Mi querido diario

Re: Mi querido diario

olaz, les pido disculpas por mi demora... sé que ha pasado poco más de un mes desde que no publiqué... esq estaba realmente ocupada.

Este capi se lo dedico a quien me dijo que me siguiera quemando las neuronas y a EmyNoichan.

Capi n 07: Susto y confusión​

Todo estaba bien, era como estar caminando sobre las nubes… Pero el usuratonkachi de mi hermano tenía que arruinarlo todo.

¡¿Qué estoy diciendo?! Digo, nos besamos, sí. Eso no lo niego. Pero decir que Itachi me arruinó el momento, pues no sé. En este momento, ni siquiera yo entiendo lo que pasa en mi cabeza. Y en mi lugar no creo que alguien podría hacerlo. Incluso me duele la cabeza sólo de recordar todo lo que pasó hoy.

Simple y llanamente han sido demasiadas emociones para una sola noche. Desde la vergüenza, pasando por el susto, la confusión y ahora culpa, y también demasiados descubrimientos que no tengo idea de cómo manejar. Yo sólo quería un día tranquilo… y lo tenía hasta que me encontré con Sakura en la cocina.

Cada vez que ella se me acerca, las reglas del juego cambian. Y yo ya no sé que hacer… me siento mal. Mi cabeza está hecha un lío, Sakura está llorando y me siento como un imbécil. Si sólo no hubiera dicho esa estupidez… pero como dicen “el hubiera no existe”, así que tengo que buscar la forma de arreglar esto.

¿En qué estaba? ¡Ah sí!. La cosa es que estábamos en el cuarto de Sakura, en una posición algo comprometedora, cuando mi hermano abrió la puerta de improviso.

-Hola ¿Qué están ha…? – Cuando entró y vio lo que estábamos haciendo se quedó mudo y con los ojos más abiertos que haya visto en toda mi vida. Mientras Sakura y yo nos quedábamos como estatuas en la misma posición. – Vaya, ustedes dos no pierden el tiempo… Creo que mejor no los interrumpo. –Dijo mientras se iba de la habitación. Claro que antes de salir totalmente, murmulló algo como “Películas de terror, ¿por qué no se me ocurrió antes?”

Sakura y yo nos miramos por un par de segundos y luego retomamos la película como si nada hubiera pasado. Pasó un rato desde que se fue Itachi y desde ese instante un silencio incómodo reinaba en el cuarto.

Estábamos viendo “El exorcismo de Emily Rose”, justo la parte en donde la chica endemoniada se levanta a la tres de la mañana; tanto Sakura y yo estábamos con los ojos que se querían salir de las cuencas cuando el reloj de su habitación sonó fuertemente, ambos volteamos y aterrados comprobamos que la hora del reloj era exactamente la misma de la película. Y, para empeorar las cosas; vimos que alguien se levantaba de golpe de la cama de Sakura.
Gritamos, la tomé de la mano y la jalé hasta el armario del corredor. Nos escondimos allí y como por instinto la pegué a mí; y mientras esperábamos que algo pasara yo sólo podía pensar en que a mí me hicieran lo que quisieran… pero que a ella no le tocaran ni uno de sus cabellos.

Se escuchaban algunos pasos lentos y sin prisa que cada vez sonaban más cerca de nosotros. Sakura me abrazó aún más fuerte y se escondió en mi pecho.

Y de pronto se abre la puerta y en vez de un asesino con una máscara o un fantasma entra mi “querido y adorado hermano a quien no tengo ganas de matar” de lo más campante y con una sonrisa socarrona en el rostro.

-¿Así que en el armario, eh? – comprendí al instante el doble sentido que llenaba esa frasecita. Y al parecer Sakura también, pues al oírlo se sonrojó furiosamente y se fue a darle duro a mi hermano mientras que le decía que era un tonto y algunas otras expresiones no muy apropiadas para una chica.

Cuando ella se cansó de tirarle manotazos. Lo vio con rabia contenida y sólo bufó.

-Sakura tienes una fuerza endemoniada. –Se quejó sobándose el brazo; bien hecho que le haya dolido.

-¿Y papá y mamá? – pregunté.

