Danganronpa Miedo a la oscuridad [Mahiru x Hiyoko]

Miedo a la oscuridad​

"¿Mahiru estará despierta a estas horas? Ojalá... ojalá pudiese dormir con ella".​

Enterrada entre las sábanas de su cama, hecha un pequeño ovillo sobre sí misma, Hiyoko Saionji era incapaz de conciliar el sueño. Cada cierto tiempo el cielo parpadeaba con el estallido de varios relámpagos, y la lluvia no había cesado desde ese entonces. El repiqueteo de las frías gotas contra su ventana, sumado a las ramas de los árboles que arañaban el cristal, creaban sombras de lo más aterradoras en las paredes de la estancia. Enterró su cabeza de un respingo tras el último relámpago, uno que había sonado demasiado cercano para su gusto, y se abrazó a sí misma, temblorosa.

Se sentía una estúpida en aquel mismo instante.

Asomó uno de sus ojos para comprobar si había alguien despierta. En la habitación que le había tocado compartir solo se encontraban Akane, Mikan y ella, para su desgracia. A la primera la escuchaba roncar desde hacía mucho, y al pasar la mirada hacia Mikan, la encontró durmiendo en una de esas posiciones tan particulares suyas. Hizo una mueca de desagrado, pero al hacer un ademán de bajar de su cama, la enfermera pareció girar su cuerpo en sueños hacia ella, y se percató de su movimiento.

—¿H-huh? ¿H-Hiyoko? ¿N-no puedes dormir? —murmuró, refregándose los ojos con cierta timidez.

—Ugh, ¡no es eso, estúpida! —se defendió, apretando los puños con toda la vergüenza del mundo, y comenzó a caminar hacia la puerta, ignorando a la chica—. S-solo quiero ir al baño, ¿vale? Qué digo, ¡a ti no te importa!

—¡A-a-a-ah! ¡P-perdón, Hiyoko! ¡L-lo siento!

Saionji cerró la puerta tras de sí, escuchando aún las disculpas de Mikan. Tenía las mejillas ardiendo, y para más inri aquella idiota se disculpaba por una estupidez. ¡Agh, la sacaba de quicio! Sin embargo, a medida que caminaba por aquel pasillo oscuro hacia un destino incierto, su corazón comenzaba a latir con más intensidad a cada paso.

Finalmente, su cuerpo se detuvo frente a una puerta en concreto. La habitación donde dormía Mahiru.

Por un momento dudó de si estaba haciendo lo indicado. No sabía si le molestaría que la despertase, pero... Tenía mucho miedo. Odiaba admitirlo frente al resto, pero con ella... Con ella se sentía tranquila y segura. Necesitaba de su compañía.

Así, abrió la puerta con lentitud, sin hacer demasiado ruido. Por suerte las puertas de la planta permitían el paso entre ellas. Allí, Sonia e Ibuki dormían con tranquilidad, mas sus pasos se tornaron inseguros al vislumbrar la cabellera pelirroja de la chica que buscaba. Sin pensárselo mucho más caminó hasta la orilla de su cama, y con la cabeza agachada, movió con cuidado su brazo. Mahiru se despertó en cuestión de segundos, sorprendida, más su gesto se alivió al ver a su pequeña amiga frente a ella.

—¿Qué te ocurre, Hiyoko? —inquirió, con cierta preocupación en su voz.

—Uh... No puedo dormir, Mahiru. Uhm, ¿me dejas... me dejas dormir contigo hoy?

Por unos segundos permaneció con la cabeza gacha, esperando su respuesta. Pero al instante sintió cierto movimiento en la cama de Mahiru, y al alzar la cabeza comprobó que se había hecho a un lado, y le brindaba su sitio con una amable sonrisa. La niña se metió rápidamente al escuchar otro de aquellos relámpagos, y Mahiru comprendió el miedo que se había estado guardando por orgullo.

Con cierto aire maternal la tapó con la manta y se acurrucó frente a ella, sin dejar de sonreírle. Notó como Hiyoko le devolvía la sonrisa, y la abrazó con ternura, sintiéndose mucho más segura a su lado. Paseando su mano sobre su rubia cabellera, al cabo de unos minutos sintió cómo la menor había acabado vencida finalmente por el sueño.

Pronto, vencida por la calidez del abrazo, sus ojos también se cerraron por completo.