Brigid No sólo había asustado a gran parte de la comunidad; ahora también había hecho que uno rodara por las largas escaleras. Quiso ayudarlo pero al parecer su esponjosidad le amortiguo la caída, o simplemente aparentaba muy bien el estar entero después de extravagante caída, al igual que su aspecto. Zan era su nombre. Brigid lo observó sin entender demasiado, no había escuchado halagos hacia ella sobre su físico, siempre iban más enfocados a su fuerza; por lo que no supo como reaccionar. Tal vez después debería agradecerle si volvía a verlo. Sin darse cuenta avanzaba con una pequeña sonrisa en el rostro. Debían seguir su camino, y ver a que otra humana se había referido Zan; por un momento, la idea de que fuera Aura rondó en su cabeza; pero al llegar a su destino y comprobar que se trataba de otras personas la alivió. Entonces habían sido ellos con los que habían chocado. Uno de ellos habló sin presentarse; pero Fauna intercedió presentando al grupo. Ella miró a observó a Montblanc y Nono, la voz del primero le sorprendió; después miró a detalle a los presentes, uno a uno. —¿Y ustedes quiénes son?— preguntó con algo de desconfianza.
Void Tras merodear por la aldea un rato más, al final terminamos por ver todo lo que había en el pequeño sitio. Había conseguido cosas muy chulas, había que reconocer, pero ya era hora de que fuéramos a hablar con el jefe de la aldea, el tal MontBlanc. Así pues, comenzamos a ascender la base del árbol sagrado, hasta que fuimos interceptados por un curioso moguri, que pareció reconocernos. No recordaba que estuviese presente cuando enfrentamos a los Weiss, pero no había estado especialmente atento a los moguris en ese momento, así que perfectamente podía ser el caso. El problema es que era bastante pesado, del tipo de persona parlanchina que no soportaba demasiado; suficiente era ya con el dúo morfomante, con Jazz claramente a la cabeza del molestómetro. Al menos el camino no fue demasiado largo, y pronto llegamos a la casa del sabio de los moguris. Y lo cierto es que su apariencia me tomó por sorpresa, porque lucía tan joven y vivaz como cualquier otro moguri, muy al contrario de la imagen de anciano moguri encorvado y chiquito que me había hecho, con una larga barba que arrastrase por el piso. Al menos tenía el bastón, aunque no lucía como que lo necesitase para caminar. Pero sorpresa tras sorpresa, su voz sí que era como me la hubiese imaginado. Pasa que con aquel cuerpo que tenía, era un shock aún más grande. Myura también se quedó sorprendida, hasta que al fin pudo retomar el hilo de la conversación. O al menos, lo intentó, porque en el momento en que estaba por contar sobre el Claire... Permanecí en silencio inicialmente, observando a aquellos humanos que habían aparecido también de pronto. Según dijeron, venían de aquel barco volador con el que nos habíamos chocado; no me daban especialmente buena espina, con dos cara sombría y dos más que parecían armadas para la guerra. Pero al final, habían terminado dando sus nombres y pidiendo los nuestros, así que no me quedó de otra más que responder. —Eh, somos Void —me señalé a mí mismo, volviendo a usar mi "viejo" nombre—, Dientes de Sable —apunté a Myura. Lo mejor era no dar nuestros nombres reales de momento—... y Jazz y Roxy. Esos dos me daban igual, sinceramente. —Y bueno... —me retorcí ligeramente; no era demasiado fácil admitir que éramos en parte responsables por lo que había pasado, pero sabía que teníamos que seguir la conversación o no podríamos alertar a los moguris del peligro— puede que estuviésemos tratando de detener a aquel Fénix... mientras estábamos encima suyo.
~Fauna~ Mi mirada se deslizó al pequeño cuando habló. Debía rondar una edad similar a la de Calum. Sus facciones resultaban algo más duras que las de este último, pero su voz seguía siendo la de un niño. Sus ojos impares, azul y rojo. Había visto de lo primero demasiadas veces. Los ojos de Aura y el control que ejercía en otros como marionetas eran de un profundo e intenso azul. El rojo seguía siendo sangre. Siempre sangre. Void. Vacío. No podía negar que era un nombre curioso. En ese momento reparé en que no me había presentado a mí misma. Había nombrado a todos menos a mí. Pero una pregunta diferente me rondó la mente entonces. —¿Por qué intentabais detenerlo?—cuestioné—. ¿Os atacó?
Montblanc y Nono movieron sus miradas de un grupo a otro, en silencio, como si estuviesen contemplando alguna suerte de espectáculo o deporte, con intercambios constantes entre cada grupo. Ante la pregunta de Fauna, sin embargo, Myura intercedió, algo preocupada, como lo estuvo con Skye, por revelar demasiada información acerca de Claire, sabiéndola peligrosa en su forma de Fénix. —Bueno, es complicado —respondió, acariciándose la nuca—. Pero el punto es que, si el pájaro sigue vivo, es posible que ataque el árbol, Montblanc. Estamos aquí para detenerlo. —¿Atacar Baobab? —meditó Montblanc, alzando una ceja. Se le veía preocupado, sí, pero... parecía bastante tranquilo. Confiado, incluso, de la seguridad de su ciudad y sus congéneres, como si le restase importancia a la amenaza—. Interesante. Me pregunto qué hacíais encima del pájaro, de todas formas. Cómo llegasteis ahí. V-Vaya, había reflejado la conversación en su contra con una sutileza bastante escasa. —E-Eh, bueno, ¡detalles! —preguntó Myura—. Lo mismo podríamos preguntar nosotros, de todas formas. ¿Qué hacía un barco volando? —con ceño fruncido, miró a Fauna y los demás, cruzada de brazos. Ahora era ella la que reflejó el asunto hacia otros para evitar dar respuestas, ¿huh? Nono, contrariado, terminó interviniendo. —Kupopó... un barco que vuela es como muy chanchi, ¡kupó! A Nono le encantaría poder verlo, ¡Nono es mecánico empedernido, kupó! ¿Mecánico...? ¿El moguri que encontraron antes siquiera de entrar en Mogulópolis era mecánico? Él mismo podría haber ayudado al grupo de Erin, y ellos sin saberlo. Montblanc, en todo caso, se cruzó de brazos, suspiró, y dijo: —Desde luego, si el barco se ha chocado con el pájaro, pronostico que ninguno de los dos acabó en buen estado. Es un milagro siquiera que todos estéis sanos y salvos. Así que... dejadme ordenar la situación un poco. >> Vosotros —señaló en dirección a Brigid y los demás— estáis aquí porque sobrevolasteis Kholod con un barco. El barco chocó con un monstruo gigante y ambos caísteis. Sobrevivisteis y ahora venís a nosotros, los moguris, imagino que porque necesitáis ayuda médica o técnica, y no hay más remedio que acudir a nosotros, los moguris, ¿me equivoco? Vaya. Lo había clavado, la verdad. —Y vosotros —señaló a Myura— vinisteis en el pájaro, pero no porque fueseis sus amigos ni nada, sino porque vuestra intención era detenerlo, ya que pueede ser peligroso. De hecho, os habéis separado de él al caer y ahora es posible que, si sigue vivo, venga a atacar Baobab. Myura parpadeó un par de veces, y asintió con lentitud. El jefe de los moguris era bien sagaz, demasiado para ser, bueno... un moguri. Quizá por algo era el jefe. —... y por supuesto, el contexto de por qué estáis aquí no lo sabemos, ¿huh? —dijo, mirada acusadora dirigiéndose a ambos grupos. —Los humanitos son raaaaaaros —dijo Nono, alucinando con todo en general—. ¡Mira que volar encima de pájaros, kupó! ¡Yo había oído hablar de los chocobos, pero no de pájaros voladores, kupopó! —... os voy a ser sincero, a ambos grupos —terminó diciendo Montblanc, tras un rato reflexionando en silencio—. Tenemos... problemas más urgentes asolando nuestra ciudad ahora mismo, y lo último que necesitamos es que unos humanos vengan a hacernos parte de sus problemas —v-vaya, qué... seco—. Creo que sabréis bien que los humanos sois tóxicos para nosotros, según nuestras creencias... y ya es una excepción enorme que os hayamos dejado entrar en Mogulópolis. Entiendo que estéis desamparados y entiendo que no hay otro lugar al que acudir, pero ahora mismo no puedo permitirme movilizar a mis mogus para ayudaros en vuestros asuntos, sea arreglar un barco o sea buscar a un pájaro gigante. >> Con todo, no os preocupéis. Una chica que es emisaria de Áurea ha venido hace poco preguntando por ambos eventos, el barco y el pájaro. Parecía ser una especie de exploradora, o algo así. Era humana, como vosotros, pero muy agradable, debo decir... y se la veía muy capaz. Dijo que contaba con capacidades médicas para ayudar a los heridos de cualquiera de los dos puntos de accidente, y le indicamos la dirección aproximada en la que vimos caer a uno de los grupos... contáis con su ayuda, pues. Os recomiendo que la busquéis. Myura miró a los demás, como confirmando que esa chica era la misma que encontraron antes: Skye. —Ah, sí... la encontramos antes —musitó—. Pero, Montblanc... es peligroso. Esa chica se veía capaz, sí, pero no estamos hablando de un monstruo normal. Quizá pueda ayudar a los del barco volador, por eso le indicamos la dirección en la que se encontraban, pero... mandar a una sola persona en dirección al pájaro me parece muy arriesgado. Y es arriesgado no tomar medidas. Hemos venido aquí para proteger a Baobab, no para- No pudo terminar. Porque Montblanc se adelantó. —... si el pájaro es el Fénix, no tengo miedo. —¿E-Eh...? —Las leyendas moguris hablan del Fénix. Un conocimiento trasladado desde tiempos inmemoriales. El Fénix es el protector de Kholod y Baobab. No sé qué os habéis traído entre manos con él, pero nuestra tradición nos dice que esa criatura no es una amenaza ni para Baobab ni para los moguris. Así que no estoy dispuesto a tomar medidas ante algo que no es una amenaza para los míos. —P-Pero... —Myura quedó sin palabras. "¿Conocimiento trasladado desde tiempos inmemoriales?". El protector de Kholod y Baobab... sonaba todo como si alguien se hubiese encargado de transmitir esos mensajes a los moguris hace muchos, muchos años, para que tuviesen claro quién era su protectora. Para que en caso de necesitarlo, los tuviese de aliados. Maldita Claire...
