Hugo Weiss Me acerqué con Monomi justamente cuando ella se encontraba diciendo lo que tenía para ofrecernos. No era que lo necesitara mucho, pero serviría para callar a las tonterías que dijeran los otros. Me acomodé los anteojos y me crucé de brazos, mirando a Monomi. Me adelantaría a hablar que las 2 que llegaron antes. —Elijo Happy Trigger —ordené con el ceño arrugado. Contenido oculto Medio basura el post, I know (?) Do not judge
Alethea Ethans Miré los tres fragmentos de esperanza que había en mi mano. Tomé mi decisión con bastante rapidez, cualquier ayuda era útil en ese infierno. Extendi dos de las piedras hacia la coneja. —Un Hope Life y un Hope Trigger, creo que me serán útiles... gracias, Monomi. Y tras realizar aquella suerte de compra y mirar a los dos compañeros que se habían acercado a mi posición, volví a alejarme, mirando con determinación hacia el Monte. Intenté prepararme lo mejor posible para lo que nos esperaba, aunque estaba segura que nunca me prepararía lo suficiente para aquello.
Karen Foster Antes de que pudiera decir, el médico se nos había adelantado. Ni siquiera la había sentido acercarse y vaya susto que me pegó. Luego le siguió Alethea, quien rápidamente se alejó del pequeño grupo que habíamos formado. —Yo quiero el Hope Magic, por favor —dije mientras le extendía a Monomi los únicos fragmentos que poseía.
En aquel momento Nagito llegó al Monte Monokuma; el último estudiante que faltaba. Minutos después, Monokuma hizo acto de aparición finalmente. —¡Ya están todos aquí! —exclamó el oso en cuanto llegó—. Que lástima, y yo que quería que alguien se rebelara y tuviese que obligarlo a venir por la fuerza... oh bueno, como sea, ¡entremos de una vez! El oso sacó entonces un gran botón rojo y lo oprimió. De repente, el monte entero empezó a temblar… ¿acaso se trataba de un sismo? ¿Un terremoto? Esa fue la impresión inicial pero… el suelo no se sacudía, sólo la montaña con forma de la cara de Monokuma. Y esa montaña… su boca comenzó a abrirse lentamente, y de la boca del monte comenzó a descender una larga escalera que llegó hasta los pies del monte, permitiendo el acceso a todos los estudiantes a su interior. —¡He aquí el pasaje secreto hacia el Monte Monokuma! —exclamó el oso—. ¡Vamos, la clase está a punto de comenzar! Y, sin más opción, todos subieron por la escalera hacia el interior del Monte Monokuma.