One-shot de Inuyasha - Mi Felicidad (one-shot) -InuKag

Mi Felicidad (one-shot) -InuKag

Hola quiero aclarar q este fic lo lei en otra pagina y le pedi a la creadora si me permitia piblicarlo y me dijo q si ... bueno hay les va :

Mi felicidad.​

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Hay muchas maneras de entender la felicidad. Algunos creen que con el dinero lo poseerían todo y ahí hallarían su alegría, mientras que otros se contentan con estar junto a sus seres queridos.
Aquella joven de ojos marrones y largo cabello castaño lo poseía todo. Era la nieta de un poderoso aristócrata, el señor James Higurashi, La fortuna de su familia era inmensa, como lo eran sus interminables posesiones y el incalculable valor de las tierras que mantenían bajo su tutela.
La joven, de apenas diecisiete años, estaba siendo preparada para heredar todas las pertenencias de su abuelo, por lo que toda su vida había estado destinada a aprender buenos modales y a no relacionarse con gente de rangos inferiores.
Pero ella, a pesar de poseer tan gran fortuna y de poder tener lo que desease, no era feliz. Ella quería tener amigos, correr por las calles y reír a carcajadas, no estar todo el día estudiando y aprendiendo modales, comportándose y guardando silencio.
Debido a sus deseos de libertad, aquella tarde se escapó de la mansión. Corrió a través del viejo camino que conducía al pueblo, y allí se encontró con que era día de mercado.
Curioseó por todos lados, mirando las frutas que vendían unos y las telas que mostraban otros. Todo le llamaba la atención y, en su distracción, chocó contra un joven que venía en dirección opuesta.
El chico se detuvo a ayudar a la joven, que se había caído, a levantarse.
-Lo lamento mucho, señorita, estaba distraído y no me di cuenta-dijo con voz suave y varonil. No aparentaba tener más de dieciocho años.
-Disculpadme vos, joven, era yo la distraída-respondió ella con una dulce sonrisa.
Al momento el joven quedó prendado de su belleza. Era como ver la cara de un ángel en una joven.
-¿Sois nueva en el pueblo?-preguntó.
-No. Yo...-la joven guardó silencio, temerosa de que alguien la escuchara-. No puedo hablar delante de tanta gente, podrían reconocerme y llevarme ante mi abuelo.
-Comprendo-dijo el joven-. Si me seguís, puedo llevaros a un campo que hay cerca.
La joven caminó tras él, mientras se fijaba en su hermoso cabello negro. Tenía una espalda ancha cubierta por una camisa blanca algo gastada, y usaba unos pantalones negros algo viejos que le llegaban bajo la rodilla.
Se detuvieron en un campo de hierba muy verde que ocupaba una gran extensión. El chico se sentó y la invitó a hacer lo mismo. Ella tomó asiento a su lado, feliz de encontrarse ante un paisaje tan bello.
-Ahora podéis decirme si sois nueva en el pueblo-sonrió el muchacho.
Ella observó su sonrisa, que era brillante como el sol, y luego desvió la mirada.
-Soy Kagome Higurashi, la nieta del gran aristócrata James Higurashi-suspiró-. Odio la vida que llevo, siempre estudiando buenos modales y yendo de baile en baile. Me están preparando para heredar todas las pertenencias de la familia, pero yo no quiero eso.
-Comprendo.-El chico miró al frente-. ¿Por qué no os escapáis?
-Sería imposible. Me vigilan día y noche.
Tras guardar silencio un rato, ella lo miró a los ojos, que eran marrones.
-¿Cuál es vuestro nombre?-preguntó.
-Inuyasha Taisho.
-¿Y puedo saber que hacéis con vuestra vida?
-Me dedico a trabajar con la madera, elaborando muebles y demás objetos para los hogares.
-Interesante.
Un nuevo silencio los rodeó, hasta que Kagome suspiró.
-¿Qué sucede?-le preguntó Inuyasha.
-Se siente tan bien aquí... Odio ser aristócrata, no puedo hacer lo que deseo. Nunca tuve amigos de verdad, ni pude correr por la hierba, ni pude reír a carcajadas...
Inuyasha se levantó de repente y extendió una mano para que ella la tomara.
-Podemos hacer todo eso juntos, si gustáis, señorita-le dijo sonriendo.
Kagome asintió y tomó su mano. Fue un momento mágico para ambos.
Inuyasha la hizo correr por el campo de hierba, mientras ella sentía por primera vez la auténtica sensación de libertad y sonreía ampliamente. De pronto, perdió el equilibrio e hizo caer a Inuyasha. Ambos rodaron por la hierba, y cuando se detuvieron, el chico estaba sobre ella en una posición un tanto incómoda para ambos.
Se miraron a los ojos, ambos sonrojados, y luego él se acercó poco a poco a sus labios, donde depositó un suave y cálido beso. Luego se levantaron y volvieron a correr en dirección al pueblo.
Allí, se encontraron con la sorpresa de que el mismísimo James Higurashi buscaba a su nieta, que se había escapado de la mansión. Cuando la vio, la obligó a subir al carruaje y la llevó de vuelta a casa. Inuyasha observaba triste la escena, sin poder hacer nada por detenerla.