Roxy ♥ El paseo por la ciudad fue bastante provechoso, y es que ni siquiera hacía falta hacer demasiado para que algún moguri acabase acercándose a ti para darte información o... guiles, directamente. Me caían super bien, pero eso no significaba que fuese a rechazar tan amable oferta, claro~ Cuestión que, tras hacer alguna que otra compra y gestión por el lugar, un moguri de pelaje algo oscuro se nos acercó de repente y empezó a hablarnos como si ya nos conociese, asunto que hubiese resultado bastante más violento si no fuese un moguri de quién estuviésemos hablando. Nos dejamos guiar por él hacia el tal Montblanc, al fin y al cabo no había nada más que pudiésemos hacer, y vaya sorpresa cuando nos encontramos con el gran líder. De grande tenía poco, pero por algún extraño motivo, el bichillo hablaba... normal. Huh, qué curioso y qué... decepcionante, al mismo tiempo. Sea como fuere, mientras Myura hablaba con él, el otro famoso grupo de humanitos apareció también para unirse a la reunión improvisada y, por supuesto, el comentario que Jazz soltó en voz baja me hizo soltar el aire por la nariz en una risa que también pretendió pasar desapercibida. Antes de que pudiese añadir algo al respecto, sin embargo, la voz de una de las presentes se alzó en dirección a nosotros y no pude evitar repasarla con la mirada con una ceja alzada, cruzándome de brazos inmediatamente después. —Áurea y bastante metiche también, por lo que veo —murmuré, sin ninguna intención de alzar la voz más de lo necesario (y menos teniendo en cuenta que la niña me iba a escuchar de todos modos, al parecer). Después vino nuestra presentación por parte del otro crío, al que también tuve que mirar con las cejas algo elevadas al notar al diferencia tan obvia que hacía entre él y su querida gatita y nosotros, acabando por simplemente rodar los ojos mientras chasqueaba la lengua y negaba un par de veces con la cabeza. Sea como fuere, todo aquel rollo de Claire seguía siéndome bastante indiferente (solo estaba ahí porque realmente no tenía nada más que hacer), así que tenía más que claro que iban a ser el niño "void" y la "diente de sable" quiénes se encargarían de toda la conversación; eso significó que simplemente me apoyé con la espalda contra una pared libre a la espera del siguiente movimiento.
~Fauna~ La joven que iba con ellos habló poco después. Insinuaba que me había metido en asuntos que no me incumbían pero no había sido algo doloso. —Mis oídos son finos—dije simplemente. Quizás no podían apreciarse por la capucha que llevaba sobre la cabeza y que ocultaba mis cuernos, pero estaban ahí. Picudas y finas entre los mechones verdosos—. Es algo común en los aúreos. El resto de la conversación trascurrió con la intervención de Nono y Montblanc. El líder moguri no parecía dispuesto a ayudarnos y lo comprendía. Si el vacío de los humanos era tóxico para los moguris, Montblanc estaba arriesgando a su gente solo por tenernos allí. Pero necesitábamos esa ayuda. El Starlight no volaría de nuevo sin las reparaciones pertinentes. Y ellos, los otros humanos... parecían necesitar refuerzos con el Fénix para evitar que Baobab corriese peligro. Dirigí mi mirada al árbol y a mi mente acudió repentinamente la imagen de Yggdrasil, el árbol sagrado de Elérea cuando fue dañado en su base. Era... físicamente doloroso. Los moguris dependían de él. Habían construido su ciudad y su vida en torno a sus raíces. No podíamos permitir que lo dañasen. Mientras me perdía en esos pensamientos capté algo más. Algo que sí logró apelar a mis emociones entumecidas. Algo que funcionó como una especie de catalizador. Las palabras de Montblanc y de aquella chica en torno a una emisaria aúrea. Yo sabía que eso no podía ser. Aúrea estaba en esos momentos sufriendo la perdida de su Gobernadora y la destrucción de Theia, no tendrían el material humano ni las fuerzas necesarias para enviar a nadie en busca de ningún barco ni ningún Fénix. Tratar a los heridos y honrar a los difuntos requería tiempo. ¿Maya? ¿Podía ser Maya? No era una emisaria como tal pero quizás se había presentado así. Y si tenía a sus monstruos y su capacidad para domarlos, bien podría considerar que también contaba con habilidades sanadoras gracias a ellos. >>Quizá pueda ayudar a los del barco volador, por eso le indicamos la dirección en la que se encontraban...<< Una sensación extraña, un presentimiento catastrofista, trepó por mi columna sin que pudiera detenerlo. Lo sentí aferrarse en mi pecho y presionar con la suficientemente fuerza como para robarme todo el calor del cuerpo. —¿Cómo era esa chica?
