* Media noche * (Jacob-Reneesme) (Edward-Bella)

El tiempo era torbellino.
No sentía el tiempo que ha transcurrido sino era por los exámenes. Daba risa que algo tan insignificante en estas épocas de mi vida, fuera el motivo que me hiciera poner los pies en la tierra.
Era chistoso, ¿no? Pero eso no dejaba de ser verdad. Y entonces tenía que fingir con mis amigos que estaba muy preocupada por los exámenes finales. Eso no hubo problemas para mí, porque eso de seguir apariencias ya era nato en mi. Lo llevaba en la sangre.
Entonces haciendo cuentas del calendario, me di cuenta como el tiempo si era un gran torbellino, pues apenas me percate que habían pasado casi un mes de mi “auto suicidio”.
Así lo llamaba porque me suicide sin saberlo, fue estúpidamente automático.
¡Qué risa!
Últimamente todo era risa, felicidad en mi vida.
¡Claro! Con unos contratiempos insignificantes, bueno, así los quería ver para no hacer el problema grande y luego con el carácter que presumo tener, se podían hacer insignificancias a lo grande. Y no tenia caso.
Aunque fueran cositas de mi novio y yo. Tenía que dejarlas ir, tomar las cosas con calma.
Pero bueno, eso es cosa del pasado. Aprovechar lo lindo y magnifico de la vida era el presente.
¿Y qué era eso? Lo único mejor e incomparable de mi vida y era: Mi Jake. Aunque a veces las cosas se hicieran tensas entre nosotros, pero nada que no se pueda arreglar.

Posé mi mano izquierda por la fuerte y masculina mano de mi lobo. La tomé y la acogí en mi regazo. Era tan cálido. Su calor corporal transpiraba tan agradablemente por mi palma que me hacia estar en paz. Segura, tranquila. Pero al voltear Jake y mirarme con esos ojos, dedicarme esa bellísima sonrisa, me derritió el corazón, y ese calor llegó hasta el alma. Que mágica era esa sensación.

El semáforo se puso en rojo.

El peatón aprovechó el alto de los carros y pasaron. Los jóvenes con rapidez cruzaban, pero no se podía decir lo mismo de la gente adulta.
¾ Me gusta ver que sigues contenta – Mi novio estrechó con más fuerza mi mano – Esa bella sonrisa no quiero que se borre nunca.
¾ A tu lado es imposible que pase algo así – Le guiñé el ojo – De hecho temo de tanto sonreír me salgan arrugas prematuras – Me carcajee delicadamente.

Había notado desde hace tiempo que el sonido que producía al reírme a mi Jake le fascinaba. Lo veía y lo sentía en su forma de verme, una mirada de adoración y encantó que parecía que yo producía. Por esa misma fantástica razón disfrutaba todavía más el expresar de esa manera mi felicidad, porque no solo yo la disfrutaba.

¿Cómo no amar tan intensamente a un ser que es feliz porque tu lo eres?

El semáforo en verde y al instante de su cambio mi celular había vibrado.
Lo tomé del compartimento que está a un lado de mi puerta y lo abrí.
Lo que me imaginaba.
¾ Otro mensaje de Andrea– Declaró mi lobo con una amplia mueca burlona.
El Ferrari empezó en movimiento. Su fino motor ni se sentía, mucho menos se oía. Era un verdadero confort estar sentada ahí, pero no creo que era por el carro, sino porque estaba con mi novio. En donde estuviera, con que fuera con él, seria siempre lo mejor y lo más agradable.
Mi mente, como siempre cuando me ponía en plan de enferma de amor, estaba tomando un rumbo diferente, por eso retomé las palabras que había oído.
¾ ¡Brujo! – Bromé – Déjame ver ahora que nos dice.
¾ Prisa en verte, es lo único – Voltea y me guiñe el ojo.
Aparcamos en el primer lugar que encontramos y era en la mitad del estacionamiento de la escuela.
¾ Bueno, mi niña, servida – Apagó el motor – Ten muy lindo comienzo de semana.
¾ Muchas gracias, amor – Le puse la pantalla de mi celular enfrente de él -- ¿Quién diría que un día llegaría antes que yo?
¾ ¿Quién diría que llegaría? – Se mofó con carisma – Se nota que tiene prisa por verte.
¾ Creo que eso nos queda claro – Guarde mi celular en la mochila y leí de nuevo el mensaje de textos con la voz de mi amiga – “Apúrate”.

