Mi príncipe hanyou

Re: Mi príncipe hanyou

“Tengo miedo, ¿me ayudas?”​

Los pasos de la niña eran apresurados, su respiración era agitada. El vestido rosado que llevaba se arrastraba levemente con el pasto que pisaba, a veces llegaba a preguntarse cómo no se rasgaba una parte de su prenda.

—Llegaré tarde. InuYasha debe estar desesperado.

Kagome, la princesa de la oscuridad; y pensar que era rara la vez que veía el amanecer. Hace poco tiempo habían descubierto que ella, poseía poderes espirituales, como los de una sacerdotisa. Por supuesto que iban a sacar algún provecho, el rey de la oscuridad no se iba a quedar con los brazos cruzados a tal ventaja. Aunque se tratara de su propia hija. De pronto, sus piernas se detuvieron, la vista oscura de ella se detuvo en un árbol muy frondoso con hojas verdes y tronco muy fino. Era muy raro ver ese tipo de árboles en su mundo, por lo regular, ella admiraba los árboles que carecían de tal belleza; en su mundo, donde nunca amanecía, todos los árboles eran secos por la falta de luz. Pero en esos momentos, estaba en el mundo de los humanos.
Un lugar en donde la luna y el sol se saludaban.

—Disculpe jovencita —, fue una voz ronca quién llamó su atención; ella giró para que sus ojos se posaran en unos gastados. Era un anciano con ropajes campesinos. —¿Tú sabes dónde se encuentra alguna aldea?

—…No, no sé en realidad. —La experiencia de la niña de ocho años era muy poca en ese mundo; apenas sabía que para llegar ahí, se necesitaba reflejarse en un espejo en particular en el mundo de la oscuridad. De repente, la vista de Kagome se posó en el hombro del anciano, todos los sentidos de la niña se agudizaron cuando observó que, en su hombro derecho, el anciano sangraba gravemente. —¡¿Qué le sucedió?!

—No es nada, pequeña. Me dijeron que una aldea estaba por aquí, cerca.

—¡La encontraremos!, sólo hay que encontrarla.

Kagome era una chica muy inocente, tanto, que su inocencia no le permitía ver más allá que esa grave herida; y cómo no hacerlo, si ella estaba muy impactada al ver la sangre de un humano indefenso. Cuando ella ayudaba al anciano a caminar pausadamente, sin tocarlo, esbozaba una sonrisa, estaba contenta por ayudar a alguien. Por lo menos hacia algo más que juntar flores para su madre fallecida.
Pero por los aires, una mujer de kimono hermoso con franjas guindas, estaba sentada sobre una pluma gigante; Kagura observaba cada movimiento de la princesa. Llegó a la conclusión que Kagome había caído en su trampa, justo como lo predijo Naraku.

—Es muy fácil leer los movimientos de un niño. —Pensó Kagura mientras que el par de individuos desaparecía de su vista; el viento que la acompañaba era placentero, a decir verdad, parecía que era lo único sincero en ese lugar, incluyéndola a ella. —Naraku ya puso en duda al rey de la luz… Quebró el espejo que conectaba al mundo de la luz, ahora ¿qué sigue?

La mujer que manipulaba al cadáver del anciano, colocó su abanico en su barbilla; era muy fácil manipular a alguien, y mucho más, cuando estaba muerto…



Mientras que los propios enemigos perseguían a Kagome, InuYasha estaba más que desesperado. Era imposible que se le haya olvidado el pequeño detalle que pensaba regalarle a Kagome, y mucho más culpable se sentía, cuando estaba cerca su noveno cumple años. Un día, ella le había explicado que una ceremonia se hacia, por eso, nadie la tenía que tocar en siete días. Se trataba de una completa purificación, pero para Kagome era un completo sacrificio: no abrazar a nadie, ni sentir la piel de una persona o acariciar un animal tierno. Nada de eso podía hacer, a menos que llegue su día esperado.

—Maldición. —Masculló mientras subía de nuevo las escaleras de la muralla, que protegía el espejo. Tenía pensado volver por el crisantemo que, posiblemente, se le había caído en el camino; pero no sabía que después de subir por completo aquellas escaleras en forma de caracol, se encontraría con una terrible realidad: —¡¿Qué?!