Kein —Eso es una ciudad... ¿sobre un árbol? Tras un camino lleno de incidentes, ambos, Tiger y yo, logramos acceder hacia una suerte de civilización a los pies del árbol sagrado. El cansancio empezaba a pesar sobre nuestros hombros, y el olor comenzaba a ser prominente. Teníamos la ropa y el cabello manchados de baba y lodo, pero el alivio de haber encontrado otras formas de vida fue suficiente para centrarnos en lo que teníamos delante. Observé con interés a las criaturas que rondaban aquí y allá con energía. Eran pequeñas y peludas, y gritaban algo en su idioma con vocecillas agudas que podían escucharse allí, desde la entrada. Unos guardias detuvieron nuestro paso, pero tan solo bastó preguntar por el resto del grupo, afirmarles que veníamos con ellos, para que nos dejasen continuar nuestro camino. Alcé la mirada hacia arriba. La cima era prácticamente inalcanzable. Así que ya estaban allí, ¿eh? >>Podríamos explorar un poco mientras los buscamos —Le comenté a mi acompañante, intercambiando miradas entre los pequeños hogares y sus habitantes. ¿¡Eso eran unos puestos diminutos!?—. Sé que corre prisa y todo eso, pero cinco minutos no matan a nadie, ¿verdad? Antes de que Tiger pudiese negarse, yo ya me había adelantado. Contenido oculto: Intento de compra- Compro un gorro mogumago y unas mogugarras, y las gigantizo: - Armadura base: Gorro mogumago - Objeto de efecto: Pluma de Chocobo -Objeto adicional: Lana gruesa - Arma base: Mogugarras - Objeto de potenciación: Aire antártico - Objeto efecto: Polvo somnífero -Objeto adicional: Nodo magitek
—¡C-Chavalín, espera! Kein compró alguna que otra cosa y habló con los moguris de la zona, haciendo negocios, y Tiger trató de alcanzarle en el proceso. No fue hasta que este estuvo con Kein cuando el chico se dio cuenta de un detalle que él observó. —... nos miran raro, chaval, ¿te has dado cuenta? Más de lo normal por ser humanos, digo. Empezaron a moverse de nuevo; los guardias le dijeron que los otros "humanitos" estaban con "Montblanc", "allí arriba arriboso", así que les tocaba subir escaleras, claro. Pero desde que Tiger lo dijo, Kein ahora se daba cuenta también: todos los moguris les miraban con caras raras mientras andaban. Kein sintió entonces cómo algo le caía en el pelo, y al quitárselo, vio que le estaban cayendo... ¿pétalos? Miró hacia arriba, y, desde un nivel superior, un par de moguris se escondieron para no ser vistos. Luego, Tiger palpó su nuca y tiró de algo, sorprendido al ver qué era. —¿H-Huh? ¿Qué es esto? —lo olió de cerca; era un palito alargado...—. ¡Es incienso! ¡Me han colgado puto incienso! Se giró, y vio entonces cómo un moguri les seguía... con una vela aromática encendida. Al ver a Tiger, se escondió rápidamente. ... ¿e-estaban todos los mogus intentando camuflar su olor discretamente? ¿Tanto era? —¡¡Muy bien, bichos peludos, sí, olemos mal por culpa de unos molbol asquerosos!! ¡Dadnos la opción de pegarnos un maldito baño e igual no olemos tan mal! ¿¡O queréis que tito Tiger os abrace!? Tiger se puso tan agresivo que los moguris, asustados ante su letal amenaza de propinarles pestosos abrazos, corretearon por todas partes. Antes de que se diesen cuenta, él y Kein habían sido rodeados y arrastrados, casi a empujones, por decenas de bichos peludos. ... unos diez minutos después de meterse en barriles con agua cargada hasta arriba de aromas naturales y calentada por el efecto de magia de fuego, Kein y Tiger estaban limpios y sus ropas, secas y perfectas. C-Cuando se trataba de conservar su sentido del olfato, los moguris eran colaborativos, desde luego. Sacudiéndose el pelo y respirando con tranquilidad, Tiger se reunió con Kein a la salida del improvisado baño, descamisado y con una toalla sobre los hombros. —¡Jo, jo, jo! Nunca pensé que mi cara de pocos amigos tendría tan buen efecto con los moguris. ¿Crees que debería ponerme igual para pedirles una comida gourmet? Igual cuela y todo. Con un dedo meñique se hurgó la oreja ligeramente, distraído, y suspiró. Fue solo entonces cuando cayó en algo. —¡Ostras! ¡¡Que nosotros teníamos que reunirnos con los demás!! ¡El pájaro y todo eso, Kein, venga, muévete! ... se acabaron las vacaciones pagadas, ¿eh? Fue bonito mientras duró. Aunque durase diez minutos. Resultados de gigantización: - Gorro de mogumago (+5 Defensa mágica, hace inmune a Freno. Si se tiene el set Mogumago completo, sube la defensa mágica del usuario en un 10%) - Mogugarras (0 Daño físico, elemento frío, golpea dos veces. Lanza un dado de 10 caras, si sale 1, causa sueño al objetivo. Otorga un bonus de 5% poder mágico)
Contenido oculto Nada que ver con el post, pero matizo algo: los efectos base de tener el set completo de las armaduras moguris son los siguientes: - Mogumago: +5% defensa mágica. - Caballero mogu: +5% defensa física. - Mogumercante: resistencia a fuego y a frío. Como Jazz y Kein han podido comprobar, se puede mejorar ese efecto final con la gigantización; pero hay una matización importante que hacer. Y es que si tenéis las cuatro piezas de mogumago, por ejemplo, pero solo una tiene boosteado el efecto final, el bonus por tener el set completo bajará un poco. Ejemplo, imaginad que Kein compra ahora las otras piezas mogumago pero todas quedan con el bonus base de +5% defensa mágica con set completo. Tendría: - Gorro: +10% bonus. - Traje: +5% bonus. - Zapatos: +5% bonus. - Pantalones: +5% bonus. Naturalmente, no tendría sentido que solo por tener una parte de la armadura boosteada, el efecto del set completo se quede en 10%, ¿no? Por eso, si se da esta situación, el efecto se verá mermado ligeramente. En ese escenario, por ejemplo, al final Kein tendría un 7% de boost. Con el set mogumercante pasará que, si bien las resistencias seguirán estando, serán con menos multiplicador. Esto es, si Jazz tiene una pieza que protege contra fuego, frío, rayo y agua y otras tres que protegen contra fuego y frío solamente, al final quedará con estas resistencias: Fuego x0,5 Frío x0,5 Rayo x0,8 Agua x0,8 Espero que quede claro, lo aviso solo por si alguien quiere llegar a tener este bonus, para que no os penséis que solo con una pieza valdría para subir el efecto del set (? Fauna no tardó en preguntar por la famosa chica que antes pasó por allí, y que fue enviada por Myura y los demás en dirección al barco, supuestamente. Aunque ella parecía tener una especie de mal presentimiento, nadie allí parecía especialmente alarmado. Sin embargo, la historia de "emisaria de Áurea" sí que sonaba rara... Nono habló entonces, de repente. —¡Ella era muy buena, kupó! ¡Era como... con dos ojos, y pelo, y una boca, y una nariz! ¡Kupopó! ... muy descriptivo. —Su nombre era Skye, si mal no recuerdo —dijo Montblanc, reflexivo—. Así se presentó ante nosotros. Fue muy amable. Era como- Cuando iba a describirla, Montblanc se distrajo, porque dos personas ascendían en ese momento las escaleras: un chaval joven y rubio, delgado y pequeño en comparación con su acompañante, y... un hombre grande, de aspecto hosco, musculado y de gruesos brazos. El segundo, no obstante, estaba jadeando profundamente. —¿Más humanos? —Montblanc negó con la cabeza—. Este día está siendo surrealista... —Huf... puf... llegamos —jadeó Tiger, poniendo una mano en el hombro de Kein. Luego alzó la cabeza, y sonrió—. ¡Ah! Aquí estáis. Joder, ¡sí que ha costado subir aquí arriba! ¿No había un sitio más bajito para poner la casa esta? Myura sonrió al verlos llegar, reconociéndolos. Pero no solo ella los reconoció... al menos a uno de los dos. —Ah, ¡estáis vivos, ambos! Qué alegría... Sí, no conocían de nada al hombre grande, pero, ¿el otro chico? ¿Kein...? Vaya si lo conocían. A Erin le sonaba vagamente, quizá, de aquella vez cuando coincidieron con Aidan y Darek en el pasadizo secreto al Palacio del Emperador. El niño se fue con Wedge en su momento, cuando ellos decidieron quedarse con Zael. Y Rigel, ¡claro que conocía a Kein! Habían vivido un buen puñado de cosas juntos, y se separaron tiempo ha. Quién iba a decirles que se reencontrarían allí, ¿eh? Montblanc, en ese momento, escaneó la situación rápidamente, y adivinó, sagaz: —Veo que miembros de los dos grupos conocen a este chico. ¿Hemos encontrado al eslabón que une las cadenas, acaso? —dijo, con cierto tono sarcástico, quizá hasta con hartazgo. Tiger miró a Kein entonces, alzando una ceja. —¿Conoces a esos tipos? Vaya... si cuando digo que te metes en todo, chaval, es por algo... Y, ahora sí, los ocho estáis juntos (omg). Os dejo un tiempito para que Kein entre en escena, y ya seguimos con la misteriosa y enigmática Skye, un personaje del que jamás hemos oído hablar.
