Mi querida Rosa.

Autor: hyuggaTenTen.
Título: Mi querida Rosa.
Cantidad de plabras: 580
Género: General.
Clasificación: K (13+)
Advertencias: ninguna.
Aclaraciones: Uhm... Lo hice para la tabla de vicios :33 Alcoholismo.

Mi querida Rosa.​

Rosa, mi querida Rosa. ¿Ustedes creen que las rosas se marchitan? Yo sí, lo viví con mi querida Rosa.

Ah, qué melancólicas memorias, aún puedo recordar su preciosa sonrisa y su voz de sirena llamando mi nombre. Rosa, mí querida Rosa, tan pura y fresca; cubierta de inocencia hasta el más maltratado de sus cabellos.

Su preciosa melena dorada me recordaba el sol y lo mucho que me quemaba en la playa. Ay mi querida Rosa, aún recuerdo su perfume floral con la esencia de los campos. Su mirada candorosa me llenaba hasta los talones y mi alma cantaba esa vieja canción del abuelo. ¡Y ni se hable de sus ojos! Sus pupilas fueron intercambiadas por un par de chocolates cremosos. Sí, así era mi querida Rosa.

Mi vigor estaba ligado a su presencia... Aún no puedo creer que existiera un ser inhumano con los huevos tan grandes como para corromperla.

Mi querida Rosa, mi muy estimada y querida Rosa. La última vez que la vi, la piel de nobleza empalideció como el piso de la tía Gertrudis, el par de labios rosados y carnosos no eran más que panes insípidos y sin levadura, la mirada centellante pasó a ser beoda y las fuerzas místicas se desvanecieron como lo hace el algodón de azúcar en la boca.

Sí, mi querida Rosa, caí en los efectos del alcohol. De ser un caballero con un buen porte pasé a ser un triste borracho que tirado en la cama ruega por conseguir su amor.

Ay mi querida Rosa, cuánto la amo, nadie lo puede saber. Y yo lo único que hago es morirme en mi borrachera mientras ella goza de la vida al lado del Romeo que nunca me permitió ser.

Y ya lo dije antes, mi mente no digiere la existencia de aquél méndigo sufrido, menesteroso, pordiosero, necesitado, indigente y pobre diablo que llegó a joderme la vida al robarse a mi querida Rosa. La arrancó de mis jardines con todo y raíz para asegurarse que nunca más volviese a crecer.

Rosa, mi querida Rosa, todas las noches recuerdo su figura y sus perfectos pechos que con cualquier escote me llamaban a gritos para que los tocara. Pero ya no más, ahora sólo me masturbo mientras tomo mi botella y canto esa patética canción de “Lágrimas sal y limón”.

“Y aquí estoy tomando en la cantina, en mi cerveza hay lágrimas sal y limón”, ahora mi voz suena peor que cencerro, peor que el canto de un loco y más feo que niño púber que le está cambiando la voz.

Ay Rosa, mi querida Rosa, tan hermosa y bella, ella es la agonía y la miseria de mi vida. Me he probado todas las marcas de cerveza, vino y tequila que existen, en las calles ya me apodaron el insufrible y yo no lo puedo negar.

Rosa, mi querida Rosa. Yo se lo advertí, después no me pueden culpar, yo le dije antes de su boda que su marido tenía tendencias sexuales diferentes y que cuando la abandonara por un sujeto rubio, fornido y de pene grande no estuviera llorando. Pero ¡ah! Cómo le he rogado a Dios para que ese día llegue, para que mi querida Rosa regrese a mis brazos y pueda plantarla de nuevo en mi jardín, y entonces le pondré una cerca de plata con púas venenosas para que ninguna rata se le acerque de nuevo.

Mi querida Rosa, mi dulce, bella y querida Rosa.