La trama esta interesante n.n...me gusta pero (me siento Géminis al decir esto xD) la forma de narrar como que me aburrio un poquito,repites lo mismo en 5-6 renglones....eso es bastante cansador y tambien q repites las palabras una y otra vez...solo eso es un poco molesto..lo demas vaya q atrapa o.o
Me encanto estaré esperando la continuación... me atrapo la trama y creo que no quiere dejarme ir... Esta interesante aunque uno que otro error en la narrativa, después lo demás esta muy bien.
Capitulo 7 Había mucho calor, el sol resplandecía con fuerza y vigor, los caballos corren tan rápido como pueden levantando arena y tierra, pisando pequeñas e indefensas plantas que estorbaban su camino. Los gritos de molestias de los jinetes se pueden escuchar claramente con toda clase de maldiciones. Allí, una joven se encontraba aferrada a un hombre sobre su caballo, temía caer y morir así que se sujetaba con la mayor fuerza que podía, cerraba sus ojos e ignoraba el ardiente sol. Definitivamente no quería estar allí, quería regresar a casa a cuidar de nuevo de los animales y las plantas, de nuevo poder estar con su adorado y cariñoso padre. La pobre vivía un infierno en ese momento mientras su jinete no puede pensar del todo claro, su mente juega con él y le desafía, no sabe lo que desea pero si sabe que ya no hay vuelta atrás, el único camino que queda es el que ha elegido. Ambos encima del mismo caballo joven y poderoso de color marrón con una fuerza asombrosa y notable ímpetu. El día era joven y había un gran camino que recorrer, los hombres no se detienen, corren a toda costa, no importaba nada para aquel momento, no importaba que tanto se opusiera el sol ni tampoco si el mismo desierto lo hacía, estaban decididos a llegar a su destino sea lo que sea que les deparaba. Rostros completamente sudados y gemidos de cansancio eran notables pero no los detuvo. Ni la misma fría noche los hizo parar, corrieron todo el día sin descanso más que algún momento para tomar agua pero además de eso, nada. Pobre chica, siempre tuvo una vida aparentemente tranquila y de la noche a la mañana está secuestrada por unos hombres misteriosos que nunca en su vida había visto. Eran momentos difíciles para aquella bella joven de desafortunado destino. El día acababa y el lugar al que se dirigían era visible a la distancia, tal vez llegarían mas temprano de lo que pensaron, al parecer había sido efectivo el no parar y seguir corriendo todo el tiempo. El tiempo pasa y lo que al principio era una pequeña vista va acreciendo hasta que al fin llegan al lugar. Era de noche o tal vez ya era la madrugada, no sabrían decir, solo notaron como las calles estaban vacías, el ruido era nulo en donde estaban ellos. Alguno que otro salón estaba abierto aunque no uno que ellos hubieran visto, todo a su alrededor estaba callado y vacío aunque abundaban frías brisas que recorrían el lugar y los cuerpos de los viajeros, también podría olerse cierto aroma a alcohol en el ambiente. El lugar era diferente a como lo recordaba Daniel, los cosas habían cambiado, ya este lugar no era el mismo. Gavin no mostraba emoción alguna mas allá del frío que corría por su cuerpo, los pistoleros que los acompañaban estaban muy callados aunque se podía ver en el rostro de todos ellos el enorme cansancio por el viaje mientras que la joven Liz nunca había visto aquel lugar y estaba ciertamente asombrada y asustada al estar allí, una extraña sensación recorría su cuerpo y era algo mas que el frío de la noche, era una sensación que nunca había sentido antes y no podía llegar a describirla, solo podía sentirla. No podían hospedarse en ningún hotel ya que estos estaban cerrados y no encontraba lugar en donde dormir así que entraron a un salón muy cerca de allí de aspecto extraño y poco familiar, el cantinero era un hombre da barba frondosa y de aspecto deteriorado, Daniel se le acercó para pedir por uno de los cuartos, este se negó al principio ya que los cuartos los utilizaban las prostitutas para atender a los clientes, luego de una larga discusión termino cediendo debido a la buena cantidad de dinero que llevaba consigo Daniel. El cuarto al que entraron era de generoso tamaño, con una gran cama y una ventana que daba vista hacia fuera, la madera era de notoria calidad muy lejana a la deteriorada calidad de la cabaña donde estuvieron, el suelo era limpio sin rastro de ningún tipo de mancha o suciedad hasta que ellos llegaron y con sus botas llenas de barro y arena ensuciaron el suelo del lugar. Todos durmieron en el suelo excepto Liz, ella durmió sola en la cama ya que Daniel lo quiso así. Los demás se quejaron al principio pero el sueño era muy fuerte y simplemente se durmieron fuera el lugar que fuera, no importaba. El día siguiente era muy importante para Daniel que comenzaría a negociar con un hombre llamado Ryan Cooper. Lo que él no sabía era que Robert estaba ahí, esperándolo para acabar con él y recuperar a su amada hija. Sus emociones acerca del siguiente día no eran muy notables pero allí estaban, era un paso importante para el resto de su vida y él lo sentía de esa manera, la idea de una vida diferente empieza a correr por su mente y se va adueñando de este, la esperanza de poder ser algo diferente a lo que es lo hacía estar nervioso y emocionado a partes iguales. No pudo evitar contemplar de nuevo a una hermosa Liz dormida y calmada, su mente probablemente estaría en algún dulce sueño y por eso ten hermosa sonrisa era la suya aquella noche. Le acaricia su cabello castaño tan bello. Una pequeña sonrisa sale de su cara pero era solo cuando la veía durmiendo tan tranquila, sin miedo ni nada que temer, hasta feliz sumergida en un sueño lleno de vida y esperanza. Definitivamente a él le gustaba mucho eso. El sol se elevaba de nuevo lo que significaba un nuevo día que sería definitivo en el futuro de todos, pronto el sonido de lo gente abarrotando las calles se deja escuchar, al igual que el de los caballos pasando, también se puede sentir el alcohol en el ambiente de los hoteles y salones. Al salir de cualquier hotel se podía ver a mas de un jugador lleno de sudor y con un rostro pálido como muestra de su perdición, habían perdido todo su dinero mientras los dueños de esos lugares se quedaban con todo lo que ellos traían consigo y sin muestra alguna de piedad ordenaban a cualquiera de sus hombres botarlo del lugar al pobre engañado y derrotado con una gran patada sumergiéndolo en el barro del suelo como muestra de lo bajo que caía su vida después de esa noche. Daniel salió con sus hombres y Elizabeth a desayunar en el lugar, un desayuno bastante normal aunque en este nadie dijo ninguna palabra, el único sonido que se podía escuchar era el de los cubiertos chocando con los platos constantemente llenando el ambiente de incomodidad para todos. Al terminar allí Daniel, acompañado por Gavin y uno de sus hombres fueron al hotel donde se hospedaba Ryan Cooper, al llegar preguntaron por el pero le dijeron que estaba en otro lugar desayunando, le dijeron que era en la siguiente calle y el lugar siempre estaba lleno así que no se confundirían. Se dirigieron allá, el camino esta lleno de barro y arena, algún vendedor ambulante entre la muchedumbre tropieza el paso pero nada importante, era extraño ver a tanta gente diferente situada en el mismo lugar sin ninguna presión social, todos bajo el mismo paso apático. Al estar frente al lugar notaron que no era una mentira lo que les habían dicho, estaba lleno de toda clase de gente, desde los más ricos con vestidos y trajes de costosas telas y llamativos colores, relojes de oro y cualquier tipo de artilugio hasta los mas pobres cuyas costuras en sus ropas estaba desgarradas y manchadas, rostros con aspecto terrible y desagradable, largas y sucias barbas adornaban sus caras llenas de manchas de barro. Entraron mientras que pasaban entre la gente y vislumbraron al hombre que buscaban en una mesa al lado de una ventana, en esta estaban sentadas tres personas, uno era Ryan Cooper y los otros dos de aspecto juvenil no eran conocidos, parecían sus lacayos. Los tres disfrutaban mucho del bistec que comían. Daniel con sus acompañantes se les acercan y cuando hacen contacto visual con Ryan este sonríe con cinismo y alegría, les señala a sus hombres que se levanten de sus asientos para que Daniel se pueda sentar al igual que uno de sus hombres. Era hora de comenzar los negocios. — Al fin tengo a Daniel Hill frente a mí. — expresaba un sonriente Ryan. — Creo que es hora de comenzar a hablar de nuestros negocios. — insinuaba Daniel que no lucia tan contento. — Esta bien, aunque no entiendo que hace Gavin aquí. — comentaba Ryan. — Estoy aquí porque soy la mano derecha de Daniel así que mejor acostúmbrate. — expresaba con tono un poco pedante. — Así que mano derecha… bueno, debo decir que me vale una mierda quien sea su mano derecha, yo estoy hablando con el Sr. Hill y no necesito que ningún puto venga a interferir en esto. — decía Ryan decidido y un poco molesto. — No hay que empezar a discutir. — expresaba Daniel. — Tranquilo, aquí no habrá otra discusión que no sea la que ya teníamos acordada. — comentaba Ryan. — Entonces comencemos. — decía Daniel. — Tú tienes los hombres que a mí me faltan, los que están adentro del banco como guardias. Yo propongo que después del robo lo dividamos 50/50 y así no habrá problemas con nadie. — Me parece correcto. — opinaba Ryan. — ¿Cuánto dinero hay en la caja fuerte? — preguntaba Daniel. — Hay unos treinta millones de dólares, lo que serían quince millones divididos para ambos. — respondía Ryan. — En cuanto a mis guardias del banco aquí los tienes, son estos dos hijos de puta irlandeses que yo apadrine porque pensé que algún día alguna mierda irlandesa me sería útil. — Supongo que este es el día. — comentaba con ligera sonrisa Gavin. — En realidad no. — difería. — El robo será mañana, me hace sentir mas cómodo de esa forma. —Tú, dos de tus hombres y yo junto con los guardias irlandeses seremos cinco. — declaraba Daniel. — ¿Qué hombre llevaras? — preguntaba Ryan. —Brad y Michael irán conmigo. — respondía Daniel. — ¡Joder!, ¡¿me dejaras fuera de esta mierda?! — exclamaba con notorio enojo y asombro Gavin. — Necesito que te quedes a cuidar a Elizabeth. — ordenaba Daniel con tono firme. — ¡¿Y desde cuando soy una jodida niñera?! —exclamaba aún mas fuerte. — Te quedas y punto, esa es mi decisión. — ¡No sé qué mierda tengas en la cabeza para dejarme fuera de esto! — Cálmate, hombre. Ya decidió. Estas jodido. — comentaba Ryan con cínico tono. — Cállate la puta boca. — declaraba con mas enojo. — Es hora de que te calmes. — ordenaba Daniel que con su mirada comenzaba a intimidar a un muy enojado Gavin. — Cuando regresemos al salón hablaremos. Luego hubo un pequeño silencio que fue roto inmediatamente por Ryan. — Sabes Daniel, siempre he querido preguntarte algo pero creo que no había tenido los cojones para hacerlo, ahora creo que puedo voy a hacerlo. — expresaba sonriente y cínico Ryan. — ¿Cómo se sintió matar esa familia en Mississippi? Un momento de silencio se adueña de la situación, Daniel no sabía que decir y los demás esperaban la respuesta de un contenido Daniel. Gavin recordaba cuando le contaron aquella historia, no era algo grato y por mucho tiempo trato de olvidarlo pero no pudo. Los jóvenes acompañantes de Ryan no sabían nada al respecto y estaban asombrados. Daniel comienza a recordar aquel día como si fuera ayer, la sangre en las paredes y los gritos de desesperación estaban impregnados en toda su memoria. También el dulce rostro de una niña horrorizada que el después dispararía justamente en su cara, él podía ver de nuevo la sangre salir de la niña como si de un rio se tratara. — No fue lindo. — respondía sin emitir una sola emoción. Luego Daniel salió acompañado de Gavin y Michael que era el otro que los acompañaba aunque en ningún momento fue parte de la conversación. Se dirigieron a la habitación del hotel donde estaban hospedados, allí se encontraba una temerosa Liz rodeada de dos hombres que no parecían tener intención de molestarla. Gavin lucia muy molesto en ese momento, esto hacía temer mas aun a la pobre joven sin embargo este se dirigió rápidamente hacia Daniel apenas entraron a la habitación. — ¡¿Por qué coño no voy a estar en el robo?! — preguntaba con enojo y notable molestia en su mirada. — No entiendes una mierda. — expresaba Daniel fastidiado por la posición de Gavin. — El maldito Ryan seguramente nos va a engañar y hacer que nos maten después del robo y necesito que tú y Roy se queden afuera del banco esperándonos, así si algo pasa tendremos alguien que nos cubra. — ¿Y por qué no me lo dijiste antes? — preguntaba un poco intrigado. — Porque se me ocurrió hace poco. — Entiendo, entonces nuestro plan es que si ellos no nos vuelan los sesos nosotros se los volaremos a ellos. — opinaba con cínica sonrisa Gavin. — Probablemente sea como sea todo termine en un puto baño de sangre. — expresaba Daniel. El sol se levantaba anunciando la llegada de un nuevo día aunque este poseía una tonalidad opaca, deprimente y monótona. Las nubes apenas dejaban ver la luz del sol y de repente sobre el ambiente se cierne una tristeza contagiosa que invade el ser de Robert. Este estaba recostado en una esquina de la habitación, su mente estaba llena de diferentes ideas pero una memoria le llenaba todos sus pensamientos, era sobre una noche de verano hace ya muchos años atrás. En esa noche él estaba recostado sobre un árbol al lado de una fogata. Era joven y apuesto, fuerte y temerario pero con un malsano deseo de violencia que cubría todos sus pensamientos como una manta, entonces se le acerca una joven de vestido blanco de tela delgada. Su piel era blanca y muy linda, su cabello castaño claro también muy bello y poseía la sonrisa más hermosa que sus ojos hayan presenciado. No estaba armada y tampoco lucia como alguien de quien desconfiar, no traía nada en realidad, simplemente era ella acercándose a él con paso lento. No era difícil para Bob notar la maravillosa forma de su cuerpo, además el vestido que traía puesto la hacía lucir mejor aún. Al llegar donde estaba recostado Bob ella se sentó sobre una roca poco cómoda cerca de la fogata, no sabía que decir, la joven parecía estar nerviosa y algo asustada. — ¿Qué hace una chica como tú por aquí? — recordaba preguntar un joven Robert. — No lo sé. — respondió dudosa. — Creo que deberías regresar por donde viniste. — sugirió. — Tal vez sea lo que deba hacer… pero no quiero. — comento la joven con sonrisa peculiar. — No entiendo porque querrías estar aquí. — No puedo explicarlo… es que quería hablar contigo. —respondió temerosa la chica. — Tal vez sea que me siento sola en este momento. — Eso me parece muy extraño, una chica como tú seguramente tiene muchos pretendientes encima. — comento con tono cómico. — De hecho eso pasa a veces. — dijo. — Pero ahora me siento sola y te estaba viendo en el bar con esos amigos tuyos, entonces comencé a sentir por tu mirada que sentías lo mismo que yo. — No creo que eso sea posible. — Es que… creí sentir algún tipo de conexión en ese momento. — expreso ahora con mas confianza y sonriente. — Bueno, ahora estamos aquí los dos solos sin nadie que pueda molestarnos, dime ¿acaso aun sientes esa conexión? — pregunto Bob con cierta intriga. La chica se toma una corta pausa antes de responder mientras sostiene su bella sonrisa y miraba con hermosos ojos color verde como el de una hermosa gema a los ojos color miel de Bob y entonces responde. — Sí. — Entonces no soy el único. — respondió Bob con jovial sonrisa. — La noche es muy fría. — comento la chica mientras veía las estrellas. — Estoy acostumbrado a ellas. — Yo no suelo estar en este tipo de sitios. —menciono la joven de hermosa sonrisa. — Yo acampo mucho con mis hombres. Es algo normal para nosotros. —dijo Bob. — Debe sentirse muy bien poder ver a diario el cielo y las estrellas iluminando la noche, pasar por todos esos lugares que ustedes pasan. Los hermosos pastizales llenos de vida y verde o las ciudades y todo lo que tienen alrededor. — expreso con singular emoción. — Pues llega a ser muy bueno. — comento Bob. — A veces siento la necesidad de viajar por el país y ver mas allá de lo que he podido ver. — expreso con emoción. — No estoy seguro de que sea bueno compartir esta información con un extraño. — No somos extraños si sabemos nuestros nombres. — expreso la joven. — ¿Y acaso sabes mi nombre? — pregunto Bob. — Se que tus compañeros son Billy, John Robertson y Daniel Hill pero… creo que en realidad no se tu nombre. — respondió la chica. — Mi nombre es Robert pero prefiero que me llamen Bob. — declaro con mirada y sonrisa muy confiada. — El mío es Jena. Entonces un fuerte grito se escucha proveniente de un bar muy cerca de allí reclamando por el nombre de la joven, parecía ser una mujer de edad madura y molesta. Jena se va mientras sostiene un cambio de miradas con Bob que lucía feliz. El recuerdo de un encuentro extraño esa noche es uno de los recuerdos que el mejor valora. La mañana corre de manera convencional pero Bob