Kein ¡Este sitio era la bomba, tío! Aquellas criaturas peludas tenían de todo; armas, ropa, objetos raros... Cuando adquirí uno de sus gorros, sin embargo, me di cuenta de que... todo aquello era tamaño único. Tamaño miniatura. Iba a reclamarles cuando otra de aquellos bichejos, tapándose la nariz al acercarse, me indicó otro puesto donde supuestamente podía hacerlos de mi tamaño. Alcé el pulgar en señal de agradecimiento y me dirigí hacia allí, con Tiger siguiendo a duras penas mis pasos. Cuando volvimos a reunirnos fue cuando noté que no solo esa criatura se había comportado raro, si no todas a nuestro alrededor. Nos estaban lanzando... velas y flores aromáticas, suponía que para lidiar con el olor. Tiger reaccionó de mala gana, asustando a las criaturas, y cuando quisimos darnos cuenta estábamos siendo empujados hacia una suerte de baños con aromas raros. A Chocobo regalado no le mires el pico, suponía. *** Me olisqueé la ropa mientras ascendíamos por las escaleras, arrugando los gestos. No, no me acostumbraba a ese aroma. —Ya queda poco, grandullón —Volví el rostro hacia el hombre, quien varios peldaños atrás luchaba por recuperar el aliento. Solté una risa breve—. Si hemos conseguido un baño conseguiremos una cama. Aunque sea en miniatura. Para mi sorpresa, al volver la vista al frente, nos encontramos con un panorama... difícil de explicar. La morfomante nos saludó con alivio, junto al resto del grupo, pero no estaban solos. Otros humanos se encontraban allí, junto a otras dos bolas de pelo. Reconocí sorprendentemente a dos de ellos, sobre todo a Rigel, con quien había compartido caminos hacía bastante rato. La otra era aquella mujer soldado; la recordaba de vista. —No esperaba encontrarte aquí, Rigel —le saludé, y busqué con la mirada a sus dos ayudantes, los gemelos que estuvieron con Boko y conmigo en su momento. Pero no parecían estar por allí—. ¿Quiénes son las personas que te acompañan? Me llevé una mano a la nuca cuando Tiger intercedió, y el bichito de voz grave clavó su mirada en mí, poniéndome en el foco de la situación. Aproveché ese instante para reparar en la mujer gigante y la chica de la capucha. Eran las únicas que no conocía de nada. Parpadeé, intercambiando miradas entre los presentes. >>¿...De qué me perdí?
Erin Elroy Bueno, eso sin duda era nuevo, ¿no? Entre el moguri que había chocado con Brigid antes de bañarla en halagos, las escaleras sin fin, el grupo que venía en el pájaro (fénix) con el que habíamos chocado y estaba profetizado en Mogulópolis, el hecho de que Montblanc hablaba demasiado como una persona como venir en tamaño moguri estándar y todo lo que me faltaba por nombrar esto se había puesto espeso. Eso sin mencionar que Fauna había soltado nuestros nombres sin venir a cuento, viendo que partía de un comentario que había sido inaudible para el resto. Suspiré con pesadez, crucé los brazos sobre el pecho y escuché el resto del embrollo. Importaba poco que estuviésemos todos aquí, porque la cosa se reducía a que Montblanc no pretendía ni buscar al fénix que tenía a esta gente tan alarmada ni ayudarnos con la reparación del Starlight. Quizás la cosa hubiese sido más ágil de saber que Nono era mecánico desde antes, pero ya era muy tarde para pensar en eso. Fauna preguntó por la chica, como si tuviese un presentimiento que ninguno de los demás alcanzamos; Nono dijo que era muy buena y Montblanc nos dio su nombre. Estaba poniéndole atención al líder de los moguri cuando otras personas aparecieron y abrí bastante los ojos cuando reconocí al niño que había encontrado en el pasadizo de Elérea. —Kein —dije por lo bajo cuando logré recordar su nombre. La cantidad de situaciones que estaban confluyendo aquí en la ciudad de los moguri era un poco alarmante ya, en otras circunstancias me habría detenido a preguntarle más cosas al resto, pero teníamos un barco caído, un fénix perdido y una chica misteriosa entre manos, así que busqué resumirle al chico la situación en sus partes esenciales, al menos al por qué había tanta gente aquí. —Veníamos en el barco contra el que chocó el pájaro. —Era un poco escueto, pero servía. Dicho eso miré al líder de los moguris—. ¿Qué decía sobre Skye, Montblanc?
El grupo siguió hablando entonces, con la aparición de Kein y Tiger suponiendo un pequeño giro en la situación. Kein vino en el pájaro, junto a Jazz y los demás, pero conocía bien a Rigel y había coincidido con Erin. Salvo a Brigid y a Fauna, el chico conocía a todos los presentes... pero Montblanc fue un poco ingenuo al pensar que era el "eslabón" que unía las cadenas. No, el eslabón era otra persona, aparentemente. Kein solo era un punto común, pero no iba a conseguir unirles, desde luego. —Ah, sí —suspiró Montblanc—. La chica, Skye. ¿Cómo era, hm? Pues... una chica menuda, ni muy alta ni muy baja, pero muy delgada, eso sí. Vestía elegante, de blanco y con tonos negros. Su cabello era anaranjado, recogido en una trenza larga y sus ojos eran de un vivaz color azul. —¡Azulito, kupó! —gritó Nono, alegre. —Portaba un estoque, también —recordó Myura, reflexiva—. Y, no sé. Era como muy... perfecta. Muy recta, muy sonriente, muy elegante, muy todo. Perfecta. Trenza larga, cabellos anaranjado, ojos azules, vestimenta blanca. ¿E-Era posible? ¿Podía ser que fuese...? Montblanc, en ese momento, agachó las orejas, mirando al grupo de Fauna con ceño fruncido. —¿Pasa algo? Estáis pálidos...
