—Me quedaré con finta a cambio de campo gélido, ¡gracias! Con todo hecho, solo nos quedaba una cosa por hacer. Era el momento de dirigirnos hacia los consejeros del Gran Fikra.
Alpha Xenodis En medio de mi paso por la ciudad de Mkuu pude mantener una charla con el hombre que me había dado las ropas, quien me recomendó la idea de acudir al mercado y aceptar uno de los trabajos que daban a cambio de... ¿Joyas? ¿Qué? ¿Me vio cara de rubia millonaria como para andar queriendo joyas?... Luego me explicó que era una especie de moneda aquí. Me reí un poco por mi ignorancia, y luego me disculpé. —Yo—Saludé impetuoso.—. Aquí dice, según mi gear, que hay un trabajo de minería. Lo aceptaré, ¿bien? ¡Nos vemos!
Alpha Xenodis. Llegamos tras unos minutos de caminata lenta, con mi pico sobre el hombro, hasta el mostrador del chico que entregaba los trabajos. Suspiré con un poco de cansancio y entregué la herramienta junto a una gema. —Conseguí esto, pero no es suficiente. Me gustaría tomar el trabajo de los Pyukumuku.
Alpha Xenodis. Llegué bastante lleno de sudor al mercado. Bajé de inmediato al Snorunt de mis brazos, que si no era tipo planta fijo se derretía, y me dirigí al mostrador a retirar mi paga. —Tiré seis Pyukumuku al mar. Y quiero llevar tres zumos para subir la fuerza de mi Litten, descontadlo de mi paga.
Alpha Xenodis. Apenas ingresamos a los terrenos de Mkuu decidí dejar a mis pokémon unos segundos atrás con tal de meterme en la tienda principal de la ciudad. Ahí fue que rápidamente estuve observando las cosas que podía llevarme hasta que... —¡Me llevo estos tres cebos!—Comenté al vendedor tras tomarlos y dejar la gema sobre el mostrador. Luego corrí de vuelta con mi equipo.
Lucas Diamond —Hola, gurú. Me gustaría dejar a su cuidado a Gyarados, a Aegislash y a este Charmander. De momento me encargaré de entrenar a Piplup. Acto seguido, acudí a hablar con el gurú de la fuerza para que ayudara a potenciar a Scrafty y Chandelure al máximo de sus fuerzas. -51 J
Mimi Honda El mercado de ciudad Mkuu era una entropía de colores, olores y formas. El aire olía a sal y comidas artesanas, se respiraba el bullicio de los isleños. Me preguntaba si mis ropas lograban hacerme pasar desapercibida... o si parecía una turista esforzándose demasiado en parecer una nativa. Era demasiado pálida. El ambiente estaba lleno de voces de pequeños comerciantes deseosos de obtener clientes y contribuir a la precaria economía de la isla. Mi curiosidad me llevó hasta los puestos de cañas. Observé con interés las esculturas de madera y las tallas—rústicas y hechas a mano— que representaban distintos pokémon nativos. Había ropas—vestidos confeccionados con telas simples—, cestas de mimbre y cáñamo, todo tipo de abalorios y joyas... Era un lugar bullicioso, rudimentario, completamente ajeno a las elegantes tiendas a las que estaba acostumbrada. Pero no me desagradaba. Tenía cierto encanto. Mi corazón golpeaba con fuerza mientras recorría los puestos. Toboe caminaba meneando la cola a mis pies. —¿No te parece increíble?—le pregunté a Mukka. Había tenido que tomarlo en brazos para que dejase en paz a Toboe. Sin embargo, Litten parecía más interesado en golpearlo todo con sus garras que en escucharme—. ¡Este lugar es sublime! Mira, son pulseras de cuero. Y eso es un pahu, un tipo de tambor isleño. Según leí, en el pasado utilizaban la piel de Sharpedo para hacerlos. Son muy famosos en Alola. Mukka puso los ojos en blanco. Paseé largamente por ese mercado. No sé cuanto estuve rondando, fascinada, hasta que en determinado momento al pasar por unos puestos una voz masculina me detuvo. —Eh, chica. Chica. Me volví en dirección a la voz, extrañada. Se trataba de un hombre moreno, tan grande como un armario. Como Chuma y la mayoría de isleños iba descamisado y lucía un collar trenzado en el cuello. Resultaba ligeramente intimidante. Y esa sonrisa que tenía en la boca... ¿qué era, un pervertido? Enarqué una ceja, perspicaz. —¿Me hablas a mi?—quise saber. El hombre asintió un par de veces. —Sí, sí, claro. No veo a nadie más—dijo—. Dime... ¿te gustaría ganarte unas joyas extras? Eres joven y atlética. De ser así tengo un trabajo que podría interesarte. Y se frotó las manos en un gesto usurero que me puso los pelos de punta. ... —¿Ah? Al principio aquella propuesta no pareció ser procesada por mi cerebro. Parpadeé lentamente una, dos... tres veces. ¿Acababa de ofrecerme un trabajo? ¿A mí? ¿Porque era joven y atlética? ¿De qué podía servirle una chica como yo? Cuando al fin logré entenderlo, atando mis propios cabos, mi rostro mudó de color. ¿De qué podía servirle a un pervertido? —¿¡Qué!?