y Billy sabían que probablemente Daniel ya se encontraba en el lugar, no sabían dónde pero debían buscar. Era hora del desayuno y Bob, Billy y Tiffany se sentaban en una mesa cerca de una de las ventanas. La mesa y las sillas eran de madera un tanto anticuada y de un color muy deteriorado, en el centro de la mesa eran visible unas pequeñas grietas no muy profundas excepto por una por la que se podía ver el suelo. Las sillas no estaban en mucho mejor estado, en general estaban tan deterioradas como la mesa. A ellos no les molestaba mucho, simplemente se sentaron allí para poder disfrutar de su desayuno que eran unos sándwich. — Entonces, ¿Qué aremos hoy, Bob? — preguntaba Billy. — Iremos dentro de un rato al comedor en donde nos conseguimos con Ryan y veremos si allí esta Daniel. — respondía. — Bueno, eso solo parece abarcar la mañana. — comentaba Tiffany. — Entonces supongo que el resto del día podemos quedarnos aquí y no hacer nada. — sugería Billy con tono bromista. — No sería una mala idea. — apoyaba Tiffany siguiéndole el juego. — Si encontramos a Daniel creo que deberíamos buscar donde se hospeda. — opinaba Bob. — Eso es una opción. — decía Billy. — Aunque también podríamos directamente volarle los sesos en el lugar. — No creo que sería lo correcto, Billy. — Puede que sí. — interrumpía Tiffany con sonrisa bromista. — Entonces debes tener mejores ideas. — comentaba Billy. — No. — respondía. — Pero no comenzare una masacre allí, sobre todo cuando podríamos tener hasta seis hombres armados apuntándonos. — ¿Y qué haremos cuando lo encontremos? — preguntaba Billy. — Tú sabes muy bien que esto terminara siendo una masacre de una forma o de otra. — Si tan solo puedo ver a mi hija… — respondía con molestia. — entonces estaría dispuesto a matar a quien sea. — Es curioso. La persona que mas amas en el mundo es que la que te va a inspirar a matar a todos esos bastardos. — expresaba Tiffany. — Esa es una manera de verlo. — comentaba Billy. — ¿Y tú ya conseguiste algún empleo? — preguntaba Bob tratando de evadir el tema. — Pues hay algo disponible en una escuela aunque no creo que sea buena en eso, tal vez como asistente de un doctor, creo que ese trabajo es mejor para mí. — respondía. — ¿Y la lo aceptaste? — preguntaba Billy. — No. — ¿Por qué no? — preguntaba Bob. — Bueno… no es tan fácil como parece. — Y una mierda. Debes aceptarlo. — comentaba Billy con tono pomposo. —Tal vez lo haga, solo denme un minuto y lo pensare. — Por mi está bien. — decía Bob. — Tal vez a mí no se me da tan bien lo de tener un empleo normal. — Cualquiera puede tener un empleo normal. Es cosa de saber lo que vas a hacer. — comentaba Billy. — Asistente de doctor parece algo bastante bueno a mi parecer. — opinaba Bob. — Me atrae la idea pero… no lo sé. — decía un poco confusa. — Solo espero no ser tan mala haciéndolo. — Muchos esperamos eso. Recuerda que son vidas de lo que estamos hablando ahora. — comentaba de manera bromista Billy. — Alguien debería callarte la boca cuando empiezas a joder a los demás. — expresaba con molestia la joven. — Tranquila, el solo bromea. — Pero llega a ser un idiota por eso. —exclamaba Tiffany. — Todos llegamos a serlo. — comentaba Billy con pomposo tono mientras se levantaba ya que había terminado de comer al igual que Bob. Luego Bob y Billy salieron del hotel y se dirigieron al comedor donde iba diario Ryan, notaron que esta vez el camino hacia allá estabas mas abarrotado, la gente abarcaba cada espacio del lugar y cada vez se volvía mas difícil pasar por aquel lugar. Sus botas se llenaban de barro mientras tropezaban con señoras de la alta sociedad y mendigos al pasar por allí. Cuando estaban frente al comedor decidieron no entrar, pensaron que sería poco prudente. Se acercaron a las ventanas sin que sus rostros fueran muy visibles y lograron visualizar a Ryan con dos hombres a su lado de aspecto jovial. Estuvieron viendo por la ventana un rato hasta que apareció un hombre seguido de otros dos, al principio no logran ver su rostro pero es cuando se sienta frente a Ryan uno de estos que Bob lo logra reconocer, era Daniel Hill, el hombre que había secuestrado a su hija, de repente solo podía pensar en entrar allí y matarlo regando su sangre por todo el lugar, su mano comienza a acariciar de manera peligrosa su revólver y sus ojos despiden un odio incontenible y desenfrenado. El recuerdo de aquella noche donde ese hombre arrebato lo que mas ama en el mundo regresa fortaleciendo el deseo de asesinarlo a sangre fría, por la espalda. Quería verlo a los ojos cuando este muriera para poder presenciar el momento en donde la vida se fuera de él y lo abandonara. Billy nota fácilmente el creciente enojo de Bob y sabe que no puede calmarlo así que simplemente se queda viendo por la ventana. Pasa un rato hasta que él se va con los dos hombres que lo seguían, entonces Bob y Billy los siguen de manera silenciosa sin despertar ninguna alarma, era difícil seguirles el paso entre tanta gente, en mas de una ocasión los perdieron pero tuvieron la fortuna de que el lugar donde se hospedaba no estaba muy lejos de aquel salón por lo que no fue tan difícil seguirlos. Cuando estaban frente al hotel Robert no sabía qué hacer, tenía el inminente deseo de entrar a matarlos a todos pero sabía en su interior que no podía hacer eso. Billy solo podía observarlo ya que sabía muy bien que estaba fuera de su control. Pudo haberlo hecho y seguramente hubiera muerto, con el pasar de los minutos parece calmarse o tal vez simplemente apaciguar las aguas con la idea de que el momento no estaba muy lejos, el momento de quitarle su vida. — ¿Qué haremos ahora? — preguntaba Billy con tono serio y comedido. — Esperamos que mañana salga a hacer sus negocios, luego lo seguimos, lo matamos a él y todos los que sea necesario y nos llevamos a mi hija. — respondía muy decidido y con notable voluntad. Era un momento crucial para la vida de todos ellos ya que cambiaría de manera definitiva el día siguiente creando memorias imborrables.
Bueno primero que nada, agradezco que me hayas invitado a leer tu Fic, me ha agradado la idea de un vaquero recorriendo el desierto en busca de su hija, suena conmovedora, sin embargo, el capítulo 1 en especial me ha parecido un tanto monótono debido a la redundancia de ciertas ideas y palabras, han habido algunas comas extraviadas que hacían de la lectura un tanto cansada y confusa, no sabía donde terminaban una idea y empezaba otra, así como también noté la ausencia de algunas acentuaciones y letras en ciertas palabras vitales para el párrafo, te sugeriría que lo revisaras un momento :) ya que en sí como ya dije la historia suena prometedora, aunque, seré sincera no pude evitar recordar la película Búsqueda Implacable al leerla, casi podía ver al protagonista montando su caballo y verlo surcar el viejo oeste.
Capítulo 8 El día pasaba lentamente pero al fin llegaba la fría y despiadada noche que llenaba cada rincón con una palpable tristeza aunque tal vez era la monótona y deprimente forma de vida del lugar llena de porquería en todos lados. Barro, alcohol y sangre manchan sus cimientos y seguirán haciéndolo hasta que desaparezca. Aunque las calles estuvieran llenas de gente todo el tiempo, la soledad era un sentimiento constante y tortuoso que acrecentaba con el pasar de las horas para la vida de Elizabeth que estaba en una habitación completamente sola, sentado en la cama con sus pies sobre está viendo por la ventana notando como la brisa sopla y pasa sobre los moteles de mala calidad llenos de suciedad y mugre, por los salones llenos de alcohol y cuyos suelos están manchados de sangre seca. Podía notar por aquella ventana un mundo diferente a lo que se había imaginado, lleno de tristeza y monotonía, un lugar tan diferente a lo que su padre le había mostrado, en vez de alegría y sonrisas había depresión y enojo, mucho rencor o por lo menos eso notaba ella. El cielo era opaco y las noches despiadadamente solitarias. En ese momento estaba sola pero luego entraba Daniel a el que ella con el pasar de los días comenzaba a temer menos y en cierta forma podía ver una personalidad semejante a la de su padre aunque no le gustara esto. Él se le acerca con delicadeza, su mirada inspira en ella cierta ternura y un poco de lastima, lucia agotado aunque no molesto, también algo deprimido. Él se sienta a su lado en la cama aunque no intenta hacer nada con ella, simplemente ve por la ventana tal cual ella hacía. — Mañana pasara algo muy importante. — comentaba Daniel con mirada perdida. — Y siento que esta noche debo contarte algo de suma importancia. — No sé qué pensar. — En el pasado hice cosas horribles y muchas de ellas junto a tu padre. — contaba. — Eso es imposible. — negaba Liz. — Es difícil aceptarlo, lo sé, pero es la verdad. — decía Daniel. — Mi padre es el mejor hombre que he conocido en mi vida, nunca habrá alguien tan bueno como el conmigo. — comentaba Liz totalmente segura de sus palabras. — Estoy seguro de eso. — ¿Por qué hace esto? — preguntaba mientras una lagrima se escapaba de sus hermosos ojos. — Porque tú mereces saber la verdad. — respondía. — ¿Qué verdad? — La que tu padre te ha estado ocultando todo este tiempo. — respondía con firmeza. — Él nunca me conto nada de mi madre ni de su pasado, pero a mí no me importo. — comentaba una triste Elizabeth. — La verdad es que tu padre y yo, junto a otros hombres fuimos parte de una pandilla violenta que viajaba por todos lados haciendo los que nos daba la gana. — explicaba Daniel. — ¡¿Qué?! — Éramos salvajes y violentos, unos verdaderos animales, hacíamos lo que queríamos y no nos importaban los demás. — seguía contando un reflexivo Daniel. — Si eso es cierto entonces mi padre debería ser un salvaje y me debió haber tratado muy mal y no lo hizo, porque me amaba y nunca me habría hecho daño. — comentaba una ya no tan segura Elizabeth. — No te mentiré, tu padre y yo no nos llevábamos bien, la verdad es que solíamos discutir mucho excepto cuando estábamos borrachos lo cual también era muy común. — comentaba Daniel. — Nosotros cometimos muchas fechorías y matamos mucha gente pero un evento nos separó para siempre, algo que nunca le perdonare a tu padre. — ¿Qué podría ser eso? — preguntaba Elizabeth intrigada y asustada. — Creo que no es hora de contártelo pero te prometo que si mañana a esta hora sigo vivo y podemos hablar te contare que paso. — respondía Daniel que ahora mira a los ojos de Elizabeth. — ¿Y entonces que me quieres contar? — preguntaba asustada. — Hoy un hombre me ha hecho recordar un evento de hace mucho tiempo, uno que no me gustaba recordar, fue una noche en Mississippi, tu padre, los chicos y yo teníamos un problema con un hombre que nos debía mucho dinero, el problema era que él no nos podía pagar así que con el poco dinero que tenía contrato a unos hombre para matarnos. Cuando supimos que era el decidimos ir a matarlo de una vez por todas, sin embargo no sabíamos que él tenía una familia, así que fuimos a su casa a matarlo y entonces… Para ese momento Elizabeth no podía asimilar lo que Daniel le decía, no podía ver a su padre en esa situación, sin embargo, había algo muy doloroso en la mirada de Daniel y en su voz que la hacía creer que era cierto, ella simplemente no podía evitar creer cada palabra que salía de su boca. Mientras tanto Daniel recordaba con pena y dolor aquel momento, también en su memoria estaba guardada la casa en la que el hombre vivía. Era pequeña, muy modesta, de madera dañada y poco espaciosa, apenas había tres habitaciones donde estaban sus dos hijas pequeñas de unos seis o siete años mientras que en otra dormía su hijo adolescente. Su esposa y el dormían en la habitación mas grande que en realidad tampoco era muy cómoda. La casa por dentro tenía un aspecto terrible y para el momento en que llegaron allí el sol empezaba a caer y la familia comenzaba a encender las velas para alumbrar la noche. — ¡Matemos al hijo de puta! —grito uno de los hombres que acompañaban a Daniel, Billy y Robert. Entraron sigilosamente hasta estar frente a la puerta que derrumbaron con disparos y risas, luego vieron salir de un cuarto a una niña vestida para dormir de cabello rubio, una niña muy hermosa. El rostro de ella era de asombro que cambio rápidamente a un profundo temor. El padre sale rápidamente al igual que toda la familia, estaban frente a los bandidos armados y en el rostro del padre se podía notar como ya sentía la muerte sobre él, sin embargo, lo que más le dolía era el hecho de empujar a su inocente familia con él hacia la perdición. Los bandidos no saben qué hacer en aquel momento, no conocían la existencia de esa familia y entonces una ardua discusión comenzó entre los jóvenes y violentos hombres mientras seguían apuntando a la familia que se encontraba totalmente indefensa. — ¡Joder! ¡¿Y ahora qué coño hacemos?! —grito uno de los bandidos. — ¡Tenemos que matarlos a todos, no hay otra puta salida! —exclamo un confundido Robert. — ¡¿Estás loco, joder?! — grito Billy. — Ellos se vengaran, cuando puedan lo harán. No podemos permitirlo. — comento un mas calmado aunque muy preocupado Daniel. — ¡Corran niñas, corran! — se escuchó el grito de un padre desesperado sin esperanza alguna de sobrevivir. Cuando estas comenzaron a correr entre lágrimas tal vez por instinto natural o miedo, Robert levanta su mano empuñando su revólver y mientras una lagrima se escapa de su mirada dispara con desmesurado pulso y precisión a la cabeza de una de las niñas esparciendo sangre por todo el suelo y un poco en la pared mas cercana a ella. Él se queda quieto mientras escucha los tortuosos gritos de la familia entera, mientras ve como de la cabeza de la niña le sale sangre fluyendo y creando un inmenso charco en el suelo. Su hermana que corría junto a ella se detiene y llora mientras ve a su hermana muerta y con un agujero en la cabeza. Nadie sabría decir que paso después de eso, o mas bien que inspiro lo que paso después de eso, sin embargo, todos lo recuerdan con mucho detalle. Un frío pistolero apunta rápidamente su revolver a la esposa del hombre y dispara dos veces en su pecho y la sangre sale de su cuerpo como una corriente y mancha su bata de color blanco convirtiéndola en una roja. El pobre hombre quiere morir a este punto. Billy dispara en la cabeza del adolescente manchando la pared que estaba detrás de el de mucha sangre, además del suelo y un poco de la ropa de si mismo que no estaba muy lejos de él. Muere al instante. Daniel de manera nerviosa con mano temblorosa y poca valentía dispara a la otra niña que yace en el suelo mientras sangra por su espalda y muere en el proceso. Entonces solo quedaba el hombre al que inicialmente querían matar, ese hombre estaba muerto ya desde hace mucho tiempo pero no quería que su familia sufriera por esto, era algo de lo que quería salvarla pero no pudo, de repente alrededor un baño de sangre adornan el suelo de su casa proveniente de los cuerpos de su familia muerta. Entonces para acabar con el sufrimiento del hombre que estaba arrodillado implorando por que acabara ya todo, el único pistolero que no había matado a nadie en este punto se le acerca con mirada fría y sin emoción alguna notable, saca el cuchillo que tiene escondido en su bota y corta con lentitud el cuello del hombre desde una esquina a otra regando sangre por el suelo y todo lo que alcanzaba, la sangre fluía hacia arriba y caía con brusquedad mientras el cuchillo cortaba y continuaba por todo el cuello. Al final de cortarlo y ya básicamente muerto el hombre, mientras la sangre salía a borbotones de su cuello él decide enterrarlo justo en el medio de la garganta volviendo a liberar una gran cantidad de sangre que fluía desde el centro de su garganta hasta el suelo con velocidad terminando así el enfermo baño de sangre en esa casa manchada completamente de rojo carmesí. Los asesinos no decían una sola palabra, ellos solo podían contemplar aquella obra llena de sangre y cuerpos sin vida, llena de violencia y crueldad desmesurada, en el suelo lágrimas y sangre se mezclan y cubren todo lo que está a su alrededor hasta llegar a tocar las botas de los pistoleros que en aquel momento no salían de su asombro, ninguno sabía exactamente qué paso y tampoco sentían que podían hablar al respecto, en especial Billy que se notaba bastante perturbado, Daniel y Bob estaban más calmados aunque en sus miradas se puede notar la creciente culpa, los otros dos pistoleros estaban en el mismo estado solo que un poco mas expresivos. Al salir del lugar ya había caído la noche y las velas que las niñas y su madre habían encendido se extinguieron de manera fugaz y turbia como sus vidas. Daniel no estaba especialmente contento de haberle contado esta perturbadora historia a Elizabeth que estaba asombrada y muy asustada, un escalofrió que jamás había sentido recorre todo su cuerpo mientras sienten que sus piernas pierden fuerza al igual que sus brazos, su mirada era desoladora y de su boca no sale ni un grito de tristeza o desesperación. Con sus manos cubre su boca pero ella no aguanta más y comienza a llorar, estaba