Contenido oculto: Monstruo Las cosas nunca dejaban de cambiar, eso era claro; Masuyo, Mao, Ryouma; ninguno volvería por sí solo, ninguno tenía escancia propia: Todos eran partes esenciales del mismo ser Kobayashi Tras dejar los infiernos gélidos todo cambió, tras dejar la boca del oni, de ese bakemono injusto, simplemente ya nada volvería a ser igual. Lo sentía en el aire, lo sentía en el constante hormigueo, ese mismo que me hacia cerrar los puños con determinación: Lista para golpear la cara de mi contrincante. Dejé el miedo atrás, ese miedo que temía abandonar, que sin él me iría a corromper o algo... Ahhh, pero éramos tan jodidamente espeluznante, mostrando nuestra delicada presencia, mientras los otros no podían ser capaces de imaginar los verdaderos Yokais que éramos, a menos que ellos también fueran criaturas mitológicas. No teníamos forma exacta, nunca la conseguiríamos por qué fluíamos con la corriente, los tres a nuestra manera: La piedra que soporta cualquier temperatura, la tierra que rige la productividad de las estaciones, el viento que susurra los sentimientos de los alrededores. Un verano, junto a la tejedora del destino,y la unión:Íbamos a por ese verano mejor, a pesar que sabíamos que nunca lo iríamos a disfrutar de verdad, pero no era por nosotros: era por el futuro ajeno. Humildad, misericordia,amor. Nos faltaba todo, y a la vez no nos faltaba nada; solo era cosa de que siguiéramos más y más tiempo juntos, y los Taira terminarían por no saber quién era la cabeza, quién era los pies, dónde estaban las garrar; pensar, correr, huir. Natsu, Mao,Rengo. ¿Qué importaba que acabaran con uno? Fue cosa de dos días, y nuestro instinto intuitivo nato ya nos había fusionado sin reparo; reflejándonos como un espejismo que podíamos llegar a aparentar, pero que nunca seríamos el otro. Complementarse, unificarse, sin perderse, sin despersonalizarse, recordar que éramos independientes: A pesar que parecíamos una maldita y condenada quimera: Éramos el dragón chino que tanto deseé ser. Y sonreía, con una sonrisa cínica, satisfactoria; mientras encabezaba la caminata, con mis dos cachorros asesinos a mis espaldas. Habíamos cumplido el plan de Takano a la perfección, sin siquiera estar con él. Por ese mismo motivo no soportábamos sus regaños. Solo con comentarlo, reímos todos al unísono. Diferentes, pero fusionados en una sola melodía compleja. Contenido oculto: Espíritus