La risa grave del hombre de mi vida me llegó hasta mí ser. ¿Cómo no tener el mejor día si esa sonrisa era hecha para mí?
¾
Pues bueno, me voy.
¾ ¿Qué? ¿Así? ¡No, no, no! – Me tomó del cuello con rápida fragilidad – No, mi pequeña – Su aliento acarició mis abiertos labios – Me debes algo.
Y pagué mi deuda.
Sus labios posesivamente reclamaron lo que ya eran suyos desde antes de nacer.
La más antigua demostración de amor empezó con una tierna acaricia que era como adrenalina para mi, despertando cada célula de mi cuerpo.
¾ Que aprendas mucho, amor. Te amo.
¾ Pero yo más – Y me besó la punta de la nariz.
¾ Lo dudo – Sonrió – Deja te abro la puerta.
Salió del Ferrari y apenas me iba abrir la puerta cuando mi amiga apareció. Parecía que había corrido el maratón, porque estaba ahogándose por tener aire y una ligera capa de sudor en la frente.
¾ ¿Por qué tardaste tanto? – Apenas iba a contestar cuando retira la mano que Jake estaba poniendo para ayudarme a salir y por la risa de ver la cara de él todo impaciente, ya no contesté – Llevo siglos esperándote. Sabes que me urgía tanto verte y no me tienes consideraciones. ¡Porque tardase tanto!
¾ Adie, llegué dos minutos antes de lo citado – Aseguré viendo mi reloj de pulsera plateado – Y eso quiere decir que llegué veintidós minutos antes de empezar clases.
¾ Y tengo que añadir que tiene un excelente chofer – Por unos segundos mi amiga quedó pasmada por ver aquella sonrisa que obviamente no era la única que dejaba sin pensar por un maravilloso momento.
¾ Ehm, si. Ya veo – Andrea parpadeó varias veces – Bueno, gracias. Eres muy amable, Jacob.
¾ Cuando quieras… – Salí del Ferrari – aquí nos tienes.
Nos despedimos a toda prisa por culpa de Andrea que estaba desesperada por decirme algo, que por cierto aun no tenía la decencia de decirme porque me tuvo que sacar antes de la cama.
A jalones me alegué de mi guapo lobo, pero este alcanzó a gritar diciendo con sus ojos negros juguetones:
¾ Paso puntual por ti, no olvides que es cumpleaños de mi hermana.
Contestar no pude, pero Jake entendió mi feliz afirmativa con mi guiño de ojo que hice sobre mi hombro.

 

El día de clases estaba transcurriendo muy agradable como siempre.

Los amigos como siempre en sus actividades y cuando se daba el tiempo estar juntos, siempre de amenos y divertidos.

Pero debo admitir que mi paciencia, que me jacto de tener, sobre todo con los amigos, se me estaba acabando por culpa de que Andrea, no dejaba de decirme que Trevor por fin la había invitado al baile de fin de cursos.

Esa fue la razón que no desayunara en casa como Dios mandaba. Esa era la razón de que mi amiga fuera la mortal más feliz de todas. Sus hermosos ojos verdes no dejaban de brillar. Y que gusto me daba de verdad verla así. Su entusiasmo era contagioso.

Pero después de cinco horas que siguiera hablando de lo mismo, en serio no podía más.

Andrea no dejaba de hablar, y no era otro tema que no fuera “Su Trevor”.
El poder que podía hacer un mensaje de textos a su celular. Porque el buen amigo (el popular deportista, el cotizado Trevor Bennet, de encantadores ojos grises y cabello negro atractivo) tenía el poder, el don, de provocar una felicidad así, es cierto, pero no entiendo porque algo tan personal como invitar a alguien a un baile importante, no lo haya hecho en persona, si se ven todos los días. Eso no me gustaba, la falta de atención con mi amiga. Porque tímido Trevor, para nada. Seria todo, menos tímido.

Un poco indiferente de su parte, ¿no?

Pero bueno, eso no me incumbía, sus razones las tendrán y espero que Trevor, que es un gran amigo mío, sepa valorar esa devoción que mi amiga le tenía.
Fuera de ese tema que ya me tenía cansada, todo trascurrió muy tranquilo.

Isaac con unos ojos muy tiernos color miel, estaban irritados con un color rojo empañando esa mirada. Me lo imaginaba que así iba a estar el pobre, pues con eso que los exámenes se los toma muy en serio. Sobre todo cuando eran exámenes finales. Mi querido amigo no paraba de repasar y repasar lo que ya sabía. Tenía cara de no haber pegado los ojos en toda la noche. No, me equivoco, tenía el aspecto de no haber dormido en todo el fin de semana. Cuando veía estudiantes así de devotos, me hacía sentir mal. Una tramposa. Porque yo sin preocuparme, en lo más mínimo, sacaba las mismas notas o hasta los superaba.

Trevor estaba como siempre, de lo más normal, de aceptables notas, pero no se mataba por sacarlas. Una lectura rápida y a veces era para él más que suficiente para enfrentarse al matadero.