Su corazón pequeño, que absorbía todo sentimiento; latía desembocado. El dolor, miedo y furia, se presentaron en su mente. Las fuerzas, de un momento se desvanecieron. Caminó varios pasos hacia al frente para ver la habitación toda desordenada: las cortinas desempolvadas, que siempre estaban ahí, estaban despedazadas sobre el suelo. Pero eso era lo de menos, parecía que el causante de ese desastre estuviera enojado con él mismo, o simplemente era una persona que le quería hacer daño.
Cuando siguió su camino pausado, sin saber, sintió como un objeto se le clavaba en su pie descalzo.

—¿Un cristal...? —cuando retiró el vidrio de su pipe, miró hacia al frente: el espejo que lo conectaba al mundo de la luz, donde su familia vivía, se había roto por completo. Su respiración se volvió agitada por el mismo miedo, hasta su vista comenzó a temblar. —Mamá…

Se dirigió hacia dónde debería estar el espejo, pero lo único que encontró fueron más cristales, pero mucha más grandes. Maldito a de ser quién lo hizo.

—Mamá… Papá…

Él mismo no podía creer lo que miraba, y al mismo tiempo no quería comprenderlo; ¿estaría solo atrapado en el mundo de los humanos?, ¿Quién realmente lo había hecho…? deseaba volver con su madre, protegerla de los insultos fríos de Sesshomaru. Y volver a ver a su padre…
Pero no podía ser posible, ya no podía volver con su familia. Desesperado, llevó sus manos a su cabeza tapando sus orejas de cachorro; cerró sus ojos fuertemente, como si le ardieran. Se hincó de rodillas del gran sentimiento que lo invadía, todo su cuerpo temblaba.

—Ayúdame mamá… ayúdenme… Alguien. Por favor.



Antes bien, en el fondo, sabía que nadie lo espiaba; es por eso que él podía llorar con facilidad, sin que nadie lo culpara, sin que nadie le reprochara nada. No tenía la culpa de nada, si apenas era un niño pequeño que apenas sabía de guerras.
Kagome no podía hacer nada más que acompañar a aquel anciano, estaba prohibido para ella tocarlo, si no, todos sus esfuerzos no valdrían la pena; no habían encontrado aldea para curar la herida del anciano, se habían detenido a descansar en un árbol. La princesa de la oscuridad miraba aterrorizada la herida de su acompañante, cada gota de sangre que salía de la herida, caía en el suave pasto.

—¿Está bien dejarlo de esta manera, señor?

—Maldición —dijo Kagura desde muy lejos, aún por los aires. —El cuerpo del anciano duró muy poco tiempo, debí matar a otra persona mucho más fuerte. —El cuerpo del anciano estaba empapado de sangre, incluso con la inocencia de la niña, no se permitía ver que el anciano ya estaba muerto, a pesar de que él seguía hablando. Kagura sorprendida, siguió con su tonto juego de manipulación de cadáveres.

—Si quiere puedo pedir ayuda a alguien, yo puedo…

—No niña, esto aquí termina. —La voz del anciano se movía al compás de los labios de Kagura, la mujer manipulaba cada movimiento. —Tendré una muerte aquí.

—¡No usted no puede rendirse! —Kagura dirigió su mirada fulminante hacia la niña, ¿acaso estaba muy decidida a salvar a aquella persona?, ¿para qué si ya estaba muerto? —, usted es un ermitaño, ¿no es así? —la sirviente de Naraku ni siquiera se había dado cuenta, su victima había sido un anciano ermitaño, genial, lo que faltaba para que su plan fracasara.

—…Sí.

—Usted de seguro tuvo una vida muy solitaria, lo lamento, pero eso es lo que siento contigo. Es como si siempre estuviera limitado. —Cada nervio de Kagura recobró vida propia a las simples palabras. —Siento una tristeza, no sé con exactitud.

—Vete, niña.

—¿Qué?

—¡Te dije que te vallas!