molesta y muy triste, sus emociones eran un poco confusas ya que no sabía cómo reaccionar ante tal relato. No quería creer que su padre fuera capaz de matar a una niña de manera tan fría, ese no era el hombre que conocía y amaba, era otro, un monstruo sin aparente alma o corazón y lejano a cualquier código moral establecido, ese hombre era un forajido, un asesino a sangre fría, un auténtico monstruo. Daniel se disculpaba con ella antes de salir de la habitación para entrar a la suya que había alquilado en la tarde para dormir él y sus hombres y dejar a Liz un cuarto para ella sola; pero bien sabia el que no era momento de hablar, ella estaba enfrentando una verdad que había sido escondida por toda su vida, una verdad llena de sangre y crueldad, la pobre estaba afrontando algo que no merecía. Fue una noche dura aquella para todos allí, Daniel no quería continuar recordando lo que paso, le dolía pero le dolía más el pensar en lo que estaba pasando Elizabeth, una dulce adolescente inocente de todo el mal que le rodeaba pero con poca fortuna. Ella estaba sentada en su habitación mientras las lágrimas corren por sus mejillas, sentía en ella un importante vacío, como aquella mentira la carcome desde el interior y como la idea de haber vivido una vida basada en un engaño que apestaba a sangre fresca y alcohol cobraba vida y se convertía en un inmenso demonio frente a ella, en ese momento no podía albergar esperanza alguna, su dulce y amoroso corazón había sucumbido ante al relato mas escalofriante a la par de ser el mas real que ha escuchado. Y de repente siente como la sombra de una vida pasada llena de crueldad se cierne sobre ella y castiga su frágil corazón, por un momento pudo escuchar el seco ruido de las balas que mataron a aquella familia, sintió el frío del metal enfrascado de sus entrañas directamente disparado por su padre, ella creyó que él era el hombre que le había dado todo pero no fue hasta esa noche que se enteró que en realidad él le había quitado todo mucho antes de nacer. Elizabeth estaba perturbada y se sentía totalmente engañada mientras Daniel tampoco se sentía muy bien pero no era hora de pensar en eso, tenía que concentrarse en el robo del siguiente día que cambiaría su vida de una vez por todas, tal vez por primera vez sea un cambio para bien. Al día siguiente Daniel despierta en su habitación con el brillo del sol entrando por la ventana y molestando sus ojos, se levanta rápido de su cama mientras llega a escuchar el ruido de unos caballos cabalgando, parecía ser una diligencia. Era muy temprano en la mañana pero necesitaba estar despierto y preparado para lo que iba a pasar ese día. Sale de su habitación y llama a Gavin. Él le dice que vigile a Elizabeth mientras iba a hablar con Ryan, al regresar se llevaría a Michael y Brad para hacer el robo al banco como lo tenían planeado. Gavin acepta complacido. Gavin entraba sin mucho sigilo al cuarto de la perturbada Elizabeth que en ese momento estaba mirando por la ventana como usualmente lo hacía solo que esta vez con mirada desesperanzada, simplemente aceptando su desalentador destino. Llevaba puesto una bata blanca de delgada tela, esta llegaba hasta sus tobillos dejando solo visibles sus pies, brazos y una ligera parte de su cuello. Gavin estaba deseoso de poseer su cuerpo aunque fuera solo una vez, desde el día en que la vio en la cabaña casi desnuda sus deseos por tomarla no han cesado ni en lo más mínimo, su mirada pervertida observa lo poco que podía ver de la joven con placer y deseo. Se acerca a ella y esta no parece percatarse de esto, entonces se sienta a su lado mientras que con delicadeza Gavin comienza a acariciar su hombro en muestra de falso consuelo ante la pobre chica. Esta aun no hace nada, sus ojos siguen vacíos y no emiten ninguna emoción, su piel se sentía fría y aunque ella estaba allí, Gavin apenas podía aseverarlo. Su presencia parecía ser simplemente física, al tocarla era como tocar a un cuerpo sin vida, la diferencia no era mucha. Ni siquiera el brillo del sol que pasaba por la ventana e iluminaba el rostro de Liz podía dar alguna señal de vida. Un pensamiento pasa por la nublada cabeza de la joven, no era algo que se le haya ocurrido antes, de repente un deseo carnal corre por su cuerpo, un deseo que era muestra de un creciente enojo en ella mientras trataba de ordenar sus ideas y darles un poco de sentido. Con sus manos toma la mano de Gavin que la sobaba y la sitúa en su pierna derecha y entonces nota como la sonrisa de Gavin se torna más perversa y en sus ojos color café ella llega a notar el deseo de aquel hombre, en parte le temía pero a la vez la furia dentro de ella era fuerte y poco le importo, simplemente permitió que el moviera su mano por su muslo. Él lo disfrutaba mucho y pudo notar en el rostro de Elizabeth cierta satisfacción mientras comenzaba a cerrar las piernas dejando su mano en el medio de ellas. Luego el con su otra mano comienza a levantar su bata, la mirada de la joven era de duda conjunto subía la bata, entonces fue en el momento cuando su mano ya estaba adentro de ella que parece regresar a la vida y lo detiene, luego su mirada pasa al asombro e incertidumbre consigo misma, Gavin tampoco entiende porque lo detuvo pero ya no le importaba mucho ya que la pudo tocar lo que le daba una inmensa satisfacción interna. Los ojos de Gavin mostraban inmenso gozo lo que molestaba a la pobre joven, el simplemente con gesto cínico y sin palabra alguna se retira de la habitación y baja al comedor del hotel. Ella estaba totalmente avergonzada, se siente tan mal consigo misma que comienza a llorar muy apenada mientras su cuerpo temblaba, Liz estaba muy deprimida, la tristeza se la comía por dentro como insectos, de manera lenta y tan dolorosa. Era de día y el sol brillaba con gran fuerza pero siente constantemente las sobras arropándola y sumergiéndola en un lugar lleno de melancolía y dolor. Daniel salía del lugar para dirigirse al comedor donde era común encontrar a Ryan Cooper en las mañanas. El paso hasta allí como era normal era un poco complicado, ahora con barro en las calles era más fastidioso pasar por allí pero no fue problema porque Daniel estaba muy concentrado en lo que quería hacer. Cuando llega al comedor puede ver a Ryan, este vez solo, comiendo un estofado, noto que su ropa estaba mas sucia de lo común, había manchas de barro en su camisa roja y su chaleco, también en su pantalón y botas. Entonces se le acercó para hablar. — Hola, Ryan. — Saludaba — Espero no interrumpir algo muy importante. — No importa, igualmente ya estaba acabando. — Creo que ya es hora de ponerse manos a la obra. — comentaba Daniel con mirada intimidante. — Seguro, mis hombres están en su guardia, solo necesito que traigas a tus hombres aquí y todo quedara arreglado. — Los traeré, entonces comenzaremos esto. — Por supuesto, hombre. ¡Joder! ¡Estoy emocionado, coño! — exclamaba con sonrisa perversa. — Espero que todo salga como lo hemos planeado. — Estás hablando con Ryan Cooper, no con cualquier tonto, conmigo las cosas siempre salen como están planeadas. — Volveré en unos minutos, entonces iremos al banco y pronto seremos ricos. — expresaba. — No lo habría dicho mejor. — exclamaba con una sonrisa de oreja a oreja que expresaba sin duda su perversa emoción, su mirada no se quedaba atrás expresando un deseo tan asquerosamente humano como es la avaricia. Se retiró de allí con mirada concentrada y se devolvió a su hotel donde encontraba a Gavin comiendo en el comedor junto con los muchachos, Daniel le pregunta a Gavin como ha estado Elizabeth y este le responde diciendo que no le entiende y que lucía muy deprimida, él no se sorprende así que sube a la habitación donde estaba Elizabeth y entonces la ve de nuevo, ella tenía su mirada hacia el suelo carente de cualquier emoción, eran aquellos bellos ojos víctimas de una fuerte depresión que golpeaba tan fuerte como una ola a las rocas. Él no se acerca, ni trata de hablarle, simplemente se aleja. Luego salió del hotel con Michael y Brad, los hombres que lo ayudarían en el robo, le dice a Gavin que vigile los alrededores del banco junto con Roy pero sin que nadie se dé cuenta, tenía que ser precavido y no levantar sospechas. Ese día no había sido muy bueno para Robert, estaba muy alterado por la idea de encontrar a su hija y de matar a Daniel pero no era lo único que ocupaba su tiempo, estaba una frustrada Tiffany que no conseguía trabajo y que comenzaba a deprimirse y odiar a Robert. Ambos estaban en la habitación del hotel donde se hospedaban cuando comenzaron a discutir, era muy temprano, apenas había salido el sol y ya discutían mientras Billy pasaba el tiempo afuera en el bar. — Tu solo me trajiste aquí por un deseo egoísta, eso es todo. — exclamaba con enojo Tiffany. — ¡¿Por qué dices eso?! — preguntaba Bob. — No me trajiste para darme una mejor vida, lo hiciste porque me querías a tu lado para alimentar un enfermizo recuerdo que solo te hace daño. — respondía con fuerza y seguridad. — Pero… si quiero darte algo mejor. — No, tú quieres darle algo mejor a Jena, esa es la mujer que ves en mis ojos. — declaraba una cada vez mas molesta Tiffany. — Tal vez. — ¡Que puta respuesta! — exclamaba. — ¡Y yo me pregunto qué coño le habrás hecho a esa pobre mujer para que te tortures tanto! — Eso es algo que no puedo decirte. — ¡Me vale mierda! ¡Joder! — gritaba. — ¡Eres un puto enfermo! — Solo dices eso porque te he dado la oportunidad que nunca has tenido y ahora le temes mucho, eres una cobarde. — opinaba un Bob dudoso de sí mismo. Entonces el silencio gobierna por un instante doloroso que los carcomía desgarradora y lentamente puesto que ambos afrontaban una dura verdad que era tan negra que no querían aceptarla, las lágrimas e insultos son gritos de auxilio desde aquellos dañados y torturados corazones que parecían carecer de esperanza e ilusión puesto que fueron arrancados de ellos como carne viva y sin piedad por el gran verdugo de sus vidas: el destino. Entonces ambos somos mierda y debemos aceptarlo así. — expresaba Tiffany con seco tono de voz. — Tal vez así sea. — Creo que me iré un rato, tal vez visite al doctor. — comentaba una destrozada Tiffany. — Haz lo que debas hacer, supongo. — Sea lo que sea. — decía. — Nunca he conocido a un hombre como tú y probablemente nunca lo hare de nuevo… y no sé si arrepentirme o agradecerte. — Tal vez lo descubras dentro de poco. — comentaba de manera casi raquítica Bob. — No sé si regresare de nuevo aquí, creo que es mejor si lo sabes ahora. — Tal vez yo tampoco. — expresaba Bob mientras cambia su gélida mirada hacia los ojos de la triste Tiffany que por un momento al ver aquella mirada pudo observar lo que podía ser, a su parecer, el alma de un perdedor por naturaleza. Y es que así se veía a si mismo Robert, como un gran perdedor desde su nacimiento, glorificado en historias donde la sangre y la violencia regían como otro elemento mas de su asquerosa y repulsiva naturaleza tan humana. Pero aquel trono era de papel y estaba manchado sangre, y como estaba humedecido se cayó pronto de manera efímera y dolorosa, cuyo último aliento era brusco y crudo falto de esperanza y amor. Así que al final era un hombre de naturaleza perdedora a al menos así lo pensaba él. Pasaron varias horas con Bob habitando el cuarto con la soledad de compañera amena sentado a su lado como era común. Su mirada carecía de alguna expresión, su presencia era fría y atemorizante, estar a su lado era como estar al lado de un monstruo. Fue allí que Billy entro a la habitación de manera apresurada y atropellada, en su mirada veía asombro y su rostro parecía no asimilar lo que vio, estaba exhausto, se notaba en su jadear, Bob le mira aunque no sabe qué pensar, entonces Billy le dice algo — ¡Acabo de ver a Daniel y unos hombres camino al salón donde esta Ryan, luego salieron y al rato dos hombres los siguieron aunque parece estar vigilando o algo! ¡Creo que esta es nuestra oportunidad, Bob! — Así, Bob se preparaba para lo que creía podía ser el momento mas importante de su vida, muchas cosas pasan por su cabeza mientras pone su revolver en su culata y se dirigía con Billy hacia donde Daniel iba, sin embargo ya era muy tarde para pensar y solo quedaba actuar.
La historia esta bastante bien y cada vez se pone interesante, me has dejado con ganas de saber que pasara. Gracias por la invitación :) Saludos.
Capítulo 9 Aquella mañana era calurosa, las calles abarrotadas como era común. Entre la multitud se encontraban un grupo de hombres apunto de robar un banco lo que causaría gran conmoción en la creciente población. Daniel estaba en una habitación de un hotel cuyas paredes tenían un tapis verde oscuro, el color de estos le recordaba un verano que paso en una granja cuando era niño, cerca de esta había un pastizal enorme lleno de vida que le emocionaba. Por su cuerpo corre cierta emoción que añoraba, era algo que había desaparecido hace mucho, era el sueño de algo mejor, un sueño que había creído muerto hace muchos años atrás. Allí estaba el, colocando las balas dentro de su revolver mientras estaba en el medio de la habitación con la luz del sol entrando por la ventana e iluminando el lugar, con un pañuelo color blanco algo manchado de mugre guardado en su bolsillo derecho para ser utilizado mas tarde. Con las arrugas en su rostro como muestra del tiempo que ha vivido y las oportunidades que ha desperdiciado o despreciado. Muchas cosas pasaban por la cabeza de Daniel que nunca se había sentido tan extraño en su vida, había una creciente ansiedad por que llegara el momento que tanto anhelaba que chocaba constantemente con el remordimiento de hechos pasados, de sangre derramada y de violencia omnipresente. Su mirada era triste pero poderosa, su postura intimidante sobre todo al tener aquel revolver en su mano al que miraba constantemente con cierta devoción. Era un momento confuso, no podía escuchar ningún sonido, ni siquiera el ajetreado y monótono mundo a su alrededor parecía producir algún ruido, ni los caballos ni el constante ruido de los zapatos contra el suelo o el ocasional griterío de un pobre borracho, era un momento mudo, entonces a su cabeza llega una melodía hermosa, suave y melancólica pero tan bella que era indescriptible, solo quedaba escucharla y amarla, y entonces Ryan entra de manera brusca al lugar con cínico tono de voz y mirada perversa. — Tenemos que irnos al banco, el futuro nos espera y tiene muchos billetes en el. El ruido regresa, la luz del sol parece no brillar con el mismo brío de hace unos segundos, la vida parece un poco mas vacía. Ellos bajan de la habitación al comedor en donde en una mesa situada en una lejana esquina estaban Michael y Brad sentados esperándolos. Ellos caminan hacia ellos para terminar de discutir los últimos detalles del atraco. — No quiero civiles muertos, es algo primordial. — expresaba con fuerza Ryan. — Estoy de acuerdo. — apoyaba Brad. — ¿Cuándo nos ponemos los pañuelos? — preguntaba Michael. — Tiene que ser rápido antes de entrar en el banco, que nadie pueda recordar nuestros rostros. — respondía Daniel. — Cuando lleguemos allá mis hombres nos vera y cerraran las puertas, tomaremos el dinero y nos largaremos de esa puta mierda antes del mediodía. — declaraba Ryan. — Me parece bien. — apoyaba Michael. — Tiene que ser jodidamente rápido, no podemos perder tiempo en ninguna estupidez. — declaraba Daniel. — Entonces larguémonos de esta mierda que quiero ser rico ya mismo. — exclamaba sonriente Brad con su barba pelirroja y mirada juvenil. Los cuatro se fueron en sus caballos por las calles en medio de la gente, estos eran de diferentes colores, el de Michael era de color blanco con unas manchas negras en su estómago, el de Brad era marrón con manchas rojizas alrededor del rostro, Daniel poseía uno gris sin manchas y muy joven mientras que el de Ryan era negro con manchas marrones en la parte posterior de su cuerpo. Debían estar concentrados pues este era un momento decisivo en sus vidas, las cosas podían salir bien o mal y de no estar calmados podía acabar con sus vidas. Las calles parecían ser mas largas de lo común, también estaban mas sucias, el barro cada vez era mas común en aquellas calles. Un lugar difícil en el que vivir. Ya estaban muy cerca, estaba frente a ellos el banco así que era hora de ser rápidos y estar concentrados, todo tenía que salir como lo habían planeado y esto aunque parecía sencillo era mas complicado pues el tiempo era ajustado y tenían que manejarlo con criterio e inteligencia. Ya era hora, pasaron las grandes puertas de madera después de dejar a los caballos cerca de la entrada que los llevaban a lo que podía ser un futuro brillante. El lugar era grande y un tanto intimidante aunque ellos no podían pensar en eso. Estaba todo hecho de madera y tenía dos pisos de altitud, por dentro lucia muy lujoso sobre todo por la calidad de la madera que se notaba a la distancia, barnizada recientemente y mas reluciente que antes. Al entrar los guardias se dan cuenta de que es Ryan y Daniel así que era hora de actuar, estos rápidamente