-Se quedaron en la fiesta. ¿Saben? Esta ha sido una de las bodas más raras a las que he asistido.

-¿Por? – preguntamos ambos a la vez

-Pues porque fue el novio el que llegó tarde en lugar de la novia. – En fin, después de contarnos algunos detalles sobre la que considero la boda más extraña de la vida; a todos nos dio hambre y bajamos a la cocina. Cuando entramos, ellos se sentaron en la mesita mientras yo puse una pizza a calentar en el microondas. Después tomé mi lugar junto a ellos.

-Oye y ¿por qué regresaste antes? – preguntó Sakura con curiosidad, sentada junto a mi hermano y con el peluche ese aún en brazos.

-Pues, porque tuve que dejar a Hannon en su casa.

-¿Quién es Hannon? –preguntó Sakura como si no supiera nada en absoluto de la relación de Itachi con la prima de Naruto mientras yo la observé divertido.

-¡Eh! ¿No les había contado? –Respondió- Pues resulta que es prima de Naruto ¿no la recuerdas, Sakura?

-Mmm, ya me acuerdo. Pero ¿qué tiene que ver contigo? – preguntó siguiendo de lo más natural con su actuación.

-Pues, que ella es mi novia. Pensé que ya les había contado. –Dijo mientras se rascaba la nuca con un gesto de duda.

-No, no lo hiciste. –Respondí reforzando la pequeña mentirilla de la peli rosa.

-¡Qué raro! Pues, hemos estado saliendo por un par de meses. De hecho una vez fuimos a un restaurante y me pareció que un mesero se parecía a ti, Sasuke.- Dijo mientras yo abrí los ojos con sorpresa, pero lo disimule. Si sabía que lo habíamos seguido… pues de seguro y al final terminaba jodiéndome con Sakura.

-Sí, que raro eso. –mencioné al mismo tiempo que Sakura se aguantaba la carcajada. El timbre del microondas sonó así que me levanté para poder servir la pizza y mientras que lo hacía se me vino a la mente la cancioncita que estaba cantando Itachi la misma noche en que lo seguimos a su cita. (N/A: la canción que aquí se menciona es la misma del primer capítulo)

Inconscientemente, ya la estaba entonando. Y con los tres platos de pizza ya servidos me volteé para llevarlo hacia la mesa, encontrándome así con los ojos llenos de sorpresa de ambos.

Al dejar los platos sobre la mesa, mi hermano preguntó que de donde la había sacado. Sakura nos miraba expectante.

-Hace unos días te escuché cantarla. Pero… creo que es algo estúpida.- Finalicé y tomé mi puesto frente al de Sakura. Me disponía a comer la pizza cuando noté que Itachi me veía como si hubiera dicho una aberración; en cambio, parecía que a Sakura se le hubiera roto algo dentro además de que tenía los ojos humedecidos.

Ella se levantó argumentando que se le había quitado el hambre y que tenía ganas de irse a dormir; pero todo eso se notaba mucho más falso que un billete de tres dólares. Se fue en silencio y ninguno de los dos la retuvo.

-Idiota. – me gruñó Itachi una vez solos y con toda tranquilidad se comía un pedazo de pizza. – Ya entiendo porqué sólo contestas con ese tonto monosílabo a todo. Por que cuando abres la boca para decir otra cosa, sólo dices estupideces.

-¡¿Puedo saber por qué rayos me dices todo eso?! – exclamé consternado y furioso.

-Porque, hermanito menor, esa canción la escribió Sakura cuando era niña; además de que sé que para ella tiene un valor inimaginable. Es por eso que te digo todo eso. – Me maldije interiormente por lo dicho, ni siquiera supe por qué lo dije, sólo se me salió.

-¿Qué esperas? Ve y discúlpate. – me ordenó más como si fuera mi padre que como mi hermano. Me sentí como un niño pequeño al que acaban de regañar tras su última travesura. Decidí que aunque me molestara, él tenía razón… por lo menos sólo hablaría con ella, pensé que no estaba obligado a pedir disculpas por una opinión, pero sí a aclarar las cosas.

Me levanté de mi asiento sin decir nada. Sin querer, me fijé en el pingüino de peluche que yacía estrujado en la silla que antes había sido ocupada por su dueña, lo tomé y emprendí el camino hacia su cuarto. Subí las escaleras a una velocidad peligrosa y llegué.