La princesa, sintiéndose culpable, se retiró sin nada más que decir; estaba confundida por la actitud del anciano, pero ya nada podría hacer. Moriría solo. Ahora la herida del cuerpo lo destrozó por completo, ahora el anciano lucia mucho más pálido, y los ojos estaban desorbitados. Kagura ya no tenía por qué esconderse, decidió bajar de su pluma gigantesca y aterrizar enfrente del cadáver:

—Maldita niña. —Dijo en voz muy quedita, pero su mirada se dirigía al cadáver que hace poco controlaba. —Ella no sabe nada, nada.

De un moviendo rápido sacó su abanico y lo agitó con fuerza, ocasionó que una cuchilla saliera y lo partiera a la mitad. La sangre disfrazó el color verde del pasto. Su misión de perder a la princesa en el mundo de los humanos, había fracasado. Tal vez, no deseaba servirle para siempre a Naraku, pero le molestaba que se aprovechara de aquella niña que estaba libre de culpa.
No quiso seguir su camino con la pluma en la cual se transportaba, quiso caminar, deseaba sentir el viento que la acariciaba delicadamente. Como su mismo corazón. Dio media vuelta lentamente, como si estuviera esperando a que alguien más la matara en ese momento, para no ver el rostro de su amo…

—Maldito seas Naraku, también.

Kagura, la mujer que servia a Naraku. Y pensar que ella se alío con él sólo por ser su creación; de todas maneras no tenía escapatoria. No sabía con exactitud qué planeaba Naraku con todo esto, pero ¿qué más daba preocuparse por cosas que no le incumbían? Ella siguió caminando sin rumbo fijo, de todas maneras, ya había fracasado con lo que le había pedido su creador… de nuevo.



En el mundo de la luz, un lugar donde nunca anochecía, la reina de aquel mundo caminaba sin rumbo fijo. Los habitantes de ese lugar la miraban preocupados, se podía reflejar en su rostro la preocupación que poseía. Izayoi ya llevaba tiempo que su hijo se había retirado de su mundo, además, le prometió cuidarse solo; confiaba plenamente en su hijo, y no sólo porque tenía fe en su palabra, si no porque él era su hijo.
Tenía que estar bien.

—¡Reina Izayoi, venga a ver! —un joven la mandó a llamar emocionado; ella detuvo su paso para ver qué es lo que ocurría, y lo primero que divisó su vista fue una muchedumbre amontonada en un solo lugar. Parecía que vendían algo único.

El pueblo, más que lucir un lugar con tanto mercader, fulguraba más bien como un simple pueblo; uno sencillo. Donde nadie valía menos que otro. Cuando la gente miró a la reina Izayoi, sus ojos se iluminaron; le tenían una gran admiración. Hicieron un enorme espacio para dejarla pasar y ver lo que ocurría. La reina del mundo de la luz, tomaba su vestido con delicadeza, su vestimenta era digna de admirar: la tela estaba muy pesada para su gusto.

—¡Por favor póngame atención, humildes personas! —comenzó a hablar un señor de avanzada edad, era muy chaparro, apenas se miraba entre la multitud. —Tengo aquí en mis manos algo asombroso. Y les aseguro que nadie lo creerá…

Mientras más hablaba el anciano, más gente se acercaba con asombro, para ver qué es lo que tramaba ese viejo loco. Tardó mucho tiempo para llegar a callarse, sólo decía cosas para atraer a la gente, sin nada que hacer. Hasta que por fin, casi toda la gente de la aldea estaba reunida.

—Reina Izayoi, me alegra que usted sea la primera en ver el sorprendente cristal.

—¿Cristal? —la reina llevó una mano a su barbilla, la verdad que la tenía muy intrigada. Y cómo no estarlo si ya estaba desesperada por ver el objeto.

El señor de avanzada edad levantó el brazo, mostrando así un cristal, era del tamaño de una hoja de árbol. Izayoi, inmediatamente lo reconoció y su corazón le dio un golpe fuerte en su pecho; el sentimiento de la preocupación y desesperación la abrazó desprevenida.
Todos los aldeanos quedaron pasmados.

—Pero eso es…

—¡El espejo! —, de pronto la gente se volvió alterada, las mujeres gritaron aterrorizadas, y los hombres murmuraban entre ellos. Pero ninguno de ellos compartía el nudo de garganta de Izayoi.