Greg era nato en los estudios como en el deporte, especialmente el americano. Su genialidad en estrategias en el campo como en el estudio era de envidiar. Es muy bueno en lo que se propone, pero dada su admirable discreción en sus éxitos, la gente no era mucho de reconocérselos. Eso me gustaba de él. Si hacia algo era por sí mismo, no para sorprender o tener la aceptación de los demás. Conducto que sentía que Trevor de repente era así. Pero claro que no era malo. Son solo características que mis amigos tenían. Y ambos así los quería y me caigan muy bien, porque sabía que su afecto por mi era bueno y sincero.

Andrea definitivamente iba a reprobar el examen, no es buena estudiante y eso agregando que dudo que haya estudiando con ese tema que solo tenía en la mente. La tendría que ayudar y eso hare. Hacer unos trabajos para ella y asi subir su nota. A mi no me constaba nada ayudarla de esa manera y para ella seria el pasar o no la materia, osea, fundamental.

Natalia sin duda saldría con sus altas notas, los estudios y la fotografía era su pasión, y me daba gusto que de verdad lo disfrutara.

Como podía ver, mis amigos estaban como siempre, muy bien. Disfrutando de su juventud, disfrutando del final del primer año de preparatoria.

La última clase iba a empezar. Artes era la materia que continuaba y tenía que apurarme, debia que ir al casillero, meter y sacar el block de dibujos.
¾ Nessy, te estaba buscando -- ¡Ay no, Andrea de nuevo! ¿No se cansaba de hablar de lo mismo? -- ¿Qué crees?
¾ ¿Algo sobre Trevor? – No pude fingir mi cansancio del tema: “amemos a Trevor”. Di vueltas en la combinación de mi candado y se abrió. Abrí mi casillero e hice lo que tenia que hacer ahí.
¾ ¡Si, me invita a comer hoy! – Gritó emocionada -- ¿Lo puedes creer? Porque yo aun no.
¾ Me da gusto que lo de ustedes parece que va en buen camino.
¾ No “parece”, va muy bien – Suspiró radiente de felicidad – Y yo que pensaba que tenia algún interés contigo todavía.
¾ No, claro que no. Somos nada mas amigos.
¾ Eso lo se y no tienes idea como me tranquiliza.
Le sonreí y cuando terminaba de guardar los libros de las materias de la mañana un sobre blanco se cayó. Me agache para tomarlo del piso.
¾ ¡Wow, Nessy! Otro enamorado que tiene las esperanzas de ir contigo al baile – Estaba tan entusiasmada de lo de su “chico” que hasta lo mio le daba emoción. Brincaba como una loca en el pasillo -- ¡Abrelo! ¡Abrelo! Veremos ahora de quien se trata. ¿O será de un anónimo también? No entiendo porque hacen eso. ¿Cómo podras escogerlos si no sabes de quien se trata?
¾ Ni idea – Pero yo si sabia, porque las cartas guardaban el aroma de cada joven que seguía en su lucha de conquistarme. Aunque no tuviera firma, aunque no me escribían de quien se trataba, las cartas que llenaban mi casillero cada dia, por su aroma sabia perfectamente de quien se trataba. Eran de todas las edades. Unos eran de tercer año, segundo, o de mi grado. Populares, inteligentes o deportistas. De todo. Hasta de los hermanos de mis compañeros que iban en otros colegios. Era por supuesto todo esto una locura, pero nada diferente de lo que vivi en Alaska, entonces estaba mas que acostumbrada a ser el centro de antencion de todos. Podia ser hartante pero sigo diciendo que me jacto de mi gran paciencia, con que de Trevor no se hable.
Abrí el sobre y decía algo similar como las decenas de las anteriores misivas que esas ultimas semanas me perseguían:

​

Si aceptas ser mi pareja de baile, no te arrepentirás.​

Trevor​

​

¡Maldicion!
Mi amigo no quitaba el dedo del renglón.
¾ ¿Quién es el inluso? ¿Cómo se atreven a competir con ese novio que tienes? – No dejaba de sonreir y reir Andrea.
¾ Mmm – Rompí el sobre y los pedazos lo guarde en el bolsillo de mi pantalón – Otro anónimo, ni idea de quien sea. No reconozco la letra – Menti con perfecta naturalidad.
¾ ¡Que mal! – Lamentó con un pochero mi amiga y se recogió su cabello castaño largo en una colita alta con un liston blanco – Ya no sabremos quien mas te acosa.
¾ Creo que es mejor – Traté de reir. ¿Qué pasaba con Trevor? Porque le hacia eso a Andrea. Tendria que hablar con él. Esa forma tan descarada de portarse no me parecía y menos cuando alguien que quería yo mucho y podía salir afectada. Tenia que abrirle los ojos a mi amigo, hacerle ver la oportunidad tan magnifica que estaba dejando perder por algo que no iba a llegar a nada bueno – Es incomodo saber quien tiene curiosidad por mi – Iba a cerrar mi casillero cuando la mano de mi amiga se intrometio.
¾ ¿Curiosidad? Lo dudo. Ve, otro sobre -- Lo agarró y me lo pasó.
Sin abrirlo sabia de quien era. No tenia aroma.
¾ Nessy, que bien es encontrarte – Isaac apareció con sus lentes y como siempre un poco deslineado con el asunto de la ropa. Un poco mal fajado y ropa arrugada -- ¿Tendras tiempo en la tarde, para ayudarme a contestar el cuestionario para el examen de Historia?
¾ Claro que si, Isaac. En la salida nos ponemos de acuerdo para ver eso.
¾ Gracias – Me palmeo cariñosamente el hombro y siguió su camino a las escaleras para ir a su salón.
¾ Se nos hace tarde – Dijo Natalia apareciando detrás de mi. Con ella tomaba mi clase de Arte – Apurate – Apenas pronuncio esto y sono la clicharra de que empezaba la clase.
¾ ¿Pero quien te manda ese sobre? – Insistio Andrea sin dejarme pasar y eso que a ella también se le hacia tarde.

Su necedad de ponerse en mitad de mi camino y su mirada segura, fue la que me hizo hacer lo que quería, para que de una vez me dejara ir a clase por fin.

Algo fascínate descubrí sobre nosotros. Te veo en unos minutos en donde siempre, te encantara.​

​

Mis ojos se abrieron como platos. ¿Nahual que descubriría?


Sin duda seria algo que me sorprendia, este mensaje que quería de ya mi presencia no era de gratis y estaba segura que mi ausencia a la ultima clase, el de artes, valdría la pena.


¾ Al parecer se presentó una emergencia -- Informe a mis amigas curiosas.
¾ ¿Pasó algo con tu familia? – Adie preguntó preocupada.
¾ Pero dejar una nota asi. No creo… — Estaba diciendo la fotografa estrella de la escuela. No terminó de hablar Naty porque la interrumpi.
¾ No es familar, no es nada grave, sino… mmm… una sorpresa que un amigo me pide que le ayude para alguien de su familia.
¾ ¿Te iras? – A mi amiga Naty no le pareció gustarle la idea.
¾ Si y si preguntan porque me fui, digan que me sentí mal.
¾ ¡Claro! – Me apoyó Adie con entusiamo.
¾ ¡No! ¿Cómo irte asi? – Los ojos azul palido de Natalia sensuraban mi decisión.
¾ Crean, es necesario.
¾ Muy bien, no le hagas caso a Naty, ve. Yo te cubro – Me animo Andrea con un empujonsito – Nos vemos mañana y me cuentas todo.
¾ Mejor llamanos en la noche para saber que estas bien. ¿De acuerdo?
¾ No te preocupes, Naty, solo voy ayudar a un amigo – Corriendo a la puerta principal le dije.

Un bufido fue lo que me contestó como respuesta.

 

En una familiar frontera estaba yo parada. Muy agradable. Siempre he creído que los seres menos egoístas era la naturaleza. Porque nos entregaban literalmente todo lo que era capaz de dar y no le dábamos nada a cambio.


No tenía ni idea que iba a saber o ver al llegar a este lugar. Pero definitivamente esperaba lo que sea, aunque no sabía que era “lo que sea”, pero esperaba todo menos “esto”.

Era maravilloso, fascinante.

¡Era un magnifico descubrimiento!

Resolvía el problema del hambre, de las sequias, el desarrollo económico cambiaria de una manera tan impactante que parecería magia.

¡Era magia!

¡Era milagro!

Era la mágica demostración que todavía existía bondad entre nosotros y podíamos ayudar a quienes nos han dado tanto: A la naturaleza.
Estaba totalmente seducida por este “milagro”.