sacan de su bolsillo el pañuelo y se cubren la cara con este, los guardias, que eran hombres de Ryan cierran las puertas y ponen el cartel de “Cerrado” para que nadie intentara entrar. Ellos sacan rápidamente el revólver y apuntan en todas direcciones mientras los guardias corruptos toman las billeteras de todos. Habían dos filas de personas y varias sentadas en las bancas de madera sobre las paredes que eran robadas por los rufianes, el lugar donde la gente le daban el dinero estaba resguardado por una reja de metal pintada de negro pero eso no importaba ya que tan pronto Daniel puso el revolver en frente de la chica esta comenzó a meter el dinero en una bolsa, Ryan hacia lo mismo pero al lado. Michael erróneamente entre insultos y euforia da la espalda a alguien que no debía, era un hombre de unos 40 años, era calvo y llevaba un traje bastante costoso, sudaba mucho y los nervios se notaban en su rostro. Su piel era morena aunque solo podía verse su rostro debido a su traje de color azul marino. Llevaba también un maletín. Al igual que la mayoría de las personas este hombre estaba acostado en el piso suplicando por que acabara ese momento de angustia y nerviosismo pero a diferencia de la gente de allí decidió actuar, así que se levantó con rapidez y golpea con el maletín la cabeza de Michael que cae al suelo adolorido, entonces no pasa mas de unos segundos cuando Ryan dirige con su mano su revolver hacia el rostro del hombre y en un solo segundo dispara sin ningún tipo de remordimiento directo a la mejilla del hombre que ve como parte de la sangre cae en la pared y otra sale con rapidez por su boca. El hombre está en shock, acerca su temblorosa mano a su mejilla y con sus dedos siente el caliente orificio que le han hecho, no podía hablar pues la bala también rasgo su lengua y esta sangraba mucho y al estar prácticamente desecha no le permitía parlar. La sangre salía de su boca cayendo por su barbilla y llegando al suelo pero también salía por ambos orificios de sus mejillas, el hombre temía y estaba seguro de que moriría. Ryan se acerca con mirada asesina mientras el hombre cae arrodillado y con su mirada pide clemencia y piedad pero Ryan es muy frío y violento así que pone la boquilla del cañón de su revolver en la cabeza del hombre. Quita el seguro haciendo aquel sonido que anunciaba la pronta llegada de la muerte y con cínica mirada y sonrisa sádica que se dejaba notar por el pañuelo jala el gatillo casi con placer esparciendo la sangre del hombre en el suelo y creando un sonido seco que se expandía por todo el lugar. — ¡Esto es para los que vayan de putos listillos, el próximo juro que lo mato peor, joder, voy a hacer sufrir mucho al próximo cabron que intente algo como esto! — Exclamaba sin pudor y con pretenciosidad mientras la gente caía en asombro debido al derramamiento de sangre que presenciaban. Luego entraron a la bóveda fuerte que se encontraba escondida en un piso subterráneo, en este las paredes eran de piedra pintadas de blanco y en el fondo estaba lo que lucía como una celda ya que tenía una reja de barrotes que protegían unos casilleros en donde guardaban todo al dinero y el oro. La tentación era fuerte pero no podían llevarse el oro, pesaba mucho y haría ir mas lento a los caballos en la huida. Ahora se tenían que ir de El Paso, iban a ir con el dinero y detenerse a las afueras mientras primero pasaban para recoger a Elizabeth, Gavin y Roy que se suponía estaba en un hotel. Pero al momento de salir del banco con bolsas llenas de dinero y subirse a los caballos algo pasa, algo que nadie esperaba, un evento que Daniel no podía comprender, y es que escucho de nuevo aquella voz llena de odio gritar como nunca en su vida, ya estaba montándose a su caballo pero este grito lo hizo cambiar la mirada y frente a él un hombre que pensó jamás iba a ver de nuevo. — ¡Daniel! — gritaba con brío y enojo indescriptible, su rostro era una sola expresión y esa era de odio, uno particularmente fuerte y doloroso, era sin duda la voz de Robert. Daniel estaba asombrado de lo que sus ojos veían, no podía ser aquel hombre que el creyó haber destrozado hace poco tiempo atrás. Pero era él y estaba frente a Daniel que también vio a Billy a su lado, noto que había adquirido peso y también noto que ambos tenían una barba mas alargada que la última vez que los vio. Robert y Billy apuntaban con sus armas a Daniel así que Michael, Brad, los hombres de Ryan y el mismo Ryan apuntaban a Robert y Billy mientras la gente corría llena de miedo y dejaban aquel lugar prácticamente solo. Ni una palabras sale de ellos, una extraña sensación corre por los cuerpos de Daniel y Bob, ambos deseaban básicamente lo mismo y eso era una venganza despiadada, ambos tenían rencores y corazones llenos de odio sin mayor esperanza en la vida, sin embargo, Daniel no apunta, deja su revolver en su culata y no intenta sacarlo. Solo mira a Robert a los ojos y ve aquella alma grotescamente oscura que veía mucho años atrás, presenciaba de nuevo al viejo Bob, el alcohólico asesino sin ningún valor moral, ese era el hombre que podía ver por sus ojos. Robert veía en los ojos de Daniel rencor y odio hacia él, podía ver sus deseos de matarlo como si de un insecto se tratara, su maltratado rostro expresaba enojo y confusión pero había algo muy claro y era que ambos querían matarse. — Espero no molestarlos pero tenemos que largarnos de esta mierda antes de que sea tarde. — expresaba un cínico Ryan mientras se acercaba a Daniel. Estaba como a medio metro de Daniel cuando Ryan deja de apuntar a Robert y con ligero movimiento ahora apunta a Daniel, su sonrisa es cínica y perversa y su mirada sádica y asesina. Quita el seguro por lo que solo debía jalar el gatillo y matar a Daniel para quedarse con todo el dinero. Para ese momento nadie se había percatado pero Gavin estaba escondido en un bar que estaba diagonal al banco junto a Roy enfrente de donde estaban parados ellos y portaba consigo un rifle que estaba ansioso por usar y fue cuando Ryan apunto a Daniel, en ese preciso instante cuando escuchaba el sonido del seguro dispara a la mano de Ryan. El disparo es certero y da exactamente donde quería arrancándole así tres dedos de la mano y esparciendo sangre en el suelo y un poco en la camisa de Daniel ya que este estaba cerca de Ryan que comienza gritar con fuerza y dolor viendo como la sangre salía y salpicaba de su mano manca. En la mano solo le quedaban el dedo pulgar y el mas cercano a este mientras los otros fueron arrancados por la bala y cayeron al suelo. La sangre que salía de lo que quedaba de su mano corría cayendo por esta hasta manchar todo su brazo de rojo sangre y un poco salpicaba en su rostro que miraba atónito al suelo. No hubo tiempo de percatarse a los hombres de Ryan que fueron luego asesinados en menos de un pestañeo. Uno de estos fue disparado múltiples veces en el pecho y la cabeza por Michael y Brad cayendo al suelo muerto y desfigurado mientras que el otro recibió una bala en la garganta proveniente del revolver de Daniel que poseía una velocidad increíble. El joven irlandés se desangraba por su garganta, esta caía en todo su cuerpo y el suelo, con sus manos intentaba cubrir la herida pero no podía hacerlo, era muy tarde, lo único que lograba era manchárselas de mucha sangre mientras trataba de respirar, pero el metal incrustado en su garganta no lo dejaba al igual que el calor que sentía dentro de su cuello. Murió poco después al arrodillarse y caer al suelo. Solo estaba vivo un mutilado Ryan que no podía creer lo que había pasado, en menos de un minuto perdió tres dedos y a sus hombres dejándolo a merced de Daniel que era mas frío que el mismo Ryan y también mas violento y silencioso. Daniel lo miraba a los ojos agonizantes de Ryan que estaba tendido en el suelo gracias al dolor que sentía, también gemía, gritaba y lloraba de desesperación y dolor. — ¡Joder! — gritaba el agonizante hombre. — Tranquilo, ya todo acabara, ya verás. — decía de manera fría y letal un escalofriante Daniel. — ¡Eres un maldito puerco, me traicionaste! — Tú me ibas a traicionar primero, hijo de perra. Si no eras tú era yo y por supuesto no lo iba a permitir. — expresaba con escalofriante tono Daniel. — ¡Que te jodan! — gritaba de nuevo ahora con mas esfuerzo Ryan. — Ahora morirás por tu propia estupidez. Así Daniel apunta a la cabeza de Ryan con frialdad y terrorífica postura. Se miraban a los ojos y entonces parecía estar claro, Ryan dejo de patalear pues había aceptado su destino y se nota en su mirada, sabe que va a morir y que es el final cuando pudo haber sido el comienzo de algo mejor en su vida, por otro lado Daniel simplemente tenía que hacer algo a lo que estaba ya acostumbrado y también se nota en la escalofriante y gélida mirada llena de indiferencia a la vida de aquel agonizante hombre sin tres dedos. Jala el gatillo y sangre en el suelo de nuevo, la cabeza del hombre perforada expulsa sangre a borbotones al principio y luego se convierte en algo mucho mas ligero. El cuerpo ahora sin vida cae al suelo lleno de arena y crea un nuevo charco de sangre que a Daniel le recuerda mucho a numerosos charcos de esa índole. Era muy similar e incluso la posición en la que había caído le recordaba a más de uno que murió así bajo su mano. Todo paso muy rápido, ya estaban muertos tres hombres en el suelo y nadie se atreve a acercarse, ni siquiera el sheriff o el comisario. Nadie de la ley sale a apresar a aquellos que había cometido asesinato. Robert observo todo y no hizo nada, no disparo y después de eso ya era muy tarde ya que había salido Gavin del bar con su rifle junto con Roy y de intentar algo lo matarían, tenía la sensación creciente de alzar su revólver y disparar matándolo pero no lo hace, algo lo impide y parecía ser el mismo. Solo se miran, Daniel tampoco le dispara. Fue poco tiempo, apenas unos segundos pero parecía mucho más. Daniel le dice a Gavin que no tienen tiempo y que deben partir así que van a por Elizabeth los cuatro montando los caballos y galopando a toda velocidad, Robert no iba en caballo así que no pudo seguirlos pero si sabía cuál era el hotel donde se hospedaba. Vio cómo se fueron galopando, sabía que no tenía mucho tiempo antes de tal vez perder la oportunidad de ver a su hija de nuevo. Junto con Billy corrieron a su hotel y entraron a su habitación, allí había algunas balas además de algo de la comida que había sobrado del viaje. Llegaron con toda prisa, al entrar a la habitación estaba Tiffany sentada en una silla frente a la cama con mirada pérdida, este se le acerca y habla con ella puesto que probablemente no la volvería a ver nunca más. — Tiffany, escúchame. — decía Robert muy apresurado. — Me tengo que ir, es urgente y lo más probable es que no regrese. Dejare todo lo que tengo aquí a ti, tu vivirás aquí sola y podrás encontrar algún empleo, yo no puedo hacer mas nada, me tengo que ir. — Lo sé, he escuchado el ruido de las balas. — decía ella. — Espero que estés bien. — Algún día sabré si lamentare por el resto de mi vida haberte conocido o lo celebrare, ese día no será hoy pero te aseguro que pronto llegara. — comentaba ella mientras miraba por la ventana con peculiar sonrisa misteriosa. Él se retira después de aquel momento, Billy y el toman sus caballos y salen galopando de allí aunque no saben dónde esta Daniel. Era complicado saberlo, tal vez ya estaban afuera hiendo a algún lugar al que nunca llegarían, tal vez seguía ahí esperando a que ellos se fueran y no encontraran nada, no podía saberlo y esto comenzaba a comerse por dentro a Robert que no sabía a donde ir, era cuestión de suerte nada mas. Algo al azar, pero tenían que escoger rápido porque no tenían mucho tiempo. La gente pasa por allí como si nada, algunos tropieza con los caballos mientras la incertidumbre se come vivo a un melancólico Robert que ve su última esperanza morir lentamente y es entonces cuando Billy llega a recordar algo que había olvidado por completo Robert. — Hombre, aquí no hay muchos pueblos cercanos, se me había olvidado pero lo que mas cerca esta de aquí es nuestra cabaña, ¿recuerdas? La que utilizábamos cuando éramos una pandilla, seguramente ira allí, es seguro y esta mas cerca que cualquier pueblo, no está ni a un día de distancia, podríamos llegar allí rápido así que ellos deben ir hacia allí también. — Tienes razón, pero seguro al llegar allí no pasaran mucho tiempo así que debemos apresurarnos. — comentaba Bob. — Primero vayamos al hotel a ver si están allí, si es así nos ahorraríamos el viaje, pero hagámoslo rápido, no podemos perder tiempo. — Estoy de acuerdo, vayamos allá a encontrar a esos bastardos. Así ambos jinetes salían galopando hacia el hotel que no estaba muy lejos de allí con la esperanza de que todavía Daniel se encontrara en el lugar junto con su hija y poder acabar con todo, no solo con este viaje de venganza y rescate, sino también con su pasado y poder enterrarlo de una vez por toda como habría querido hace un tiempo atrás pero el destino no ha sido bueno con Bob últimamente y le ha quitado lo que mas apreciaba y amaba, aquel ángel que iluminaba su vida. Billy quería acabar con este viaje de una vez por todas, y es que una noche anterior había tomado la decisión más importante de su vida. Al regresar a casa dejaría de fingir acerca de aquella magnifica noche que el tanto añora, al fin detendría aquella mediocridad y confesaría todo su amor a la joven que alumbraba cada rincón de su oscura vida llena de violencia y crueldad pero que había sido cambiado por la hermosa y celestial inocente mirada de una joven pelirroja que le hacía querer luchar por su vida cada vez mas. Había un fuerte impulso en ambos por terminar este viaje de recuerdos amargos lleno de sangre y maldad grotescamente oscura. Ambos llegaban a la encrucijada de sus vidas, esa que parecían esquivar en su juventud y que al fin afrontaba con fuerza y voluntad. Daniel estaba con Gavin, Roy, Michael y Brad galopando hacia el hotel a toda velocidad, la gente a su alrededor caía al suelo debido a los caballos y la mayoría se asustaba y se alejaba con rapidez pues no querían salir lastimados. Llegaron por tanto con mucha rapidez al hotel, entraron con velocidad, subieron por la escalera y entraron a la habitación de Elizabeth que se encontraba comiendo un sándwich, entonces Daniel se le acerca y les dice a los hombres que salgan de la habitación y que lo esperen afuera, estos le obedecen sin mayor problema. Él quería hablar con ella sobre su madre por primera vez ya que ni su padre lo había hecho, era un momento importante para ella. — Yo a lo largo de mi vida he sido un monstruo y he cometido muchos crímenes, he matado mucha gente y robado muchos lugares también — prosiguió. — pero te aseguro que lo que te voy a decir es verdad ya que no soy un mentiroso, nunca lo he sido. Elizabeth ve una increíble sinceridad en sus ojos y le hace poco caso a su ensangrentada camisa. — Tú siempre has querido saber algo acerca de tu madre. — ¡Por supuesto! — contestaba ella. — Su nombre era Jena y era hermosa, era hija de un cantinero y así la conocimos pero ella no era parte de eso, era inteligente y pura, todos estaban enamorados de ella. Incluyendo tu padre y a mí. — explicaba Daniel. — ¿Entonces tú lo odias por haberse quedado con mama en vez de ti? — preguntaba ingenua. — No, eso nunca fue un problema, ambos sabíamos que estaba fuera de nuestro alcance pero sin embargo ella mostraba mucho interés por tu padre. — seguía explicando. — Yo la ame de verdad pero tu padre le rompió el corazón y entonces todo cambio. — Quiero escuchar más acerca de ella. — expresaba Liz de manera interesada. — Lo harás, pero ahora debemos irnos. Iremos a una cabaña y allí te contare todo lo que debo contarte acerca de ella, te lo prometo. Entonces ambos salen de la habitación aunque esta vez ella no estaba triste o por lo menos no tanto, en su imaginación aparece la imagen de una mujer hermosa, cariñosa y dulce, con cabello castaño claro hasta los hombros y de piel blanca bronceada, llevaba puesto un hermoso vestido blanco y sus labios eran perfectos, así le gustaba imaginarla pero mas que cualquier cosa sentía una gran satisfacción al haber escuchado que dulce era su madre, podrá haber sido muy poco lo que le dijo Daniel allí pero era suficiente ya que en sus ojos se encontraba una gran devoción por esta mujer tan integra como un ángel. Daniel al salir les dice a Michael y Brad que se queden ya que seguramente Bob y Billy pasarían por allí dentro de un rato, quería que de pasar eso los mataran a ambos sin piedad. Así comenzaba lo que sería el último tramo del viaje cuyo último destino era una cabaña llena de recuerdos agrios y violentos, una pequeña cabaña envejecida y dañada por el tiempo, abrazada por las sombras de un pasado oscuro y perverso y que regresaría para un último pasaje, uno que acabaría con todo una travesia que comenzó muchos años atrás por unos jóvenes desalmados con deseos de falsa grandeza a punta de sangre pero que no duraría mucho y acabaría siendo nada mas que un trágico pasado imborrable y detestable.