—solté— ¿Quién demonios te crees que soy, maldito cerdo?—le espeté furiosa. Tuve que contenerme para no golpearlo en la cara—. ¡¿Por qué no solo te vas a la playa a cavar un hoyo, esperas a que suba la marea y te mueres?! El hombre pareció desconcertado. Me miró, mudo. Poco después su rostro también mudó de color, quedó blanco como la cera. Y se apresuró a aclarar la situación con una sonrisa nerviosa. —¡No, no!—dijo enseñando las palmas en señal de inocencia—. ¡No me refiero a eso, mujer! Hablo de un trabajo normal. L-limpiar la playa de Pyukumuku. Limpiar la playa... Siempre se llena de esos pokémon por estas fechas. Los pobres salen del agua y de ahí no se mueven... —O-oh. Todo mi nerviosismo y mi ira desaparecieron como por encanto, no así el ardor de mis mejillas. ¿Pero qué... había sido eso? Parpadeé rápidamente, avergonzada por haberme desviado de esa forma del tema. Limpiar la playa... no sonaba tan mal, podía ayudar a esas criaturas y ganar algo de dinero extra que me ayudase a progresar en la isla. —Hmph. M-me parece bien—dije finalmente, tosiendo para aclarar mi garganta—. Acepto el trabajo... supongo. El hombre se rascó la nuca y asintió, agradecido. Yo, roja de la verguenza, abandoné a paso rápido el mercado. Recoger criaturas frías y pegajosas en la playa. Mi primer trabajo: el más glamuroso del mundo. Contenido oculto No, yo no puedo solo venir y decir que tomo el trabajo. Hello? (?)
Lucas Diamond —¡Soy yo de nuevo, sí! Quería dejar al cuidado del gurú a Chandelure, y llevarme a Charmander. Un amigo llegó hace poco a Udan y sé que podrá cuidar muy bien de él. ¡Tiene ya un Charizard muy potente! -1 J
Lucas Diamond Efectivamente, interrumpí a Alpha justo cuando iba a combatir contra aquel ayudante. Al menos fue para ayudarle, emocionado tomó al Charmander y prometió que lo cuidaría bien. No dudaba de su palabra. Después del encuentro, fui al mercado. Me acerqué a la zona de los trabajos, y allí me enteré de que una chica muy maleducada, por lo que contaban. En Udan los rumores corrían como la pólvora. ¿Sería acaso ella... Mimi? Cogí un pico, dándole vueltas al asunto, y me fui a la colina kilina.
Mimi Honda Regresé al mercado, comunicándole al tipo desagradable y con verguenza que había devuelto solo uno. El hombre soltó una risotada alegre. —¿Sólo uno?—se carcajeó—. Bueno, bueno chica... Has tenido mala suerte. ¡Esa playa está llena de ellos! Hace nada vino un chico que había devuelto nada menos que seis. ¡Vaya muchacho, qué entusiasmo! ¡Le brillaban los ojos dorados con la fiereza de un Scizor! Me había mantenido apretando los puños y frunciendo el ceño con las mejillas ardiendo, irritada, cuando lo último que comentó aquel hombre llamó mi atención. ¿Entusiasmo? ¿Ojos dorados...? ¿Acaso no sería...? —¿Era un chico de cabello castaño con el pelo mal peinado apuntando en todas direcciones? El hombre se llevó la mano a la barbilla. —Oh sí, ya lo creo. Parecía un chaval determinado, sin duda. ¿Lo conoces por casualidad? Podrías pedirle que te enseñe a buscar Pyukumuku. Alpha. ¿Podría ser él? ¿Estaba aquí? Eché un vistazo rápido a mi alrededor... pero no reconocí a nadie. Era difícil hacerlo cuando ya era tan tarde y habían prendido antorchas para iluminar la ciudad. Bufé. —Sé perfectamente encontrar Pyukumuku. Solo he tenido mala suerte, es todo—dije recogiendo las dos gemas que reportó mi duro esfuerzo. Dos míseras... joyas—. Quiero comprar dos zumos rojos para mi Litten. Y aquellas dos joyas desaparecieron de la misma forma que llegaron. -2 J
Lucas Diamond —Ya les traigo la mercancía. Son dos gemas, así que me llevaré cuatro joyas. >>Muchas gracias por todo, ¡un placer hacer negocios con usted!
Mimi Honda En Mkuu le devolvieron las fuerzas a Toboe con remedios naturales. De todos modos decidí llevarlo en mis brazos hasta el mercado. Él no hizo el más mínimo sonido. Solo mantenía las orejas gachas, en un gesto triste que no me sentía con ganas de descifrar. —Hey chica—saludó el tipo del puesto—. ¿Vienes a probar otra vez? Menuda cara... espantarás a los pobres bichos. —Cállate—repliqué hosca—. Tomaré de nuevo el trabajo de devolver Pyukumuku al mar. El hombre no dijo mucho más. Asintió rascándose la nuca. Solo cuando me estaba alejando le oí preguntar: "Oye, ¿y ese Litten arisco que llevas siempre?" Pero no obtuvo respuesta.