Rigel Betelgeuse Tras el tiempo necesario para todas las compras y poder ayudar a los Moguris con los Weis que había en la mogusenda, nos reunimos para comenzar a escalar por el árbol hasta el hogar de Montblanc. El camino fue tedioso, pero no hubo muchos inconvenientes más allá de un espontáneo Moguri chocando contra Brigid. Ugh, siendo esta tan grande, podía haber sido peligroso para el Moguri, debía andar con más cuidado... pero afortunadamente nada ocurrió, que ya es bastante, teniendo en cuenta la altura a la que nos encontrábamos. No era este un buen sitio para andarse con vértigos. Al entrar en la sala donde nos recibiría el líder de los Moguris, fuimos sorprendidos por la presencia de varias personas más. ¿Qué demonios hacían aquí? Lo primero que escuchamos cuando irrumpimos en la sala fue que ellos venían a lomos del pájaro gigante que había causado el accidente. Mi ceño se frunció desde el primer minuto, al escuchar aquello. ¿Se puede saber qué hacía un niño chico montando en monstruos gigantes como si fuese una atracción de feria? Sus padres debían ser unos verdaderos inconscientes, y sus compañeros, además de algo maleducados cuchicheando en la sala, también unos irresponsables. Tsk, no teníamos ni las ganas ni el tiempo de ponernos a discutir con ellos acerca de lo que hubiese pasado, bastante atrasados íbamos ya por su culpa. Brigid preguntó, con desconfianza, quiénes eran, y la respuesta fue decepcionante. Esperaba quizás que nos contasen, más allá de sus nombres, cómo habían acabado ahí, pero no era el caso. Fauna nos presentó a los demás, cosa que realmente me daba igual; que supiesen de nosotros era irrelevante mientras que no siguiesen molestándonos más. De hecho, incluso podrían sernos de ayuda si contribuían a reparar el barco (salvando al niño, que casi prefería que se quedase a jugar con los Moguris). Ambos grupos intercambiamos palabras con Montblanc, sobre por qué necesitábamos ayuda de los Moguris. Pero Montblanc no parecía estar muy dispuesto a colaborar. —Señor Montblanc, disculpe mi intervención. No sé qué se traen estas personas entre manos con el pájaro, pero nosotros nos encontramos en una verdadera urgencia. Estamos en medio de una misión, y por culpa de ese monstruo nos encontramos aquí atrapados, sin manera de regresar a nuestro objetivo. Entiendo que los Moguris tengan también ocupaciones entre manos, pero se trata de una cuestión vital. >>Por favor, necesitamos la ayuda de su pueblo. No queremos importunarles, si es necesario podemos encargarnos de sus problemas para agilizar las reparaciones, pero necesitamos mano de obra a la mayor brevedad. Intervine. Montblanc negaba con la cabeza, con la única solución de buscar a una chica, que a saber de dónde habría salido, para que nos ayudase. ¡Cómo si con ella sola pudiéramos arreglar todo un barco volador, tsk! Mientras seguían conversando sobre la chica, llamada Skye, alguien más irrumpió en la sala. Y me sorprendí al escuchar mi nombre. —¿¡Kein!? ¡¿Qué haces tú aquí?! —respondí con asombro. Parecía conocer al otro grupo, ¿también vino él en el pájaro volador? Escucharlo hablar me resultaba demasiado extraño: de algún modo había perfeccionado su magia y su capacidad de lenguaje. Una idea se me pasó por la mente entonces. Kein tenía capacidades mágicas asombrosas, recordaba cómo aprendía las técnicas de los monstruos que enfrentábamos. Tal vez en este tiempo hubiese desarrollado más y mejor sus capacidades, y tenerlo como aliado para ayudar con las reparaciones sería asombroso. Me acerqué a saludarle, mientras seguían hablando de la chica, Skye. Pero cuando comenzaron a describirla, rápidamente me giré. Pelo naranja, una trenza, estoque, ojos azules profundos. "Perfecta". Busqué la mirada de Fauna, Erin y Brigid. Las tres hicieron lo mismo. Las tres... tenían ese brillo de miedo, de incertidumbre. —Es... demasiada coincidencia —rompí el silencio—. Solo quedan dos profetas vivos, y el único conocido es Claire, la profeta de Kholod. >>No puede ser casualidad. ¡¿Cómo ha llegado tan pronto?! —rugí, con clara impotencia—. Decidme que vosotras no pensáis lo mismo... Decidme que solo estoy volviéndome paranoico con todo esto... Busqué con la mirada a Brigid. Ella siempre se mostraba serena, mientras que yo, ahora mismo, no podía controlar la mezcla de miedo y furia que sentía. Si alguien tenía capacidad de razonar con claridad sería ella.
Jackson "Jazz" Bullseye Ya estaba distrayéndome con las mini decoraciones de la rata cuando una voz ligeramente aniñada sonó desde mi costado. Volteé el rostro y di con la cría que acababa de llegar junto a los demás, quien me estaba mirando directamente. Lucía inexpresiva a cagar. Arrugué el ceño, confundido. ¿Me había oído? Bueno, daba igual. Deslicé la vista de ella a la gigante y la sombra de una sonrisa estiró mis labios en lo que regresaba mi atención a las paredes. ¿Que ellas no eran eleanas? Mira tú, no lo había notado. A mitad del movimiento oí el comentario que hizo Roxy y solté una risa nasal. El resto de la cuestión me importó de poco a nada. La gigante preguntó nuestros nombres, el enano le puso un apodo bastante poco agraciado a la gatita y me sonreí, regresando junto a ellos. Pobre criatura, ni siquiera se enteraba que a mí también me estaba protegiendo sin darse cuenta. De saberlo probablemente se moría o algo. Le dejé caer una mano encima de la cabeza y le revolví el cabello anaranjado, inclinándome para detallar sus facciones. No lo había hecho hasta el momento, desde que había perdido la máscara. —Más respeto a tus mayores, enano —murmuré, entre divertido e indiferente. Lamentablemente, la casa del moguri era aún más aburrida que toda esta... situación, así que iba a tener que fabricarme el entretenimiento. El tal Montblanc intervino, la conversación se puso seria y suspiré, retirándome hacia la pared sobre la cual se había apoyado Roxy. Me quedé observándolos desde allí, en silencio. Conque el fénix era sagrado, qué bonito. Estábamos pretendiendo derrotar a una Profeta, ¿no? Nadie había dicho que sería fácil. De por sí, ¿qué eran los moguris? ¿Corrían algún peligro frente a la magia de Claire? No tenía idea, mira que me pondría a intentar convencerlo. Luego aparecieron Kein y el grandulón y alcé las cejas. Si no venían los moguris con cerveza iba a decepcionarme mucho, que esto ya parecía una fiesta. Los eleanos abrieron la boca por fin y me sorprendieron cero; el tío, al menos. Lo repasé de arriba abajo mientras se pronunciaba con tanta diligencia, tanta seriedad, y básicamente anteponía sus prioridades a las nuestras porque... porque sí. Una risa vibró en mi pecho y me repasé los dientes con la lengua. —Como siempre, creyéndose los reyes del mundo —acoté por lo bajo, y clavé mi mirada en Fauna a la distancia con las cejas alzadas; divertido, exclamé—: Ah, ¿eso también lo oíste? En cualquier caso, la descripción de la tal Skye los puso como si el cielo se hubiera abierto sobre sus cabezas. Suspiré, cambiando el peso entre mis pies, y crucé los brazos bajo el pecho, con la espalda aún recostada en la pared. Suponía que el enano le seguiría el juego a la gatita, considerando que vivía por y para ella, y al angelito con su guardaespaldas personal no los conocía casi nada. Eso me dejaba con pocos aliados a la mano. —¿Abrimos apuestas? —murmuré, junto a Roxy, y me sonreí—. ¿Cuánto a que acabamos metidos en el lío del barco de estos caras tristes?
Roxy ♥ La cría esta se excusó diciendo que tenía el oído fino, pero hasta donde yo sabía, el poder escuchar una conversación ajena no implicaba que tuvieses permiso de inmiscuirte en ella. Pero, eh, ni idea, a lo mejor todos los áureos eran igual de cotillas, qué sabía yo. Tampoco tenía interés en darle demasiada bola al asunto, sinceramente, y fue por ello que acabé alejándome de todo el centro dramático en cuanto tuve la oportunidad de hacerlo. Por si éramos pocos, en mitad de la reunión también apareció el rubito con el hombretón gigante, terminando por crear una estampa de los más pintoresca en la puerta del pobre Montblanc; Tilkin se lo hubiese pasado de puta madre aquí, eso seguro. Yo no tanto, la verdad, entre la señorita oídos finos y el señor "nosotros somos los verdaderamente importantes"; al menos las otras dos pasaban más desapercibidas, que apenas habían abierto la boca. Me mantuve en mi posición en todo momento, sin llegar a inmutarme demasiado por nada, y es que honestamente ni siquiera entendía a qué venía la reacción de los otros al hablar de la tal Skye o lo que sea; ni que hubiesen oído hablar de un fantasma, oye. Cuestión que lo único que logró sacarme una reacción fue notar que Jazz acortaba las distancias para hacerme compañía en aquella pared tan cómoda, haciendo que le dedicase una sonrisilla divertida a modo de saludo en cuando pude dar con sus ojos. —Huh —dejé escapar tras escuchar las palabras del muchacho, pasando a repasar al pintoresco grupo con la mirada antes de volver a centrarme en él—. Mierda, tienes razón... —murmuré, e inmediatamente después solté un suspiro pesado mientras dejaba caer la cabeza sobre el hombro del asesino—. Y yo que pensaba que librarse del angelito iba a ser pan comido y que pasaríamos esta noche en una posada con camas de tamaño normal...