Me gusta mucho la historia, tiene una trama buena e interesante que a veces terminas sorprendida. Me parece un honor que me invitaras a leerla, y eso ahora mismo estoy haciendo, para avanzar. Pero no quería dejarla para mañana sin comentarte antes. Un pequeño consejo: el cambio de letra hace que se dificulte la lectura. No se si es un tamaño un tanto exagerado o que este en negrita me es confuso. Saludos, Kuki
Gracias por la invitación, tu historia está genial me ha enganchado, cada vez está mejor pero deberías tener a veces cuidado con los acentos y en como se escribe alguna palabra; te digo tambien lo mismo que kuki sobre el cambio de letra. saludos.;)
Capítulo 10 Los caballos cabalgaban a toda velocidad levantado polvo, arena y lo que fuera que estuviera en su camino. La gente se apartaba de los caballos con temor debido a aquellos intimidantes jinetes cuyas miradas llenas de un ferviente deseo de sangre expande una palpable sensación de incomodidad en el ambiente. Aquellos jinetes habían pasado por muchas experiencias similares en sus turbios y oscuros pasados que parecían regresar para acabar con una cuenta pendiente, una que debía resolverse años atrás. En sus mentes, memorias llegan con facilidad sobre situaciones similares en el tiempo atrás lleno de disparos y sangre pero hay un recuerdo que inunda la mente de Robert, era parte de su cruel juventud. Aquello paso años atrás cuando él era aún joven, su barba era frondosa pero estaba muy bien cuidada al igual que su cabello, es alto y tiene una postura muy masculina además de un físico envidiable y muy atractivo. Era tan bueno con las armas como con las mujeres. Fue durante una puesta de sol en medio del desierto dentro de una cabaña muy pequeña y deteriorada, la madera estaba podrida de tonalidad muy oscurecida, contenía múltiples grietas que dejaban pasar la luz del sol por ellas. Solo poseía una ventana cuyo estado no era mucho mejor que el de la cabaña. Solo había una cama y un estante con una vela encima, no había baño ya que había una letrina a una corta distancia de allí. En aquel momento Robert y Jena estaban solos en la cabaña, él estaba sentado en una silla cerca de la puerta aunque no había mesa, mientras fumaba un cigarrillo y esparcía el humo por todo el lugar llenándolo de aquella pestilencia, a su vez ella solo ve por la ventana la imponente puesta de sol llena de belleza y majestuosidad en medio de un muerto desierto, en el alrededor solo había plantas resecas o muertas y no había rastro de algún animal que viviera en las cercanías. Jena miraba con asombro y pasión aquel paisaje que dentro de su melancolía parecía ocultar una belleza mística para ella, era algo oculto entre las rocas y la arena, entre los resecos y decolorados arbustos, entre las sombras de los árboles marchitados y muertos, había algo en aquel paramo deprimente y desolador que la apasionaba, tal vez era la manera que el sol brillaba sobre ellas, como parecía darles un último gozoso aliento al pobre desierto lleno de muerte y desesperación, era como si por un momento toda aquella depresión que se cernía constantemente sobre aquel ambiente desapareciera para darle paso a la esperanzadora luz del sol aunque fuera solo un momento. Robert solo podía admirar como la luz del sol se reflejaba en el tan bello cabello castaño claro de Jena, no era muy largo, apenas pasaba sus hombros pero era magnifico, tan lizo y hermoso, ondulado hacia el final y brillaba con magnificencia cuando la luz del sol se cernía sobre este. Jena quería hablar con Robert algo importante pero quería hacerlo en el lugar correcto y para ella, aquella cabaña representaba un lugar re confortable y cálido, donde sentía podía expresarse con mas seguridad y alivio. — Cuando tenga una hija quiero llamarla Elizabeth. —comento Jena. — Supongo que estaría bien. —dijo Robert. — ¿Acaso nunca has considerado la oportunidad de casarte? —pregunto mientras giraba la mirada hacia los ojos de Robert. — No creo que este en mis planes futuros. — He querido hablar contigo porque sé que mañana te iras de aquí y no sabes cuándo regresaras. — explico la joven de hermoso cabello. — ¿Y qué quieres hablar conmigo? — pregunto intrigado y un poco asustado. — Desde que nos conocimos tú empezaste a frecuentar el salón y visitarme, he creído que tenemos una buena relación, y antes de que te vayas quiero saber que somos. —se acercó de manera lenta a Robert. — No quiero hacerme falsas esperanzas y esperarte como una idiota. — Esa es una buena pregunta… pero no creo que ninguno de los dos pueda responderla. —dijo Robert mientras tiraba la colilla del cigarrillo. — Quiero vivir mi vida de manera en que pueda disfrutarla, viajando por el país como siempre he deseado pero no creo que contigo pueda hacerlo. —comento Jena con tono más serio. — Tal vez si me esperaras, yo regresaría y tal vez… tal vez pueda hacer algo. — No necesito un “tal vez”, necesito una respuesta sincera de ti, necesito saber que somos y que seremos en el futuro ahora mismo. — exclamo ahora con tono un poco rudo y mirada inquietante. — ¡Yo nunca pedí una esposa y familia, no lo hecho porque no lo deseo! — grito con despecho. — ¿Pero me deseas a mí? — pregunto con tono dubitativo mientras sus ojos estaban a punto de comenzar a llorar. Entonces Robert toma una corta pausa para responder aunque su silencio parecía hablar por él, luego una lágrima parece asomarse por su ojo derecho. — Sí. — respondió. — si lo hago, pero es imposible que pase algo entre nosotros. Nunca te dejarían. — ¡Mientes! — Renegó — ¡Si en verdad me desearas matarías a quien sea por tenerme, así fuera mi padre! Eres un pistolero y siempre obtienes lo que quieres así sea con violencia. — No sé qué decir. — O tal vez te asusta lo que podría pasar, te asusta mirar al futuro y no saber qué te depara, tal vez el hecho de ver en el sangre, disparos y cerveza te parecía cómodo, pero tal vez estar conmigo te asusta al no saber qué te depara. — ¡¿Crees que algo así me da miedo?! ¡Eso es una tontería! — Entonces si me deseas pero no quieres pasar el resto de tu vida conmigo… ven y tómame — dice mientras lágrimas comienzas a salir de sus ojos corriendo por sus mejillas y labios rojizos perfectos y hermosos. — hazme tuya y lárgate en la mañana, así habrás consumado tu deseo. Bob se acercó con delicadeza mientras tiraba al suelo lo poco que quedaba de aquel cigarrillo. Al estar frente a ella podía ver como la luz del sol iluminaba su piel tan cálida y bella. Con sus manos acariciaba sus mejillas, con ternura pasaba sus dedos por aquella suave hermosa piel, ella con sus manos sujeta las de Robert y con un sutil movimiento las besa mientras con sus ojos medio cerrados pasa su rostro por las manos de Robert. Entonces cuando el sol comienza a caer y desaparecer en el horizonte ambos ya estaban tan cerca que sus narices se tocaban y sus labios se rozaban. Él pone sus manos en la cintura de Jena mientras esta sobaba el cabello de Robert, pasaba sus dedos por entre la sedosa cabellera de Bob que con una sonrisa mostraba su entusiasmo, a la vez que esta sonreía con alegría y gozo al sentir las manos de el en su cintura. Ya para ese momento la luz del sol es mínima, los rostros parecen difuminarse frente a ellos, sin embargo, aún queda la luz de las estrellas que iluminaban lo que se convertía en una gélida noche, dominada por la creciente oscuridad. Ambos estaban muy cerca del otro pero no se besaban, sus labios estaban húmedos y sus ojos entrecerrados, la distancia era inexistente, entonces ella avanzo lo poco que podía y besaba a un confundido Robert. Era un beso largo y muy pasional, Robert con sus manos juntaba el cuerpo de Jena lo mas hacia él desde su cintura donde él tenía sus manos. Ella se aferra con devoción mientras la luz abandona el lugar para darle paso a la gélida desoladora oscuridad, pero no importaba, Jena disfrutaba de tener los labios de Robert en aquel beso tan hermoso y tierno, le gustaba tener la lengua de Bob dentro de su boca al igual que él, ambos eran felices a pesar de que su alrededor era oscuro, tétrico y desesperanzador. Ella con sutil movimiento muerde el labio inferior de Bob que luego sonríe. Y cuando ya el sol ha caído en su totalidad y la noche lo cubre todo con gélido manto lleno de desolación sus labios se separan al igual que sus cuerpos se van distanciando poco a poco entre las sombras de la oscura noche alumbrada por la cálida luz de las estrellas. Sostenían una mirada intensa mutua que trataba de descifrar lo que el otro sentía pero era complicado saberlo, ambos deseaban estar allí pero algo dentro de ellos les decía que estaba mal, tal vez era miedo o sentido común pero no se podría saber en ese instante. — ¿Todavía quieres irte? — pregunto una confusa Jena mientras solo parte de su rostro es apenas visible gracias a la luz de las estrellas que entra por la ventana. — Tengo que irme, pase lo que pase. —contesto Bob de manera dudosa, parecía poco seguro de su respuesta o deseos. — Si deseas irte hazlo, yo me iré en mi caballo antes que tú y no nos volveremos a ver hasta que regreses pero si no, te invito a quedarte conmigo hasta el amanecer e irnos después a donde queramos. — sugirió la joven con tono muy emotivo y cariñoso aunque también se notaba cierta tensión en su postura y su mirada, la confusión en su mente aun toma gran parte de sus decisiones. Paso un momento mientras Bob pensaba en que responder pero no sabía que decir, su mirada era incierta, y está muy dudoso acerca de todo, no sabe qué siente o no siente, tampoco sabe si esta bien o mal lo que sea que haga. Entonces simplemente decide retirarse, se fue hacia el hotel donde se hospedaban sus compañeros, habiéndolo hecho sin decir una sola palabra, simplemente camino hacia la puerta, salió y se fue. Dejo a Jena sola con su corcel que posteriormente iría a su casa con un corazón roto y muchas lágrimas. Aquel fue el recuerdo de un momento muy tierno pero doloroso al final, la decisión que tomo aquel día era una que lo torturaba constantemente, la posibilidad de haberlo tenido todo lo ataca con fuerza, de poder haber criado a Elizabeth y darle una mejor vida, una sin necesidad de esconderse del mundo que la rodeaba, poder tener una mujer a su lado todos estos años, una persona que estaría con el no importaba cual fuera la situación, alguien que lo ayudara y sobre todo, darle una madre a su hija. Pero era hora de concentrarse, tenía frente a él la posibilidad de recuperar a su hija, tenerla de nuevo en sus brazos y era algo que necesitaba toda su concentración. Los caballos galopan a toda velocidad, el polvo se levanta y crea una gran nube alrededor de ellos, también hay barro mientras se van acercando, sus ojos estaban llenos de ira, la gente se aleja de ellos, abre paso a dos hombres que están por acabar su viaje. Al cruzar estaban frente al salón donde se hospedaban Daniel y sus hombres, allí esperaban encontrar a la indefensa hija de Bob y rescatarla. Entraron de manera rápida pero sigilosa, preguntaron al cantinero en que habitación de hospedaba y este le respondió diciéndole que habían tomado dos habitaciones, una para ellos y otra para una joven. El cantinero la describió como una adolescente muy linda y asustada que no superaría los dieciocho años de edad. Al escuchar la breve descripción del cantinero Bob lo supo, era ella, era su hija la que se encontraba en esa habitación, era su dulce y añorada hija. Que daño le ha hecho al pobre Bob todos estos hechos, recordar el pasado llega a ser muy amargo y doloroso. Abrir viejas heridas que en realidad nunca cerraron del todo duele mucho, es insoportablemente cruel. Redimir cada segundo todos tus pecados mas inhumanos, mas crueles y cobardes es un castigo que ningún hombre se podría merecer, tal vez Bob si se lo merecía, tal vez estaba recibiendo lo que un hombre de su calaña debe recibir, sin embargo, no había duda alguna de que la pobre Elizabeth era inocente de cualquier cosa que su padre haya hecho, así ¿Por qué tenía que pagar ella? Era algo que Bob se preguntaba constantemente, ¿acaso no es suficiente con que pague Bob, sino que es necesario que Liz también los pague? Las preguntas de esa clase eran las que Robert se hacía. El cantinero les dice dónde queda cada habitación y ellos proceden a subir. Las escaleras están frente a ellos, pueden visualizar el polvo en esta, también su deteriorado estado, al momento de subir pueden escuchar el rechinar de los escalones de manera brusca. Una prostituta medio desnuda baja por estas con exaltación y velocidad tropezando accidentalmente con Bob, este nota en aquel instante su estado de embriaguez, al bajar ella se encuentra con el cantinero, se pueden escuchar unas risas pero un instante después de eso el hombre jala del pelirrojo cabello de la mujer y lo golpea contra la barra tres veces, esta grita de manera desesperada mientras ve caer la sangre de su frente en la barra, esta al principio gotea pero luego corre manchando el rostro de la joven asustada y maltratada. No solo era su frente, sus labios habían sido rotos también, se notaba por el rojo sangre que tenían además de que los tocaba debido al dolor que la pobre sentía. El cantinero entonces la sujeta de la boca con su mano y le dice algo, luego ella para de llorar y se limpia la sangre con sus manos y con unas toallas. Este evento sorprendió tanto a Bob como a Billy debido a lo repentino que fue. Detuvieron su paso mientras esto pasaba, la gente lucia asustada, varias personas se fueron, ellos simplemente estaban muy sorprendidos. Tenían que continuar no importara lo que pasara. Siguen subiendo, llegan al segundo piso, este tiene dos pasillos, ellos deben ir al izquierdo, comienza a pasar por este, paso tras paso se acercan a la habitación, están cada vez mas cerca y sus cuerpos se hielan, deben ser fríos ante cualquier posibilidad. Sacan sus armas y bajan el seguro, estaban listos para disparar a lo primero que apareciera tras la puerta. Al estar frente esta, pueden ver frente a sus ojos lo que podría ser el fin de este viaje. Era un momento decisivo, debían ser fríos, debían ser de nuevo aquellos asesinos sin piedad que fueron un día en su juventud, el pulso no podía flagear, los nervios no los podían traicionar, todo tenía que salir perfecto y todo acabaría. No dicen una palabra, son instantes decisivos, deben saber de qué manera entrar, si tirar la puerta o tocar. La primera podría funcionar pero la segunda parecía más viable, aunque de escoger la segunda debido al estado en que los hombres de Daniel y el mismo Daniel se encuentran seguramente preguntarían quien es, entonces todo se estropearía. Era momento de decidir, no había vuelta atrás entonces Billy sin pensarlo dos veces con una fuerte patada tumba la puerta. Esta era débil, y Billy tenía una gran fuerza muscular así que no fue difícil en absoluto. Esto fue mala idea ya que lo que no sabían era que Brad los esperaba con una escopeta cargada justo frente a la puerta, al ver que esta es tumbada con brutal fuerza dispara sin pensar y golpea de lleno el estómago de Billy esparciendo una gran cantidad de sangre sobre el suelo, las paredes y básicamente cualquier cosa a la que podría llegar incluyendo los bordes de la puerta y un poco en la ropa de Bob que estaba a su lado. Robert reacciona de manera rápida y dispara dos veces al pecho de Brad que cae el suelo mientras ve la sangre salir de su cuerpo por entre sus dedos ya que con sus manos trataba de cubrir de manera inútil las heridas. Michael que ve cómo se desangra su amigo y su piel comenzaba a tomar otra coloración además de que sangre comenzaba a salir de su boca, empieza a disparar a la pared de madera esparciendo cualquier cantidad de astillas y polvo atravesándola tratando de matar a Robert sin embargo no llega a hacerlo. Billy, que yacía moribundo en el suelo desangrándose dispara con su revolver a la pierna de Michael puesto que era el único lugar visible de su cuerpo que su ángulo de vista le dejaba disparar. Cae al suelo mientras grita de dolor. Se arrastra para llegar a Brad sin embargo este ya estaba muerto. Con sus manos quiera parar el sangrado que se acrecentaba con cada segundo que pasaba, manchaba de rojo su pantalón de tela color marrón. Dolía mucho y era notable por sus gritos, un insoportable dolor que no hacía nada más que crecer. El suelo está totalmente manchado de sangre, un charco sale proveniente de la pierna de Michael que solo puede verlo asombrado e increíblemente asustado, no deseaba morir pero ese era el único panorama probable. Entonces Bob se le acerca, necesitaba estar seguro de donde estaba Daniel y su hija y este hombre tenía la respuesta seguramente. Entra la habitación con su saco manchado de sangre mientras pisa el suelo sanguinolento entre astillas y algunos grandes pedazos de madera despegados debido a los disparos. Llega a Michael y le pisa su herida en la pierna haciéndolo gritar como nunca en su vida. — ¡¿Dónde coño esta Daniel Hill y mi hija?! — preguntaba con un grito muy enojado y exasperado Bob. — ¡Joder, en la cabaña… están en la puta cabaña! — respondía entre gritos. — ¡Joder, duele demasiado! — Eso es lo único que necesito saber. — ¡Por favor no me mate! ¡Yo solo obedecía las órdenes del Sr. Hill, lo juro, joder, nunca estuve de acuerdo con secuestrar a la niña! — rogaba un desesperado y moribundo Michael. — A mí no me importa eso, ¿Por qué debería de importar? Hace unos segundos casi me matas, si me doy la vuelta y llegas a tomar tu revolver me matas, entonces lo que dices es una mierda. — expresaba un cada vez mas gélido Bob cuya mirada se tornaba macabra y terriblemente oscura, solo con mirarlo notabas su odio, su rostro se torna simplemente malvado, totalmente desalmado y violento. — Lo que hare ahora es matarte, así funciona y siempre ha funcionado así. Entonces coloca su revolver en la frente del desafortunado Michael que lloraba sin parar, estaba completamente desolado, no había esperanza y la muerte se cierne sobre el como un velo, un terrible velo que se lo llevaría de este mundo. Escucha el sonido del seguro, Bob esta listo para dispar y entonces ambos se ven a los ojos, Michael solo puede visualizar a un demonio, un ser maligno que ha venido a matarlo, siente la presencia de Bob tomándolo, matándolo lentamente, siente la agonía de la muerte sobre él. Bob solo puede ver miedo pero a este punto no le importa ya. Simplemente jala el gatillo, mata a Michael sin piedad alguna, esparce su sangre por toda la alfombra, esta era de color azul marino con varias figuras en dorado, sin embargo ahora había sobre esta una gran mancha roja carmesí. Era sangre y salía con facilidad por el humeante orificio de la cabeza del ahora sin vida Michael. El charco cada vez se hacía más grande. Bob se aleja de allí y se acerca a Billy, esta estaba desangrándose, su piel era blanca como la nieve y Bob podía ver como la vida se iba de los ojos de su mejor amigo. Billy no puede hablar, solo dice unas palabras antes de morir. — Adiós, compañero. — eran las últimas palabras que diría. Bob siente una enorme culpa sobre él, a sus hombros parece añadírsele otra piedra, y esta era muy grande. Bob no era muy expresivo, sin embargo, las lágrimas salían de sus ojos con mucha facilidad, su rostro mostraba aquella tristeza que sentía. Con su temblorosa mano cerraba los ojos del difunto Billy. No puede evitar recordar como con alegría le dijo que al regresar arreglaría las cosas con su amada Deborah, como podría haber sido su boda y como la amaría todos los días. Le dijo que le haría el amor cada noche con cariño, delicadeza y mucho amor, como nunca en su vida, le dijo que esperaba algún día poder despertar y ser aquel angelical rostro lo primero que vería. Bob sentía que le había robado todas esas futuras sensaciones, en un cruel giro del destino aquel hombre que lo apoyo y fue su amigo incondicional había muerto, después de tantos tiroteos y batallas fue la bala de una escopeta lo que lo mato, sin embargo, por primera vez tenía verdaderos sueños, ansiaba regresar a casa con Deborah, ansiaba tenerla entre sus brazos otra vez, ansiaba sentir sus labios contra los suyos una vez mas. Esto era lo que mas le dolía a Bob, haberle robado el único sueño verdaderamente puro en su vida. Y allí yacía, entre una gran cantidad de sangre recostado en el suelo de un salón que nunca había visitado asesinado por una persona que nunca había visto. Bob se quita las lágrimas con sus manos y toma el revólver de Billy, lo deja allí y se retira, entonces se sube al caballo y se larga a aquella cabaña donde ya no quería regresar, un lugar perdido en el tiempo lleno de negros recueros adornados por la sangre y la violencia. Era el final, el último paso para acabar con este viaje lleno de amargura, dolor y sangre.
