Mi niña

Palabras: 473 con título
Información: Este drabble es hecho para la actividad de One Shots y Drabbles mitológicos. El mito que elegí para esta ocasión es el de Hades y Perséfone. Pero la historia toma el punto de vista de una amiga que tuvo la diosa. A pesar de estar inspirada en el mito, la historia es de mi total autoría.

Mi niña​

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En aquella tarde fría e inclemente, el agobiado cuerpo de una recia mujer se estremecía, preso de la incómoda soledad. No podía evitar pensar y sentirse frustrada. Ya sabía de antemano que podía depender tanto de una muchacha que sabía no se quedaría mucho tiempo a su lado, pero aún así, se dejo llevar por la sensación cálida en su corazón, ese sentimiento que experimentaba al compartir largas tardes de primavera junto a aquella muchacha de cabellos castaños.

Aquella jovencita se había convertido en su amiga, en su apoyo para tantos momentos tan difíciles. Ella sabía cómo curar el frágil corazón de una mujer que había sido víctima de un destino cruel, una paradoja en la que la vida la había encontrado con el ser más amado con el que hubiese podido soñar, pero que en cuestión de poco tiempo también se lo había arrebatado.

Estella era esa mujer que se había guardado su dolor mucho tiempo, ¿cómo podía resistirse a la reconfortante compañía de alguien que no esperaba nada a cambio, pero qué le brindaba más que cualquier otra persona?

En ese momento, no pudo evitar que se desbordaran sus lágrimas al reflexionar cómo Penélope se había convertido en una hija para ella, esa niña que nunca pudo concebir ella misma.

Pero de nuevo, la vida se había ensañado con ella y le había arrebatado a su Penélope de los brazos. Aún sentía la indignación rebosar por sus venas al recordar que su propia familia había concertado una boda para sellar el destino de su propia hija, como era la costumbre de la época. Y a Estella se le partía el corazón al ver a su niña llorar constantemente agobiada por sentirse en un callejón sin salida. Viéndose forzada a aceptar y convivir con alguien que no conocía.

Pero el tiempo dejó sus huellas y cada vez que Penélope iba a visitar a Estella se veía más radiante, más enamorada de ese joven. Hasta que un día, regresó para decir que se marchaba lejos y que regresaría cada constantemente a verle. Estella de nuevo se sentía burlada por el destino.

Ese sentir era egoísta y ella lo sabía. Conocía claramente que su razón para detestar a aquel hombre era que le había arrebatado a su niña, a la última compañía que le quedaba. De verdad sentía que estaba siendo inmadura y se estaba comportando como una niña caprichosa.

Y entonces sus labios esbozaron una sonrisa cayendo en cuenta de esa realidad. Ese espíritu de niña que había despertado Penélope seguía en ella y eso le mantenía viva.

De pronto, unos pequeños golpecitos sonaron en su puerta la regresándola a la realidad. Y sus ojos brillaron al ver a su niña entrar por el umbral, a la chica que siempre regresaba en primavera y traía consigo el florecer de la alegría.