El saber que mi especie tenía un motivo, existíamos para algo, una “verdadera” razón. Hacía que me volviera loca de felicidad.
¾
Sigo sin poder creerlo – Me agaché de cuclillas para acércame a Nahual que estaba sentado sobre la tierra húmeda.
Su forma de vestir no había cambiado nada, ni por estar en un clima frio y lloviznoso, que era totalmente opuesto al de su país natal: Brasil. Que es húmedo, cálido e insoportablemente caluroso. Bueno, así era para mí. Su ropa seguía siendo trapos flojos de lino. Chalecos guangos, de colores cálidos o grises, nunca le he visto ningún otro color y menos negro.
¾ Es sorprendente, pero créelo, porque es verdad – Contestó sin quitar la vista como yo de las fresas que tenía en la mano. Los observaba como buscando alguna rareza.
¾ ¿Qué más quieres ver? – Me reí encantada – Están perfectas y así saben.
Apenas llegué al bosque y fue lo primero que hizo Nahual al verme.
¾ ¿Tienes sed? – Dijo en lugar de “Hola, Nessy, espero que estés bien, ¿Cómo te ha ido?”. Y me entregó una fresa. Parecía maqueta. De plástico. Su color era de un rojo brillante, de una forma perfectamente de corazón, de un peso exacto, con sus tres hojas verdes brillantes también como si fuera una orgullosa corona – Toma y disfrútalo.
¾ Pero no tengo sed.
¾ Tú hazlo.
¾ Pero… -- Un sonido cantarín salió de mis labios. Me daba risa su obstinación seria, porque parecía que nada lo perturbaba. Siempre con la misma expresión, neutra, no más, y así me recibió — Muy bien, tu ganas. Creo que ya me dio sed.

Le quité las hojas que eran las tres de la misma exacto forma y mordí del fruto.

El sabor llegó a mis todos sentidos. Olfato, gusto, vista…

¡Admirable!
¾
Nunca te habías deleitado de un fruto así – Era pregunta. Pero había sonado a una ferviente declaración.

Mis pensamientos transcurrieron rápido, como relámpago, y mi mente me dio la respuesta a eso.
¾ No, algo tan delicioso nunca lo había probado. ¿Dónde lo compraste? – Observe lo que me quedaba de la fresa y me la terminé – Es de un cultivo muy especial, selecto – Había aseguré todavía masticando del manjar.
¾ Especial, lo es. Selecto, no tiene nada de eso – Hizo una mueca. Supuse que era una sonrisa. No era muy común, pero este mes que había trascurrido creí ya bien saber cuando estaba feliz. Que brincaba de alegría, aunque no era mucho de expresarlo.
¾ ¿Entonces? – Le había preguntado muy curiosa.
¾ Lo logramos nosotros, Nessy – Le oí emoción en su grave voz y brillaron sus ojos negros -- Nuestra sangre al hacer contacto con la madre tierra logra esto.

Se hizo a un lado y pude ver.

¡Mágico!

Un tapete enorme de unos 6 por 6 metros estaba expendido enfrente de mí. Un tapete de arbustos de fresas. Un paisaje rojo brillante tomo de toda mi
atención.
¾ ¿Esto lo hiciste?
¾ Lo hicimos, Nessy. La sangre que me donaste también participó. Revolucionaremos la vida humana con esto.
¾ No lo puedo creer.
Llevaba ahí tiempo de haberme admirado de la magia, de mi magia y aun no lo creía.
¿Lo haría algún día?
No sabia quien me sorprendia cada vez mas, mi especie o todo el afan de Nahual para darle una verdadera razon a nuestro ser.

Le tenia tanto que agradecer...

 

​

​

El fin del milagro​

​

Seguía admirada. No podía evitarlo. Pero no “quería” evitarlo.

¡No sabía qué era lo más maravilloso!: Si era lo que podía hacer la sangre de mi especia o la inmensa fe que Nahual tenía en nosotros.

Porque eso era fe. El tener la esperanza y no una pura fe, sino la seguridad de que teníamos un propósito. Un propósito bueno. El tener la razón palpable de que tenemos un “porque” y no un angustioso “que”.

Las personas, los vampiros, los semi-vampiros, todos, siempre buscamos, pedimos una simple y efímera señal para saber qué camino tomar, que debemos hacer, como debemos de comportarnos en las adversidades. Todas esas preguntas siempre, desde el inicio de los tiempos del los seres pensantes, nos han torturando o revoloteado en el cerebro, en el alma, en la conciencia. Pero yo ya tenía la respuesta. Ahora podía manejar mi existencia como debía. ¿Y cómo era? Ayudar. Eliminar uno de los tantos mayores sufrimientos de la humanidad y hasta animales, que es: El hambre.

Nahual al igual que yo, no dejábamos de observar muy minuciosamente cada fresa, cada semilla de ese suculento y rojizo fruta. Estaba tan tentador ese fruto que estaba segura que era la que tentó a Eva en el paraíso. Ahora entiendo porque la culpable de que exista la mortalidad había caído en el “pecado”. ¿Podría cambiar yo también la eternidad por la más dulce tentación?

Interesante pregunta. Me burlé por todas las ideas descaradas que podían pasar por mi mente. Descaradas porque de frutos, de vida, mis pensamientos se enloquecieran aceleradamente hasta llegar a historias bíblicas.

¿Serán verdad… mentira? ¿Quién lo sabe a ciencia cierta? Nadie. Pero de algo si estábamos de acuerdo y era que la magia existía en la tierra: Nahual, mis sangre, yo, éramos la prueba contundente de eso.