—¿P-Profetas? —dijo Tiger entonces, mirando a Rigel con cejas alzadas. De reojo, miró a Kein, tragó saliva y luego buscó la mirada de Evan y los demás. Myura se encogió de hombros, algo tensa, al notar la mirada de Tiger. Profetas. Siempre Profetas. Myura desvió entonces la mirada hacia Jazz, aparentemente con el oído igual de fino que la áurea. No en vano era un gato, al fin y al cabo. Al menos en parte. Se acercó a ellos, brazos cruzados, y murmuró para Roxy y el asesino: —No os quejéis mucho tampoco... os recuerdo que esta gente tiene un barco volador, y estamos en un continente tropical rodeado de moguris y perdido donde Ilumbra perdió la chancla. Yo preferiría ayudar y caerle bien a estos tipos para que me lleven en su barco volador recién arreglado y de forma gratuita, antes que depender de un barquito tamaño moguri y por el que seguramente me quieran cobrar tropecientos guiles para salir de aquí, ¿vosotros no? —se aclaró luego la voz, y se acercó al grupo de nuevo, alzando el tono para ser escuchada por todos—. Calma, un momento. ¿Entiendo que conocéis a esa tal Skye, acaso? ¿Qué... tiene que ver con los Profetas? —Eso —dijo Tiger, apretando el puño, algo emocionado—. Desembuchad, vosotros tres, ¿qué sabéis de los Profetas? —Orden, por favor —sentenció Montblanc, manitas alzadas a ambos lados—. Vamos a calmarnos. ¿Qué es exactamente lo que sucede con Skye? Vuestra reacción me hace creer que la descripción física de esta encaja con alguien a quien conocéis. Alguien que no es muy agradable, precisamente. —Hm —Tiger se cruzó de brazos—. ¿Es ella... esa Skye... una Profeta, acaso? —adivinó, temiendo lo peor. Myura tragó saliva. —¿L-Lo es? Pero no puede ser. Los Profetas se supone que son... Claire, el tipo de Shinryu, la Sacerdotisa de Áurea, esa tal Aura que mencionó la primera, y... —miró a Kein, y se aclaró a voz, tratando de omitir el dato final—. En fin, que ninguna se llama "Skye"... ¿no? Es verdad, Claire habló de la quinta Profeta en la batalla que tuvieron con Evan y los demás. ¿No era precisamente la Profeta de Edén? ¿Cómo fue lo que Claire dijo...? "Aura, la Profeta de este árbol, ha... debido intentar abrirse paso a la fuerza hacia el Cielo, a través de su propio árbol. Es en vano si se carecen de los ingredientes necesarios, sin embargo". Aura, Claire, Kein, y los Profetas en Shinryu y en Áurea, esos eran todos. Cinco Profetas en total, ¿no? Uno por árbol. Ni rastro de ninguna "Skye". —Toda esta historia de "Profetas" suena confusa para mí —musitó Montblanc—. Pero veo que todos aquí parecéis francamente puestos en el tema. Luce como algo importante. De nuevo, sin embargo, es algo que no atañe a los moguris, ¿verdad que no? ... Montblanc no daba cuartel, desde luego: tenía más que claras sus prioridades. Pero ahora, el grupo de Fauna, Rigel, Erin y Brigid tenían un problema muy grande entre manos. la que se presentó a los demás como "Skye" encajaba punto a punto en la descripción de Aura. Y estaba claro que ella podría seguirles, pero... ¿por qué lo haría? ¿Qué ganaba persiguiéndoles, intentando acabar con ellos? No, el objetivo de Aura era conseguir el control sobre todos y cada uno de los árboles sagrados, absorber a todos los Profetas. No perdería el tiempo torturándoles y persiguiéndoles si aún faltaban Profetas que absorber. Rigel dio en el clavo: quedaban dos Profetas que encontrar... Claire, y otro más al que no conocían. ¿Significaba eso que uno de los dos estaba allí, y Aura fue tras él? Por su parte, Myura y los demás eran plenamente conscientes de que Claire y Kein eran los dos Profetas que faltaban, y la primera estaba al borde de la muerte y fuera de sí, siendo precisamente el pájaro gigante con el que chocaron. Pero desconocían el peligro y las intenciones que suponía Aura, y desconocían que Skye era, probablemente, una Profeta en sí misma. Ya lo hablaron, de hecho, cuando pelearon con Claire previamente: si ella muere, su conexión con Baobab morirá también, salvo que otro Profeta la absorba. La idea era que lo hiciese Kein, pero si había un tercer Profeta allí y se adelantaba... Por supuesto, hasta ese momento, ellos no tenían ni idea de lo que sucedió en el norte de Ilumbra, como los demás no tenían ni idea de lo que sucedió en el sur. Y por eso, Tiger fue el que dio un paso adelante, decidido a poner las cartas sobre la mesa. Apretó el puño, y dijo, dirigiéndose a Brigid y compañía: —... sabemos bastante de los Profetas, como habréis notado. Y se ve que vosotros cuatro también. Pero el concepto en sí de Profeta no es algo que todo el mundo conozca, así que, si sabéis algo... es que estáis envueltos de una u otra forma en el asunto, como estamos nosotros. —¡T-Tiger! —dijo Myura, aún desconfiada. Pero Tiger alzó una mano para detenerla, impidiendo que le interrumpiese. El hombre luego ofreció la mano al grupo de Rigel, serio y severo en su expresión. —Os propongo un trato, pues. Contadnos todo, por favor. Todo lo que sepáis de los Profetas, y todo lo que os preocupa de esa tal Skye. Si lo hacéis, os contaremos lo que sabemos nosotros —miró hacia atrás, buscando la mirada de Myura, Roxy, Evan y Jazz—. Se acabó la desconfianza. No os conocemos de nada, ni nosotros a vosotros, pero si hemos chocado en el aire y somos la razón de que el otro grupo caiga en este sitio, yo digo que lo menos que podemos hacer es unir fuerzas para salir de aquí... sanos y salvos. ¿No os parece? S-Sí... si verdaderamente Skye era Aura, tenían que actuar, y rápido. Y necesitaban información, saber dónde estaba, y qué pretendía. Tal vez... no quedaba más remedio que aceptar el trato. Necesito que alguien del grupo de Fauna and co. cuente quién es Aura y resuma brevemente qué ha hecho a los demás para poder proseguir la trama. Igualmente, luego el grupo de Jazz deberá hablar sobre Claire, pero si sentís que es forzado o algo, ya lo hago yo con los NPCs de vuestro grupo. No tenéis necesidad de revelar nada sobre Kein, como no tenéis necesidad de contar más detalles más allá de "Aura = Profeta = Skye = quiere absorber a más Profetas" y "Claire = Profeta = pájaro = tirada en alguna parte de Kholod". Yo ya hago el resto (?)