Kagome fue bruscamente castigada, encerrada en su habitación sin poder escapar. Pero algún día tendrían que liberarla, pensó, y eso sucedió tres días después, cuando su madre, Marie, le pidió que la acompañara al pueblo a buscar una mesa nueva para su dormitorio.
Kagome aceptó encantada, y al llegar a la tienda donde su madre había encargado la mesa, se encontró con Inuyasha.
En un descuido de la mujer, ambos se escabulleron para pasear.
-¿Cómo habéis estado?-le preguntó el chico.
-Bien, gracias. Y no me trates así, me haces sentir vieja, sólo llámame Kagome.
-Está bien, Kagome. Pues entonces, tú llámame Inuyasha.
Durante esa tarde, Kagome estuvo paseando con Inuyasha, que le mostraba los rincones más hermosos del pueblo y los mejores lugares para huir de los ladrones. Ella lo escuchaba atónita, hasta que su madre, preocupada, la sorprendió con el chico.
-¿Dónde habías estado? ¡Te he estado buscando!
-Fui a pasear con Inuyasha.
-Tonterías.
Se la llevó bruscamente del lado del chico, de vuelta a la mansión.
Durante varios meses, Kagome se escabullía por las noches para ver a Inuyasha, que la esperaba y le contaba las cosas más maravillosas que jamás había escuchado. Él se había convertido en su primer amigo, y con el tiempo, en algo más. Se había enamorado de él, y él de ella.
Una noche en la que Kagome se escapaba, un sirviente dio la alarma. Todos la siguieron para encontrarla besándose con el joven. Su abuelo, enfurecido, la golpeó en la mejilla.
-¿Acaso no te lo hemos dado todo, ingrata? ¡Te dimos un techo, comida, te ayudamos a crecer sana y fuerte y aprendiste buenos modales para prepararte, pues eres mi heredera! ¿Acaso no te basta con eso, que tienes que deshonrarnos huyendo de la mansión para encontrarte con un mísero trabajador de maderas?
Kagome enfureció.
-¡Yo no he deshonrado nada! Fuisteis vosotros los que decidisteis mi futuro, lo que haría, lo que me esperaba. No me disteis la oportunidad de tener amigos, no me disteis la oportunidad de escoger, la de enamorarme. ¿Qué esperabas, que toda mi vida fuera un perro que corriera tras tu dinero? No me importa para nada todo lo que pretendes dejarme en herencia, no quiero tener dinero si no puedo ser feliz con quien amo.
-¡Ingrata!-levantó la mano para golpearla, pero Inuyasha se puso en medio.
-No permitiré que la golpeéis, señor. Sólo ella tiene la autoridad de decidir sobre su vida, nadie más puede decidir por ella.
-¡Maldito! ¡Tú le has llenado la cabeza con tus tonterías! ¡Haré que te corten la cabeza!
-Sí haces eso, tendrás que matarme a mí también-Kagome se había acercado y había abrazado a Inuyasha con fuerza.
-Kagome Higurashi, te doy la oportunidad de escoger. Quédate con nosotros y serás poderosa, tendrás numerosas posesiones y todo lo que desees. En cambio, si te quedas con este chico, no tendrás nada, y escasamente encontrarás algo de comida que llevarte a los labios.
-Si mi destino es morir de hambre, que así sea. No pienso volver a un lugar donde soy desdichada. Mi vida le pertenece a Inuyasha, y así será hasta el fin de mis días.
-¡Entonces tú ya no perteneces a esta familia! ¡No heredarás nada ni recibirás nada de mi herencia!
Dicho esto, James Higurashi subió al carruaje que lo llevó de vuelta a su mansión.
-Kagome, hija-le dijo su madre, con cariño-. Siempre que me necesites, estaré ahí. Se feliz, mi vida, con el camino que tu misma escoges.
Con esas palabras, su madre también se fue.
-Kagome-le dijo Inuyasha, mientras la abrazaba por la espalda-. Lo has dejado todo por mí, todas tus riquezas, todas las comodidades...
-Pero te tengo a ti, que vales mucho más que todo eso.
Dicho eso, Kagome se giró en sus brazos y lo besó.
Ella había encontrado su felicidad, que era estar con el amor de su vida, y no poseer un sin fin de riquezas que no la harían feliz.
Y vosotros, ¿todavía creéis que el dinero da la felicidad? Tal vez ayude, pero es preferible ser feliz con muy poco, a ser ambicioso y desear una amplia fortuna, que en el fondo, no serviría de mucho.
¿Y sabéis por qué se todo esto? Porque la persona que vivió esta historia, fui yo. Yo encontré mi felicidad junto a Inuyasha, ¿encontrarás tú la tuya?
Les gusto?? espero q si!!! bueno bye bss m-naraku

 

Re: Mi Felicidad (one-shot) -InuKag

bueno muchas gracias a las q leyeron mi one-shot y si yo tambn pienso eso q la felicidad no esta en la plata o las posesiones sino en los q te quieren
Me alegra q les guste , me acen muy feliz jeje ToT
p.d : che V_Raven ya me voy a poner las pilas jeje
bueno les agradesco y me despido bss m-naraku