Estos pensamientos como llegaron se fueron, para ser ocupados por unos sonidos de ecos graves, pasos que eran más que familiares, más que mi vida.

Solo trascurrieron unos cuantos segundos, desde que las pisadas de toda la manada las había apenas oído de muy lejos, cuando todos se personificaron.
Llegaron por el noroeste de mi ubicación. Se acomodaron en fila, como si estuvieran tomando asistencia. En el centro se colocó mi novio y después de eso todo pasó rápido.

Quería pensar que Jacob no tenía idea en donde estaba parado, pero como no hacerlo con ese color tan vivo del cultivo. El lobo alfa estaba parado encima del pequeño paraíso que Nahual, día y noche, había entregado de su vida para lograr estos milagrosos resultados.
Sus patas con sadismo se entregaron en la fértil tierra, despedazando toda maravilla que pudiera seguir ahí. No podía creer lo que estaba viendo. Quería convencerme que el comportamiento de Jacob era un error y que por supuesto se disculparía.

¿Qué demonios estaba haciendo?

Era distracción suya y no era nada grave. Era un accidente.
¾ Jacob, buenas noches, por favor retírate unos metros de aquí – Nahual con su admirable tranquilidad le pidió muy educado a mi novio – Estas sin querer parado en un cultivo que…
El lobo alfa no permitió que mi amigo terminara de hablar, le ruñó con ferocidad. Fue tan inesperada y tan terrorífica, que sin darme cuenta di unos pasos para atrás, dejando caer las cuantas frutas que aun observaba.
Con ese distanciamiento quedé más separada de Nahual, que él en lugar de retroceder, como si nada hubiera pasado, se acercó más a Jacob.
¾ Hazme el favor de moverte de aquí – Volvió a pedir, más neutro de lo normal. No se oyó miedo o alteración en su voz, colocó sus manos hacia atrás en su espalda y sin dejarlo de ver en los ojos lo siguió encarando.
La respuesta de mi lobo me dejó más pasmada, pues nunca lo había oído rugir y ladrar con toda la intensión de amedrentar a mi amigo. No pude tolerar esa conducta ni un instante mas, no lo reconocía. ¿Qué le ocurría?
Me le acerqué al momento, colocándome en medio de los dos. Sentí horrible pisar las suculentas fresas, pero ya todo estaba destruido. Al llegar a mi novio pasé una rápida mirada periférica y la actitud y mirada del resto de la manada era muy similar a su líder. No entendía porque, no entendía nada. El único que su compostura era distinta y pude ver vergüenza e incomodidad en su forma de pararse era Seth. Él estaba unos cuantos pasos atrás de la fila. No me veía a los ojos, toda su mirada estaba en sus patas delanteras que parecían clavadas en el abundante pasto que alfombraba el bosque. De otra cosa fui consenciente, Sam no se encontraba. El beta de la manada era el diplomático siempre, el mediador y controlaba al resto de la manada si era necesario. Ahora entendía porque Jacob se portaba así y nadie aun le había dado el alto.
¾ ¿Qué demonios les está pasando? – Exigí enojada a unos cuantos centímetros de mi novio -- ¿Sabes lo que acabas de hacer, Jacob?
¾ Nessy – Dijo Nahual tomándome del brazo y jalándome hacia él – Hazte a un lado. Jacob esta descontrolado y te puede herir.
¾ Él nunca me lastimaría, Nahual – Jalé de mi brazo y me voltee de nuevo con mi novio – Acabas de destruir un cultivo que era el milagro de…
Me gruñó, pero noté en su ruido que se contenía, pero no sentía que lo fuera hacer por mucho tiempo. Por primera vez me dio miedo, pero no lo demostré. Era ridículo, me amaba, tal vez hasta más que yo lo amaba a él. Y ese era el más grande de mis milagros: Lograr que él me amara más de lo que yo lo podía amar. Que mi amor yo no le encontrara limite. No le encontraba porque no había.
¾ Reneesme, habló en serio – Mi amigo tomó de nuevo de mi brazo, pero esta vez con más insistencia y tensión – No quiere lastimarte, pero no está controlado y no sabemos cómo va a reaccionar.
Sin tener el control total de mi cuerpo, Nahual me acogió detrás de él, fue tan rápido ese escudo que no me di cuenta hasta que Jacob saltó encima de él.

Ahora todo era en cámara lenta.

Una película de terror, de destrucción.

Jacob trataba de morder a Nahual. Sus dietes filosos eran monstruosamente expuestos en cada mordida destructiva.

¡Quería matarlo!