Antes de tocar, escuché algunos sollozos detrás de la puerta.

-¿Tanto le importa una tonta canción? –me dije cuidando de no ser oído por ella. Toqué la puerta y ella demoró en salir poco más de un minuto.
Tenía los ojos algo hinchados.

-¡¿Qué quieres?! – me respondió áspera y poco amigable. Como no supe que más hacer le dije que se olvidó su pingüino en la cocina e intenté entregárselo. Me fulminó con la mirada.

-No lo quiero. –dijo sin más que furia en su voz.

-Es tuyo. –respondí y lo puse en sus manos.

-Te lo regalo. –dijo y casi me lo tira.

-Ya te dije, es tuyo. – respondí y nuevamente se lo di. Esta vez me vio con odio, cogió el animal de felpa, se acercó a la ventana y lo aventó lejos.

-Listo, problema resuelto. –dijo con voz agria y me cerró la puerta en la cara. Cuando salí de mi asombro me dio rabia su actitud y me dirigí a mi habitación. No le rogaría.

 

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Capítulo 08: Malditos sean los confusos recuerdos​

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Entré a mi habitación con ganas de romper cualquier cosa que encontrara en mi camino. Cerré la puerta con un estruendo. Pateé un cesto que se encontraba en el piso desplomando toda la ropa que había dentro.

Cogí una almohada, la pegué a mi rostro y grité hasta quedarme afónico. Por lo menos así liberaba un poco de mi frustración. Ella tenía la culpa, yo no. Yo sólo había dado una estúpida opinión y ella era la que se ponía a llorar, no era mi culpa. ¡Era de ella por reaccionar de manera infantil!

Yo podía manejar una discusión cualquiera con ella. La que deberíamos haber iniciado cuando dije eso. ¡Pero no! Debía ponerse a llorar y hacerme sentir como el ser más vil sobre la faz de la estúpida Tierra.

¡¿Y qué pasó con eso de: “Me lo dio una persona muy especial para mí”?! Si al final había lanzado el estúpido animal de felpa por la estúpida ventana. ¡¿Y qué mierda pasó con el beso que nos dimos?!

Si al final… si al final… no quedó nada de eso. Y qué bonito hubiera sido que mi noche terminara allí ¡Pero no! Como Kami-sama me odia todavía faltaba más, mucho más…

Me tumbé sobre la cama tratando de serenarme… pasados unos minutos lo logré. Puse mi mente en blanco, cosa que me hubiera resultado más fácil de ser Naruto. En fin, respiré hondo un par de veces… me concentré en la respiración… toda esa basura espiritualista y budista que en realidad si funciona.

Y de pronto se escuchaba como si algo o alguien estuviera rascando la puerta. Me paré y cuando abría la puerta no vi a nadie así que la cerré. Sucedió otra vez lo mismo, sólo que ésta vez miré hacia abajo y allí estaba la rata morada ahora mojada, y en su hocico tenía el pingüino ese que era por lo menos el triple que ella.

La miré por unos segundos… y luego le cerré la puerta. (N/A: ¡eres cruel Sasuke! ¡Muy cruel!) Pero luego me puse a pensar en que Sakura me mataría de forma no literal si es que algo le pasaba a ese perro. Así que lo dejé entrar.
La miré por unos minutos hasta que finalmente me dio pena su estado. Le recibí el peluche y lo puse por un lado. La ratita esa entró a mi habitación temblando de frío, mientras yo buscaba una toalla para secarla.

Al parecer vio algo encima de mi cómoda que le llamó la atención y saltó y saltó hasta que tiró al suelo una pequeña caja de madera que yo encontré después de que Sakura destrozara mi cuarto con su ataque de ira.

Tan molesto como la dueña, pensé. Sólo cogí la caja para ponerla encima de mi cama y comencé a secar al perrito, que de estar morado pasó a ser blanco.

-…………… - parece que te estafaron, Sakura. ¿No que era una “poodle lila de las más finas”? Solté una pequeña risa ante el hecho.