~Fauna~ Skye. No, no podía ser. Realmente deseaba que no lo fuese. Flora, Cid, Calum, Biggs y Wedge aún seguían en el barco. Si Aura parecía imparable antes, ahora que tenía el poder de tres profetas tras absorber a Alma no quería ni pensar de lo que sería capaz. La sensación no me abandonó del todo, sin embargo. Y mientras esto sucedía terceras personas alcanzaron el final de las escaleras. Un hombre de fornido aspecto y un joven de ojos azules. Lo miré durante unos segundos, en silencio. Había visto esos ojos tan azules antes. Aura y Alma los tenían. De la misma intensidad y tono. Parecían conocer a Rigel, incluso lo saludó. Seguí su breve encuentro hasta que Erin intercedió por todos y pidió continuar la conversación en torno a Skye. En cuanto esto sucedió el presentimiento catastrofista dejó de serlo para convertirse en una sensación de angustia y absoluta desesperación. Aura. Siempre Aura. Flashes repentinos cruzaron nuevamente frente a mis ojos como sucedía con mis visiones. Aster y Calum con los ojos azules, enfrentándonos. Hendrick. Alma. La Excalibur atravesándole el pecho. Rojo. Demasiado rojo. Flora... Flora estaba sola. No escuché nada más. Mis cuernos punzaron y el dolor se replicó al resto de mi cabeza como sucedía cada vez que mis emociones amenazaban con salirse de control. Me encogí sobre mí misma. —Tenemos que volver. Tenemos que volver ahora. Contenido oculto Fau lo contaría pero ahora mismo pos no puede- sorry xD
Erin Elroy Montblanc continuó describiendo a la supuesta Skye y entonces las alertas que habían parecido obvias para Fauna se proyectaron al resto de los que veníamos en el Starlight, los que habíamos visto morir a Alma y Hendrick por culpa de Aura, los que habíamos visto el baño de sangre que quedaba siempre a su paso. Se movía a velocidades vertiginosas además y estaba entre cansada y harta de tener que lidiar con ella en cada rincón. Luego estaba la intervención de Rigel, que desde antes de que abriera la boca se veía que era humo al viento, pero el Comandante a veces podía ser... bastante emocional en comparación al puesto que había ocupado en el ejército, sin duda. Ahora no había que apelar a nuestra situación particular, al barco caído ni mucho menos, incluso si era lo que más nos importaba porque nuestros amigos heridos estaban allí. Había que hacerlo de otra forma. —Comandante —solté de repente, firme, cuando reaccionó a la posibilidad de que Skye fuese Aura—. No está siendo paranoico, pero respire. Hasta ahora procesaba el hecho de que aquí había un niño, pero más que eso que era el único además de la chica a la que había presentado antes del otro par que parecía medio dispuesto a conversar sobre la situación. Era contraproducente viendo que los dos que estaban recostados a la pared estaban bastante grandes como para abrir la boca más allá de sus cuchicheos, pero qué sabía yo. El hombre que venía con Kein reaccionó al asunto de los Profetas y pronto llegó a la conclusión de que como nos medio habíamos matado los unos a los otros. El líder de los moguris seguía desentendiéndose del tema, pero bueno, en lo que a mí me concernía debía comenzar a preocuparse o todos esos bichitos iban a acabar aplastados con un solo pie de Aura. Fauna había entrado en crisis, me di cuenta, y busqué la mirada de alguno de mis compañeros para que intentara calmarla en lo que tratábamos de resumir esto para regresar al Starlight. Prefería no pensar en qué podía suceder si la chica era quién pensábamos y alcanzaba a los demás. —Puede que conozcamos a la tal Skye, pero no bajo ese nombre —dije luego de permitirme un suspiro bastante resignado y paseé la mirada por todos los presentes, Montblanc incluido—. Aura Goldenflare. Puede que le estemos buscando la quinta pata al gato, pero la descripción que ha dado Montblanc de Skye coincide con la de Aura, una Profeta reconocida por absorber a otros de su misma categoría y con ello su poder. Todo lugar que pisa se convierte en un río de sangre, independientemente de los esfuerzos que se hagan para neutralizar su avance. Contenido oculto ahí tienen pues (?
Jackson "Jazz" Bullseye La respuesta de Roxy me arrancó una risa breve pero no atiné a aportar mucho más, en especial cuando Myura se volvió hacia nosotros y las ganas de regañarnos se le notaron desde el primer paso. Uno ni se podía quejar en paz, había que ver. Le sostuve la mirada mientras hablaba, aunque mi expresión no reflejó ni las intenciones de arrepentirme de mis actos. Cuando estuvo por irse, sin embargo, la pillé brevemente de la muñeca y me acerqué a ella con una pequeña sonrisa extraña en los labios. Primero Claire, ahora esta cría. Por muy transmutada que estuviera, seguía siendo una gatita de quince años. Haría mejor dejando el hocico fuera de mis asuntos. —No realmente, bonita —murmuré, tranquilo, y la solté—. Si te apetece lamerles las botas para que te reserven un camarote de lujo estás en tu derecho, pero ¿necesitarlos? No. No los necesitamos. Llevaba veinte años sobreviviendo por mi cuenta, lo había hecho en Garladia y lo seguiría haciendo, porque era lo único que sabía hacer: sobrevivir a como dé lugar. La conversación siguió desenvolviéndose hacia direcciones, al parecer, cada vez menos alentadoras. Los recién llegados parecían conocer a la tal Skye y... no tenerla en mucha estima, dicho sea de paso. Profetas acá, Profetas allá, para haber tan pocos en el mundo estábamos bien rodeados por ellos. La conclusión general fue que la tal Skye en verdad era Aura, la profeta de Edén, quien había destruido el árbol pretendiendo forzar la entrada al Cielo. Y algo de unos ríos de sangre. En fin, que ahora acumulábamos dos Profetas en la lista de los más buscados. Suspiré, paseando la mirada por el grupo. Roxy, Myura, el enano. Kein y Tiger estaban de nuestro lado, pero no habían viajado lo suficiente con Claire como para tomar la palabra, ¿no? Me rasqué la cabeza, separando la espalda de la pared, y avancé hasta detenerme frente al otro grupo. Ni modo, me tocaba por ser padre de familia. —El enano, la gatita y yo viajamos desde Fayar con Claire, la profeta de este árbol —comencé, bastante indiferente al respecto, y le eché un vistazo breve al moguri jefe; luego deslicé la mirada a los supuestos Erin y Rigel—. O sea, desde que la sacamos de una base eleana donde básicamente le chupaban la magia las veinticuatro horas del día. Luego se nos unió Roxy, volamos a Garladia, pasaron cosas y, en Ragnarok, nos separamos. Claire tenía "secuestrada" a la gatita, así que la encontramos frente a Edén y... bueno, vamos a decir que no estaba abierta a negociaciones. Una sonrisa ladina me estiró los labios y me encogí de hombros, comenzando a caminar por el espacio a mis anchas. Fui alternando la mirada entre quienes me escuchaban. —Quiso matarnos, así que intentamos matarla. Al final se transmutó a sí misma y se convirtió en un jodido fénix gigante que voló hasta aquí para... recuperarse con la energía de Baobab, supongo, aunque al chocar con ustedes no sabemos dónde cayó. Tampoco sabemos qué nivel de raciocinio conserva, pero su magia está fuera de control y el simple hecho de su existencia es una puta mierda para el mundo en general. —Me detuve frente a quien tenía delante en ese momento, que resultó ser el comandante estiradito, y alcé el dedo índice entre nosotros; bajé la voz a un murmullo suave, viéndolo fijamente a los ojos—. Una sola de sus plumas, una sola aquí, sobre tu cabeza, y puedes acabar convertido en una bestia. Suspiré, alejándome de él, y seguí con el teatro. —Así que vinimos hasta aquí para intentar detenerla, porque somos unos héroes muy compasivos y sólo queremos salvar el mundo. Las flores me las pueden dejar en la puerta. —Regresé a mi lugar contra la pared, volví a cruzarme de brazos y concluí—: Esa, mi querido público, es toda la historia~