Nahual no lo atacaba, sus agiles movimientos eran tan exactos y elegantes, que eran suficientes para salvarse de las mordidas del alfa. Se veía que mi amigo solo quería protegerse, no herirlo. Porque si quisiera que fuera así, si lo lograría.
¾ ¡Jacob, por Dios! ¿Qué estás haciendo? – Grité histérica – ¡Para por favor!
¾ ¡Vete ahora! – Ordenó con un estruendo de voz el semi vampiro. No me moví -- ¡Que esperas, vete!
Los dos estaban de un lado al otro. Terminando con lo poco que quedaba con el cultivo. Estaban manchados del jugo de las fresas, simulando sangre en sus cuerpos. Aunque era un líquido brillante, claro, no obscuro como la sangre real.
¾ Nahual, vete tú, por favor – Rogué – Termina con esta estupidez que no entiendo.
No sé si fue mi voz desesperada que hizo que los lobos por fin reaccionaran. En unos segundos estaban rodeando a su alfa, dejando a mi amigo afuera del círculo y de la furia.
¾ No soy ningún cobarde, Nessy, pero por ti me retiro – Diciendo esto se fue sin dejar ningún rastro de que un día estuvo en ese lugar. Solo el lago rojo era testigo de las maravillas de mi ser.

Jacob intentó seguir a Nahual, pero Paul se le saltó al cuello y sus dientes se los enterró.

Ya no quise saber cómo iba a terminar ahora esa estúpida pelea, lanzándole una mirada de furia a Jake que creo que no alcanzó a ver, me fui al rumbo de mi casa.

No quería saber más, porque no sabía más.

¿Qué era esto?

 

Azoté con fuerza la puerta, pero no le hice daño, siguiendo la fina madera tallada en su sitio. Me costó mucho no mandar del otro lado de la casa la dichosa puerta. Pero que culpa tenia ella. Además, no estaba sola en casa y debía tranquilizarme. No ganaba nada destruyendo mi hogar. Aunque debía reconocer que la idea me tentaba, por lo menos tanta enojo cesaría un poco.

Respiré tantas veces para tranquilizarme que perdí la cuenta.

¿Qué le había pasado a Jacob?

Ese hombre no era mi Jake. Era un salvaje, un animal. No el joven sensible, cariñoso que yo tanto amaba.

Los pasos ligeros de mi madre hicieron zumbido en mi cabeza, que no dejaba de pensar miles de cosas una y otra vez para entender, justificar el comportamiento de mi novio.

La señora Cullen tocó tres veces la puerta ligeramente.

¾ ¿Puedo pasar, Nessy?
¾ Claro que si, mamá, pasa – De nuevo respiré sin lograr estar totalmente controlada, pero lo necesario para ser un poco mas yo misma.

Abrió la puerta y primero asomó su delicado y fino rostro. Tomó aire y su bellísima cara se trasformó a un hielo de seriedad. Entró dejando la puerta abierta.
¾ ¿Me puedes decir dónde estabas? – Se cruzó de brazos sobre su pecho -- ¿Por qué apagaste tu celular?
Nunca me acordé de él. Apenas mi madre lo mencionó, lo tomé de mi bolsillo de mi pantalón de mezclilla trasero y lo abrí. Estaba descargado. Lo dejé caer
en mi cama.

¾ Lo siento, no tiene batería – Informé incomoda viendo hacia el aparato – Apenas me di cuenta. ¿Me llamaste?
¾ Por supuesto que sí – Bella era bastante desagradable cuando se enojaba, su seriedad me incomodaba muchísimo y lograba hacerme sentir una chinche – Sobre todo cuando obscurecía y nadie sabíamos de ti.
¾ ¡Obscurecía! – Fue cuando por primera vez puse atención a la hora, a la obscuridad que emanaba el bosque, que pude ver por la gran ventana que tenía en mi habitación.
¾ Muy noche, así es. Y no se con permiso de quien o que desapareciste sin más – Apenas iba abrir la boca para protestar cuando Bella me calló – Y ni se te ocurra protestar – Que bien me conocía, pero iba a defender lo justo – No sé quién te dijo que te mandas sola. Apenas veo la manera de que tu padre te quite el castigo, cuando ya estás en otro. Y esta vez no le veo para cuando.
¾ Perdón – No tenía más que decir pues caía en la cuenta que era de “noche” estuve desaparecía mas de siete horas. Se preocuparon por mí. ¡Maldición, y yo en mis cosas! – Perdón de veras, se que una disculpa no arreglara nada y más si los preocupé.
¾ A tu padre, ni a mí nos preocupaste porque sabemos que no estás en peligro. Sabemos que en un pueblo como este, en donde estas cuidada por una manada de lobos y una familia, no te pasara nada. Pero vaya sorpresa nos dio Jake – Puso sus delgados brazos pálidos sobre su cintura – cuando un joven fantasmal viene a preguntarnos si sabemos dónde estabas, pues tu amiga Andrea le había dicho que te habías ido para ayudar a un amigo con una sorpresa – Levantó una ceja autoritaria – Y como te podrás imaginar, sabemos que no existe tal amigo que quiera ayuda de ese tipo y fue cuando Jacob calló en una histeria.
¾ Pero que me podría pasar estando aquí…
¾ Eso creímos todos, pero menos Jake, que estaba angustiado porque hacia unos días la manada no te está protegiendo desde cerca – Explicó mi madre – Se sentía culpable, creía lo peor: Que te había pasado algo y que fue su culpa porque no ordenarle a los de la manada seguir con la rigurosa vigilancia.
¾ Pero… — Que obsesión era esa de mi novio, que me tenía que pasar algo y tenerlo encima – ¿Pero que me va pasar? – De nuevo repetí.
¾ Él mejor que nadie conoce los peligros como una joven como tú puede tener.

