Monstruo [Zero Kiryuu]

Título: Monstruo.

Categoría: Songfic. Canción: Monstruo – JPelirrojo. Hecho para la actividad Amor VS Desamor.

Pairing: Kaname Kuran x Zero Kiryuu.

Advertencias: Shonen-ai… Aunque conociéndome, creo que ya ni hace falta que lo ponga, ¿no?

----------

Entierra sus uñas en la carne, deseoso de ver la sangre roja corriendo por su cuello. Intenta desgarrar alguna arteria, arañando sin descanso, para así poder morir desangrado. Son pensamientos algo sádicos por parte de un niño de tan sólo trece años, pero pese a tener tan corta edad él ha vivido mucho.

Más de lo que hubiera tenido que vivir.

Se ha topado cara a cara con la muerte más de una vez en unas traumáticas circunstancias, y desgraciadamente no ha podido marcharse con ella como lo hicieron sus padres. Desgraciadamente su hermano si se ha ido, todo por culpa de esa mujer que pagó su resentimiento con dos infantes ajenos a toda realidad acerca de aquellas salvajes criaturas de la noche.

Ha sido convertido en un ser como ellos, sediento de sangre, un vampiro, como se conoce en la actualidad.

Un ruido y un grito de angustia hacen presencia en la escena. Zero alza la mirada, topándose con una Yuuki espantada al ver tremenda cantidad de aquel líquido escarlata a sus pies, cubriendo su nívea piel y gran parte de su camisa. Él le resta importancia, mientras sigue con su ardua tarea. Mas una mano lo detiene, como muchas otras veces, lo que hace que se frustre.

Aquellas frías amatistas se posan sobre su rostro aniñado, contraído en una mueca de preocupación. Pasa una mano por su herida, y él simplemente se deja hacer. No le apetece discutir, no le apetece hablar con nadie, así que se limita a desviar la mirada hacia el suelo y divagar entre sus recuerdos.

Te mira […] pero no te escucha.​

Él camina solo y tú no eres él. ​

El tiempo es pintura y él no encuentra su pincel. ​

​

Escucha pasos ir de aquí para allá en el piso de abajo. El director Cross parece más feliz -maniático- que de costumbre. Él mientras tanto sigue tumbado en su cama, ignorando todo el panorama feliz que asola a aquella pequeña casa, siendo él la excepción por toda la melancolía que asoma por cada poro de su piel. Se escuchan las pequeñas risas de la chica resonar entre la casa, y luego se hace el silencio por unos segundos.

Alguien entra en la habitación, y eso hace que Zero abra los ojos lentamente y se incorpore en su cama con desconfianza. Allí aparece ella sonriente, y coge su mano arrastrándole hacia el salón, pero él se zafa de su agarre con una mueca de desconfianza.

Él camina solo, siempre lo ha hecho.​

​

Ella borra su sonrisa por unos momentos, para luego volver a dibujarla en cuánto ve al apuesto muchacho que le espera en la entrada. Parece sacado de un cuento de príncipes y castillos encantados que tanto le contaba su madre cuándo era más pequeño.

Yuki corre y busca refugio en sus brazos, mientras se forma un aura familiar y apacible alrededor de ellos tres, entre charlas amenas y sin sentido sobre el director y su sueño a que algún día alguno de sus hijos se digne a llamarle “papá”.

​

Intruso entre amigos, intruso entre familia.​

​

Y mientras tanto, Zero observa atentamente a aquel hombre. Cabello castaño, ojos color chocolate y sonrisa arrebatadora para cualquier dama, junto a aquel porte de elegancia. Pero hay algo en él que le llama la atención… No parece real. Parece de otro mundo.

Clava sus orbes púrpuras en las de él, castañas y con una fina aureola escarlata rodeándolos. Su ceño se frunce instantáneamente al reconocerle, y no duda ni un segundo en lanzarse sobre él, alargando sus brazos lo máximo posible para alcanzar su cuello.

─ ¡Vampiro! ─exclama despavorido, cogiendo el mismo cuchillo que se encuentra en la mesa, dispuesto a apuñalarle en el pecho. Ambos anfitriones se escandalizan, dispuestos a detenerles antes de que cometa cualquier fechoría.

Pero con un gesto de su brazo, Kaname les detiene; para después agarrar de la cadera al muchacho que quería poner fin a su vida, a la vez mientras coge su mano con firmeza. Como si estuvieran danzando una especie de macabra coreografía. Se miran por breves segundos; la mirada de Zero refleja un profundo desprecio a los de su estirpe mientras que la de Kaname refleja una curiosidad que no ha sentido desde hace varios años.

─ ¡Zero, no! ─exclama la muchacha, mientras hace que el purasangre suelte al muchacho de cabellos color luna para ser rodeado por los delgados brazos de ella. ─ ¡Kaname no es malo, es amigo mío! ¡Él me salvó! ─La castaña intenta así justificar a su amado.

