Microrrelato Melancolía

Melancolía​

…Sin embargo no le quedaba más que introducirse a un mundo de melancolía, tan siquiera por unos momentos. [Fernandha]​

Admiró como la bella caja de madera, en la cual yacía el cuerpo sin vida de su mejor amigo, era cubierta por la húmeda y grisácea tierra. Las palas eran llenadas en pequeñas porciones para arrojarla hacia aquel ataúd.

—Fuiste el mejor, de eso no lo dudo. —Arrojó una hermosa rosa de pétalos blancos hacia aquel sitio— Sin embargo, tú único error fue el dejarte llevar por aquel estúpido mundo de alucinaciones imbéciles…

Las lágrimas caían por sus mejillas; tantos años de risas, travesuras, aventuras, locuras, idioteces, llantos, dolores…, tantos años de amistad perdidos en cuestión de meses.

—Adrián… —Era George, su padre. Él sólo se limitó a observarlo—, no fue tu culpa hijo, fue la de él por no permitir ayuda en su vida…

—¡No papá! —Gruñó aparentemente su hijo—, no fue culpa de José ni mía. ¡Fue la maldita culpa de Gerardo y esos muchachos por aprovecharse de un momento de su debilidad para introducirlo a ese mundo!

—Intentaste ayudarlo hijo.

—Pero no llegué a tiempo…

George sin saber qué decir tomó su saco y de una torpe manera quiso fingir que lo acomodaba, agachó sus mirada a los botones, tan relucientes y pequeños.

—Las drogas son así hijo, lo que menos necesitan es tiempo. Cuando menos lo esperas ya eres uno de ellos.

Su padre se marchó del lugar y Adrián calló de rodillas ante la tumba que aún era rellenada por los sepultureros que sin emoción alguna proseguían con su trabajo. Golpeó el suelo reiteradas veces.

—En el mundo siempre hay una salvación —susurró—, ¿por qué no la quisiste buscar Gustavo?, ¿por qué? —Y fue ahí cuando su voz se quebró y se dejó llevar por la melancolía.

Que más hubiera querido él creer que era una ilusión, un sueño y que su amigo seguía ahí.