Mimi Honda —Tres—declaré ante el mercader. Y mostré la cifra con mis dedos, orgullosa—. Encontré y devolví al mar tres Pyukumuku. Me sentía orgullosa de ese hecho. Pero el mercader solo sonrió con condescendencia frotándose la nuca. —Vaya... el record lo tiene Chuma, que en sus tiempos mozos devolvió nada más y nada menos que veinte Pyukumuku en un día—se carcajeó— ¡Qué carácter! ¡Sigue así chica, igual algún día superas el record! Fruncí ligeramente el ceño, irritada. ¿Veinte? ¡Ya era bastante difícil encontrar solo uno! ¿Cómo demonios Alpha había devuelto seis? —Aquí tienes tu recompesa. Tres Pyukumuku a un precio de dos joyas por ejemplar... hacen un total de seis joyas, ¡todas para ti! —De acuerdo, entonces compraré dos zumos rojos, tres amarillos y uno azul para mi Rockruff. ... Y volví a quedar pobre de nuevo. -6 J
Emily Hodges El mercado de Vijijini me resultó curioso. No recordaba haber ido antes por ahí así que todo lo que veía era nuevo. No había gran cosa, realmente, y nada que pudiese usar en principio, pero sí hubo algo que llamó mi atención. Una extraña piedra, solitaria, que nunca antes había visto. Cuando le pregunté al vendedor de que trataba, me contestó que no lo sabía, no supo decirme que utilidad podía tener para mi equipo, pero tuve un presentimiento. Algo me decía que esa piedra era importante y tenía un uso específico. Así que, a pesar de lo caro que era, la compré. >>Compro la roca magma, por si no se entendió (?) Yo me lo edito.
Lucas Diamond Tiré hacia el mercado y comencé a hablar con la gente, preguntando por la localización de una chica de pelo amarillo y muy gruñona. Conseguí información de uno de los mercaderes; me dijo que recientemente había estado rescatando Pyukumukus, y que ahora comentaba algo de dirigirse a la colina Kilima, porque se le había escapado un Pokémon. Vaya, ¿cómo sería eso...? Aproveché que pasaba por la ciudad para comprar un pack de tres cebos. -1J
Emily Hodges Entramos pues al mercado de Kikabila y con una sonrisa le pedí al dependiente que nos diese una cesta para poder recolectar frutas. El hombre nos la entregó con felicidades, diciendo que hacía mucho que nadie traía frutas por miedo a lo que había sucedido. Vaya... ¡Entonces teníamos que dar lo mejor de nosotros mismos! Esperaba que la gente se sintiese más segura si veía que no me pasaba nada por entrar a la Jungla.
Alpha Xenodis. Apenas me levanté al día siguiente me dirigí al mercado de la ciudad con tal de pedir uno de los trabajos: Ir a recolectar gemas a la Colina. Definitivamente era mejor lanzando Pyukumuku, digo, soy el campeón mundial en el lanzamiento de Pyukumuku al mar reconocido por los mercados de Udan... Y un poco también por mí mismo, pero eso no se lo contaremos a los niños. D-De todas formas... ¡También tengo que alzarme con un título en otra disciplina! ¡Hasta algún día podría dominar los bailes con mi fuerza bruta, ¿no?! Espera... ¿Dices que una rubia gruñona había estado trabajando? Mimi. Sí, Mimi al cien, no, tres mil por ciento seguro.
Emily Hodges El dependiente pareció encantado con la cesta que le dimos. Efectivamente, encontramos dos frutas que resultaron ser venenosas, pero había muchas que eran normales e incluso deliciosas. —Aquí tienes chica, 8 joyas. —¡Muchas gracias!
Alpha Xenodis. Una vez más entré a los locales y simplemente entregué las cosas que traje. Con una cara entre sorpresa y alegría aquél hombre me felicitó por la notable cantidad de gemas que había traído. Por mi parte, solo pude reír orgullosamente y alzar mi pulgar hacia él. ¿El mejor trabajador del mundo? ¡Alpha Xenodis, por supuesto! Nadie más y nadie menos. Me entregó las joyas y con ello decidí adentrarme en otro de los locales, el de zumos. —Veamos... Puedo llevarme unos veinticuatro, pero eso no sería divertido. Creo que me llevo unos tres azules para mi Noctowl, uno para mi Litten y Scyther, además de tres rojos para el último. Sí, eso vendrá bien. +8J-->-8J
Lucas Diamond Callejeé un poco hasta llegar al mercado, y luego seguir buscando el puesto del señor que buscaba esa especie de miel de los campos de miel. Realmente me preguntaba a qué sabría esa miel. ¿Me dejarían probarla alguna vez?