El primer pensamiento que cruzó por su mente fue en avisarle a su esposo, era un grave problema el que se había presentado: el espejo se había roto. Ya nadie de ese mundo podía cruzar a las otras dimensiones. Se habían quedado atrapados en ese sitio donde nunca amanece…
InuYasha, su hijo, había quedado solo.



Los desastres, perdiciones, muertes, preocupaciones, y muchas cosas más se habían presentado en un sólo día. La idea de caminar sola en la tarde no era buena, Kagome era una de esas personas que no se rendían en el primer minuto. Pero ya estaba perdida; a veces llegaba a desubicarse con facilidad, en los pocos minutos que huyó del anciano que había ayudado, quedó completamente sola. Estaba perdida en el bosque junto al atardecer. Las pequeñas piernas de la princesa de la oscuridad, rozaban levemente con el pasto ya crecido. Pero sus ojos adquirieron un brillo extraño, cuando miró hacia al frente un árbol junto con su compañero de juegos recargado en él.
Cada nervio cobró vida propia.

—Hace mucho que no lo veo, ¿cómo estará?

La chica de cabellera color noche, se acercó a él con rapidez. Hace mucho tiempo que no lo veía; a pesar de la tonta ley que su padre tenía deseaba verlo. Kagome no tenía que tocar a nadie dentro de siete días; pero a veces aquella norma se le llegaba a olvidar cuando ella estaba cerca de él.
No estaba tan lejos, así que llegó rápido; InuYasha estaba de espaldas, así que no podía ver su rostro.

—Hola InuYasha. —Trató de poner su mejor sonrisa para cuando el volteara, pero ni siquiera un mormullo de parte de él salio. Lo primero que se le vino a la mente es que estuviera enojado con ella; después de todo habían acordado en verse en la mañana. Y el crepúsculo estaba por salir. —InuYasha…

—Hola Kagome. —Respondió desanimado, pero aún así no le daba la cara. Su fleco tapaba sus ojos dorados, flameantes como el mismo sol que estaba por ocultarse. A decir verdad, él ya se había percatado de la presencia de Kagome a varios metros antes de que llegara, incluso antes de que ella se diera cuenta que InuYasha estaba cerca.

—¿Qué sucede? Te noto desanimado. —Él alzó su cabeza para dejarse ver. Mantenía sus brazos cruzados, como si hubiera cometido algún acto que lo perjudicara.

—No sucede nada. —Era Kagome con quien hablaba, ¿acaso no se había dado cuenta que era un niña muy curiosa?, con docilidad, ella lo rodeó y se colocó enfrente de él todavía con su sonrisa. —¿Qué quieres?

—¿Por qué estás triste?

—¡No estoy triste! —el chico frunció el seño y se recargó en el tronco del árbol.

—¡Bien, ya no me preocupare por ti!

La niña dio media vuelta y le dio la espalda. No le gustaba que las personas la ignoraban cuando ella hacia una acción buena; lo contrario le pasaba a él, después de todo era un hanyou. No había experimentado por completo cómo una persona podía ser gentil. Ahora de todo le había pasado: antes de cruzar por última vez el espejo, que ahora estaba roto, había discutido con Naraku, aquél tipo que no le inspiraba confianza; a pesar de ser el consejero de su padre.
Y pensar que Kagome no le sucedía algo trágico como a él le pasaba. Por supuesto que no deseaba eso, lo consideraba como algo prohibido según las enseñanzas de su mamá; tal vez también lo había tomado de su padre. Antes bien, algo era muy seguro: no lo había aprendido de Sesshomaru, su medio hermano. Kagome dio media vuelta inesperadamente, causando así que el pensativo despertara violentamente.

―!Felicidades, felicidades! ­―mantenía su amplia sonrisa, tenía sus manos entrelazadas como si buscara fuerza suficiente. Aunque, básicamente, no la necesitaba.

―¿Huh?, ¿Qué te pasa? ―alzó una ceja.

―¿Sabes por qué?, papá dice que cuando a alguien le dices “felicidades” le sucederán cosas buenas. Así que te lo digo. ―InuYasha curveó un poco sus labios, era la primera vez que Kagome trataba de animarlo; cuando apenas se habían conocido, él fue quién la confortó cuando Kagome estaba triste: y todo porque el recuerdo de su madre la estaba persiguiendo.