Ooo que emocionante, me intriga jeje, la verdad no sabría que decirte, bueno algo si ¡que está genial! porfiss sube pronto el próximo capítulo:3
Me gusto la historia desde el principio, espero con ansias la continuacion ya que esta historia me llamo la atencion desde el prologo. La trama es muy buena y me enganche con la historia. Espero que publiques pronto. Nos leemos!!! PD: Gracias por invitarme a leer para mi fue un honor jejeje
Capitulo 6. Vaya que actualizas mucho, me sorprende tu rapidez y eso me deja pensando que tengo que comentar mucho ;O; jajhddhjfgh te pegare por eso luego pero es realmente raro que alguien continue su historia hasta el final, bueno aqui es dificil podria ser que en otros lugares sea mejor pero bueno. Interesante continuacion del capitulo, mostrarnos como Robert ansia tanato volver a ver a su hija que hace dias esta en manos de personas que intentan vengarse de el por ser un mal hombre en el pasado. En tu historia podemos ver que por mas que intentes escapar el pasado vuelve a ti a atormentarte y hacerte pagar todo lo malo que has hecho, algo duro pero cierto. De igual manera quiere matar a Daniel, eso de alguna manera es entendible ya que le arrebato a su hija, la unica fuente de su alegria y luz de su vida, la unica cosa que le quedaba de la mujer que habia amado tanto. Solo Elizabeth seguia a su lado y un desgraciado viene y te arrebata lo mas importante que tienes, las ganas de matarlo y destrozarlo son grandes. Fue extraño la manera en que ha mirado a Tiffany, realmente espero que no se desate nada entre ellos por el momento, debido a que el solo puede ver a la amadre de Elizabeth cuando la mira, no siente nada por ella, solo los recuerdos brotan sin permiso y eso no es justo para ella por mas que su pasadoo hubiera sido malo. Algunas cosas que noto en tu escrito es, como han señalado, repites la idea de alguna forma y eso podria volverse tedioso para los lectores, tener mas narración es muy bueno pero no de tal manera a que llegues a poner lo mismo una o dos veces, eso hace que el parrafo pierda armonia. He visto que has omitido un acento por ahi, ten cuidado con ellos, pueden pasar desaparcibidos. En cuando a los diálogos, siempre he pensando lo mismo. Tienes a poner el dialogo en si, sencillo y demasiado corto sin explicaciones ni nada mas. No digo que este mal sino que nutrirlo seria mejor ademas que siento que cuando pones dialogo este es excesivo. no deberia ser de esa manera. Podrias incluir mas descripcion necesaria, un ejemplo: — ¿Por qué dices eso? — preguntaba. Algo asi, no deberias separar los dialogos asi, me parece muy innecesario, podrias incluir dos en uno para hacerlo mas ameno ya que verlo asi es tan raro, pareciera una obra o que se yo. Que hablen cuando deban hablar pero sin excederse de los diálogos. De igual manera se te ha escapado un punto por ahi, ten cuidado c:. Eso ha sido todo, te quiero y seguire leyendo ^^ Pire<3
Capítulo 11 Los caballos galopaban a toda velocidad, el polvo se levantaba en grandes cantidades y la gente se aleja asustada de aquellos pistoleros cabalgando hacia quien sabe dónde. Daniel estaba decidido a acabar con todo y para el ir a la vieja cabaña era un camino para hacerlo. Elizabeth esta asustada pero también duda, de todo lo que le rodea y todo lo que su vida significaba. Eran momentos decisivos en sus vidas, mucha sangre se había derramado hace muy poco para que ellos estuvieran ahí. Elizabeth se sostiene con fuerza al torso de Daniel, dudosa y temerosa, desconoce lo que le depara el futuro, cierra sus ojos para que la arena levantada por los corceles no le hagan daño a su vista, aunque con ojos medio abiertos podía ver a la gente alejarse de ellos como si de monstruos se tratara. Ellos eran el paria de aquella sociedad hipócrita llena de monotonía. Gente de todas clases sociales se alejan mientras ellos dejaban aquel pueblo. Entonces entraron al vasto desierto, aquel al que siempre regresaban de una manera u otra, era parte del ser de cada uno de ellos. Desde las plantas secas y descoloridas hasta las inmensas rocas eran parte del vasto lugar. Cráneos de animales muertos los rodean, a la vez que pueden ver algunos cactus en los alrededores y en el suelo solo hay arena sobre la áspera y seca tierra. El sol alumbraba con mucha fuerza como ya era común. El sudor de aquellos hombres iba desde sus frentes cubiertas por sus sombreros hasta las manos y pechos. Liz no se soltaba ni por un momento del torso de Daniel, ella permanecía firme sin dudar. Las jinetes llegaban al anochecer después de un largo galope a una pequeña cabaña muy añeja, la madera estaba podrida y muy agrietada, su tonalidad era oscura como clara señal de su deterioro. Al bajar de los caballos y entrar a la cabaña notan el deplorable estado en su interior. Grandes y espesas telarañas cubren cada esquina mientras el polvo es omnipresente en todo el lugar. Había un pasillo que llevaba a dos habitaciones, una estaba de lado izquierdo, a esta entraron primero Daniel y Gavin, la puerta tuvieron que forzarla puesto que estuvo cerrada mucho tiempo. Estaba vacía, ni siquiera tenía cama, una ventana era lo único que poseía. El ambiente era tétrico y muy gélido, la oscuridad se cernía sobre ellos con la llegada de la noche, los rostros desaparecían de la vista entre las sombras y no fue hasta que Daniel encendió unas velas que pudieron ver algo. Daniel ordena a Gavin y a Roy salir de la habitación, les dijo que hablaría con Elizabeth en privado. Les dio una vela y los dejo afuera de la habitación. Estos se salen un poco disgustados y hasta molestos. Al salir de allí estaban entonces en lo que sería la sala, allí se sientan en el suelo y comenzaban a charlar mientras Daniel y Liz estaban en el cuarto. — ¿Crees que el jefe se esté cogiendo a la chica ahora mismo?, Gavin. — preguntaba Roy. — No creo. — respondía. — No parecen ser sus intenciones, además, si lo estuviera haciendo escucharíamos los gritos. — Es extraño. No entiendo para que tomarse tantos problemas con la pequeña perra. — Ni idea, pero Daniel es así y no se le puede hacer nada. — Bueno, sé que si fueras tú te la cogerías ahora mismo sin dudarlo. — comentaba con risa cínica. — ¿Por qué dices eso? — preguntaba Gavin. — Te he visto como la miras, condenado. Se nota que quieres a la chica, por lo menos por una noche. — Estas en lo correcto. — expresaba. — Y tal vez sea esta noche. — ¿Por qué lo dices? — preguntaba un tanto intrigado Roy. — Planeo que todo sea silencioso, probablemente en el bosque cuando Daniel se haya dormido. — respondía Gavin cuya mirada era perversa y decidida, su sonrisa era macabra y sus pensamientos grotescos. — ¡¿Estás loco?! — exclamaba — ¡¿Y qué harás cuando el Sr. Hill se dé cuenta?! — Ella no hablara, me asegurare de ello. — Sus heridas hablaran por ella. — comentaba. — Si lo haces, probablemente te condenes a ti mismo, podría ser tu final. — Tomare el riesgo, creo que vale la pena. — decía Gavin de manera sádica. Para ese momento Daniel comenzaba a hablar con Elizabeth que estaba frente a él en medio de la habitación. Ella le miraba intrigada por esa mirada tan deprimente que sostenía, era pesada y dolorosa. En su rostro se notaba el dolor que sentía, no era agradable para el contar lo siguiente a la pobre Liz. Allí, sentados alrededor de esa vela el comenzaba a hablar algo que le había prometido a la joven. Ella ansiaba escuchar maravillas acerca de su madre que nunca pudo conocer, quería saberlo todo, algo que la pudiera alegrar entre tanta tristeza. — Tu madre era un ángel. — comentaba Daniel que miraba a los ojos de Liz. — Era muy hermosa pero nos asombraba cada vez que hablaba, era tan pura que cualquiera que la conociera se enamoraría de ella al instante. — Suena como una gran mujer. — Lo fue definitivamente. — comentaba. — Hasta el día de hoy sigue siendo la mujer más bella que he conocido. — ¿Cómo la conocieron? — preguntaba la curiosa chica. — Fuimos a un bar y allí estaba, era mesera, sin embargo, todos la respetaban ya que era hija del dueño. — respondía. — Su sueño era viajar a lo largo del país y del mundo, ansiaba ir a Francia. — Mi padre se enamoró de ella, ¿no? — Por supuesto, solo que no lo quiso admitir. — contaba. — Con el tiempo tu madre y tu padre se comenzaron a acercar un poco mas hasta que una noche ella le propuso escaparse hacia quien sabe dónde y él dijo que no. — ¿Por qué se negó? — Porque era orgulloso al igual que todos nosotros. Una banda de putos niñatos con sueños de glorias falsas. — Entonces se negó a ir con mi madre por su orgullo masculino. — insistía. — Eso suena muy estúpido. — Lo fue, pero así éramos, muy tontos y ciegos como para darnos cuenta de ello. — expresaba — crecimos escuchando y leyendo historias sobre esos pistoleros forajidos que robaban bancos y trenes y creímos que eso era realmente bueno. Él le contaba con entusiasmo sobre Jena, aquella mujer hermosa y cariñosa, tan inocente y frágil como un copo de nieve en medio del desolador desierto. Una extraña joya de inconmensurable belleza era ella. Pero había algo oculto por muchos años, la mancha más grotesca y negra de aquella vida pasada, un punto que cambio las vidas de todos ellos. — Bob se había ido y le había roto el corazón a Jena. — explicaba Daniel. — Aquel tiempo ella lo paso conmigo y con nuestros amigos en común, con el tiempo olvido a tu padre y encontró gozo de nuevo y cuando tu padre regreso ella era otra chica, ya no lo amaba mas. Entonces le conto lo que pasó la noche mas negra de su vida, en la que no pudo hacer nada. Ella vivía en una cabaña cerca del bar pero lo suficientemente lejos como para tener privacidad, en ella Jena pasaba sus días con tranquilidad hasta que Robert regreso. Él estaba molesto, fue por ella en el bar y cuando la encontró lo vio en sus ojos, ya no lo amaba, había desperdiciado aquella oportunidad de tenerla entre sus brazos, de unir sus labios con los de ella y de pasar el resto de sus días con el amor de su vida. Le dolió, le dolió mucho. Entonces después de beber como nunca en su vida fue a la pequeña casa de Jena, golpeo la puerta con fuerza hasta que ella abrió y lo vio a él, enojado, con una mirada macabra, no era el hombre del que se había enamorado. Bob estaba molesto y muy deprimido así que entro con postura temible y malsana. Su mirada mostraba su frustración, frente a él, la joven que desea con el alma y que nunca podrá tener. Nunca podrá sentir como sus dedos corren por su piel o como sus labios sabrán en la intimidad. Frente a él la oportunidad perdida de haber amado a alguien de verdad, de poder tener a alguien entre sus brazos y sentir su calor y cariño, en su imaginación quedarían aquellas miradas apasionantes que tanto deseaba tener con ella. Tampoco podrá saber cómo se siente tocar su cintura desnuda cubierto por un velo de amor y ternura. Todo ello había desaparecido por su culpa, por su orgullo y gloria de papel. — ¡¿Por qué haces esto?! — gritaba claramente enojado. — ¡Un día me amas y al otro ni me prestas atención! — Tú me dejaste sola aquella noche, desperdiciaste tu oportunidad. — decía con tono bajo y temeroso. — ¡Yo te amo! — gritaba mientras la sujetaba fuertemente de sus brazos, ella le dolió. — Por favor no me hagas daño. — ¡Mereces que te mate, joder! — expresaba con aliento borracho. — ¡Me engañaste! — Yo te di la oportunidad de largarnos, de tener nuestra propia vida y tú la perdiste. — insistía entre temerosas lágrimas Jena. — ¡Eso no es cierto! ¡Yo te amo, Jena! — gritaba mientras con sus brazos la sujeta mas fuerte y la maltrata, sus lágrimas caen al suelo pero a él no le importa, no puede pensar claro. Y siguió después con una cachetada y empujándola al suelo. Ella estaba adolorida y muy temerosa, no entendía lo que pasaba, frente a ella se encontraba un monstruo que se había ocultado por mucho tiempo, entre las sombras de aquel hombre, entre el dolor y la desesperación salió aquella bestia de grotescos deseos. Ya en el suelo ella, el sigue dándole cachetadas mientras gritaba su amor por ella con toda la fuerza vocal que tenía. El llora de dolor pero no era por lo que hacía sino por lo que había perdido, se veía sumergido en un torrente sin sentido y violento que no comprendía. Las lágrimas de ambos se confunden en el suelo mientras el la levanta con sus manos desde sus brazos y la besa forzadamente. Ella trataba de alejarse pero no podía, el la sujetaba muy fuerte. Entonces Bob con sus propias manos rompía aquella bata blanca que llevaba para dormir más cómoda. Sus senos estaban al descubierto puesto que no llevaba ningún sostén, se los cubre rápidamente con sus brazos a la vez que su llanto se vuelve mas desesperado y agonizante. El forcejea con ella ya que quería ver y sentir sus senos. Entonces después de eso los pudo ver y eran muy bellos, con una forma perfecta para él, entonces los toca y a ella no le gusta, se siente maltratada a niveles nunca pensados, pero ella lo ve, en la mirada de Bob puede notar placer y culpa, poda notar como disfrutaba de ver y tocar sus senos, era algo tétrico y totalmente espantoso. El siguió arrancando su vestido hasta dejarla desnuda completamente, ella siente una enorme vergüenza a la par de un miedo que no era describible en palabras. El golpea su rostro con puñetazos hasta verla sangrar de su nariz, gritaba como lo lamentaba mientras se quitaba la correa de su pantalón y se lo bajaba. Él estaba en un estado indescriptible, solo quería hacerlo, quería sentir y tener todo lo que deseo de ella así fuera a la fuerza. Y lo hizo. Entre golpes y cachetadas la obligo a abrir sus piernas y dejarlo entrar en ella, era doloroso pues no lo hacía por placer, lo hacía porque sentía la insana necesidad de tenerla a todo costo, era violento y desagradable, un hombre despreciable era esa noche. Jena sufría mientras Bob estaba en ella ya que el golpeaba su rostro mientras tanto. Sangre salía de su boca, nariz y un poco de su frente. Lloraba desconsolada y avergonzada, forcejeaba con su entrepierna pero no había nada que hacer, cada vez que intentaba algo la golpeaba, de manera cruel y sin piedad la hacía sufrir el mayor tormento de su vida, el mas doloroso y sin duda mas cruel e inhumano. Al final entre golpes sanguinolentos y forcejeos lo logro, la tuvo en sus brazos por una noche como pudo haber sido aquel día que decidió no irse con ella. Ella se había desmayado con su rostro ensangrentado y casi deforme. Su entrepierna también estaba seriamente dañada, había sangre en esta, también además de unos moretones bastante notables. Allí estaba el cuerpo completamente desnudo de la mujer que siempre deseo tener a su lado, pudo sentir sus senos con sus manos y pudo sentir estar en su entrepierna, lo había logrado pero bien sabia el que no era lo que quería. Aquel cuerpo femenino desnudo que yacía en el suelo estaba notablemente maltratado, había mucha sangre a su alrededor y parecía haberse roto su cabeza, varios dientes en el suelo y un poco de sangre también salía de sus genitales. Esa era la temible historia que le contaba Daniel a Elizabeth que con asombro, miedo y una enorme tristeza comienza a llorar desconsolada. Era una noche dura y cruda emocionalmente para la pobre Elizabeth, aquel hombre que la engendro, que la amo por tantos años y la cuido como nada en el mundo había abusado brutalmente de su madre dejándola herida no solo físicamente sino emocionalmente. Aquellas cicatrices que había creado esa noche nunca cerrarían, quedarían allí por toda la vida, abiertas y sangrantes por siempre. — En ese momento tu padre embarazo a tu madre, así fue como tú fuiste engendrada. — decía Daniel mientras la llama de la vela parecía extenderse y avivarse, la mirada de este era triste, se notaban en la forma que tomaban sus arrugas. Era duro para el también puesto que era remembrar que no pudo hacer nada por ayudarla aunque así lo hubiera deseado con toda su alma. Era difícil para ella asimilarlo, ser el eterno recuerdo de ese hecho es muy duro, ser raíz de una noche tan oscura y violenta es algo surreal para ella, la hace sentir sucia en su interior, maldita por las acciones de un hombre violento y borracho. — Yo amaba a tu madre, cuando lo supe la cuide y el desapareció. Cuando regreso no era el mismo, era otro hombre y te llevo con él. — ¿Qué le paso a mi madre? — preguntaba entre lágrimas y aflicción. Daniel se tomó una pausa, la miraba con pena y luego hace un gesto que ella entendió perfectamente aunque no quería aceptarlo, era demasiado para ella, nunca había sido expuesta a semejante brutalidad humana. — Ella murió al darte a luz. Siguió llorando aquella noche, su rostro estaba