Montblanc escuchó atento las explicaciones de ambos bandos, tragando saliva al escuchar la parte de Jazz. Se llevó una mano al rostro, reflexivo. —E-El Fénix es... ¿una humana? Myura se mostró alterada cuando supo que Aura era Skye, y que era extremadamente peligrosa. Agachó la mirada, ojos vibrantes, y tragó saliva. —Y-Y yo les dije... dónde estaban los del barco. L-Lo siento, no tenía idea de ello... Tiger, en ese momento, tomó el brazo de Fauna para calmarla y evitar que se fuese sola, al verla profundamente alterada. Y, ceño fruncido, dijo: —... aguarda, chica. Escucha —se giró hacia Myura y los demás, y dijo, serio—. Enlacemos las historias, ¿queréis? Esa Aura es una Profeta, y una que busca absorber a los demás Profetas. Está aquí, y ha engañado a todos fingiendo ser otra persona. ¿Por qué ha tenido la necesidad de engañar a nadie, si ninguno la conocíamos? Myura lo miró, ojos enrojecidos, acumulándose las lágrimas por la culpabilidad que ascendió rápidamente a su mente. Quedó callada, reflexiva por unos segundos, y luego dijo: —Bueno... ellos la conocían —dijo, señalando a Rigel y los demás—. Si llegaban a Mogulópolis y los moguris mencionaban su nombre, su coartada quizá se caía demasiado pronto. Necesitaba tiempo. —¿Y por qué os lo dijo a vosotros? De nuevo, Myura pensó, agachando la mirada rápidamente. —... Claire lo mencionó —susurró—. Mencionó su nombre. Si hubiese dicho que se llamaba Aura, habríamos atado cabos y podríamos haber sabido que era una Profeta. Pero... ¿qué más da? ¿Cómo podría ella saber que nosotros-? Paró, porque ella sola se dio cuenta de qué sucedía. Llevó las manos a su boca, tapándola, y dijo, en un susurro: —O-Oh, no puede ser... Tiger asintió, serio. —Esa niña, la Profeta, busca absorber a otros Profetas, ¿no? Pero es una Profeta ella misma. Eso significa que, si quiere, puede hurgar en nuestras cabezas. Puede saber cosas de nosotros. Solo necesita dar un empujoncito a nuestros pensamientos. Por eso no se arriesgó a usar su nombre, porque ya sabía que podírais conocer que "Aura" es una Profeta —se giró a Fauna, paternal, agachándose ligeramente para mirarla de frente—. Nosotros vinimos con Claire, chica. Otra Profeta. Era el Fénix. Y está aquí. Y justo nos acaba de decir tu amiga que esa Aura quiere absorber a otros Profetas. Piénsalo, ¿por qué perdería el tiempo en atacar vuestro barco cuando puede ir directamente a por una moribunda Profeta y absorberla? —No podría detectar a Claire aunque quisiese, porque siendo un ángel... una Profeta no podría detectarla. Pero si nos sonsacaba información... —Myura tragó saliva—. Yo le mentí y le dije que el Fénix estaba en otra dirección, pero... si es una Profeta, pudo saber que mentía, y saber en el momento en el que me lo preguntó dónde estaba realmente. Tiger asintió. —Estoy seguro de que esa niña va a por nuestro pajarraco, y sabe aproximadamente dónde se encuentra. Y por lo que contáis de ella, no va a ser algo bonito que lo consiga —miró de reojo a Myura. Se reflejó en sus ojos lo que pensaba, claro: Myura se convertiría en un monstruo temible si Claire moría. Era algo que ella misma ya sabía y aceptaba, pero... seguía preocupándole que la chica, y sobre todo Evan, lo llevase bien. Con todo, que Myura siguiese en pie y como humana era buena señal: señal de que Aura aún no había alcanzado a Claire—. Estoy seguro de que tus amigos del barco están bien, chica —susurró Tiger, dirigiéndose a Fauna, mano sobre su cabeza. Luego se dirigió a Kein, y le dijo algo al oído: —Kein, ¿podrías... verificarlo, solo por si acaso? Quizá puedes sentir gente cerca... si son varios, no debería ser muy difícil. En ese momento, Kein cerró los ojos e intentó concentrarse. Su mente le gritaba "kupó" continuamente, pues la mayoría de presencias que percibía venían de los moguris cercanos. Pero esforzándose lo suficiente, pudo empezar a notar presencias... humanas. Varias. E incluso fue capaz de identificar presencias conocidas. Eran... ¿Biggs? ¿Wedge? Sí, parecían ellos, y más gente, varios más. Y... no parecían estar mal. Los presentía, sí. Estaban ahí; al menos estaban ahí. Tiger sonrió cuando Kein asintió, y miró a Fauna de nuevo. —Están a salvo, chica. Te lo prometo. Confía en mí, ¿vale? Ahora creo que no podemos perder el tiempo, ¿verdad que no? Nosotros tenemos un asunto pendiente con ese Fénix, y vosotros con la maldita Aura. La amenaza es común, el enemigo coincide. Si vinimos aquí era para evitar que el Fénix hiciese daño a la ciudad, pero no va a poder hacerlo si no nos damos prisa. La que quizá sí se pase por la ciudad, aparentemente, es la otra Profeta, y no con buenas intenciones... así que hay que pararle los pies antes de que lo haga. Llegar a Claire antes que ella. Montblanc, callado durante toda la conversación, suspiró, ojos cerrados. —... si no he entendido mal, Fénix es una suerte de morfomante, ¿no? Una humana... capaz de convertirse en monstruo. Y aunque ella no sea una amenaza para nosotros, Skye nos ha engañado y pretende acabar con ella. Y ella sí es una amenaza. Suspiró de nuevo, dando un golpe en el suelo con su bastón. —De acuerdo. Está bien. Nono. —¿Kupó? —dijo Nono, reaccionando de pronto, sobresaltado. ¿E-Estuvo dormido hasta ahora...? —Quiero que traslades un mensaje. Dale a los guardias la instrucción de ir rápidamente a por los humanos del barco volador accidentado. Cayeron al suroeste, si no me equivoco. Que los busquen y los traigan a Mogulópolis ipso facto. El barco podrá esperar, lo importante es traerlos aquí cuanto antes. Reforzaremos luego la ciudad, por si viniesen a por nosotros. —¡Sí, Monty, señor, sí, kupó! —Y vosotros —miró a los demás—. Más os vale daros prisa. Nos encargaremos de vuestros amigos, tranquilos. Luego hablaremos de vuestro barco. Tiger golpeó sus puños entre sí. —... quiero ayudar, Montblanc. Si no quieren venir, yo los arrastro hasta aquí. Me aseguraré personalmente de que están bien. El tipo... tenía un buen corazón, ¿eh? No tenía por qué preocuparle lo más mínimo aquella gente, pero... se ofreció desinteresadamente. Pese a que era el primer interesado en saber más sobre los Profetas. Todo porque notó el genuino terror en Fauna, y quería poner todos los medios posibles para tranquilizarla. Para asegurar el bienestar de todos. Pero tenía razón: Aura... se interesaría primero por ir a por Claire. Y si la Profeta moría y Aura obtenía el poder de cuatro de los Profetas... ¿quién la detendría? No tenían más remedio que llegar hasta ella, cuanto antes. Y lograr que Kein la absorbiese. Esa parte, claro, no la conocían los demás. —Daros prisa —susurró Tiger, marchándose junto a Nono—. No quiero ni que este árbol se caiga en picado ni que esta isla se reduzca a cenizas, ¿estamos? Así que madurad todos y actuad como adultos capaces de ponerse de acuerdo por un bien mayor, coño —miró a Evan, suspirando—. Bueno, salvo tú, claro. Pero tú ve con ellos, chiquitín; te necesitan —y le guiñó un ojo. ¿Un "bien mayor", otra vez? Esa palabra parecía perseguir a muchos de ellos, ¿eh? En fin. Los objetivos de los nueve se alineaban, a fin de cuentas: Evan, Roxy, Jazz y Myura querían zanjar las cosas con Claire, tanto por salvarse a sí mismos y a todo Kholod, como por... mera venganza y rabia hacia la Profeta. Kein tenía que intervenir para evitar que la muerte de esta supusiese el colapso de Baobab. Y Rigel, Erin, Fauna y Brigid no podían permitir que Aura se hiciese más poderosa, o... si ya era casi imposible pararla, el casi desaparecería para siempre. De momento, todos tenían que seguir un mismo camino: hacia el norte, en busca del Fénix. En busca de Claire. En busca de Aura. Tiger abandona el grupo. ¡Los tres grupos se unen en uno solo! Sois nueve personajes en total: Jazz, Roxy, Evan, Myura, Kein, Rigel, Fauna, Brigid y Erin. Dado que sois más de cuatro personajes y por primera vez sois más de cuatro personajes principales juntos, desde este momento podéis dividiros en grupos a vuestro criterio, de manera que incluso podéis tomar rutas separadas, o simplemente avanzar juntos pero separaros para la batalla. Podéis hacer tantos grupos como queráis, e incluso usar grupos diferentes para cada batalla (siempre que estéis en el mismo sitio físicamente, claro (?)); los únicos requisitos son tres: - Al final todos tenéis que llegar al mismo punto, en este caso, hacia el norte (se puede llegar allá desde varias direcciones, así que podéis explorar varias zonas a la vez si os separáis y lo deseáis). - Myura no puede pelear si no es en el equipo en el que esté Evan, el personaje al que está vinculada. - Los grupos no pueden ser compuestos por más de cuatro personas.