―Gracias. Eres muy lista.

―Vaya, si alguien nos viera, dirían que somos hermanos. ―La princesa de la oscuridad era muy curiosa en ese aspecto; dio media vuelta causando que su vestido girara con ella.

―¿Deberás lo crees?, siempre quise una hermana. Una que fuera como tú ―, un pensamiento fugaz cruzó por su mente, fue tan rápido que apenas lo comprendió: Sesshomaru siendo amable con él… Era algo imposible, y aunque fuera real, InuYasha lo detestaría.

―Tienes hermanos. ―Afirmó.

Hubiera preferido que le dieran una bofetada en la cara que escuchar aquellas palabras, Kagome era muy lista, de eso no había duda. Tragó saliva amargamente, no deseaba abrir de nuevo ese tema; lo odiaba desde que él tenía memoria. Tal vez, aquellos hermanos estaban destinados a matarse entre ellos, con el rencor de por medio. Como hace tiempo le había dicho Sesshomaru, sólo que ésta vez lo creía.
Un trinar de pájaros en el cielo acompañó el silencio imposible. InuYasha sin mucho movimiento, dejó de recargarse en el árbol y se dirigió con Kagome, se colocó a un lado de ella.

―No es cierto, los hermanos de verdad me dejarían entrar en sus vidas. Él siempre me ha mantenido lejos de “sus cosas importantes”, lo odio, él no es un hermano para mí. ―Kagome lo escuchaba atentamente; lo miró de reojo, podría describir su rostro lleno de resentimiento. Como si en verdad sus palabras fueran una carga para él, o más bien, si le doliera la realidad que apenas descubría.

―Siento que no hay mucho que hacer, InuYasha, las personas como Sesshomaru hablan más con sus acciones que con sus palabras… ―Una oreja de InuYasha dio un pequeño movimiento, fue muy rápido que ni siquiera la princesa lo notó. Estaba escuchando cada palabra articulada, pero a la vez no deseaba; sabía de antemano cómo era su medio-hermano, no era necesario que alguien se lo repitiera. ―Ellos quieren que las personas sean felices, es un trabajo difícil, pero no quieren agobiar a nadie con sus problemas o que se preocupen por ellos, así que se callan.

―¿Estás loca?, ―detonó InuYasha frunciendo el seño, una de las cosas que detestaba de la gente, era que siempre estaban de acuerdo con su hermano. La miró al rostro. ―Sesshomaru me desafía sin que yo le haga algo, él es un tonto. ¿De qué lado estás Kagome…? ―, cruzó sus brazos molesto. Estaba dispuesto a no escucharla de nuevo, pero lo oídos de InuYasha estaban perfectamente agudizados para cualquier suspiro de ella.

―!¿No estuviste escuchándome, verdad?! ―, él dio media vuelta con los brazos cruzados, cerró sus ojos de forma arrogante; después curveó de nuevo sus labios, como si fuera una sabio.

―!Khe!, la verdad no te entendí nada. Hablas como un adulto, niña tonta. ―Ella, con un simple movimiento, se colocó detrás de él.

―!No seas tonto, lo que quiero decir es…! ―calló de repente, sus mejillas ardían, no sabía si era por estar enojada o sonrojada; pero le daba igual. ¿Acaso ahora no era el momento de preocuparse por ella?, esa era otra de las cualidades que la caracterizaban. InuYasha esperaba más palabras de ella, un regaño o un insulto hacia su persona, como lo hacían la demás muchedumbre. Pero nada, sus orejas puntiagudas no percibieron nada; él sólo giró su cabeza para poder percibirla: su mano estaba sobre su pecho, justamente donde estaba su corazón. Se miraba asustada.

―¿Es…? ―se acomodó para quedarse frente a frente.

―Es por la presión que tiene al controlar una responsabilidad tan grande… por eso, cuando tiene que desahogarse eres tú al que acuden. Eres alguien que él cuenta para lo que necesite, y eso dice mucho; pero para que él cuente con su hermanito menor, él tiene que estar ahí.