En fin, el asunto importante aquí, es el contenido de esa pequeña caja, que yo había olvidado y consideré erróneamente sin importancia. Lo que estaba allí no era más que unas fotos y cosas de cuando era niño.

Nada interesante, sólo unas fotos en donde Sakura y yo somos los mejores amigos del mundo, tanto que hay una en donde los dos estamos dormidos en mi habitación. También está una insignificante cosita, encontré el dije que tiene el símbolo de mi familia, que yo creí perdido. Con una extraña variación: estaba partido a la mitad y tenía la mitad del dije con el símbolo de los Haruno.

Y otro detalle igualmente “insignificante”, el objeto que Sakura cuidaba tan recelosamente oculto en su peluche, era también una cadena y podría adivinar que tenía las mitades faltantes.

Flash Back

-Sasuke-kun, ¿vamos a jugar en el arroyo? – preguntó una pequeña de vibrantes ojos verdes a su acompañante.

-Vamos – respondió el pelinegro, aunque él realmente no quería ir al arroyo, pero sabía que era mejor no darle la contra. Ella se encontraba prácticamente devastada desde la muerte de su progenitora meses atrás, y él desde ese momento, se encargaba de cuidarla y trataba de animarla. Fueron pues al arroyo artificial que se encontraba pasando por ese enorme parque.

A ella le encantaba ese lugar, adoraba ver cómo se reflejaban las últimas luces del día sobre las tranquilas aguas. Y a él le gustaba ver la enorme sonrisa que ella le regalaba al visualizar el paisaje. Estuvieron un rato más hasta que el hermano mayor del niño los llamó.

Ambos se pusieron en pie y comenzaron una carrera para ver quien llegaba primero hasta el Uchiha mayor. Por la algarabía infantil, la pequeña no notó una piedra en su camino y cayó. Lloraba, pero no por culpa de la caída.

- No llores, no es para tanto. – dijo su interlocutor.

-Sí lo es. – respondió reincorporándose sobre el pasto. Y sostenía en sus pequeñas manos su dije roto por la mitad. – Era de mamá, ella me lo dio… me dijo que lo cuidara… que debía tener cuidado por que era muy frágil… y mira lo que pasó. – Sollozó.

- No te preocupes. Esas cosas pasan. – Trató de reconfortarla.

-Sí, sólo me pasan a mí… soy una torpe. – Se lamentó sin dejar de llorar. El pequeño Sasuke se estaba impacientando, nunca fue su fuerte tratar con estas cosas. Así que en un momento de inspiración, tomó el suyo y una piedra. Y también lo partió a la mitad.

-¿Ves? No es para tanto. – Respondió haciendo callar a su acompañante. Lo miró sorprendido. – Aún la puedes usar. – Prosiguió. Tomó ambas cadenas e intercambió cada mitad.

-No tenías que…

-Ya lo sé. Pero no se me ocurrió otra cosa. – Admitió. – Además… así tendremos algo del otro siempre. – Dijo apenado mientras trataba de ocultar su creciente sonrojo.

-Gracias, Sasuke-kun.

-Vamos ya.

Fin del Flash Back

 

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Capítulo 09: Descubrimientos​

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El viento era bastante fuerte esa noche, pero no como lo había sido horas antes; al igual que la tormenta se había convertido en una simple llovizna, claro si hablamos del clima. Pero en la mente y corazón de cierto pelinegro se daba inicio a una tempestad.

Tumbado en la cama, cual muerto en vida se encontraba el Uchiha más joven, tratando de armar un rompecabezas incompleto y prácticamente roto. Había demasiadas cosas encerradas en ese “insignificante” recuerdo, eso lo sabía con seguridad. O quizás, era una simple jugarreta que le jugaba la mente... después de todo ¿Qué es lo que un niño de escasos ocho años entiende por siempre?

Para un niño siempre, puede significar una semana, unas cuantas horas o incluso, un par de ocasiones; entonces ¿Por qué estaba tan alterado por el significado de esa pequeña e insulsa palabra?

No era que le hubiera pedido matrimonio a la joven ¿o sí? Se tranquilizó un tanto luego de esa cavilación y después de muchos minutos transcurridos, pudo hacer algo más que pestañear. ¡Ahora podía mover su mano!

