándola a placer. Memorizando cada detalle de su cara, dibujando mentalmente cada curva de su figura y tratando de imaginar como sería poder amarla no solo con el corazón sino también con el cuerpo. Sí, la deseaba desde hacía tiempo pero era un deseo que nunca podría realizar. Algo que aún con todo su poder no podría conseguir. Un morador y una humana jamás podrían mantener relaciones sexuales, algunos ya lo habían intentado, fracasando estrepitosamente con la muerte de la mujer. Y él no podía arriesgarse a perderla, le era demasiado apreciada y... amada. Era cierto, la amaba desde la primera vez que la vio. Primero había sido un amor platónico, algo totalmente inocente, pero después cuando, pasado el tiempo, ella se convirtió en una mujer adulta, aquel amor que él sentía había crecido con ella.

- Sé que estas ahí –dijo Kagome antes de abrir los ojos para corroborarlo- puedo sentirte –continuó mientras se incorporaba.

Si hermosa era mientras dormía, ahora despierta lo era muchísimo más. Un pequeño rubor rosado en sus mejillas, producido por el descanso y la subida de temperatura de su cuerpo al despertar, le daba la apariencia de ternura y bondad que él siempre había apreciado en ella.

- ¿Qué piensas hacer conmigo ahora?
- Debes volver –dijo cobrando dolorosa conciencia de lo que aquello suponía- Debes retomar tu vida, tu trabajo, tus amistades y olvidar todo lo que has visto y lo que sabes. Olvidar que me conoces. Yo puedo hacer que no recuerdes nada.
- No, por favor –dijo ella con los ojos muy abiertos- no lo hagas, no puedo dejar que borres de un plumazo todo esto. Necesito recordarlo, necesito saber que ha ocurrido. No quiero tener un espacio en blanco en mi mente, algo que me torture continuamente haciéndome creer que he perdido la cordura.
- No lo entiendes –dijo mortalmente dolorido por dentro- no puedo dejar que te marches sabiendo todo lo que sabes. No sólo podrías ponerme en peligro a mi, sino también a todos los que están bajo mi responsabilidad, por no hablar de lo que podría pasarte a ti.
- Ahora soy yo la te que pido que confíes en mi.

Kagome volvió a maravillarse viendo como Inuyasha entraba en contacto con todo su poder, supuso que él procedería a hacerla olvidar. Quizá el tenía razón y era lo más conveniente para todos, pero en el interior de sí misma, se resistía al hecho de que él suprimiera de su cerebro, lo vivido. Cerró los ojos instintivamente, sin pensar, sintió como todo su cuerpo se relajaba, notando como si se desintegrara en pequeñas partículas que eran transportadas por el aire, para luego cobrar de nuevo la consistencia normal. Abrió los ojos. Estaba en su propia casa, repasó mentalmente todo lo sucedido. Sí, él había aceptado, había confiado en ella. Recordaba. Miró a su alrededor, todo estaba en el lugar donde ella lo dejara la noche que salió a toda prisa. Pero algo faltaba dentro de ella, un vacío en su alma, tristemente comprendió lo que lo producía, no volvería a verle nunca más.