―¿Tú qué sabes, Kagome?, no tienes hermanos. Mira la suerte que tienes. ―Era otra forma de negar lo que la princesa decía, y ella entendió ese concepto; también llegó a una conclusión: InuYasha era un chico terco y obstinado. ―No tiene sentido.

―Es verdad, yo no tengo hermanos… Debes envidiarme ―, bromeó quisquillosamente. ―Perdona que me haya ausentado mucho tiempo, sé que nos quedamos vernos ésta mañana.

―No-no, sobre eso… Mmm… ―El sonrojo que apareció en sus mejillas no lo dejaba ni hablar.

―¿Nos veremos mañana no es así? ―preguntó Kagome para sonreír después.

De pronto, cada nervio de InuYasha cobró vida propia; su mente le regaló imágenes no deseadas: el espejo roto. ¿Cómo volvería a su mundo cuando aquel objeto ya no existía?, ya se imaginaba el rostro lleno de pánico de su madre, no le preocupaba mucho cómo estarían su padre y su medio hermano. Lo único que le importaba era su mamá.

―Kagome… no puedo.

―¿Qué dices?

―Yo… Mira, no puedo regresar a mi mundo es que… bueno, no sé si fue por mi culpa. Pero el espejo que conectaba mi mundo a éste, está roto. ―Empuñó sus manos con fuerza, era muy raro admitirlo.

―Oh, pero… ¿Dónde te quedaras por mientras que se arregla eso? ―tenía que decirlo, por lo menos en su mente: estaba temerosa de no volverlo a ver.

Él se quedó callado, no quería responder las preguntas de ella, ya que simplemente, InuYasha tampoco lo sabía. ¿Eso significaba que ya no volvería a ver la sonrisa de su madre?, una cosa era segura: Naraku sabía lo que había sucedido, pero no tenía la mínima esperanza que a alguien le advirtiera para salvarlo de aquel error. ¿Qué podía hacer un niño de ocho años a aquella situación?

―¿Por qué no vienes a mi mundo?, al mundo de la oscuridad. ―Invitó ella temerosa, después de todo no había escuchado un caso que un ser de la luz visitara al mundo contrario. Pero no había una ley de su padre que infringiera eso.

―Mmm… No lo sé Kagome.

―Anda, ¿por qué no intentarlo…? ―no estaba segura si la decisión era la correcta. Pero su deseo era más fuerte que su inseguridad.

••••••​

Perdonen mucho por la tardanza, la verdad no planeaba tardarme tanto. Como apenas estoy en la preparatoria, pues, nos dejan montañas de tarea (y apenas son los cursos de inducción).​

Miko kagome: Bienvenida querida, espero que en verdad te guste la trama, como veras esa es mi temática favorita. Espero que en verdad disfrutes leer esta historia, me esmero mucho en hacerla para mis lectores.

Yrim: Muchas gracias por la observación, la verdad que esas palabras me fallan mucho. Perdona la tardanza, no he estado muy al corriente de lo que sucede aquí, espero que en verdad te haya gustado; espero con ansias tu capitulo también.

Sempai: Antes de que me regañes por haber tardado te diré una cosa: te quiero mucho linda sempai, (no lo digo para que no me regañes), la verdad que eres uno de los usuarios de por aquí que ha permanecido una amistad estable desde que entré a CZ, (con exactitud llevo dos años apenas), bueno, antes de que me ponga sentimental: mis historias se han caracterizado por ser largas, me encanta que la trama siga y siga hasta que llegue a un final inesperado. Sé que desde hace tiempo el otro Fic (¿Quién es mi guardián?), aún no la he terminado. Ya espero terminarla pronto.

Dulcekagome: Querida, muchas gracias en verdad. Espero que te haya gustado este capítulo. Perdona que me haya ausentado un poco en tus historias, últimamente se me está dificultando entrar a CZ, (mi hermano se está volviendo loco por la computadora, y tengo que compartirla).

Yagami Raito: Gracias de todas maneras.

Cmmv: Es un placer tenerte en esta historia. Siempre me han agradado tus comentarios: aclaras hasta el más mínimo detalle, es algo digno de admirar; a veces siento pena por avisarte de mis continuaciones cuando tienes algo más importante que hacer, pero yo te admiro mucho. Espero que este capítulo sea de tu agrado.

