Memorias

¿En qué momento pasó todo esto?
No lo sé. Recuerdo haber ido al jardín con mi madre. Recuerdo haber arrancado flores, con sus raíces llenas de tierra manchándome el vestido. Recuerdo haber ido a comer galletas con otros niños, y mis diminutas manos marrones por la mugre del jardín, llevando la comida a mi boca como si no importaran los gérmenes. Tal vez es porque no me importaban entonces.
Recuerdo correr al colegio con mi guardapolvos blanco totalmente nuevo, hacer amigos, los almuerzos, sentarme con ellos a tomar jugo en los recreos. Jugar a las escondidas. Esperar a mi madre,y volver a casa justo a tiempo para ver mi serie favorita en la televisión mientras tomaba leche con chocolate.
Mis primeras vacaciones en la playa. El aire era salado y el sol me dejó marcas allí donde no tapaba el traje de baño enterizo. Recoger caracoles de mar que quedaban en la arena. Aprender a nadar.
Terminar la primaria, despedirme de todos aquellos que habían sido mis amigos en siete años. Ver como todos nos alejábamos al final del último día de escuela. Subirme al auto de papá y llorar porque los iba a extrañar a todos, porque iba a extrañar a mi escuela entera; y escuché a mi padre consolarme como siempre.
Me acuerdo del primer día aterrorizante en la secundaria. Tantos ojos nuevos mirándome, un edificio enorme, y por alguna razón no quería que mis padres me acompañara el primer día a diferencia de los demás años. El rostro de mi mamá cuando se lo dije. Ella sonrió, pero ahora me doy cuenta del golpe que di en su corazón.
Cuando me desarrollé. Realmente desearía reprimir ese recuerdo, muy desagradable.
Amigos nuevos. Todos eran jóvenes y liberales y un desastre, y yo también. Nos portábamos mal, salíamos después del colegio a tomar helado y jugar videojuegos uno a casa del otro. Mis padres me regañaban por no llegar temprano a casa y yo volteé los ojos una y otra vez.
Me enamoré de un chico. Él a mis ojos era la criatura más hermosa y graciosa del mundo, estaba loca por él. Salíamos juntos, me tomó de la mano y me besó. La sensación más bonita para mí entonces.
Me rompieron el corazón, ese mismo chico que yo "amaba". Mis amigas me consolaron cada vez que lloré por él. salí con muchos chicos después de él.
Terminé el colegio, con honores para mi sorpresa por como era en primer año. Mis padres lloraron, mis compañeras lloraron, yo lloré, todos lloramos. Arrojé el típico sombrero al cielo mientras las lágrimas me quemaban las mejillas.
En la universidad conocí a mi novio, para mi sorpresa nada parecido a los que había tenido antes. Salimos durante cinco años hasta que nos casamos al terminar la universidad y tener nuestros títulos. Me despedí de mis padres al subirme al auto de él y mudarme a una casita en un vecindario continuo al de ellos. Los extrañé los primeros días, aunque los visitaba siempre.
Tuve a mi hijo cinco años después. Un bebé tan hermoso como ruidoso que amé desde el día que supe que crecía dentro de mí. Su padre lo amaba demasiado también.
Mi padre murió a los dos años de nuestro pequeño. Lloré con mi madre todos los días durante un mes, extrañándolo. Le hubiera gustado ver a su nieto crecer.
Mi hijo creció... y se fue a estudiar a los dieciocho años a otra ciudad.
...
Ahora me miro al espejo y pocos vestigios quedan de lo que fue aquella pequeña niña que jugaba en el jardín. Casi no la encuentro, entre tantas arrugas, y estos ojos cansados que hace años no reflejan las flores de mamá. Ellos dos se fueron hace mucho. Mi esposo me besó en la mejilla antes de ir a comprar el periódico como todos los días. Siempre he tenido familia buena, la que me tocó, y la que elegí. Mi hijo terminó de estudiar hace bastante y ahora da conferencias por todo el país, él es el orgullo de esta vieja, aunque lo extraño demasiado. Lo llamé para que regresara a casa un día que esté cerca, y comiera las galletas que le hacía de niño. Creo que está muy ocupado, porque no me contestó el celular. Supongo que ya no es un niño de seis años, que siempre acude a su mamá cuando lo llama para la merienda, y está bien.
Intenté recordar todo lo que pude sobre mi vida, cerrando los ojos. Ha pasado tan rápido, sesenta y ocho años han pasado como un suspiro cuando lo recuerdo bien; aunque hay cosas que por más que intento no están en mi viejo cerebro, no recuerdo detalles, por ejemplo.
Ha sido una vida larga y hermosa. He pasado por llantos y risas como cualquier persona normal, no soy ni fui una mujer excepcional ni especial, pero mi vida ha sido buena y no lamento ninguna de las cosas que pasaron. Sé que esto resultará aburrido tal vez... la historia de una abuela cualquiera... pero es mi historia. Y supongo que eso la hace especial para mi.
Estoy cansada. Me acuesto en la cama, y suspiro... huele a flores, la primavera está llegando. Quiero ir a regar las magnolias, pero cuando intento levantarme, mis piernas no funcionan, y de hecho, creo que nada lo hace.
Creo que ha llegado. Y no le tengo miedo.
Cerré mis ojos, y en el fondo negro de mis párpados, veo como una película los momentos que puedo recordar. Mi esposo se pasea varias veces en ellos, sonriéndome, entregándome flores o llevándome a bailar; siempre ha sido un romántico total. Mis padres, tan buenos... desearía que hubiesen vivido más para conocer más a su nieto. Mi hijo, siempre tan inteligente, es todo un éxito ahora, sólo espero que cuide a su padre como él lo hizo con él desde que estaba en mí.
Con mis ojos cerrados, siento quue me hundo en el fondo del mar como cuando era una niña, para recoger caracoles de mar. Me siento liviana como si de verdad estuviera en el agua. Inhalo por última vez, antes de llegar hasta el fondo y desvanecerme con la oscuridad del océano. Exhalo burbujas, y sonrío como cuando las hacía de pequeña.
¿En qué momento pasó todo esto?
No lo sé.
Pero lo agradezco, a todo.