El bufido que salió de los labios del Kiryuu fue más que suficiente para expresar su descontento.
─Pero que yo quiera ser amigo de alguien como él, es otra cosa…

Él no es tu amigo y no, no quiere ser tu amigo ​

Tan sólo coordenadas, coincidencias y caminos.​

​

Otra vez controlando a aquellas locas de la clase Diurna. Es en esos momentos que Zero se siente como un domador de leones ante aquellos hombres y mujeres que venían a idolatrar a aquellos vampiros de porcelana. Sólo que sin látigo; aunque no estaría de más pedirle uno a su excéntrico padre, es lo que piensa. Pero mientras tanto, les mantiene a raya con una sola mirada, mientras maldice en dónde estará su compañera.

Ve aparecer una pequeña cabeza castaña entre toda la multitud, que se abre paso con sus pequeños brazos entre aquella marea de gente; para al fin encontrar la salida.

─Zero…─un bufido sale de sus pequeños labios, descansando sus manos sobre sus rodillas. ─He sobrevivido. ─dice orgullosamente intentando apoyarse en el cazador, quien rápidamente se aparta de ella y la mira con reprobación.

No te quiere cerca, eso ya lo ha vivido ​

¿Cómo explicártelo? ¿Cómo decirlo? ​

​

Y antes de que la muchacha pueda articular algo, es cuando ellos entran en escena. Tan elegantes como siempre y con sus modales refinados, saludando a todos sus admiradores, quienes casi caen desmayados por la emoción del momento.

Pero sólo hay uno entre todos ellos que sigue su camino, observando de pasada al de ojos amatistas con descaro y una sonrisa, logrando que hasta la misma Yuki se dé cuenta de esto. Zero se limita a alzar una ceja, aceptando el reto de miradas entre él y el pura sangre, quien se limita a seguir su camino con su séquito de vampiros -totalmente confundidos ante lo que acaba de pasar-, a sus espaldas.

Antes de que la castaña pueda formular alguna pregunta, el mayor de los Kiryuu ya ha desaparecido entre los árboles, dejando un mutismo flotando en el ambiente y una pregunta en la cabeza de todos:
¿Qué acaba de ser eso?

Pisa cada charco, se siente en su derecho ​

Siempre minoría entre la minoría.​

​

Cada tronco con el que se topa es víctima de su furia casi animal. Golpea todo lo que se encuentra a su paso, mientras nota cómo el cielo se tiñe de gris. Odia sentirse tan débil ante aquella escoria que es Kaname desde el primer día que lo vio. Y él se aprovecha, provocándole que le mate, pero sabe que el de cabellos luna no es capaz de hacerlo.

¿Respeto a su figura autoritaria? ¿Miedo a acabar con la figura más influyente en el mundo de los vampiros en este momento? ¿Culpabilidad; si al acabar con la vida de la persona amada de Yuki, por consiguiente la de la joven también se extinga? Sabe que no es nada de eso.

Y la verdad es que hubiera preferido alguna de las anteriores.

La lluvia cae, empapando todo a su paso. Se sienta bajo el tronco del único árbol que no ha caído ante su ataque. ¿Está sollozando? Quiere creer que es el cielo el que llora por él, y que esas gotas saladas que caen por sus ojos no es más que la tormenta.

La lluvia al final llega y me protege una vez más. ​

Deja que llueva, tú deja que llueva.​

Deja que heridas sanen por mucho que duela. ​

​

Escucha unos pasos, y por primera vez el miedo le paraliza. No quiere ver a la pequeña chica consolándole, aún cuando sabe que lo hace por buena voluntad, pero no quiere ser cercano a ella. No quiere llorar otra muerte más. No quiere sentir el dolor de que alguien importante muera, no otra vez.

Él ya ni sueña ni desea, él solo muere. ​

No se le nota pero vaya si le duele.​

[…] ​

Dejan que se queme y así solo se consume. ​

Siempre fuerte pero no es inmune.​

​

Su cara sigue mirando al horizonte, y nota que los pasos se detienen a su lado. Kuran. No se atreve a mirarle, no tiene fuerzas para hacerlo y tampoco rastro alguno de orgullo. Lo ha ido perdiendo poco a poco en cada provocación del vampiro, cuando no era capaz de asestarle un golpe de muerte con su Rosa Sangrienta.

Vuelve en sí y se da cuenta de que está totalmente empapado, por lo que se refugia del frío y la humedad entre su chaqueta, con la vista aún fija en el horizonte.

Y es que nadie le abraza porque nadie puede verle.​

Todos lloraríamos de poder comprenderle. ​

Él no quiere estar aquí, no entiende por qué fue creado.​

​

Nadie dice nada, y el cazador lo prefiere así. No quiere escuchar las risas de su oponente, mucho menos.

─El monstruo resultó ser quizá el más humano...─es lo que sale de sus labios. Zero sonríe, y las lágrimas vuelven a salir entremezcladas con las numerosas gotas de lluvia.

Se levanta ágilmente, como un soplo de aire. Alza el rostro, observando aquella paleta de colores grises que se extiende por el cielo, mientras emprende su marcha hacia alguna parte ante los ojos del mayor de ambos. Una rosa ensangrentada es lo que deja a su paso, como muestra de despedida.

El monstruo ya se ha ido para siempre, y con él la tormenta.