lleno de lágrimas y sonrojado. Sus ojos expresaban una tristeza inmensa, desoladora y deprimente. Luego perduro un silencio brutal sobre la noche, la brisa que entraba por la añeja ventana era gélida y escalofriante, la vela se apagaba constantemente así que había que encenderla mucho. Cada vez había mas frío, este parecía acentuarse sobre aquella habitación. De repente, ambos se convierten en nada mas que sombras, parecía que su presencia desaparecía entre la cada vez mas penetrante oscuridad y el frio, memorias del tiempo atrás llegaban a la mente de Elizabeth que no las podía considerar nada mas que mentiras, en ese momento su vida parece un grotesco engaño, lo que antes llamaba amor ahora lo llama lastima, en sus recuerdos no podía concebir haber vivido tanto tiempo con tan cruel y detestable hombre. Para ella que su padre haya cambiado a raíz de su nacimiento no curaba lo que paso aquella noche, no arreglaba semejante atrocidad animal. A último momento, en cuanto ya las sombras se apoderaban del lugar, ella comienza a sentir una inmensa culpa en su interior a la par de un incesante asco por si misma. Se comienza a preguntar qué habría pasado si en vez de haber nacido hubiera muerto antes y su madre siguiera viva. En su imaginación pudo contemplar a una mujer recuperada de la mayor vergüenza de su vida, con su mirada hacia arriba y una gran sonrisa, también la veía vestida con el mejor vestido que se pudiera conseguir, este era de terciopelo rojo y hermoso, con un notable escote y una forma que hacía resaltar la belleza de aquella mujer. Su cabello era rizado y castaño claro muy hermoso. En su imaginación su madre era perfecta, era una mujer recuperada que vivía los mejores años de su vida, entonces por un largo rato deseaba no haber nacido y haberle dado aquella a oportunidad a esa maravillosa mujer que imaginaba ser su madre. Pero también siente asco corriendo por su cuerpo, haber sido fruto de aquella noche era una sensación horrible para ella, ser un eterno recuerdo de la más grotesca brutalidad humana, ser el resto de aquel pecado imperdonable era simplemente tortuoso para la joven. Pero así parecía funcionar ese mundo alrededor suyo, ese mundo era dominado por la violencia, el sexo y el alcohol llevados al punto más oscuro y repugnante de la naturaleza humana. En ese mundo las balas son la ley, el sexo es violento, grotesco y sin amor, el alcohol es el gran vicio que entretiene las noches y llena los casinos y salones. Al fin Daniel se quedó dormido o eso parecía y Elizabeth salió un momento de la habitación, paso por el pasillo lleno de polvo y telarañas, con grietas en la madera del suelo y de las paredes además de una notable putrefacción en importantes sectores de este. Aquella noche llevaba un vestido blanco no muy elegante pero que realzaba su belleza. Cuando salió de la cabaña y el viento pasaba batía con fuerza su vestido hacia un costado, era bastante frío aquella brisa nocturna y con sus manos comienza a sobar sus brazos para calentarse un poco. Con ojos de asombro contemplaba aquel escenario lleno de soledad y dolor. Era escalofriante estar allí aquella noche, bastante solitario y atemorizante, pero a ella no parece importarle, solo contemplaba como parecía gritar aquel lugar de dolor y tristeza. Entonces en medio de aquel intimista momento para ella llega Gavin por atrás y con su mano cubre su boca y acerca su rostro y su otra mano con su revolver hacia el oído derecho de ella y le susurra. — Si dices una palabra te vuelo los sesos —. Entra en pánico mientras el la lleva hacia el profundo desierto amenazándola con su arma. Comienza a sentirse muy nerviosa y lágrimas brotan de sus ojos, su cuerpo temblaba y por momentos parecía que no podía estar de pie. Conjunto se adentraban al desierto se volvía mas oscuro y desalentador, pero era allí donde Gavin parecía mas cómodo, entre las sombras de la noche que cubrían aquel gran espacio, entre la soledad y el dolor del lugar. Ella sabe que va a pasar, lo puede sentir en su interior y él tampoco lo disimula con aquella mirada sádica y sonrisa completamente enferma llena perversión y lujuria, entonces nota como parece correr el mismo destino que su madre corrió aquel día con su padre, con cada paso ambas historias se parecen mas para ella, solo que tal vez, pensaba ella, no saldría con vida como lo hizo su madre. Lo que hacía Gavin era ilógico, todos notaban como Daniel estaba claramente encariñado con la chica y aunque no sabían porque, nadie se metía con ella por eso. Lo mas probable era que al enterarse Daniel lo matara pero a el parece no importarle, solo quería poder sentir como es estar en la entrepierna de aquella joven, quería saborear sus senos con su lengua, quería poder sentirla suya no importara lo que pasaba. El miedo en ella se acrecienta, Gavin parece sentirse mas cómodo con mas se adentraban mas y mas hasta llegar a cierto lugar que no parecía para nada especial o diferente al resto del basto desierto alrededor. Estaban frente a un árbol reseco y medio muerto, al lado de este había una roca de considerable tamaño y nada más. Allí Gavin detiene a Elizabeth y la recuesta en el suelo mientras la mira directo a los ojos con perversidad y lujuria, respiraba profundo y la toma de los brazos con fuerza hiriéndola. Entonces la besa aunque ella no quiere y se rehúsa, sin embargo, no pudo evitar que metiera su lengua en su boca. Entonces Gavin con sus propias manos rasgaba y arrancaba con fuerza aquel vestido que tenía Elizabeth, ella quedaba en ropa interior que también era blanca. Allí estaban solo los dos y ella estaba en el suelo mientras frente a ella un hombre estaba de pie aunque tenía la forma de un monstruo, uno de mirada perversa y de sonrisa diabólica, sin dientes afilados pero si deseos grotescos. Rápidamente se quita su pantalón y quedaba en ropa interior, se acerca a ella con rapidez, peleaban mientras el trataba de arrancarle la ropa interior, al principio sin éxito pero luego, después de tanto forcejeo él logra quitársela dejándola completamente desnuda en medio del desierto, con el polvo llegando a su piel y el viento corriendo por todo su cuerpo. Con sus brazos cubría sus senos y su vagina aunque no es suficiente para no dejarlo ver nada. Aquella era una joven avergonzada y asqueada, sufriendo cada instante de aquello que sufrió su madre muchos años atrás. La agonía la toma por completo y ahora era solo cosa de tiempo para que el tomara lo que quería. Pero entonces ella llega a escuchar los pasos de un hombre acercándose, Gavin también parece escucharlos pero los ignora, forcejeaba con ella para poder tomarla. La cacheteaba pero ella seguía peleando con todo lo que podía hasta que aquellos pasos se silencian y entonces suena el seguro de un revolver siendo bajado… lo siguiente era el sórdido y devastador sonido de una bala atravesando la cabeza de Gavin. Aquel hombre era Daniel que con fría mirada y sin ningún momento de duda fusilo a Gavin dejándolo sin vida y un hueco en la cabeza. La sangre se esparce por casi todo el rostro de Liz ya que Gavin estaba frente a ella, también cae en la gran roca detrás de ellos y en el suelo, el hueco de su cabeza también era de notable tamaño. Ella estaba asombrada, solo podía ver la sangre en el suelo, con sus manos toca su rostro y nota la sangre en este. Todo su cuerpo tiembla, ella esta notablemente nerviosa aunque luego se calma y siente cierto alivio. Daniel le devuelve su ropa interior y ella se la pone rápidamente ya que estaba claramente apenada y sonrojada. Regresaron a la cabaña pero ya no era lo mismo, en Daniel había cierta satisfacción de haber evitado lo que no pudo con Jena, la mujer que amaba. Elizabeth sintió aquella agonía tan desoladora que sintió su madre, a pesar de que no pudo abusar de ella pudo ver esa mirada tan oscura y llena de maldad, por un momento pudo imaginarse a su padre ese día con la misma macabra mirada llena de lujuria y perversión, era muy doloroso imaginar al hombre que tanto amor le dio tantos años en esa posición tan lúgubre, oscura y repugnante. Fue una noche dura para ambos, en Elizabeth algo había cambiado para siempre y nunca sería la misma de nuevo, ya no era aquella inocente joven de familia a de unos días atrás, ahora ella había visto a la maldad a los ojos.
Capítulo 12 Un hombre monta un caballo en medio del desierto, este era árido, silencioso y muy triste. Aquel hombre iba muy deprisa, se notaba en el galope de aquel caballo imponente y majestuoso. Allí, en medio de la nada, con el calor del sol en sus hombros y el sudor en su frente seguía en su camino muy decidido. En sus arrugas se nota que edad promediaba. Su rostro lucia cansado, agotado de aquella vida que acarreaba, ya le era molesto incluso a ese hombre de aspecto deteriorado y maltratado. En su mirada se notaba gran ira, o tal vez tristeza, quizás ambas al mismo tiempo. Era difícil decirlo ya que a este punto es complicado separar ambas emociones. Sentía enojo por haber perdido un amigo, tal vez el único que verdaderamente fue su amigo. Murió en manos de un desconocido con una bala de escopeta en el estómago. También estaba la ira de haber perdido a su hija sin poder siquiera defenderse, aquel momento de angustia e impotencia al ver a su hija siendo secuestrada por aquel hombre que ahora era su enemigo. También había una profunda tristeza, una que llevaba muchos años allí. Hace un tiempo atrás cometió un horrible crimen gracias al alcohol y su inmadurez. Aquella noche lo sentencio a vivir una vida de culpa y depresión. Estaba condenado a tortuosamente rememorar esa noche cada día de su vida y sufrirla como ella lo hizo, sentir los constantes golpes que él le dio a ella como si de su piel se tratara, sentir la agonía de no poder hacer nada más que sufrir lo que venía. Sufrir la vergüenza y el asco con la que ella se miraba al espejo todos los días después de eso. Al juicio de cualquiera eso sería lo merecido. Pero tuvo un regalo, uno que no esperaba de ninguna manera, aquello fue su hermosa e inocente hija, una niña engendrada del mayor crimen carnal pero cuyo rostro era tan bello como el de cualquier bebe en su momento, inclusive mas. Entonces su vida cambio para siempre, la culpa lo llevo a criarla y el amor a cuidarla y quererla ocultándole su terrible y grotesco pasado, pero las últimas noches una duda ha estado carcomiéndole. ¿Es que acaso ser su padre biológico le daba el derecho a llevársela? Era algo que no quería responder pues tal vez no le gustaría la respuesta, sin embargo esta duda llevo a otra y era si acaso el hecho de no merecer semejante regalo justificaba los últimos hechos. Se preguntaba si aquella adorable niña lo seguiría amando igual si supiera la mitad de las cosas que ha hecho, se preguntaba si acaso ella estaría mejor sin él o si habría sido mejor para ella alejarse para siempre como un fantasma en medio de la noche. La verdad es que no podía responder nada de ello hasta encontrarla y verla de nuevo a los ojos, con eso bastaría, con una simple mirada, notar si en sus ojos se encontraba aquella devoción amorosa de la niña que recuerda, esa inocencia tan contagiosa y adorable en su sonrisa o si en vez de ello habría una mirada trágica y lúgubre, sin ningún rastro de su inocencia. Sigue en su camino el viejo pistolero, decidido a acabar con aquella sanguinolenta travesía de una vez por todas. Cada vez esta mas cerca y el sol comienza a caer en el horizonte, el cielo tomaba un color rojizo y Bob lo mira por un segundo deteniendo así su paso momentáneamente. Una fuerte brisa pasa por allí y con su mano se sujeta su sombrero para que no cayera, entonces con su mirada baja nota que su camisa esta manchada de polvo y sangre, puede verlo en su pecho. Definitivamente no estaba en su mejor estado, luego cambia su mirada hacia su pantalón de color marrón, este lucia sucio y desgastado, también noto un poco de sangre en este. Se postura es de duda en ese momento, se podía notar incluso en la lejanía aquel hombre cubierto por una inmensa sombra, a cierta distancia lo podías confundir con el desierto pues ya el sol caía y las cosas no son tan visibles. Mientras sigue en su camino había algo visible en su mirada ahora. Era cansancio, se nota en las arrugas debajo de los ojos, se nota en su rostro, se nota en aquellos ojos cafés exhaustos y en su jadear. Ya casi anochecía y Robert esta muy agotado asique decide descansar haciendo una fogata, sus recuerdos le dicen que esta muy cerca de la cabaña pero en aquel momento estaba muy cansado como para combatir por lo que lo mejor sería descansar. Al estar sentado alrededor de la fogata Robert puede notar en la fría brisa su soledad, como esta golpea su cuerpo constantemente sin este hacerle nada, como la oscuridad nocturna se cierne sobre él con malicia aunque Bob nunca la haya hecho daño, como el desierto le grita por piedad y misericordia sin que entienda porque. Entonces se sintió parte del desierto, sintió como su cuerpo formaba parte de aquel paramo sin vida y melancólico en medio de la nada. Tal vez se sienta mas cómodo siendo parte del desierto, deambulando como fantasma en el viento simplemente viviendo, siendo parte de la arena y las rocas, de las colinas y los árboles, acompañando a los pequeños animales entre los arbustos resecos y faltos de vida. Pero en el desierto había un elemento muy común en su vida que podía sentir mas no ver, se trataba de la violencia. Es un lugar violento por naturaleza, seco y duro, no apto para débiles. En la lejanía tal vez haya un tiroteo, o quizá un animal se esté comiendo otro, no lo podía ver pero lo sentía, era sangre ajena derramada lo que sentía en sus manos, era el humo de un arma lo que olía, era el calor de una bala lo que sentía en su corazón. La noche pasa y por primera vez podía dormir en paz. En la mañana, mientras seguía su paso se preguntaba porque después de tanto tiempo es ahora que puede dormir bien. Tal vez el hecho de que cada vez este mas cerca de acabar al fin con aquella pesadilla lo tranquilizaba, lo que dudaba es que tal vez en su interior lo que desee no sea solamente recuperar a su hija sino morir, tal vez este viaje para el significaba muy en lo profundo la oportunidad de al fin pagar por sus pecados de la manera correcta, pero si era así entonces su hija quedaría sola, parecía no tener sentido pues una contradecía la otra. Trataba de despejar su mente cuando al fin puede ver a la distancia aquella cabaña, entonces un escalofrió corre por su cuerpo mientras con mirada decidida avanza a paso lento y seguro. Al acercarse puede notar que hay un hombre sobre un caballo, este se ha detenido al verlo, no puede reconocer quien es y el por lo que nota aquel hombre tampoco lo reconoce. — ¿Qué hace por aquí usted, eh? — preguntaba el hombre. — Voy en camino a la pequeña cabaña que queda aquí cerca. Al escuchar la respuesta su mirada y postura cambian, se nota amenazador. — Tú debes ser Bob, ¿verdad? — Si, ese soy yo. Luego el hombre que resulto ser Roy, uno de los hombre de Daniel y el único sobreviviente de ellos, cambia su mirada hacia el suelo, sonríe y suspira. — Joder, ojala no me hubiera topado contigo. Entonces ambos se miran directo a los ojos por un instante y lo comprenden, solo uno saldría vivo de aquel encuentro, era algo que no habían decidido ellos, sino el destino. Ambos sacan sus armas pero Bob es mas rápido y dispara primero directo a la garganta tumbándolo del caballo y cayendo al suelo esparciendo su sangre por este. Bob observa cómo se desangra y sufre cada instante con el sol sobre ellos con fuerza y brío. Roy con sus manos se cubre la herida pero no puede detener el sangrando, este le mancha las manos por completo hasta que muere allí, sobre el suelo lleno de arena en medio de aquel agonizante desierto lleno de muerte y desesperación en pleno día. Robert ahora esta inclusive mas decidido a ir hacia la cabaña donde se encuentra su hija. Sigue su camino, levantando arena por donde pasa, con mirada fija en su objetico, sin embargo, la duda de que encontrara allá le hace apresurar el paso, anhela que su hija sea la misma chica que recuerda pero sabe que eso es imposible y lo que le depara puede ser tenebroso para él, su hija ya no era la misma y lo intuye, pero ¿seguirá amándolo como lo hacía antes? Cuando llegara a la cabaña lo sabría. En la oscura noche muchos monstruos se esconden, en esta particular velada uno salió de su escondite para tomar una nueva víctima, esa era Elizabeth. Gavin entre el silencio mortífero del desierto y el frío de la gélida noche intento abusar de Liz como lo deseaba pero fue asesinado por la espalda antes de