Se convenció de que así era, que no había un significativo trasfondo detrás de esa frase. Claro, si eso le servía para poder dormir tranquilo… podría imaginarse tal vez que los elefantes eran de color rosa.

Rosa, ese era el color que lo tenía así. Tan mal, sintiéndose tan tonto, tan… culpable.

- Esto es su culpa. – Pensó. - Ella se puso a chillar como una niñita por un simple y estúpido comentario. Si fuera un poco más madura, me hubiera gritado o algo y la cosa terminaba allí ¡Pero no!

- Claro pero yo tampoco debí decir eso… ¡Pero yo tengo derecho a dar mi opinión! Aunque quizás exageré. ¡Igual! No tenía ella que hacerme sentir como una lombriz en el estómago de una rata, o algo peor… Sin embargo, tal vez me lo merezca… Pero que estoy pensando ¡Claro que no! ¿O sí?... No puede ser, Sakura me está pegando su bipolaridad…

- Y hablando de bipolaridad, Itachi es el más grande ejemplo de eso, estaba de lo más feliz hablando de su Hannon, y de un momento a otro me gritó como si fuera mi padre… Lo que es raro, es que por una cosita así, él ni se habría metido; hay algo más en todo esto que sólo: “Esa canción la escribió Sakura cuando era niña”. Y estoy dispuesto a descubrirlo, y como no podré dormir por lo que queda de la noche, pues…

Se levantó entonces, completamente decidido a descifrar el secreto a voces que estaba escondido de él, en su propia casa. Se dirigió cautelosamente a una de las habitaciones contiguas: la de su querido hermano mayor.

Sabía que no tenía oportunidad alguna de sacarle algo a la peli rosa en esos momentos, así que fue directo a la fuente del chisme en esa casa. Porque si alguien sabía lo que en verdad sucedía, ese era Itachi.

Entró sigilosamente, tratando de pasar desapercibido. Como era de esperarse, lo encontró entre los brazos de Morfeo, al verlo así, tan “adorable” no pudo evitar que una idea malévolamente traviesa cruzara por su pensamiento. ¿Qué pasaría si le hacía una inocente travesura a su hermano antes de despertarlo?

Rápidamente fue a la habitación de sus padres, quienes seguían festejando en la que parecía una boda interminable. Cogió el estuche de maquillaje de su madre y volvió al aposento de su pariente.

La picardía y la sorna se hicieron increíblemente palpables en su rostro, hace tiempo que quería hacer eso. Con increíble cuidado le dejó un radical cambio de look, al terminar, el pobre e incauto Itachi tenía la cara totalmente blanca, gracias al exceso de base usado por su hermanito. Además de la boca de un color rojo extremadamente llamativo y un color extraño en los párpados.

Al ver su obra terminada, el Uchiha menor contuvo la risotada que quería salir de sus labios, no era algo típico en él, pero en verdad lo estaba disfrutando. Y como toque final, cogió su cámara y tomó varias fotos de su travesura, para después quitar toda huella de lo sucedido.

Era obvio que no había tenido infancia.

Ahora sí, a lo que había venido. Se puso a un lado de la cama, e intentó despertar al nuevamente varonil Itachi, pero sus esfuerzos eran vanos. ¡El pelilargo tenía la capacidad para dormir en medio de un concierto de rock a todo volumen!

Suspiró pesadamente, pero siendo quien era no se daría por vencido tan fácilmente. Así que lo movió con aún más fuerza, incluso más de la necesaria… pero nada.
Así que intentó algo más, digamos, de película. Por que ¿Quién dijo que era necesario que estuviera despierto para que le diera información? Suavemente, comenzó a preguntarle cosas a su querido hermano, quien no sólo tenía el poder de dormir en cualquier situación, sino también de hablar dormido.

-Itachi…

-Amm… Hannon.

-Estúpido, sólo en eso piensas. – Musitó exasperado, con una venita intentando salirse de su sien. Intentó nuevamente lo mismo, con una extraña paciencia que no parecía ser de él, pudo sacarle más cosas al “bello durmiente”. No era mucho, pero sí bastante útil, había dicho exactamente lo necesario: Accidente - hospital - coma.

Todo estaba allí, sólo que, en ese momento, el pequeño Sasuke no lo sabía.