¿Peligros? Pero cuales, no existía, ni había algo o alguien que quisiera o por lo menos tuviera la capacidad de quitarme el sueño. ¡Yo sola era capaz de cuidarme!

¡Soy un vampiro!

El depredador más peligroso del mundo era yo. ¿Cómo era posible que Jacob se preocupara así?
¾ Y con todo esto… ¿Dónde estabas, jovencita?
¾ Estaba con Nahual.

Le confesé y le dije todas las maravillas que había vivido esa tarde en el bosque. Lo que sabía que podía lograr mi sangre y todo gracias a mi amigo. Mi madre bajó un poco la guardia y me escuchó. Parecía más sorprendida que yo. Le explique maravillada cada observación que tuvimos Nahual y yo.

Estaba mi madre tan centrada en mis palabras que me siguió cuando tomé asiento en mi cama.

Su hermoso rostro estaba como siempre, alegre y sereno ya.

Esperaba que con todos los milagros que le conté, la sentencia de castigo fuera un poco más justa y por lo tanto, más corta.
¾ Entiendo todo, Nessy – Bella me tomó mis manos entre las suyas y las acarició con amor – El milagro de lo que hace la sangre de ustedes me sorprende a mi también. Tal vez más. Y por supuesto que tenemos que investigar más, lograr grandes cosas. Pero también entiende la reacción de Jake, se asustó a muerte.
¾ No tiene justificación su conducta, madre -- Me tensé cuando hablamos de mi novio de nuevo – Destruyó lo que había logrado Nahual. Lo atacó y temo que si Nahual no hubo era reaccionado tan bien como lo hizo, ahorita fuera solo pedazos.
¾ Por supuesto que no tiene justificación – Aseguró un tanto seria – Pero debemos reconocer que esa conducta impulsiva tú se la haces sacar.
¾ ¡No es mi culpa!
¾ No, claro que no -- Enfatizo Bella al instante – Pero te ama y ese amor es tan fuerte que teme que te pase algo. Habla con él. Ahora que debe estar tranquilo te escuchará y vera mejor las cosas… igual que tú.
¾ Pero, madre…
¾ El miedo que te haya pasado algo, el verte con Nahual… Yo creo que su terror de no saber de ti cambio al verte con él. Se dio cuenta que ese miedo que sintió fue de más y entró el enojo. Entiéndelo, habla con él. Arreglen las cosas, para que nunca más vuelva a pasar. Jacob te ama tanto que haría hasta lo imposible para que estés bien – Se pone de pie dándome un beso la frente – Veras que hablando no se volverá a repetir.
¾ ¿Tú crees, mamá? – Resoplé – Si lo que vi hace rato fueron celos… -- También me puse de pie – Ya me estoy casando de esa conducta de él. De todos me cela, de todo me reclama. Sobre todo desde la llegada de Nahual. No confía en mí.
¾ No creo que sea eso – Vi en los ojos dorados de mi madre que me quiso animar – Confía en ti. Habla con él – Me recomendó con una linda sonrisa – Aclaren las cosas. Y si vez que no se arreglan pues toma una definitiva decisión.
¾ ¿Y si lo mejor es estar separados? ¿Terminar? – Solo de pensarlo me mataba la idea.
¾ Mi niña, de estos amores son de los que ya no hay y el mundo anhela– Me tomó de nuevo de la mano y me la estrecho con dulzura – Hablen, se que con eso bastara para olvidar este desagradable episodio.
¾ Creo que tienes razón – Inhalé aire y traté de sonreír – No creo, estoy segura. Hablaremos y estas cosas no se repetirán.
¾ Ni él se portara así de animal y ni tu desaparecerás sin avisar por horas y faltaras a tus promesas como de acompañarlo al cumpleaños de Raquel.
¾ ¡No puede ser! – Y no podía ser -- ¡Lo había olvidado!