InuuxLuLii: Gracias querida, sí, mis capítulos siempre tienen algo de drama, esa es mi categoría favorita como veras. A veces suelo excederme en los capítulos, pero nunca me canso de escribir, es una de las cosas que más me gusta (aunque no tengo mucho escritos publicados aquí en CZ). Es un placer tenerte aquí querida.

Kinary: ¿No te cansas de acosarme? xD, aún asa… D:, (ya sabes que diré así que no te hagas).

Tamao: Es una lástima que ya no te conectes, pero si llegaras a conectarte en algún momento diría que espero que te haya gustado el capitulo.

IKST: Cuando me enteré de esa información supe de inmediato que estaba mal. Aún así te agradezco que me lo vuelvas a repetir, me servirá para mis próximos escritos. Mucha suerte con tus historias que son magnificas, IKST, espero que te haya gustado este capítulo. Aunque dando mi punto de vista, afirmaría que estás avanzando a tu narración (lo digo porque he leído tus escritos)

LiFeInu: Lo único que lamento, es que la preparatoria nos separó, ahora ¿con quien desahogo mis fanatismos por nuestros galanes? :A.

 

Re: Mi príncipe hanyou

Creo que contestándoles sus mensajes así se me hace más fácil:​

Dulcekagome: No te preocupes, ya tengo una laptop para seguir más con mis historias, ahora no creo tardarme mucho en la continuación, voy a la mitad del capitulo. Respecto a tu pregunta lo verás cuando suba el capitulo, quise dejar eso a lo ultimo para que hubiera algo de tensión.

Miko Kagome: Mmm… Bueno, no soy todavía una gran escritora como las demás personas, aún me falta muchísima práctica, pero bueno todos los días se aprende algo nuevo ¿no?, me alegra mucho que te haya gustado linda. Lo que más aprendí de un usuario es la narración, esa es la base de todo para tener una trama. Pero las acentuaciones, los tiempos, y detalles aún me faltan.

LiFeInu: Espero que te pongas al corriente de FFL, al parecer aún no te has dado cuenta x´D, amiga te extraño mucho, espero vernos tan pronto como sea posible, (maldita prepa :L).

Kinary: I love Enzo :I

Minakoyatsur: Yo soy una de las personas temerosas, temor a equivocarse. Es por eso que estaba nerviosa al pensar en cómo iba a salir todo esto. Bien, a lo que me dices, es verdad, confundo todavía esos detalles, que creo yo, que los voy manejando poco a poco. Es algo laborioso, pero no es imposible. Sí, hasta que alguien lo nota, en los capítulos me desahogo en cómo estoy. Por ejemplo, en el momento en que Kagome comienza a extrañar a su madre (en el capitulo 1) yo estaba melancólica; es una buena forma de desahogar los sentimientos del escritor, y a veces, narro que los personajes están contentos. Mis sentimientos están locos x´D. Linda, bienvenida eres. Espero que no te llegue aburrir con esta humilde historia.

Meelissa: Sé que el titulo dice algo así como “Y así ellos se dieron un beso y se casaron…” x´D, nunca me han gustado esos escritos, me fascina el misterio y las cosas de magia (séh, estoy loca). Y mi sueño fangirlista siempre ha sido describirlos de niños *-*, Meli, aparecerá Rin; pero en su tiempo indicado, ¿alguien ha notado que aún no he puesto a Sango y a Miroku?, pienso poner a los personajes poco a poco, no así de repente. Sobre lo que me comentas sí los confundo eso es algo que siempre se me ha dificultado. Gracias Meli.

Sempai: No es chantaje, ¿ok…?, te quiero más sempai, hasta que alguien vino y me iluminó con eso del punto y coma, busqué en Internet dónde se coloca en una narración, y me salio una definición tan extraña que me perdí. Y tu explicación fue sencilla, sí le entendí (:, por eso eres mi sempai… por cierto, el agarrón de cachetes que me diste me dolió ;D. Ya te extrañaba sempai :/.

Ya saben, si quieren reclamarme, golpearme, consentirme (sempai), patearme (¿?), no lo hagan aquí, por favor.​