poder hacerlo. Quien lo asesino era el que creía era su único amigo y aunque nunca lo supo ya que nunca pudo ver quien disparo, Daniel si lo sabía pero a pesar de esto no lo lamentaba. Sabía que había asesinado a sangre fría a un hombre que consideraba cercano a él, pero no le importaba, lo único que verdaderamente le importaba era el bienestar de la joven muchacha maltratada, el la veía como una hija. Aquella adorable joven significaba la salida de un mundo lleno de violencia y perversión hacia uno mas tranquilo, uno en el que ambos podrían vivir sin preocuparse de nada, simplemente como una familia. Él sabe que esto nunca sucederá. Por mucho que llegue a odiar a Bob luego de lo que le conto nunca cambiara el hecho de que es su padre y que la crio toda su vida, tal vez en este momento lo odie pero siempre sentirá afecto por aquel hombre. Daniel tampoco era santo y lo sabe, era tan malo como Bob y Liz también lo sabe, y por mas que le parezca un buen hombre ante ella siempre lo vera como un pistolero en el fondo. Aquella noche llegaba a su fin cuando ellos regresaron a la cabaña y ella se sentaba cerca de la gran vela en el medio de su habitación. Lloraba desconsolada, en su mente no puede sacar la imagen de aquel hombre y su mirada, su piel aun resiente los golpes y forcejeos con Gavin, sus ojos aun ven como la sangre salía de su cabeza directo hacia ella. Tiembla, siente a su alrededor una increíble soledad y hasta asco por su cuerpo. Le atemoriza los límites del ser humano, aun no puede creer que aquella mirada que sostenía ese hombre fuera de un humano, no podía serlo, era demasiado sádica y enferma, era consciente de la situación y lo disfrutaba. Todo aquello para ella era nuevo y escalofriante, tanta violencia y perversión no podía ser posible, era ilógico ante sus ojos y razonamiento. No hablaron esa noche, ella se quedó en la habitación y no pudo dormir. Sentía que vivía una pesadilla y a veces quería que así fuera ya que de esa manera solo haría falta despertar para acabar con ese tormento. Despertar en su cama con su cabeza recostada en su confortable almohada. Con el sol brillando con alegría y gozo y no con furia como parecía hacerlo ahora. Cuidando las plantas jóvenes con amor y cariño, poder ver caer el sol en el atardecer y contemplarlo de nuevo como la hacía con su padre. Todo eso había quedado en el pasado de manera tan repentina y brusca, de repente todo aquello parece ser parte de un gran sueño del que había despertado, que su alrededor era su triste y desgraciada realidad, nada mas y nada menos, solo lo que ve y siente. El día llega con el sol ascendiendo e iluminando todo el basto lugar. En aquella cabaña no había nada que comer ni de beber, solo había telarañas, polvo, el dinero del robo y muchas memorias. Daniel al despertar por la mañana sabe que en la cabaña no podrán pasar mucho tiempo asique debe hacer algo al respecto, entonces decide enviar a Roy a vigilar los alrededores mientras se preparan para dejar el lugar en la noche e irse al norte del país donde cada uno comenzaría una nueva vida. Roy estaba confundido al no encontrar a Gavin, entonces Daniel le explica lo que había pasado. Roy queda sombrado pero sabía que era verdad, el mismo Gavin se lo había dicho la noche anterior, era solo cosa de tiempo. Roy iría en turnos, regresando luego a la cabaña e informándole a Daniel. Lo cierto era que un solo hombre vigilando no era muy positivo pero era lo único que le quedaba luego de todo lo sucedido. No era una situación muy buena pero era lo que tenía y debía lidiar con ello. Daniel entraba a la habitación donde se encontraba Elizabeth, esta tenía puesto un viejo vestido bastante deteriorado de color rojo en lugar del vestido blanco que Gavin brutalmente le arranco con sus propias manos. La luz del sol que entra por la ventana ilumina sus rostros deprimidos y cansados, agotados de tan brutal viaje. En aquel momento se podía notar los moretones en el rostro de Liz mas claramente que en la noche, estos eran de color morado muy intenso y oscuro alrededor del cuello y su cara, su labio inferior también esta lastimado, sus manos le duelen al igual que sus brazos y siente asco por su entrepierna, además de una gran vergüenza que se nota en su pálido rostro y mirada afligida, sus parpados se notan débiles y aunque no lo aparente sus piernas están faltas de energía. Daniel se notaba exhausto, sus arrugas parecen acumularse aún mas. Su mirada es hacia el suelo en muestra de su condición anímica, su cuerpo apenas se sostiene, siente agonía por dentro y también gran debilidad. Allí ambos, tan cerca uno del otro al fin están solos. — Creo que es hora de que sepas porque te lleve conmigo ahora. — decía Daniel mientras dirige su mirada hacia Elizabeth que le da la espalda. — Creí que era para hacerme saber todas las malas cosas que ha hecho mi padre. — Con este dinero tenemos suficiente para irnos a donde sea. — expresaba. — Mi deseo es irnos a New York tú y yo como una familia, podríamos vivir allí de manera prospera y pacífica. — Yo tenía eso… con mi padre, lo tenía. — comentaba la joven que por su tono de voz parece haber perdido cualquier miedo por aquel pistolero que le atemorizaba tanto al principio. — Yo no puedo vivir en New York, nunca había salido tan lejos. — El sueño de tu madre siempre fue viajar, ahora tú puedes hacerlo. — insistía con tono mas fuerte. — Es hora de dejar esto en el pasado y comenzar de nuevo, lo de tu padre fue una gran mentira, él no te merece. — Tal vez… — secundaba. — pero tampoco tú. Hasta donde sé, ambos fueron asesinos despiadados, no hay diferencia entre ambos. — ¡No me compares con él! — exclamaba con fuerza y en tono alto. — ¡Ese hombre le hizo mucho daño a tu madre y no te merece de ninguna manera, mientras yo si la ame a ella, yo me la merecía! — Pasara lo que tenga que pasar. — comentaba Elizabeth mientras giraba su mirada hacia Daniel, entonces muestra una gran indiferencia tal vez por lo traumático del asunto. Ambos se quedaron allí por horas, Daniel deambulaba por el lugar dudando de aquello que le había dicho Elizabeth, pues tal vez era verdad, al fin y al cabo ambos pertenecían a la misma pandilla, ambos mataron a mucha gente, tanto inocentes como pistoleros, no había mucha diferencia en aquel momento cuando estaban ebrios y enojados. En realidad ambos amaron a la misma mujer por mucho tiempo e incluso ella decidió irse con Robert ya que ella estaba enamorada de el también. Probablemente Elizabeth estaba en lo correcto. Luego Daniel sale y ve a un hombre cabalgando acercándose hacia allí, no parecía ser Roy e iba muy aprisa, tal vez era algún extraño así que toma su revolver consigo. El hombre esta lejos pero se podía notar que venía hacia allá, su camino parecía ya trazado hacia su destino. Aquel hombre que a la distancia solo era visible por su caballo imponente y su sombrero iba a paso acelerado, ansioso y nervioso. La mirada de aquel hombre que se acercaba era seria y decidida, atemorizante e intimidante, sus arrugas son evidencia de experiencias pasadas, de pesadillas reales y sueños destrozados, son evidencia de aquella violencia que impartió con tanta indiferencia y ceguedad, pero por sobre todo, son evidencia de una vida desperdiciada. Galopa con fuerza pero su cuerpo no resistirá mucho mas, su edad le empieza a causar efecto. Por suerte para él ya estaba cerca y lo único que quedaba era acabar con esto de una vez por todas. Cuando ya está lo suficientemente cerca Daniel lo ve y se da cuenta inmediatamente, ese hombre era Robert y él no lo podía creer. Lo creía muerto con muchas balas en el pecho o perdido en la mitad del desierto sin saber a dónde ir. Su mirada es de claro asombro, no podía ser él, no ahora que al fin podría iniciar toda una vida diferente y dejar de lado todo su pasado. No era posible, es que acaso venia de nuevo a destruir sus esperanzas como lo hizo aquella hace muchos años atrás en la casa de Jena. Era aquel demonio regresando del infierno para de nuevo quitarle lo que el sentía merecerse. Daniel dispara tres veces al darse cuenta de que es Robert, las tres balas fallan pero el caballo pierde el equilibrio y casi cae, sin embargo, Bob lo estabiliza para que así no cayera sobre su pierna y se la rompiera. Daniel entra a la cabaña de manera apresurada y entra a la habitación donde esta Liz. Él se nota desesperado así que la toma de los brazos y le habla con tono casi fatídico. — Escúchame, estoy a punto de hacer algo que no quería hacer pero Bob no me deja alternativa. — decía Daniel cuyo sudor caía desde su frente en muestra de su ansiedad. — Yo nunca te lastimaría pero él me obliga a hacer lo que voy a hacer. Ten siempre en cuenta que para mí eres mi hija pues yo cuide de tu madre esos nueve meses como si hubieras sido mía. Ella esta confundida, no entiende que esta pasando, solo sabe que probablemente sería algo malo. Esta a punto de llorar, esta muy nerviosa y teme mucho por su vida. El sonido del galope del caballo se hace mas fuerte hasta que esta allí, frente a la puerta de la cabaña. Su mirada es rígida, casi sin sentimientos al bajarse de su corcel y mirara aquella puerta casi desecha y tan olvidada. Se quita su sombrero y lo deja sobre su caballo, con paso firme se acerca a la puerta, y al estar frente a esta grita con fuerza y sin miedo. — ¡Daniel, sé que estas ahí con mi hija, devuélvemela y prometo no matarte en el preciso instante en el que me la entregues! — Sonaba amenazador, su tono era atemorizante, era aquella voz con la asustaba a las personas en su juventud, con la que impartía su propia ley por sobre los demás en el pasado. — ¡Estamos aquí en la habitación, ven y hablaremos! — Respondía Daniel con fuerte grito — ¡Te juro que de esta no sales vivo, hijo de perra! — ¡Si entro te prometo que descargare mi revolver en tu cara, bastardo! — exclamaba con enojo. Elizabeth estaba muy asustada, pero el hecho de escuchar esa voz de nuevo… era su padre, nunca lo había escuchado tan amenazador pero seguía siendo aquel hombre que la amo por tantos años en su infancia y adolescencia, cuando lo oía no escuchaba aquel pistolero despiadado de su juventud, escuchaba al hombre que la cuido y la crio, escucho al hombre que un día amo tanto. Robert abre la puerta con una patada tumbándola hacia al suelo ya que apenas se sostenía. Saca su revólver y baja el seguro, ahora esta dispuesto a hacer lo que sea con tal de recuperar a su hija. Se acerca a la habitación con paso lento y muy medido, no puede dar un paso en falso porque tal vez le cueste la vida o la de su hija. Al estar frente a la habitación puede notar un ruido muy bajo pero estaba allí, parecía ser su hija y parecía ser llanto. Siente que debe actuar rápido y eso hace. Dispara a lo que queda de la manilla de la puerta, esta se abre y con una patada la tumba, sin embargo, no muestra su cuerpo porque tal vez Daniel le dispararía en ese caso. Mientras que apunta con el arma entra a la habitación y la ve a ella, no lo podía creer, su pequeño ángel estaba de nuevo frente a sus ojos. Ella después de tanto tiempo puede ver a su padre de nuevo, era extraño en aquella situación. Pero ninguno de los podía sentir mucha alegría al respecto pues Daniel que inclusive contra su propia voluntad estaba amenazando a Elizabeth. Él tenía su mano alrededor de su boca, y con su otra mano sostenía el revólver con el que apuntaba a la cabeza de la pobre joven. Ella llora por aquel miedo que corre por su cuerpo, sus lágrimas caen desde sus ojos y llegan a la mano de Daniel que no estaba cómodo en aquella situación, no quería herir a la chica. — Esto es lo que harás, Bob. — ordenaba Daniel con tono perturbador. — Vas a irte de aquí en tu caballo y no regresaras. Nunca veras a tu hija de nuevo, y si no lo haces… ¡Joder, si no lo haces la mato aquí mismo! — ¡No tienes el derecho de hacer esto! — exclamaba. — ¡Ella es mi hija y no puedes llevártela de esa manera! — ¡Tú no te la mereces, joder, tú le hiciste tanto mal a Jena… no te la mereces, maldito bastardo! — gritaba con furia y frustración Daniel. — Le he contado todo, Bob. Ella sabe lo que le hiciste a su madre, maldito enfermo, lo sabe. Bob ahora estaba desconcertado, pero no podía, era la vida de su hija la que estaba en peligro. Ya no importaba nada, solo su hija y si ella, aunque sepa ahora lo que hizo sigue siendo su hija. Entre lágrimas y frustración Elizabeth esta asustada, pero sentía que debía defender a su padre, el hombre que la crio era aquel que estaba frente a ella, también era el hombre que brutalmente abuso de su madre, estaba confundida pero entre esa confusión solo podía pensar en regresar a la granja, quería hacerlo, no quería irse con Daniel, quería regresar a su casa. Entonces entre tanta tristeza interior muerde con fuerza la mano de Daniel, este baja la guardia un momento por el dolor y eso era lo único que bastaba. Robert no necesitaba mas de un instante para matarlo y acabar con todo, y aquel era ese instante. Dispara tres veces, dos el pecho y una en toda la frente esparciendo la sangre por toda la pared detrás de él y parte en el cuerpo de Elizabeth que estaba muy cerca. Un agujero en la cabeza y dos en el pecho y aquel hombre estaba muerto. Su mirada vacía, falta de vida, en pocos instantes perdió la vida sin remedio. Elizabeth por un momento quiso ir y abrazar a su padre de nuevo como en su infancia pero entonces vio la gran mancha de sangre en la pared, y vio los orificios en el pecho y la cabeza de Daniel además de la sangre que ella tenia regada en su vestido, rostro y manos. Luego cuando volteo la mirada y vio al hombre frente a ella vio que era un hombre frío y sin piedad, entonces por primera vez vio al pistolero de su juventud, lo vio en sus ojos y en todo su rostro, allí estaba frente a ella. Se le acerco muy asombrada y aún muy asustada por lo que recién había pasado. El la abrazo con fuerza de nuevo como ansiaba hacerlo desde hace tanto tiempo pero en aquel momento sintió que aquella ya no era su inocente hija, era una mujer que había visto el mal a los ojos, entonces lo supo, las cosas cambiarían. Al regresar pasaron por el pueblo y antes de ir a casa, Bob fue al hogar del difunto Bill. Allí encontró a Deborah tan hermosa como siempre, sin palabras ella lo supo. Cayo en el suelo llorando mientras Bob le entregaba el revólver de Bill sin balas y con un “lo siento” muy sincero y melancólico se despedía. Al regresar a casa las cosas cambiaron notablemente, los siguientes días y meses no hablaron mucho, por momentos él pensaba que ella le despreciaba y por momentos que le amaba, tal vez ambas. Los años pasaron y aquella joven adolescente se volvió una mujer adulta y madura. Se marchó de la granja y consiguió trabajo en el pueblo. Logro tener éxito en esos años mientras Bob solo podía volverse mas viejo viviendo solo en la granja. Un día ella lo visito y pasaron un buen día aunque lejos de aquellas maravillosas tardes de la infancia llena de inocencia. Pasaron años sin que se vieran de nuevo, ella consiguió establecer una buena vida en la ciudad sin ni siquiera llegar a los treinta. Un día después de tantos años ella decidió visitarlo de nuevo, al regresar la granja estaba vacía. Pregunto por el en los alrededores, algunos le respondieron que había muerto hace ya un largo tiempo, otros que se había mudado tal vez, pero todo indicaba que un día se fue para no regresar, tal vez estaba vivo pasando por algún pueblo, tal vez estuviera muerto, la verdad es que ella nunca lo sabría. Hasta ese día ella seguía sin entender, como una mujer tan dulce y maravillosa como su madre, llego a enamorarse de un degenerado, alcohólico, violento y agresivo hombre como su padre en aquellos días de juventud.
¡¿Porque se acabo?! jejeje, me gusto el final y la historia en si. Me dio penita la muerte de Bill :( Espero que puedas publicar mas historias como esta y solo me queda decir: Bye. Nos leemos!!! PD: Gracias por avisarme que lea tu gran final
Me impactó el final, ha sido increíble, sobre todo por que Robert desapareció. Te ha quedado genial la historia, lastima que sea el ultimo capitulo, no dudes en avisarme en cuanto publiques próximas historias;). Gracias por la invitación:3
me eh quedado sin palabras... el final es... ahhhhhhhh... el final es asombroso... no es típico vivieron felices por siempre ...eso es lo que mas me fascina de la historia es que no tiene un final común ...es una gran lastima que sea el ultimo capitulo pero que se le va hacer ... cualquier historia como esta siempre sera de mi agrado... más aun si la escribes tú..jijiji así que avísame sobre tus próximas historias sayonara... (n.n)/*