Deslicé la mano por el alfeizar de la ventana, captando cada detalle de su contorno. Casi en un susurro mi boca desprendió una leve risa para luego dejar escapar un suspiro. De verdad se sentía bien estar allí. Me asomé todavía más y alcancé a ver el césped que cubría todo mi jardín. Respiré profundamente para oler cada uno de los aromas que flotaban por el aire. Pasé una pierna, después otra y me quedé sentada en la ventana. Mi cuerpo se tensó por momentos al ver a la altura en la que me encontraba y mi respiración se volvió acelerada. Con cuidado me apoyé a un lado y dejé caer una de mis piernas. Más tranquila y segura me acomodé y cerré los ojos. Me gustaban aquellos días de verano en los que la brisa acariciaba tu piel y las nubes, blancas y esponjosas, jugueteaban para ver cuál de ellas podría tapar por más tiempo los rayos del sol. Las tenues sombras que se vislumbraban bajo cada árbol. El casi imperceptible sonido de las hojas al moverse. Que aunque cerraras los ojos completamente, no todo era negro, se podían llegar a ver colores. Colores de esperanza. Me encantaban aquellos días después de comer, cuando todo estaba en silencio. Aquella parte del día, me encantaba. Solo yo y nadie más. Me encantaban las flores que coloridas ellas dibujaban un alegre paisaje. Rojas, blancas… De vez en cuando algún pajarillo cruzaba a gran velocidad a mi lado y dejaba una ráfaga de aire cuando lo hacía. Tenía todo lo que necesitaba, más o menos. Me faltaba música que llenase mis oídos. Ahora que había conseguido la paz total era el momento adecuado. Cogí mi guitarra, una hoja y un lápiz. Volví a acomodarme en mi anterior asiento y comencé a tocar. Y en ese entonces me desconectaba completamente de la realidad y parecía que me encontrase en un mundo completamente diferente. Todo era perfecto y yo no necesitaba nada más que eso. Me encontraba en una línea tan frágil que podría romperse con lo más mínimo que la traspasase. Con cualquier cosa todo acabaría. Paré de tocar cuando escuché unos chillidos debajo de mí. Todo pareció desvanecerse por momentos y volví a la realidad. Alcé la mirada y encontré 2 niños correteando por el césped. Dos florecillas capaces de moverse. Parecían tan felices, ajenos a cualquier peligro que les acechase. Y entonces se daban cuenta de mi presencia y me miraban maravillados. Sus bocas se tornaban en una sonrisa y alzando ambas manos me llamaban para que me uniera a su juego. A su propio mundo, que era mi realidad. Aquellos pequeños bichillos, los adoraba tanto, que lo dejaba todo solo para estar con ellos. Mi mundo perfecto, mi felicidad… Porque en realidad, mi felicidad eran ellos. Asentía sonriendo. Después de todo, la realidad no era tan mala como pensaba.
Me ha encantado *_* Esta clase de Drabbles me encanta, desconectar de la realidad y ''estar'' en mi propio mundo. Sin nada que lo altere ni moleste. Has sabido transmitir el mensaje mediante la escritura algo que no es tan sencillo como parece. Sobretodo, lo que más me ha gustado, la ultima frase: Después de todo, la realidad no era tan mala como pensaba. No hay mucho más que añadir dado que al ser un Drabble son de pocas palabras pero con mucho sentimiento :)
Hola!! Gracias por invitarme. Que bonito. *-* Me ha gustado mucho, mucho, mucho. Ha sido un relato que me ha transmitido tranquilidad y que podía ver con claridad a la protagonista mirar las nubes o las sombras de los arboles. Has narrado de una manera poética una situación que puede ser de cada día. Mi parte favorita ha sido cuando han aparecido esos dos niños, me han recordado a mis primos. *-* En serio muy bonito. En cuanto a las faltas ortográficas no he visto ninguna demasiado inmersa en la lectura para darme cuenta de ellas. Avísame cuando escribas algo nuevo. :) Adiós!! =)
